II Samuel  15 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 37 versitos |
1 Después de esto se hizo Absalón con un carro y caballos, y cincuenta hombres iban delante de él.
2 Levantábase Absalón bien de mañana, y, poniéndose junto al camino de la Puerta, a cualquiera que tenía un pleito y venía a juicio ante el rey, le llamaba Absalón y le decía: “¿De dónde eres?” Y él contestaba: “Tu siervo es de tal o cuál de las tribus de Israel.”
3 Entonces Absalón le decía: “Mira, tu causa es buena y justa, pero no tendrás quien por el rey te oiga.
4 ¡Quién me pusiera a mí por juez de la tierra, para que viniesen a mí cuantos tienen algún pleito o algún negocio, y yo les haría justicia!”
5 Y cuando alguno quería postrarse ante él, él le tendía la mano, le cogía y le besaba.
6 De esta suerte obraba Absalón con todos los israelitas que venían al rey en demanda de justicia, y así robaba el corazón de Israel.
7 Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey: “Te ruego que me permitas ir a Hebrón, a cumplir un voto que he hecho a Yahvé;"
8 porque cuando tu siervo estaba en Guesur, en Siria, prometí: Si Yahvé me vuelve a Jerusalén, sacrificaré a Yahvé.”
9 El rey le dijo: “Ve en paz”; y él se levantó y se fue a Hebrón."
10 Absalón mandó mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: “Cuando oigáis sonar la trompeta, gritad: Absalón reina en Hebrón.”
11 De Jerusalén fueron con Absalón doscientos hombres invitados, con corazón sencillo, que nada sabían.
12 También mandó llamar Absalón a Ajitofel, guilonita, del consejo de David, a su ciudad de Güilo, que estuvo con él mientras hacía sus sacrificios. La conjuración iba creciendo, y llegó a ser grande, pues iban aumentando los secuaces de Absalón.
13 Vinieron a avisar a David, diciendo: “Todo Israel se va tras Absalón.”
14 Entonces David dijo a todos sus servidores, que estaban con él en Jerusalén: “Levantaos y huyamos, porque no podríamos escapar delante de Absalón. Daos prisa a salir, no sea que nos sorprenda él y eche sobre nosotros el mal, y pase la ciudad a filo de espada.”
15 Los servidores le dijeron: “Tus siervos están dispuestos a hacer cuanto mande el rey nuestro señor.”
16 Partióse, pues, el rey a pie, seguido de toda su familia” dejando diez concubinas al cuidado de la casa.
17 El rey salió con toda su gente a pie, y se detuvieron en una casa alejada.
18 Todos sus servidores iban a sus lados; los cereteos, los feleteos y las gentes de Itaí, jeteo, en número de seiscientos, que desde Gat le habían seguido, marchaban a pie delante del rey."
19 El rey dijo a Itaí el jeteo: “¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey, pues tú eres un extranjero y estás fuera de tu tierra sin domicilio.
20 Ayer llegaste, ¿y voy a hacerte hoy errar con nosotros, cuando ni yo mismo sé siquiera adonde voy? Vuélvete y lleva contigo a tus hermanos, y Yahvé use contigo de gracia y de verdad.
21 Pero Itaí respondió al rey, diciendo: “Vive Dios, y vive mi señor el rey, que donde mi señor esté, vivo o muerto, allí estará tu siervo.”
22 Entonces dijo David a Itaí: “Ven y pasa”; y pasó Itaí, jeteo, con toda su gente y su familia."
23 Todos iban llorando en alta voz, y pasaron el torrente de Cedrón el rey y todo el pueblo, siguiendo el camino del olivar que se halla en el desierto.
24 Iban también Sadoc y Abiatar, y con ellos todos los levitas, que llevaban el arca de la alianza de Dios. Detuviéronse con el arca de la alianza de Dios hasta que toda la gente se hubo salido de la ciudad.
25 Entonces dijo el rey a Sadoc y a Abiatar: “Volved el arca de Dios a la ciudad y quédese en su lugar. Si hallo gracia a los ojos de Yahvé, El me volverá a traer y me hará volver a ver el arca y el tabernáculo.
26 Pero si El dice: No me complazco en ti, aquí me tiene, haga El conmigo lo que bien le parezca.”
27 Y siguió diciendo a Sadoc: “Tú y Abiatar volveos en paz a la ciudad con Ajimas, tu hijo, y con Jonatán, hijo de Abiatar. Vayan vuestros dos hijos con vosotros.
28 Yo esperaré en las llanuras del desierto hasta que me llegue de vosotros algún aviso.”
29 Volviéronse entonces Sadoc y Abiatar a Jerusalén, llevando el arca de Dios, y se quedaron allí.
30 Subía David la pendiente del monte de los Olivos, y subía llorando, cubierta la cabeza y descalzos los pies. También cuantos le seguían cubriéronse todos la cabeza, y subían llorando.
31 Dieron aviso a David de que Ajitofel estaba entre los conjurados, y dijo David: “Confunde, ¡oh Yahvé! el consejo de Ajitofel.”
32 Cuando llegó David a la cumbre, donde se adora a Yahvé, llegó ante él Cusaí el arquita, amigo de David, rasgadas las vestiduras y cubierta de polvo la cabeza,
33 y le dijo David: “Si vienes eonmigo, me serías una carga;"
34 si, por el contrario, te vuelves a la ciudad y dices a Absalón: ¡Oh rey, siervo tuyo soy; como he servido a tu padre, así te serviré a ti! podrás confundir el consejo de Ajitofel en favor mío;"
35 tendrás contigo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar y podrás comunicarles cuanto sepas de la casa del rey.
36 Y como tendrán consigo a sus dos hijos, Ajimas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, por ellos podréis informarme de lo que sepáis.”
37 Cusaí, amigo de David, se tornó a la ciudad cuando Absalón hacía su entrada en ella.

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Introducción a II Samuel 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Samuel.

Introducción.
En las Biblias hebraicas modernas, los dos libros de Samuel (a y b) siguen al de los Jueces. En un principio formaban ambos un solo libro, como lo demuestra la nota masorética final y la que figura en 1 Sam 28:23, con la advertencia de que dicho pasaje está en la mitad del libro. Su división en dos se generalizó a partir de la edición de Daniel Bomberg (Venecia 1517). De la unidad primitiva dan testimonio Orígenes (PG 20,581), San Jerónimo (PL 28, 598) y otros. En la versión de los LXX, los libros son llamados "Primero y Segundo de los Reinos," cuya calificación final rechaza San Jerónimo, diciendo: "Non enim multarum gentium regna de-scribit, sed unius israelitici populi" (Lc., 599). El santo Doctor prefiere que se diga libro de los Reyes, no de los Reinos. Los LXX escribieron los libros de Samuel en dos rollos, aproximadamente de la misma extensión, uniéndolos a los de los Reyes, con el título genérico de "Primero y Segundo de los Reyes." La Vulgata siguió la clasificación de los LXX, distinguiendo cuatro libros de los Reyes. De ahí que el I y el II de Samuel del texto hebraico corresponden al I y II de los Reyes en los LXX y Vulgata. El concilio Tridentino adoptó la división jeronimiana, que siguen todavía algunos autores. En las páginas que siguen distinguimos entre I y II de Samuel y I y II de los Reyes. Llámanse libros de Samuel por la antigua creencia (Baba Bathra 15a) de que los escribió el profeta Samuel, cuya obra completaron los profetas Gad y Natán, o por el lugar preeminente que ocupa Samuel en la institución monárquica de Israel.

Texto.
Los dos libros fueron escritos originariamente en hebreo, cuyo texto ha llegado defectuosamente hasta nosotros. Las narraciones paralelas con el libro de las Crónicas, a partir de 1 Sam c.31, y la confrontación del texto de 2 Sam c.22 con el Sal 18 ponen en evidencia que el texto no ha sido corrompido sustancialmente 1.

Versión Griega.
El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original hebraico. Luciano revisó el texto, cuyo trabajo publicó Lagarde en 1883. En el presente estado de cosas, la confrontación del texto hebraico con el griego es necesaria para llegar, en lo posible a restablecer el texto primitivo. A veces la versión de Luciano permite la reconstrucción de un texto hebraico mejor que el maso-rético. ¿Cuál de los dos textos, hebraico o griego, ha de preferirse? No existe unanimidad entre los autores. Ñ. Á. Ç. de Boer2 concede poco valor al texto griego para reconstruir el texto hebraico primitivo. Peters sostiene la tesis opuesta 3. En la cueva cuarta de Qumrán (49 Sama) se han encontrado restos de todo el libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Su texto está estrechamente emparentado con la recensión atestiguada por los LXX. Otro manuscrito de Samuel (495amb) representa un texto similar al de los LXX. Su texto se remonta probablemente a últimos del siglo III a.C.4 Lo más prudente es estudiar en cada caso el texto y ver y discernir qué lección se acerca más al original 1 hebraico.

