II Samuel  18 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 33 versitos |
1 David revistó las tropas y puso al frente de ellas jefes de millares y de centenas;"
2 una tercera parte, a las órdenes de Joab; una tercera, a las de Abisaí, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera a las de Itaí el jeteo. El rey dijo a su gente: “Yo saldré también con vosotros.”
3 Pero la gente respondió: “No, no salgas tú, porque, si somos vencidos, no importaría mucho aunque sucumbiéramos la mitad de nosotros. Pero tú, tú eres para nosotros como diez mil, y es mejor que puedas salir de la ciudad a socorrernos.”
4 El rey respondió: “Haré como os parece.” Estúvose el rey cerca de la puerta, mientras por grupos de mil y de ciento salía la gente,
5 y dio esta orden a Joab, a Abisaí y a Itaí: “Preservad por amor mío la vida del joven Absalón”; y todo el pueblo oyó esta orden que dio David a todos los jefes."
6 Salió, pues, la gente al campo contra Israel y trabóse la batalla en los bosques de Efraím.
7 Allí sucumbió el pueblo de Israel ante los seguidores de David y se hizo una gran matanza, de veinte mil hombres.
8 Dispersóse la gente por toda aquella tierra, y fueron más los que devoró el bosque que los que aquel día hirió la espada.
9 Al encontrarse Absalón con las gentes de David, iba montado en un mulo; y al pasar en el mulo debajo de una encina muy grande y copuda, quedó aprisionada su cabeza entre las ramas de la encina, quedando colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo en que iba montado escapaba."
10 Vio esto uno, y le dijo a Joab: “He visto a Absalón pendiente de una encina.”
11 Joab le dijo: “¿Y por qué no le echaste a tierra, y yo te hubiera regalado diez siclos de plata y un talabarte?”
12 Pero aquel hombre le dijo: “Aunque me pesaras mil de plata, no pondría yo la mano sobre el hijo del rey, pues bien oímos todos que a ti, a Abisaí y a Itaí os dijo el rey: “Guardadme a Absalón.”
13 Además, haría yo traición a mi vida, pues al rey nada se le esconde, y tú mismo testificarías contra mí.”
14 Joab le dijo entonces: “No será así, yo mismo le atravesaré delante de ti”; y cogiendo tres dardos en sus manos, se los clavó en el corazón a Absalón, que todavía vivía, pendiente de la encina."
15 Cercáronle luego diez mozos, escuderos de Joab, que hirieron a Absalón, acabándole.
16 Entonces tocó Joab la trompeta, y el pueblo cesó en la persecución de Israel, porque Joab dio esta orden;"
17 y cogiendo a Absalón, echáronle en un gran hoyo en el bosque y lo cubrieron con un gran montón de piedras, e Israel huyó cada uno a su casa.
18 Habíase alzado Absalón en vida un monumento en el valle del rey, diciendo: “Para que se conserve la memoria de mi nombre, pues que no tengo hijos,” y dio al monumento su nombre, y así se llama hoy todavía el cipo de Absalón.
19 Ajimas, hijo de Sadoc, dijo: “Déjame correr al rey para darle la noticia de que Yahvé le ha hecho justicia de las manos de sus enemigos.”
20 Joab le dijo: “No le llevarás hoy tú la noticia, ya se la llevarás otra vez; pero no lo hagas hoy, pues que ha muerto el hijo del rey.”
21 Y Joab dijo a un cusita: “Ve y anuncia al rey lo que has visto.” El cusita se prosternó ante Joab y corrió.
22 Ajimas, hijo de Sadoc, dijo, a pesar de todo, a Joab: “Ocurra lo que ocurra, déjame que corra tras el eusita.” Y Joab le dijo: “¿Por qué te empeñas en correr a él, hijo mío? Este mensaje no te aprovecharía.”
23 “Ocurra lo que ocurra, yo voy,” repuso Ajimas, y Joab le respondió: “Ve.” Ajimas corrió por el camino de la Hoya y se adelantó al cusita.
24 Estaba David sentado entre las dos puertas. El centinela que estaba en la torre sobre la puerta alzó los ojos y miró, y vio al hombre que corría solo hacia la ciudad,
25 y gritó para advertir al rey. El rey dijo: “Si viene solo, es que trae buenas noticias.” En tanto el hombre siguió acercándose hacia la ciudad,
26 y el centinela descubrió al otro que corría también, y gritó del lado de la puerta: “Otro que corre solo.” El rey dijo: “Es que también trae buenas noticias.”
27 El centinela dijo: “Por el modo de correr, el primero me parece Ajimas, hijo de Sadoc.” Y el rey dijo: “Es hombre de bien, seguramente trae buenas noticias.”
28 Ajimas, gritando, dijo al rey: “IVictoria!” Prosternóse luego ante el rey, rostro en tierra, y dijo: “Bendito Yahvé, tu Dios, que ha entregado a los que alzaban su mano contra mi señor el rey.”
29 El rey preguntó: “Y el joven Absalón, ¿está bien?” Ajimas respondió: “Yo vi un gran alboroto cuando Joab envió al rey tu siervo, pero no pude saber lo que pasaba.”
30 Y el rey le dijo: “Pasa y ponte allí.” Pasó él y se paró.
31 Llegó luego el cusita y dijo: “Recibe, ¡oh rey, mi señor! la nueva de que ha defendido Yahvé hoy tu causa contra todos los que se alzaron contra ti.”
32 Y el rey preguntó al cusita: “Y el joven Absalón, ¿está bien?” Y el cusita respondió: “Que lo que es de ese mozo sea de los enemigos de mi señor el rey y de todos cuantos para mal se alcen contra ti.”
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Introducción a II Samuel 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Samuel.

