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Ezequiel.
Introducción.
Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.
Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.
Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.
Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:
Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.
II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.
Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.
Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.
Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.
Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.
Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.
1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.
Ezequiel 27,1-36
27. Elegía Sobre La Ruina De Tiro.
Después de anunciar la destrucción y aniquilamiento de Tiro, el profeta entona una bellísima elegía a la pasada gloria de la gran metrópoli comercial. La ciudad es presentada como una nave majestuosa construida con los mejores materiales. Todas las riquezas de Oriente y de Occidente iban a engrosar la secular opulencia de la ciudad fenicia. Pero esa nave majestuosa quedó un día anegada en las olas del mar.
El capítulo se divide en tres partes: a) descripción de la nave (1-9a); b) Tiro, centro comercial del mundo (9b-25a); c) ruina de la nave (25-36).
Tiro, simbolizada en ana nave (l-9a).
1 Fuerne dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Tú, hijo de hombre, compón a Tiro una elegía. 3 Di a Tiro: ¡Oh tú la que te asientas a la entrada del mar, la que comercias con los pueblos de numerosas islas! Así habla el Señor, Yahvé: Tiro, tú te decías: Yo soy (un navío) de perfecta hermosura1. 4En el corazón de los mares están tus confines; los que te edificaron te hicieron perfectamente hermosa; 5de cipreses de Sanir hicieron tus quillas; de cedros de Líbano tus mástiles; 6 tus remos, de encinas de Basan; tus bancos, incrustado de marfil, traído de las islas de Kittim. 7De lino recamado de Egipto eran tus velas para servir de enseña; de jacinto y púrpura de las islas de Elisa tus toldos. 8 Los habitantes de Sidón y de Arvad eran tus remeros, y los más expertos entre ti, ¡oh Tiro! tus pilotos. 9 Ancianos de Guebal, con sus más hábiles obreros, calafateaban tus junturas.
Tiro, en su posición insular, era como una inmensa nave anclada a la entrada del mar (v.3), y, como tal, con una vocación marinera comercial universal; las numerosas islas o puertos del Mediterráneo son sus clientes comerciales. Es su vocación atávica y su mayor gloria. Las riquezas de todos los pueblos han afluido en masa hacia la metrópoli fenicia. Esta se sentía orgullosa por su opulencia material (soy una nave de perfecta hermosura). Pero esta altivez será la causa de su ruina. Es cierto que se halla en una posición geográfica inigualable: en el corazón de los mares están sus confines (v.4). Tiene factorías comerciales en todos los puntos principales del Mediterráneo. Tiro, como una nave majestuosa, se abre camino hacia el mar en su posición insular. Y a realzar esta posición privilegiada concurrieron los mejores artífices. Nada se ha ahorrado para dotar a la magnífica nave: los cipreses de Sanir 2, los cedros del Líbano, las encinas de Basan 3 y la mejor madera de boj trabajado en marfil se ha puesto a su disposición para su estructura exterior (v.5). El mejor lino de Egipto, los toldos más bellos de color, de púrpura de Elisa4, sirvieron para dar realce y magnificencia a la magnífica construcción. Y en correspondencia a la categoría de la espléndida nave estuvo el personal que la sirvió: los remeros de Sidón y de Arvad5 y los mejores armadores de Guebal 6. Nada se ahorró para que la obra saliera perfecta. Tiro era realmente una reina entre los mares, y por su hermosura y su posición geográfica logró convertirse en centro comercial del universo. El profeta va a enumerar los distintos pueblos y mercancías que afluían a la gran ciudad fenicia. El fragmento es interesantísimo desde el punto de vista histórico y geográfico, ya que encontramos la enumeración de los distintos productos de las diversas regiones del mundo entonces conocido.
Tiro, centro comercial del orbe (9b-25a).
9 Todas las naves del mar, con sus navegantes, estaban dentro de ti para cambiar tus mercancías. 10 De Paras, de Lud y de Put eran los soldados de tu ejército, tus hombres de guerra. Suspendían en medio de ti escudos y yelmos, dándote esplendor. n Hijos de Arvad y de Jelec guarnecían tus murallas, y los Gammadim tus torres; todos en torno, en tus murallas colgaban sus escudos, coronando tu belleza. 12 Los de Tarsis traficaban contigo en gran abundancia de productos de toda suerte: en plata, hierro, estaño y plomo te pagaban tus mercancías. 13 Ja van, Túbal y Mesec comerciaban también contigo y cambiaban tus mercaderías por esclavos y objetos de bronce. 14 Los de la casa de Togorma pagaban sus mercancías con caballos de tiro, corceles y mulos. 15 Los hijos de Dedán traficaban contigo; el comercio de numerosas islas estaba en tus manos, y te pagaban con colmillos de marfil y con ébano. 16 Edom 7 cambiaba contigo sus muchos productos, y te pagaba con malaquita, púrpura, recamados, lino, coral y rubíes. 17 Contigo comerciaban Judá y la tierra de Israel, y te daban como precio el trigo de Minnit, perfumes, miel, aceite y bálsamo. 18 Traficaba contigo Damasco, pagándote con sus muchos productos y sus bienes de toda suerte, vino de Jelbón y lana de Sajar. 19 Los de Vedan y Yaván de Uzal te pagaban con hierro elaborado, casia y caña aromática. 20 Dedán traficaba contigo en sillas de cuero para monturas. 21 La Arabia y los príncipes de Cedar eran tus proveedores y comerciaban con corderos, carneros y machos cabríos. 22 Los mercaderes de Sebá y de Regma comerciaban contigo, cambiaban tus mercancías por los más exquisitos aromas, piedras preciosas y oro. 23 Jarán, Canne y Edén, Asiría y Kilmad traficaban contigo. 24 Negociaban contigo en muchas cosas, vestidos preciosos, mantos de jacinto recamado, tapices tejidos en varios colores, fuertes y retorcidas cuerdas. 25 Las naves de Tarsis eran las caravanas que traían tus mercancías.
Esta sección está escrita en prosa y es considerada por algunos autores como adición erudita posterior. El autor sagrado declara en principio que todos los pueblos se daban cita con sus navegantes para llevar y cambiar las mercancías con la reina del comercio de la época. En primer término enumera los pueblos que contribuían con sus mercenarios de guerra a crear el gran imperio fenicio: de Paras, Lud y Put8, regiones del nordeste de áfrica, cuyas gentes habían sido tomadas como soldados mercenarios de los comerciantes de Tiro. También contribuían con gentes de guerra al servicio de Tiro las gentes de Arvad y de Jelec y los Gammadim, de la costa siria 9.
Después de enumerar a los pueblos que suministraban sus guerreros a Tiro, el autor comienza a enumerar las regiones con que traficaba y los productos que recibía a cambio de sus múltiples mercancías. En primer lugar, la lejana Tarsis con sus tradicionales productos'metálicos de plata, hierro y estaño 10. Dentro de la zona del Mediterráneo estaban Javan, Túbal y Mesec 11, que proporcio naban esclavos y bronce. Los pueblos de origen indoario ofrecían sus característicos caballos y corceles 12. En el mar Rojo estaba Deddn 13, que ofrecía el marfil recibido de la India. Edom, al sudeste del mar Muerto, servía de intermediario para recibir los productos típicos de la península arábiga, púrpura, recamados, coral y rubíes, productos todos provenientes de otros comercios del mar Indico. Entre los pueblos con los que comerciaba Tiro no faltaban Juda e Israel, que entregaban sus recursos naturales de aceite, miel y trigo de Minnit, ciudad de Amón, en TransJordania 14, que daba nombre a una clase de trigo que después se cultivaba en Palestina. Damasco ofrecía sus finos de Jelbón y lana de Sajar 15. Las ciudades de Arabia, como Vedan y Yaván de Uzal, ofrecían sus característicos productos aromáticos y aun hierro 16. Deddn, también en esta zona del desierto arábigo, ofrecía sus sillas de montar 17. Las tribus típicamente beduinas de Cedar 18 aportaban la carne de sus rebaños esteparios. Y de nuevo las ciudades de Arabia Sebd y Regma traían sus aromas y piedras preciosas 19. No faltaban las aportaciones de Mesopotamia: Jarán, Carine, Edén, Asiría y Kilmad 20. Con estos nombres se cierra la prolija enumeración de los pueblos que traficaban con Tiro. El autor sagrado ha logrado en ella dar una profunda impresión de la opulencia de la ciudad fenicia, que ha de contrastar con la trágica suerte que le espera.
Ruina de la majestuosa nave de Tiro (25b-36).
25 b Así llegaste a ser opulenta y muy rica en el corazón de los mares. 26 Pero en las grandes aguas, adonde te conducían tus remeros, el viento solano te precipitará al seno del mar. 27 Tus riquezas, tus mercancías, tu tráfico, tus marineros, pilotos y calafates, los mercaderes de tu tráfico, todos los guerreros que en ti hay, con toda la muchedumbre que te llena, caerán en el corazón del mar el día de tu ruina. 28 Al estrépito de los gritos de tus marineros temblarán las costas. 29 Bajarán de tus naves cuantos manejan el remo, y todos, marineros y pilotos del mar, se quedarán en tierra. 30 Alzarán a ti sus clamores y darán amargos gritos, echarán polvo sobre sus cabezas y se revolcarán en la tierra. 31 Se raerán por ti los cabellos en torno y se vestirán de saco; te llorarán en la amargura de su alma con acerba aflicción; 32 te lamentarán con elegías, y dirán de ti: ¿Quién había que fuera como Tiro, ahora silenciosa en medio del mar? 33 Con las mercancías que tú sacabas de los mares, tú saciabas a numerosos pueblos; con la muchedumbre de tus riquezas y de tu comercio enriquecías a los reyes de la tierra, 34 y yaces ahora sepultada en el mar, en lo profundo de las aguas, y contigo cayeron tu tráfico y toda la gran muchedumbre. 35 Quedáronse atónitos sobre ti i los habitantes de las islas, y los reyes de ellas están temblando de espanto, demudado el rostro. 36 Los mercaderes de los pueblos silban contra ti; has venido a ser objeto de espanto, ya no serás más por los siglos.
A pesar de que Tiro se creía segura en su opulencia comercial, también para ella le llegará la hora del máximo castigo. Sus negocios han sido demasiado lucrativos, abusando de su posición comercial excepcional. Todos los pueblos dependían en cierto modo de sus mercancías, y en este sentido había mantenido una hegemonía tiránica sobre pueblos menos prósperos. Tiro caerá al mar empujado por el viento solano (v.26), el ejército de Nabucodonosor, que viene del oriente en una primera embestida, y después el de Alejandro Magno, quien, después de vencer a Darío en Licia, cayó sobre la costa fenicia, subyugándola totalmente. La caída de Tiro en el corazón del mar, con todos sus mercaderes y marineros, causará el estupor de sus admiradores (v.28). Los marineros de otras naves, consternados y temerosos de que les suceda lo mismo, se bajarán a tierra y entonarán una elegía por la triste suerte de la que era reina de los mares, con las típicas demostraciones de duelo: gritos de desesperación y de dolor, polvo sobre la cabeza 21, revolcones en tierra, rasura de los cabellos 22 e indumentaria de saco. Todos los que recibían beneficios de la gran metrópoli, los habitantes de las islas (v.35), las costas del Mediterráneo, sentirán el escalofrío del miedo, pues no estarán seguros, habiendo caído la que parecía omnipotente.
Pero no faltará quien se alegre por la destrucción de Tiro. Ella se había alegrado de la ruina de Jerusalén 23, pero ahora los mercaderes de los pueblos silbaran (v.3ü) irónicamente contra ella, pues ha desaparecido la gran competidora comercial, la monopolista de las riquezas de la tierra: la magnífica entre todas las ciudades se ha convertido en objeto de espanto para todos los pueblos, porque han visto a donde ha llegado tanta gloria pasada: ya no seras más por los siglos, es el terrible veredicto del que dirige los hilos secretos de la historia, del omnipotente Yahvé de Judá.
1 Por razones métricas parece que debe suponerse perdida la palabra hebrea equivalente a nave, que caería por haplografía. 2 Sanir es el Antilíbano, o cordillera que desciende paralela al Líbano. Es el Saniru de los textos asirios; el Syrion de los fenicios. Cf. Deu_3:9; véase Abel, Géog. I 347. 3 Basan, en el norte de TransJordania, a los pies del Hermón, famosa por sus bosques y pastizales (Deu_2:13; Jos_12:2). 4 Elisa: para unos es el Peloponeso o Sicilia. Otros más bien la identifican con la Alasia de las cartas del Tell-Amarna, y entonces sería Chipre (Gen_10:4). 5 Arvad es la Arwada de Tell-Amarna, la actual Ruad, entre Trípoli (Líbano) y Lataquia (Siria). En asirio: Armada o Amada (Gen_10:18). 6 Guebal, la actual Gebeil (la Byblos griega), al norte de Beyrut. 7 En el TM se dice Aram (Siria), pero como en el v.18 se habla de los productos de Damasco, lo mejor es suponer con algunos manuscritos que en el texto primitivo estaba la pa-palabra Edom, que en hebreo tiene una grafía extremadamente parecida a Aram. 8 Estos tres pueblos hay que colocarlos juntos, porque así suelen aparecer en varios textos bíblicos (Jer_46:9; Eze_30:5; Eze_30:38, Eze_30:5; Isa_66:19); parecen estar enclavados en el áfrica oriental. Algunas veces aparecen citados junto a Kush (Etiopía). Paras pudieran ser los Perossi de Plinio (Isa_5:1.8; Isa_6:35) y Pharussi de Estrabón (II 131; Plin., 5:1.10). Lud (Gén_10:22) son los Luddu de los textos cuneiformes, los lidios. Put sería el actual Sudán. 9 Arvad: cf. v.8. Jelec, seguramente Cilicia. Los Gammadim serían los Kamadu de los textos egipcios y los Kumidi de las cartas de Tell-Amarna, es decir, el actual Kamid-al-Loz, junto al Hermón. 10 Tarsis es la Tartessos de los griegos, en Huelva, famosa por sus minas de plata, plomo, etc. Sus naves eran famosas por su mayor tonelaje. Cf. Polibio (3:24:2); S. De Ausejo, El problema de Tartessos: Sefarad, 2 (1942) 171-191; cf. Is 23; Jer_10:9; 1Sa_10:22; Gen_10:4. 11 Javán son los jonios o griegos: Gén_10:2; Isa_66:19. Túbal es el asirio Tabal, los tibare-nos, al sudeste del mar Negro (Gen_10:3; Eze_32:26; Eze_38:23). Mesec es el asirio Mushku, en Armenia. Junto a Tiflis se conserva el nombre Mzjet. 12 Togorma (Gen_10:3), también en esta región de Armenia, famosa por sus caballos (herod., I 194; estrabón, 11:14:9). Algunos lo identifican con el asirio Tilgarimmu, en Capadocia. 13 Dedán, junto al mar Rojo, en Arabia, o al sur de Edom (cf. Abel, o.c., I 293)· 14 Minnit aparece en Jue_11:33 como ciudad de Amón (Abel, o.c., II 388). 15 Jelbón, el actual Jelbun (asirio: Jilbunu), al noroeste de Damasco, famoso por su vino. Sajar, no identificada, pero que se supone está en la región de Siria. Se la ha querido identificar con la actual Sadad, al sudeste de Homs. Cf. abel, I 303. 16 Vedan, una localidad junto al mar Rojo, quizá la llamada en egipcio Wdn. Yaván: nombre dudoso. Los LXX leen vino. Uzal se supone que está en esta región, pero no está identificado. 17 Dedán, al noroeste de Arabia (Gen_25:3). 18 Cedar, tribu árabe muy citada en la Biblia, en el desierto siró-arábigo (Gen_25:13; Isa_21:16; Jer_2:10; Sal_120:5; Can_1:5). Plinio habla de los Cedrei (Hist. nat. 2:12); en los textos cuneiformes se los llama Qidri. 19 Sebá, al sur de Arabia, de donde era la famosa reina de Saba (Isa_60:6; Jer_6:20; Gén_10:7), Era famosa por su incienso y especias. Cf. Abel, o.c., I 293. Regma: Gén_10:7. Estrabón cita a los zammanitas (Jer_16:4.24), junto al golfo Pérsico. 20 Jarán, asirio Jarranu, en la Alta Mesopotamia (cf. Gen_11:31; Gen_12:5; Isa_37:12). Es la segunda patria de Abraham. Canne (asirio: Kannu), quizá Kaiwai, junto al Tigris; leyendo Calne (asirio: kullan1) sería la actual Kullanhu o Killani, en Siria. Edén (asirio: Bit-Adinu), en el Medio Eufrates (cf. 2Sa_19:12; Isa_37:12). Kilmad, la actual Kilwadha, junto a Bagdad. 21 Cf. Miq_1:10; Lam_2:10. 22 Cf. Lev_19:27. 23 Cf. Eze_26:2.