Filipenses 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 30 versitos |
1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos:
2 la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
3 Siempre que me acuerdo de vosotros doy gracias a mi Dios;"
4 siempre, en todas mis oraciones, pidiendo con gozo por vosotros,
5 a causa de vuestra comunión en el Evangelio, desde el primer día hasta ahora.
6 Cierto de que el que comenzó en vosotros la buena obra la llevará a cabo hasta el día de Cristo Jesús.
7 Así es justo que sienta de todos vosotros, pues os llevo en el corazón; y tanto en mis prisiones corno en la defensa y confirmación del Evangelio, sois todos participantes de mi gracia."
8 Testigo me es Dios de cuánto os amo a todos en las entrañas de Cristo Jesús.
9 Y por esto ruego que vuestra caridad crezca más y más en conocimiento y en toda discreción,
10 para que sepáis discernir lo mejor y seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo,
11 llenos de frutos de justicia por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
12 Y quiero que sepáis, hermanos, que mi situación ha contribuido al progreso del Evangelio,
13 de manera que en todo el pretorio y a todos los demás se ha hecho patente cómo llevo mis cadenas por Cristo,
14 y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, sienten más ánimos para hablar sin temor la palabra de Dios.
15 Verdad es que algunos predican a Cristo por espíritu de envidia y competencia; otros lo hacen con buena intención."
16 Estos por caridad, sabiendo que estoy puesto para la defensa del Evangelio;"
17 aquéllos por competencia predican a Cristo, no con santa intención, pensando añadir tribulación a mis cadenas.
18 Pero ¿qué importa? De cualquier manera, sea hipócrita, sea sinceramente que Cristo sea anunciado, yo me alegro de ello y me alegraré.
19 Porque sé que esto redundará en ventaja mía por vuestras oraciones y por la donación del Espíritu de Jesucristo, según mi constante esperanza de que en nada quedaré confundido;"
20 antes con entera libertad, como siempre, también ahora, Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por vida, o por muerte.
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir, ganancia.
22 Y aunque el vivir en la carne es para mí fruto de apostolado, todavía no sé qué elegir.
23 Por ambas partes me siento apretado; pues de un lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor;"
24 por otro, quisiera permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros.
25 Por el momento estoy firmemente persuadido de que quedaré y permaneceré con vosotros para vuestro provecho y gozo en la fe,
26 a fin de que tengáis en mí mayor motivo de gloriaros en Cristo Jesús con mi segunda ida a vosotros.
27 Sólo os ruego que os comportéis dignamente como ciudadanos del Evangelio de Cristo, para que, sea que yo vaya y os vea, sea que me quede ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio,
28 sin aterraros por nada ante vuestros enemigos, lo que es para ellos una señal de perdición, mas para vosotros señal de salud, y esto de parte de Dios.
29 Porque os ha sido otorgado no sólo creer en Cristo, sino también padecer por El,
30 sosteniendo el mismo combate que habéis visto en mí y ahora oís de mí.

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Introducción a Filipenses

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Epístola a los Filipenses.

Introducción.

La Iglesia de Filipos.
Filipos, ciudad de Macedonia, colonia romana desde Augusto, fue la primera ciudad que el Apóstol evangelizó en Europa, al entrar en ella en su segundo viaje, entre fines del año 50 y principios del 51. Las circunstancias de esa evangelización están narradas con bastante detalle en Act 16:11-40, y ya las comentamos en su lugar. Parece que el Apóstol volvió a pasar por Filipos al menos dos veces, durante su tercer viaje misional (cf. Act 20:1-2 y 20:3-6); pero fueron estancias de muy corta duración.
Los fieles, a juzgar por el tono de la carta, procedían en su gran mayoría del gentilismo. Tanto más que en Filipos debían de ser poco numerosos los judíos, pues ni siquiera tenían sinagoga (cf. Act 16:13); al contrario que en otras muchas ciudades, como Tesalónica, Berea, Atenas, Corinto, etc. (cf. Act 17:1.10.17; 18:3). La iglesia de Filipos fue siempre muy adicta a San Pablo, hasta el punto de que éste, contra toda su costumbre, aceptó de los filipenses socorros en dinero (cf. 4:15-16; 2 Cor 11:9), y les llama cariñosamente su alegría y su corona (4:1).

Ocasión de la carta.
Hay en la carta algunos datos que pueden orientarnos al respecto. Son los siguientes: Pablo se halla preso (cf. 1:7.13.17), y los filipenses, enterados de su situación, envían a Epafrodito con el encargo de prestarle asistencia y entregarle socorros materiales de parte suya; pero, habiendo enfermado de gravedad, los filipenses, al saberlo, se afligieron mucho, por lo cual, una vez repuesto, Pablo, para tranquilizarlos, resolvió remitírselo a Filipos (cf. 2:25-30; 4:10-19), siendo portador, a lo que parece, de la presente carta, en la que el Apóstol muestra su agradecimiento por los socorros recibidos y desahoga su corazón de padre con aquellos sus hijos muy amados.
Todo esto puede darse por cierto. Ello es suficiente para poder decir que conocemos cuál fue la ocasión de la carta. Sin embargo, hay una cosa que ya no es tan clara, y es la de determinar cuál es la prisión aludida, durante la cual Pablo recibe socorros de los filipenses. La opinión tradicional, ya desde la época de los Santos Padres, es que se trata de la prisión romana (años 61-63), igual que para las cartas a Colosenses, Filemón y Efesios. Modernamente, sin embargo, hay bastantes autores (Penna, Benoit, González Ruiz, Dacquino) que se inclinan por una prisión que habría tenido lugar en Efeso, durante la larga estancia del Apóstol en esa ciudad entre los años 54-57 (cf. Act 19:1-40). El primero que propuso esta teoría fue H. Lisco en 1900. Dicen que, tratándose de Roma, difícilmente podrían explicarse esas numerosas idas y venidas, al menos proyectadas, entre filipenses y Pablo (cf. 2:19.24.25.26.28); mientras que, tratándose de Efeso, ciudad cercana y en continuo tráfico con Filipos, todo se explicaría fácilmente. Además, si la carta estuviera escrita durante la prisión romana, cuando el Apóstol había pasado ya dos veces por Filipos (cf. Act 20:1-2 y 20:3-6) después de la primera evangelización de aquellas regiones (cf. Act 16:11-17:15), difícilmente se entendería el que les dijera que, desde que le enviaron socorros cuando estaba en Tesalónica (cf. 4:16), no habían tenido hasta ahora oportunidad de manifestarle su afecto (cf. 4:11); mientras que, si está escrita desde Efeso, antes de esas dos visitas, cuando el Apóstol preparaba su viaje para ir a Macedonia (cf. Act 19:21; 1 Cor 16:5), todo resulta normal (cf. 2:24). También resulta normal el que les hable (2:19) del envío de Timoteo (cf. Act 19:22; 1 Cor 16, i o). Al contrario, si ponemos la carta escrita en Roma, esas promesas de viaje, al menos por lo que respecta a Pablo, chocan con el plan que deja entrever en la carta a los Romanos, donde habla de pasar a España (cf. Rom 15:28). Ni se arguya con las expresiones en todo el pretorio (1:13) y casa del César (4:22), que claramente parecen aludir a Roma; pues, por lo que toca a la primera expresión, sabemos que en todas las grandes ciudades del imperio, como era Efeso, solía haber destacamentos de pretorianos, y, por lo que toca a la segunda, sabemos que los esclavos y libertos del César estaban esparcidos por todo el mundo, y, sin duda, no faltaban en Efeso, donde nos consta que el emperador poseía grandes bienes.
Hemos de reconocer que, escrita la carta desde Efeso, muchos datos de la misma parecerían explicarse mejor. Pero ¿estuvo nunca San Pablo preso en Efeso? Este es el punto base que habría que probar, y que realmente no se prueba. No se trata de que durante su larga estancia en esa ciudad pudiera estar preso algunas horas, como ocurrió en Filipos (cf. Act 16:23-40) y pueden aconsejar algunos indicios (cf. 2 Cor 11:23; Rom 16:7), conforme expusimos al comentar Act 19:21-40; pues esto en realidad no resolvería nada, dado que la prisión de que se trata hubo de ser larga (cf. 1:22; 2:25). Ahora bien, ¿es creíble que San Lucas, que nos cuenta con tanto detalle la estancia efesina del Apóstol (cf. Act 19:1-40), no dijera ni una palabra de esa larga cautividad? Desde luego, está dentro de lo posible; pero es muy difícil de concebir 266. Seguimos, pues, creyendo que la carta a los Filipenses, lo mismo que las de Colosenses, Filemón y Efesios, está escrita durante la cautividad romana de Pablo, y más bien hacia el final, dada la confianza que muestra de su próxima liberación (cf. 1:25; 2:23-24). Con ello, las expresiones pretorio (1:13) y casa del César (4:12) conservan su sentido obvio y natural, que suelen tener en todos los documentos, a no ser que por el contexto aparezca claramente otra cosa.
Ni vale la razón, a veces alegada, de que doctrinalmente la carta a los Filipenses es más afín a las grandes cartas de Pablo, escritas durante su tercer viaje (Cor-Rom), que a las cartas de la cautividad (Col-Ef). Creemos que nada claro hay al respecto. Depende mucho del cristal con que mire cada uno. Tampoco nos convence la opinión propuesta recientemente por Dockx, de que la carta estaría escrita en Corinto, más bien que en Efeso 266.