Introducción.
En las Biblias hebraicas modernas, los dos libros de Samuel (a y b) siguen al de los Jueces. En un principio formaban ambos un solo libro, como lo demuestra la nota masorética final y la que figura en 1 Sam 28:23, con la advertencia de que dicho pasaje está en la mitad del libro. Su división en dos se generalizó a partir de la edición de Daniel Bomberg (Venecia 1517). De la unidad primitiva dan testimonio Orígenes (PG 20,581), San Jerónimo (PL 28, 598) y otros. En la versión de los LXX, los libros son llamados "Primero y Segundo de los Reinos," cuya calificación final rechaza San Jerónimo, diciendo: "Non enim multarum gentium regna de-scribit, sed unius israelitici populi" (Lc., 599). El santo Doctor prefiere que se diga libro de los Reyes, no de los Reinos. Los LXX escribieron los libros de Samuel en dos rollos, aproximadamente de la misma extensión, uniéndolos a los de los Reyes, con el título genérico de "Primero y Segundo de los Reyes." La Vulgata siguió la clasificación de los LXX, distinguiendo cuatro libros de los Reyes. De ahí que el I y el II de Samuel del texto hebraico corresponden al I y II de los Reyes en los LXX y Vulgata. El concilio Tridentino adoptó la división jeronimiana, que siguen todavía algunos autores. En las páginas que siguen distinguimos entre I y II de Samuel y I y II de los Reyes. Llámanse libros de Samuel por la antigua creencia (Baba Bathra 15a) de que los escribió el profeta Samuel, cuya obra completaron los profetas Gad y Natán, o por el lugar preeminente que ocupa Samuel en la institución monárquica de Israel.

Texto.
Los dos libros fueron escritos originariamente en hebreo, cuyo texto ha llegado defectuosamente hasta nosotros. Las narraciones paralelas con el libro de las Crónicas, a partir de 1 Sam c.31, y la confrontación del texto de 2 Sam c.22 con el Sal 18 ponen en evidencia que el texto no ha sido corrompido sustancialmente 1.

Versión Griega.
El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original hebraico. Luciano revisó el texto, cuyo trabajo publicó Lagarde en 1883. En el presente estado de cosas, la confrontación del texto hebraico con el griego es necesaria para llegar, en lo posible a restablecer el texto primitivo. A veces la versión de Luciano permite la reconstrucción de un texto hebraico mejor que el maso-rético. ¿Cuál de los dos textos, hebraico o griego, ha de preferirse? No existe unanimidad entre los autores. Ñ. Á. Ç. de Boer2 concede poco valor al texto griego para reconstruir el texto hebraico primitivo. Peters sostiene la tesis opuesta 3. En la cueva cuarta de Qumrán (49 Sama) se han encontrado restos de todo el libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Su texto está estrechamente emparentado con la recensión atestiguada por los LXX. Otro manuscrito de Samuel (495amb) representa un texto similar al de los LXX. Su texto se remonta probablemente a últimos del siglo III a.C.4 Lo más prudente es estudiar en cada caso el texto y ver y discernir qué lección se acerca más al original 1 hebraico.

Vulgata.
Los libros de Samuel fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo. Tiene algunas lecciones propias (1 Sam 15:4; 17:18; 30:20; 2 Sam 2:6, etc.), que deben tenerse en cuenta para la crítica textual. El texto consonantico y la escritura defectuosa del manuscrito hebraico empleado hicieron que no siempre lograra San Jerónimo una traducción feliz.

Contenido
En el contenido de los libros de Samuel caben distinguir cuatro secciones o partes. En la primera (c.1-v) se fija la atención en la figura de Samuel.
Dos personajes resaltan en la segunda sección (c.8-1s): Samuel y Saúl. El primero había envejecido, y sus hijos no seguían los caminos del padre, por lo que Israel pidió a Samuel un rey "para que nos juzgue, como todos los pueblos" (8:5). El profeta se resiste en un principio; pero, ante la indicación de Yahvé, accedió a sus deseos (c.8). A causa de su desobediencia, Saúl es rechazado por Dios (c.15). De Saúl y David se ocupan los capítulos 16-31 del libro I de Samuel. Saúl y su hijo mueren sobre los montes de Gelboé en guerra con los filisteos (31:1-13). David les dedica un canto fúnebre (2 Sam 1:1-27). De David se interesa exclusivamente la sección cuarta (2 Sam 2:1-20:35). Al final del libro van unos apéndices (c.21-24). Se refiere la muerte de los descendientes de Saúl en Gabaón (21:1-14); las hazañas de algunos valientes de David (21:15-22). Sigue un cántico de acción de gracias (22:1-51) y el oráculo de David (23:1-7). Se enumeran los laureados del rey (23:8-39). Acaba 1 libro con la noticia sobre el censo del pueblo, que Dios castigó con tres días de peste (24:1-16). David alza un altar en la era de Areuna el jebuseo (24:17-25).

Composición Literaria.
Una lectura superficial del libro o libros de Samuel no revela las anomalías de composición que ofrece. Fijando la atención, se observa entre unos textos y otros algunas divergencias notables (1 Sam 16:14-23 y 17:55-58). Unos son favorables a la monarquía (1 Sam 0:9; 10:1-16; c.11) y otros contrarios (1 Samc.8; 10:17-24; c.12). Los primeros representan la tradición de Guilgal o Caígala, y los segundos la de Masfa. Las narraciones dobles son varias: dos veces entra David en palacio (1 Sam 16:14-23 y 1 Sam 17:1-18); dos veces huye de la corte (1 Sam 19:12 y 21:1); dos veces le intenta matar Saúl (1 Sam 18:10-11 y 19:9-11); dos veces interviene Jonatán en favor de David (19:1-17 y 20:8-10; 18-39); dos veces es traicionado David por aquellos a quienes protege (1 Sam 23:1-13 y 23:19-28); dos veces se dice que Dios reprobó a Saúl (1 Sam 13:8-15 y 1 Sam 15:10-26). Algunas frases no están en armonía con el resto del libro. Por ejemplo, en 1 Sam 7:13 se afirma que "los filisteos no volvieron más contra la tierra de Israel," lo que difícilmente se ajusta con 9:16; c.13-14; 30-31. Según 1 Sam 15:35, "no volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte," pero se encuentran en 19:22-24. Otros ejemplos podrían aducirse.

Fuentes.
Conforme a la costumbre antigua oriental, los autores semitas utilizaban diversos documentos o aducían diversas tradiciones anteriores sin mencionarlas explícitamente. Una sola vez cita el autor el libro de Jaser (2 Sam 1:18), citado también por el autor de Jos 10:12, de donde copió el autor el canto fúnebre que pronunció David en honor de Saúl y Jonatán. En el libro, pues, se plantea el problema de las citas implícitas.
El autor sagrado ha manejado en su composición un amplio material, escrito y oral, a veces heterogéneo, llevado por el ideal de poner de relieve más bien los caminos que siguió Dios para llevar a término sus designios que de avalar siempre con su autoridad cada uno de los pormenores que aparecían en las fuentes que utilizaba.
La existencia de los diversos materiales utilizados aparece del estudio desapasionado de las siguientes secciones: 1) Crónica de la sucesión (2 Sann c.9-20), de la que dice E. de Meyer que es "una historia verdadera" 9; 2) Historia de Samuel (1 Sam c.1-1); 3) Orígenes de la realeza (1 Sam c.8-15); 4) Noticiario sobre Saúl (1 Sam 13:16-14:46); 5) David en la corte de Saúl (1 Sam 16:14-17:58); 6) Luchas entre Saúl y David (1 Sam 18:1; 31:25); 7) David rey (2 Sam 1:1; 8:18) 10.
La honradez del autor, su misma conducta de airear los diversos textos y dispares tradiciones acerca del período histórico que estudia, son una garantía de que escribe una historia verdadera empleando métodos distintos a los de la historiografía moderna. Los libros de Samuel se presentan exteriormente como una compilación de escritos y tradiciones en torno a los orígenes de la monarquía. Este acontecimiento trascendental en la historia de Israel debió sin duda de apasionar a todos los que se vieron envueltos en él y a su posteridad. El autor sagrado a veces yuxtapone las diversas tradiciones, otras veces las combina, las resume, amplía, etc.

Autor y data de Composición.
En los libros de Samuel se hallan muchos elementos antiguos, contemporáneos algunos de los mismos hechos. En los tiempos posteriores a David se escribió mucho sobre él y se comentaron las incidencias que le llevaron al trono y su actuación en el mismo. Hacia los años que siguieron inmediatamente a la caída de Samaría se generalizaron las especulaciones en torno a la memoria de David. El desastre del reino del Norte era una ocasión propicia para poner de relieve las promesas relativas a la continuidad de la dinastía davídica en el trono. Los reyes de Israel perecieron por haberse olvidado de Yahvé y no haber seguido el camino que les trazó David con su conducta. En tiempos de Ezequías hubo gran actividad literaria encaminada a desempolvar recuerdos antiguos y estudiar las causas que provocaron la dispersión de Israel entre los pueblos. Esta primera colección de noticias sobre la naciente monarquía recibió su forma última, con influencias deuteronomistas, en los días inmediatos al exilio o durante el mismo. Junto a los ríos de Babilonia medita el pueblo judío sobre el pasado de la nación, que, a la luz del castigo reciente, aparece como una continuada transgresión del pacto concluido en otro tiempo en el desierto n. El trabajo deuteronomista en los libros de Samuel fue de escasa importancia (1 Sam c.7 y 12; 1 Sam 4:18; 2 Sam 2:10-11; 5:4-5). En este tiempo pudo el autor obtener una visión panorámica de la historia de Samuel, Saúl y David y de las etapas que condujeron a éste al trono de Judá y de Israel. El exegeta católico podrá estrujar más o menos la letra del texto, pero no puede poner en duda, a la ligera, la historicidad sustancial de los libros de Samuel. Tenemos en los libros de Samuel una historia religiosa popular; pero aun con métodos y formas de decir y narrar antiguas y populares puede escribirse historia verdadera. En estos libros, como dejamos anotado, prevalece el elemento religioso. El hagiógrafo trata de inducirnos a observar la obra de Dios en los acontecimientos, cuyas causas humanas sabe él describir con viveza y realismo. Justamente, este mismo realismo, y sobre todo la imagen de David, en la que nos dejó dibujado no tan sólo sus nobles y altas cualidades, sino también sus debilidades, constituyen los elementos que nos dan la garantía de la credibilidad de su obra histórica 12.

