Deuteronomio  9 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 29 versitos |
1 “Escucha, Israel: Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo;"
2 de un pueblo numeroso, de elevada estatura, los hijos de Enaq, que ya conoces y de quienes has oído hablar. ¿Quién podrá resistir contra estos hijos de Enaq?
3 Has de saber desde hoy que Yahvé, tu Dios, irá El mismo delante de ti como fuego devorador, que los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yahvé.
4 No digas luego en tu corazón cuando Yahvé, tu Dios, los arroje de delante de ti: “Por mi justicia me ha puesto Yahvé en posesión de esta tierra.” Por la iniquidad de esos pueblos, Yahvé los arrojará de ante ti.
5 No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones los expulsa Yahvé de delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob."
6 Entiende que no por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz.”
7 “Acuérdate, no olvides cuánto has irritado a Yahvé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé."
8 Ya en Horeb provocasteis la ira de Yahvé, y Yahvé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros.
9 Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yahvé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua,
10 y me dio Yahvé las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación;"
11 al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,
12 y me dijo entonces: “Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé y se han hecho una imagen fundida.”
13 Y me dijo Yahvé: “Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz;"
14 déjame que le destruya y que borre su nombre de debajo de los cielos, y te haré a ti una nación más poderosa y más nvimerosa que ese pueblo.”
15 Yo me volví y bajé de la montaña, que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza;"
16 miré y vi que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yahvé os había prescrito;"
17 agarré entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos.
18 Luego me postré en la presencia de Yahvé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, irritándole.
19 Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yahvé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yahvé."
20 Estaba Yahvé también fuertemente irritado contra Aarón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces por Aarón;"
21 y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el torrente que baja de la montaña.
22 En Taberá, en Masa y en Quibrot-at-tawah excitasteis también la cólera de Yahvé;"
23 y cuando Yahvé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: “Subid y tomad posesión de la tierra que os doy,” fuisteis rebeldes a las órdenes de Yahvé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis a su voz."
24 Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos.
25 Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros,
26 y le rogué, diciendo: “¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa.
27 Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza, de este pueblo, a su perversidad y a su pecado;"
28 que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: “Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto.”
29 Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.”

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Introducción a Deuteronomio 

Times New Roman ;;;;; Riched20 5.40.11.2210;
Deuteronomio.

Introducción.

Nombre.
Deuteronomio significa en griego Segunda Ley (Äåõôåñï-íüìéïí), y es una traducción del Misneh hattorah (repetición de la Ley) de 17,18; en realidad, este título adecúa perfectamente al contenido del libro, ya que se trata de una nueva promulgación de la mayor parte de la legislación contenida en los libros anteriores del Pentateuco. En las Biblias hebraicas modernas se le designa por las primeras palabras del TM: 'elleh haddebarim (estas palabras).

Contenido y División.
Por su forma y contenido, el Deuteronomio es un libro distinto a los cuatro anteriores del Pentateuco, ya que no es una narración histórica ni una mera codificación fría, sino una composición oratoria del género parenético, en el que se recogen los discursos de Moisés en Moab antes de entrar los israelitas en Canaán y al término de la gran peregrinación por el desierto. Es como una recapitulación de los hechos ocurridos desde el Sinaí y una nueva proclamación de las leyes básicas de la teocracia hebrea. El tono es solemne y exhortatorio, como conviene en boca del libertador y legislador de Israel en el momento en que se va a despedir de su pueblo una vez cumplida su ingrata misión. La idea central de sus discursos de despedida es que sólo el cumplimiento fiel de los preceptos divinos atraerá la bendición de Yahvé. No es una mera exposición de hechos o leyes, sino que ambas cosas están envueltas en un espíritu de amor a Dios y al prójimo. Esto es característico del Deuteronomio.
Podemos dividirlo en cinco secciones:

1) Discurso primero (1:6-4:40):
a) Sección histórica: Evocación de los hechos acaecidos desde la marcha del Sinaí hasta las estepas de Moab (1:6-3:29).
b) Sección parenética: Exhortación al cumplimiento de la ley de Yahvé (4:1-40).

2) Discurso segundo (5:1-11:32): Exhortación (5:1).
a) Alianza del Sinaí (Decálogo) (5:1-33).
b) Fidelidad a Yahvé (6:1-25).
c) Mandato de exterminio de los cananeos (7:1-26).
d) Gratitud a la Providencia divina (8:1-20).
e) Recuerdo del pasado (9:1-10:11).
f) Exhortación para el futuro (10:12-11:32).

3) Código del Deuteronomio (parte central del libro):
a) Leyes religiosas (12:2-16; 17; 21; 17:7).
b) Leyes sobre las autoridades (16:18-20; 17:8-18:22).
c) Leyes civiles, penales y varias (19:1-25:19).
d) Prescripciones litúrgicas (26:1-15).
e) Adición sobre las ceremonias conmemorativas (27; 1-26).
Conclusión (28:1-29:1).

4) Discurso tercero (29:2-30:20): Nueva exhortación a guardar la Ley; evocación de los beneficios recibidos desde la salida de Egipto y recuerdo de las promesas y amenazas divinas.

5) Postrimerías de Moisés (31:1-34:12):
a) Instrucciones a Josué (31:1-21).
b) Cántico (31:22-32:43).
c) Bendición de las tribus (33:1-29).
d) Muerte de Moisés (34:1-12).

Estilo Literario.
Conforme a su finalidad parenética, el estilo es oratorio, solemne, enfático, redundante, con muchas repeticiones. Es el predicador que exhorta al cumplimiento de la Ley en estilo directo, recordando los beneficios recibidos de Dios y los castigos a las infidelidades como lección para el futuro. Recuerda el orador las principales leyes que se han de guardar para mantener las buenas relaciones con Yahvé. Es como un código popular1, en el que se instruye grosso modo al pueblo, sin llegar a las minuciosidades del Levítico o de los Números. El estilo familiar aparece en las frases reiteradas de Yahvé, nuestro Dios, nuestro Dios, seguir a Dios, con todo el corazón y con toda el alma, hacer lo que es bueno o malo a los ojos de Yahvé, el lugar donde Yahvé hará morar su nombre.2
Es El Estilo De La Predicación Profética.

Unidad Literaria.
Muchos críticos sostienen que el núcleo primitivo con unidad literaria es la parte legislativa (c. 12-26), pero por semejanza de estilo son también muchos los que creen que el núcleo primitivo lo constituyen los c.5-26. La falta de repeticiones en estos capítulos prueba para éstos la unidad primitiva de autor. Los c.1-4, en cambio, son considerados por la mayor parte de los críticos como adición posterior al conjunto (c.5-26)3. El c.28 es generalmente considerado como conclusión del conjunto legislativo (c.5-26).

Origen Mosaico.
La tradición judeo-cristiana considera todo el libro como obra del propio Moisés4. Sin embargo, en la Edad Mediado faltaron quienes atribuyeron parte del libro a Josué5. En el siglo xix los críticos independientes lanzaron la idea de que el Deuteronomio es el libro de la Ley descubierto en el templo de Jerusalén bajo Josías (621 a.C.) Esta idea, que había sido propuesta ya por San Atanasio y San Jerónimo (si bien éstos admitían el origen mosaico del Deuteronomio), fue generalizada en la teoría de las cuatro fuentes welhau-senianas, con la afirmación subsiguiente de que la composición de ese documento no es anterior al propio rey Josías. El hallazgo del libro habría sido un fraude piadoso inventado por los sacerdotes para autorizar la reforma religiosa con la idea de la centralización del culto en el templo de Jerusalén6. Para confirmar esta hipótesis se arguye que algunas instituciones de las que se habla en el Deuteronomio son de época posterior a Moisés, como la de la monarquía y la judicatura. Por otra parte, las ideas teológicas y el enfoque moral parecen de la época de la predicación profética.
Contra la hipótesis del fraude piadoso se arguye que, ya en el siglo IX antes de Cristo, el rey Amasias (796-768) conocía la prescripción de Dt 16:4, según la cual los hijos no debían ser castigados por los pecados de los padres, y se atribuía esta ordenación a Moisés7. Por otra parte, el rey Ezequías (727-698) había intentado una reforma religiosa, en la que se centralizaba el culto en el templo de Jerusalén8. Por otra parte, es incomprensible en los siglos IX-XIV la orden de exterminar a los cananeos y amalecitas de Dt 20:16-18 y 25:17-19, ya que eran poblaciones extinguidas para aquellos tiempos de la monarquía. Esa ordenación más bien refleja los primeros tiempos de la ocupación de Canaán por los israelitas. Todo esto prueba que el Deuteronomio es anterior al 621, que fue encontrado el libro de la Ley. Se supone que, en tiempos de la persecución de Manasés, este libro fue escondido en los cimientos del templo, y después fue encontrado fortuitamente cuando se hicieron las obras de reparación del tiempo de Josías9. Después de afirmar que la indicación de Dt 31:24 sobre la redacción de un libro con las palabras de la Ley por Moisés no ha de aplicarse a todo el Deuteronomio como hoy le tenemos, sino al conjunto de la Ley, afirma que la expresión Moisés escribió no ha de tomarse al pie de la letra como la otra de Dios dijo a Moisés, teniendo en cuenta que la seudonimia era un recurso literario corriente en la misma literatura bíblica, como aparece en el caso del libro de la Sabiduría, atribuido a Salomón. Por otra parte, la legislación deuteronómica se presenta como la repetición de la Ley (misneh hattorah); es decir, del conjunto legislativo de la época del desierto. Así, pues, si el código de la alianza es mosaico, lo es también sustancialmente la legislación deuteronómica, que está calcada sobre las tradiciones legales del desierto. Por eso, el autor del Deuteronomio ha sido lógico, y ha puesto el nombre de Moisés a lo que él consideraba su obra14. Sustancialmente, el núcleo legislativo del Deuteronomio es mosaico, como lo es el del Pentateuco en general. Esto no quiere decir que ese núcleo no se haya desarrollado orgánicamente y desde dentro (conforme al espíritu y esquema mosaico); posteriormente, conforme a las exigencias nuevas de los tiempos, el legado religioso de Moisés no podía conservarse en el curso de la historia de Israel, sino en la medida en que se formularan nuevas regulaciones, adaptadas a las circunstancias, que necesariamente cambian, mas siempre según el espíritu del gran legislador; debido a esto, por ficción literaria, se ponían en boca del mismo Moisés todas las determinaciones y ordenanzas, que no hacían sino poner por obra la revelación del Sinaí, valedera para todos los tiempos, y de la que Moisés era el depositario. Se puede admitir, no sin verosimilitud, que la amplitud y la precisión de la reforma de Ezequías (716-715) supone una codificación de las leyes antiguas... Que con ocasión de esta reforma la ley de centralización en particular haya sido añadida a una codificación de textos legislativos que habrían visto la luz en el reino del Norte, y que los levitas hubieran traído a Jerusalén después de la caída de Samaría, nada tiene de inverosímil.15 Es la opinión de Cazelles: Cuando la caída del reino del Norte (722) algunos levitas, huyendo de la dominación extranjera, se refugiaron en Jerusalén y llevaron consigo algunas de estas colecciones... La ley de la unidad del santuario se explica muy bien en esta fecha; los antiguos santuarios célebres del Norte han prevaricado y acaban de desaparecer, mientras el de Jerusalén acaba de librarse de Senaquerib en 701, sirve de residencia al arca santa y es considerado por los profetas como el lugar por excelencia de los oráculos divinos16. El santuario se remontaba a David; pero más allá de David, demasiado judío, es hasta Moisés, mediador de la alianza, y hasta la tradición mosaica, fuente de la unidad religiosa en Israel, hasta donde había que remontar. Así, el autor del Deuteronomio incluyó su compilación en una especie de comentario teológico, discursos puestos en boca de Moisés, el mediador de la alianza. Recordando al principio el Decálogo, fundamento de la alianza, el autor enlazaba con él toda la legislación posterior, procedente de Dios no directamente, sino por intermedio de Moisés... Hay demasiada relación entre la reforma de Josías y las exigencias deuteronómicas para no admitir un lazo de unión entre el Deuteronomio y esta reforma... Sobrevino la catástrofe del 589-588, y fue entonces cuando el yahvismo mostró toda su vitalidad. Paralelamente a la misión de Ezequiel, Dios inspiró una segunda edición del Deuteronomio, según el mismo espíritu de la primera, pero con vistas más precisas sobre el destierro, una marcada insistencia sobre las perspectivas de liberación (4:25-31 y final del cántico de c.32); por fin, una atención más sostenida a las ideas de la Sabiduría. Esta edición añadió los c.1-4, que insisten sobre la conquista, imagen de la reconquista que esperan los desterrados; añadió un gran párrafo a las maldiciones del c.28 y completó el c.31 en función del gran cántico del c.32... Este mismo autor ha añadido probablemente algunas notas en los discursos (10:6-9) y en las leyes redactadas o compiladas por su predecesor. Puede que sea también él quien ha operado el trabajo final de fusión entre el Deuteronomio y el documento antiguo17. El P. R. De Vaux supone también que la compilación del Deuteronomio es sustancialmente de la época de Ezequías18. Por nuestra parte, creemos que, en efecto, el Deuteronomio refleja la predicación teológica del siglo VIII antes de Cristo, aunque creemos verosímil que la redacción del mismo se deba a levitas del reino del Norte, pues no es fácilmente concebible que la clase sacerdotal de Judá haya admitido una elaboración hecha por los que eran considerados como cismáticos frente a la tradición de Jerusalén.

Doctrina Religiosa.
La principal preocupación del deuteronomista es evitar que los israelitas tomen parte en los cultos idolátricos. Es la obsesión de la predicación de los profetas. Las infiltraciones paganas en el pueblo eran cada vez mayores, y era preciso recordar los grandes postulados de la religión mosaica como fue concebida en los tiempos heroicos del desierto. El sincretismo religioso fue siempre un peligro para los israelitas, ya que éstos no tenían inconveniente en asociar al culto de Yahvé prácticas de origen cananeo. Por eso se ordena la extirpación de los cananeos y se prohíbe tener relaciones con ellos19. Por la misma razón deben desaparecer todos los lugares de culto paganos: santuarios, altares, estelas e imágenes20.
a) Yahvé es el Dios del universo. Es el único21, el Creador de cielos y tierra22, el Dios de los dioses23. Como tal es celoso de su gloria y no admite competencias de los ídolos24. Es trascendente y omnipotente25, es santo26 y justo27. Es también un Dios amoroso y benevolente28, que ama a Israel como a un hijo29 y está dispuesto a perdonarle si sinceramente se arrepiente30.
b) Es el Dios de Israel, que le ha elegido para dar cumplimiento a las promesas hechas a los patriarcas31, Esta elección se concretó en una alianza con Abrahán y con el pueblo en Horeb. El Deuteronomio es el documento solemne que contiene las cláusulas de esta alianza. De ahí arrancan las obligaciones de Israel como nación.
c) Culto.Los israelitas deben sentir un temor reverencial ante Yahvé poderoso y justiciero32, y ese temor ha de manifestarse en la observancia de la Ley33. Pero debe ser un temor amoroso34: Amaras a tu Dios con todo tu corazón...35
Pero estas manifestaciones de amor interno deben ir acompañadas de actos externos de reconocimiento. Israel es un pueblo santo consagrado a Yahvé36. Por ello se le prohiben ciertas prácticas del ambiente profano y pagano37 y tiene que evitar impurezas legales38. Y en reconocimiento de la soberanía debe ofrecer sacrificios y oblaciones de sus ganados y frutos39. El banquete sacrificial era una especie de comunión con Yahvé, en su honor, y con los deudos y necesitados40. Tres veces al año (Pascua, Pentecostés y Tabernáculos) debe el israelita presentarse ante el santuario de Yahvé41. El sábado es día sagrado42.
d) Característica del Deuteronomio es el amor hacia el prójimo, principalmente a los desvalidos, como el huérfano, la viuda, el extranjero, el levita y el esclavo43. La moral de este libro es alta y muy conforme a la predicación de los profetas. Los valores éticos son destacados y los actos de culto son impuestos, pero en el supuesto de que vayan informados de sentimientos internos de agradecimiento a Dios y de arrepentimiento de los pecados. Es una moral que se acerca a la evangélica y puede considerarse como la culminación en la teología del Antiguo Testamento.

1 A. Clamer, Deutéronome (1946) 490. 2 Véase una lista más amplia en Driver. Deuteronomy (ICC) p.lxxviii-lxxxiv. 3 Se señalan algunas contradicciones entre los c.1-4 y 5-26; así, 2:14 y 5:3-5; 9:7; 22:29 y 23:14; 4:41-43 y 19:93. 4 El Talmud consideraba los ocho últimos versículos del Dt como obra de Josué (Baba bathra 14b). 5 Así lo insinúa Hugo De San Caro (f en 1263), Postilla super Deut. 1,1: Opera omnia, 1 (Venecia 1754) 151. 6 Cf. Wellhausen, Prolegómeno, zur Ceschichte Israels ed. 6.a. I Cf. 2Re_14:6 . 8 Cf. 2 Re 18.3-7. 9 Naville, fundándose en la costumbre de esconder libros en los cimientos de los templos egipcios, supone que Salomón escondió también el libro de la Ley de Moisés en el de Jerusalén. Pero la Biblia nada insinúa en este sentido, a pesar de que da muchos detalles sobre la construcción del templo hierosolimitano. Véase Naville, La découverte de la Loi sous le roí Josias (1910); cf. RB (1910) 622. Para casos análogos entre hititas y babilonios véase RB (1923) 473-474; (1927) 141- 10 Cf. RB(1801) 609-616. 11 Cf. Moïse el Josué: Dafc, III 754- 12 Nikel, Die Pentateuchfrage: Bib. Zeitfragen, X 1-3 (1921). 13 Junker, Das Buch Deuteronomium (Bonn) p. 15-16; cf. RB (1934) p.432. 14 Cf. RB (1898) 22. 15 Ë. Clamer, La Genése 46-47. 16 Amó_1:2 ; Isa_8:18 . 17 H. Cazelles, Le Deutéronome (Bible de Jérusalem) 13-15· 18 R. De Vaux, Les institutions de l'Ancien Testament I p.222. 19 Dt 7:2-4. 20 Dt 7:5-25. 21 4:35-39. 22 Dt 10:14. 23 10:17. 24 4:24; 5:25; 6:15. 25 7:16; 20; 22. 26 7:6; 14:21; 23:13. 27 9,4-5; 32,4. 28 7:8; 23:6. 29 8:2; 3; 16. 30 30:1-10. 31 1:11; 6:8; 7:12. 32 7:7; 18-19; 4-5. 33 6:2; 5:29. 34 30:19-20. 35 6:5. 36 Dt 14.2. 37 14:1; 22:5-11; 12. 38 24:8-9; 14:3-21. 39 14:23. 40 12:7. 41 Cf.16. 42 5:12-15. 43 16:12; 14:29; 15:10; 34:17; 18; 22.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Deuteronomio  9,1-29

9. Protección Divina.

Yahvé Expulsará a los Cananeos (1-6).
1Escucha, Israel: Estáis hoy para pasar el Jordán y marchar a la conquista de naciones más numerosas y más poderosas que tú; de grandes ciudades, cuyas murallas se levantan hasta el cielo; 2de un pueblo numeroso, de elevada estatura, los hijos de Enaq, que ya conoces y de quienes has oído hablar. ¿Quién podrá resistir contra estos hijos de Enaq? 3Has de saber desde hoy que Yahvé, tu Dios, irá El mismo delante de ti como fuego devorador, que los destruirá, los humillará ante ti, y tú los arrojarás y los destruirás pronto, como te lo ha dicho Yahvé. 4No digas luego en tu corazón cuando Yahvé, tu Dios, los arroje de delante de ti: Por mi justicia me ha puesto Yahvé en posesión de esta tierra. Por la iniquidad de esos pueblos, Yahvé los arrojará de ante ti. 5No por tu justicia ni por la rectitud de tu corazón vas a entrar en posesión de esa tierra, sino por la maldad de esas naciones los expulsa Yahvé de delante de ti; para cumplir la palabra que con juramento dio a tus padres Abraham, Isaac y Jacob. 6Entiende que no por tu justicia te da Yahvé, tu Dios, la posesión de esa buena tierra; porque eres pueblo de dura cerviz.

El deuteronomista recalca insistentemente la idea de que la posesión de Canaán se debe únicamente al favor divino. Israel no debe temer a los enemigos que ha de expulsar, aunque sean descendientes de Enaq, gigantes de estatura, y sus ciudades amuralladas (v.1), porque la omnipotencia divina los extirpa como fuego devorador (v.3), y los arrojará por sus iniquidades, de forma que Israel no será instalado en su tierra por su justicia o merecimientos, sino por pura benevolencia divina (v.4). Yahvé tiene empeñada su palabra con juramento, dada a los patriarcas, y ahora la va a cumplir1. Israel en realidad es un pueblo de dura cerviz (v.5), que soporta de mala gana el yugo de Yahvé2. Es contumaz y rebelde en sus caminos y sólo se doblega ante la fuerza e intervención divina.

La Prevaricación de Israel (7-29).
7Acuérdate, no olvides cuánto has irritado a Yahvé, tu Dios, en el desierto; desde el día en que salisteis de la tierra de Egipto hasta que habéis llegado a este lugar, habéis sido rebeldes a Yahvé. 8Ya en Horeb provocasteis la ira de Yahvé, y Yahvé se irritó contra vosotros hasta querer destruiros. 9Cuando subí yo a la cumbre de la montaña para recibir las tablas de la alianza que Yahvé hacía con vosotros, y estuve allí cuarenta días y cuarenta noches sin comer pan ni beber agua, 10y me dio Yahvé las dos tablas de piedra escritas con el dedo de Dios, que contenían todas las palabras que El os había dicho en la montaña, en medio del fuego, el día de la congregación;11al cabo de los cuarenta días y cuarenta noches me dio Yahvé las dos tablas de piedra, las tablas de la alianza,12y me dijo entonces: Anda, baja presto de aquí, porque tu pueblo, el que has sacado de Egipto, se ha corrompido; pronto se ha apartado del camino que yo le mandé y se han hecho una imagen fundida. 13Y me dijo Yahvé: Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz; 14déjame que le destruya y que borre su nombre de debajo de los cielos, y te haré a ti una nación más poderosa y más nvimerosa que ese pueblo. 15Yo me volví y bajé de la montaña, que estaba toda en fuego, trayendo en mis manos las dos tablas de la alianza; 16miré y vi que habíais pecado contra Yahvé, vuestro Dios; os habíais hecho un becerro fundido, apartándoos bien pronto del camino que Yahvé os había prescrito;17agarré entonces las dos tablas y con mis manos las tiré, rompiéndolas ante vuestros ojos. 18Luego me postré en la presencia de Yahvé, como la primera vez, durante cuarenta días y cuarenta noches, sin comer pan y sin beber agua, por todos los pecados que vosotros habíais cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé, irritándole. 19Yo estaba espantado de ver la cólera y el furor con que Yahvé estaba enojado contra vosotros, hasta querer destruiros; pero todavía esta vez me escuchó Yahvé. 20Estaba Yahvé también fuertemente irritado contra Aarón, hasta el punto de querer hacerle perecer, y yo intercedí entonces por Aarón; 21y tomé vuestro pecado, el que os habíais hecho, y lo arrojé al fuego, y desmenuzándolo bien hasta reducirlo a polvo, eché el polvo en el torrente que baja de la montaña. 22En Taberá, en Masa y en Quibrot-at-tawah excitasteis también la cólera de Yahvé; 23y cuando Yahvé os hizo subir de Cadesbarne, diciendo: Subid y tomad posesión de la tierra que os doy, fuisteis rebeldes a las órdenes de Yahvé, vuestro Dios; no tuvisteis confianza en El y no obedecisteis a su voz. 24Habéis sido rebeldes a Yahvé desde el día en que El comenzó a poner en vosotros sus ojos. 25Yo me postré ante Yahvé aquellos cuarenta días y cuarenta noches que estuve postrado, porque Yahvé hablaba de destruiros, 26y le rogué, diciendo: ¡Señor, Yahvé!, no destruyas a tu pueblo, a tu heredad, redimida por tu grandeza, sacándolo de Egipto con tu mano poderosa. 27Acuérdate de tus siervos Abraham, Isaac y Jacob; no mires a la dureza, de este pueblo, a su perversidad y a su pecado; 28que no puedan decir los de la tierra de que nos has sacado: Por no poder Yahvé hacerlos entrar en la tierra que les había prometido y porque los odiaba, los ha sacado fuera para hacerlos morir en el desierto. 29Son tu pueblo, tu heredad, que con tu gran poder y brazo tendido has sacado fuera.

Siguiendo la idea de que Israel es un pueblo rebelde, de dura cerviz, el profeta recuerda las prevaricaciones de aquél en el Sinaí con motivo de la promulgación de los diez mandamientos. Los hechos aludidos están narrados en el éxodo y en los Números, y están recordados libremente en estilo oratorio. En el momento más solemne de la historia de Israel, cuando se concluyó la alianza y se establecieron las bases religiosas y morales de la nueva teocracia, el pueblo elegido prevaricó construyéndose el becerro de oro (v.9)3. La violación del pacto era flagrante, ya que Yahvé había prohibido terminantemente toda representación animal de la divinidad; por eso está dispuesto a exterminarlo en su totalidad. La intervención de Moisés salvó a su pueblo4. Rota la alianza, Moisés creyó inútiles los mandamientos grabados en piedra, y así rompió las dos tablas de la Ley. El profeta reacciona después, impetrando el perdón para el pueblo culpable y expiando con ayunos su pecado (v.16). Conseguido el perdón, Moisés destruyó el becerro de oro y arrojó sus cenizas a un torrente como cosa abominable que contaminaba el campamento5.
Los v.22-24 parece ser inserción posterior; en ellos se recuerdan otras apostasías y prevaricaciones de Israel durante su peregrinación en el desierto6.
Moisés apela a las promesas hechas a los patriarcas para que Yahvé no descargue su ira sobre el pueblo pecador (v.27) y al mismo tiempo recuerda el deshonor que para el nombre de Yahvé será cuando los paganos se enteren de que su Dios ha exterminado a su pueblo en el desierto, atribuyendo esto a su impotencia por dar cumplimiento de sus promesas de introducirlo en la tierra de Canaán7.

1 Cf. Gen_12:6; Gen_13:14-17; Gen_15:19; Gen_17:8. 2 Isa_48:4. 3 Exo_32:1-4. 4 Cf. Exo_24:12; Exo_34:28. 5 Exo_32:20. 6 Cf. Num_11:1-3; Exo_17:1-7; Num_11:4-34. 7 Exo_32:12; Num_14:16.