Baruc 3 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 38 versitos |
1 ¡Señor omnipotente, Dios de Israel! Un alma angustiada y un espíritu abatido clama a ti.
2 Escucha, Señor, y compadécete porque hemos pecado contra ti.
3 Tú te sientas en tu trono eternamente, mientras que nosotros perecemos sin cesar.
4 Señor omnipotente, Dios de Israel, escucha la oración de los muertos de Israel y de los hijos de los que pecaron contra ti, que no escucharon la voz del Señor su Dios, y por eso nos acompañan sus calamidades.
5 No recuerdes las injusticias de nuestros padres; acuérdate más bien en este momento de tu mano y de tu nombre.
6 Porque tú eres el Señor Dios nuestro, y nosotros te alabaremos, Señor.
7 Infundiste tu temor en nuestros corazones para que invocáramos tu nombre. Te alabaremos en nuestro destierro, puesto que ya hemos eliminado de nuestros corazones toda la injusticia de nuestros padres, que pecaron contra ti.
8 Henos aquí, hoy, en nuestro destierro, donde nos dispersaste y nos hiciste objeto de oprobio, maldición y pena por todas las injusticias de nuestros padres, que se alejaron del Señor, nuestro Dios.
9 Escucha, Israel, los preceptos de vida, aplica el oído para aprender la prudencia.
10 ¿Por qué estás, Israel, en tierra enemiga, por qué envejeces en tierra extranjera,
11 por qué te contaminas con los muertos, y te cuentas entre los que están en el hades?
12 Por haber abandonado la fuente de la sabiduría.
13 Si hubieras caminado por los caminos de Dios, vivirías en paz para siempre.
14 Aprende dónde está la prudencia, dónde la fuerza, dónde la inteligencia, para que sepas también dónde está la longevidad y la vida, dónde la luz de los ojos y la paz.
15 ¿Quién descubrió la mansión de la sabiduría? ¿Quién penetró en sus tesoros?
16 ¿Dónde están los jefes de las naciones y los domadores de las fieras de la tierra,
17 los que se divierten con las aves del cielo, los que atesoran la plata y el oro, en que confían los hombres, sin poner límite a su posesión;
18 los que trabajan con esmero la plata, pero sin dejar rastro alguno de sus obras?
19 Desaparecieron, bajaron al hades, y otros ocuparon su lugar.
20 Otros más jóvenes vieron la luz, y habitaron en la tierra, pero no conocieron el camino de la ciencia,
21 ni reconocieron sus senderos. No la consiguieron sus hijos; quedaron muy lejos de su camino.
22 Nada de ella se oyó en Canaán, ni apareció en Temán.
23 Los hijos de Agar que buscan la prudencia terrena, los mercaderes de Merrá y Temán, los inventores de fábulas y los buscadores de ciencia, no conocieron el camino de la sabiduría, ni de sus senderos se ocuparon.
24 ¡Oh Israel, cuán grande es la casa de Dios, y cuán vastas sus posesiones!
25 Es grande y sin fin, excelso e inmenso.
26 Allí nacieron los famosos gigantes de antaño, de elevada estatura y expertos en la guerra.
27 No son éstos los que Dios eligió, ni les enseñó el camino de la ciencia.
28 Perecieron por carecer de prudencia, perecieron por su necedad.
29 ¿Quién subió al cielo a tomarla, y la hizo bajar de las nubes?
30 ¿Quién cruzó el mar y la halló, y la trajo al precio del oro más fino?
31 No hay quien conozca su camino, ni quien su sendero adivine.
32 Sólo el que todo lo sabe la conoce y la encontró con su inteligencia, el que dispuso la tierra para siempre y la pobló de animales cuadrúpedos,
33 el que envía la luz, y ella va, el que la llama, y ella obedece temblorosa.
34 Los astros brillan en sus atalayas y lucen gozosos.
35 Él los llama, y ellos responden: "¡Aquí estamos!", y brillan alegres para su hacedor.
36 Éste es nuestro Dios
37 Descubrió todos los caminos de la ciencia, la dio a conocer a su siervo Jacob y a su predilecto Israel.
38 Después apareció en la tierra y conversó con los hombres.

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Introducción a Baruc

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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Notas