I Reyes 22 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 54 versitos |
1 Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel.
2 Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey de Israel.
3 El rey de Israel dijo a sus servidores: “¿No sabéis que Ramot Galaad es nuestra? Y nosotros nada hacemos para tomársela al rey de Siria.”
4 Y dijo a Josafat: “¿Quieres venir conmigo para atacar a Ramot Galaad?” Josafat respondió al rey de Israel: “Yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.”
5 Luego dijo Josafat al rey de Israel: “Consulta, te ruego, la palabra de Yahvé.”
6 El rey de Israel reunió a los profetas, en número de unos cuatrocientos, y les preguntó: “¿Iré a atacar a Ramot Galaad o he de desistir de ello?” Y ellos le respondieron: “Sube, que Yahvé la entregará en manos del rey.”
7 Pero Josafat preguntó: “¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé para que podarnos consultarle?”
8 El rey de Israel respondió a Josafat: “Queda todavía aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno: nunca me profetiza más que mal”; y Josafat dijo: “No hable así el rey.”
9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: “Trae luego a Miqueas, hijo de Yemla.”
10 Estaban el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono, vestidos de sus reales vestiduras en la plaza, cerca de la entrada de la puerta de Samaría, y todos los profetas estaban delante de ellos profetizando.
11 Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: “Así habla Yahvé: Con estos cuernos heriré yo a los sirios hasta destruirlos.”
12 y todos los profetas profetizaban igualmente, diciendo: “Sube a Ramot Galaad y tendrás buen suceso, pues Yahvé la pondrá en manos del rey.”
13 El mensajero que había ido en busca de Miqueas le habló así: “Todos los profetas a una voz profetizan el bien al rey; que sea, pues, tu palabra como la de todos ellos; anuncíale el bien.”
14 Pero Miqueas le respondió: “Vive Yahvé que yo anunciaré lo que Yahvé me diga.”
15 Llegado al rey, díjole éste: “Miqueas, ¿iremos a atacar a Ramot Galaad o hemos de desistir de ello?” El respondió: “Sube, tendrás buen éxito, y Yahvé la entregará en manos del rey.”
16 El rey le dijo entonces: “¿Cuántas veces habré de conjurarte que no me digas más que la verdad en nombre de Yahvé?”
17 Miqueas respondió: “Yo he visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y Yahvé me dijo: Son gentes que no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa.”
18 El rey de Israel dijo a Josafat: “¿No te lo había dicho yo? No me profetiza nada bueno, no me profetiza más que mal.”
19 Díjole entonces Miqueas: “Oye, pues, Ja palabra de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono y rodeado de todo el ejército de los cielos, que estaba a su derecha y a su izquierda;"
20 y Yahvé decía: ¿Quién inducirá a Ajab para que suba a Ramot Galaad y perezca allí? Unos respondieron de un modo, otros de otro;"
21 pero vino un espíritu a presentarse ante Yahvé y dijo: Yo, yo le induciré. ¿Cómo? preguntó Yahvé.
22 Y él respondió: Yo iré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Yahvé le dijo: Sí, tú le inducirás y saldrás con ello. Ve, pues, y haz así.
23 Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto el espíritu de mentira en boca de todos tus profetas y ha decretado perderte.”
24 Llegóse entonces Sedecías, hijo de Canana, que golpeó a Miqueas en la mejilla, diciendo: “¿Cómo se ha retirado de mí el espíritu de Yahvé para hablarte a ti?”
25 Y Miqueas respondió: “Ya lo sabrás el día en que vayas de cámara en cámara para esconderte.”
26 El rey de Israel dijo: “Toma a Miqueas y llévalo a Amón, prefecto de la ciudad, y a Joás, hijo del rey,
27 y diles: “Así dice el rey de Israel: Poned preso a este hombre y mantenedlo con pan escaso y agua tasada hasta que yo vuelva en paz.”
28 Y Miqueas respondió: “Si tú vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mí.”
29 Subieron a Ramot Galaad el rey de Israel y Josafat, rey de Judá.
30 El rey de Israel dijo al de Judá: “Voy a disfrazarme para ir al combate, pero tu vístete tus vestiduras.” El rey de Israel se disfrazó y fue al combate.
31 El rey de Siria había dado a los jefes de sus carros esta orden: “No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel.”
32 Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, se dijeron: “Seguro que éste es el rey de Israel,” y todos se dirigieron a él para atacarle. Josafat gritó,
33 y, viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel, le dejaron.
34 Entonces uno disparó su arco al azar, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, y el rey dijo a su auriga: “Vuélvete y sácame del campo, porque estoy herido.”
35 El combate fue muy encarnizado aquel día. El rey estuvo retenido en su carro frente a los sirios, y por la tarde murió. La sangre de la herida corría por dentro de su carro.
36 A la puesta del sol se gritó por todo el campo: “Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra.”
37 Así murió el rey, que fue llevado a Samaría y en ella le sepultaron.
38 Cuando lavaron el carro en el estanque de Samaría, los perros lamieron la sangre de Ajab y las rameras se lavaron en ella, según las palabras que había dicho Yahvé.
39 El resto de los hechos de Ajab, lo que hizo, la casa de marfil que construyó, las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel?
40 Ajab se durmió con sus padres, y le sucedió Ocozías, su hijo.
41 Josafat, hijo de Asa, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel.
42 Tenía treinta y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre se llamaba Azuba, hija de Silji.
43 Marchó por todos los caminos de Asa, su padre, sin apartarse, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé.
44 Pero no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos.
45 Josafat estuvo en paz con el rey de Israel.
46 El resto de los hechos de Josafat, sus gestas y sus guerras, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
47 Barrió también de la tierra el resto de los consagrados a la prostitución idolátrica que quedaban del tiempo de Asa, su padre.
48 No había entonces rey en Edom; un gobernador la gobernaba."
49 Josafat construyó naves de Tarsis para ir a Ofir en busca de oro; pero no fueron, porque las naves se destrozaron en Asiongaber."
50 Entonces Ocozías, hijo de Ajab, dijo a Josafat: “¿Quieres que vayan mis servidores con los tuyos en las naves?” Pero Josafat se negó.
51 Josafat se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Joram, su hijo.
52 Ocozías, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel.
53 Hizo el mal a los ojos de Yahvé y marchó por los caminos de su padre y los de su madre y por el camino de Jeroboam, hijo de Nabal, que hizo pecar a Israel.
54 Sirvió a Baal y se prosternó ante él, y provocó a Yahvé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre.

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Introducción a I Reyes

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Reyes 22,1-53

Profetas a sueldo (22:1-12).
1 Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel. 2 Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey de Israel. 3 El rey de Israel dijo a sus servidores: ¿No sabéis que Ramot Galaad es nuestra? Y nosotros nada hacemos para tomársela al rey de Siria. 4 Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo para atacar a Ramot Galaad? Josafat respondió al rey de Israel: Yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos. 5 Luego dijo Josafat al rey de Israel: Consulta, te ruego, la palabra de Yahvé. 6 El rey de Israel reunió a los profetas, en número de unos cuatrocientos, y les preguntó: ¿Iré a atacar a Ramot Galaad o he de desistir de ello? Y ellos le respondieron: Sube, que Yahvé la entregará en manos del rey. 7 Pero Josafat preguntó: ¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé para que podarnos consultarle? 8 El rey de Israel respondió a Josafat: Queda todavía aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno: nunca me profetiza más que mal; y Josafat dijo: No hable así el rey. 9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: Trae luego a Miqueas, hijo de Yemla. Jo Estaban el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono, vestidos de sus reales vestiduras en la plaza, cerca de la entrada de la puerta de Samaría, y todos los profetas estaban delante de ellos profetizando. ? Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: Así habla Yahvé: Con estos cuernos heriré yo a los sirios hasta destruirlos. 12 y todos los profetas profetizaban igualmente, diciendo: Sube a Ramot Galaad y tendrás buen suceso, pues Yahvé la pondrá en manos del rey.

Desvanecido por el momento el peligro asirlo, la coalición de las doce naciones se disolvió. Ben Hadad II no cumplió su palabra de restituir a Israel todas las ciudades de Israel que estaban bajo su poder (20:24); en particular negóse a devolver la ciudad de Ramot Galaad (4:13), en Transjordania. El rey de Israel y Josafat (870-848), rey de Judá (15:24), llegaron a un acuerdo para arrebatársela. Ajab reunió a unos cuatrocientos profetas (18:19), Que querían pasar por profetas de Yahvé, cuando en realidad eran farsantes que halagaban al rey anunciándole siempre cosas agradables, comprometiendo el nombre de Yahvé. A Josafat no gustaron las respuestas de aquellos profetas venales, por lo que reclamó la presencia de uno que fuera verdadero mensajero de Yahvé. Había uno al cual Ajab aborrecía por decirle la verdad amarga; el rey mandó llamarle por medio de un eunuco (1Cr_28:1; 1Sa_8:15). Entre tanto, los profetas áulicos, a las órdenes de Sedecías, emitían uno tras otro sus mensajes. Sedecías, con unos cuernos de hierro, aseguraba al rey que cornearía hasta el último arameo. Simbolizaban estos cuernos el ímpetu con que Ajab se apoderaría de Ramot Galaad y destruiría al ejército sirio (Deu_33:17; etc.).

La profecía de Miqueas (Deu_22:13-28).
13 El mensajero que había ido en busca de Miqueas le habló así: Todos los profetas a una voz profetizan el bien al rey; que sea, pues, tu palabra como la de todos ellos; anuncíale el bien. 14 Pero Miqueas le respondió: Vive Yahvé que yo anunciaré lo que Yahvé me diga. 15 Llegado al rey, díjole éste: Miqueas, ¿iremos a atacar a Ramot Galaad o hemos de desistir de ello? El respondió: Sube, tendrás buen éxito, y Yahvé la entregará en manos del rey. 16 El rey le dijo entonces: ¿Cuántas veces habré de conjurarte que no me digas más que la verdad en nombre de Yahvé? 17 Miqueas respondió: Yo he visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y Yahvé me dijo: Son gentes que no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa. 18 El rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te lo había dicho yo? No me profetiza nada bueno, no me profetiza más que mal. 19 Díjole entonces Miqueas: Oye, pues, Ja palabra de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono y rodeado de todo el ejército de los cielos, que estaba a su derecha y a su izquierda; 20 y Yahvé decía: ¿Quién inducirá a Ajab para que suba a Ramot Galaad y perezca allí? Unos respondieron de un modo, otros de otro; 21 pero vino un espíritu a presentarse ante Yahvé y dijo: Yo, yo le induciré. ¿Cómo? preguntó Yahvé. 22 Y él respondió: Yo iré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Yahvé le dijo: Sí, tú le inducirás y saldrás con ello. Ve, pues, y haz así. 23 Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto el espíritu de mentira en boca de todos tus profetas y ha decretado perderte. 24 Llegóse entonces Sedecías, hijo de Canana, que golpeó a Miqueas en la mejilla, diciendo: ¿Cómo se ha retirado de mí el espíritu de Yahvé para hablarte a ti? 25 Y Miqueas respondió: Ya lo sabrás el día en que vayas de cámara en cámara para esconderte. 26 El rey de Israel dijo: Toma a Miqueas y llévalo a Amón, prefecto de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, 27 y diles: Así dice el rey de Israel: Poned preso a este hombre y mantenedlo con pan escaso y agua tasada hasta que yo vuelva en paz. 28 Y Miqueas respondió: Si tú vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mí.

El eunuco recomendó a Miqueas que se plegara a los deseos del rey anunciándole feliz éxito en la empresa de Ramot Galaad. Repitió Miqueas lo que otros habían anunciado, pero debió de poner en sus palabras un dejo de ironía, de que se dio cuenta el rey. ¿Para qué reclamaba el rey su presencia? ¿No deseaba Ajab que Miqueas uniera su voz al coro de los profetas falsos? Si así lo quería el rey, le hablará Miqueas palabras de hombre, pero no le comunicará el mensaje divino. Puesto que el rey reclama esto último, Miqueas le dirá toda la verdad, aunque veladamente: Israel será dispersado, y el rey herido de muerte. Pudo comprender Ajab que, si Israel es como rebaño sin pastor (Num_27:17; Eze_34:5-6), es porque el que debía de hacer las veces de pastor había perecido. Faltando el amo, cada uno volverá en paz a su casa. A la observación que hizo Ajab a Josafat respondió Miqueas refiriendo una visión profética. Sedecías reclamó para sí el derecho de hablar en nombre de Yahvé; Miqueas le anuncia un castigo como el que sufrió Ben Hadad (Eze_20:30), profetizándole que imploraría clemencia. El texto hebreo pone en boca de este profeta desconocido las palabras con que empieza la profecía de su homónimo, clasificado entre los profetas menores (Miq_1:2).

Muerte de Ajab en Ramot Galaad (Miq_22:29-40).
29 Subieron a Ramot Galaad el rey de Israel y Josafat, rey de Judá. 30 El rey de Israel dijo al de Judá: Voy a disfrazarme para ir al combate, pero tu vístete tus vestiduras. El rey de Israel se disfrazó y fue al combate. 31 El rey de Siria había dado a los jefes de sus carros esta orden: No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel. 32 Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, se dijeron: Seguro que éste es el rey de Israel, y todos se dirigieron a él para atacarle. Josafat gritó, 33 y, viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel, le dejaron. 34 Entonces uno disparó su arco al azar, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, y el rey dijo a su auriga: Vuélvete y sácame del campo, porque estoy herido. 35 El combate fue muy encarnizado aquel día. El rey estuvo retenido en su carro frente a los sirios, y por la tarde murió. La sangre de la herida corría por dentro de su carro. 36 A la puesta del sol se gritó por todo el campo: Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra. 37 Así murió el rey, que fue llevado a Samaría y en ella le sepultaron. 38 Cuando lavaron el carro en el estanque de Samaría, los perros lamieron la sangre de Ajab y las rameras se lavaron en ella, según las palabras que había dicho Yahvé. 39 El resto de los hechos de Ajab, lo que hizo, la casa de marfil que construyó, las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? 40 Ajab se durmió con sus padres, y le sucedió Ocozías, su hijo.

A pesar de la profecía de Miqueas, los dos soberanos marcharon contra Ramot Galaad. Disfrazóse Ajab con el fin de pasar inadvertido. Arreció el combate. Quiso la Providencia que una flecha lanzada al azar penetrara por entre una juntura del escudo del rey y le hiriera mortalmente. Los escudos eran de cuero, con placas de metal, a manera de escamas. Para no alarmar a los suyos, nada dijo Ajab; pero se desangraba lentamente en su carro. Su entereza permitió que el combate se prolongara hasta la caída del sol. Fue entonces cuando la voz del heraldo repitió las palabras de Miqueas: Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra; el rey ha muerto. A esta noticia se dispersó el ejército. Ajab fue llevado a Samaría y enterrado. Al lavarse el carro real, los perros lamieron la sangre de Ajab, conforme a las palabras de Elías (Miq_21:19-29). Los LXX añaden que lo hicieron también los cerdos, que también eran animales impuros, noticia que añadió un escriba poco simpatizante con Ajab. A este mismo origen se debe el informe de que las rameras se lavaron en la sangre del rey. La mención de las rameras es asociada a la de los perros, ya que se daba este nombre a los hombres que se prostituían (Deu_23:19; Rev_22:15). Debe relegarse al fondo folklórico la creencia de que la sangre era tenida como precioso cosmético. Dotado Ajab de grandes cualidades, pudo llegar a ser un gran monarca y un émulo de David y de Salomón. Prisionero en manos de una mujer cuyo fanatismo religioso y pasión de mando eran capaces de cometer los mayores crímenes, atrajo sobre sí la maldición de Dios, dejando para la posteridad el recuerdo de haber sido uno de los más detestables reyes de Israel (Mediebelle).

Josafat, rey de Judá (Rev_22:41-51).
41 Josafat, hijo de Asa, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel. 42 Tenía treinta y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre se llamaba Azuba, hija de Silji. 43 Marchó por todos los caminos de Asa, su padre, sin apartarse, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé. 44 Pero no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos. 45 Josafat estuvo en paz con el rey de Israel. 46 El resto de los hechos de Josafat, sus gestas y sus guerras, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 47 Barrió también de la tierra el resto de los consagrados a la prostitución idolátrica que quedaban del tiempo de Asa, su padre. 48 No había entonces rey en Edom; un gobernador la gobernaba. 49 Josafat construyó naves de Tarsis para ir a Ofir en busca de oro; pero no fueron, porque las naves se destrozaron en Asiongaber. 50 Entonces Ocozías, hijo de Ajab, dijo a Josafat: ¿Quieres que vayan mis servidores con los tuyos en las naves? Pero Josafat se negó. 51 Josafat se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Joram, su hijo.

De Josafat (870-848) se ha ocupado anteriormente el texto sagrado; de sus actividades habla largamente 2 Crón 17:11-21:1. De él se dice que obró rectamente a los ojos de Yahvé, achacándosele únicamente haber autorizado el funcionamiento de altares erigidos en honor de Yahvé fuera del templo de Jerusalén (2Cr_17:6). Fue aliado del rey de Israel, Ajab, con el que tomó parte en la expedición contra Ramot Galaad (2Cr_22:1-38). Luchó contra los amonitas y míneos (2Cr_20:1-30) y los moabitas (2 Re c.3). Casó a su hijo Joram (848-841) con Atalía, hermana, probablemente, de Ajab. La alianza con Israel le permitió reafirmar sus pretensiones sobre Edom y continuar la tradición marítima de Salomón en el puerto de Asiongaber; el vasallaje de Edom continuó hasta su revuelta en tiempos de Joram (2Re_8:20). Los reyes de Judá y de Israel equiparon conjuntamente naves de Tarsis para ir, como en tiempos de Salomón, a la busca de oro (2Re_9:28; 2Re_10:22). Pero un profeta hizo saber a Josafat que, en castigo de haberse aliado con el impío Ocozías, fracasaría aquella empresa (2Cr_20:37). Una tempestad deshizo la flota.

Reinado de Ocozías (2Cr_22:52-54).
52 Ocozías, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 53 Hizo el mal a los ojos de Yahvé y marchó por los caminos de su padre y los de su madre y por el camino de Jeroboam, hijo de Nabal, que hizo pecar a Israel. 54 Sirvió a Baal y se prosternó ante él, y provocó a Yahvé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre.

Con esta historia debía comenzar el libro II de los Reyes. Ocozías (853-852) siguió en todo la política religiosa de su padre y de su madre. Rindió culto a Baal, como en tiempos de su padre (2Cr_16:31; 2Cr_18:26; 2Cr_19:18), irritando con ello a Yahvé (2Cr_14:9-15; 2Cr_16:27 Tv 21:22).

1 R. De Vaux, Les livres des Rois ô i; Elle le prophéte sehm les Ecritures et les traditions chrétiennes (París 1956) 53.
2 Géographie II 486.
3 Ant. lucí. 8:13:2
4 De Vaux, Elie 56.
1 Véase B. N. Wambacq, L'Epithéte divine Yahvé-Sebaot (Bruges 1047). En un tiempo era considerada el arca como un palladium militar, al cual se recurría e/i los momentos difíciles ; sobre ella se invoca el nombre de Yahvé Sebaot, que tiene su trono entre los querubines (2Sa_6:2).
2 A. Guillaume, Prophecy and Divination among the Hebrews and ather Semites (lon dres 1938); A. Haldar, Associations o/ Cult Prophets among the AnaenSernas Upsa a 1945); A. neher, L'Essence du prophétisme (París 1955): aprés les recherches recentes: «Revue d'Histoire et de Philosophíe Religieuse, 32 (1952) 59-69,
3 A. alt, Das Gottesurteil auf dem Karmel: Festschrift G. Beer (Stuttgart 1935) 1-l8 R. De Vaux, Les prophétes de Baal sur le Mont Carmel: Bulletin de Musée de Beyrouth, 5 (i94i) 7-20. Según O. Eissfeld, Elías combatió al dios Baal-Shamen, o sea, señor del cielo (Baalshamen und Yahvé: Zaw 57 [1939] 1-31; K. Galling, Der Gott Karmel und die Achtung der fremden Gótter: Festschrift A. Alt [Tübingen 1953] 105-125).
4 La describe Heliodoro de Emesa (Ethiop. 4:17:1) con estas palabras: Enardecidos al son de los instrumentos músicos, danzaban vertiginosamente, ya levantándose en alto con ligeros saltos, ya cayendo repetidamente con las rodillas en el suelo y dando vueltas sobre sí mismos, como si estuvieran poseídos.
5 Según Menandro, el rey Hiram, contemporáneo de Salomón, celebró el primer despertar de Herakles el mes de Peritios. En las inscripciones fenicias de Chipre, Rodas y Cartago se habla de despertadores del dios esposo de Astronoé, forma de Astarté, pareara de Baal. El esposo de Astronoé es, pues, Herakles-Melqart, el baal de los profetas del Ciármelo. Los despertadores del dios eran grandes personajes, altos funcionarios, constituyendo el acto del despertar del dios una ceremonia ordinaria de culto (De Vaux, Elie 61).
6 En efecto, cuenta Apuleyo (Met. 7,27-28; Luciano, De dea syria 50) que en las fiestas en honor de la diosa siria prorrumpían en alaridos discordantes, como si estuvieran fanatizados; por mucho tiempo tenían la cabeza colgante, el cuello torcido, ejecutando movimientos audaces, dando vueltas y mordiéndose las carnes. Finalmente, con la espada de doble hoja que llevaban consigo hacíanse incisiones en el brazo.
7 Desde muy antiguo existía sobre el Carmelo un lugar alto dedicado a Baal, como indica el nombre de rusha qadesh, promontorio sagrado, que se da a la montaña en las listas de I utmosis III (Pritchard, 243). Probablemente, en tiempos de David y de Salomón el lugar ito cananeo fue anexionado al culto de Yahvé.
8 En este supuesto, la zanja ocupaba unos 1.660 metros con un cuadrilátero de 40 metros Por cada lado. Lo más razonable, escribe Steinmann, es decir que los 26 litros indican la anchura del canal. En cuanto a las doce ánforas de agua, se ha hecho notar que es curioso que se malgaste tanta agua; pero el mar estaba cerca y aún más el manantial de Bir-el-Man-sura. El agua servía para hacer incombustible la leña del altar (J. Steinmann, Elle dans l'An-cien Testament: Elie le prophéte, l.c., 104; Montgomery, 308; A. Junker, Der Graben en Altar des Elías. Eine Untersuchung über die kultische Uberlieferung^ von I Kg. 18,29-38: "Trierer Theologische Zeitschrift, 69 [1960] 65-74). El agua, al mismo tiempo que purificaba el altar, lo aislaba de los alrededores a fin de que, al caer el fuego del cielo (Num_11:1; Job_1:16; 2Re.1.12) no devorara el terreno y personas de las inmediaciones,
9 En una tarde calurosa de primavera he observado largo tiempo el punto del horizonte que oteaba el criado de Elías, y en donde vio cómo subía del mar la nubécula, símbolo de la gracia fecunda que la Virgen Inmaculada debía enviar sobre la tierra, y me alegré de que eetos lugares, tan cercanos al corazón, estén todavía, hoy como ayer, rodeados del silencio y de la más impresionante soledad (Paul Marie De La Croix, Hauts Lieux Elianiques: Ehe le prophéte, l.c., 22-23), En el palacio de Arslan Tash, al este del Eufrates, se ha encontrado una placa de marñl n la inscripción de Jazael (parrot, Le Musee de Louvre et la Bible 90-91)·
1 El coloso asirio despertóse con Assurdan II (c.934-911) y Adadnirari I (c.91 1-891)· Assurbanipal II (c.884-860) invadió el territorio de Siria septentrional. A él le sucedió Salmanasar III (0.859-824), quien al segundo año de su reinado se adueñó del reino de B¿í-Adini y de las ciudades del Orontes inferior. Al año siguiente (857) se apoderó de unos doscientos poblados y de Karkemish, sobre el Eufrates, amenazando con extender sus conquistas hacía Siria y Palestina. Los reyes de Fenicia apresuráronse a ofrecerle donativos. Inmediatamente se formaron alianzas contra el peligro asirio. Los reinos de Hamat y de Damasco se unieron y obligaron a otros a entrar en la liga antiasiria, consiguiendo la coalición de doce reyes. Cuando Salmanasar hubo reducido a los de Urartu (Armenia), dirigió sus ejércitos contra Siria. Los reyes aliados le salieron al encuentro, trabándose la célebre batalla de Qar-qar, sobre el Orontes, el año 853. Los aliados opusieron al monarca asirio setenta mil soldados. A pesar de lo que dice Salmanasar en su monolito, el éxito del combate fue indeciso. Buena prueba de ello está en que Salmanasar regresó a Asiría. Entre los vencidos señala Salmanasar a diez mil soldados de Ajab el Israelita (A-ha-ab-bu mat Sir-i-la-a-a; P Ritchard, 279). Ben Hadad es llamado en este prisma Adad-idri, esto es, Hadacjézer.

Cuadro Sincrónico de los Reyes de Juda e Israel.

Reyes De Juda.
Reyes De Israel.
Roboam. 931-913
Abiam. 913-911
Asa. 911-870
Josafat. 870-848
Joram. 848-841
Ocozías. 841
Atalía. 841-835
Joás. 835-796
Amasias. 796-781
Azarías. 781-740
Jotam. 740-736
Ajaz. 736-716
Ezequías. 716-687
Manases. 687-642
Amen. 642-640
Josías. 640-609
Joacaz. 609
Joaquím. 609-598
Joaquín. 598
Sedéelas. 598-587
Toma de Jerusalén. 587JeroboamI. 931-910
Nadab. 910-909
Basa. 909-886
Ela. 886-885
Zímri. 885
Omri. 885-874
Ajab . 874-853
Ocozías. 853-852
Joram. 852-841
Jehú. 841-814
Joacaz. 814-798
Joás. 798-783
Jeroboam II. 783-743
Zacarías. 743
Selum. 743
Menajem. 743-738
Pecajya . 738-737
Pecaj. 737-732
Oseas. 732-724
Toma de Samaría. 722