Miqueas 6 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 16 versitos |
1 Oíd, pues, lo que dice Yahvé: ¡Levántate, queréllate contra los montes y que oigan tu voz los collados!
2 ¡Oíd, montes, la querella de Yahvé; prestad oído, cimientos de la tierra! Porque tiene Yahvé querella con su pueblo y va a altercar con Israel."
3 ¿Qué te he hecho yo, pueblo mío? ¿En qué te he molestado? ¡Respóndeme!
4 Porque yo fui quien te hizo subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de la servidumbre y mandé a tu frente a Moisés, Aarón y María.
5 Acuérdate, pueblo mío, de qué pedí a Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Guilgal, para que reconozcas las justicias de Yahvé.
6 ¿Con qué me presentaré yo ante Yahvé y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a El con holocaustos, con becerros primales?
7 ¿Se agradará Yahvé de los miles de carneros y de las miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogénitos por mis prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?
8 ¡Oh hombre! bien te ha sido declarado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de tu Dios.
9 La voz de Yahvé interpela a la ciudad (sabiduría es temer tu nombre): Oye, tribu; oye, asamblea de la ciudad:"
10 ¿Voy a perder de vista la casa del impío, los tesoros de iniquidad y el detestable “efá” escaso ?
11 ¿Voy a perdonar a pesar de las balanzas falsas y de las bolsas de pesas fraudulentas?
12 Por haberse llenado sus ricachos de violencias y haber hablado falsamente a sus habitantes, llevando en su boca una lengua mendaz,
13 por eso me he puesto yo también a herirte y a devastarte a causa de tus pecados.
14 Comerás y no te saciarás, y el hambre te roerá las entrañas; apartarás, pero no lo librarás, y lo que librares, yo lo daré a la espada."
15 Sembrarás y no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo; el mosto, pero no beberás su vino,"
16 Has guardado los mandatos de Ómrí y todas las obras de la casa de Acab, y has andado según sus consejos para que yo te entregue a la devastación y dé tus habitantes al escarnio. Llevaréis, pues, sobre vosotros el oprobio de mi pueblo.

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Introducción a Miqueas

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Miqueas.
Introducción.

El profeta.
Miqueas (en hebreo Mikah-abreviación de Mikayahu - : ¿Quién como Yahvé?) es contemporáneo de Isaías. Su nombre entra dentro de la onomástica común judaica 1. Es originario de Moreset, a unos 45 kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Como Isaías, profetizó en los tiempos de Joatam (739-735), Acaz (735-727) y Ezequías (727-693). Puesto que Miqueas anuncia el castigo de Samaría como futuro 2, sigúese que comenzó su predicación antes del 722-21, fecha de la caída en poder de los asirios de la capital del reino septentrional. Jeremías alude a una de las profecías de Miqueas proferida en tiempo del rey Ezequías, relativa a la destrucción de Jerusalén 3.
No sabemos ninguna otra particularidad de su vida privada o profética, ni siquiera sobre sus posibles y verosímiles relaciones con su contemporáneo Isaías. Algunos autores han querido considerar a Miqueas como del grupo de discípulos de Isaías, pero no hay ningún dato concreto para suponerlo. Como Isaías, tuvo que vivir años de zozobra ante las inminentes y reiteradas invasiones de los ejércitos de Asiría; y, como enviado de Dios, tuvo que luchar contra todas las combinaciones políticas para conjurar las invasiones.

Contenido y división del libro.
Como Amos, el profeta Miqueas anuncia a sus compatriotas que el día del Señor es un día de tinieblas y no de luz; es decir, en vez de ser el día de la manifestación vengadora de Yahvé sobre los enemigos de Israel - como esperaban sus contemporáneos - , será, ante todo, -día de purificación y de prueba para el pueblo elegido. Antes de que llegaran los tiempos gloriosos del triunfo habrían de venir los de castigo merecido por tantos pecados. Podemos dividir en tres partes el libro de Miqueas:
I. Juicio divino sobre Israel y Judá: 1:1-2:13. La venida del Señor para juzgar: 1:2-7. Devastación de la tierra: 1:8-16. Contra las injusticias: 2:1-11. Salvación del resto escogido: 2,c12s.
II. Juicio contra los jefes y falsos profetas: 3:1-5:14. Crímenes de los príncipes y falsos profetas: 3:1-12. Futura gloria de la nueva Sión: 4:1-7. Castigo y rehabilitación de Jerusalén por el Mesías: 4:8-5:9. Purificación de la tierra y del pueblo: 5:9-14.
III. Confesión y restauración del pueblo reprobado: 6:1-7:20. Ingratitud del pueblo; culto externo e injusticias: 6:1-12. Justa pena: 6:13-16. Quejas del profeta contra la inmoralidad reinante: 7:1-7. Restablecimiento y exaltación de Sión: 7:8-20 3.
Por este esquema vemos que en el libro las amenazas y promesas alternan de modo regular, por lo que algunos críticos creen que esta distribución es artificial, fruto de reajustes posteriores redaccionales. El profeta empieza enfáticamente apelando a todos los pueblos y a la tierra misma para que asista al castigo de Yahvé contra Israel4. A este encuadramiento cósmico responde la elevación de Sión sobre todos los pueblos, que corren en masa para adoctrinarse en las leyes del Señor 5. Las naciones serán juzgadas por Yahvé a causa de su soberbia, para que se avergüencen de su fuerza y se acerquen, humildes, a Yahvé 6. En el libro, pues, late la idea de un juicio universal sobre todos los pueblos para encaminarlos a Yahvé.

Autenticidad.
Está bastante generalizada la opinión entre los críticos de que el libro llamado de Miqueas es obra de varios autores. En general se adjudican a Miqueas los tres primeros capítulos, porque parecen reflejar mejor el ambiente del siglo VIII. Esta serie de amenazas está conforme al estilo profetice de la época; pero las secciones de promesas (2:12-13 y 4:1-5:8) son atribuidas por estos críticos modernos a una mano posterior. En realidad, por sólo el hecho de que hable de promesas de victoria, no se sigue que no sean de Miqueas, ya que en el género profético está la costumbre de alternar amenazas con promesas, para, de un lado, invitar a una vida de penitencia, y, del otro, alentar las esperanzas de restauración en los momentos de crisis.
Tambien la sección 6:1-7 es considerada por muchos autores como obra de otro profeta, pues el tono de amenazas es menos tajante, y el estilo literario más lírico. Como no menciona a Jerusalén y se dirige a Israel, parece que el autor es del reino del norte, pues en los reproches coincide con las acusaciones de Amos y Oseas7. Como en 6:16 parece suponerse la existencia de Samaría, este fragmento sería compuesto antes del 722-21. Así, esta sección puede concebirse como un oráculo aparte que fue unido por el compilador a los fragmentos anteriores, y puede ser del mismo Miqueas, ya que es posible que en su fraseología se haya dejado influir por los escritos de Amos y de Oseas.

Texto y versiones.
El estado del TM actual está bastante deficiente, pues hay pasajes ininteligibles, y otros están desplazados de lugar. Para subsanar estas deficiencias y obscuridades es necesario buscar reconstrucciones del texto, tomando como base las versiones de los LXX, la paráfrasis aramea del Targum y las leyes de la métrica hebraica.

Mensaje doctrinal.
Miqueas en su predicación repite los lugares comunes de los mensajes profetices anteriores de Amos y de Oseas. Pero, aunque no haya originalidad en el contenido sustancial de su mensaje, la hay en el vigor de su expresión. Habla después que se han cumplido muchos vaticinios de Amos relativos al castigo de Yahvé sobre su pueblo, y por eso su lenguaje es más lacerante e incisivo. A pesar de la predicación de Amos y de Oseas, Israel continuaba confiada en que Yahvé no permitiría el desastre nacional, porque habitaba en medio de ellos8. El profeta sale al paso de esta falsa confianza, dando a entender que, si Israel ha sufrido mucho, todavía tendrá que sufrir más.
Los contemporáneos de Miqueas creían que podrían mantener buenas relaciones con Yahvé a base de manifestaciones externas de culto, con sacrificios y ofrendas. Como Amos, Oseas e Isaías, el profeta Miqueas exige una religión ante todo del corazón, una entrega sincera a Dios, cumpliendo sus preceptos. Ante todo, justicia y misericordia. Los que más han conculcado estos derechos han sido las clases dirigentes, y, en consecuencia, son los primeros responsables de la catástrofe que se avecina. Por eso, Samaría y Jerusalén, donde éstos residen, serán totalmente destruidas.
Es el primer profeta que anuncia la total destrucción de Jerusalén. Esto parecía increíble para los ciudadanos de Jerusalén, ya que allí estaba el templo, la Casa de Yahvé. En esto, el profeta ha mostrado una independencia de carácter y una valentía que será seguida después por otros, como Jeremías. Nacido en un ambiente rural, Miqueas se alza contra las clases amaneradas y corrompidas de la capital, esperando la resurrección de la nación a base de las clases sanas del campo.
Su estilo literario es vivo y dramático, con cambios bruscos de persona.

1 Cf. 1 Re 22, donde se habla de un Miqueas de Yemla. - 2 Miq 1:6. - 3 Cf. Jer 26:18, citando a Miq 3:12. 3 Es la división propuesta por H. hopfl-miller-metzinger, o.c., 517. Otros autores (entre ellos Hoonacker) prefieren hacer una división cuatripartita: a) 0.1-3: amenazas; b) 4-5' promesas; c) reproches y amenazas (6:1-7:6); d) esperanzas (7:7-20). - 4 Miq_1:21. - 5 Miq 4,is. - 6 Miq 7:165. - 7 Cf. Miq 6,ios y Am 8:5-6; Miq 6:15 y Am 5:11; Miq 6:14 y Os 4:10. - 8 Miq 3:11.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Miqueas 6,1-16

6. Reprensión de Israel por sus Transgresiones.
Los c.6-7 constituyen una nueva sección, y en ellos se expresa, de modo dramático, la interpolación de Yahvé a su ingrato pueblo por sus iniquidades. La requisitoria de Yahvé recuerda a Israel su olvido de los antiguos beneficios conferidos al salir de Egipto. Yahvé dirige sus quejas contra Israel, que puede aplicarse al reino del norte, con Samaría por capital (y en este caso el oráculo sería anterior a la destrucción de Samaría, 721 a.C.) o a las doce tribus de Jacob en general.

Querella de Yahvé con Israel (1-5).
1 Oíd, pues, lo que dice Yahvé: ¡Levántate, queréllate contra los montes y que oigan tu voz los collados! 2 ¡Oíd, montes, la querella de Yahvé; prestad oído, cimientos de la tierra! Porque tiene Yahvé querella con su pueblo y va a altercar con Israel. 3 ¿Qué te he hecho yo, pueblo mío? ¿En qué te he molestado? ¡Respóndeme! 4 Porque yo fui quien te hizo subir de la tierra de Egipto, te redimí de la casa de la servidumbre y mandé a tu frente a Moisés, Aarón y María. 5 Acuérdate, pueblo mío, de qué pedí a Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balaam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Guilgal, para que reconozcas las justicias de Yahvé.

La requisitoria es tierna y dramática. Enfáticamente se invita a los montes y collados a ser testigos de esta querella contra la ingratitud de Israel para que lo transmitan a las generaciones futuras. Los montes y collados representan aquí a la nación israelita, a la que Yahvé va a llamar a litigio. De ahí la expresión queréllate contra los montes del v.1. La tierra de Israel era casa particular del Dips de Israel. Las transgresiones del pueblo elegido la habían maculado, y por eso se invita al profeta a pedir cuenta a los accidentes geográficos de la tierra santa por antonomasia.
Con acento tierno, Dios se presenta a su pueblo como inocente. Durante toda la historia no ha hecho sino acumular beneficios. Jamás le ha inferido mal: ¿en qué te he molestado? (v3). Es el grito de un corazón lacerado por la ingratitud de un pueblo que no ha comprendido los beneficios recibidos desde que empezó a formarse como nación: yo te hice subir de la tierra de Egipto (v.4). En la peregrinación azarosa por el desierto, Yahvé les dio un guía en Moisés y unos consejeros en Aarón y María 1.
Y poco antes de entrar en Canaan, las bendiciones sobre Israel se volvieron a repetir por boca de Balaam, falso profeta contratado por el rey de Moab, Balac, para maldecir al pueblo israelita acampado en la estepa moabita 2. La expresión desde Sitim hasta Guilgal parece aludir a la protección especial de que fue objeto Israel desde que terminó su peregrinación por el desierto (cuya última etapa fue Sitim) hasta que entró en Canaán, al otro lado de Ganaán, acampando en Guilgal 3.
Yahvé guió, pues, a Israel desde las estepas del Sinaí hasta la tierra de promisión, colmándole de bendiciones y protegiéndole contra todo evento. Aquí se recuerdan estos beneficios para hacer resaltar la ingratitud del pueblo elegido: para que reconozcas las justicias de Yahvé, es decir, su generosidad para con Israel. Toda la historia del pueblo elegido es un trenzado de hechos providenciales, a veces espectaculares, en favor de los descendientes de Jacob; son las justicias de Yahvé, prontas a proteger al pueblo que había de ser el vehículo de transmisión de las promesas salvíficas sobre la humanidad entera.

Israel, dispuesto a aplacar la ira de Yahvé (6-7).
6 ¿Con qué me presentaré yo ante Yahvé y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a El con holocaustos, con becerros primales? 7 ¿Se agradará Yahvé de los miles de carneros y de las miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogénitos por mis prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?

El profeta, ante las exigencias y reconvenciones de Yahvé, enojado por tanta ingratitud, presenta al pueblo preocupado por dar satisfacción a su Dios. Pero en su simpleza no se le ocurre sino apelar a los medios tradicionales de culto externo: holocaustos a base de miles de carneros con abundantes oblaciones de aceite (v.6). En realidad, los sacrificios como tales, si no van acompañados de la compunción del corazón y el arrepentimiento de los pecados, no tienen ningún valor. Por eso, aunque se multiplicaran por miles los carneros y por miríadas los arroyos de aceite (expresiones hiperbólicas para recalcar más la idea de impotencia en cuanto a la expiación), Yahvé no habría recibido satisfacción alguna4.
Y aunque entregaran sus primogénitos, sus seres más queridos, fruto de sus entrañas, no aplacarían al Dios enojado. No es que aquí el profeta admita los sacrificios humanos como lícitos (jamás en la Biblia son considerados como lícitos; al contrario, los hagiógrafos expresan el horror por los sacrificios de niños entre los cananeos y moabitas), sino que hiperbólicamente el profeta indica que ni la entrega a Dios de lo más querido, como son los hijos, serviría para satisfacer a la ira divina. Dios quiere, ante todo, de su pueblo la entrega íntima de su corazón. Es la enseñanza que a continuación va a proclamar el profeta.

Yahvé, intransigente con las injusticias de los. israelitas (8-16)
8 ¡Oh hombre! bien te ha sido declarado lo que es bueno y lo que de ti pide Yahvé: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de tu Dios. 9 La voz de Yahvé interpela a la ciudad (sabiduría es temer tu nombre): Oye, tribu; oye, asamblea de la ciudad 5: 10 ¿Voy a perder de vista la casa del impío 6, los tesoros de iniquidad y el detestable efá escaso ? 11 ¿Voy a perdonar a pesar de las balanzas falsas y de las bolsas de pesas fraudulentas? 12 Por haberse llenado sus ricachos de violencias y haber hablado falsamente a sus habitantes, llevando en su boca una lengua mendaz, 13 por eso me he puesto yo también a herirte y a devastarte a causa de tus pecados. 14 Comerás y no te saciarás, y el hambre te roerá las entrañas; apartarás, pero no lo librarás, y lo que librares, yo lo daré a la espada. 15 Sembrarás y no cosecharás; pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo; el mosto, pero no beberás su vino,16 Has guardado los mandatos de ómrí y todas las obras de la casa de Acab, y has andado según sus consejos para que yo te entregue a la devastación y dé tus habitantes al escarnio. Llevaréis, pues, sobre vosotros el oprobio de mi pueblo.

El profeta declara, en nombre de Dios, que para agradar a Dios hay que atender sobre todo a la práctica de las virtudes morales. La expresión ¡oh hombre! bien te ha sido declarado lo bueno puede aludir a las exigencias de la ley natural, conocidas por el hombre como tal, o a la predicación de los profetas anteriores, como Amos y Oseas7, que tanto habían inculcado pocos años antes, en el reino de Samaría, el cumplimiento de los deberes naturales con los desvalidos y desheredados: hacer justicia, amar el bien y caminar en la presencia de Dios (v.8). Este es el gran programa que exige Dios de los israelitas, y no puede ser sustituido por las prácticas meramente externas de culto en orden a agradarle.
Precisamente por no haber sido fiel a estos preceptos, Yahvé va a-interpelar a la ciudad (probablemente Samaría) (v.8). La frase sabiduría (o cordura) es temer tu nombre es como un paréntesis doxológico, que puede ser de un redactor posterior. La requisitoria de Yahvé se dirige directamente a la tribu y asamblea de la ciudad, es decir, a todo el reino del norte, y en particular a los habitantes de Samaría. Los términos de acusación están en parte tomados de Amos y de Oseas, quienes con toda crudeza habían condenado los procedimientos fraudulentos de los ricos en la explotación de los pobres 8.
Yahvé no puede pasar por alto las transgresiones elementales de la justicia social: ¿Voy a perder de vista la casa del impío? (v. 10). Sus tesoros de iniquidad, e.d., amontonados con los procedimientos más inicuos e injustos, están clamando por la intervención de la justicia divina. Yahvé no puede aprobar las fraudulencias que se realizan en las transacciones, reduciendo el efá (medida de áridos equivalente a unos 39 litros). La corrupción es general, y, por eso, las balanzas falsas y las pesas fraudulentas están a la orden del día. Todo es violencia y falsía. La ira divina tiene que descargar necesariamente en defensa de los derechos de la justicia conculcada. Vendrá la devastación, traída por el invasor asirio.
Y el profeta vuelve a recordar el vaticinio siniestro de Oseas: comerás y no te saciarás (v.14) 9. De nada les servirá a los israelitas el comer, pues no lograrán satisfacer sus necesidades, y, aunque pretendan salvar algo de la catástrofe, al fin todo quedará en poder del enemigo: apartarás (parte de tus bienes e hijos para salvarlos), pero no lo librarás, porque todo será entregado por Yahvé a la espada. Tampoco lograrán cosechar lo que sembraron (v.15). Sus trabajos serán totalmente estériles 10: pisarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo. Todo quedará en poder del implacable invasor. Y todo ello como castigo de sus iniquidades.
Los habitantes de Samaría no han hecho sino imitar la pésima conducta de sus antepasados: Has guardado los mandatos de Omrí y las obras de la casa de Acab (v.16). Omrí (885-874), padre de Acab (874-853), había fundado la ciudad de Samaría y es el fundador de una dinastía. Dejó fama de impío y de tirano n, lo mismo que su hijo Acab, el gran perseguidor del profeta Elias. Miqueas, en este fragmento, echa en cara a los moradores del reino del norte el haber seguido los malos ejemplos de los dos reyes impíos. Por eso Yahvé los entregará a la devastación. Es el anuncio solemne de la ruina de Samaría, que tuvo lugar el 721 a.C., y que aquí tiene caracteres de maldición: llevaréis sobre vosotros el oprobio de mi pueblo. La frase va dirigida contra los individuos del reino del norte, que han de participar del oprobio o maldición que recaerá sobre todo el pueblo como colectividad, la nación condenada a la ruina.

1 Cf. Exo_15:208. 2 Cf. Núm 22ss. 3 Cf. Num_22:1; Jos_3:1; Jos_4:19; Joe_4:18. 4 Sobre las víctimas para los holocaustos véase Exo_12:5; Lev_9:3; Num_15:27. 5 Así siguiendo el texto griego. 6 Así según una reconstrucción de Hoonacker. La Bib. de Jér.: ¿Puedo yo soportar una medida falsa? Cantera: ¿Puedo soportar la casa del impío.? 7 Cf. Amo_5:14.21; Ose_6:6. 8 Cf. Amó_8:5-6. 9 Cf. Ose_4:1 o. 10 Cf. Amo_5:11. 11 Cf. 1Re_16:31; 1Re_18:18; 1Re_22:26.