Genesis 24 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 67 versitos |
1 Abraham era ya viejo, avanzado en años; y Yahvéh había bendecido a Abraham en todo.
2 Dijo Abraham a su siervo, el más antiguo de su casa, el que administraba todos sus bienes: Pon tu mano debajo de mi muslo,
3 y te haré jurar por Yahvéh, Dios de los cielos y de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de entre las hijas de los cananeos, en medio de los cuales yo habito,
4 sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y allí tomarás mujer para mi hijo Isaac.
5 Le dijo el siervo: Si la mujer no quiere seguirme a esta tierra, ¿tendré entonces que llevar a tu hijo a la tierra de donde saliste?
6 Díjole Abraham: Guárdate de llevar allá a mi hijo.
7 Yahvéh, Dios de los cielos y de la tierra, que me tomó de la casa de mi padre y del país de mi parentela, y me habló y me juró, diciéndome: A tu posteridad daré yo esta tierra, enviará a su ángel delante de ti, para que tomes de allí mujer para mi hijo.
8 Si la mujer no quiere seguirte, quedarás desligado de este juramento; pero de ningún modo harás volver allá a mi hijo.
9 Entonces el siervo puso su mano debajo del muslo de Abraham, su señor, y le juró sobre lo dicho.
10 Tomó el siervo diez camellos de entre los camellos de su señor, y se fue, con todo lo que había de mejor en casa de su señor; y puesto en camino, se dirigió a Aram Naharáyim, a la ciudad de Najor.
11 E hizo arrodillar a los camellos fuera de la ciudad, junto a una fuente de agua, al atardecer, a la hora en que salen las que van por agua.
12 Y dijo: Yahvéh, Dios de mi señor Abraham, concédeme que tenga hoy buen encuentro, y muéstrate misericordioso con Abraham, mi señor.
13 Voy a ponerme de pie junto a la fuente de agua mientras las jóvenes de la ciudad salen a sacar agua.
14 La joven a quien yo dijere: Inclina, por favor, tu cántaro para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también abrevaré tus camellos, sea ésta la que tú has reservado para tu siervo Isaac, y en esto conoceré yo que has hecho misericordia con mi señor.
15 Y aconteció que, antes de que él acabara de hablar, salía Rebeca, hija de Betuel, hijo de Milká, mujer de Najor, hermano de Abraham, con su cántaro al hombro.
16 Era la joven de muy buen parecer y virgen, pues ningún varón la había conocido. Descendió a la fuente, llenó su cántaro y subió de nuevo.
17 Entonces corrió el criado a su encuentro y le dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro.
18 Contestó ella: Bebe, señor mío, y apresuróse a bajar su cántaro hasta el brazo y le dio de beber.
19 Cuando hubo acabado de darle de beber, dijo ella: También para tus camellos voy a sacar agua, hasta que se sacien.
20 Se dio prisa a vaciar su cántaro en el abrevadero, corrió de nuevo a la fuente a sacar agua y la sacó para todos los camellos.
21 El hombre la contemplaba en silencio, con ánimo de saber si Yahvéh había hecho prosperar o no su camino.
22 Cuando los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso y dos brazaletes de diez siclos de oro, los puso en su mano,
23 y preguntó: ¿De quién eres hija? Ruégote que me digas si no habría lugar en casa de tu padre donde pudiéramos pasar la noche.
24 Le contestó: Soy hija de Betuel, el hijo que dio Milká a Najor.
25 Y añadió: Hay en nuestra casa paja y mucho forraje y también lugar para pasar la noche.
26 Postróse entonces el hombre y adoró a Yahvéh,
27 diciendo: Bendito sea Yahvéh, Dios de mi señor Abraham, que no ha negado su misericordia y su fidelidad a mi señor, y que me ha guiado en el camino a la casa de los hermanos de mi señor.
28 Corrió la joven a contar en casa de su madre lo que había sucedido.
29 Tenía Rebeca un hermano llamado Labán, que se apresuró a salir fuera hacia la fuente donde estaba el hombre.
30 Tan pronto como vio el anillo y los brazaletes en las manos de su hermana y escuchó las palabras de Rebeca, su hermana, que decía: Así me habló el hombre, vino a él, que seguía de pie al lado de los camellos, junto a la fuente,
31 y le dijo: Entra, bendito de Yahvéh, ¿por qué estás fuera? Ya he preparado la casa, y hay lugar para los camellos.
32 Entró el hombre en la casa. Desaparejó Labán los camellos y les dio paja y forraje, y agua al hombre y a los que le acompañaban, para que se lavaran los pies.
33 Después le sirvió de comer; pero él dijo: No comeré hasta que diga lo que tengo que decir. Y le contestó: Habla.
34 Entonces dijo: Soy el criado de Abraham.
35 Yahvéh ha bendecido largamente a mi señor y lo ha enriquecido, dándole ganado menor y mayor, plata y oro, siervos y siervas, camellos y asnos.
