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Segunda y Tercera Epístolas de San Juan.
Introducción.
Autenticidad y canonicidad de la 2 y 3 Jn.
La genuinidad de estas dos breves epístolas fue controvertida en la antigüedad. Y actualmente hay bastantes críticos acatólicos que niegan la autenticidad joánica de estas dos epístolas. Los críticos suelen atribuirlas a un cierto Juan, presbítero, contemporáneo del apóstol, el cual posteriormente habría sido confundido con él e identificado con el discípulo amado. Esta sentencia pugna, como veremos en seguida, con la tradición y con el testimonio de las mismas epístolas.
a) Critica interna. En primer lugar podemos observar que la 2 y 3 Jn tienen tales semejanzas entre sí, que todos los autores coinciden en atribuirlas a un mismo autor. Son, como decía Holtzmann, dos hermanas gemelas 1. La parte inicial y final de ambas epístolas se corresponden claramente 2. La parte central difiere, porque trata de materia diversa. En las dos epístolas, su autor es designado con el título de el Presbítero, es decir, el Anciano. Se le debía de dar este título o apelativo más por su autoridad extraordinaria que por su ancianidad. El Presbítero gozaba de una gran autoridad en todas las iglesias del Asia Menor. Por eso en sus epístolas ordena, corrige, juzga, alaba con autoridad. Y su autoridad es indiscutible entre todos los fieles. El título de Presbítero, que implica al mismo tiempo ancianidad y sobre todo autoridad jerárquica, corresponde perfectamente al apóstol San Juan, que era el único que quedaba del colegio apostólico a finales del siglo I.
Hay, sin embargo, autores modernos que se sirven del título de Presbítero (6 ôôñåóâýôåñïâ) para negar la autenticidad apostólica de las dos epístolas, pues afirman que ese título no convenía a un apóstol. Estas dudas tienen, en parte, su fundamento en un texto de Papías, obispo de Hierápolis, en que se habla de un Juan presbítero distinto de San Juan Apóstol 3. Pero el sentido normal del texto de Papías demuestra que el término ðñåóâýôåñïé, en plural, se refiere a los apóstoles Andrés, Pedro, Felipe, Tomás y Juan. Y la palabra ó ðñåóâýôåñïò, en singular, se refiere en el mismo contexto a Juan discípulo del Señor, para distinguirlo de otro discípulo del Señor llamado Aristión. Por donde se ve que presbítero para Papías es sinónimo de apóstol al menos en el contexto indicado. El apóstol San
Pedro, escribiendo a los presbíteros, se llama también a sí mismo copresbítero (óõìðñåóâýôåñïâ) 4. Õ San Pablo se designa a sí mismo con el calificativo de anciano (ðñåóâýôçò) 5. De donde se sigue que no tiene nada de anormal que a un apóstol se dé el título de el Presbítero. Y esto se comprenderá aún mejor si tenemos presente que San Juan vivió hasta edad muy avanzada. Tenían que llevarle a las reuniones cristianas por no poder valerse por sí mismo. Y se hizo voz corriente entre los discípulos que no moriría antes de la venida del Señor 6, Además, es muy propio de San Juan acudir a un circunloquio para designarse a sí mismo, como hace en el evangelio con la expresión el discípulo a quien Jesús amaba, y en estas dos cartas con el título de el Anciano. En este rasgo de modestia vio ya Dionisio de Alejandría un argumento en favor de la unidad de autor de las dos epístolas y del evangelio 7. Por otra parte, si estas dos cartas tan pequeñas no procedieran de Juan, probablemente no se hubieran conservado.
b) Para identificar el autor también ayudan las numerosas semejanzas de estas dos epístolas con la 1 Jn. Casi todos los versículos de la 2 Jn tienen su paralelo en la 1 Jn 8. Las semejanzas entre la 3 Jn y la 1 Jn son menos numerosas, lo cual es explicable si tenemos en cuenta que tratan de materia diversa. Sin embargo, también se encuentran paralelos, y sobre todo expresiones características del lenguaje joánico 9. También son muy numerosas las analogías y paralelismos que presentan ambas epístolas con el cuarto evangelio 10. Las semejanzas que presentan son tantas, que J. Chaine no teme afirmar que en estas dos epístolas se encuentra la misma teología del cuarto evangelio, expresada en el mismo estilo y en la misma lengua.11
Estos argumentos internos bastante significativos, unidos a la extraordinaria autoridad de que gozaba el Presbítero en las iglesias a las cuales se dirige, inducen muy fuertemente a pensar que el autor es Juan el apóstol, como lo sugiere con bastante evidencia la tradición. Pues, a pesar de la brevedad de estas dos epístolas, los testimonios de la antigüedad son bastante numerosos.
c) Testimonio de la tradición. Los testimonios en favor de la autenticidad j canica de las dos epístolas aparecen ya a partir de la segunda mitad del siglo n. San Policarpo (f 156), discípulo de Juan, parece utilizar la 2Jn_1:7 12. San Ireneo (f 202) cita dos veces la
2Jn_1:7 y 11 como obra de San Juan Apóstol13. Clemente Alejandrino (t C-214) citada 1 Jn 51 diciendo: Juan en su epístola mayor. 14· Luego conocía otra u otras epístolas menores de San Juan. Orígenes (t £-254) conoce las discusiones sobre la autenticidad de la 2 y 3Jn_1:61 él las acepta como canónicas 15. San Dionisio Alejandrino (f 265) también las acepta 16. Tertuliano (f c.222) 17 y Prisciliano (f 0.385) 18 Se refieren a la 2Jn_1:7 . San Atanasio (f 373) 19, San Cirilo de Jerusalén (f 386) 20, San Gregorio Nacianceno (t 389) 21 San Epifanio (f 403) 22, Rufino (f 410) 23, San Agustín (t 43°) 24 consideran explícitamente la 2 y 3 Jn como obra de San Juan Apóstol.
El Fragmento Muratoriano (fines del s.II) habla en plural de las epístolas de San Juan: in epistolis suis (lín.28). Y en la línea 69 parece hablar de dos epístolas de Juan: superscriptio loannis duas in catholica habentur. En el concilio de Cartago de 256 se alega la 2 Jn los como una autoridad canónica25. Los concilios de Hipona de 393 Y otros dos de Cartago de 397 y de 419 colocan la 2 y 3 Jn en el canon de las Sagradas Escrituras26. También el códice Claromontanus y el Catálogo de Mommsen contienen las tres epístolas de San Juan 27.
Sin embargo, la aceptación de la autenticidad joánica de la 2 y 3 Jn no ha estado exenta de dudas y discusiones. Orígenes alude a las dudas sobre la autenticidad de la 2 y 3 Jn, que él no comparte 28. Eusebio coloca las dos epístolas entre los antilegómena, es decir, entre los escritos discutidos. 29 También San Jerónimo se hace eco de las dudas críticas que en su tiempo se aducían contra la 2 y 3 Jn. Sin embargo, él utiliza la 2 y 3 Jn como canónicas y escritas por el apóstol San Juan 30. El Decreto gelasiano (año 495) las atribuye a Juan él Presbítero. San Cipriano (t 258), Teodoro de Mopsuestia (f 428) y San Juan Crisóstomo (f 407) no las utilizan. La Iglesia siríaca las aceptó bastante tardíamente en su canon. En el siglo XVI, los protestantes volvieron a resucitar las dudas sobre su autenticidad y canonicidad. Incluso en el campo católico hubo algunos, como Cayetano y sobre todo Erasmo, que se hicieron eco de esas dudas.
El 8 de abril de 1546, el concilio de Trento 31 definió la canonicidad de las dos epístolas, poniendo fin a todas las dudas de los católicos.
Ocasión y argumento de la 2 y 3 Jn.
a) Segunda epístola de San Juan. La segunda epístola de San Juan va dirigida a la señora Electa (ÅêëåêôÞ êõñßá) y a sus hijos (v.1). Algunos autores ven en esta señora el nombre propio de una cristiana de alto rango. Sin embargo, la mayoría de los exegetas creen con razón que la señora Electa designa a una iglesia del Asia Menor. Así lo insinúan ciertos indicios: el autor sagrado unas veces le habla en singular (v.4.5.13), otras en plural (v.9.5.10.12); todos los fieles aman a sus hijos (v.1); su hermana otra iglesia local se llama también Electa (v.13).
No se puede determinar cuál es la iglesia a la que se dirige San Juan. Muy probablemente era una iglesia del Asia Menor, pues parece hablar de los mismos herejes 32 que en la 1 Jn. Y el apóstol les dice que pronto irá a verlos 33. Dicha iglesia, en su mayoría fiel, está amenazada por seductores que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne (v.7). El apóstol pone en guardia a los fieles contra este peligro, recomendándoles que mantengan la pureza, la práctica de la caridad fraterna y la ruptura completa de las relaciones con los seductores.
b) Dimisión de la 2 Jn. La 2 Jn viene a ser como un primer esbozo o un resumen de la 1 Jn. Se podría dividir del modo siguiente:
1. Encabezamiento (v.1-3).
2. Exhortación a la caridad fraterna y a la perseverancia en la fe (v.4-11).
3. Conclusión (v.1a-13).
c) Tercera epístola de San Juan. Va dirigida a Gayo, hombre de confianza del apóstol y sostén de la parte fiel del rebaño de Cristo. La 3 Jn tuvo por origen un conflicto entre el apóstol y el jefe de una comunidad, llamado Diotrefes. Este se negaba a recibir a los predicadores itinerantes enviados por San Juan y llegaba hasta expulsar de la comunidad a los cristianos que los recibían. Gayo, en cambio, se ha mantenido fiel al apóstol y se ha mostrado generoso con los predicadores de Juan. Al final de la 3 Jn 34 se habla de un tal Demetrio, seguramente uno de los predicadores que probablemente tenía el encargo de reemplazar a Diotrefes en el gobierno de la comunidad o bien el de instituir a Gayo jefe de esta iglesia. Las Constituciones apostolicae 35 hablan de un Gayo obispo de Pér-gamo y de un Demetrio obispo de Filadelfia.
La insistencia de la carta sobre la verdad, por la cual trabajan Gayo, Demetrio y los misioneros 36, hace pensar en las luchas doctrinales de las que nos hablan las otras dos epístolas de San Juan. La 3 Jn tal vez sea la primera de las tres cronológicamente, pues parece reflejar una situación doctrinal menos peligrosa. En efecto, la separación o alejamiento de los anticristos parece que todavía no se ha producido.
La 3 Jn es una de esas cartas de recomendación que utilizaba la propaganda misionera desde los primeros tiempos 37.
d) Difisión de la 3 Jn. Podemos dividirla en tres partes:
1. Encabezamiento (v.1-a).
2. Felicitaciones a Gayo, y condenación de Diotrefes (v.3-12).
3. Epílogo (v.13-15).
Fecha y lugar de composición.
Por lo que se refiere a la fecha en que fueron escritas, nada sabemos de cierto. Sólo disponemos de ciertos indicios que tal vez sirvan para determinar algo más en concreto el tiempo de composición de estas epístolas. La 2 Jn es considerada por la mayoría de los autores como un resumen de la 1 Jn. Por eso mismo se supone que fue escrita un poco después de la 1 Jn. De la 3 Jn ya hemos dicho que cronológicamente es probable que sea la primera, por describir una situación menos peligrosa en la comunidad cristiana a la que se dirige. Los seudodoctores todavía no se han alejado de la comunidad. Por lo tanto, habría que colocarlas al final del siglo I, entre los años 95 y 100.
San Juan debió de escribir estas dos cartas en Efeso, en donde vivió los últimos años de su vida, según nos refiere la tradición. Desde aquella ciudad, San Juan dirigía y gobernaba todas las iglesias de aquella región.
Forma literaria de la 2 y 3 Jn.
La 2 y 3 Jn tienen de común el ser simples billetes de circunstancias. Difieren de la 1 Jn por su brevedad y también por su forma literaria. Mientras la 1 Jn se parece un poco a una encíclica y va dirigida a varias comunidades, la 2 y 3 Jn van destinadas a una sola iglesia y tienen una forma epistolar muy marcada. En el encabezamiento se indica el nombre del que envía la carta y el de los destinatarios, con los saludos correspondientes, y se terminan por una despedida. Además, se diferencian de la 1 Jn en que no son anónimas: ambas están firmadas por el Presbítero, que, como dejamos dicho, designa al apóstol San Juan.
1 Cf. J. Marty, Conírtbuízon a l'étude des problémes johanniques. Les petites építres 2 et 3 Jean: RevHistRel (1925) P-202. 2Jn_1:1 y 4 = 3 Jn i y 3; 2Jn_1:12 s = 3Jn_1:13 53. 3 Véase Eusebio, Hist. Eccl. 3:39:3: funk, Paires Aposíoíia I 352. 4 1 Pe 5:1. 5 Flmg. 6 Jn 21:23. 7 Cf. Eusebio, Hist. Eccl 7:25:7-11. Acerca del presbítero Juan y sus relaciones con el apóstol San Juan se puede consultar P. de ambroggi: Scuol Cat 69 (1930) I 301-314-389-399· 8 Gf. 2 Jn i = 1Jn_3:18 ; 2Jn_1:4 = 1Jn_2:14 ; 2 Jns = 1 Jn2:7; 2Jn_1:7 = 1Jn_4:12 ; 2Jn_1:9 ~ 1 Jn 2:23; 2 Jn ii = 1 Jn 3:10. Se puede ver un elenco más completo en J. Chaine, o.c. p. 232-235- 9 Cf. 3Jn_1:3 = 1Jn_1:6 s; 2:11; 3Jn_1:1 :7 11 = 1 Jn 3:6.10.18. 10 Cf. 2Jn_1:2 =<= Jn 5:38; 6:56; 8:31; 15:4-10; 2Jn_1:4 = Jn 8:12; 12:35; 10:18; 2Jn_1:5 = Jn 13:34; 2Jn_1:6 = Jn 15:12; 2Jn_1:12 = Jn 16:24; 3Jn_1:4 = Jn 15:13; 3Jn_1:11 = Jn 14.95 3Jn_1:12 = Jn 8:14. 11 J. Chaine, o.c. p.235. 12 Cf.Ad Philip. 7:1. 13 Adv. haer. 1:16.3; 1Jn_3:16 :8:.P,G 7:633.927. 14 Stromata 2:16:76: PG 8:1003. 15 In loannem 5:3, apud Eusebio, Hist. Eccl. 6:25:7-10: PG 20:584. 16 Cf. Eusebio, Hist. Eccl. 7:25:11: PG 20:700. 17 De carne Christi 24; De pudicitia 19: PL 2:1020. 18 Líber Apologeticus 1:37. 19 Epist. 39: De Paschate festo: PG 26:1437. 20 Catech. 4:36: PG 33:500. 21 Carm. 1:12:37: PG 37:474 22 Haer. 76:5: PG 42:562. 23 Comm. in symb. apost. 37: PL 21:374. 24 De doctr. christ. 2:8: PL 34:41. 25 PL 3:110. 26 EB 16-20. 27 Cf. M. J. Lagrange, Histoire ancienne du Canon du N. T. (París 1933) p.87-92. 28 In loan. 5:3, en Eusebio, Hist. Eccl. 6:25:7-10. 29 Hist. Eccl. 3:25:3: PG 20:269. 30 De vir. ülustr. 9:18: PL 23:62388.637; Ad Paul Epist. 53:8: PL 22:548. 31 Ses.4: Decretum de canonicis Scripturis: EB 593. 32 2Jn_1:7 . 33 2Jn_1:12 . 34 3Jn_1:12 . 35 Const. Aposí. 7:46: PG : 36 3Jn_1:3-4 8.12.
II Juan 1,1-13
Capitulo Único.
Encabezamiento, 1-3.
El encabezamiento de la carta se adapta perfectamente al modelo usual de las epístolas cristianas. Esta 2 Jn sigue el modelo paulino, cambiando únicamente el título de apóstol por el de Presbítero. La epístola va dirigida a la señora Electa y a sus hijos, es decir, a una iglesia del Asia Menor.
1 El presbítero, a la señora Electa y a sus hijos, a los cuales amo en la verdad; y no sólo yo, sino también cuantos conocen la verdad, 2 por amor de la verdad, que mora en nosotros y con nosotros está para siempre. 3 Con vosotros sea la gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en la verdad y en la caridad.
El autor de la 2 Jn se llama a sí mismo el Presbítero. El artículo indica que el que llevaba este nombre era una persona bien conocida y reverenciada por los lectores: era el Presbítero, el Anciano, por excelencia. El servirse de este seudónimo para no revelar su propio nombre es una nota que conviene perfectamente a San Juan Apóstol, que en el cuarto evangelio siempre se designa con el apelativo de el discípulo a quien Jesús amaba. Quien dice presbítero no significa que quiera designar necesariamente un apóstol, pero tampoco lo excluye, pues San Pedro se llama a sí mismo copresbítero l. En los Padres apostólicos, el título ðñåóâýôåñïò es característico para designar a los jefes espirituales de la comunidad (sacerdotes y a veces obispos). En esta designación interviene mucho menos la edad que la autoridad. De igual modo, el título de el Presbítero por excelencia dado al apóstol San Juan provenía más bien de su extraordinaria autoridad que de su ancianidad.
San Juan escribe a la señora Electa y a sus hijos (v.1). Esta dirección constituye un título de honor y de cortesía, que se encuentra en los papiros en el encabezamiento de cartas dirigidas a mujeres. En la 2 Jn este título probabilísimamente no se refiere a una persona determinada, sino que es un símbolo para designar una iglesia del Asia Menor. El significado colectivo de este apelativo se deduce del hecho de que San Juan se dirige a esta señora tanto en singular como en plural (v.12-13). Los hijos de esta señora son amados por todos aquellos que han conocido la verdad (v.1-2). El precepto que ella recibe de la caridad fraterna es el precepto dado a todos los cristianos de amarse los unos a los otros (v.5). El apóstol exhorta a los hijos de la Electa, es decir, a los fieles, a precaverse contra los peligros de los falsos doctores (v.7.5ss). Una hermana de la Electa es llamada también la Elegida o Electa (v.15). El apóstol San Pedro también llama a la iglesia romana la Coelecta 2.
La personificación de Jerusalén y del pueblo de Israel bajo la figura de una mujer es frecuente en los profetas 3. También en el Apocalipsis están personificadas las siete iglesias o comunidades del Asia Menor 4; y la Iglesia en su totalidad está personificada en, la mujer vestida de sol5.
El apóstol de la caridad comienza expresando el amor sincero que tiene a la señora Electa y a sus hijos: la ama en la verdad cristiana, en Cristo6. Este amor en la verdad sería semejante al amor en Cristo Jesús de San Pablo 7. Sería un amor auténtico, un amor santo, que une entre sí a todos los hijos de Dios 8. San Juan les quiere decir que los ama profundamente. Se trata, por consiguiente, de un amor propiamente divino, pero humanamente asimilado por el apóstol. Este ama a los fieles en Dios 9, y, sin embargo, es él mismo el que ama 10. Y este amor se lo tienen todos cuantos conocen la verdadt es decir, todos los cristianos que han llegado a conocer a Dios con un conocimiento vital, de comunión íntima con la Verdad.
La razón profunda de este amor es la verdad que mora en nosotros (v.2). La verdad es considerada como un huésped, o mejor, como un principio activo que permanece en el alma, como la palabra de Dios en 1Jn_2:14. La verdad casi personificada de que nos habla el apóstol parece identificarse si nos atenemos a lo que dicen algunos autores con el Espíritu Santo, que mora en nosotros n y es también Espíritu de verdad 12. Sin embargo, parece más probable que la verdad de este versículo haya que identificarla con la doctrina de Cristo. Mientras que la verdad revelada por Jesucristo permanezca en el cristiano, éste se conservará unido a Dios.
La presencia de la verdad en el fiel, o la inhabitación del Espíritu Santo, verdad divina, en el alma del cristiano, atraerá sobre él toda clase de dones. Esos dones están resumidos en un trinomio: gracia, misericordia y paz (v.3). La gracia no es la alegría que los griegos deseaban en el saludo, sino la gracia en el sentido general de favor divino. La misericordia designa la disposición benévola de Dios hacia nosotros, pobres pecadores; e implica también el perdón divino de nuestras faltas y el auxilio que Dios otorga a los cristianos en sus necesidades espirituales y temporales. La paz no es sólo el saludo semítico, sino que supone mucho más: implica los bienes mesiánicos que Cristo nos vino a traer, especialmente el don de la reconciliación que Jesucristo nos mereció con su muerte, y que el mundo no puede dar 13. Esta reconciliación con Dios confiere al Cristiano una gran seguridad sobrenatural en medio de las pruebas de este mundo. La paz que Cristo nos ha traído del Padre es algo que el mundo no conoce 14.
Todos estos dones nos vienen de Dios Padre y de Jesucristo, su Hijo. Esta fórmula expresa claramente la consubstancialidad de las dos personas divinas. Por eso escribe muy bien San Beda: Juan. atestigua que también de Cristo, como de Dios Padre, proviene la gracia, la misericordia y la paz, y para demostrar que es igual y co-eterno al Padre, dice que cuanto puede dar el Padre puede darlo también el Hijo15. Las palabras de San Juan parecen como un eco del sermón de la última cena, en que Jesús anunciaba que El y el Padre enviarían al Espíritu Santo 16. San Juan enseña en varios lugares que el Padre envió a su Hijo al mundo para darnos la verdad y la vida 17 y para 'ser propiciación por nuestros pecados 18. Los dones que el Padre comunica a los fieles por medio del Hijo crecen y se expansionan en la vida de los cristianos por el ejercicio de la fe y de la caridad: en la verdad y en la caridad 19.
Exhortación a la caridad fraterna, 4-11.
4 Mucho me he alegrado al saber que tus hijos caminan en la verdad, conforme al mandato que hemos recibido del Padre. 5 Ahora te ruego, señora, no como quien escribe un precepto nuevo, sino el que desde el principio tenemos, que os améis unos a otros; 6 y ésta es la caridad, que caminemos según sus preceptos. Y el precepto es que andemos en caridad, según habéis oído desde el principio.7 Ahora se han levantado en el mundo muchos seductores, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este es el seductor y el anticristo. 8 Guardaos, no vayáis a perder lo que habéis trabajado, sino haced por recibir un galardón cumplido. 9 Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. 10 Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, n pues el que le saluda comunica en sus malas obras.
El apóstol manifiesta su alegría por haber encontrado (åõñçêá) 20, en Efeso o durante sus peregrinaciones apostólicas, fieles de la Iglesia a la cual escribe que caminan en la verdad (v.4). San Juan se regocija, porque la fidelidad de éstos le permite juzgar de toda la comunidad. No es un reproche, sino más bien una alabanza. Caminar en la verdad es un hebraísmo que significa vivir según los mandamientos 21. Esos cristianos conforman su conducta a la doctrina evangélica y al mandato que hemos recibido del Padre (v.4) 22, que comporta la creencia en Jesucristo y la práctica de la caridad fraterna.
El precepto de la caridad fraterna no es recomendado como una cosa nueva, sino como un recuerdo de la catequesis tradicional (v.5). Es el gran mandamiento que ellos han recibido desde el principio de su iniciación en la religión cristiana. Las expresiones que emplea San Juan y la doctrina son las mismas que encontramos en 1Jn_2:7. Después de hablar en general de caminar según los preceptos del Señor, el apóstol los resume todos en el gran precepto de la caridad (v.6). El amor se prueba con la observancia de los preceptos. La expresión y ésta es la caridad puede referirse al versículo precedente y a 1Jn_5:2, en cuyo caso la caridad es el amor del prójimo. En cambio, si tenemos presente su semejanza con 1Jn_5:3, parece más bien referirse al amor del cristiano hacia Dios. Tal vez se refiera a ambos, y quiera designar de un modo general la esencia del amor, la participación de la caridad misma de Dios 23, propia de todos sus hijos, y que constituye el alma misma de la vida cristiana 24.
Si el amor auténtico y .religioso sé manifiesta en la fidelidad al conjunto de los preceptos del Señor, existe un mandamiento excepcional, esencial, predominante, al cual todos los demás se refieren, el de amar a su prójimo. San Juan repite la enseñanza de su primera epístola: es sobre todo amando a sus hermanos como se prueba el amor que profesamos a Dios, y en primer lugar que somos sus hijos. 25
Lo que hace más urgente la exhortación a la caridad es la presencia de seductores en la comunidad cristiana. Estos negaban que Jesucristo fuese el verdadero Hijo de Dios, encarnado y muerto por los hombres (v.7) 26. Negando la encarnación, desconocían el amor que Dios había manifestado a los hombres. Amor que es la fuente y el modelo del que nosotros hemos de profesar a nuestros hermanos 27. San Juan considera la caridad como inseparable de la verdadera fe. Los herejes son los mismos ya denunciados en 1 Jn y que allí llamaba seudoprofetas 28. Sin embargo, el apóstol en su primera epístola consideraba la encarnación como un hecho acaecido en el pasado 29; en cambio, en esta segunda epístola la considera como actual y permanente: la unión del Verbo con la naturaleza humana es un hecho que permanece 30. Los falsos doctores constituyen colectivamente el anticristo: Este es el seductor y el anticristo, que ya desde ahora ejercita su influjo satánico sobre el mundo. El artículo delante de seductor y de anticristo indica que se trata de un personaje conocido. En 1Jn_2:18 llamaba a los seudoprofetas anticristos. éstos seducían lo mismo que el anticristo de 2 Jn, pues ambos representan un mismo personaje escatológico, que ya está actuando entre los hombres por medio de sus secuaces.
El error es tan engañoso, que el apóstol exhorta a los fieles 31 a mantenerse en guardia para no dejarse arrastrar por él. Porque en caso contrario perderían lo que han ganado con tanto trabajo (v.8). La vida del cristiano supone trabajo y renuncia, que delante de Dios le merecerán un gran galardón 32. Los cristianos que permanezcan fieles hasta el final en la fe recibida de los apóstoles y no sacrifiquen absolutamente nada de ella, obtendrán una recompensa plena. Por el contrario, el que se deja llevar por el error habrá trabajado en vano 33. El galardón cumplido es la vida eterna, que Dios ha prometido a los que le sean fieles 34. Si la vida eterna es llamada galardón, recompensa, salario, esto quiere significar, que los justos, por medio de las obras buenas hechas en gracia, la pueden realmente merecer.
Ante todo, es necesario permanecer en la doctrina tradicional, es decir, en la enseñanza dada por los apóstoles. Cuando se pretende poseer como hacían los seudoprofetas- una revelación más perfecta, una gnosis más sublime, con el propósito de apartarse de la enseñanza de la Iglesia, se demuestra que no se tiene a Dios, que no se permanece en la comunión vital con Dios. La doctrina de Cristo (v.9) es la que Jesús predicó y confió a sus apóstoles 35, o también la doctrina referente a Cristo, es decir, la que reconoce en Cristo al Hijo de Dios 36. En el cuarto evangelio, San Juan presenta a Cristo hablando de su doctrina 37, y a Caigas preguntando a Jesús por su doctrina 38. El que, por el contrario, permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo; o sea, está en comunión vital con el Padre y el Hijo 39. Con esta afirmación, San Juan quiere enseñar e inculcar que la comunión vital con Dios sólo se alcanza por el Hijo 40.
En aplicación de la advertencia dada en el v.8, el apóstol establece una regla de conducta: cuando algún predicador viene a casa de algún fiel y no confiesa que Jesús es el Hijo de Dios encarnado y muerto por los hombres, San Juan manda al cristiano no recibirlo en casa ni saludarlo (v.10-11). Estas severas palabras del apóstol hay que entenderlas a la luz del ambiente oriental. Entre los orientales, el saludo no era un simple signo de urbanidad, al estilo moderno, sino que era una señal de simpatía, : de solidaridad y de familiaridad. La hospitalidad tampoco era un simple acto de cortesía o un medio de lucro, como sucede hoy día, sino un deber sagrado, un acto de caridad41, una verdadera demostración de solidaridad para con el huésped. Sin embargo, en nuestro caso, una tal demostración de simpatía y de solidaridad para con los falsos doctores constituía un grave peligro para la fe. El contacto con ellos podía ser motivo de seducción para los fieles. La prohibición de tener contacto con los herejes y con los falsos hermanos es bastante común en la Iglesia primitiva 42. El mismo San Juan rehuía todo contacto con los herejes. San Ire-neo43 narra cómo el apóstol puso en práctica dicha advertencia al encontrarse una vez con Cerinto: Juan, el discípulo del Señor, habiendo entrado en el baño en Efeso y habiendo visto allí a Cerinto, diose prisa a salir de allí sin bañarse, diciendo: Huyamos, no sea que el baño se hunda por encontrarse en él Cerinto, el enemigo de la verdad. Y el mismo Policarpo, encontrándose un día con Marción, éste le preguntó: ¿No me reconoces? Y el Santo le respondió: Reconozco en ti al primogénito de Satanás. San Ignacio de Antioquía también aconseja a los cristianos huir el contacto con los falsos maestros 44.
El que recibe y saluda a los herejes en el sentido indicado más arriba se hace cómplice de sus malas obras. Se solidariza (êïéíùíåß) con los males de otro, comunica en sus perversas obras (v.11). De ahí que el apóstol se esfuerce por librar a los cristianos del peligro de contaminación que les amenazaba.
Lo que San Juan dice de los herejes podemos extenderlo a los malos amigos, a los libros y periódicos que constituyen un peligro para la fe y para las buenas costumbres45.
Conclusión, 12-13.
12 Mucho más tendría que escribiros, pero no he querido hacerlo con papel y tinta, porque espero ir a vosotros y hablaros cara a cara, para que sea cumplido nuestro gozo* 13 Te saludan los hijos de tu hermana Electa.
El apóstol explica por qué no les escribe más, aunque tendría muchas más cosas que decirles. Pero las deja para su próxima visita, en que les podrá ver y decírselas de viva voz (v.12). Su visita les proporcionará mayor alegría que una larga carta. El encuentro del apóstol con sus fieles será motivo de gozo recíproco. San Pablo también deseaba ver a los romanos para consolarse con ellos por la mutua comunicación de nuestra común fe. 46
San Juan concluye la carta enviando saludos a la señora Electa de parte de los hijos de su hermana, llamada también Electa (v.13). Los hijos representan los miembros de la iglesia la Electa, madre de esos fieles desde donde escribía el apóstol, probablemente Efeso. Si San Juan no manda su saludo personal, es porque él mismo se incluye entre los miembros de la iglesia.
1 1Pe_5:1. 2 1Pe_5:13. 3 Os 2; Isa_49:22; Isa_49:54; Jer_4:30; Jer_6:2; Eze_16:23, etc. 4 Ap 2-3. 5 Ap 12. 6 Cf. J. Bonsirven, O.C. p.283. 7 Gf. Rom_16:3.7.10. 8 Cf. 1Jn_5:1-2. 9 1 Jn 4:21-5:1. 10 C. Spicq, Ágape III p.30Q- 11Jn_14:17; 1Jn_15:26. 12x Jua_14:17; 1Jn_5:6. 13Jn_1:14 :27. 14 Jua_14:17; Jua_16:33. 15 San Beda: PL 93:121. 16 Jua_14:26; Jua_15:26. 17 Jua_1:17; 1 Jns,12. 18 1Jn_2:2. 19 Cf. I. De La Potterie, L'arriére-fond du théme johannique de la venté: Studia Evangélica P-285. 20 Nácar-Colunga traduce: a? saber que (liter. es: encontré). 21 Cf. 1 Jn i;6-7; 1Jn_2:6-11. 22 Cf. Jua_10:18; Jua_12:49; Jua_12:14:31; Jua_15:10. No se trata de un precepto dado individualmente en forma cíe inspiraciones interiores, sino de un mandamiento inculcado externamente a todos ios cristianos. ' 23 1 Jn4:7; Jn 17:26- 24 Jua_17:26. Cf. C. Spicq, o.c. p.510. Los críticos discuten sobre la frase åí áýôç del final del v.6. Para unos se refiere al precepto. Y la traducción sería: Este es el precepto, que caminéis en él (Vulgata, Brooke, Büchsel, De Ambroggi). Charue adopta la lección más fácil de BLP: êáèþò. ßíá åí áõôÞ.: Tal es el mandamiento, que, así como habéis aprendido desde el comienzo, marchéis por él. El sentido es excelente, pero el texto no es seguro. Parece mejor referirse åí áÏôÞ = en él, al amor, pues estos versículos tratan del amor: Este es el precepto., que caminéis en el amor. 25- C. Spicq, o.c. p.511. 26 Cf. 1Jn_4:2. 27 Cf. 1Jn_4:7.955. 28 1Jn_4:1 29 1Jn_4:2. 30 El participio presente åñ÷üìåíïí que viene, indica que San Juan considera la encarnación de Cristo como presente y actuando en la Iglesia y en los cristianos. 31 El plural indica que el apóstol se dirige a la comunidad. 32 Mt 12:49; Jua_4:36. 33 Gal_3:4; 1Co_15:2; cf. Mat_10:42; Me 9:41. 34 Cf.Jn6:27; 1Jn_2:25. 35 Jua_7:16; Jua_18:19; 1Jn_2:22. 36 A. Charue, o.c. p.558. 37 Jua_7:16. 38 Jua_18:19. 39 cf. 1Jn_2:22s;'4:2s. 40 Cf. 1Jn_2:23; 1Jn_5:12. 41 Cf. Rom_12:13; 1Ti_5:10; Heb 13:1-2: 1 Pe 4,0. 42 Cf. Jud_1:23. 43 Adv. haer. 3:3:4: PG 7:853. 44 San Ignacio Ant., Ad Eph. 7:1; 8:1; 9:1; Ad Smirn. 4:1; 5:1; 7:2. 45 De Ambroggi, o.c. p.283. 46 Rom_1:12.·