Los libros de Samuel en el marco general de la historia.
El período comprendido entre Samuel y David no tiene contactos con los grandes imperios del antiguo Oriente. Egipto y Asiria duermen dentro del límite de sus fronteras. El pueblo más peligroso para Israel eran los incircuncisos, los filisteos. Fueron ellos los instrumentos de la justicia divina para castigar los pecados de Helí y de sus hijos (1 Sam 4:10-21). La expansión de los filisteos hacia el este despertó en Israel la idea de la unidad entre las tribus C0n una autoridad central que las aunara. Por lo mismo, el pueblo pidió a Samuel un rey que saliera al frente de ellos para combatir sus combates (1 Sam 8:20).
Al lograrse la unificación de Judá y de Israel en la persona de David, alcanzó Israel un poderío militar que bien pronto debían experimentar los enemigos fronterizos. Los filisteos fueron rechazados y sus ciudades puestas bajo el control de David; algunos mercenarios filisteos formaron parte de la guardia real. En el interior acabó con los islotes cananeos. Los árameos, amonitas, moabitas y edomitas le fueron tributarios. Con Tiro mantuvo David relaciones comerciales, pero no es posible señalar cuándo se produjeron estos puntos de contacto, porque no ocupaba todavía Hiram el trono de Tiro en los primeros años del reinado de David sobre Israel.
Esta falta de contacto con los pueblos e imperios de los alrededores dificulta la fijación cronológica de algunos puntos álgidos de esta historia. A falta de datos concretos, se procede a base de conjeturas. Hacia el año 1030, Saúl fue proclamado rey; entre los años 1010 y 970 reinó David. La arqueología no se opone a estas fechas, antes bien las confirma en líneas generales. Esta despreocupación por la cronología es un rasgo peculiar de la antigua historiografía semita.

Contenido doctrinal.
No para halagar a los historiadores han entrado los libros de Samuel en el canon bíblico. Encierran ellos un mensaje religioso, destinado en primer lugar a los israelitas, y después a sus herederos espirituales, los cristianos. Los libros anuncian las condiciones y las dificultades del establecimiento del reino de Dios sobre la tierra13. Yahvé es el Dios de Israel y su único rey; el monarca que elija el pueblo debe ser el representante de Dios en la tierra y el instrumento del que se servirá Dios para obrar grandes cosas. En ambos libros aparecen los atributos de Dios. Por medio de sus profetas se comunica a los hombres. Desde su infancia fue Samuel su confidente. Durante toda su vida manifestóse Samuel como defensor acérrimo de los derechos del yahvismo, no temiendo oponerse al mismo rey y echarle en cara su ingratitud para con Dios, que lo había elegido. Fue el profeta Natán el encargado de retransmitir a David la noticia de que la hegemonía prometida a la tribu de Judá se realizaría en su familia: Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad" (2 Sam 7:16). Yahvé se compromete a adoptar como hijos a los descendientes de David para ejercer por ellos su realeza sobre su pueblo. La monarquía, que a Samuel parecía contraria a la teocracia, se convierte en vehículo de ideas mesiánicas. Los profetas presentan a David como tipo del Mesías, y, una vez realizadas las profecías, los apóstoles hacen resaltar que las promesas hechas a David se han cumplido en el "hijo de David" por excelencia (Mc 10:47-48; Mt 15:22). San Pedro afirma la ascendencia de Jesús del rey David (Act 2:30; Mt 1:1; Lc 2:4). Con David se abren gloriosas perspectivas para Israel, haciendo surgir en el corazón de todos los hombres de buena voluntad la esperanza de un Mesías Salvador.
Fue David de carácter magnánimo, caritativo y misericordioso. Más que fijarnos en el lunar que suponen sus pecados de adulterio y homicidio, debemos considerar su fe, su arrepentimiento y sumisión a la palabra de los profetas. El autor del libro de las Crónicas tiende un velo piadoso sobre un pecado que David expió cumplidamente. En adelante, la conducta de los reyes de Judá y de Israel es juzgada tomando como punto de referencia la conducta de David. El pueblo pidió a Samuel les diera un rey como las otras naciones (1 Sam 8:20); pero no siendo Israel como los pueblos paganos, tampoco podía ocupar su trono un rey pagano, sino un vicario o representante de Yahvé. Ahora bien, fue David el prototipo de reyes teocráticos, que no se enorgullece de su cargo, antes bien se reconoce a sí mismo indigno representante de Dios sobre la tierra. El alma de David se transparenta en la colección de Salmos que se le atribuye, que alimentan todavía hoy la piedad de millares de fieles.


1 Para las cuestiones de crítica textual consúltese: P. Dhorme, Les livres de Samuel: "Et. Bibliques"; A. Fernández, Breve introducción a la crítica textual del A. T. (Roma 1917): Ídem, I Samuel 1-15. Crítica textual (Roma 1917); M. Rehm, Textkritische Untersuchungen zu den Paralleltexten der Samuel-Konigsbücher und der Chronik (Münster 1937).
2 Research in to Text of I Samuel 1-16 (Amsterdam 1938).
3 Beitrage zur Text und Literarkritik sowie zur Erklarung der Bücher Samuel (Fribur-
4 J. Milik, Dieci Anni di scoperte nel Deserto di duda (Marietti, 1957) 19.
5 W. O. E. Oesterley-Th. Robinson, An Introduction to the Books of the Oíd Testament (Londres 1949) 88; A. lods, Histoire de la Littérature hebraíque et juive depuis les origines jusqu'á la ruine de l'état juif (135 aprés J.G.; París 1950) 121-124.
6 Einleituns m das Alte Testament (Tübingen 1956).
7 Otras Concepciones Vigentes Se Encuentran Exp Lioros Sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 172-174; Bonn1936, 4-Rrr C. Kuhl. Die Enstehung Des Alten Uestas En Â. Mariani, Introiuctio In Ê. A. Leimbach, Die  Üchei Samuel Testaments (Berna 1953) 146-147.
8 L'aspect Reügfie De La Royante Ment Et Dans Les Testes Mésopotamiens
9 Die Israeliten Und Ihre Nachbar
10 Ntroducíion: A La Bibíe (Tourna Israélite. L·'Instituí Ton Monarchique Dans l'Ancien Testa-(Roma 1954) 89-112. Stamme (Halle 1906) 485. I 1957) 4I5SS.
11 De Vaux, Israel: DBS 762.
12 J. Schildenberger, Géneros Literarios De Los Libros Del Antiguo Testamento: "Los Géneros Literarios De La Sagrada Escritura" (Barcelona 1957) 131-132; M. Buber, Die Erzahlung Von Sauls Konigswahl: VT 6 (1956) 113-173; Ch. Keely, An Aproach To The Books Of Samuel: CBQ. 10 (1948) 254-270; A. Schulz, Erzahlungskunst In Den Samuelbüchern: "Biblische Zeit-Fragen," XI 6-7 (Münster 1923).
11 De Vaux, Les Livres de Samuel 16,,



Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Samuel  18,1-33

Muerte de Absalón (18:1-15).
1David revistó las tropas y puso al frente de ellas jefes de millares y de centenas; 2 una tercera parte, a las órdenes de Joab; una tercera, a las de Abisaí, hijo de Sarvia, hermano de Joab, y la otra tercera a las de Itaí el jeteo. El rey dijo a su gente: Yo saldré también con vosotros. 3 Pero la gente respondió: No, no salgas tú, porque, si somos vencidos, no importaría mucho aunque sucumbiéramos la mitad de nosotros. Pero tú, tú eres para nosotros como diez mil, y es mejor que puedas salir de la ciudad a socorrernos. 4 El rey respondió: Haré como os parece. Estúvose el rey cerca de la puerta, mientras por grupos de mil y de ciento salía la gente, 5 y dio esta orden a Joab, a Abisaí y a Itaí: Preservad por amor mío la vida del joven Absalón; y todo el pueblo oyó esta orden que dio David a todos los jefes. 6 Salió, pues, la gente al campo contra Israel y trabóse la batalla en los bosques de Efraím. 7 Allí sucumbió el pueblo de Israel ante los seguidores de David y se hizo una gran matanza, de veinte mil hombres. 8 Dispersóse la gente por toda aquella tierra, y fueron más los que devoró el bosque que los que aquel día hirió la espada. 9 Al encontrarse Absalón con las gentes de David, iba montado en un mulo; y al pasar en el mulo debajo de una encina muy grande y copuda, quedó aprisionada su cabeza entre las ramas de la encina, quedando colgado entre el cielo y la tierra, mientras el mulo en que iba montado escapaba. !0 Vio esto uno, y le dijo a Joab: He visto a Absalón pendiente de una encina. 11 Joab le dijo: ¿Y por qué no le echaste a tierra, y yo te hubiera regalado diez siclos de plata y un talabarte? 12Pero aquel hombre le dijo: Aunque me pesaras mil de plata, no pondría yo la mano sobre el hijo del rey, pues bien oímos todos que a ti, a Abisaí y a Itaí os dijo el rey: Guardadme a Absalón. 13Además, haría yo traición a mi vida, pues al rey nada se le esconde, y tú mismo testificarías contra mí. 14 Joab le dijo entonces: No será así, yo mismo le atravesaré delante de ti; y cogiendo tres dardos en sus manos, se los clavó en el corazón a Absalón, que todavía vivía, pendiente de la encina. 15Cercáronle luego diez mozos, escuderos de Joab, que hirieron a Absalón, acabándole.

Las simpatías del pueblo por David manifestáronse al enrolarse mucha gente en su ejército. Como solía hacerse, se dividió el ejército en tres cuerpos Que 7:16; 1Sa_11:18; 1Sa_13:17), que se confiaron a tres expertos jefes. Quería David tomar parte en el combate; pero, ante las razones de la gente (expresión para designar a la tropa,1Sa_17:8-9), quedóse junto a la puerta esperando el éxito de los acontecimientos.
Los dos ejércitos se enfrentaron en un espeso bosque de Trans-lordania, a la altura de la tribu de Benjamín, no lejos, o acaso en el actual es-Salt, palabra derivada del latín saltus, bosque. Los dados de Absalón que no cayeron en la refriega huyeron precipitadamente, buscando la salvación en la fragosidad de la selva, que entorpeció su huida y les puso al alcance de sus perseguidores.
También logró escapar Absalón montado en un mulo (1Sa_13:29) pero las ramas de los árboles y la maleza de la selva entorpecieron la marcha del animal, de manera que se encontró frente a frente con los hombres de David. En el intento de acelerar la marcha la cabeza de Absalón (no su cabellera, como se interpreta continuamente), quedó aprisionada entre dos ramas, en tanto que el mulo escapaba, quedando colgado entre el cielo y la tierra. Uno de los soldados contó a Joab haber visto a Absalón suspendido de una rama, a lo que contestó Joab: ¿Por qué no le mataste, y hubieras ganado diez siclos de plata (unas treinta pesetas) y un cinturón? El oficial le expuso largamente las razones que le movieron a respetar a Absalón; a lo que contestó Joab: No quiero perder el tiempo contigo (De Vaux), y, tomando en sus manos tres bastones (shebatim), dardos (LXX) o lanzas (Vulgata), se los clavó en el corazón, o cerca, porque siguió viviendo.
Con este acto viola Joab el mandato del rey, pero ejerce un derecho de guerra reconocido en aquel tiempo. Priva además a Israel de un personaje indeseable, que, en caso de sobrevivir, hubiera quizá cambiado el curso de las cosas. Absalón era reo de muerte por haber asesinado a Amnón (1Sa_13:28) y por haberse rebelado contra su padre (Deu_21:18-21). Unos jóvenes guerreros que acompañaban a Joab (1Sa_14:13) lo remataron.

Sepultura de Absalón (1Sa_18:16-18).
16 Entonces tocó Joab la trompeta, y el pueblo cesó en la persecución de Israel, porque Joab dio esta orden; 17 y cogiendo a Absalón, echáronle en un gran hoyo en el bosque y lo cubrieron con un gran montón de piedras, e Israel huyó cada uno a su casa. 18Habíase alzado Absalón en vida un monumento en el valle del rey, diciendo: Para que se conserve la memoria de mi nombre, pues que no tengo hijos, y dio al monumento su nombre, y así se llama hoy todavía el cipo de Absalón.

Conforme a la costumbre, el cadáver de Absalón fue arrojado a una fosa abierta en el bosque, que cubrieron con un montón de piedras (Jos_7:26; Jos_8:29) en señal de menosprecio y para escarmiento de las generaciones futuras. En el v.18 se añade una noticia sobre el monumento que Absalón había hecho levantar en el valle del rey, junto al torrente Cedrón, llamado vad, la mano de Absalón. Según Flavio Josefo (Ant. lúa. 7:10; 3), era un mausoleo de mármol blanco situado a menos de medio kilómetro de Jerusalén. Se discute acerca de su emplazamiento concreto, pero cabe conjeturar que se encontraba en el mismo sitio donde hoy se levanta el llamado sepulcro de Absalón, monumento de época helenística. Era costumbre que todos los judíos que pasaban junto a él le arrojasen piedras en señal de reprobación.

David, enterado de la muerte de su hijo (18:19-32)
19 Ajimas, hijo de Sadoc, dijo: Déjame correr al rey para darle la noticia de que Yahvé le ha hecho justicia de las manos de sus enemigos. 20 Joab le dijo: No le llevarás hoy tú la noticia, ya se la llevarás otra vez; pero no lo hagas hoy, pues que ha muerto el hijo del rey. 21 Y Joab dijo a un cusita: Ve y anuncia al rey lo que has visto. El cusita se prosternó ante Joab y corrió. 22 Ajimas, hijo de Sadoc, dijo, a pesar de todo, a Joab: Ocurra lo que ocurra, déjame que corra tras el eusita. Y Joab le dijo: ¿Por qué te empeñas en correr a él, hijo mío? Este mensaje no te aprovecharía. 23 Ocurra lo que ocurra, yo voy, repuso Ajimas, y Joab le respondió: Ve. Ajimas corrió por el camino de la Hoya y se adelantó al cusita. 24 Estaba David sentado entre las dos puertas. El centinela que estaba en la torre sobre la puerta alzó los ojos y miró, y vio al hombre que corría solo hacia la ciudad, 25 y gritó para advertir al rey. El rey dijo: Si viene solo, es que trae buenas noticias. En tanto el hombre siguió acercándose hacia la ciudad, 26 y el centinela descubrió al otro que corría también, y gritó del lado de la puerta: Otro que corre solo. El rey dijo: Es que también trae buenas noticias. 27El centinela dijo: Por el modo de correr, el primero me parece Ajimas, hijo de Sadoc. Y el rey dijo: Es hombre de bien, seguramente trae buenas noticias. 28 Ajimas, gritando, dijo al rey: IVictoria! Prosternóse luego ante el rey, rostro en tierra, y dijo: Bendito Yahvé, tu Dios, que ha entregado a los que alzaban su mano contra mi señor el rey. 29 El rey preguntó: Y el joven Absalón, ¿está bien? Ajimas respondió: Yo vi un gran alboroto cuando Joab envió al rey tu siervo, pero no pude saber lo que pasaba. 30Y el rey le dijo: Pasa y ponte allí. Pasó él y se paró. 31 Llegó luego el cusita y dijo: Recibe, ¡oh rey, mi señor! la nueva de que ha defendido Yahvé hoy tu causa contra todos los que se alzaron contra ti. 32 Y el rey preguntó al cusita: Y el joven Absalón, ¿está bien? Y el cusita respondió: Que lo que es de ese mozo sea de los enemigos de mi señor el rey y de todos cuantos para mal se alcen contra ti.

A Ajimas le espoleaba el prurito de ser el primero en anunciar al rey lo que había sucedido. Joab se lo impidió, porque no era concebible que un hombre de categoría, como era un hijo del sumo sacerdote Sadoc (15:27-36; 17:17), fuera portador de funestas noticias; podía ir él en caso de anunciar solamente la victoria sobre el ejército de Absalón; pero, en las circunstancias actuales, esta buena nueva iba unida estrechamente a la de la muerte de Absalón. Por lo mismo, Joab escoge a un cusita para mensajero. Una vez éste en camino, porfio Ajimas una y otra vez hasta que arrancó de Joab la autorización de ir, pensando éste que no alcanzaría al cusita. En contra de lo previsto, Ajimas llegó antes al lugar entre las dos Puertas, es decir, la interior y la exterior (1Sa_4:13-14), donde estaba sentado David. A las preguntas que le hizo el rey sobre la suerte de Absalón, encontró Ajimas una fórmula ambigua, un subterfugio para no dar la noticia sobre su muerte, ganando tierno para que llegara el cusita, esclavo etíope, y se lo anunciara de manera clara.