36 Sara, la mujer de mi amo, le ha dado un hijo en su ancianidad, a quien él ha entregado cuanto posee.
37 Mi amo me hizo jurar, diciéndome: No tomarás para mi hijo mujer de entre las hijas de los cananeos, en cuyo país habito,
38 sino que irás a la casa de mi padre, a mi parentela, y allí tomarás mujer para mi hijo.
39 Dije a mi señor: Quizá la mujer no querrá seguirme,
40 y me respondió: Yahvéh, en cuya presencia he andado, enviará su ángel contigo, y hará que tenga éxito tu viaje, para que tomes para mi hijo una mujer de mi linaje y de la casa de mi padre.
41 Sólo quedarás libre de mi maldición cuando hayas ido a mi parentela. Si ellos no te la dieren, no te alcanzará mi maldición.
42 Llegué, pues, hoy a la fuente, y dije: Yahvéh, Dios de mi señor Abraham, si quieres llevar a feliz término el camino por el que ando,
43 estaré de pie junto a la fuente de agua. La joven que se acerque a sacar agua, y a quien yo diga: Dame a beber un poco de agua de tu cántaro,
44 y me responda: Bebe, y también sacaré agua para tus camellos, ésa será la mujer que Yahvéh ha destinado para el hijo de mi señor.
45 No había acabado de decir esto en mi corazón, cuando salía Rebeca con su cántaro al hombro. Descendió a la fuente y sacó agua. Le dije entonces: Por favor, dame de beber.
46 Ella bajó enseguida su cántaro de su hombro y dijo: Bebe, y daré también de beber a tus camellos. Bebí yo, y dio también de beber a los camellos.
47 Luego le pregunté: ¿De quién eres hija? Respondió: Soy hija de Betuel, el hijo de Najor que le dio Milká. Puse un anillo en su nariz y brazaletes en sus brazos.
48 Después me postré y adoré a Yahvéh, y bendije a Yahvéh, Dios de mi amo Abraham, que me había guiado por el camino recto para tomar a la hija del hermano de mi señor para su hijo.
49 Ahora, pues, si queréis usar de benevolencia y fidelidad con mi señor, indicádmelo; y si no, decídmelo también, para que yo tire por la derecha o por la izquierda.
50 Respondieron Labán y Betuel: De Yahvéh ha salido esto. Nosotros no podemos decirte ni bien ni mal.
51 Delante tienes a Rebeca: tómala y vete, y sea la esposa del hijo de tu señor, conforme a lo que ha dicho Yahvéh.
52 Tan pronto el criado de Abraham oyó sus palabras, se postró en tierra ante Yahvéh.
53 Luego el criado sacó objetos de plata y oro y vestidos, y se los dio a Rebeca; y entregó también ricos presentes a su hermano y a su madre.
54 Después comieron y bebieron, él y los hombres que estaban con él, y pasaron la noche. Al levantarse por la mañana, dijo: Dejadme que regrese a mi señor.
55 Respondieron el hermano de Rebeca y su madre: Quédese la joven con nosotros algunos días, unos diez, y después irá.
56 Contestóles él: No me retengáis, ya que Yahvéh ha hecho prosperar mi camino; dejadme partir para que yo vuelva a mi señor.
57 Respondieron: Llamemos a la joven, y preguntémosle su parecer.
58 Llamaron entonces a Rebeca, y le dijeron: ¿Quieres ir con este hombre? Ella respondió: Sí, me voy.
59 Entonces dejaron ir a Rebeca, su hermana, y a su nodriza, con el criado de Abraham y sus hombres.
60 Y bendijeron a Rebeca, diciéndole: Hermana nuestra eres; crezcas en millares de millares, y se adueñe tu descendencia de las ciudades de sus enemigos.
61 Levantándose Rebeca y sus siervas, montaron en los camellos y siguieron al hombre. El criado tomó a Rebeca y partió.
62 Isaac acababa de regresar del pozo de LajayRoí, pues habitaba en el país del Négueb.
63 A la caída de la tarde salió Isaac a pasear por el campo; y, alzando sus ojos, vio venir unos camellos.
64 También Rebeca alzó sus ojos, y al ver a Isaac, se apeó del camello
65 y dijo al criado: ¿Quién es aquel hombre que viene por el campo hacia nosotros? Respondió el criado: Es mi señor. Entonces ella tomó su velo y se. cubrió.
66 El siervo contó a Isaac todo lo que había hecho,
67 e Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de Sara, su madre. Tomó a Rebeca, que pasó a ser su mujer. Y la amó, y así se consoló Isaac de la pérdida de su madre.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas