II Samuel  7 La Biblia (Serafín de Ausejo, 1975) | 29 versitos |
1 Cuando el rey residía ya en su casa y Yahvéh le había otorgado paz ante todos sus enemigos de alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: Fíjate que yo habito en una casa de cedro, mientras el arca de Dios habita en una tienda.
3 Respondió Natán al rey: Todo cuanto tienes en tu corazón, anda y ponlo por obra, porque Yahvéh está contigo.
4 Pero aquella misma noche, le fue dirigida a Natán la palabra de Yahvéh, que le dijo:
5 Ve y di a mi siervo David: Así habla Yahvéh: ¿Vas a edificarme tú una casa para que yo habite en ella?
6 En realidad, yo no he habitado en ninguna casa desde el día en que hice subir de Egipto a los hijos de Israel hasta hoy, sino que he andado trashumante en tiendas y pabellones.
7 Durante todo el tiempo en que anduve en medio de todos los hijos de Israel ¿dije yo acaso a alguno de los jefes de Israel por mí designados para apacentar a mi pueblo Israel: Por qué no me habéis edificado una casa de cedro?
8 Ahora, pues, esto dirás a mi siervo David: Así habla Yahvéh Sebaot: Yo te tomé del campo de pastoreo, de detrás del rebaño, para que fueras caudillo de mi pueblo Israel.
9 He estado contigo por dondequiera que has ido y he exterminado delante de ti a todos tus enemigos. Te voy a dar un nombre tan grande como el de los magnates de la tierra.
10 Fijaré un lugar para mi pueblo Israel: allí lo plantaré y allí morará, sin que sea ya turbado, pues los hijos de la iniquidad no volverán a afligirlo como antes,
11 en el tiempo en que establecí jueces sobre mi pueblo Israel. Yo te daré descanso de todos tus enemigos. Yahvéh te hace saber, además, que él edificará casa para ti.
12 Y cuando se cumplan tus días y vayas a descansar con tus padres, yo suscitaré después de ti tu linaje salido de tus entrañas y consolidaré su reino.
13 El edificará una casa a mi nombre, y yo afirmaré el trono de su reino para siempre.
14 Yo seré para él padre, y él será mi hijo; de suerte que si delinquiere, lo castigaré con vara de hombres y con azotes humanos,
15 pero no se apartará de él mi benevolencia como la aparté de Saúl, a quien arrojé de mi presencia.
16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono quedará consolidado para siempre.
17 Natán comunicó puntualmente estas palabras y esta visión a David.
18 Entró luego el rey David y puesto ante Yahvéh, exclamó: ¿Quién soy yo, Señor Yahvéh, y qué es mi casa, para que me hayas hecho llegar hasta aquí?
19 Y aun esto ha parecido demasiado poco a tus ojos, señor Yahvéh, que hablas de la casa de tu siervo para tiempos lejanos. ¿Es esto una ley acostumbrada, mi Señor Yahvéh?
20 ¿Qué más podrá decirte David? Tú conoces a tu siervo, Señor mío Yahvéh.
21 Por tu palabra y según tu corazón, has realizado estas grandes obras y las has dado a conocer a tu siervo.
22 Por eso eres grande, Señor mío Yahvéh. Nadie hay como tú, ni hay otro Dios fuera de ti, conforme a todo lo que oyeron nuestros oídos.
23 Y por otra parte, ¿quién hay como tu pueblo, como Israel - nación única en la tierra -, al que Dios haya venido a rescatar para hacerlo su pueblo y darle renombre, para realizar en él portentos y maravillas arrojando a las gentes y sus dioses delante de tu pueblo que rescataste de Egipto para ti?
24 Tú confirmaste a tu pueblo Israel por pueblo tuyo para siempre, de forma que tú, Yahvéh, seas su Dios.
25 Ahora, pues, Yahvéh Dios, mantén por siempre la palabra que has empeñado en favor de tu siervo y su casa, y haz conforme a lo que has hablado.
26 Sea exaltado por siempre tu nombre, y dígase: Yahvéh Sebaot es el Dios de Israel. Y la casa de tu siervo David permanezca firme en tu presencia;
27 pues tú, Yahvéh Sebaot, Dios de Israel, te has revelado a los oídos de tu siervo, diciéndole: Yo te edificaré una casa. Por eso tu siervo se atreve a dirigirte esta plegaria.
28 Ahora, pues, Señor mío Yahvéh, puesto que eres Dios y tus palabras son verdaderas y has prometido a tu siervo esta dicha,
29 dígnate ahora bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca por siempre ante tu presencia, pues eres tú, mi Señor-Yahvéh, el que has hablado, y por tu bendición será bendita por siempre la casa de tu siervo.

Patrocinio

 
 

Introducción a II Samuel 

No hay comentario

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento (Serafín de Ausejo, 1975)

Patrocinio

Notas