Jeremías  36 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 32 versitos |
1 El año quinto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías palabra de Yahvé, diciéndole:
2 Toma un volumen y escribe en él todo cuanto yo te he dicho contra Jerusalén, y contra Judá, y contra todas las naciones desde el día en que te hablé en tiempo de Josías hasta hoy,
3 a ver si, oyendo la casa de Judá todos los males que yo pienso traer sobre ella, se convierte cada uno de sus malos caminos, y yo les perdonaré sus iniquidades y pecados.
4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió éste en un volumen, dictándole Jeremías, todas las palabras que Yahvé le había dicho.
5 Y le dijo Jeremías a Baruc: Yo estoy impedido de poder ir a la casa de Yahvé;"
6 vete, pues, tú y en el libro que a mi dictado has escrito lee las palabras de Yahvé, oyendo el pueblo en el templo en un día de ayuno y oyendo todos los que vienen de todo Judá y de sus ciudades,
7 a ver si acaso sus oraciones llegan a la presencia de Yahvé y se convierte cada uno de sus malos caminos, porque grande es el furor y la indignación con que amenaza Yahvé a este pueblo.
8 Hizo, pues, Baruc, hijo de Nerías, lo que había mandado Jeremías, profeta, y leyó en el libro las palabras de Yahvé en la casa de Yahvé.
9 Sucedió, pues, el año quinto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que se promulgó un ayuno a todo el pueblo de Jerusalén y a todos cuantos venían a Jerusalén de las ciudades de Judá,
10 y leyó Baruc el libro de los sermones de Jeremías en el templo, en la cámara de Gamarías, hijo de Safan, escriba, en el vestíbulo superior, a la entrada de la Puerta Nueva del templo, oyendo todo el pueblo.
11 Y habiendo oído Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safan, las palabras de Yahvé del libro,
12 bajó al palacio del rey, a la cámara del escriba, donde se hallaban todos los grandes: Elisama, escriba; Dalaías, hijo de Semeía, y Elnatán, hijo de Ajabor, y Gamarías, hijo de Safan, y Sedecías, hijo cíe Ananías, y todos los dignatarios,"
13 y les comunicó Miqueas todo lo que había oído leer a Baruc del volumen ante el pueblo.
14 Mandaron, pues, todos los magnates a Judí, hijo de Natanías, hijo de Selemías, hijo de Cusí, para decir a Baruc: Ven y trae el volumen que has leído al pueblo. Tomó, pues, Baruc el volumen y vino con él a ellos,
15 que le dijeron: Siéntate y léenos eso a nosotros, y se lo leyó Baruc.
16 Cuando oyeron, pues, todo aquello, mostráronse unos a otros atónitos, y dijeron a Baruc: Tenemos que comunicar esto al rey,
17 y le dijeron: Indícanos cómo has escrito tú esto.
18 Baruc les dijo: El me dictaba todas estas palabras de su propia boca, y yo lo escribía con tinta en el libro.
19 Y dijeron los magnates a Baruc: Ve y escóndete, y que se esconda también Jeremías, sin que sepa nadie dónde estáis.
20 Ellos se fueron al rey, al atrio, dejando el volumen en la cámara de Elisama, escriba, y dijeron al rey lo que pasaba.
21 Mandó el rey a Judí que llevara el volumen, y éste lo tomó de la cámara de Elisama y lo leyó en presencia del rey y en presencia de todos los dignatarios que estaban junto a él.
22 Estaba el rey en las habitaciones de invierno; era el noveno mes, y tenía delante de sí un brasero encendido,"
23 y, según iba leyendo Judí tres o cuatro columnas, lo iba rasgando (el rey) con el cuchillo del escriba, y lo arrojaba al fuego del brasero, hasta que lo quemó todo.
24 No temieron ni rasgaron sus vestiduras ni el rey ni sus cortesanos que oyeron todas aquellas palabras.
25 Sin embargo, Elnatán, Dalaías y Gamarías rogaron al rey que no quemara el volumen; pero éste no les oyó,"
26 y mandó el rey a Jeremiel, hijo de Amelec, y a Sarayas, hijo de Ezriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que apresaran a Baruc, escriba, y a Jeremías, profeta; pero Yahvé los ocultó."
27 Después que el rey quemó el volumen de los sermones de Jeremías que había escrito Baruc al dictado de aquél, recibió Jeremías palabra de Yahvé, que le dijo:
28 Toma un nuevo volumen y escribe en él todos los sermones anteriores que había en el primero, que quemó Joaquim, rey de Judá,
29 y a Joaquim, rey de Judá, le dirás: Así dice Yahvé: Tú has quemado aquel volumen, diciendo: ¿Por qué has escrito esto anunciando que vendrá el rey de Babilonia y devastará esta tierra, no dejando en ella hombre ni jumento?
30 Pues así dice Yahvé contra Joaquim, rey de Judá: No tendrá descendiente que le suceda en el trono de David, y su cadáver será arrojado al calor del día y al frío de la noche,
31 y le pediré cuenta a él y a su descendencia y a sus siervos de sus iniquidades, y traeré sobre ellos, y sobre los habitantes de Jerusalén, y sobre los hombres de Judá, todos los males que les he anunciado y ellos no han querido oír.
32 Tomó, pues, Jeremías otro volumen y se lo dio a Baruc, hijo de Nerías, escriba, el cual escribió de boca de Jeremías todos los sermones que quemó Joaquim, rey de Judá, y se añadieron todavía otros muchos como aquéllos.

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Introducción a Jeremías 

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Jeremías.

Introducción.

Vida del Profeta.
Jeremías (en heb. Yirmeyahu: Yahvé exalta?) aparece en la introducción histórica a sus oráculos como hijo de Releías, del linaje de los sacerdotes que habitaban en Anatot, 1 la actual Anata, a unos cuatro kilómetros al nordeste de Jerusalén, camino del desierto, que era también la patria del sumo sacerdote Abiatar, 2 a cuya familia sacerdotal podía pertenecer el profeta. Cuando era aún muy joven, en el año 13 del reinado de Josías (627 a.C.), fue llamado al ministerio profético, 3 que ejerció durante los reinados de este rey y de sus sucesores Joacaz (609), Joaquim (609-598), Joaquín o Jeconías (598) y Sedecías (598-586); y aún sobrevivió a la catástrofe nacional del 586 a.C. Su vida fue muy agitada, ya que tuvo que sufrir en los vaivenes de la política después de la muerte del piadoso rey Josías (609). Durante el reinado de éste, colaboró extraordinariamente en la reforma religiosa emprendida en 622-621, cuando fue hallado el libro de la Ley en los cimientos del templo. Su vida, en este sentido, es paralela a la de Isaías, que un siglo antes había prestado auxilio moral en la reforma religiosa emprendida por el también piadoso rey Ezequías (727-698).
Bajo el rey Joaquim (609-598), el profeta de Anatot tuvo que sufrir mucho, en primer lugar de sus propios conciudadanos de Anatot 4; y en Jerusalén, por recriminar la impía conducta del pueblo, fue encarcelado 5; y por anunciar la ruina de la ciudad, los sacerdotes quisieron atentar contra su vida, siendo librado de la muerte por algunos príncipes que recordaron la profecía de Miqueas sobre la destrucción de Jerusalén.6 En el año 604 (año cuarto del reinado de Joaquim) dictó sus oráculos a su amanuense Baruc, y los leyó al año siguiente públicamente en el templo. Por orden del rey Joaquim - indignado porque Jeremías le echaba en cara su impiedad y tiranía - fueron quemados7; pero Jeremías los volvió a dictar a Baruc. 8 Más tarde fue encarcelado, como traidor, por orden del rey Sedecías (597-587). 9 Fue libertado después de la toma de Jerusalén por los babilonios (586), quedando por algún tiempo dedicado a la consolación de los vencidos y a la reconstrucción religiosa y nacional del país en colaboración con el gobernador Godolías, nombrado por Nabucodonosor. Pero la facción ultranacionalista asesinó al gobernador, huyendo a Egipto, llevándose por la fuerza al profeta, el cual continuó allí su obra de exhortación a la penitencia. 10 Según la tradición judaica, Jeremías fue lapidado en Egipto por sus compatriotas, a los que recriminaba su pésima conducta . Según una tradición menos fundada, Jeremías fue llevado por Nabucodonosor a Babilonia después de haber conquistado Egipto en el 566 a.C. 12

Índole temperamental del profeta.
En el profeta Isaías hemos indicado como características de su temperamento la virilidad, serenidad y aplomo ante las situaciones críticas, como consecuencia de ser un hombre reflexivo y aun cerebral, con pocas concesiones a lo afectivo. Jeremías es, al contrario, un hombre de temperamento afectivo y aun tímido, el cual, sin embargo, tuvo que afrontar situaciones mucho más críticas que su antecesor Isaías. A pesar de su natural retraído y solitario, el profeta de Anatot, con la gracia divina, supo mantenerse firme y enérgico cuando llegaba la hora de la intransigencia. A pesar de tener un profundo amor hacia su pueblo, Jeremías tuvo que predicar el sometimiento a Babilonia, apareciendo como traidor a la causa nacional. Esta fue su gran tragedia; fue tan amarga su misión, que muchas veces, llevado de su natural, protesta ante Dios por haberle obligado a soportar una carga superior a sus fuerzas y que está en contra de sus sentimientos. 13 Quiso orar por la salud de su pueblo, y Yahvé se lo prohibió 14; quiso callar sus oráculos de exterminio sobre Jerusalén, pero no podía, porque le ardían como fuego en su interior. 15 Varias veces, en medio de esta lucha psicológica, se atrevió a quejarse de Yahvé. 16
Su misión era la de destruir, arrancar, arruinar y asolar, levantar, edificar y plantar17; debía ser el contrastador de la conducta de su pueblo, 18 el portavoz de la ira de Yahvé, anunciando la destrucción, 19 mientras que él, dulce y tranquilo por temperamento, hubiera deseado anunciar cosas agradables al pueblo oprimido 20. Fue durante su vida un signo de contradicción, 21 objeto de las burlas de sus contemporáneos. Hubiera querido huir al desierto para vivir tranquilo. 22 Dios es su seductor, por haberle obligado a aceptar una misión para la que no se siente con fuerzas. 23 Pero no puede menos de seguir los impulsos de su Dios: Tú me sedujiste, ¡oh Yahvé! y yo me dejé seducir. Tú eras el más fuerte, y fui vencido. Ahora soy todo el día la irrisión, la burla de todo el mundo. Siempre que les hablo tengo que gritar, tengo que clamar: ¡Ruina, devastación! Y todo el día la palabra de Yahvé es oprobio y vergüenza para mí. Y aunque me dije: 'No pensaré más en ello, no volveré a hablar en su nombre', es dentro de mí como fuego abrasador, que siento dentro de mis huesos, que no puedo contener y no puedo devorar. 24
Su misión es la de ser un signo constante de contradicción: Soy objeto de querella y de contienda para todos. A nadie presté, nadie me prestó, y, sin embargo, todos me maldicen. ¿Soy yo culpable? ¿En el tiempo del infortunio no te rogaba por el bien de los que me odian?25 No caben palabras más elocuentes para describir la tragedia íntima de Jeremías, la paradoja de una vida entregada a una misión que contrariaba a sus afectos más íntimos. Toda su vida fue un sufrimiento continuo por la incomprensión, el escepticismo, la ironía sangrienta. A pesar de todo, sentía que Yahvé, aunque su seductor, era también su refugio y su fortaleza, 26 Por eso, en medio de las contrariedades prosigue su tarea de profeta, de centinela de los intereses espirituales de su pueblo, anunciando el peligro, pero, al mismo tiempo, la era mesiánica, que será el gran contraste con las angustias e incomprensiones de sus compatriotas. 27
En ningún profeta aparece tan clara la vocación divina al ministerio profético como en Jeremías, ya que la labor que se impone en nombre de Dios está en total contradicción con su temperamento, retraído, afectivo y pacífico. Los Santos Padres presentan al profeta de Anatot como el tipo doliente de Cristo, que es incomprendido de sus compatriotas y sufre por la ceguera de su pueblo. Hasta su misma vida de celibato le asemeja al Maestro de Nazaret. Pero, naturalmente, el tipo difiere mucho del antitipo, porque en Cristo no se dan los desahogos airados de Jeremías, que llega en algunos momentos a desear el castigo de sus enemigos. 28 Es la diferencia del hombre puramente hombre y el Hombre-Dios.

Ambiente histórico.
A Jeremías le tocó asistir a la mayor tragedia de su pueblo, la catástrofe del 586, en que tuvo lugar el colapso nacional de Judá como consecuencia de una equivocada política nacionalista contra el invasor babilonio. Por ello, los últimos años de la vida del profeta no pudieron ser más agitados, ya que tuvo que hacer frente a la facción egiptófila, que postulaba una resistencia a ultranza contra el coloso caldeo. En 625 había muerto Asurbanipal (668-625), el monarca más grande de Asiría, que había logrado llegar con sus tropas hasta Tebas, en el Alto Egipto. Después de él, el general caldeo Nabopolasar logró liberar a Babilonia del yugo asirio, inaugurando así su reinado (625-605). Los viejos sueños de Merodacbaladán contra Senaquerib se van a cumplir ahora, cuando el imperio asirio, gastado, entra en su ocaso. Los medos, por su parte, caen sobre el nordeste del imperio asirio a las órdenes de Ciáxares, y, al no poder tomar la ciudad de Asur, se alian con el rebelde Nabopolasar de Babilonia en el sur. El pacto fue sellado por el matrimonio del hijo de Nabopolasar, llamado Nabucodonosor, con la hija del medo. Después de infructuosos ataques aislados contra Asur y Nínive, lograron por fin tomar esta ciudad en 612 a.C. El rey asirio Asuruballit se trasladó a Jarran con ánimo de organizar la resistencia, pero también esta ciudad cayó en poder de la coalición medo-babilonia. El faraón egipcio Necao II acudió en auxilio del rey asirio en 609, pero fue derrotado a las puertas de Jarran por Nabopolasar.
En el reino de Judá sucedían también cambios importantes durante este tiempo. En 640 moría el impío rey Manases, que se había dedicado sistemáticamente a deshacer la reforma religiosa que había emprendido su padre, el piadoso Ezequías, con la aprobación y auxilio moral de Isaías. Persiguió a los fieles yahvistas, introduciendo, como su abuelo Acaz, los cultos asirios en el templo. 29 Su hijo Amón seguía la misma conducta, pero fue asesinado en 640 a.C., subiendo al trono su hijo de ocho años, Josías (640-609), el cual, educado religiosamente bajo la égida de los sacerdotes, empezó de nuevo la reforma religiosa. En 621 tuvo lugar un acontecimiento notable: el hallazgo del libro de la Ley en los cimientos del templo, al parecer el Deuteronomio 30. Inmediatamente mandó poner por obra sus preceptos relativos a la centralización del culto y la supresión de todos los santuarios sincretistas que pululaban en el país. Incluso extendió su reforma religiosa al antiguo reino de Samaría, que desde el 721 era una provincia asiría. 31
El piadoso rey se consideraba dueño de aquellos territorios, y por eso en el 609 salió al paso del faraón Necao II, con el que trabó batalla desigual en Megiddo, cerca del monte Carmelo, y allí murió trágicamente (609 a.C.). 32 Con esta pérdida se comprometió toda su obra de reforma religiosa y se terminó el ciclo de paz relativa que desde hacía veinte años disfrutaba el reino de Judá. Su hijo Joacaz fue su sucesor, aclamado por el pueblo de la tierra, o clase humilde del país; pero Necao II le depuso, y entronizó en su lugar a su hermano Eliaquim, al que puso el nombre de Joaquim (609-598) en señal de dominio. 33 El nuevo rey era de carácter despótico y no favoreció el desarrollo de la vida religiosa en el país, cometiendo torpezas políticas que le llevaron a la ruina. 34 Es bajo su reinado cuando comenzó el calvario de Jeremías, el cual había sido muy bien considerado por el piadoso Josías. En 605, Nabucodonosor hizo una incursión por la tierra siro-fenicia-palestina después de haber derrotado al faraón Necao II en Carquemis, 35 persiguiéndolo hasta la frontera egipcia. El rey Joaquim le ofreció tributo, y así se liberó de la invasión caldea. Nabucodonosor se volvió a Babilonia para recoger las riendas del imperio al morir su padre en 605 a.C.
Poco tiempo después, el rey Joaquim de Judá se atrevió a rebelarse contra el babilonio,36 y al principio Nabucodonosor no tomó en serio esta actitud, enviando sólo unas partidas de soldados caldeos, árameos, moabitas y amonitas para que hostigaran el país de Judá. 37 Pero, una vez que se vio desembarazado de sus preocupaciones en Babilonia, Nabucodonosor emprendió una expedición punitiva contra Jerusalén en 598 a.C. 38 Joaquim murió durante el asedio (no está claro si de muerte natural o violentamente), 39 y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual capituló a los tres meses de subir al trono, siendo llevado en cautividad, con su familia y lo más selecto de la nación, a Babilonia. 40 Nabucodonosor puso en su lugar en el trono a su tío Matanías (hermano de Joaquim y de Joacaz), cambiándole el nombre en Sedecías (597-587). Al principio éste se mantuvo dócil al rey caldeo, mas en 594 entró en relaciones con los pueblos vecinos para insurreccionarse contra Babilonia; pero, por la intervención de Jeremías,41 la coalición antibabilónica no tuvo realización formal.
Egipto, por su parte, fomentaba la insurrección de los reyezuelos de Palestina contra el coloso babilonio. En el 589 subió al trono egipcio Hofra, el cual al punto orientó su política contra Nabucodonosor. Este decidió jugar la carta definitiva, y así se vino al occidente, estableciendo su cuartel general en Ribla, junto al Orontes (Alta Siria), seguramente para dirigir las operaciones contra Tiro, que continuaba resistiendo42. Contra Judá envió a uno de sus generales, Nabuzardán, el cual se apoderó de las pequeñas ciudades hasta lograr aislar a Jerusalén (589 a.C.). Ante el ataque del faraón Hofra, el ejército caldeo se vio obligado a levantar el sitio de Jerusalén para atacar al ejército egipcio, al que venció, llegando hasta las fronteras de Egipto. 43 Después el general babilonio se entretuvo en asediar a Laquis y Azeca antes de volver al asedio de Jerusalén. Esta tardanza hizo nacer el optimismo entre los jerosolimitanos, los cuales llegaron a apropiarse de nuevo los esclavos que habían manumitido. 44 Pero no tardó en comenzar de nuevo el asedio, y las condiciones de resistencia se hicieron imposibles. Jeremías predicaba la capitulación para evitar el desastre completo. Sedecías no supo imponerse a la facción nacionalista fanática, y en un momento de confusión huyó por una brecha, siendo alcanzado por los soldados caldeos en la llanura de Jericó, donde fue apresado y llevado a presencia de Nabucodonosor en Ribla. Más tarde fue llevado al exilio, sin que se sepan más noticias de él. Mientras tanto, Jerusalén caía en poder de los babilonios en julio del 586 a.C.; la parte cualificada de la población fue llevada en cautiverio hacia Babilonia, y Judá fue convertida en provincia babilónica. El vencedor nombró gobernador de dicha provincia arruinada al nativo Godolías, amigo de Jeremías. El nuevo gobernador procuró rehacer la vida política, económica y social de la nación; pero la facción ultranacionalista le asesinó, y los judíos, temiendo la represión, huyeron a Egipto, llevándose con ellos al profeta Jeremías, el cual se oponía a esta huida. Así terminó la vida de Judá como nación.
En este ambiente de inseguridad y de tragedia personal debemos estudiar los oráculos de Jeremías. No es fácil establecer una cronología de la mayor parte de sus oráculos, pero conocemos perfectamente el ambiente histórico en que se desarrolló su trágica vida, y esto nos sirve para comprender la actividad profética y literaria del profeta de Anatot, que merece el nombre de mártir.

El libro de Jeremías.
Los escritos profético-históricos que han llegado a nosotros con el nombre de Jeremías son - como los de Isaías - una colección desordenada de oráculos y de datos históricos, recopilados sin orden cronológico por un redactor posterior al profeta. Como en el libro de Isaías, pudiéramos distribuir los oráculos jeremianos lógicamente, según los tres apartados siguientes: a) profecías contra Judá y Jerusalén; b) profecías contra las naciones paganas; c) profecías relativas a la restauración de Israel como nación. Pero esta distribución lógica no corresponde a la cronológica y, sobre todo, no coincide con la distribución de los oráculos en el actual libro de Jeremías. Para darnos una idea de la distribución anómala de los oráculos, presentamos el cuadro siguiente según las indicaciones cronológicas del libro actual:

a) Reinado de Josías (640-609):
1:2 (año 13 de Josías: 627 a.C.).
3:6 (en tiempo de Josías: 626-609).
b) Reinado de Joaquim (609-598):
26:1 (principio del reinado de Joaquim: 608).
25:1 (año 4 de Joaquim: 605).
36:1 (año 4 de Joaquim: 605).
45:1 (año 4 de Joaquim: 605).
35:1 (durante el reinado de Joaquim: 609-598).
7:1 (principio de Joaquim: 608).
c) Reinado de Sedecías (598-586):
24:1 (después de la deportación de 598).
29:1 (después de la deportación de 598).
27:1 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
28:1 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
49:34 (al principio del reinado de Sedecías: 598).
32:1 (año 10 del reinado de Sedecías: 588).
33:1 (al tiempo de la detención de Jeremías: 588).
34:1 (durante el asedio de Jerusalén: 588-587).
37:1-6 (durante el asedio de Jerusalén: 588-587).
39:1-15 (poco después de la toma de Jerusalén: 586).
40:1 (poco después de la toma de Jerusalén: 586).
44:1 (mientras el profeta estaba en Egipto: 5865).

De esta distribución cronológica se deduce que la compilación actual se ha hecho en diversas épocas y sin criterio uniforme. Sin embargo, en la distribución actual del libro de Jeremías podemos dividir los oráculos en tres partes:

Parte I: Vaticinios contra Judá (c.2-29).
1. Corrupción general (c.2-6).
2. Contra el fetichismo del templo y el formalismo religioso (c.7-10),
3. Dios no perdonará al pueblo que infringe el pacto (c.11-17).
4. Simbolismo de la vasija rota. Sufrimientos de Jeremías (c. 18-20).
5. Invectivas contra la corte y los jefes políticos y falsos profetas (c. 21 - 23). Simbolismo de los dos cestos de higos (c.24).
6. Predicción del exilio de setenta años y oráculos contra las naciones (c.25).
Discurso en el templo y peligro para Jeremías (c.26). Muerte del profeta Urías (c.26:20). Jeremías y los falsos profetas (c.27-28).
7. Carta a los deportados (c.29).

Parte
II: La Era Mesiánica (c.30-33)
1. Retorno de Israel renovado (c.30-31).
2. El nuevo pacto (31:315).
3. Compra simbólica del campo de Anatot (c.32). Israel en la paz mesiánica (c.33).

Parte III: Vaticinios Durante el Asedio de Jerusalén (c.34-40)
1 Contra la injusticia de tomar de nuevo a los esclavos (c.34).
2. Los recabitas (c.35).
3. El rollo quemado por Joaquim (c.36).
4. Encarcelamiento de Jeremías (c.37-38).
5. Toma de Jerusalén (c.39-40).

Parte
IV: Vaticinios después de la caída de Jerusalén (c.40-45).
1. Godolías, gobernador (c.40-41).
2. Huida a Egipto (c.42-43).
3. Jeremías predice la suerte de los refugiados y de Egipto (c.43-44).
4. Apéndice: Vaticinio sobre Baruc (c.45).

Parte V: Vaticinio contra las naciones (c.46-51)
Apéndice: Fin de Jerusalén. Liberación de Joaquín (c.52).

Distribución Lógico-Cronológica General de los Oráculos.
I. Introducción: Vocación de Jeremías (1:1-19).
II. Oráculos contra Judá: (c.2:1-45:5).
1. Oráculos en tiempo de Josías (2:1-6:30).
Iniquidad del pueblo e ingratitud (2:1-3:5).
Las dos hermanas Israel y Judá, perversas (3:6-6:30).
2. Oráculos en tiempo de Joaquim (7:1-29:32).
Contra la falsa confianza en el templo (7:1-10,25).
Castigo por el pacto quebrantado (11:1-13:27).
Reprobación de Judá (14:1-20).
La cautividad anunciada (25:1-38).
Jeremías es condenado y salvado (26:1-24).
La muerte de Urías profeta (26:20).
Jeremías y los falsos profetas (27:1-28:17).
Epístola de Jeremías a los exilados (20:1-32).
3 Vaticinios en tiempo de Sedecías (21:1-24:10).
Contra la casa real, la corte y los falsos profetas (21:1-23:4).
Símbolos relativos a la suerte de Judá (24:1-10).
4 Vaticinios de salvación mesiánica (30:1-33:26).
Restablecimiento de Israel (30:1-31:30).
Nueva alianza (31:31-40).
Compra del campo, símbolo de la restauración (32:1-44).
Enmienda del pueblo y restauración (33:1-26).
5. Últimos vaticinios y sufrimientos de Jeremías (34:1-36:32).
Contra Sedecías y el pueblo (34:1-22).
Fidelidad de los recabitas (35:1-19).
Joaquim manda quemar los escritos de Jeremías (36:1-32).
6. Sucesos durante el asedio de Jerusalén (37:1-40:6).
Jeremías encarcelado y salvado (37:1-38:13).
Coloquio de Jeremías con el rey (38:14-28).
Destrucción de Jerusalén (39:1-40:6).
7. Después de la destrucción de Jerusalén (40:7-54:5).
Godolías, gobernador de Judá (40:7-41:18).
Fuga de los judíos a Egipto (42:1-43:7).
Jeremías en Egipto (43:8-44:30).
Consolación de Baruc (45:1-5).

