Eclesiástico 50 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 29 versitos |
1 Simón, hijo de Onías, fue el gran sacerdote que en su vida restauró la casa, y en sus días fortificó el templo.
2 Echó los cimientos de doble altura, basamento elevado del recinto del santuario.
3 En sus días se excavó el estanque, cisterna con tanta agua como el mar.
4 Trabajó en la defensa del pueblo; fortificó la ciudad para caso de cerco.
5 ¡Qué majestuoso aparecía en medio de su pueblo, cuando sal a de la casa del velo!
6 Como lucero de la mañana en medio de nubes, como luna en los días de su plenilunio;
7 como sol que resplandece sobre el templo del Señor, y como arco iris que brilla entre nubes de gloria;
8 como flor de rosales en días de primavera, como lirios al borde del agua; como cedro del Líbano en los días de estío,
9 como fuego e incienso sobre el incensario; como vaso de oro macizo, adornado con toda suerte de piedras preciosas;
10 como olivo que produce frutos, y como ciprés que se alza hasta las nubes.
11 Cuando se pon a la vestidura de gala, y se revestía de ornamentos de honor, para subir al altar santo, llenaba de gloria el recinto del santuario.
12 Cuando recibí a las porciones de manos de los sacerdotes, en pie, junto al fuego del altar, se formaba en su entorno una corona de hermanos, como brotes de cedros del Líbano; como troncos de palmera entrelazados.
13 Todos los hijos de Aarón con sus trajes festivos y la ofrenda del Señor en sus manos estaban presentes ante toda la asamblea de Israel,
14 cumpliendo el servicio del altar, según el rito de la ofrenda del Altísimo omnipotente.
15 Él tomaba en su mano la copa, hacía la libación de sangre de uva; y la derramaba al pie del altar, perfume de suave olor al Altísimo, rey del universo.
16 Entonces aclamaban los hijos de Aarón, hacían sonar sus trompetas de metal; dejaban o r su poderoso sonido como memorial en presencia del Altísimo.
17 Todo el pueblo a una caía rostro en tierra, para adorar a su Señor todopoderoso, Dios Altísimo.
18 Lo alababan los cantores con sus voces, y se oían melodías armoniosas.
19 Suplicaba el pueblo del Señor Altísimo orando en presencia del misericordioso, hasta que concluía la ceremonia del Señor y finalizaba su servicio litúrgico.
20 Entonces bajaba y alzaba sus manos sobre toda la asamblea de los hijos de Israel, para dar con sus labios la bendición del Señor, y tener el honor de pronunciar su nombre.
21 Por segunda vez se postraba el pueblo para recibir la bendición de parte del Señor.
22 Y ahora bendecid al Dios del universo, que por doquier ejecuta cosas grandes; que exalta nuestros días desde el seno materno, y que obra con nosotros según su misericordia.
23 Que nos dé el regocijo del corazón. Que haya paz en nuestros días, en Israel por los siglos de los siglos.
24 Que su misericordia se mantenga fiel con Simón, que lleve a cabo en él la alianza de Pinjás, y no se la quite ni a él y a su descendencia mientras los cielos duren.
25 Dos naciones aborrece mi alma, y la tercera no es nación:
26 Los que habitan en la monta a de Se r, los filisteos y el pueblo insensato que mora en Siquén.
27 Enseñanzas inteligentes y sabias consignó en este libro Jesús, hijo de Sirá, hijo de Eleazar, de Jerusalén, que como lluvia derramó la sabiduría de su corazón.
28 Dichoso quien pasa su vida en estas cosas. Quien las ponga en su corazón se hará sabio.
29 Si las pone por obra será fuerte para todo, porque la luz del Señor será su senda.

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Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

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