Eclesiástico 23 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 27 versitos |
1 Señor, Padre y Soberano de mi vida, no me abandones al deseo de mis labios, no permitas que caiga yo por ellos.
2 ¿Quién aplicará azotes a mi pensamiento, y a mi corazón la instrucción de la sabiduría, para que no se perdonen mis errores, ni se pasen por alto mis pecados;
3 para que no se multipliquen mis ignorancias ni se acrecienten mis faltas; para que yo no caiga ante mis adversarios ni se regocije mi enemigo a costa mía?
4 Señor, Padre y Dios de mi vida, no me des ojos altaneros
5 y aparta de m la pasión.
6 Que la gula y la lujuria no se adueñen de m, ni me entregues a pasiones vergonzosas.
7 Escuchad, hijos, mi instrucción sobre la boca; quien la guarde no será atrapado.
8 El pecador se enreda en sus propias palabras: el maldiciente y el soberbio tropiezan con ellas.
9 No acostumbres tu boca a juramentos; ni te habitúes a nombrar al Santo.
10 Pues como el criado sometido a vigilancia no se ve libre de golpes, así también quien jura y profiere a cada paso el Nombre no se verá libre de pecados.
11 Hombre que prodiga juramentos, se llena de maldad; no se alejará de su casa el azote. Si no cumple, comete pecado; si obra a la ligera, peca doblemente. Si juró en vano, no será perdonado y sobre su casa lloverán desdichas.
12 Hay lenguaje que equivale a muerte. ¡Ojalá no se encuentre en la heredad de Jacob! Todo esto alejarán de s los piadosos, y no se implicarán en pecados.
13 No acostumbres tu boca a viles groserías, pues hay en ellas palabras de pecado.
14 Acuérdate de tu padre y de tu madre, cuando te sientas en medio de los grandes, no sea que te olvides en su presencia, te comportes como un necio, desees no haber nacido y maldigas el día de tu nacimiento.
15 El acostumbrado a injuriar, no aprenderá en toda su vida.
16 Dos clases de hombres multiplican los pecados, y una tercera atrae la cólera:
17 el sensual que como fuego arde y no se apagará hasta que se consuma. El impúdico con su propio cuerpo no cesará hasta que el fuego lo abrase. Para el lujurioso todo pan es agradable; no se detendrá hasta que muera.
18 El hombre que es infiel a su esposa y se dice para s: "¿Quién me ve? Las tinieblas me rodean y los muros ocultan, y nadie me ve. ¿Qué tengo que temer? El Altísimo no se acordará ya de mis pecados".
19 Tiene miedo de los ojos de los hombres; y no sabe que los ojos del Señor, mil veces más brillantes que el sol, contemplan todos los caminos de los hombres y observan los lugares más recónditos.
20 Conocía todas las cosas antes de ser creadas, y las sigue conociendo después de consumadas.
21 Este tal será castigado en las plazas de la ciudad. Y donde no sospechaba será atrapado.
22 Así también la mujer que abandona a su marido, y de un extra o le suscita heredero.
23 Primero no ha seguido la ley del Altísimo, segundo pecó contra su marido, tercero cometió adulterio y suscitó hijos de hombre extra o.
24 Ésta comparecerá ante la asamblea, y se investigará sobre sus hijos.
25 Sus hijos no echarán raíces, y sus ramas no darán fruto.
26 Dejará recuerdo maldito, y su oprobio no se borrará.
27 Y sabrán los venideros que nada es mejor que el temor del Señor, nada más dulce que guardar sus mandamientos.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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