III. Oráculos contra las naciones paganas (46:1-51:64).
1. Contra Egipto (46:1-28).
2. Contra los filisteos (47:1-7).
3. Contra Moab (48:1-47).
4. Contra Amón (49:1-6).
5. Contra Idumea (49:7-22).
6. Contra Damasco (49:23-27).
7. Contra Arabia (49:28-33).
8. Contra Elam (49:34-39).
9. Contra Babilonia (50:1-51:64) 45.

Apéndice histórico:
Cautividad de Sedecías, liberación de Jeconías. Destrucción de Jerusalén (52:1-34).

Autenticidad.
A la vista de esta distribución, podemos decir que el actual libro de Jeremías es una colección de oráculos y de relatos de diferentes épocas de la vida y actividad del profeta, que han sido reunidos al azar en el transcurso del tiempo. En realidad, parece que antes de reunirse en esta colección general existieron antes con unidad independiente en colecciones particulares, como resultado de aportaciones de redactores diferentes. Se suelen reconocer tres estratos en la formación de la actual colección de escritos de Jeremías: 1) oráculos en primera persona (c.1-25); 2) oráculos en tercera persona (c.26-35); 3) biografía del profeta (en tercera persona), dispuesta según un orden cronológico (c.36-45). La primera sección podría en general considerarse como redacción personal del profeta46. En ella está la sección de las llamadas confesiones de Jeremías, porque el profeta refleja sus luchas y problemas personales por cumplir fielmente su ministerio profetice, impuesto por Yahvé. Ningún profeta nos ha revelado como Jeremías ese carácter íntimo del oficio profético. Con toda sinceridad expresa sus dificultades, ansiedades, pensamientos y deseos y los de su Dios. 47
La parte biográfica, en que se habla en tercera persona, y algunos oráculos pueden ser obra de Baruc, su secretario. De todos modos hay que reconocer el carácter fragmentario de cada una de estas secciones. En el texto actual se dice que el profeta dictó algunos de sus oráculos y hechos personales a Baruc.48 Algunos de ellos aparecen en primera persona,49 mientras que otros están redactados en tono narrativo, en tercera persona.50 Los relatos de los c.37-44 parecen ser obra de Baruc, el cual puede considerarse como el principal compilador-redactor de la actual colección. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya abundantes adiciones posteriores al mismo Baruc.51 De hecho, muchos textos tienen gran parecido con otros del libro de Ezequiel,52 lo que indica que las tradiciones oraculares de ambos profetas se interfieren mutuamente, y un redactor posterior, sin mayor preocupación crítica, los asignó a alguno de ellos para que se conservaran en la colección canónica.

Texto y versiones.
Es célebre en la historia de la exégesis la gran discrepancia en el libro de Jeremías de los textos hebreo, masorético y griego de los LXX. La Vg sigue el texto hebraico. 53 En el texto griego falta la octava parte (unas 2.700 palabras) del TM. Esta tendencia a abreviar se concreta en la supresión de epítetos de Dios, fórmulas accesorias que no afectan a la sustancia de los oráculos. Incluso faltan algunos versículos íntegros.54 Además, la disposición de muchos de los oráculos no es igual en el TM y en el texto griego, pues éste coloca los oráculos contra las naciones después de 25:13, mientras que en el TM ocupan los c.46-51. Todas estas diferencias pueden explicarse por la diversidad de criterio del recopilador hebreo y el traductor griego. Así, bien pudo éste tener un criterio abre viador, y por ello suprime cosas que le parecen redundancias. Muchos autores,\sin embargo, suponen que hubo en principio dos textos originales hebreos, uno más ceñido y breve, seguido por el traductor griego y otro más amplificado y redundante, que estaría extendido en Palestina.55
La Vetus Latina está traducida sobre el texto griego, mientras que la versión de San Jerónimo (actual texto de la Vulgata) está sobre el texto hebreo masorético.56 La versión siríaca llamada Peshitta es muy afín al TM, aunque parece que en su redacción actual tiene influencias de la versión de los LXX e incluso del Targum de Jonatán 57.

Estilo literario.
La personalidad del profeta queda perfectamente retratada en su estilo, el cual, lejos de tener el vigor de expresión y la ironía de Isaías, se desliza ingenuamente, reflejando las ansias de paz de un alma atribulada. Se le ha querido comparar con el estilo virgiliano, 58 pero su situación psicológica es muy distinta de la del gran vate romano, y por eso sus expresiones tienen un contenido de tragedia, que, si no alcanzan el radicalismo del libro de Job, sin embargo, matizan sus pensamientos de inquietud y aun de desesperación. Jeremías es un alma nacida para la soledad, la tranquilidad del hogar, y, sin embargo, es lanzado por Dios a la vida agitada política de Judá en los momentos más críticos de su historia. Por otra parte, es un temperamento claramente afectivo, y en esto habría que compararlo con el profeta Oseas, pero no posee la riqueza de imaginación de éste. Pudiéramos caracterizar el estilo literario de Jeremías como carente de adorno. Con la mayor sencillez y sin pretensiones expresa sus profundas ideas, generalmente coloreadas con un aire de tristeza y amargura.
Por otra parte, en sus oráculos es propenso a la repetición de frases, imágenes y pensamientos.59 En su predicación suele depender mucho de la de los profetas anteriores y aun de la doctrina deutero-nomística, lo que es perfectamente explicable teniendo en cuenta que en su tiempo se encontró el libro de la Ley (probablemente el Deuteronomio), el cual le proporcionaba muchas expresiones e ideas estereotipadas para dar a entender sus propias ideas. Sin embargo, no se debe negar a Jeremías la elevada inspiración literaria y poética, ya que, aunque a veces su estilo es difuso y abunda en frases estereotipadas, con frecuencia es muy original en sus simbolismos e imágenes, algunas de belleza extraordinaria. Así, habla de Dios como fuente de agua viva,60 y a Israel lo compara a una camella o asno salvaje que anda alocado tras de los ídolos, 61 y en momentos de especial afección lo compara a una viña amorosamente cuidada por su Dios. 62
Tenía una especial predilección por la vida solitaria campestre, deseando habitar en una cabaña de viandantes en el desierto. 63 También siente nostalgia de la paz doméstica. La vida de celibato le ha sido impuesta por Dios.64 En las confesiones65 es donde mejor se revela el alma profunda del profeta. Su lucha interior entre sus afectos más queridos y su misión parece reflejada en una serie de expresiones sublimes, de una sinceridad desconcertante. En todas sus palabras hay un tono elegiaco y descorazonador, que sólo parece superado por el realismo y vigor de expresión del libro de Job. Algunos autores le han proclamado el poeta más grande entre los profetas de la Biblia.66 Esta afirmación parece basada en el aspecto puramente psicológico de la poesía jeremiana 67; pero, en conjunto, la elevación poética de Jeremías no se acerca a la de Isaías. Desde el punto de vista estilístico del lenguaje, el hebreo de Jeremías es muy inferior al de Isaías, pues aunque es clasicista, sin embargo, no es un estilo tan depurado y aticista como el de su gran antecesor. San Jerónimo dice que el estilo de Jeremías es sencillo y propio de uno que no está habituado a la elegancia ciudadana y literaria, como lo estaba Isaías.68 Los lingüistas encuentran en las expresiones de Jeremías influencias aramaicas en cuanto al vocabulario y a la sintaxis. 69
Aparte de la predicación oracular, Jeremías tiene especial preferencia por las acciones simbólicas para plasmar mejor sus ideas. 70 Este género de predicación era muy adaptado a la mentalidad poco evolucionada de muchos de sus oyentes. Como oriental, el profeta busca impresionar con sus acciones. Ezequiel seguirá esta pauta, y con él otros profetas.

Doctrina teológica.
En Jeremías encontramos las nociones teológicas comunes que ya hemos visto en Isaías, pues habían sido ya propuestas por Amos, Oseas y Miqueas. La gran tradición yahvista se continúa según las grandes ideas monoteístas en el sentido más estricto. Podemos distinguir en la predicación de Jeremías los siguientes apartados teológicos.
1. Dios. - Enfáticamente se dice que los ídolos son vanidades,71 y, por tanto, implícitamente se expresa la idea de la sola existencia del Dios de Judá e Israel, que es la fuente de la vida, 72 y, como Dios, escruta y penetra los más íntimos pensamientos de los hombres. 73 La trascendencia divina aparece en la clara afirmación sobre la creación y conservación de todas las cosas por Yahvé. 74 Como Señor de todo, domina los elementos de la naturaleza y siembra la vida.75 Es omnisciente, y todo lo ha creado y dispuesto con sabiduría.76 Es el Dios omnipotente,77 pero su fuerza no es ciega, sino que la atempera a las exigencias de su justicia.78 Como Juez justo, da a cada uno lo que es suyo. 79 Pero su justicia está contrarrestada con su misericordia. 80
2. Dios y la humanidad, - Supuesto que todo ha sido creado por Dios, se sigue que todas las naciones deben reconocerle como tal.81 Su influencia no se limita sólo a los destinos del reino de Judá e Israel, sino que dirige el curso de la historia de las naciones. Incluso se promete a los gentiles que le reconozcan por Dios el habitar prósperamente en medio del pueblo elegido. 82 Pero por sus pecados tendrán que apurar la copa de su ira, como lo ha tenido que hacer el propio Israel. 83 Dios es el que señala los confines de los pueblos, incluso de los paganos. 84 Y no sólo su justicia descargará sobre ellos, sino que también su misericordia les abraza a todos, y sus ciudadanos podrán disfrutar de los mismos derechos que los del pueblo elegido.
3. Dios e Israel. - Los vínculos que Dios tiene con la humanidad en general quedan reforzados cuando se trata de Israel, pues fue escogido por El con designios providenciales y le ha prodigado toda clase de protección a través de la historia. 85 El profeta compara el cuidado que Dios tiene de Judá al de un agricultor que cuidadosamente cultiva su viña.86 Como Oseas, compara las relaciones de Israel con Dios a las de dos esposos, que han hecho una alianza. 87 Las expresiones en este sentido son sumamente tiernas. 88 Dios e Israel se pertenecen mutuamente. 89 Por eso la apostasía de Israel, yéndose tras de los ídolos, reviste los caracteres de un verdadero adulterio. 90 Israel debía estar unido a Yahvé como el ceñidor a la cintura del que lo lleva, 91 único medio de preservarse intacto. La base de tales relaciones está en el pacto del Sinaí, 92 pero Judá ha roto el pacto, 93 y por eso Yahvé enviará el castigo y la ruina. Después del castigo purificador, Dios hará una alianza nueva, escrita en los corazones, de forma que no haya lugar a su quebrantamiento. 94 Israel volverá después del exilio a ser el hijo primogénito, 95 y Yahvé volverá a ser el pastor único de la grey. 96
Todas estas relaciones se refieren a Dios e Israel como colectividad nacional, pero con la prueba del exilio la responsabilidad individual adquiere más relieve: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron las agraces, y los hijos sufrimos la dentera, sino que cada uno morirá por su propia iniquidad; quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera. 97 En efecto, el profeta se plantea problemas puramente personales, sin conexión con la nación israelita como colectividad; así inquiere la razón de sus propias angustias y tragedias íntimas y se plantea el problema sobre la ecuación entre méritos y premios, pecados y castigos, siendo así un antecesor del libro de Job 98. El tono a veces se asemeja al de los Salmos, en los que con toda viveza se plantean las angustias personales de los justos perseguidos y despreciados.
4. El pecado. - En su primera fase de predicación, el profeta fustiga los pecados de Israel como nación, y por ello será castigado por Yahvé. El pecado nacional era la idolatría, el sincretismo religioso y el abandono sistemático de Yahvé como único rector de los destinos de Judá. En esto contrasta con la conducta de los pueblos paganos, que nunca abandonan a sus dioses. El profeta pone en boca de Yahvé esta queja lacerante: ¿Qué tacha hallaron en mí vuestros padres para apartarse de mí e irse en pos de la vanidad de los ídolos? 100 El pueblo ha abandonado totalmente la Ley y se ha entregado a toda clase de excesos: lujuria, violencia, atropellos sociales, falsedad, perjurios, 101 y esto no sólo en la clase humilde, sin formación, sino también en la clase directora 102. El profeta insiste en la malicia del corazón humano como fuente de pecados 103; por eso, en la nueva teocracia mesiánica suspira por un cambio de corazones, ya que no basta la Ley escrita, sino que era necesario grabarla en lo más íntimo de la personalidad humana 104. El profeta suspira por una unión más íntima del hombre con Dios como fuente de vida,105 como fruto de una reconciliación con El por el arrepentimiento y la penitencia. 106
5. Las observancias religiosas. - Como Isaías y los profetas que le precedieron, Jeremías detesta el mero formalismo religioso, al que considera como una hipocresía. Enérgicamente protestaba por la confianza fetichista en el templo de Jerusalén como medio de liberarse de la ira divina. 107 Ante todo predica Infidelidad a Yahvé como consecuencia de un conocimiento profundo de su Ley. Para él, la verdadera religión consiste en la práctica de la justicia con el prójimo 108 y la circuncisión del corazón,109 lo que implica obediencia a la Ley de Yahvé. 110 Los valores éticos deben prevalecer sobre los ritos formalistas de culto: ¿A mí qué el incienso de Sabá y las cañas aromáticas de tierras lejanas? Vuestros holocaustos no me son gratos, vuestros sacrificios no me deleitan. 111 Hasta el arca de la alianza será sustituida en el nuevo orden de cosas, donde prevalecerá la religión del corazón.112 Esa interioridad de la religión en Jeremías se refleja en su espíritu profundo de oración. En todos los momentos críticos de su vida ha acudido a la plegaria como solución a los grandes problemas; así ora por la nación. 113 Dios le prohibe que ore por el pueblo para no verse obligado a emplear su misericordia. 114 Enfáticamente afirma el profeta la eficacia de la oración confiada. 115 En este aspecto, la personalidad de Jeremías es paralela a la de muchos salmistas, que, movidos de una religiosidad profunda, acuden a Dios como único valedor de sus intereses. 116
6. Ideas mesianicas. - A pesar del espiritualismo tan elevado de los oráculos de Jeremías, apenas se encuentran en sus escritos promesas claras mesianicast como hemos visto, al menos en lo referente a la persona del Mesías, en Isaías. Naturalmente, el profeta tiene una profunda esperanza en los destinos mesianicos del pueblo israelita como tal. Así anuncia la restauración de la nación después del castigo del exilio, la cual será gobernada por jefes que, lejos de esquilmarla, como antes, la ayudarán a conseguir toda clase de felicidades. 117 Israel y Judá volverán a unirse para constituir una nación sola, como en el pasado. 118 El templo será nuevamente purificado de toda contaminación, y la ciudad, reedificada. El nombre del futuro rey - reencarnación de David (suscitaré a David, vástago de justicia) - será el símbolo de la nueva teocracia y llevará el nombre prometedor de Dios, nuestra justicia.119 Todos reconocerán al nuevo rey, vástago de David, como lugarteniente de Yahvé, 120 porque implantará un reinado de justicia y de equidad: Yo suscitaré a David, vástago de justicia, que como verdadero rey reinará prudentemente y hará derecho y justicia en la tierra. En sus días será salvado Judá, e Israel habitará en paz.121 Y toda esta situación de paz vendrá como consecuencia de una nueva alianza - grabada en los corazones - signada entre Yahvé y su pueblo. El pecado desaparecerá y no volverá a romperse lo pactado, como en días antiguos. 122

Jeremías y el Deuteronomio.
Durante la vida de Jeremías tuvo lugar un acontecimiento trascendental en la vida religiosa de Judá: el hallazgo del libro de la Ley en los cimientos del templo en 621 a.C. reinando Josías. 123 Generalmente se admite entre los críticos que el libro hallado - cuyo contenido consternó a los fieles yahvistas de la época por las amenazas que en él se consignan contra los transgresores de la Ley - es el Deuteronomio, al menos los capítulos 12-26 del mismo. Ahora bien, en los escritos de Jeremías no encontramos la más mínima alusión a este hecho. Según la Biblia, el profeta había iniciado su ministerio hacia el año 627 (decimotercer año del reinado de Josías). ¿Qué influencia tuvo el profeta en la reforma religiosa que siguió al hallazgo del libro de la Ley? Una de las cosas que más se urgieron en esta reforma fue la centralización del culto en el templo de Jerusalén, como base del retorno a Yahvé. Pero hemos visto que el profeta apenas da importancia a la religión ritualista externa, a los actos de culto formalísticos, sino a la religión del corazón. No obstante, no por esto debemos generalizar su actitud de oposición al culto externo. Como Isaías, ataca a los actos de culto externo cuando van desprovistos de la entrega del corazón a Dios, con lo que esto supone de reconocimiento de sus derechos, plasmados en la legislación positiva dada al pueblo elegido. Es verdad que Jeremías urge ante todo la circuncisión del corazón, 124 la rectitud de intención, 125 la sumisión a la voluntad divina 126 y la práctica de las virtudes sociales. 127 En esto no hace sino colocarse en la línea doctrinal de los antiguos profetas. Precisamente en el Deuteronomio se urgen el monoteísmo estricto, el amor a Dios con todo el corazón y las virtudes sociales como parte fundamental de la vida religiosa. En este sentido, Jeremías se halla dentro de la línea deu-teronomística. Por otra parte, los críticos han sorprendido muchas frases en los escritos de Jeremías que parecen depender del Deuteronomio. 128 El fomentar el culto externo era tarea de los sacerdotes como tales, y de seguro que por su propio interés no dejarían de inculcar la necesidad de que todos los israelitas fueran a Jerusalén a cumplir sus votos y sus sacrificios. Jeremías, como los profetas anteriores - Amos, Oseas e Isaías - , ante todo urgía el cumplimiento de los valores éticos y del espíritu. En esto no hace sino seguir la pauta de Isaías. También éste tenía que conocer los esfuerzos de reforma religiosa desplegados por el rey Ezequías - sobre todo la lucha contra los lugares de culto fuera del templo - , y, sin embargo, Isaías no se preocupa de predicar el cumplimiento de los actos meramente cultuales. Esta labor incumbía a los sacerdotes, los cuales, por otra parte, apenas se preocupaban de predicar el cumplimiento de las virtudes sociales y la entrega del corazón a Dios. Jeremías, pues, en esto no es sino un mero continuador de la antigua tradición profética.

1 Jer 1:1. En 2 Re 22:8 se habla de un sacerdote llamado Helcías, que descubrió el libro de la Ley; pero puede ser otro personaje distinto del padre del profeta. - 2 1 Re 1:26. - 3 Jer 1:2-19; 25:3- - 4 Jer 11:18-12:6. - 5 Jer 19:1-20,6. - 6 Jer 26:1-19; 7:1-28. - 7 Jer 11:1-5.9-14; 22:13-19. - 8 Jer 36:1-32. - 9 Jer 27:12-15. - 10 Jer 43:1-44:30. - 11 Cf. A. Condamin, Jérémie, 0.269 XII; J. Gutmann, Jeremía-Apokriphon: Encyclo-pedia ludaica, VIII (1931) 1092-1094; Tertuliano: PL 2:137; San Jerónimo, Adv. Éïõ. 2:37: PL 23:335; San Isidoro: PL 83:142. - 12 Cf. Seder Olam Rabba 26. - 13 Jer 15:10-18; 20,7-9.14. - 14 Jer 14:11. 19 Jer 20:8. - 15 Jer 20:7-9. - 16 Jer 15:1. - 17 Jer 1:10. - 18 Jer 6:27. - 20 Jer_28:6. - 21 jer 15:10; 20:8. - 22 jer 20:8. - 23 Jer 20:7. - 24 Jer 20:7-9. - 25 Jer 15:10s. - 26 Jer 16:19. - 27 Jer 36:23; 11:18-21; 18:18-23; 26:8s, - 28 Jer 15:15-16; 20:12. - 29 Cf. 2 Re 21:16. 32 Cf. 2 Par 35:21. - 30 2 Re 22:8s. 33 Cf. 2 Re 23:33; Jer 22:10. - 31 Cf. 2 Re 23:15-20.. - 34 Cf. 2 Re 23:37; Jer 22:13-17 - 35 Cf. 2 Re 24:7. Véase también Flavio Josefo; Contra Appionem I 19:135-141; y Antiq, X 11:1:219-221. Véase Bi 8 (1927) p.401. - 36 Cf. 2 Re 24:1 - 37 2 Re 24:2. - 38 2 Re 24:3. - 39 Jer 22:19. - 40 Jer 52:318. - 41 Jer 27:1. - 42 Cf. Ez 29:175. - 43 Cf. Ez 30:20-25. - 44 Jer 34:8s. - 45 Cf. Hopfl-Miller-Metzinger, Introductio specialis in V. T. (Roma 1946) p.441. - 46 Es la tesis de E. Podechard, Le livre de Jérémie. Structure et formation: RB 37 (1928) 181-197. Nótscher la acepta en general; cf. su obra Das Buch Jeremías (Bonn 1934) 21-23 - 47 Cf. Jer 11:18s; 15:10-21; 17:14-17; 18:18-20; Jer_20:75. - 48 Jer 36:4.27.32; 45:1. - 49 Jer 1:1-6; 11:6.9. - 50 Jer 7:1; 11:1; 19:14; 20:3. - 51 Entre ellas se suelen citar por los críticos: Jer 10:1-16; 52:1-34; 17:19-27; Jer_50:1-51 :58. Cf. A. Condamin, Jérémie et la critique radicale en Allemagne: RScR 6(1916) 167-184; F. Nótscher, O.C., 21S. - 52 Compárese Jer 3:6-10 y Ez 16 y 23; Jer 7:16; 11:14, Y Ez 14:12-20. - 53 Cf. San Jerónimo, In ler.: PL 28:848. - 54 Por ejemplo: 8:10-12; Jer_10:6-8; 11:75; 17:35; 23:105; 29:16-20. - 55 Así J. Gotsberger, Giesebrecht, E. Tobac, Steuernagel. - 56 Cf. A. Condamin, Les caracteres de la traduction de la Bible par St. /eróme: RScR 2 (1911) 105-138; A. Penna, S. Gerolamo (Turín 1949) 371-377· - 57 Cf. A. Rahalfs, Beitrdge zu Textkritik der Peshitta: Zatw 9 (1899) 161-210; P. Churgin, Targum Jonathan to the Prophets (N. Haven 1907). - 58 Cf. A. Penna, o.c., p.17. - 59 Cf., por ejemplo, 2:28b y 11:133; 4:6 y 6:1b; 5:9 y 9:9; 7:16 y 11:14, etc. Véase una lista más completa en A. W. Streane, Jeremiah, 34. - 60 Jer2:13 - 61 2:23-24. - 62 2:21. - 63 Jer 9:1. - 64 Jer 16:35. - 65 Jer 11:18-23; 15:10.15-21; 17:14-18; 18:18-23; 20,7-17. - 66 Así P. Volz, Der Pmphet Jeremía (Lipsia 1922) p.xxxvi. - 67 Es la opinión de Ë. Ñåííá, o.c., 18. - 68 San Jerónimo: PL 28:903. - 69 Cf. C. Zimmer, Aramaismi lereminiani (Halle 1880). - 70 Las acciones simbólicas aparecen en 13,is; 18:2s; 18,is; 32:85. - 71 Jer 2:5; 8:19; 18:8. - 72 Jer 2:13. - 73 Jer 23:235. - 74 10:16; 27:5; 31:35-37- - 75 5:24; 10:13; 14:22; 31:35- - 76 32:18; 10:12. - 77 21:1; 32:19; 4:27- - 78 32:19; 3:12; 4:27; 5:18. - 79 31:3-11; 33:11. - 80 16:19. - 81 12,l6. - 82 25:15s. - 83 4:6; 19,3; 22:7; 43:10. - 84 12:l6. - 85 Jer 2:6; 11:4; 23:7; 32:20.21. - 86 Jer 2:21; 12:10; cf. Is 5:1. - 87 Jer 2:2. - 88 Jer 3:4. - 89 Jer 24:7- - 90 Jer 2:11. - 91 Je 13:11. - 92 Je 11:33; 14:21. - 93 Je 22:9. - 94 Je 31:31s. - 95 Je 31:9- - 96 Jer 23:35. - 97 Jer 31:29. - 98 Job 21:7; Sal 37:1s. - 99 Jer 20:13; cf. Sal_40:18; 70:6. - 100 Jer 2:5. - 101 Jer 5:8; 5:1s; 7:9. - 102 Jer 2:8.26; 5:5; 8:10. - 103 Jer 17:9. - 104 Jer31:31s. - 105 Jer 2:13. - 106 Jer 18:23. - 107 Jer 7:4; 3:134; 33:8. - 108 Jer 22:16. - 109 Jer 4:4. - 110 Jer 7:23. - 111 Jer 6:20; 7:21s; 14:12; 7:4; 11:15. - 112 Jer 12:2:11; 29:13. - 113 Jer7:16; 11:14; 24:6; 32:16. - 114 Jer 7:16; 11:14; 11:11. - 115 Jer 27:18; 37:3. - 116 Sobre la personalidad espiritualista profunda de Jeremías véanse los siguientes artículos del P. M. L. Dumeste, Le message du prophéte Jérémie: Vie Spirituelle, 55 (1938) 38-59; id., Jérémie et la religión de l'Esprit: ibid., 156-182; id., La religión personnelle de Jérémie: ibid., 56 (1938) 40-59. - 117 Jer 23:8; 31:2-6. - 118 Jer 23:6. - 119 Jer 23:6. - 120 Jer 30:9 - 121 Jer 23:3-7· - 122 Jer 31:Sal_31:33· - 123 Cf. 2 Re 23:1-3- - 124 Jer 4:4; 17:1. - 125 Jer_2:20; 17:16. - 126 Jer 3:17; 9:2-5; 22:16. - 127 jer 5:1:6; 9:1-5; 22:135. - 128 Jer 2:5; 8:19; 14:22; 16:19, y Dt 32:21; Jer 2:6 y Dt 32:10; Jer 7:24; 9:14, y Dt 29:19; Jer 4:4 Y Dt 10:16; Jer 5:15 Y Dt 28:49; Jer 7:18; 8:19; 25:7, Y Dt 4:25; 31:29; 32:16; Jer 7:33; 16:4 Y Dt 28:26; Jer 11:3 y Dt 11:265; Jer 11:4 y Dt 4:20; Jer 11:5 y Dt 7:13; Jer 15:4; 24:9 y Dt 28:25; Jer 23:17 y Dt 29:19.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Jeremías  36,1-32

