Esdras  4 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 24 versitos |
1 Cuando los enemigos de Judá y Benjamín supieron que los vueltos de la cautividad estaban reedificando el templo de Yahvé, Dios de Israel,
2 llegáronse a Zorobabel y a los jefes de familia y les dijeron: “Queremos cooperar con vosotros en la reconstrucción, porque también nosotros buscamos a vuestro Dios, y a él sacrificamos desde los días de Asaradón, rey de Asiría, que aquí nos trajo.”
3 Dijéronles Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia de Israel: “No conviene que juntos edifiquemos la casa de nuestro Dios; hemos de ser nosotros solos quienes la edifiquemos a Yahvé, Dios de Israel, pues así lo ha mandado el rey Giro, rey de Persia.”
4 Entonces las gentes de aquella tierra intimidaron al pueblo de Judá, queriendo impedir la construcción;"
5 y ganándose con dinero algunos consejeros de la corte, procuraron hacer fracasar su propósito durante todo el remado de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
6 En el reinado de Asuero, al comienzo de él, escribieron una acusación contra los moradores de Judá y de Jerusalén.
7 Y en tiempos de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas escribieron a Artajerjes, rey de Persia. La carta fue traducida al arameo y transcrita con caracteres árameos.
8 Rehum, el gobernador, y Simsaí, secretario, escribieron a Artajerjes, rey de Persia, acerca de Jerusalén, esta carta:
9 “Rehum, gobernador; Simsaí, secretario, y el resto de sus colegas, los jueces y los oficiales persas y los hombres de Erec, de Babilonia, de Susa, de Deha, de Elam"
10 y de otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar trasladó y estableció en la ciudad de Samaría y otros lugares del lado de acá del río,” etc.
11 He aquí la copia de la carta que mandaron al rey Artajerjes: “Tus siervos, las gentes del lado de acá del río, etc.
12 Sepa el rey que los judíos que de ahí salieron y han llegado entre nosotros a Jerusalén, están reedificando la ciudad rebelde y rnala, alzando sus murallas y restaurando los cimientos.
13 Que sepa, pues, el rey que, si esta ciudad es reedificada y reconstruidas sus murallas, no pagarán tributo, ni impuesto, ni derecho de peaje, y que de ello se ha de resentir el real tesoro.
14 Ahora, pues, como nosotros comemos la sal del palacio y no creemos conveniente que el rey sea menospreciado, mandamos al rey esta información;"
15 que se investiguen los libros de las historias de tus padres, y en ellos verás que esta ciudad es una ciudad rebelde, funesta para los reyes y sus provincias, y que ya de antiguo se movieron en ella revueltas, habiendo sido por esto destruida.
16 Hacemos saber al rey que, si esta ciudad se reedifica y se levantan sus murallas, perderás con esto mismo tus posesiones del lado de acá del río.”
17 Respuesta que mandó el rey a Rehum, gobernador; a Sirnsaí, secretario, y al resto de sus colegas que habitan en Samaría y otros lugares del lado de acá del río: “Salud, etc."
18 Ahora, la carta que nos habéis enviado ha sido leída exactamente en mi presencia.
19 Por orden mía se hicieron investigaciones, y ha sido hallado que ya de antiguo esa ciudad se rebeló contra los reyes y que se dio a la sedición y a la revuelta.
20 Hubo en Jerusaíén reyes poderosos, dueños de toda la tierra del lado de allá del río, a los que se pagaba tributo, impuesto y derecho de peaje.
21 Por consiguiente, mando que cesen los trabajos de esas gentes, para que esa ciudad no sea reconstruida sin una autorización mía.
22 No dejéis de poner en esto gran diligencia, no sea que el mal aumente, con perjuicio de los reyes.”
23 En cuanto la copia de esta carta del rey Artajerjes fue leída ante Rehurn, gobernador; Sirnsaí, secretario, y sus colegas, marcháronse apresuradamente a Jerusalén a los judíos e hicieron cesar los trabajos por la violencia y por la fuerza."
24 Entonces se pararon las obras de la casa de Yahvé en Jerusalén, quedando interrumpidas hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

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Introducción a Esdras 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Esdras-Nehemias.

Introducción.

Título.
Llámanse así por razón de que los protagonistas de los mencionados libros son Esdras y Nehemías. En el antiguo canon judío formaban un solo libro, que llevaba el título de Esdras; la misma unidad existía en los antiguos códices griegos (BSA) de los LXX, en los que ocupa el primer puesto el libro de Esdras A, que corresponde al III de Esdras, apócrifo, seguido de Esdras Â, ï sea de los libros canónicos de Esdras-Nehemías. Los Santos Padres dividieron el libro en dos, atendiendo a su argumento. Al primero llamaron Esdras, y Nehemías al segundo, por razón de las palabras de Neh 1:1. Esta división entró en el texto hebraico a partir de la edición de D. Bomberg (Venecia 1917). En la Vulgata se les llama 1 y 2 de Esdras.

Texto.
El libro fue escrito originariamente en hebreo en su mayor parte bien conservado en general, pero deficiente en cuanto a la transcripción de los nombres propios y números. En general, la lengua hebraica es decadente en cuanto a la gramática y sintaxis, principalmente en las partes que son propias del autor; menudean los aramaísmos. Dos pasajes están escritos en lengua aramaica, Esd 4:8-6:18; 7:12-26, sobre cuya índole disputan los autores. La versión griega se ha conservado en los códices BSA; fue hecha directamente del hebreo; de gran utilidad para la crítica textual es la revisión de Luciano. En general, el texto griego es inferior al hebreo (Kxos-Termann).

Argumento y división.
Tres son los temas principales que se desarrollan en el libro: i) Reconstrucción del templo (Esd c.1-6, menos 4:6-23). 2) Reparación de los muros de Jerusalén y repoblación de la misma (Esd 4:6-23; Neh c.1-13). 3) Bases jurídicas del judaismo (Esd c.7-19). A la restauración material, moral y religiosa de la comunidad hebraica se dedicaron los sionistas a partir del decreto de Ciro (538 a.C.)· Podríamos dividir el libro de Esdras en dos partes: i) Vuelta de los primeros cautivos bajo el caudillaje de Zorobabel (c.1-6), y 2) Caravana de repatriados conducidos por Esdras y reforma de costumbres (c.7-10). También el libro de Nehemías presenta una dob división: i) Nehemías llega a Jerusalén (c.1-7). 2) Reforma llevada a cabo por Esdras.

Autor.
Cada día toma más auge la sentencia de los que defienden que al principio los libros de Esdras y Nehemías formaban parte integrante de las Crónicas, siendo uno mismo el autor de unos y otros. Los que admiten esta unidad de autor insisten en las analogías; pero, si bien es verdad que entre estos libros es idéntico el espíritu de redacción, existen diferencia en cuanto al método empleado. La época de la redacción final es la de Alejandro Magno.

Documentos.
En la primera parte del libro de Esdras (1:1-6:22) hallamos una sección en hebreo y otra en aramaico (4:6-6:18). En la hebraica cabe distinguir dos documentos: i) edicto de Ciro (1:1-4), Que se reproduce en 6:3-5, y 2) elenco de repatriados (2:1-70), que, con ligeras variantes, se halla en la segunda (4:6-6:22), donde se incluyen los siguientes documentos: a) carta de los samaritanos a Artajerjes (4:7-16); b) respuesta del rey (4:17-22); c) carta de Tatnaí y Setar-Boznaí a Darío I (5:6-17), y a) contestación del monarca (6:3-12). El autor sagrado ha añadido a las mencionadas fuentes algunas indicaciones (4:7), las ha encuadrado en su contexto histórico (4:24-5:5), ha puesto una conclusión de índole histórica (6:13-18), terminando con una noticia sobre la celebración de la pascua (6:19-22). A las fuentes mencionadas cabe añadir, según algunos autores, otra, de origen hebraico en los dos primeros capítulos, visible, según dicen, en Esd 1:2-4; 8-11.
En la última parte del libro (c.7-10) aparecen las Memorias de Esdras. Según Lusseau, este documento representa la relación global de su memorial destinado a las autoridades persas (7:1-10:44). Es importante este documento por los datos cronológicos que encierra. En estas memorias se incluye una carta, en arameo, del rey Artajerjes a Esdras, sacerdote y escriba (7:11; 26).
Las Memorias de Nehemías abarcan desde Neh 1:1 hasta 12, 27-13-3; con la inserción de otros documentos contemporáneos (Neh 3:1-32; 11:4-19) y otro de origen más antiguo (7:6-72). El autor no siempre reproduce íntegramente las fuentes de que se sirve; algunas veces ha suprimido aquello que no interesaba y ha añadido algo que conducía a su fin (Neh 11:25-12:26; Neh 8:7-9; 9:4-5; 12:33-36); otras las ha resumido (Esd 4:6-7; 7:1-11) o retocado ligeramente o las ha desplazado de su contexto (Esd 4:6-6:18). Los capítulos Neh 8-10 interrumpen el discurso directo, desplazan la reforma material al terreno religioso y moral, reapareciendo la figura de Esdras. Su colocación plantea un problema no resuelto todavía.

¿Esdras-Nehemías, o a la inversa?
La lectura del libro supone que los acontecimientos se sucedie-°n según el orden cronológico actual de Esdras-Nehemías.
Este orden tradicional es puesto en tela de juicio por muchos autores recientes, católicos e independientes, siguiendo a Van Hoonacker, quienes proponen el siguiente curso de los acontecimientos·1) reconstrucción del templo por los repatriados con ocasión del edicto de Ciro (año 538; Esd 1:1-6:22); 2) en el año veinte de Artajerjes I Longimano (445-44) se dirige Nehemías a Jerusalén, emprendiendo el trabajo de reconstrucción de las murallas (comienzo de las 70 semanas del profeta Daniel, Dan 9:24-27); 3) al año séptimo del reinado de Artajerjes II Mnemone (404-358), es decir, el 398, llegó Esdras a Jerusalén para acometer la reforma religiosa (Esd 7:1-10:44). Sus argumentos tienen importancia, lo que explica el gran favor que ha encontrado esta inversión entre los autores católicos (Touzard, Renie, Ricciotti, Vandervost, Pelaia, Le-Maire-Baldi, etc.) e independientes. Pero no son decisivos. Es difícil, escribe Dhorme, pronunciarse sobre esta cuestión, que obligaría a reconsiderar toda la historia de la restauración hecha por Esdras y Nehemías. Según el espíritu del autor sagrado, el templo es antes que la ciudad, el sacerdote antes que el gobernador.
Podríamos amontonar razones en pro y en contra de esta debatida cuestión; nuestra posición coincide con la de Schneider al decir que se inclina más por la prioridad de Nehemías; pero, haciendo suyas unas palabras del P. De Vaux 1, añade: Sin embargo, no estoy todavía convencido de ello. Lemaire-Baldi y Pelaia confiesan que las razones aportadas para la prioridad de Nehemías no son apodícticas; tomadas aisladamente, pueden impugnarse; consideradas en su conjunto, tienen gran valor.

Historia profana del período Esdras-Nehemías.
Las noticias sobre la repatriación y reorganización de la comunidad judaica en Jerusalén por obra de Esdras y Nehemías corresponden a un marco histórico que tiene como término a quo el año 538 y como fin el reinado de Artajerjes II (404-358). El año 539, Ciro entró triunfante en Babilonia. Murió en 530, sucediéndole su hijo Cambises (530-522), que sometió a Egipto, achacándole Heródoto haberse dejado dominar allí por su locura sacrilega, noticia que confirma un texto de Elefantina en que se dice que destruyó todos los templos egipcios, excepto el de Yaho (Yahvé; Pritchard, 492).
A Cambises siguió Darío I (521-486), que unificó el imperio, construyó una red de caminos por todo el país, dividió el imperio en veinte satrapías, ensanchando sus límites. La quinta satrapía, llamada Abarnahara, comprendía Palestina, Fenicia, Chipre y Siria. Sucedióle Jerjes (485-464). Fue un rey muelle, afeminado, despótico y cruel. En el libro de Ester se da de él un retrato muy parecido a este que hemos mencionado de Heródoto. Fue asesinado en una revuelta de palacio, junto con su hijo Darío. Subió al trono Artajerjes I (464-424), con el sobrenombre de Longimano. A su muerte reinó su hijo Jerjes II, sólo por cuarenta y cinco días. Darío II (424-405), hijo de Artajerjes, siguió las inspiraciones de s mujer Parisatis. Del séptimo año de Darío (417) se conserva un texto del sátrapa de Egipto, Arsames, que señala a los judíos de la colonia de Asuán la manera de celebrar la pascua.
A él siguió Artajerjes II (404-358), llamado Mnemone. Tuvo que sofocar la revuelta de su hermano Ciro el Joven, a quien venció en la batalla de Kunaxa (401 a.C.). El año 404, Egipto consiguió la independencia, dando inicio la 28 dinastía. Los partidarios del orden Ne-hemías-Esdras colocan la misión de este último el año 398 a.C., en tiempos en que a la dinastía 28, de Amisteo, sucedió la 29, de Neferites I (398-392), contra la que combatía encarnizadamente Artajerjes. ¿Era buena esta fecha para autorizar la repatriación de numerosos judíos capitaneados por Esdras?
Esta rápida ojeada histórica confirma que la historia bíblica y profana corren paralelas, sin desacuerdos ni antinomias.

Los judíos en el imperio persa.
Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río Kebar, en Tell Abib (Ez 3:15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la explotación agrícola (Ez 3:15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; 51:59; Neh 1:1ss), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29:1; Ez 8:1; 14:1). Con el tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc.2. Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se negaron a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempos de los persas.
La administración persa mostróse liberal con los pueblos subyugados por Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica.

Renovación religiosa.
Fue el exilio una dura prueba para Israel (Jer 31:15). Corría peligro de que al contacto con los pueblos paganos perdiera su peculiaridad religiosa, su sentimiento de pertenencia a Yahvé y de que Denegara de un Dios que, en concepto de algunos, no fue capaz de liberarlo de manos de Nabucodonosor. Pero la actividad de los profetas, sobre todo Jeremías y Ezequiel, salvó al pueblo en esta Coyuntura trágica. Israel supo reaccionar favorablemente. Ezequiel fue el promotor de las grandes corrientes religiosas existentes despues del exilio: separación total del mundo pagano, estudio de 1 Ley. Las almas encontraban asimismo una literatura tonificante en el oráculo de Is c.40-55, que, a causa de sus predicciones mesiánicas, excitaban también el patriotismo. Con el exilio nace el judaísmo y se constituye el Estado-Iglesia 3.
Los repatriados iniciaron su vida según las Escrituras, que, por obra de Esdras, se comienzan a codificar, formando el canon de las Escrituras sagradas. En toda la literatura sagrada, mosaica y profética, coleccionada en esta época se encontraba la respuesta de Israel a la revelación divina. Restauróse el altar de los sacrificios, el templo y la ciudad santa; Israel surgía con espíritu y corazón nuevos (Ez 6:9; 11:19) Y reanudaba su alianza con Dios (Ez 11:20; 14:11).

Doctrina religiosa.
Los judíos que habitaban en Babilonia no se desentendieron de sus hermanos que en Judea ponían las bases del nuevo Estado de Israel. Zorobabel, Esdras y Nehemías fueron hombres providenciales, instrumentos de que se sirvió Dios para despertar la conciencia de su pueblo escogido. Sometido Israel al dominio persa, no trató de sacudir su yugo, proclamar su independencia nacional, sino que centró todas sus actividades en torno al templo y a la sombra de los muros de la ciudad santa. La Ley será su norma de fe y costumbres; de su meditación y estudio surgirán diversas leyes encaminadas a separar, segregar al pueblo escogido de las gentes del país y obligarle a un comportamiento escrupuloso de las leyes de la teocracia. Quienes se negaban a acatarlas eran separados de la comunidad. Israel se agrupa en torno a un solo Dios, a un único templo servido por sacerdotes y levitas. En las sinagogas empezó a leerse la Ley y los Profetas, con lo que se recuerda constantemente al pueblo sus deberes religiosos. Un cuerpo de escribas se entrega al estudio de la Escritura. Es una época de renovación espiritual silenciosa, pero eficaz.

1 RB 63 (1956) 423-427.
2 G. Cardascia, Les Archives de Murashu (París 1951).


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Esdras  4,1-24

Exigencias de los samaritanos (4:1-3).
1 Cuando los enemigos de Judá y Benjamín supieron que los vueltos de la cautividad estaban reedificando el templo de Yahvé, Dios de Israel, 2llegáronse a Zorobabel y a los jefes de familia y les dijeron: Queremos cooperar con vosotros en la reconstrucción, porque también nosotros buscamos a vuestro Dios, y a él sacrificamos desde los días de Asaradón, rey de Asiría, que aquí nos trajo. 3 Dijéronles Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia de Israel: No conviene que juntos edifiquemos la casa de nuestro Dios; hemos de ser nosotros solos quienes la edifiquemos a Yahvé, Dios de Israel, pues así lo ha mandado el rey Giro, rey de Persia.

No se mencionan explícitamente los enemigos de los repatriados, pero no cabe duda que fueron los samaritanos (Neh_4:2). El autor habla de Judá y Benjamín, las dos tribus que formaban fundamentalmente el reino de Judá, considerando el templo de Jerusalén como santuario nacional. A los repatriados llama el texto los hijos de la cautividad. Los samaritanos dirigiéronse a las autoridades civiles y religiosas, pidiendo se les autorizara contribuir a la obra. Alegan ellos que invocan a Yahvé y le ofrecen sacrificios. El texto hebraico, a causa de una corrección debida probablemente a los masoretas, pone en boca de los comisionados las palabras: Y nosotros no sacrificamos. Además de estas razones de carácter religioso, pretendían ellos otras ventajas políticas. Al colaborar con los repatriados, adquirían un derecho sobre el templo, se les facilitaba su presencia en Jerusalén y acaso se les abría el camino para ejercer sobre los sionistas una especie de control y autoridad. Los jefes de los repatriados no se dejaron engañar, rechazando el ofrecimiento por ser orden de Giro que fueran ellos solos los que edificaran el templo. Las autoridades no aducen las razones decisivas que motivaron su negativa. Fueron éstas de carácter religioso principalmente. ¿Como podían admitir la colaboración de unos sincretistas que buscaban a Dios y ofrecían al mismo tiempo sacrificios a los ídolos? ¿No era Yahvé un Dios celoso, que no toleraba competidores? (Exo_20:5; Exo_34:14). ¿Cómo podían autorizar esta colaboración sabiendo que con ellos se franqueaba la puerta del santuario a gentes incircuncisas e impuras? (Isa_52:1).

Reacción samaritana (Isa_4:4-5).
4Entonces las gentes de aquella tierra intimidaron al pueblo de Judá, queriendo impedir la construcción; 5y ganándose con dinero algunos consejeros de la corte, procuraron hacer fracasar su propósito durante todo el remado de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.

La indignación apoderóse de los samaritanos, llamados aquí pueblo de la tierra (am haares), no en el sentido sociológico de terratenientes (2Re_23:30-35), en oposición a dalat haares, los indigentes, sino en el sentido de las gentes que ocupaban el país a la llegada de los repatriados. Con sus manejos impedían a los obreros que trabajaran, retrasando con ello la reconstrucción del templo. Para su causa ganaron la voluntad de algunos funcionarios residentes en Samaría, que paralizaron la obra del templo durante los años 538-530 de Ciro y durante todo el reinado de Cambises (530-522), con unos quince o dieciséis años en total. Seguramente que Ciro se hubiera opuesto a la idea de paralizar las obras, pero sus oficiales destacados en Palestina, ganados por el dinero, se daban maña para impedir que las quejas de los repatriados llegaran a la corte imperial. La historia conservó memoria de este primer fracaso en orden a la reedificación del templo. En contra de lo que sucederá más tarde (Age_1:3ss), la primera caravana de repatriados empezó la obra con entusiasmo, pero una oposición sistemática la paralizó en sus comienzos.
El autor, que ha hablado del obstruccionismo samaritano en tiempos de Ciro (Age_4:1-5), abandona el orden cronológico para insistir sobre el mismo tema, aduciendo unos hechos acaecidos bajo el reinado de Jerjes (485-465) y Artajerjes, que encontró en un escrito arameo.
En el mencionado documento se hablaba, conforme al orden cronológico (Age_5:1-6-18), de la reconstrucción del templo bajo el reinado de Darío (522-485), y, finalmente, de las tentativas de levantar los muros de Jerusalén en tiempos de Jerjes (485-464) y Artajerjes (464-424). Pero el autor invirtió conscientemente el orden con el fin de juntar 4:6-23 con 4:1-5 y reunir de esta manera toda la documentación relativa a las intrigas de los samaritanos.
Esta inversión del texto (5:1-6:18 después Deu_4:6-23) obedece a la semejanza de argumento. De hecho, tanto en la sección 4:6-23 como en 4:1-5 se habla de la paralización de las obras por intrigas de los samaritanos, aunque en el primero de los textos se hable de la reconstrucción de los muros en tiempos de Jerjes y en el segundo de la reedificación del templo en tiempos de Ciro. Otras explicaciones han sido propuestas por autores católicos y acatólicos, que, a nuestro parecer, presentan sus dificultades.

Los samaritanos durante el reinado de Asnero (4:6).

6 En el reinado de Asuero, al comienzo de él, escribieron una acusación contra los moradores de Judá y de Jerusalén.

El tema de la oposición de los samaritanos le apasiona tanto al autor, que le obliga a dar un salto histórico. Como en tiempos de Ciro, también en los del rey Asuero se mostraron los samaritanos hostiles a los judíos, escribiendo en contra suya una carta al monarca persa. Era éste Jerjes (485-464), hijo de Darío, llamado Asuero en el texto hebraico (ahashverosh), y del cual se habla largamente en el libro de Ester. Los autores de la carta eran tanto los samaritanos como las personas que se habían afincado después del exilio en tierras de Judá y de Jerusalén. Bajo la capa de patriotismo y adhesión al rey de Persia, escribieron una acusación a fin de conservar los derechos adquiridos sobre las tierras y domicilios, tratando, además, de impedir sucesivas oleadas de repatriados. Los samaritanos debían exponer al monarca el peligro que representaba la reconstrucción de las murallas de la capital del yahvismo.

Carta a Artajerjes (4:7).
7 Y en tiempos de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas escribieron a Artajerjes, rey de Persia. La carta fue traducida al arameo y transcrita con caracteres árameos.

Era Artajerjes el hijo menor de Asuero, al cual sucedió en el trono (464-424) después de haber dado muerte a su hermano mayor, Istaspes, que se lo disputaba. Durante su reinado recibió varias acusaciones de los samaritanos contra los judíos. La primera carta fue escrita por tres personajes conocidos, con la aprobación de todos sus colegas. Se discute si son tres o dos los firmantes de la carta con su nombre. Algunos autores (Ricciotti, Médiebelle) interpretan el término bishlam como equivalente al hebreo beshalom, en paz, de acuerdo, aduciendo en su apoyo la versión griega, árabe y siríaca. Rudolph propone la lectura besahlem, birushalayim, contra Jerusalén, siendo el sentido de la frase: Escribieron contra Jerusalén a Artajerjes. Bislam figura como primer promotor de la acusación. Mitrídates es un persa establecido en Palestina, ganado por los samaritanos a su causa. Dícese que la carta estaba escrita en arameo. Fueron los árameos tribus nómadas que habitaban los territorios comprendidos entre Arabia y Mesopotamia, que se infiltraban, ya sea en Siria, en TransJordania y Mesopotarnia. A últimos del siglo VIII, su lengua convirtióse en la lengua diplomática y de las relaciones comerciales entre los pueblos del Próximo Oriente (2Re_18:26). En el texto masorético dice la última parte del v.7: traducida al arameo. Falta esta última palabra en e texto griego, por lo cual se ha deducido que faltaba en el original, en el que entró por obra de un copista que quiso indicar que empezaba aquí la sección aramaica. En efecto, a partir del v.8 empieza el texto aramaico, que se prolonga hasta 6:18. Calla el texto el éxito de la carta. Tampoco se vislumbra en él si la letra fué escrita en arameo y traducida al persa, o viceversa.

Los samaritanos a la carga (4:8-10).
8 Rehum, el gobernador, y Simsaí, secretario, escribieron a Artajerjes, rey de Persia, acerca de Jerusalén, esta carta: 9 Rehum, gobernador; Simsaí, secretario, y el resto de sus colegas, los jueces y los oficiales persas y los hombres de Erec, de Babilonia, de Susa, de Deha, de Elam 10 y de otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar trasladó y estableció en la ciudad de Samaría y otros lugares del lado de acá del río, etc.

Quizá la carta antes mencionada (v.7) no surtió efecto, por lo cual los samaritanos ganaron para su causa al gobernador de Samaria, Rehum (v.17), quien, a su vez, mandó otra a Artajerjes, que firmaron las autoridades supremas de la provincia, los funcionarios persas y los jefes de los colonos que habían sido trasladados a Palestina de varias regiones. Considerando los acontecimientos fríamente, se comprende e incluso se justifica esta conducta de los samaritanos. Desde el año 722 fué Samaría capital de una provincia creada por los reyes de Asiría. Después de la muerte de Godolías (587), el territorio de Judá fué sometido a la provincia de Samaría. Al regresar los sionistas a Jerusalén, encontráronse bajo el control de los samaritanos, quienes se esforzaron en mantener sus privilegios sobre Jerusalén y Judá. Ante el conflicto entablado entre samaritanos y sionistas, las autoridades provinciales apoyaron fuertemente los derechos adquiridos desde muchos años por los primeros, haciendo ver al monarca las fatales consecuencias que podían derivarse de un cambio político. La intervención personal del gobernador debía pesar mucho en el palacio del soberano persa. Algunos autores (Fernández, Pelaia, Michaeli, Médiebelle) toman las palabras que significan los jueces, oficiales y delegados persianos como nombres propios de dineos, afarsakeos, tarpeleos, afarseos. Hanse hecho muchas conjeturas acerca del lugar de origen de estos personajes en el supuesto de que lo sean . Los dineos pueden provenir de la Media o de una región vecina al lago Van. Se identifican los afarsakeos con los habitantes de Partasak o Partuka, tribus medas de las cuales se habla en la inscripción de Asaradón. En cuanto a los tarpeleos, pueden identificarse, o con los tapurai, de que habla Tolomeo 2, o los tapyroi, de Estrabón 3. Los afarseos pueden ser acaso los parsuas de los textos de Senaquerib, que habitaban al sur del lago Urmia. Como hemos dicho, con estos nombres se designan hipotéticamente unos colonos de Palestina procedentes de las regiones mencionadas. Pero es muy posible que se trate de nombres de oficio. Los hombres de Erec proceden de la ciudad del mismo nombre mencionada en Gen_10:10, hoy Warka. Los de Deha pueden identificarse quizá con los de Daai, de los griegos 4 tribus nómadas de Persia. Asnapar es Asurbanipal (668-626), llmado Sardanápolo por los griegos. Con la expresión otros lugares del lado de acá del río debe entenderse la región que se extiende desde el Eufrates hasta la frontera de Egipto, abarcando el territorio de la quinta satrapía (Abarnahara), llamada también Transpotamia y Transeufratena.

Contenido de la carta (Gen_4:11-16).
11 He aquí la copia de la carta que mandaron al rey Artajerjes: Tus siervos, las gentes del lado de acá del río, etc. 12 Sepa el rey que los judíos que de ahí salieron y han llegado entre nosotros a Jerusalén, están reedificando la ciudad rebelde y rnala, alzando sus murallas y restaurando los cimientos. 13 Que sepa, pues, el rey que, si esta ciudad es reedificada y reconstruidas sus murallas, no pagarán tributo, ni impuesto, ni derecho de peaje, y que de ello se ha de resentir el real tesoro. 14 Ahora, pues, como nosotros comemos la sal del palacio y no creemos conveniente que el rey sea menospreciado, mandamos al rey esta información; 15 que se investiguen los libros de las historias de tus padres, y en ellos verás que esta ciudad es una ciudad rebelde, funesta para los reyes y sus provincias, y que ya de antiguo se movieron en ella revueltas, habiendo sido por esto destruida. 16 Hacemos saber al rey que, si esta ciudad se reedifica y se levantan sus murallas, perderás con esto mismo tus posesiones del lado de acá del río.

En la carta se exponen fríamente los hechos. Ninguna acusación referente al templo, cuya construccion despertaba menos recelo que la construcción o reparación de las murallas. Una ciudad desmantelada, abierta, no puede hacer frente a un ejército; pero, en el caso de contar con potentes fortificaciones y gruesos muros, puede resistir largo tiempo. Este es el caso de la ciudad rebelde y mala, que resistió casi dos años a las tropas de Nabucodonosor. ¿Quiere ahora el rey que la historia se repita? Una vez los judíos se crean amparados por las murallas, volverán la espalda al rey e incluso se negarán a pagarle los tributos, impuestos y derechos de peaje por las grandes vías del imperio. Estos tributos en metálico, unidos a los impuestos que pagaban las gentes del país en especie, contribuían a sanear el erario público.
Al fin del v.13 se lee una palabra aramaica, que algunos consideran de origen persa y otros babilónico, traduciéndola por finalmente y en lo sucesivo, respectivamente. El texto original puede interpretarse en el sentido de que en tiempos de Artajerjes hubo una caravana de repatriados cuya misión era la de reconstruir 1 ciudad. Pero cabe el sentido más genérico de una repatriación ? judíos procedentes de Babilonia y de Persia, sin aludir al tiempo en que tuvo lugar. No se conoce una repatriación en tiempos de Artajerjes.
La frase comer la sal puede significar que los firmantes eran asalariados del gobierno central, o puede referirse a la existencia de una alianza entre ellos y el soberano persa semejante al pacto de la sal de que se habla en Lev_2:13; Num_18:19; 2Cr_13:5. E1 contexto nos induce a inclinarnos por el primer significado. A los firmantes de la carta, que viven de un salario, no interesa que otros se adueñen de una situación que podría significar el cese en sus cargos. Las acusaciones lanzadas contra los judíos tienen fundamento histórico. Un repaso de las crónicas de sus antepasados (aramaico: de tus padres) confirmará las acusaciones. Los escribas reales tenían la misión de consignar los acontecimientos que sucedían. Esta costumbre es conocida en Israel, en donde se habla de los anales de los reyes de Samaría y de Judá.
Insisten los acusadores en decir que fue Jerusalén una ciudad rebelde y que en su recinto se fraguaron muchas revueltas. Es muy probable que con ello hagan referencia al hecho de que los últimos reyes de Judá (Joaquín y Sedecías) buscaran la alianza de Egipto para sacudir el yugo babilónico. La conclusión de la carta es de amenaza, pero sigue lógicamente lo dicho en las premisas. Mientras Jerusaíén carezca de murallas que la protejan, permanecerá fiel al gobierno central y no se volverá contra las autoridades provinciales. Una vez se reedifiquen las murallas, puede el rey temer que de un día a otro pierda no sólo aquella ciudad, sino todos los territorios de la provincia transeufratena, o sea, toda la quinta satrapía.

Respuesta del rey (2Cr_4:17-22).
17 Respuesta que mandó el rey a Rehum, gobernador; a Sirnsaí, secretario, y al resto de sus colegas que habitan en Samaría y otros lugares del lado de acá del río: Salud, etc.18 Ahora, la carta que nos habéis enviado ha sido leída exactamente en mi presencia. 19 Por orden mía se hicieron investigaciones, y ha sido hallado que ya de antiguo esa ciudad se rebeló contra los reyes y que se dio a la sedición y a la revuelta. 20 Hubo en Jerusaíén reyes poderosos, dueños de toda la tierra del lado de allá del río, a los que se pagaba tributo, impuesto y derecho de peaje. 21 Por consiguiente, mando que cesen los trabajos de esas gentes, para que esa ciudad no sea reconstruida sin una autorización mía. 22 No dejéis de poner en esto gran diligencia, no sea que el mal aumente, con perjuicio de los reyes.

El rey acusa recibo de la carta que le habían enviado desde ternaria. Los destinatarios son Rehum, Simsaí y otras autoridades Personajes de la satrapía transeufratena. La letra impresionó Monarca, que escuchó y meditó su contenido. Escrita en arameo, fue leída en persiano, despacio, acentuando cada palabra disfámente (mefarash). Atendiendo a las sugerencias que le hacían la carta, dio orden el rey de consultar las crónicas referentes a Juda, o, en general, al pueblo de Israel. Se leía allí que en un tiempo fue un reino muy poderoso, que se extendía hasta el Eufrates, y al cual los pueblos dominados pagaban tributos, impuestos y derecho de peaje. Sólo en tiempos de David y Salomón (2Sa_8:6; 1Re_4:24) conquistó Israel algunos territorios del lado de acá del Eufrates, pero emplea el texto un lenguaje hiperbólico. En cuanto a estos documentos, que el texto llama memorias de los padres cabe decir que, además de los anales de los reyes de Babilonia 1 pudo el rey persa conocer las memorias e historias de los reyes de Judá, trasladadas a Babilonia juntamente con los deportados.
En vista de los datos históricos que confirmaban los temores expresados por el gobernador de Samaría, dispuso el monarca el cese de los trabajos hasta que no disponga otra cosa. Artajerjes no niega de manera definitiva la autorización de construir las murallas de Jerusalén; sólo suspende la orden temporalmente.

Se cumple la orden real (1Re_4:23).
23 En cuanto la copia de esta carta del rey Artajerjes fue leída ante Rehurn, gobernador; Sirnsaí, secretario, y sus colegas, marcháronse apresuradamente a Jerusalén a los judíos e hicieron cesar los trabajos por la violencia y por la fuerza.

El texto refleja bien la tirantez de relaciones existentes entre Samaría y Jerusalén. Rehum (el gobernador, dice el texto griego), Simsaí y sus colegas marcharon precipitadamente a Jerusalén para hacer cumplir la orden real. Ante la resistencia de los judíos, apelaron a la fuerza y a la violencia. ¿Quién había autorizado la reconstrucción de la ciudad y de las murallas? No lo especifica el texto. Quizá los repatriados, amparándose en el permiso de reconstruir el templo, vieron la necesidad que tenían de protegerlo contra los ataques de los pueblos circunvecinos. De ahí que, andando el tiempo, atreviéronse a emprender esta obra, contando con la anuencia implícita del rey y con la indiferencia de las autoridades provinciales. Sus cálculos fallaron, teniendo que esperar a que el tiempo hiciese factible su legítimo anhelo.

Paralización de las abras del templo (1Re_4:24).
24 Entonces se pararon las obras de la casa de Yahvé en Jerusalén, quedando interrumpidas hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

Este verso sigue inmediatamente al v.5 de este mismo capítulo. La razón de su desplazamiento radica en que el autor, enfrascado en el tema de la hostilidad de los samaritanos, intercaló en su texto una narración antisamaritana hallada en un documento aramaico (v.6-23). Con ello pudo hacer resaltar que la enemistad de los samaritanos contra Jerusalén continuaba año tras año y se manifestaba todas cuantas veces intentaban los judíos emprender algo concerniente a su resurgimiento, seguridad y progreso, en perjuicio de los samaritanos. Como el v.24 era no sólo natural conclusión del relato arameo paralelo a 4:1-5, sino que al mismo tiempo era oportuna introducción a 5:1ss, por esto lo conservó, colocándolo inmediatamente antes de la segunda restauración del templo (Fernández). por algunos años quedaron paralizadas las obras del templo hasta los tiempos de Darío. Entre tanto, los repatriados aprovecharon el tiempo en asegurar e incrementar su patrimonio, mejoras de tierra, construcciones de casas confortables. ¿Ha venido para vosotros, les dirá Ageo, el tiempo de morar en casas artesonadas, mientras está en ruinas esta casa (el templo)? (Age_1:4).