I Macabeos 6 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 63 versitos |
1 Mientras el rey Antíoco recorría las provincias superiores, se enteró de que había en Persia una ciudad llamada Elimaida, famosa por sus riquezas en plata y oro,
2 y de que el templo que tenía era inmensamente rico. En él había armaduras de oro, corazas y armas dejadas allí por Alejandro, hijo de Filipo, rey de Macedonia, que fue el primero que reinó sobre los griegos.
3 Llegado allí, pretendió apoderarse de la ciudad para saquearla; pero no lo consiguió, porque los habitantes de la ciudad, al tener conocimiento de ello,
4 se levantaron contra él en armas, y tuvo que huir y retirarse de allí con harta pena para volverse a Babilonia.
5 En esto le llegó a Persia un mensajero con la noticia de que habían sido derrotadas las tropas enviadas a tierra de Judá
6 y, sobre todo, que Lisias había ido con un poderoso ejército pero había tenido que huir ante los judíos; que éstos habían acrecentado su poder con las armas, las tropas y el cuantioso botín que habían tomado a los ejércitos vencidos;
7 que habían destruido la Abominación que él mismo había levantado sobre el altar en Jerusalén y que, como en otro tiempo, habían cercado de altas murallas el santuario y habían fortificado la ciudad real de Bet Sur.
8 Cuando el rey oyó estas noticias, quedó consternado y profundamente impresionado, hasta el punto de caer en cama y de enfermar de tristeza, porque no le habían sucedido las cosas como él quería.
9 Se demoró en aquel lugar muchos días, porque se le redobló su inmensa tristeza y pensó que se iba a morir.
10 Llamó entonces a todos sus amigos y les dijo: "El sueño se retira de mis ojos y estoy abatido en mi corazón por las preocupaciones.
11 He dicho en mi interior
12 Pero ahora me acuerdo de los males que hice en Jerusalén; tomé todos los objetos de oro y de plata que en ella había y envié hombres para exterminar sin motivo a los habitantes de Judá.
13 Reconozco que por esto me han sobrevenido estos males. Y ya veis
14 Llamó luego a Filipo, uno de sus amigos, y lo puso al frente de todo su reino.
15 Le entregó la diadema, su manto y el anillo, encargándole que educara a su hijo Antíoco y lo preparara para reinar.
16 Allí murió el rey Antíoco, el año ciento cuarenta y nueve.
17 Cuando Lisias se enteró de la muerte del rey, constituyó como sucesor a su hijo Antíoco, a quien él había educado desde jovencito, y le dio el sobrenombre de Eupátor.
18 Los de la ciudadela tenían bloqueados a los de Israel en torno al santuario; por todos los medios procuraban hacerles daño y eran, además, un apoyo para los gentiles.
19 Resuelto Judas a acabar con ellos, convocó a todas las tropas para sitiarlos.
20 Todos a una se reunieron, pusieron cerco a la ciudadela en el año ciento cincuenta y construyeron catapultas e ingenios de asalto.
21 Pero algunos de los sitiados, a quienes se les juntaron varios de los renegados de Israel, rompieron el cerco
22 y se dirigieron al rey para decirle: "¿Hasta cuándo vas a dejar de hacernos justicia y de vengar a nuestros hermanos?
23 Nosotros aceptamos de buen grado servir a tu padre, seguir sus disposiciones y obedecer sus mandatos.
24 Por eso los hijos de nuestro pueblo han asediado la ciudadela y se portan como enemigos nuestros. Incluso han dado muerte a cuantos han encontrado de los nuestros y han saqueado nuestras posesiones.
25 Y no sólo han extendido su mano contra nosotros, sino también contra todos tus territorios.
26 Hoy mismo han acampado contra la ciudadela de Jerusalén para apoderarse de ella. Han fortificado el santuario y Bet Sur.
27 Si no les tomas la delantera con rapidez, harán cosas todavía mayores y no podrás contenerlos".
28 El rey se irritó al oír esto y reunió a todos sus amigos, los jefes del ejército y de la caballería.
29 También de otros reinos y de las islas del mar le llegaron tropas mercenarias.
30 El número de sus fuerzas era de cien mil infantes, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes, adiestrados para la guerra.
31 Llegaron a través de Idumea y acamparon frente a Bet Sur. La atacaron durante mucho tiempo y construyeron ingenios de asalto. Pero los asediados hicieron una valerosa salida y los quemaron.
32 Judas partió de la ciudadela y acampó en Bet Zacaría, frente al campamento real.
33 Se levantó el rey de madrugada y llevó su ejército con gran ímpetu a lo largo del camino de Bet Zacaría. Las tropas se dispusieron para el combate y tocaron las trompetas.
34 Mostraron a los elefantes zumo de uvas y de moras para excitarlos al combate.
35 Distribuyeron las bestias entre las diversas falanges, colocaron junto a cada elefante mil hombres protegidos con corazas de malla y cascos de bronce y asignaron a cada bestia quinientos jinetes escogidos.
36 Éstos prevenían los movimientos del animal dondequiera que estuviese, de modo que adonde él iba allá iban ellos, sin apartarse de su lado.
37 Los elefantes llevaban encima torres de madera, sólidas y bien protegidas, sujetas por medio de cinchas; y sobre cada bestia iban cuatro combatientes, más el indio que lo guiaba.
38 Colocó el resto de la caballería a uno y otro lado de los dos flancos del ejército, para que acosaran al enemigo y dieran protección a las falanges.
39 Cuando daba el sol sobre los escudos de oro y de bronce, su luz reverberaba en los montes, que resplandecían como antorchas de fuego.
40 Una parte del ejército del rey se desplegó por lo alto de la montaña, otros lo hicieron por el llano. Todos avanzaban con seguridad y en perfecto orden.
41 Y temblaban de terror todos los que oían el estruendo de aquella multitud, la marcha de aquella masa y el entrechocar de las armas. El ejército era gigantesco y poderosísimo.
42 Judas y su ejército se acercaron para trabar combate, y cayeron seiscientos hombres del ejército real.
43 Entonces Eleazar, llamado Avarán, viendo que uno de los elefantes, protegido con corazas reales, sobresalía entre todos los demás, y pensando que el rey iría en él,
44 sacrificó su vida por salvar a su pueblo y conseguir así un nombre eterno.
45 Corrió audazmente hacia él entre la falange, matando a diestro y siniestro y logrando que los enemigos se apartaran de él a uno y otro lado.
46 Y deslizándose hasta debajo del elefante, lo hirió por debajo y lo mató. Pero al desplomarse a tierra el elefante, cayó encima de él, y allí murió él también.
47 Los judíos, sin embargo, viendo el poderío de aquel reino y el ímpetu de sus tropas, emprendieron la retirada
48 El ejército del rey subió a Jerusalén a darles alcance y el rey mandó acampar frente a Judea y frente al monte Sión.
49 Hizo las paces con los de Bet Sur, que tuvieron que salir de la ciudad porque no tenían provisiones para resistir un asedio, pues era año sabático para la tierra.
50 El rey se apoderó de Bet Sur y puso allí una guarnición para defenderla.
51 Estuvo acampado mucho tiempo frente al santuario; instaló puestos de tiro, ingenios de asalto, lanzallamas, catapultas y escorpiones para lanzar flechas y proyectiles de honda.
52 También los judíos construyeron ingenios de asalto contra las máquinas enemigas y resistieron durante largo tiempo.
53 Pero, al fin, faltaron víveres en los almacenes, porque era año séptimo y porque los que habían subido a Judea después de salvarse de los gentiles habían consumido el resto de las reservas.
54 Quedaron unos pocos hombres en el santuario, porque el hambre apretaba, y cada cual se fue a su lugar.
55 Se enteró Lisias de que Filipo, a quien el rey Antíoco había designado en vida para educar a su hijo Antíoco con el fin de hacerlo rey,
56 había vuelto de Persia y de Media, con las fuerzas que habían acompañado al rey, y que pretendía alzarse con la dirección del gobierno.
57 Se apresuró entonces a dar la señal de partida, diciendo al rey, a los jefes del ejército y a los soldados: "De día en día disminuyen nuestras fuerzas y tenemos pocos víveres. La plaza que hemos sitiado está bien fortificada, y sobre nosotros pesan los asuntos del reino.
58 Demos, pues, ahora nuestra mano derecha a estos hombres y hagamos la paz con ellos y con toda su nación.
59 Acordemos con ellos que puedan vivir según sus leyes como en el pasado. Precisamente por estas leyes que nosotros hemos abolido se irritaron ellos e hicieron todo esto".
60 Agradó la propuesta al rey y a los jefes, y les envió mensajeros para hacer la paz. Los judíos la aceptaron.
61 El rey y los jefes se obligaron bajo juramento, y con esto los judíos salieron de la fortaleza.
62 Entró el rey en el monte Sión. Pero al ver la fortaleza de aquel lugar, quebrantó el juramento que había hecho y mandó derribar la muralla que lo circundaba.
63 Luego partió apresuradamente y volvió a Antioquía, donde encontró a Filipo dueño ya de la ciudad. Luchó contra él y ocupó la ciudad por la fuerza.

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Introducción a I Macabeos

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas