Levítico 8 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 36 versitos |
1 Habló Yahvé a Moisés, diciendo:
2 “Toma a Aarón y con él a sus hijos, las vestiduras, el óleo de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el cestillo de panes ácimos,
3 y convoca toda la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión.”
4 Hizo Moisés lo que le mandaba Yahvé, y, reunida la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión,
5 les dijo Moisés: “He aquí lo que Yahvé ha mandado hacer.”
6 Después hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua.
7 Vistió a Aarón la túnica, se la ciñó, le vistió la sobreveste y el “efod” y le ciñó con el cinturón del “efod,” atándoselo;"
8 le puso el pectoral con el “urim” y el “tummin,”
9 cubrió su cabeza con la tiara, poniendo en la parte anterior de ella la diadema de oro, la diadema de santidad, como le había mandado Yahvé;"
10 y, tomando luego el óleo de la unción, ungió el tabernáculo y cuanto en él había, y lo consagró.
11 Asperjó siete veces el altar y lo ungió con todos sus utensilios, como también la pila y su base, y los consagró.
12 Derramó el óleo de unción sobre la cabeza de Aarón, y le ungió, consagrándole.
13 Hizo luego que se acercaran los hijos de Aarón, y les vistió sus túnicas, los ciñó y les puso sus tiaras, como se lo había mandado Yahvé.
14 Hizo traer el novillo para el sacrificio del pecado, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre el novillo para el sacrificio por el pecado.
15 Moisés lo degolló y, tomando su sangre, untó con su dedo los cuernos del altar todo en torno, y lo purificó, derramando la sangre al pie del altar, y lo consagró para hacer sobre él el sacrificio expiatorio.
16 Tornó todo el sebo que recubre las entrañas, la redecilla del hígado y los dos ríñones con su sebo, y lo quemó todo en el altar.
17 El novillo, su piel, sus carnes y sus excrementos se quemaron fuera del campamento, como se lo había mandado Yahvé a Moisés.
18 Hizo que acercaran el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos le pusieron sus manos sobre la cabeza.
19 Moisés lo degolló, y derramó su sangre en torno del altar.
20 Lo descuartizó, y Moisés quemó la cabeza y los trozos y el sebo.
21 Se lavaron en agua las entrañas y las patas, y Moisés quemó todo el carnero en el altar; era holocausto de suave olor, un sacrificio por el fuego, como se lo había mandado Yahvé a Moisés."
22 Hizo que acercasen el otro carnero, el del sacrificio de inauguración, y Aarón y sus hijos le pusieron la mano sobre la cabeza.
23 Moisés lo degolló, tomó su sangre y untó con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho.
24 Hizo acercar a los hijos de Aarón, y les untó con la sangre el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el del pie derecho, derramando luego la sangre en torno del altar.
25 Tomó, después el sebo, la cola, todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, los dos ríñones con su sebo y el pemil derecho.
26 Tomó del cestillo de los ácimos, puesto ante Yahvé, un pan ácimo, una torta ácima amasada con aceite y un frisuelo, y los puso sobre el sebo y sobre el pernil derecho;"
27 y después de haber puesto todo esto en las manos de Aarón y sus hijos, lo balancearon éstos como ofrenda a Yahvé.
28 Moisés lo tomó de sus manos y lo quemó en el altar encima del holocausto, pues era el sacrificio de inauguración de suave olor, combustión a Yahvé.
29 Moisés tomó luego el pecho del carnero de inauguración y lo balanceó ante Yahvé; ésta fue la porción de Moisés, como se lo había mandado Yahvé."
30 Tomó Moisés el óleo de unción y sangre de la que había en el altar, asperjó a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y a sus vestiduras, consagrando a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y sus vestiduras.
31 Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: “Coced la carne a la entrada del tabernáculo de la reunión; es allí donde habéis de comerla con el pan que hay en el cestillo de la inauguración, como yo lo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán."
32 Lo que reste de la carne y del pan lo quemaréis.
33 Durante siete días no saldréis de la entrada del tabernáculo de la reunión, hasta que se cumplan los días de vuestra inauguración, pues vuestra inauguración durará siete días,
34 como se ha hecho hoy para expiaros. Os quedaréis los siete días, día y noche,
35 a la entrada del tabernáculo de la reunión, y guardaréis lo que ha mandado Yahvé, para no morir, porque esto es lo que El me ha mandado.”
36 Aarón y sus hijos hicieron lo que Yahvé les mandó por Moisés.

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Introducción a Levítico

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Levítico.
Introducción.

Nombre.
Este libro se llama Levítico (del gr. Ëåíåéôéêüí) porque trata principalmente de los deberes y derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví. Como los otros libros del Pentateuco, en la Biblia hebraica éste se denomina por las primeras palabras del TM: Wayyiqra (y llamó). Trata sobre todo del ritual del culto divino en el santuario.

División y Contenido.
La idea central de este libro es la santidad de Dios, lo que exige un estado ritual y moral de santidad por parte de sus ministros. Podemos distinguir las siguientes secciones: a) leyes sobre los sacrificios (1-7); b) consagración de los sacerdotes (8-10); c) leyes sobre las purificaciones rituales (11-16); d) leyes de santidad (17-26); e) votos y diezmos (27).
Integran, pues, el libro textos casi exclusivamente legislativos. Todas estas secciones van presididas por la idea de la santidad de Yahvé, que debe comunicarse de algún modo al pueblo de Israel, y particularmente a sus sacerdotes. Esto aparece de un modo particular en la sección llamada código de santidad (17-26). La primera parte (1-7) se refiere a los sacrificios y ofrendas de los fieles y al modo de ofrecerlos por los sacerdotes. Los sacrificios se dividen en: i) holocausto (óllah) : se quema toda la víctima en el altar (1:3-17); 2) oblaciones (minjah) (2:1-16): ofrendas de flor de harina, incienso y aceite, como complemento de los sacrificios; 3) sacrificios pacíficos (selem) (3:1-17): se quemaban las partes grasas en el altar; 4) sacrificio por el pecado (jattah) (4:1-5:13), y por el delito (asam). Ambos son sacrificios expiatorios por faltas cometidas (5:14-6:7). La sección segunda, sobre la consagración de Aarón y sus hijos, es de carácter histórico-ritual (8-10). Los c.11-16 tratan de las impurezas legales contrarias a la santidad exigida a los israelitas como pueblo de Dios.
De aquí se deduce que nos hallamos ante una serie de colecciones de leyes que han sido compiladas después de haber tenido vida aparte en la tradición.

Composición del libro.
La crítica independiente niega todo origen mosaico a esta legislación levítica, y supone que es obra de una escuela sacerdotal influenciada por la personalidad de Ezequiel en los tiempos del destierro babilónico. Aquí sus principales ingredientes:
a) Ley de santidad (H: Heiligkeitgesetz), que comprende los capítulos 17-26. Se llama así porque predomina la idea de santidad. Constituye un código independiente, como el código de la alianza en el Éxodo y el Deuteronomio. Los tres comienzan por leyes sobre los lugares de sacrificio, y se terminan por una exhortación y una conclusión: Estos son los estatutos... que Yahvé establece entre El y los hijos de Israel en el monte del Sinaí por medio de Moisés.1 Pero este código de santidad asimismo está compuesto por elementos originariamente diversos, compilados por un redactor que a su vez es anterior al propiamente sacerdotal. Como no se destaca la persona del sumo sacerdote como jefe supremo de la jerarquía sacerdotal, su composición sería poco posterior al Deuteronomio, hacia el siglo VI. Puesto que son muchas las semejanzas con los textos de Ezequiel, no pocos autores suponen que éste es el autor de la ley de santidad2. Pero también se han hecho notar las discrepancias, y por eso muchos creen que no se pueden identificar los autores de ambas legislaciones3, y en general se supone que la ley de santidad es anterior a Ezequiel.
b) Ley de los sacrificios (1-7). Esta colección parece interrumpir la legislación de Ex 25-40 y Lev 8s. Se supone que es obra de los sacerdotes del templo de Jerusalén.
c) Ley de la pureza ritual (11-15). Se considera también fuera de contexto, intercalándose indebidamente entre el c.10 y el c.16, que parecen literariamente complementarios.
d) Ley sobre el día de la Expiación (c.16). Este ritual debía de formar parte de los elementos secundarios, ya que no aparece en tiempos de Ezequiel.
e) Ley sobre los votos y diezmos (c.27). Tiene manifiesto carácter de apéndice y parece adición reciente al código sacerdotal.
f) Consagración de los sacerdotes (8-10). Forma parte del escrito fundamental, siendo la continuación de Ex 40, ya que Lev 8 es el cumplimiento de las órdenes dadas en Ex 39·
Tales son los diversos elementos del Levítico que han sido incorporados texto del Pentateuco. Esta fusión debió de tener lugar en tiempos de Esdras (s.V a.C.). De este modo, el Levítico aparece como el libro religioso del Templo, a la vez ritual y manual de piedad, guía de los fieles y de los sacerdotes en sus relaciones con la Divinidad; elaborado en el curso de los siglos, habría recogido, adaptado y agrupado un conjunto de prescripciones, unas más antiguas, otras más recientes, pero que la piedad judía las hacía remontar sin distinción a Moisés.4
Como se ve, los críticos acatólicos niegan toda paternidad mosaica a la legislación levítica, ya que toda es de la época del exilio, o inmediatamente antes o después. Esta se considera como el término de un proceso evolutivo de las legislaciones elementales del Éxodo (código de la alianza: c.20-23) y del Deuteronomio. De este modo, las grandes instituciones cultuales (santuario, sacerdocio, sacrificios y fiestas) están sometidas a este proceso evolutivo histó-rico-legislativo.
Los autores Ortodoxos mantenienen la autenticidad mosaica de la legislación levítica, conforme a las afirmaciones de la tradición judeo-cristiana. Es la aplicación a un caso concreto de la solución al problema general de la autenticidad mosaica del Pentateuco.
La ley levítica es la condensación de la vida cultual de Israel desde Moisés hasta el fin del exilio de Babilonia; codificada muchas veces y elaborada según las necesidades, esta legislación fue, finalmente, recopilada por la mano de los sacerdotes para servir a su propia justificación.10 Es preciso admitir una tradición sinaítica que sirva de base a los desarrollos posteriores, pero no podemos concebir que la legislación mosaica primitiva haya permanecido como esquema muerto en las nuevas vicisitudes de la vida nacional11. Así, pues, debemos mantener el origen mosaico de las principales instituciones sacerdotales12. Cazelles resume así el problema: El autor ha recogido muchos textos antiguos que se ha contentado con completar, por ejemplo, sobreponiendo a un viejo ritual de purificación una liturgia nueva, inspirada en un concepto muy elaborado del pecado contra la Ley. Esta síntesis es mosaica en su fondo religioso..., pero sería difícil atribuir su redacción a Moisés. Supone un largo contacto con los cananeos y una sedentarización prolongada, que ha hecho de las fiestas agrícolas la base del ciclo litúrgico. La civilización es urbana bajo muchos aspectos. El material cultual que admite no corresponde al que nos dan a conocer los libros históricos y profetices que han precedido a Ezequiel... Se han hecho valer todavía muchas otras razones que impiden fechar esta síntesis antes del destierro, y se han subrayado desde hace tiempo numerosos puntos de contacto que presenta con Ezequiel. Pero ¿son posteriores todos los elementos de esta síntesis al gran profeta del destierro? Es muy improbable... La ley de santidad parece ser una codificación de los últimos tiempos de la monarquía, análoga en muchos puntos al Deuteronomio... Las demás leyes son más difíciles de fechar; con todo, la crítica está unánime en considerarlas como posteriores, y ciertos indicios hacen creer que su redacción es más tardía que la Torah de Ezequiel (40-48). En todo caso, cualquiera que sea su fecha de composición, estas síntesis particulares y la síntesis general del Levítico han sido hechas con un espíritu conservador, por espíritus conservadores, más solícitos de describir la costumbre preexílica que de reformarla. Querían mantener las antiguas usanzas y han dado la prioridad a los datos, en particular a las nociones de la lección divina, de Ley revelada y de pecado contra los mandamientos divinos, de modo que es en verdad del espíritu mosaico.13

Doctrina Religiosa.
Se ha supuesto por los críticos independientes que esta legislación levítica representa un estadio inferior religioso respecto del mensaje profetice, ya que los elementos éticos de la predicación de los profetas son sustituidos por un formalismo cultualista que degenará en las concepciones farisaicas de los tiempos de Cristo. Es el estadio del nomismo, que se presenta como sucedáneo del profetismo cuando la virtualidad ascendente de la religión de Israel había agotado su contenido. Pero esta suposición no es exacta, ya que la legislación ritual del Levítico supone el contenido dogmático y moral de la religión mosaica, si bien en razón de los destinatarios los sacerdotes, encargados del santuario se centra la atención en torno a sus deberes cultuales, lo que implica una serie de privilegios muy en consonancia con la concepción teocrática de la vida en Israel. Como los profetas no insistían en los deberes cultuales del pueblo, porque existía una clase sacerdotal encargada de urgirlos, así aquí el legislador se preocupa sólo en este libro de la legislación relativa al culto, presuponiendo la exposición de las verdades religiosas y éticas en los libros anteriores, como el Deuteronomio.
Toda la legislación levítica tiene por base la concepción de la santidad de Yahvé, que exige santificación en los que a El se acercan y en el pueblo israelita en general: Sed santos como yo soy santo, yo, Yahvé.14 No puede darse formulación más solemne sobre los altísimos destinos de la nación israelita. Como colectividad estaba consagrada a Yahvé, pues era su primogénito.15 y su reino sacerdotal.16 Esta condición especialísima de Israel exigía que no podía comportarse como las demás naciones17, sino que tenía que santificarse con los preceptos de Yahvé18. Y dentro de la comunidad israelita, los pertenecientes a la clase sacerdotal están particularmente obligados a vivir en una atmósfera de santidad ritual y moral19, ya que aquélla no tiene más finalidad que fomentar ésta. Aunque las prescripciones levíticas se deban muchas veces a un derecho consuetudinario anterior al propio Moisés, como la distinción entre animales puros e impuros, sin embargo, el legislador les da un nuevo sentido religioso conforme a la mentalidad de su época. Todos los formalismos legales, que ahora a nosotros se nos antojan irracionales, eran para el legislador hebraico un medio de fomentar la idea de la santidad de Yahvé y de su pueblo20. El legislador quería crear en Israel una conciencia de nación sacerdotal, de un pueblo que debía vivir aislado de los gentiles para no contaminarse y perder su misión histórica en los planes divinos.
Por otra parte, no debe olvidarse que en la legislación levítica hay prescripciones de índole netamente moral: deberes para con el prójimo y prohibiciones del robo, la mentira, el fraude21. Se recalcan los deberes para con los padres22, los ancianos23, los enfermos24, y se prohibe terminantemente el rencor y odio al prójimo25. Incluso se ordena un trato de amor y benevolencia hacia el extranjero, como si fuera un israelita26. Nos encontramos, pues, aquí con un código moral muy alto, digno de la mejor tradición profética y deuteronómica, lo que prueba que es falsa la acusación de un exclusivo nomismo formalista lanzada contra la legislación levítica27.
Los sacrificios tienen una finalidad exclusivamente religiosa. Para el semita son la mejor muestra de adoración y entrega a Dios28. Los sacrificios hebreos están llenos de sentido religioso: adoración, reconocimiento por los beneficios, sentido de expiación y de súplica29. Por eso, la vida de culto a base de sacrificios debía ser fuente de vida religiosa y moral para el pueblo. Ciertamente que todo esto degeneró, y gran parte de los oferentes limitaban sus acciones a un puro formalismo, sin sentido de entrega del corazón a Dios, manifestada en el cumplimiento de sus preceptos30. Contra este puro formalismo predican los profetas: Yo amo la piedad y no los sacrificios;31 pero es que los actos de culto eran entonces una caricatura de la finalidad de los mismos.
Vemos, pues, que la legislación levítica está penetrada de un gran sentido religioso y ético de la vida que no desmerece de la tradición profética: Del conjunto de estas consideraciones sobre la santidad y los sacrificios levíticos se desprende el valor religioso del tercer libro del Pentateuco, harto frecuentemente desconocido o singularmente disminuido por la crítica moderna. Sus instituciones y sus prescripciones no son sencillamente la expresión de un ceremonialismo y de un formalismo estrechos; no ignoran las exigencias de una conciencia religiosa; por esta razón, lo mismo que las apremiantes exhortaciones del Deuteronomio o los oráculos inflamados de los profetas, tendrán ellas su parte en la formación de la conciencia del pueblo judío y en la salvaguarda de su vida religiosa, muy en particular de su fe monoteística, de la que constituyen de alguna manera la protección exterior contra las influencias paganas. Si este papel bienhechor de la legislación levítica ha sido sobre todo decisivo en los tiempos que siguieron al destierro, no lo fue menos real en los tiempos que precedieron; y si, al declinar de la historia judía, la Ley llegó a ser una carga demasiado pesada, es porque la casuística farisaica la había sobrecargado con todas las adiciones de su exégesis oral y la había hecho desviar de su verdadero sentido. Este papel, sin embargo, no podía menos de ser transitorio. San Pablo lo ha caracterizado bien cuando decía a los gálatas: La Ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo...32 Lo fue por la disciplina severa que impuso al pueblo judío con miras a conservarle la fe en el verdadero Dios y por la absoluta sumisión a la voluntad divina que reclamaba.33

1 Lev 26:46. 2 Semejanzas: Lev 17:10 y Ez 14:8; Lev 17:13 y Ez 24:7; Lev 17:12 y Ez 22:10; 11; Lev 19:13 y Ez 18:7; 12; 16; Lev 19:15 y Ez 22:18; 8; Lev 19:36 y Ez 45:10; Lev 21:1b-3 y Ez 44:25; Lev 21:5 y Ez 44:20; Lev 2:2:8 y Ez 44:31; Lev 22:15 y Ez 22:26; Lev 25:36-37 y Ez 18:8, etc. Véase A. Clamer, Lévitique (La Sainte Bible) (París 1946) 10. 3 Discrepancias: Ez no menciona el sacrificio cotidiano o perpetuo, ni el cordero pascual, ni la fiesta de las trompetas ni la de Pentecostés, ni el rito del día de la Expiación, ni se menciona al sumo sacerdote. En Ez 44:22 se prohibe a los sacerdotes que se casen con viudas, mientras que en Lev 21:13-15 pueden casarse con una viuda honesta. En cambio, el sumo sacerdote tiene que casarse con una virgen. 4 A. Clamer, o.c., 12. 5 M. J. Lagrange, Les sources du Pentateuque: RB (1898) 21. 6 Prat, La Loi de Mo'ise, ses progrés: Études, 77 (1898),48. 7 Durand, L'état présent des études bibliques en France: Études, 90. 8 Hummelauer, Com. in Deuteron. (París 1901) 79. 9 EB n.177- 10 W. Stoderl, Das Gesetz Israels nach Inhalt und'Ursprung (Marienbad 1933) 11 Cf. J. Coppens, L'histoire cirtique de l'A.T. II; id., Les orientations nouvelles: NKIh (1938) 670-674- 12 A. Clamer, o.c., 16. 13 H. Cazelles, Le Lévitique (Bible de Jérusalem) 15-18. 14 Lev 19:2; 20:26; 21:8. 15 Ex 4:22. 16 Ex 19:6. 17 Lev 20:24; 26. 18 Lev 20:8; 21:8; 22:32. 19 Lev 21:23; 22:9; 16. 20 Cf. M. J. Lagrange, Études sur les religions sémitiques 146-147. 21 Lev 19:11; 35; 36. 22 Lev 19:3. 23 Lev 19:14. 24 Lev 19:14. 25 Lev 19:17-18. 26 Lev 19:33-34 27 Se proclama la necesidad de la entrega del corazón a Dios: Lev 19:4; 12; 24. 28 Cf. Lagrange, o.c., 268. 29 Cf, Tomás de Aquino, 1-2 q.8s a. 2. 30 Cf. Am 5:22; Os 8:13; Jer 5:20. 31 Os 6:6. 32 Gál 3:24. 33 H. Cazelles, Le Lévitique (La Bible de Jérusalem) 26.


Leyes Sobre los Sacrificios.
Después de hablar de la erección del tabernáculo, sigue la legislación relativa a la vida litúrgica, y en primer lugar la relativa a los sacrificios, que son el acto central de culto del sacerdocio del Antiguo Testamento. Ya hemos visto algunas regulaciones particulares sobre los sacrificios1, pero ahora llega el momento de hacer una exposición detallada y completa de sus diversas clases y ritual.
Debe notarse el modo con que se dan las leyes, siempre dentro de la concepción estrictamente teocrática, de forma que se prescinde de las causas segundas. Por ello, las fórmulas estereotipadas Dios habló o dijo a Moisés han de entenderse en sentido amplio, de una asistencia divina al legislador para compilar, adaptar y aun establecer nuevas leyes. Rara vez ha de entenderse en el sentido estricto de revelación nueva concreta.
Los sacrificios son divididos en cinco categorías: a) holocaustos (c.1); b) oblaciones (c.2); c) sacrificios pacíficos (c.3); d) sacrificios por el pecado (c.4-5); e) los sacrificios por el delito (5:14-6:7).
La fuente de esta legislación suele ser la sacerdotal. Los críticos acatólicos han pretendido negar la autenticidad total mosaica de este minucioso ritual, suponiendo que es obra de un autor posterior al exilio babilónico de la escuela de Ezequiel. Pero hemos de notar que ya Amos en el siglo VIII habla de las diversas clases de sacrificios según el orden aquí establecido2.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Levítico 8,1-36

8. Consagración de Aarón y sus Hijos.
L os c.8-9 son considerados como parte del texto, y parecen continuación de Ex 40. Las funciones sacerdotales hasta entonces eran ejercidas por los jefes de familias, sin que hubiese una clase social determinada dedicada a ellas. Moisés, al organizar la teocracia, dejó bien sentado el principio de la exclusiva de los descendientes de Aarón respecto de los actos de culto, particularmente los sacrificios. Sin embargo, la antigua costumbre subsistió, y después de la muerte del legislador, una vez dispersadas las tribus en Canaán, surgió de nuevo el sacerdocio patriarcal. Así, encontramos personajes públicos que ejercieron funciones sacerdotales, como Gedeón, Jefté, Saúl, David y Salomón1, si bien esporádicamente y como excepción. Estos casos excepcionales no prueban que no existiera en Israel el sacerdocio legítimo organizado por Moisés, sino que son casos considerados por los hagiógrafos como anormales y aun ilícitos.

Consagración de Aarón y de Sus Hijos (1-13).
1Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 2Toma a Aarón y con él a sus hijos, las vestiduras, el óleo de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y el cestillo de panes ácimos, 3y convoca toda la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión. 4Hizo Moisés lo que le mandaba Yahvé, y, reunida la asamblea a la entrada del tabernáculo de la reunión, 5les dijo Moisés: He aquí lo que Yahvé ha mandado hacer. 6Después hizo que se acercaran Aarón y sus hijos, y los lavó con agua. 7Vistió a Aarón la túnica, se la ciñó, le vistió la sobreveste y el efod y le ciñó con el cinturón del efod, atándoselo; 8le puso el pectoral con el urim y el tummin, 9cubrió su cabeza con la tiara, poniendo en la parte anterior de ella la diadema de oro, la diadema de santidad, como le había mandado Yahvé; 10y, tomando luego el óleo de la unción, ungió el tabernáculo y cuanto en él había, y lo consagró. 11Asperjó siete veces el altar y lo ungió con todos sus utensilios, como también la pila y su base, y los consagró. 12Derramó el óleo de unción sobre la cabeza de Aarón, y le ungió, consagrándole. 13Hizo luego que se acercaran los hijos de Aarón, y les vistió sus túnicas, los ciñó y les puso sus tiaras, como se lo había mandado Yahvé.

Como antes indicábamos, el oficio del sacerdocio estaba vinculado ordinariamente al jefe de familia, de la tribu, de la ciudad o de la nación. Tal era la ley común en la antigüedad, y en esto no era Israel una excepción, pues en la Biblia vemos que los patriarcas desempeñaban el oficio del sacerdocio como jefes de tribu. Moisés lo hacía como jefe del pueblo; Samuel, Saúl y David ofrecían a Dios sacrificios, y el mismo Salomón ejerció en la consagración del templo el oficio principal al pronunciar la oración consecratoria2. Pero la existencia de un sacerdocio profesional no era desconocida en la antigüedad, fuera que esto estuviera vinculado a una familia o se hiciera el reclutamiento por la dedicación especial de los individuos al culto de una divinidad. Ya hemos visto atrás cómo la tribu de Leví estaba dedicada especialmente de algún modo al culto de Yahvé3. Si esta dedicación tuvo su origen en el episodio del becerro, o este episodio no fue más que un signo revelador de una dedicación más antigua y una confirmación de ella, no nos atrevemos a afirmarlo. En este último caso habremos de decir que Aarón pertenecía a esta agrupación de los devotos de Yahvé, según se colige de Exo_4:14. Como quiera que sea, él con su familia es escogido ahora para ejercer el sacerdocio de Yahvé en Israel. El ritual empleado es el que dejamos indicado al comentar Exo_29:1-37. Moisés, que es el consagrante, comienza por lavar a los ordenandos; luego viste a cada uno los ornamentos de su dignidad: a Aarón, los del sumo sacerdocio, y a sus hijos los de simples sacerdotes. En el curso de la vestición del padre y de los hijos consagra Moisés el tabernáculo y sus enseres; luego derrama el óleo de la unción sobre la cabeza de Aarón (v.12). El baño purificatorio previo simboliza la pureza de costumbres exigida para el ejercicio del culto al servicio inmediato de Dios. Ya en la época patriarcal se exigía este lavatorio y cambio de vestidos para los laicos que habrían de participar en el culto4. Sólo Aarón recibe la unción del óleo sobre su cabeza; por eso al sumo sacerdote se le llamará sacerdote de la unción (Hakkohen hammesiaj). Sin embargo, hay otros textos en los que se insinúa que también los simples sacerdotes recibían la unción5. Esto indica que hay varias tradiciones y diversos estratos redaccionales en los rituales de la época del desierto.

Ofrenda de los Sacrificios (14-30).
14Hizo traer el novillo para el sacrificio del pecado, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre el novillo para el sacrificio por el pecado. 15Moisés lo degolló y, tomando su sangre, untó con su dedo los cuernos del altar todo en torno, y lo purificó, derramando la sangre al pie del altar, y lo consagró para hacer sobre él el sacrificio expiatorio. 16Tornó todo el sebo que recubre las entrañas, la redecilla del hígado y los dos ríñones con su sebo, y lo quemó todo en el altar. 17El novillo, su piel, sus carnes y sus excrementos se quemaron fuera del campamento, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 18Hizo que acercaran el carnero del holocausto, y Aarón y sus hijos le pusieron sus manos sobre la cabeza. 19Moisés lo degolló, y derramó su sangre en torno del altar. 20Lo descuartizó, y Moisés quemó la cabeza y los trozos y el sebo. 21Se lavaron en agua las entrañas y las patas, y Moisés quemó todo el carnero en el altar; era holocausto de suave olor, un sacrificio por el fuego, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 22Hizo que acercasen el otro carnero, el del sacrificio de inauguración, y Aarón y sus hijos le pusieron la mano sobre la cabeza. 23Moisés lo degolló, tomó su sangre y untó con ella el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, el pulgar de su mano derecha y el de su pie derecho. 24Hizo acercar a los hijos de Aarón, y les untó con la sangre el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el del pie derecho, derramando luego la sangre en torno del altar. 25Tomó, después el sebo, la cola, todo el sebo que cubre las entrañas, la redecilla del hígado, los dos ríñones con su sebo y el pemil derecho. 26Tomó del cestillo de los ácimos, puesto ante Yahvé, un pan ácimo, una torta ácima amasada con aceite y un frisuelo, y los puso sobre el sebo y sobre el pernil derecho; 27y después de haber puesto todo esto en las manos de Aarón y sus hijos, lo balancearon éstos como ofrenda a Yahvé. 28Moisés lo tomó de sus manos y lo quemó en el altar encima del holocausto, pues era el sacrificio de inauguración de suave olor, combustión a Yahvé. 29Moisés tomó luego el pecho del carnero de inauguración y lo balanceó ante Yahvé; ésta fue la porción de Moisés, como se lo había mandado Yahvé. 30Tomó Moisés el óleo de unción y sangre de la que había en el altar, asperjó a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y a sus vestiduras, consagrando a Aarón y sus vestiduras y a los hijos de Aarón y sus vestiduras.

Moisés aparece aquí como mediador de la nueva alianza ofreciendo los sacrificios de consagración de los sacerdotes. Se ofrecen tres sacrificios: un novillo por el pecado de los consagrandos, un carnero en holocausto y otro carnero como sacrificio pacífico de inauguración o consagración, específico del acto consecratorio de los sacerdotes. El sacrificio expiatorio era por los pecados en general de los ordenandos, como hombres pecadores que debían purificarse y entrar en relaciones normales con Dios, pues tenían que comunicar con las cosas más santas del culto. El mismo altar debía ser purificado con la unción de la sangre de la víctima. Como es de ley en los sacrificios por el pecado, se quemaron las. partes grasas sobre el altar, y el resto carne y piel fue quemado fuera del campamento, pues los sacerdotes no debían aprovecharse de nada de la víctima que era en expiación de sus propios pecados. Sólo cuando los sacrificios eran por los pecados de otros oferentes podían quedarse con parte de la víctima. Después se sacrificó un carnero en holocausto, en señal de entrega total a Dios (v.18), y por fin se sacrificó un carnero de inauguración en acción de gracias, como sacrificio pacifico. La particularidad de este sacrificio estuvo en la unción de la oreja derecha, del pulgar de la mano derecha y del pie derecho de Aarón y sus hijos con la sangre de esta víctima (v.23-24). La unción de la oreja parece aludir a la docilidad y obediencia particular que con toda presteza han de procurar en el ejercicio del culto a Yahvé; la del pulgar de la mano derecha parece relacionarse con las buenas obras, y la del pie simbolizaría la prontitud en seguir el camino de la justicia y de la santidad. Estas distintas partes del cuerpo representan la totalidad de la persona consagrada. En los sacrificios pacíficos, los sacerdotes se quedaban con parte de la víctima y de las ofrendas. Aquí se quemó el pemil derecho sobre el altar, y el pecho quedó reservado a Moisés, que efectuó la consagración (v.29). Las ofrendas fueron quemadas también sobre el altar. Después Moisés asperjó con la sangre de la víctima y el óleo de la unción a Aarón y a sus hijos, consagrando sus vestiduras (v.30).

Ritos Complementarios (31-36).
31Moisés dijo a Aarón y a sus hijos: Coced la carne a la entrada del tabernáculo de la reunión; es allí donde habéis de comerla con el pan que hay en el cestillo de la inauguración, como yo lo he mandado, diciendo: Aarón y sus hijos lo comerán. 32Lo que reste de la carne y del pan lo quemaréis. 33Durante siete días no saldréis de la entrada del tabernáculo de la reunión, hasta que se cumplan los días de vuestra inauguración, pues vuestra inauguración durará siete días, 34como se ha hecho hoy para expiaros. Os quedaréis los siete días, día y noche, 35a la entrada del tabernáculo de la reunión, y guardaréis lo que ha mandado Yahvé, para no morir, porque esto es lo que El me ha mandado. 36Aarón y sus hijos hicieron lo que Yahvé les mandó por Moisés.

Los sacerdotes debían continuar durante siete días las ceremonias de la consagración. Debían estar a la entrada del tabernáculo, alimentándose con parte de las víctimas sacrificadas. En Exo_29:35-37 se dice que durante siete días debe repetirse el sacrificio por el pecado como expiación, sin decir nada de las otras dos víctimas. Pero aquí se insinúa que se repiten las mismas ceremonias del primer día. La prescripción de estar siete días a la entrada del tabernáculo tiene por finalidad inculcar la alta dignidad a que han sido elevados como guardianes de la casa de Yahvé. Se amenaza con la muerte al que infrinja el ritual descrito, para destacar la importancia de su oficio sagrado. En el c.10 se narra un caso concreto de transgresión del ritual, con el castigo consiguiente, para hacer ver que la amenaza de muerte no es una palabra baldía.
Con esta consagración, los sacerdotes son revestidos de una especial santidad, participación y revelación a la vez de la santidad de Yahvé. Su oficio exclusivo será en adelante velar por el culto de Dios, instruir a los fieles en su Ley y en el modo de honrarle como El quiere. Esta será la heredad de Aarón y de sus hijos, y ella constituye la ventaja del sacerdocio profesional sobre el tradicional, vinculado a otro oficio más absorbente.
Dice el Eclesiástico que esta consagración fue un pacto eterno para Aarón y para su descendencia por los días del cielo, para servir al Señor en el ejercicio del sacerdocio y para bendecir en nombre del Señor a su pueblo. Entre todos los vivientes le escogió el Señor para presentarle las ofrendas, los perfumes y el buen olor para memoria, y hacer la expiación de su pueblo. Y le dio sus preceptos y poder para decidir sobre la ley y el derecho, para enseñar sus mandamientos a Jacob e instruir en su Ley a Israel.6 El profeta Malaquías, reprendiendo a los sacerdotes que en sus días se mostraban muy negligentes en el servicio divino, les trae a la memoria el pacto del Señor con Leví, su padre, es decir, la tribu de Leví. Este pacto fue para vida y paz, que Dios le dio; fue también de temor, pues ante el nombre del Señor se llenaba de temor. Tuvo en su boca doctrina de verdad y no hubo iniquidad en sus labios; anduvo con El en integridad y rectitud y apartó del mal a muchos, pues los labios del sacerdote han de guardar sabiduría, y de su boca ha de salir la doctrina, porque es enviado de Yahvé de los ejércitos.7 Sobre esta perpetuidad del pacto con Leví son de notar las palabras de Jeremías ponderando la firmeza del pacto divino con David y Leví8. Las palabras del profeta sobre la perpetuidad del sacerdocio levítico no tienen más realidad que las anteriores sobre la dinastía de David. En Jesucristo, el Hijo de David, Rey a la vez que Sacerdote, tendrá la promesa del profeta una realización más alta de lo que pudieran imaginar los oyentes del profeta. Para expresar la altura de esa dignidad, el autor de la Epístola a los Hebreos dirá que Jesucristo es Sacerdote, no a la manera de Leví, sino de Melquisedec, que fue a la vez rey y sacerdote, Todas éstas son expresiones humanas, que no alcanzan a declarar las realidades divinas, que se encierran en Jesucristo, verdadero mediador entre el cielo y la tierra.

1 Cf. 1Sa_13:9-12; 1Sa_15:15; 2Sa_6:13; 2Sa_24:25; 1Re_3:3-15; 1Re_8:5. 2 1Re_8:22s. 3 Cf. Exo_32:26s. 4 Cf. Gen_35:2. 5 Cf. Exo_30:30; Exo_40:14-15; Lev_10:7; Exo_29:21; Lev_8:30. 6 Eco_45:19-26. 7 Mal_2:4-7. 8 Jer_33:148.