36. Lectura publica de las Profecías de Jeremías.
Con este capítulo comienza la tercera sección del libro de Jeremías (c.30-45), que se caracteriza por el tono biográfico. El c.36 es como una introducción a toda la sección. Es interesantísimo desde el punto de vista biográfico, ya que nos refleja el modo como Jeremías ponía por escrito sus oráculos, tomando como amanuense al fiel discípulo Baruc, y, por otra parte, describe las vicisitudes a que estaban sometidos los escritos profeticos en esta época en que la clase dirigente de Judá estaba contra él. El estilo de estos relatos es sencillo y lleno de frescor, reflejando las circunstancias del momento.

Lectura pública de los oráculos de Jeremías en el templo (1-10).
1 El año quinto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, recibió Jeremías palabra de Yahvé, diciéndole: 2 Toma un volumen y escribe en él todo cuanto yo te he dicho contra Jerusalén, y contra Judá, y contra todas las naciones desde el día en que te hablé en tiempo de Josías hasta hoy, 3 a ver si, oyendo la casa de Judá todos los males que yo pienso traer sobre ella, se convierte cada uno de sus malos caminos, y yo les perdonaré sus iniquidades y pecados. 4 Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió éste en un volumen, dictándole Jeremías, todas las palabras que Yahvé le había dicho. 5 Y le dijo Jeremías a Baruc: Yo estoy impedido de poder ir a la casa de Yahvé; 6 vete, pues, tú y en el libro que a mi dictado has escrito lee las palabras de Yahvé, oyendo el pueblo en el templo en un día de ayuno y oyendo todos los que vienen de todo Judá y de sus ciudades, 7 a ver si acaso sus oraciones llegan a la presencia de Yahvé y se convierte cada uno de sus malos caminos, porque grande es el furor y la indignación con que amenaza Yahvé a este pueblo. 8 Hizo, pues, Baruc, hijo de Nerías, lo que había mandado Jeremías, profeta, y leyó en el libro las palabras de Yahvé en la casa de Yahvé. 9 Sucedió, pues, el año quinto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que se promulgó un ayuno a todo el pueblo de Jerusalén y a todos cuantos venían a Jerusalén de las ciudades de Judá, 10 y leyó Baruc el libro de los sermones de Jeremías en el templo, en la cámara de Gamarías, hijo de Safan, escriba, en el vestíbulo superior, a la entrada de la Puerta Nueva del templo, oyendo todo el pueblo.

La lectura de los oráculos de Jeremías por Baruc es datada en el año quinto de Joaquim, rey de Judá, es decir, en el 605, pues Joaquim sucedió a su hermano Joacaz (que reinó tres meses) en el año 609. En 605, Nabucodonosor era virtualmente dueño de Palestina, pues había descendido en sus incursiones hasta la frontera egipcia, expulsando definitivamente al faraón Necao de la costa siró-palestina. Las invitaciones del profeta a someterse a la potencia babilónica eran algo elemental desde el punto de vista de la prudencia. Yahvé quiere que Jeremías recoja por escrito los oráculos proferidos durante veintitrés años desde los tiempos de Josías, para hacer un último llamamiento a la cordura y a la penitencia (v.3), ya que los destinos de Judá estaban, en definitiva, en manos de Yahvé y no en las combinaciones políticas proegipcias que privaban en la corte de Jerusalén.
Jeremías pide el concurso a su fiel discípulo, escriba de profesión (v.26), Baruc, que nos es ya conocido l. Fue tan fiel al profeta, que le siguió en el exilio a Egipto 2. Debe escribirlo en un volumen o meghillah, es decir, un rollo de cuero o de papiro que se enrollaba (de ahí la palabra volumen, de volvo) en un pequeño eje de madera. Para leerlo se desenrollaba de derecha a izquierda, y la parte descubierta se dejaba caer o se enrollaba en otro pequeño eje de madera. Baruc escribió todas las palabras de Jeremías al dictado. Parece ser un resumen de los oráculos del profeta, ya que no es posible que sea todo el libro actual, pues Baruc lo leyó varias veces en el mismo día. La finalidad de consignarlos por escrito era primeramente para darlos a conocer al pueblo de Judá en una última llamada al arrepentimiento, para que se convirtiera cada uno de sus malos caminos (v.3). Pero, además, Dios quería que permanecieran escritos para la posteridad, pues, una vez que han sido quemados por el rey, le manda escribirlos de nuevo, sin ordenar que los leyera públicamente.
Jeremías, probablemente, tenía notas personales sobre sus oráculos anteriores, pero quiere que un escriba de profesión las consigne, sin duda porque así eran más legibles. Jeremías era sacerdote, y es de suponer que sabía escribir. Además, cuando compró el famoso campo de Anatot no se dice que utilizara secretario 3. El profeta envía a Baruc a leer sus profecías al templo, pues no puede personalmente (v.5), probablemente por razones de prudencia, pues sabía la hostilidad de que era objeto por parte de las clases dirigentes. No estaba en prisión, pues en el v.iq se dice que los dignatarios le invitan a esconderse. Por otra parte, el secretario Baruc, de familia de buena posición, era un buen sustituto de Jeremías. La ocasión de la lectura fue la concentración del pueblo en un día de ayuno (v.6). Debe de ser un día de ayuno excepcional, como los que se tenían en momentos de calamidades públicas4. En el Levítico se prescribían actos de humillación del alma como expiación ante Dios 5. Entre ellos estaba el ayuno. Zacarías, en el siglo VI a C., habla de ayunos públicos en el quinto, séptimo y décimo mes 6. Jeremías espera que, con la lectura de sus oráculos conminatorios, el pueblo se convierta a Yahvé (v.7).
En efecto, en el año quinto de Joaquim, en el mes noveno (v.8), se promulgó un ayuno a todo el pueblo de Jerusalén. Teniendo en cuenta que el año religioso comenzaba en el mes de Nisán (marzo-abril), tenemos que el mes noveno es el de noviembre-diciembre. Por otra parte, por el v.22 sabemos que el rey estaba en el departamento de invierno de su palacio, calentándose al fuego, cuando leyó y quemó el volumen de los oráculos de Jeremías. Así, pues, hacia diciembre del 604 tuvo lugar la lectura de los oráculos de Jeremías en el templo.
Baruc da detalles exactos del lugar en que leyó los oráculos de su maestro: en la cámara de Gamarías (v.10), sin duda uno de los amigos de Jeremías 7. El vestíbulo superior parece ser el atrio interno, al que podían entrar sólo los varones israelitas. La Puerta Nueva debe de ser la que daba acceso del atrio exterior al interior 8.

Lectura de las profecías ante los magnates (11-19).
11 Y habiendo oído Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safan, las palabras de Yahvé del libro, 12 bajó al palacio del rey, a la cámara del escriba, donde se hallaban todos los grandes: Elisama, escriba; Dalaías, hijo de Semeía, y Elnatán, hijo de Ajabor, y Gamarías, hijo de Safan, y Sedecías, hijo cíe Ananías, y todos los dignatarios, 13 y les comunicó Miqueas todo lo que había oído leer a Baruc del volumen ante el pueblo. 14Mandaron, pues, todos los magnates a Judí, hijo de Natanías, hijo de Selemías, hijo de Cusí, para decir a Baruc: Ven y trae el volumen que has leído al pueblo. Tomó, pues, Baruc el volumen y vino con él a ellos, 15que le dijeron: Siéntate y léenos eso a nosotros, y se lo leyó Baruc. 16Cuando oyeron, pues, todo aquello, mostráronse unos a otros atónitos, y dijeron a Baruc: Tenemos que comunicar esto al rey, 17y le dijeron: Indícanos cómo has escrito tú esto. 18Baruc les dijo: El me dictaba todas estas palabras de su propia boca, y yo lo escribía con tinta en el libro. 19 Y dijeron los magnates a Baruc: Ve y escóndete, y que se esconda también Jeremías, sin que sepa nadie dónde estáis.

Parece que la lectura de los oráculos ante el pueblo sembró la consternación en unos y la ironía en otros. Miqueas, que no parece ser hostil al profeta, impresionado, cree verse obligado a comunicar lo ocurrido a los dirigentes (v.12). La cámara del escriba, o secretario real, debía de ser una cancillería del Estado en la que se reunían los magnates de Judá 9. Parece que éstos no eran hostiles del todo al profeta de Anatot. Entre ellos habría muchos del tiempo de Josías, que habían amparado a Jeremías, su fiel colaborador en la reforma religiosa 10. Enterados de lo que les dijo Miqueas, quisieron cerciorarse personalmente del contenido del volumen leído por Baruc al pueblo (v.14). Reciben con deferencia a Baruc, invitándole a sentarse y a leerles los oráculos (v.15). Les impresionó la lectura de tantas profecías conminatorias contra la ciudad, el templo y la casa real, y, sobre todo, les aterró la impresión derrotista que pudieran haber causado la lectura de éstos ante el pueblo, cuya moral había que preparar para la resistencia ante el eventual asedio de los babilonios. Decidieron comunicar el asunto al rey, pero antes querían saber ciertamente quién era el autor de estos oráculos: indícanos cómo has escrito esto (v.17). Baruc dice que sólo ha sido un simple copista, ya que escribió al dictado de Jeremías (v.18). Con ello quiere decir que considera las profecías como expresión de la voluntad de Yahvé, pues conceptuaba a su maestro Jeremías como su mensajero. Los magnates, conocedores del carácter tiránico y susceptible del rey, invitan a Baruc a que se esconda con su maestro Jeremías (v.19).

Lectura de los oráculos ante el rey (20-26).
20 Ellos se fueron al rey, al atrio, dejando el volumen en la cámara de Elisama, escriba, y dijeron al rey lo que pasaba. 21 Mandó el rey a Judí que llevara el volumen, y éste lo tomó de la cámara de Elisama y lo leyó en presencia del rey y en presencia de todos los dignatarios que estaban junto a él. 22 Estaba el rey en las habitaciones de invierno; era el noveno mes, y tenía delante de sí un brasero encendido, 23 y, según iba leyendo Judí tres o cuatro columnas, lo iba rasgando (el rey) con el cuchillo del escriba, y lo arrojaba al fuego del brasero, hasta que lo quemó todo. 24 No temieron ni rasgaron sus vestiduras ni el rey ni sus cortesanos que oyeron todas aquellas palabras. 25 Sin embargo, Elnatán, Dalaías y Gamarías rogaron al rey que no quemara el volumen; pero éste no les oyó, 26 y mandó el rey a Jeremiel, hijo de Amelec, y a Sarayas, hijo de Ezriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que apresaran a Baruc, escriba, y a Jeremías, profeta; pero Yahvé los ocultó.

Los magnates se quedaron con el volumen de los oráculos, porque suponían que el rey lo había de reclamar, y si se lo devolvían a Baruc, les echaría en cara el no haberse quedado con él. De todos modos, tenían esperanzas de que el rey se contentase con un resumen del mismo, y así, de primeras no le llevan el volumen, quizá para que no conociera la crudeza de algunos oráculos, realmente derrotistas para los intereses políticos según sus cálculos humanos (v.20). Pero el rey no se contentó con una relación vaga oral, sino que exigió llevaran el volumen para leerlo personalmente (v.21). De este modo se cumplió el deseo de Jeremías de que sus oráculos fueran conocidos de todos los estratos sociales, llegando a oídos del mismo rey. Se hace notar que esto tuvo lugar en una de las cámaras reales de invierno n, en las que el rey se estaba calentando junto al brasero 12. Según el secretario lo iba leyendo, dejando libre, colgando, el rollo de papiro, el rey se apoderaba de él y con el cuchillo del escriba (utilizado para afilar las plumas y hacer correcciones) iba desgajando las hojas y echándolas al fuego (v.23) 13.
El hagiógrafo destaca el nulo resultado de la lectura de tan temibles profecías. El rey, oportunista y escéptico, no se dejó conmover por aquello que consideraba como impertinencias de Jeremías. Un siglo antes, el piadoso rey Ezequías, al percatarse del peligro de la invasión asiría, rasgó las vestiduras e hizo duelo vestido de saco, echándose ceniza sobre la cabeza, según era ley en los duelos 14. Lo mismo hizo el padre de Joaquim, Josías, al oír las palabras de la Ley, encontrada en el templo 15. Hasta el impío Acab había reaccionado así ante las conminaciones del profeta Elias 16. La conducta, pues, de Joaquim no puede ser más insultante para Dios; pues, además de quemar displicentemente los oráculos, dio órdenes de buscar a Jeremías y a su secretario para apresarlos (v.26).

Orden de redactar de nuevo los oráculos (27-32).
27 Después que el rey quemó el volumen de los sermones de Jeremías que había escrito Baruc al dictado de aquél, recibió Jeremías palabra de Yahvé, que le dijo: 28 Toma un nuevo volumen y escribe en él todos los sermones anteriores que había en el primero, que quemó Joaquim, rey de Judá, 29 y a Joaquim, rey de Judá, le dirás: Así dice Yahvé: Tú has quemado aquel volumen, diciendo: ¿Por qué has escrito esto anunciando que vendrá el rey de Babilonia y devastará esta tierra, no dejando en ella hombre ni jumento? 30 Pues así dice Yahvé contra Joaquim, rey de Judá: No tendrá descendiente que le suceda en el trono de David, y su cadáver será arrojado al calor del día y al frío de la noche, 31 y le pediré cuenta a él y a su descendencia y a sus siervos de sus iniquidades, y traeré sobre ellos, y sobre los habitantes de Jerusalén, y sobre los hombres de Judá, todos los males que les he anunciado y ellos no han querido oír. 32 Tomó, pues, Jeremías otro volumen y se lo dio a Baruc, hijo de Nerías, escriba, el cual escribió de boca de Jeremías todos los sermones que quemó Joaquim, rey de Judá, y se añadieron todavía otros muchos como aquéllos.

En los planes divinos, las profecías divinas iban también dirigidas a la posteridad, y por eso, por orden divina, Jeremías tiene que redactar de nuevo sus oráculos. El gesto despectivo del rey no ha servido sino para confirmar su condenación en los planes de la justicia de Yahvé. El rey Joaquim había querido considerar como alucinaciones lo escrito en el volumen de Jeremías, pero los hechos demostrarán lo contrario. Quedará sin heredero, cesando la realeza con él (v.30). En realidad, tuvo un hijo, Joaquín o Jeconías, que le sucedió durante tres meses en el trono; pero su reinado fue ficticio, pues tuvo lugar durante el asedio, y su misión fue sólo entregar el poder a los babilonios en 598, siendo él llevado en cautividad. Le sucedió su tío, hermano de Joaquim, Sedecías; por consiguiente, no era descendencia de Joaquim, cumpliéndose así materialmente la profecía de Jeremías. Su cadáver quedó insepulto al calor del día y al frío de la noche (v.30) 17. Õ todos los que colaboraron en su pésima política serán igualmente presa de la justicia divina (v.32) 18.

1 Es mencionado en 32:12. Era nieto de Mahasías, antiguo gobernador de la ciudad (2Cr_34:8) y hermano de Semeyas, intendente de Sedéelas (Jer_51:59)· 2 Cf. Jer_43:6-7 3 Cf. Jer_32:10. Véase gondamin, o.c., p.264. 4 Cf. Jue_20:26; 1Sa_7:6; 2Sa_1:12; Jdt_4:8. 5 Cf. Lev_16:29; Lev_23:37; Núm_29:7. 6 Cf. Zac_7:3-5; Zac_7:5; Zac_8:19. 7 Cf. 2Re_22:3. 8 Cf. 26:10. 9 Cf. RB (1939) p-397. 10 Algunos de los nombres aquí citados aparecen en otros lugares. Sobre la posible identificación de Elisama, cf. Jer_41:1 y 2Re_25:25; Elnatán: cf. 2Re_22:12.14. 11 Cf. Am 3:15- 12 Mes noveno falta en los LXX. 13 Cf. Condamin, o.c., p.262. En hebreo, la palabra que traducimos por columnas propiamente significa puertas, por la semejanza del trazado de una puerta en la distribución de las columnas del papiro. 14 Cf. Is37:1ss. 15 Cf. 2Re_22:1. Sobre el rito de rasgarse las vestiduras como signo externo de protesta, de luto y de penitencia, cf. Jos_7:6; Jue_11:351 1Sa_4:12; 2Sa_1:11; 2Sa_13:31; 2Sa_13:2 Ke 5 7; 2Sa_6:30. 16 Cf. 1Re_21:27. 17 Cf. Jer_22:19. 18 Cf. Jer_19:15; Jer_35:17.