Daniel  10 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 21 versitos |
1 En el año tercero de Ciro, rey de Persia, fue revelado un mensaje a Daniel, por sobrenombre BeltSassar. El mensaje era: verdad y gran combate. Fijó la atención en el mensaje y se le descubrió su sentido en una visión.
2 Por aquellos días, yo, Daniel, hice penitencia durante tres semanas.
3 No comí manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ungí hasta que se cumplieron las tres semanas.
4 El día veinticuatro del primer mes, mientras yo estaba a la orilla del gran río, es decir, del Tigris,
5 alcé los ojos y miré. Vi aun hombre vestido de lino que tenía su cintura ceñida con un cinturón de oro de Ufaz.
6 Su cuerpo era como crisólito, su rostro parecía un relámpago, sus ojos como antorchas encendidas, sus brazos y sus piernas como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el clamor de una multitud.
7 Yo solo, Daniel, contemplé la visión. Los hombres que estaban conmigo no vieron nada; pero se apoderó de ellos un gran terror y huyeron a esconderse.
8 Quedéme yo solo contemplando esta gran visión; pero me faltaron las fuerzas, quedé como descoyuntado y perdí mi vigor.
9 Oí el sonido de sus palabras y, al oírlo, caí rostro en tierra, desmayado.
10 Entonces una mano me tocó y me obligó a sostenerme sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos,
11 y me dijo: Daniel, hombre predilecto, fíjate en las palabras que voy a decirte y ponte de pie en el lugar en que estás, pues ahora he sido enviado a ti. Cuando él me dijo estas palabras, me puse de pie, temblando.
12 Luego me dijo: No temas, Daniel, porque desde el primer día en que intentaste comprender y te humillaste ante tu Dios, fueron oídas tus palabras, y por causa de ellas he venido yo a ti.
13 Pero el príncipe del reino de Persia se me ha opuesto durante veintiún días; mas Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, y yo le he dejado allí, junto al príncipe de los reyes de Persia.
14 He venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los tiempos, porque se trata aún de una visión para aquellos días.
15 Al decirme estas palabras, incliné mi rostro a tierra y enmudecí.
16 Entonces, uno que tenía apariencia de hombre tocó mis labios. Abrí la boca y hablé. Dije al que estaba delante de mí: Señor mío, durante la visión me invadieron los dolores y he quedado sin fuerza.
17 ¿Cómo podría, pues, este siervo de mi señor hablar a mi señor, si ya no tengo fuerza alguna y ni aun aliento me queda?
18 Aquel que tenía apariencia de hombre me tocó de nuevo, me infundió vigor
19 y me dijo: No temas, hombre predilecto. La paz sea contigo. ¡Anda, ten ánimo! Mientras me hablaba, me sentí fortalecido y le dije: Hable mi señor, puesto que me has fortalecido.
20 Dijo entonces: ¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora volveré a luchar con el príncipe de Persia; pero en saliendo yo, al instante vendrá el príncipe de Grecia.
21 Pero yo te revelaré lo que está consignado en el libro de la verdad.

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Introducción a Daniel 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas