Jeremías  11 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 23 versitos |
1 n Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahvéh en estos términos:
2 Escucha las cláusulas de esta alianza, comunícaselas a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén,
3 y diles: Así dice Yahvéh, Dios de Israel: Maldito el hombre que no atienda a las cláusulas de esta alianza
4 que impuse a vuestros padres el día en que los saqué del país de Egipto, el horno de hierro, diciendo: Escuchad mi palabra y cumplid estas cosas de acuerdo con todo lo que os ordeno, y así vosotros seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios,
5 para cumplir el juramento que hice a vuestros padres de darles un país que mana leche y miel, como sucede hoy. Yo respondí y dije: ¡Amén, Yahvéh!
6 Yahvéh me dijo: Proclama todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, diciendo: Escuchad las cláusulas de esta alianza y cumplidlas.
7 Pues yo, con tiempo e insistentemente, amonesté a vuestros padres, desde el día en que los saqué del país de Egipto hasta hoy, en estos términos: Escuchad mi voz.
8 Pero ellos no escucharon ni aplicaron su oído, sino que cada uno siguió la obstinación de su corazón malvado, y por eso hice recaer sobre ellos todas las palabras de esta alianza que les había mandado cumplir y que no cumplieron.
9 Después Yahvéh me dijo: Se ha manifestado una conjuración entre los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén:
10 Han vuelto a las iniquidades de sus primeros padres, que rehusaron escuchar mis palabras y se fueron tras otros dioses para servirlos. La casa de Israel y la casa de Judá han roto la alianza que estipulé con sus padres.
11 Por eso, así dice Yahvéh: Mirad: voy a traer sobre ellos una desgracia de la que no podrán escapar, y entonces clamarán a mí, pero no los escucharé.
12 Las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén irán entonces a clamar a los dioses a quienes incensaron, pero no podrán salvarlos en el tiempo de su desgracia.
13 Pues cuantas son tus ciudades, tantos son tus dioses, Judá; y cuantas son las calles de Jerusalén, tantos son los altares que habéis erigido ala vergüenza, altares para incensar a Baal.
14 Pero tú no ruegues por este pueblo, ni eleves por ellos lamentación ni súplica, pues no te voy a escucharcuando clames a mí por su desgracia.
15 ¿Qué busca mi amada en mi casa? Su modo de obrar es pura doblez. ¿Votos y carne consagradaapartarán de ti la desgracia, de modo que puedas regocijarte por ello?
16 OHvo verde, hermoso, de espléndido fruto, te llamaba Yahvéh. Al ruido de un estrépito enorme, le prendió fuego, y sus ramas se quemaron.
17 Yahvéh Sebaot, que te había plantado, decretó contra ti la desgracia, por la maldad de la casa de Israel y la casade Judá, que cometieron en su propio daño, irritándome al incensar a Baal.
18 Yahvéh me lo hizo saber, y lo sé. Entonces me hiciste comprender sus maniobras.
19 Yo era como manso cordero que se lleva al matadero; no sabía que contra mí urdían tramas: Destruyamos el árbol con su fruto, cortémosle de la tierra de los vivos y que no se miente más su nombre.
20 Yahvéh Sebaot, juez justo, que sondeas el corazón y las entrañas, vea yo en ellos tu venganza, pues a ti encomiendo mi causa.
21 Por eso, así dice Yahvéh sobre las gentesde Anatot que atentan contra tu vida, diciendo: No profetices en nombre de Yahvéh, y así no morirás a mano nuestra.
22 Por eso, así dice Yahvéh Sebaot: Aquí estoy yo para castigarlos: Los jóvenes morirán a espada, sus hijos y sus hijas morirán de hambre,
23 y no quedará de ellos ni resto, pues traerá una desgracia sobre las gentesde Anatot el año de su castigo.

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Introducción a Jeremías 

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas