Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.
Introducción.
Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.
Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.
Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.
Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.
Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,
Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.
Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.
Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).
Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.
Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.
El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.
Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:
853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.
Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.
Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.
1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.
I Reyes 7,1-51
El palacio de Salomón (7:1-12).
1 También edificó Salomón su casa, durando trece años la edificación, hasta que estuvo completamente terminada. 2 Construyó la casa Bosque del Líbano, de cien codos de largo, cincuenta codos de ancho y treinta codos de alto, sobre tres filas de columnas de cedro y capiteles de cedro sobre las columnas. 3 Estaba cubierta de tablones de cedro, arriba, sobre arquitrabes que se apoyaban en las cuarenta y cinco columnas, quince columnas en cada hilera; 4 pues había tres naves, y en cada una de ellas ventanas, que se correspondían unas enfrente de otras. 5 Todas las puertas y ventanas eran cuadradas, y en las tres naves se correspondían unas a otras. 6 Hizo además un pórtico de columnas de cincuenta codos de largo y treinta de ancho, y delante de éste, otro pórtico con columnas y gradas delante de él. 7 Hizo asimismo el salón del trono, donde juzgaba; el pórtico de la justicia, cubriéndolo de cedro desde el suelo hasta el techo. 8 Del mismo modo fue construida la casa donde había de habitar, en otro patio, detrás del pórtico. Hizo también otra casa habitación, de obra semejante a la del pórtico, para la hija del Faraón, que había tomado por mujer. 9 Para todas estas construcciones se emplearon grandes piedras, que habían sido cortadas con la sierra, a la medida, por el lado de dentro y el de fuera, y esto desde los cimientos hasta las cornisas, y asimismo en el exterior, hasta el gran atrio. 10 Los cimientos eran de excelentes y muy grandes piedras de diez y de ocho codos, n De ahí arriba se emplearon también excelentes piedras cortadas a la medida y madera de cedro. 12 En el gran atrio había todo en torno tres órdenes de piedras labradas y uno de vigas de cedro. Lo mismo que en el atrio interior de la casa de Yahvé, así también en el atrio de la casa real.
Entre el relato de la construcción del templo y la enumeración de los utensilios empleados para los sacrificios se intercala la noticia sobre la construcción del palacio salomónico. La descripción del edificio es somera e incompleta. Se hace solamente hincapié en la parte palaciega llamada Bosque del Líbano, en el vestíbulo y salón regio. En la obra se invirtieron unos trece años. Todos los edificios descritos levantábanse en la zona sur de la explanada del templo, a continuación de la ciudad de David.
La casa del Bosque del Líbano (beth yaar halebanon) se llagaba así por sus muchas columnas de cedro, que daban la impresión de una selva de cedros del Líbano. Medía algo más de 68 por 6 metros, iluminada por tres series de ventanas. Tres hileras de Uince columnas sostenían las habitaciones y el techo del edificio, Le tenía una altura total de 15 metros. En su estructura, los artífices se inspiraron en los famosos atrios de Egipto, especialmente en la gran sala del templo de Karnac. Los LXX hablan de tres series de cuarenta y cinco columnas cada una, lo que elevaría el número total de las mismas a ciento treinta y cinco, igual que en el mencionado templo de Karnac. En la gran sala celebrábanse las fiestas, servía de arsenal y se guardaban los quinientos escudos de oro de la guardia real (10:16-17; Isa_22:8). Delante de la sala había un pórtico, que el texto describe someramente 1.
En el salón del trono, o sala de justicia (elam hakisse), dirimía Salomón las cuestiones judiciales. Sus paredes estaban recubiertas de madera de cedro desde el suelo hasta el techo, o como dice el texto masorético, desde el suelo hasta el suelo. En el v.8 se cita la habitación privada de la familia real; la casa de la reina, la hija del Faraón (Isa_3:1; Isa_9:16-24). El texto sagrado no especifica la causa de otorgar esta distinción a la esposa egipcia; acaso fuera por escrúpulos religiosos de la princesa o porque se cre'a superior a las otras esposas reales, pero no parece que se le diera el título de guebira, como a la reina madre, Betsabé (Isa_2:19).
Para estos edificios empleáronse materiales nobles. Las piedras eran eben yeqarah, que en asirio reciben el nombre de abun aqartu, piedras caras (Isa_5:31), grandes bloques cortados a medida o según las medidas de la talla. Las piedras se serraban tanto en la parte exterior, visible, como en la interior. Se desconoce la naturaleza de esta sierra (meguerah). En los fundamentos se colocaron enormes bloques de cerca de seis por cinco metros. El gran atrio (haser haguedolah, 7:9.12) rodeaba toda el área en la que se levantaba el templo y el palacio, abarcando en parte la gran explanada que los árabes conocen por Haram es-Sherif.
El artífice de Tiro (7:13-14).
13 Trajo Salomón de Tiro a Hiram, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y de padre natural de Tiro, que trabajaba el bronce. 14 Estaba Hiram lleno de sabiduría, de entendimiento y de conocimiento para hacer toda suerte de obras de bronce; y vino al rey Salomón, y fue quien hizo para él toda la obra.
El artífice recibió el nombre de Hiram (2Cr_2:12-13) por parte de su padre adoptivo, por pertenecer por su padre a la tribu de Neftalí. Habiendo quedado viuda su madre, emigró con el hijo a Tiro, en donde se casó de nuevo con un hombre del país, obrero especializado en trabajar el bronce y maestro insigne de su hijo adoptivo. Este alcanzó gran fama en Tiro, siendo considerado como el artífice más capacitado y completo de sus dominios. Dios tenía destinado para el nuevo templo un artífice de la talla de Beseleel (Exo_31:3-4). La nacionalidad de la mayoría de los artífices del templo y del palacio explican en parte el origen y naturaleza de algunas decoraciones.
Las dos columnas de bronce (Exo_7:15-22).
15 Fundió dos columnas de bronce. Tenía cada una dieciocho codos de alto, y un hilo de doce codos era el que podía rodear a cada una de las columnas. 16 No eran macizas, sino huecas; el grueso de sus paredes era de cuatro dedos. Fundió capiteles de bronce para encima de las columnas, de cinco codos de alto el uno y cinco codos de alto el otro. 17 Hizo para los capiteles de encima de las columnas reticulados y trenzados, de trenzas a modo de cadenas, uno para cada capitel. 18 Hizo granadas todo en derredor del reticulado y el trenzado en dos nías, 19 y para cubrir el capitel que estaba sobre una de las columnas hizo lo mismo que para el capitel de la otra. Los capiteles eran por arriba de forma de flor de loto y tenían cada uno cuatro codos. 20 Había en cada capitel sobre las columnas doscientas granadas, alrededor de dos órdenes en lo alto de cada capitel, junto al trenzado. 21 Alzó las columnas delante del atrio del templo. Alzó la primera al lado de la derecha, y la llamó Jaquín; luego la del lado de la izquierda, y la llamó Boaz. 22 Así terminó la obra de las columnas.
Las dos columnas de bronce estaban delante del pórtico (v. 15-22; 2Re_25:17; 2Cr_3:15-17; 2Cr_4:12-13; Jer_52:17-23), a ejemplo de los obeliscos que se levantaban delante de los templos egipcios y de Fenicia (Korsabad, Tiro, Hierápolis). Se les ha equiparado a dos gigantescos candelabros 2 o dos indicadores permanentes para el cálculo de los equinoccios 3. Otros les dan un significado simbólico: dos columnas entre las cuales el sol se levanta al este; árboles de vida; columnas de nube y de fuego, que acompañaron a los israelitas por el desierto.
A la de la derecha se llamó Yakin; a la de la izquierda, Boaz, Apalabras que significan, respectivamente, que asegure y por él la fuerza. Según B. Y. Scott4, las dos palabras hebreas son los dos vocablos con los que empiezan los oráculos dinásticos inscritos en las columnas, significando que Yahvé establecerá su trono perpetuamente en la fuerza de Yahvé; que el rey se alegre. En 586 fueron reducidas a pedazos y llevadas a Babilonia (Jer_52:17-20).
El mar de bronce (Jer_7:23-26).
23 Hizo asimismo un mar de fundición de diez codos del uno al otro lado, redondo, y de cinco codos de alto, y ceñíalo en derredor un cordón de treinta codos. 24 Por debajo del borde llevaba todo en derredor coloquíntidas, diez por cada codo, dispuestas en dos órdenes y fundidas al mismo tiempo que el mar. 25 Estaba asentado sobre doce toros, de los cuales tres miraban al norte, tres al poniente, tres al mediodía y tres al naciente. Sobre éstos se apoyaba el mar, y la parte posterior de sus cuerpos quedaba por dentro. 26 Tenía un palmo de grueso y su labio estaba en forma de cáliz, como una flor de lis. Hacía dos mil batos.
Tratábase de un gran pilón de bronce (2Cr_4:2-5), sostenido por doce figuras de toro, que servía para depósito del agua necesaria para los servicios del templo. De este famoso pilón se ocupan varios textos bíblicos (2Re_25:13; Jer_27:19; Jer_52:17)·Tenía una capacidad para cerca Deu_44:500 litros, pero advierte Barrois que las dimensiones que señala el texto contradicen a las medidas lineales del mar de bronce. Todas las cifras dadas son exageradas y desproporcionadas en relación con otros recipientes encontrados en las excavaciones arqueológicas5. El mar de bronce estaba al lado derecho del templo, al sudeste (v.39), destinado a las abluciones de los sacerdotes (2Cr_4:6). No sabemos cómo ni de dónde llegaba el agua a este mar de bronce, al que muchos críticos independientes dan un significado simbólico6. Se sacaba el agua o por medio de grifos o con cubos, valiéndose de una escalera para alcanzar el borde del pilón. Subsistió en su lugar hasta el reinado de Ajaz. A su vuelta de Damasco quitó el mar de encima de los toros de bronce, que estaban debajo, y le colocó sobre un solado de piedra (2Re_16:17).
Basas de bronce (2Re_7:27-39).
27 Hizo también diez basas de bronce, cada una de cuatro codos de largo, cuatro codos de ancho y tres de alto. 28 He aquí cómo eran: estaban hechas de tableros, encerrados dentro de sus marcos y unidos. 29 En los tableros, dentro de los marcos, había leones, toros y querubines, y en los marcos, lo mismo por encima que por debajo de los leones y toros, había adornos en relieve. 30 Cada basa tenía cuatro ruedas de bronce con sus ejes de bronce, y en las cuatro esquinas había repisas de fundición, sobre las cuales iba la fuente, y que sobresalían de los festones. 31 El coronamiento de las basas tenía en lo interior un hueco con una prolongación de un codo hacia arriba; este hueco era redondo, de la misma hechura del remate y de medio codo de altura, y también esculpido; pero los tableros eran cuadrados, no redondos. 32 Las cuatro ruedas estaban debajo de los tableros, y los ejes de las ruedas, fijos en la basa. Tenía cada rueda codo y medio de altura, 33 y estaban hechas como las de un carro; sus ejes, llantas, rayos y cubos, todo era fundido; 34 y en las cuatro esquinas de cada basa había cuatro repisas, que hacían un mismo cuerpo con la basa. 35 La parte superior de la basa terminaba en un cilindro de medio codo de altura, cuyos apoyos y entables eran una sola pieza. 36 Hizo en los tableros y en los marcos querubines, leones y palmas en todos los espacios vacíos y molduras en derredor. 37 Así fue como hizo las diez basas; la fundición, la medida y la forma eran las mismas para todas. 38 Hizo también diez fuentes de bronce, cada una de cuarenta batos de cabida y de cuatro codos cada una, para asentarlas en las diez basas; 39 y puso cinco basas al lado derecho de la casa y cinco al lado izquierdo, y el mar de bronce lo puso al lado derecho, al sudeste.
Siendo muchos los sacrificios cotidianos que se ofrecían, hacíase gran consumo de agua. De ahí que, además del pilón de bronce, se disponía de diez pilas más pequeñas (mekonoth), en forma cuadrangular, montadas sobre ruedas, con facilidad de trasladarse de un lugar a otro (2Re_16:17; 2Re_25:13-16; Jer_27:19; Jer_52:17-20). Los detalles de estas basas de bronce son difíciles de precisar por los términos técnicos empleados. Sin embargo, da el texto ideas muy aproximadas acerca de su capacidad, de la facilidad de movimientos, de su utilidad en los servicios de limpieza y de la variada ornamentación que presentaban. Como motivos ornamentales empleáronse figuras de toros, leones y querubines, que, según Dhorme, tenían la misión de proteger las basas contra cualquier intento de los malos espíritus. Por comparación con las basas similares encontradas en Larnaca, Enkomi, Chipre y Megiddo, parece que tales ornamentaciones hallábanse en los misgueroth 7.
Oíros utensilios y resumen (Jer_7:40-51).
40 Hizo también Hiram los calderos, las tenazas y las copas. Así terminó Hiram toda la obra de bronce que Salomón le encargó para la casa de Yahvé; 41 dos columnas con sus capiteles para encima de las columnas; sus reticulados y trenzados para los capiteles; 42 las cuatrocientas granadas para los reticulados y trenzados; dos filas de granadas para cada una en derredor de los capiteles; 43 las diez basas y las diez fuentes para poner so bre estas basas; 44 el mar y los doce toros que iban debajo de él; 45 los calderos, las tenazas y las copas. Todos estos utensilios que el rey Salomón mandó hacer a Hiram para la casa de Yahvé eran de bronce bruñido. 46 Hízolos fundir el rey en las llanuras del Jordán, de suelo arcilloso, entre Sucot y Sartán. 47 Salomón no inquirió el peso de bronce de estos utensilios por su gran cantidad. 48 Salomón hizo, además, todos los otros utensilios para la casa de Yahvé: el altar de oro, la mesa de oro, sobre la cual se ponían los panes de la proposición; 49 los candelabros, de oro macizo, cinco a la derecha y cinco a la izquierda delante del santuario (debir), con sus flores, sus lámparas y sus despabiladeras de oro; 50 las fuentes, los cuchillos, las copas, las tazas y los braseros, de oro macizo; los goznes de oro para la puerta del interior de la casa, a la entrada del santísimo, y para la puerta de entrada del templo (hecal). 51 Así se acabó toda la obra que hizo el rey Salomón para la casa de Yahvé. Después tomó el oro y los utensilios y los puso todos en el tesoro de la casa de Yahvé.
Para los sacrificios eran necesarios los calderos, en los que se hervía la carne (1Sa_2:13); las palas se utilizaban para retirar las cenizas y transportarlas fuera del recinto sagrado; empleábanse las tenazas para extraer las carnes del interior de los calderos; en los cuatro cuernos del altar había cuatro copas que recogían la sangre de las víctimas. En el v.46 señala el autor que la fundición de metales hacíase en el valle del Jordán en terreno arcilloso, entre Sucot (Gen_38:17; Jos_13:27, hoy tell der Alldh, en la parte oriental del río) y Sartán (Jos_3:16), difícil de localizar. Dentro del santuario, los utensilios eran de oro. El altar de los perfumes (Exo_30:1-10; Exo_39:38) estaba construido con madera de cedro recubierto de oro (Exo_6:20.22).
De Exo_40:26 cabe inferir que estaba colocado en el hecal, ante la puerta del, debir. En el hecal hallábanse asimismo la mesa.
De los panes de proposición (lehem hapanim = panes del rostro), también revestida de oro (Exo_25:23; Exo_37:10-16); diez candelabros v.49 además de numerosos y variados utensilios, tales como amparas, copas, tazas, cuchillos, basas, braseros. El famoso candelabro de los siete brazos, de oro puro (Exo_25:31-35; Exo_37:17-20) encendía al atardecer (2Cr_13:11) y se apagaba en las primeras horas de la madrugada (1Sa_3:2); no debe confundirse con los diez candelabros de oro macizo de que habla el v.49. En el v.50 se distingue entre casa interior (debir) y casa exterior, llamada simplemente casa o templo (hecal). Todo el oro y la plata que David adquirió en sus campañas contra los árameos, moabitas, amonitas, filisteos y amalecitas fue consagrado a Yahvé (2Sa_8:9-12) 1.
1 Juges p.XXXIV.
2 L. H. Vincent: RB 48 (1939) 282 nota.
3 P. Dhorme-h. Vincent, Les Cherubins: RB 35 (1926) 328-258; 481-495; J. Trin-íuet Kerub, Kerubim: DBS 161-186. Sobre el arca: H. Gressmann, Die Lade Yahves und Allerheiligste des Salomonischen Tempels (1920); G. H. may, The Arfe. A Miniature e; The American Jouraal of Semitic Languages and Literatures, 52 (1936) 215-234
4 Sobre el templo: L. H. Vincent, La description du temple de Salomón: RB 16 (1907) 515-542; G. Contenau, Manueld'ArchéologieOriéntaleIII (París 1931) 1379-1383; A. G. bar-rois, Manuel d'Archéologie biblique II (París 1953) 436-443; A. Parrot, Le Temple de Jérusalem (Neuchátel-París 1954); G. E. wright, Solomon's Temple Resurrected: BA 4 (1941) é7-3Ð ídem, The Temple of Salomón: BA 7 (1944) 73-77
l L. H. Vincent, Une antichambre du Palais de Salomón: RB 14 (1905) 258-265.
2 W. F. Albright, Tuyo Cressetsfrom Marisa and the Pillars of Tachín and Boaz: Basor, 85 (1942) 18-27: H G. May, The Two Pillars befare the Temple of Solomon: ibid., 88 (1942) 1927.
3 J. Morgenstern: Hebrew Union College Annual, 21 (1948) 471-474.
4 Thf Pillars achín and Boaz: JBL 58 (1939) 143ss.
5 RB 40 (1931) 212 nota 1.
6 Parrot. 32-34-
7 H. G. May-M. Engberg, Materials Remains of the Megiddo Cult (Chicago 1935); H. Vincent, Les Bassins roulants du Temple de Salomón: Miscellanea Bíblica Ubach (Monasterio de Montserrat 1953) 147-159.