Vulgata.
Los libros de Samuel fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo. Tiene algunas lecciones propias (1 Sam 15:4; 17:18; 30:20; 2 Sam 2:6, etc.), que deben tenerse en cuenta para la crítica textual. El texto consonantico y la escritura defectuosa del manuscrito hebraico empleado hicieron que no siempre lograra San Jerónimo una traducción feliz.

Contenido
En el contenido de los libros de Samuel caben distinguir cuatro secciones o partes. En la primera (c.1-v) se fija la atención en la figura de Samuel.
Dos personajes resaltan en la segunda sección (c.8-1s): Samuel y Saúl. El primero había envejecido, y sus hijos no seguían los caminos del padre, por lo que Israel pidió a Samuel un rey "para que nos juzgue, como todos los pueblos" (8:5). El profeta se resiste en un principio; pero, ante la indicación de Yahvé, accedió a sus deseos (c.8). A causa de su desobediencia, Saúl es rechazado por Dios (c.15). De Saúl y David se ocupan los capítulos 16-31 del libro I de Samuel. Saúl y su hijo mueren sobre los montes de Gelboé en guerra con los filisteos (31:1-13). David les dedica un canto fúnebre (2 Sam 1:1-27). De David se interesa exclusivamente la sección cuarta (2 Sam 2:1-20:35). Al final del libro van unos apéndices (c.21-24). Se refiere la muerte de los descendientes de Saúl en Gabaón (21:1-14); las hazañas de algunos valientes de David (21:15-22). Sigue un cántico de acción de gracias (22:1-51) y el oráculo de David (23:1-7). Se enumeran los laureados del rey (23:8-39). Acaba 1 libro con la noticia sobre el censo del pueblo, que Dios castigó con tres días de peste (24:1-16). David alza un altar en la era de Areuna el jebuseo (24:17-25).

Composición Literaria.
Una lectura superficial del libro o libros de Samuel no revela las anomalías de composición que ofrece. Fijando la atención, se observa entre unos textos y otros algunas divergencias notables (1 Sam 16:14-23 y 17:55-58). Unos son favorables a la monarquía (1 Sam 0:9; 10:1-16; c.11) y otros contrarios (1 Samc.8; 10:17-24; c.12). Los primeros representan la tradición de Guilgal o Caígala, y los segundos la de Masfa. Las narraciones dobles son varias: dos veces entra David en palacio (1 Sam 16:14-23 y 1 Sam 17:1-18); dos veces huye de la corte (1 Sam 19:12 y 21:1); dos veces le intenta matar Saúl (1 Sam 18:10-11 y 19:9-11); dos veces interviene Jonatán en favor de David (19:1-17 y 20:8-10; 18-39); dos veces es traicionado David por aquellos a quienes protege (1 Sam 23:1-13 y 23:19-28); dos veces se dice que Dios reprobó a Saúl (1 Sam 13:8-15 y 1 Sam 15:10-26). Algunas frases no están en armonía con el resto del libro. Por ejemplo, en 1 Sam 7:13 se afirma que "los filisteos no volvieron más contra la tierra de Israel," lo que difícilmente se ajusta con 9:16; c.13-14; 30-31. Según 1 Sam 15:35, "no volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte," pero se encuentran en 19:22-24. Otros ejemplos podrían aducirse.

Fuentes.
Conforme a la costumbre antigua oriental, los autores semitas utilizaban diversos documentos o aducían diversas tradiciones anteriores sin mencionarlas explícitamente. Una sola vez cita el autor el libro de Jaser (2 Sam 1:18), citado también por el autor de Jos 10:12, de donde copió el autor el canto fúnebre que pronunció David en honor de Saúl y Jonatán. En el libro, pues, se plantea el problema de las citas implícitas.
El autor sagrado ha manejado en su composición un amplio material, escrito y oral, a veces heterogéneo, llevado por el ideal de poner de relieve más bien los caminos que siguió Dios para llevar a término sus designios que de avalar siempre con su autoridad cada uno de los pormenores que aparecían en las fuentes que utilizaba.
La existencia de los diversos materiales utilizados aparece del estudio desapasionado de las siguientes secciones: 1) Crónica de la sucesión (2 Sann c.9-20), de la que dice E. de Meyer que es "una historia verdadera" 9; 2) Historia de Samuel (1 Sam c.1-1); 3) Orígenes de la realeza (1 Sam c.8-15); 4) Noticiario sobre Saúl (1 Sam 13:16-14:46); 5) David en la corte de Saúl (1 Sam 16:14-17:58); 6) Luchas entre Saúl y David (1 Sam 18:1; 31:25); 7) David rey (2 Sam 1:1; 8:18) 10.
La honradez del autor, su misma conducta de airear los diversos textos y dispares tradiciones acerca del período histórico que estudia, son una garantía de que escribe una historia verdadera empleando métodos distintos a los de la historiografía moderna. Los libros de Samuel se presentan exteriormente como una compilación de escritos y tradiciones en torno a los orígenes de la monarquía. Este acontecimiento trascendental en la historia de Israel debió sin duda de apasionar a todos los que se vieron envueltos en él y a su posteridad. El autor sagrado a veces yuxtapone las diversas tradiciones, otras veces las combina, las resume, amplía, etc.

Autor y data de Composición.
En los libros de Samuel se hallan muchos elementos antiguos, contemporáneos algunos de los mismos hechos. En los tiempos posteriores a David se escribió mucho sobre él y se comentaron las incidencias que le llevaron al trono y su actuación en el mismo. Hacia los años que siguieron inmediatamente a la caída de Samaría se generalizaron las especulaciones en torno a la memoria de David. El desastre del reino del Norte era una ocasión propicia para poner de relieve las promesas relativas a la continuidad de la dinastía davídica en el trono. Los reyes de Israel perecieron por haberse olvidado de Yahvé y no haber seguido el camino que les trazó David con su conducta. En tiempos de Ezequías hubo gran actividad literaria encaminada a desempolvar recuerdos antiguos y estudiar las causas que provocaron la dispersión de Israel entre los pueblos. Esta primera colección de noticias sobre la naciente monarquía recibió su forma última, con influencias deuteronomistas, en los días inmediatos al exilio o durante el mismo. Junto a los ríos de Babilonia medita el pueblo judío sobre el pasado de la nación, que, a la luz del castigo reciente, aparece como una continuada transgresión del pacto concluido en otro tiempo en el desierto n. El trabajo deuteronomista en los libros de Samuel fue de escasa importancia (1 Sam c.7 y 12; 1 Sam 4:18; 2 Sam 2:10-11; 5:4-5). En este tiempo pudo el autor obtener una visión panorámica de la historia de Samuel, Saúl y David y de las etapas que condujeron a éste al trono de Judá y de Israel. El exegeta católico podrá estrujar más o menos la letra del texto, pero no puede poner en duda, a la ligera, la historicidad sustancial de los libros de Samuel. Tenemos en los libros de Samuel una historia religiosa popular; pero aun con métodos y formas de decir y narrar antiguas y populares puede escribirse historia verdadera. En estos libros, como dejamos anotado, prevalece el elemento religioso. El hagiógrafo trata de inducirnos a observar la obra de Dios en los acontecimientos, cuyas causas humanas sabe él describir con viveza y realismo. Justamente, este mismo realismo, y sobre todo la imagen de David, en la que nos dejó dibujado no tan sólo sus nobles y altas cualidades, sino también sus debilidades, constituyen los elementos que nos dan la garantía de la credibilidad de su obra histórica 12.

Los libros de Samuel en el marco general de la historia.
El período comprendido entre Samuel y David no tiene contactos con los grandes imperios del antiguo Oriente. Egipto y Asiria duermen dentro del límite de sus fronteras. El pueblo más peligroso para Israel eran los incircuncisos, los filisteos. Fueron ellos los instrumentos de la justicia divina para castigar los pecados de Helí y de sus hijos (1 Sam 4:10-21). La expansión de los filisteos hacia el este despertó en Israel la idea de la unidad entre las tribus C0n una autoridad central que las aunara. Por lo mismo, el pueblo pidió a Samuel un rey que saliera al frente de ellos para combatir sus combates (1 Sam 8:20).
Al lograrse la unificación de Judá y de Israel en la persona de David, alcanzó Israel un poderío militar que bien pronto debían experimentar los enemigos fronterizos. Los filisteos fueron rechazados y sus ciudades puestas bajo el control de David; algunos mercenarios filisteos formaron parte de la guardia real. En el interior acabó con los islotes cananeos. Los árameos, amonitas, moabitas y edomitas le fueron tributarios. Con Tiro mantuvo David relaciones comerciales, pero no es posible señalar cuándo se produjeron estos puntos de contacto, porque no ocupaba todavía Hiram el trono de Tiro en los primeros años del reinado de David sobre Israel.
Esta falta de contacto con los pueblos e imperios de los alrededores dificulta la fijación cronológica de algunos puntos álgidos de esta historia. A falta de datos concretos, se procede a base de conjeturas. Hacia el año 1030, Saúl fue proclamado rey; entre los años 1010 y 970 reinó David. La arqueología no se opone a estas fechas, antes bien las confirma en líneas generales. Esta despreocupación por la cronología es un rasgo peculiar de la antigua historiografía semita.

Contenido doctrinal.
No para halagar a los historiadores han entrado los libros de Samuel en el canon bíblico. Encierran ellos un mensaje religioso, destinado en primer lugar a los israelitas, y después a sus herederos espirituales, los cristianos. Los libros anuncian las condiciones y las dificultades del establecimiento del reino de Dios sobre la tierra13. Yahvé es el Dios de Israel y su único rey; el monarca que elija el pueblo debe ser el representante de Dios en la tierra y el instrumento del que se servirá Dios para obrar grandes cosas. En ambos libros aparecen los atributos de Dios. Por medio de sus profetas se comunica a los hombres. Desde su infancia fue Samuel su confidente. Durante toda su vida manifestóse Samuel como defensor acérrimo de los derechos del yahvismo, no temiendo oponerse al mismo rey y echarle en cara su ingratitud para con Dios, que lo había elegido. Fue el profeta Natán el encargado de retransmitir a David la noticia de que la hegemonía prometida a la tribu de Judá se realizaría en su familia: Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad" (2 Sam 7:16). Yahvé se compromete a adoptar como hijos a los descendientes de David para ejercer por ellos su realeza sobre su pueblo. La monarquía, que a Samuel parecía contraria a la teocracia, se convierte en vehículo de ideas mesiánicas. Los profetas presentan a David como tipo del Mesías, y, una vez realizadas las profecías, los apóstoles hacen resaltar que las promesas hechas a David se han cumplido en el "hijo de David" por excelencia (Mc 10:47-48; Mt 15:22). San Pedro afirma la ascendencia de Jesús del rey David (Act 2:30; Mt 1:1; Lc 2:4). Con David se abren gloriosas perspectivas para Israel, haciendo surgir en el corazón de todos los hombres de buena voluntad la esperanza de un Mesías Salvador.
Fue David de carácter magnánimo, caritativo y misericordioso. Más que fijarnos en el lunar que suponen sus pecados de adulterio y homicidio, debemos considerar su fe, su arrepentimiento y sumisión a la palabra de los profetas. El autor del libro de las Crónicas tiende un velo piadoso sobre un pecado que David expió cumplidamente. En adelante, la conducta de los reyes de Judá y de Israel es juzgada tomando como punto de referencia la conducta de David. El pueblo pidió a Samuel les diera un rey como las otras naciones (1 Sam 8:20); pero no siendo Israel como los pueblos paganos, tampoco podía ocupar su trono un rey pagano, sino un vicario o representante de Yahvé. Ahora bien, fue David el prototipo de reyes teocráticos, que no se enorgullece de su cargo, antes bien se reconoce a sí mismo indigno representante de Dios sobre la tierra. El alma de David se transparenta en la colección de Salmos que se le atribuye, que alimentan todavía hoy la piedad de millares de fieles.


1 Para las cuestiones de crítica textual consúltese: P. Dhorme, Les livres de Samuel: "Et. Bibliques"; A. Fernández, Breve introducción a la crítica textual del A. T. (Roma 1917): Ídem, I Samuel 1-15. Crítica textual (Roma 1917); M. Rehm, Textkritische Untersuchungen zu den Paralleltexten der Samuel-Konigsbücher und der Chronik (Münster 1937).
2 Research in to Text of I Samuel 1-16 (Amsterdam 1938).
3 Beitrage zur Text und Literarkritik sowie zur Erklarung der Bücher Samuel (Fribur-
4 J. Milik, Dieci Anni di scoperte nel Deserto di duda (Marietti, 1957) 19.
5 W. O. E. Oesterley-Th. Robinson, An Introduction to the Books of the Oíd Testament (Londres 1949) 88; A. lods, Histoire de la Littérature hebraíque et juive depuis les origines jusqu'á la ruine de l'état juif (135 aprés J.G.; París 1950) 121-124.
6 Einleituns m das Alte Testament (Tübingen 1956).
7 Otras Concepciones Vigentes Se Encuentran Exp Lioros Sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 172-174; Bonn1936, 4-Rrr C. Kuhl. Die Enstehung Des Alten Uestas En Â. Mariani, Introiuctio In Ê. A. Leimbach, Die  Üchei Samuel Testaments (Berna 1953) 146-147.
8 L'aspect Reügfie De La Royante Ment Et Dans Les Testes Mésopotamiens
9 Die Israeliten Und Ihre Nachbar
10 Ntroducíion: A La Bibíe (Tourna Israélite. L·'Instituí Ton Monarchique Dans l'Ancien Testa-(Roma 1954) 89-112. Stamme (Halle 1906) 485. I 1957) 4I5SS.
11 De Vaux, Israel: DBS 762.
12 J. Schildenberger, Géneros Literarios De Los Libros Del Antiguo Testamento: "Los Géneros Literarios De La Sagrada Escritura" (Barcelona 1957) 131-132; M. Buber, Die Erzahlung Von Sauls Konigswahl: VT 6 (1956) 113-173; Ch. Keely, An Aproach To The Books Of Samuel: CBQ. 10 (1948) 254-270; A. Schulz, Erzahlungskunst In Den Samuelbüchern: "Biblische Zeit-Fragen," XI 6-7 (Münster 1923).
11 De Vaux, Les Livres de Samuel 16,,



Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Samuel  15,1-37

Rebelión de Absalón (15:1-15).
1 Después de esto se hizo Absalón con un carro y caballos, y cincuenta hombres iban delante de él. 2 Levantábase Absalón bien de mañana, y, poniéndose junto al camino de la Puerta, a cualquiera que tenía un pleito y venía a juicio ante el rey, le llamaba Absalón y le decía: ¿De dónde eres? Y él contestaba: Tu siervo es de tal o cuál de las tribus de Israel. 3 Entonces Absalón le decía: Mira, tu causa es buena y justa, pero no tendrás quien por el rey te oiga. 4 ¡Quién me pusiera a mí por juez de la tierra, para que viniesen a mí cuantos tienen algún pleito o algún negocio, y yo les haría justicia! 5 Y cuando alguno quería postrarse ante él, él le tendía la mano, le cogía y le besaba. 6 De esta suerte obraba Absalón con todos los israelitas que venían al rey en demanda de justicia, y así robaba el corazón de Israel. 7 Al cabo de cuatro años dijo Absalón al rey: Te ruego que me permitas ir a Hebrón, a cumplir un voto que he hecho a Yahvé; 8 porque cuando tu siervo estaba en Guesur, en Siria, prometí: Si Yahvé me vuelve a Jerusalén, sacrificaré a Yahvé. 9 El rey le dijo: Ve en paz; y él se levantó y se fue a Hebrón. 10 Absalón mandó mensajeros por todas las tribus de Israel, diciendo: Cuando oigáis sonar la trompeta, gritad: Absalón reina en Hebrón. 11 De Jerusalén fueron con Absalón doscientos hombres invitados, con corazón sencillo, que nada sabían. 12 También mandó llamar Absalón a Ajitofel, guilonita, del consejo de David, a su ciudad de Güilo, que estuvo con él mientras hacía sus sacrificios. La conjuración iba creciendo, y llegó a ser grande, pues iban aumentando los secuaces de Absalón. 13 Vinieron a avisar a David, diciendo: Todo Israel se va tras Absalón. 14 Entonces David dijo a todos sus servidores, que estaban con él en Jerusalén: Levantaos y huyamos, porque no podríamos escapar delante de Absalón. Daos prisa a salir, no sea que nos sorprenda él y eche sobre nosotros el mal, y pase la ciudad a filo de espada. 15 Los servidores le dijeron: Tus siervos están dispuestos a hacer cuanto mande el rey nuestro señor.

A medida que el rey avanzaba en edad multiplicábanse las pruebas de su casa. Cierta tirantez existía entre él y el pueblo, entre Joab y Betsabé, entre Absalón y su padre. En primer lugar, las guerras que sostuvo David contra los enemigos exteriores, con las consiguientes pérdidas en hombres y estrecheces económicas, le enajenaron muchas simpatías. A ello cabe añadir la política de centralización en todos los órdenes, el aumento de las contribuciones, que empobrecían a la nación. Por otra parte, el poderoso Joab nutría pocas simpatías por Betsabé, tratando por todos los medios de oponerse a sus pretensiones de entronizar a su hijo Salomón, ya que a la muerte de David debía sucederle en el trono su hijo Absalón. Dodiya, el segundo hijo (3:3), parece haber muerto joven. Así lo comprendió también Absalón, quien, una vez reconciliado con su padre, trató de ganarse el favor popular. Joven, apuesto y Juncal, atraía sobre sí las miradas del pueblo. Amante del boato, introdujo en Jerusalén el uso de carros tirados por caballos y una guardia personal de cincuenta hombres que le precedía. Pero, además, era un hombre franco, llano, que no tenía inconveniente alguno en ponerse al habla con las gentes del pueblo, conversar con 1OS desocupados junto a la puerta de la ciudad, interesarse por unos y por otros, atender a las necesidades de todos, facilitando a los provincianos el acceso al palacio real y resolviendo él mismo las dificultades. Pronto entre el pueblo apareció Absalón como el príncipe ideal, en contraposición a la diplomacia palaciega, lenta burócrata, débil e indolente. Con los años menguaban las cualidades que en otros tiempos adornaban la persona de David. En pocos años había Absalón pulsado el sentimiento popular, creyendo que la situación estaba madura para intentar un golpe de Estado. Después de haberse ganado a las tribus del Norte (19:42), quiso explorar el apoyo que podrían prestarle las del Sur, especialmente de los alrededores de Hebrón, cuna del reino, y de la cual había desertado David. Tomando como pretexto el cumplimiento de un voto hecho durante su exilio en Guesur, obtuvo de su padre la autorización para trasladarse allí. En Hebrón le conocían ya; había nacido allí (3:3); por él estaban dispuestos los hebronitas a cualquier cosa. Al mismo tiempo que abandonaba Jerusalén para dirigirse a Hebrón, enviaba mensajeros a todas las tribus, alertándolas para cuando sonara el grito de la revolución. En su compañía marcharon unos doscientos hombres de buena posición, que aceptaron la invitación que se les hizo de asistir a la solemnidad religiosa organizada por Absalón (1Sa_9:22). Al festín fue invitado particularmente el sabio Ajitofel, consejero de David, considerado como el oráculo de Dios. Abuelo paterno de Betsabé (23-34), aprovechó acaso esta ocasión para separarse de David y vengar la deshonra que infirió a Betsabé y la muerte de Urías el jeteo (Desnoyers). Ajitofel era de Güilo, que se identifica con el actual Jirbet Ojala, a once kilómetros al noroeste de Hebrón.
La revolución estaba en marcha. En Hebrón encontró el hijo de David el calor popular, que apoyaba incondicionalmente sus derechos al trono de David, su padre (1Re_2:15), contra las maquinaciones de la advenediza Betsabé (1Re_1:17). Los pregoneros, apostados en lugares estratégicos, dieron el toque convenido para el levantamiento general, yéndose todo el pueblo tras de Absalón. Del norte y del sur llegaban aires de guerra; a David quedaban tan sólo dos posibilidades: o atrincherarse en la ciudad al amparo de sus murallas o huir. Esta fue la solución más lógica y viable, por no estar preparada la capital para resistir un cerco prolongado.

David, camino del destierro (1Re_15:16-37).
16 Partióse, pues, el rey a pie, seguido de toda su familia dejando diez concubinas al cuidado de la casa. 17 El rey salió con toda su gente a pie, y se detuvieron en una casa alejada. 18 Todos sus servidores iban a sus lados; los cereteos, los feleteos y las gentes de Itaí, jeteo, en número de seiscientos, que desde Gat le habían seguido, marchaban a pie delante del rey. 19 El rey dijo a Itaí el jeteo: ¿Por qué has de venir tú también con nosotros? Vuélvete y quédate con el rey, pues tú eres un extranjero y estás fuera de tu tierra sin domicilio. 20 Ayer llegaste, ¿y voy a hacerte hoy errar con nosotros, cuando ni yo mismo sé siquiera adonde voy? Vuélvete y lleva contigo a tus hermanos, y Yahvé use contigo de gracia y de verdad. 21 Pero Itaí respondió al rey, diciendo: Vive Dios, y vive mi señor el rey, que donde mi señor esté, vivo o muerto, allí estará tu siervo. 22Entonces dijo David a Itaí: Ven y pasa; y pasó Itaí, jeteo, con toda su gente y su familia. 23Todos iban llorando en alta voz, y pasaron el torrente de Cedrón el rey y todo el pueblo, siguiendo el camino del olivar que se halla en el desierto. 24Iban también Sadoc y Abiatar, y con ellos todos los levitas, que llevaban el arca de la alianza de Dios. Detuviéronse con el arca de la alianza de Dios hasta que toda la gente se hubo salido de la ciudad. 25Entonces dijo el rey a Sadoc y a Abiatar: Volved el arca de Dios a la ciudad y quédese en su lugar. Si hallo gracia a los ojos de Yahvé, El me volverá a traer y me hará volver a ver el arca y el tabernáculo. 26Pero si El dice: No me complazco en ti, aquí me tiene, haga El conmigo lo que bien le parezca. 27Y siguió diciendo a Sadoc: Tú y Abiatar volveos en paz a la ciudad con Ajimas, tu hijo, y con Jonatán, hijo de Abiatar. Vayan vuestros dos hijos con vosotros. 28Yo esperaré en las llanuras del desierto hasta que me llegue de vosotros algún aviso. 29 Volviéronse entonces Sadoc y Abiatar a Jerusalén, llevando el arca de Dios, y se quedaron allí. 30 Subía David la pendiente del monte de los Olivos, y subía llorando, cubierta la cabeza y descalzos los pies. También cuantos le seguían cubriéronse todos la cabeza, y subían llorando. 31Dieron aviso a David de que Ajitofel estaba entre los conjurados, y dijo David: Confunde, ¡oh Yahvé! el consejo de Ajitofel. 32Cuando llegó David a la cumbre, donde se adora a Yahvé, llegó ante él Cusaí el arquita, amigo de David, rasgadas las vestiduras y cubierta de polvo la cabeza, 33y le dijo David: Si vienes eonmigo, me serías una carga; 34si, por el contrario, te vuelves a la ciudad y dices a Absalón: ¡Oh rey, siervo tuyo soy; como he servido a tu padre, así te serviré a ti! podrás confundir el consejo de Ajitofel en favor mío; 35tendrás contigo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar y podrás comunicarles cuanto sepas de la casa del rey. 36Y como tendrán consigo a sus dos hijos, Ajimas, hijo de Sadoc, y Jonatán, hijo de Abiatar, por ellos podréis informarme de lo que sepáis. 37Cusaí, amigo de David, se tornó a la ciudad cuando Absalón hacía su entrada en ella.

Pronto se organizó el éxodo. Toda la familia real, los criados, los funcionarios, tropas escogidas y muchos subditos que defendían su causa le acompañaron camino del destierro. Sólo quedaron en palacio diez concubinas al cuidado de la casa (16:20-23). Entre la comitiva marchaban los cereteos y los feleteos (8:18) y las gentes de Itaí. Era éste un jefe hitita que había huido de Gat con su familia y seiscientos hombres y se había puesto al servicio de David (1Cr_18:1; 1Sa_8:1). Desconocemos qué sentido quiso dar David a la recomendación hecha a Itaí de quedarse en Jerusalén con el rey, título que se había arrogado Absalón. Pero parece que David únicamente quería a su lado personas capaces de compartir su futuro incierto, por lo cual invita a Itaí y a los suyos a regresar a su país. También los sumos sacerdotes Sadoc y Abiatar habían sacado del tabernáculo el arca de la alianza para llevarla consigo adondequiera que fuera David. Cuando todos habían pasado el torrente Cedrón y los sacerdotes se disponían a seguir a los fugitivos, ordenó David que devolvieran el arca a su lugar; si las cosas marchaban bien, volvería a ver el arca y el tabernáculo; si la suerte le era adversa, se resignaba a la voluntad de Dios. David subió llorando la ladera del monte de los Olivos, cubierta la cabeza y descalzos los pies. El monte Olívete se levanta al este del torrente Cedrón (Zac_14:4); su nombre proviene de los muchos olivos que en otro tiempo cubrían toda la vertiente occidental, quedando magníficos ejemplares centenarios en el actual huerto de Getsemaní. Los árabes llaman al monte et-Tur; su cima hállase a 816 metros sobre el nivel del Mediterráneo. La escena de David que subía llorando la cuesta de la montaña recuerda las lágrimas que en este lugar derramó Jesucristo sobre la ciudad deicida (Luc_19:41). Al llegar a la cima del monte diéronle la noticia amarga de que Ajitofel (Luc_16:23-55; I7:1ss) habíase unido a la conjuración. Anota el texto que había sobre el monte un santuario cananeo, que más tarde fue consagrado a Yahvé; quizá el texto es refiere al de Nob (1Sa_21:2).
Pero también tuvo David la satisfacción de comprobar la fidelidad de Cusaí el arquita, perteneciente al clan de los arquianos, de que habla Jos_16:2, que moraba cerca de Betel y de Atarot. Piensa David utilizar sus servicios para contrarrestar los consejos de Ajitofel (Jos_16:16; Jos_17:555). David logró montar un espionaje eficiente en torno a Absalón.