Estructura o plan general.
La carta a los Filipenses no tiene tema doctrinal especial. Es la carta más carta de todas las del Apóstol. Este muestra su agradecimiento a los filipenses por los socorros recibidos y entabla con ellos una afectuosa conversación de padre con sus hijos, en la que, junto a noticias personales, va mezclando una serie de consejos sobre la vida cristiana, exhortándolos principalmente a la unión en la caridad, a la humildad, al gozo espiritual y a vivir alerta contra las insidias de los judaizantes.
Si se nos pide reducirla a esquema, podría ser éste:
Introducción (1:1-11).
Saludo epistolar (1:1-2) y acción de gracias (1:3-11)·
I. Noticias sobre su situación (1:12-26).
a) Su cautividad está contribuyendo al progreso del Evangelio (1:12-20).
b) Confianza de próxima liberación (1:21-26).

II. Exhortación a llevan una vida digna del creyente (1:27-2:18).
a) Constancia en el combate por la fe (1:27-30).
b) Vibrante llamada a la unidad en la humildad (2:1-11).
c) Vida de santidad en medio de un mundo perverso (2:12-18).

III. Proyectos de viaje (2:19-30).
a) Probable viaje de Timoteo, y posible también de Pablo, a Filipos (2:19-24)·
b) Viaje de Epafrodito, restablecido ya de su enfermedad (2:25-30).

IV. Exhortación final (3:1-4:9)
a) Cuidado con los judaizantes (3:1-16).
b) Cuidado con los que aspiran a lo terreno y no a lo celeste (3:17-21).
Epilogo (4:10-23).
c) Llamada a la concordia y al gozo espiritual (4:1-9). Agradecimiento por los socorros recibidos (4:10-20), saludos y bendición final (4:21-23).

El precedente esquema incluye la carta íntegramente, tal como nos es transmitida en códices y versiones. Advirtamos, sin embargo, que modernamente hay no pocos autores (Bornkamm, Murphy-O'Connor, Gnilka) que, aun admitiendo la autenticidad paulina de la carta, niegan su unidad literaria; es decir, nuestra carta actual sería en realidad una colección de cartas de Pablo, que en tiempos ya muy primitivos se habrían fusionado en una sola. Dicen que únicamente así podrían explicarse ciertas rupturas de tono que se observan en la carta, por ejemplo, en 3:1 y 4:10. Hay quienes suponen dos, tres y aun más cartas. Ciñéndonos a J. Gnilka, habría que suponer dos cartas: la de la prisión, personal y calurosa, dirigida a los fieles de Filipos (1:1-3:1 a -f 4:2-7.10-23), y la carta polémica, tajante y fría, mirando más bien a los herejes infiltrados en la comunidad (3:1 b-4:1 ;4:8-9).
Pues bien, no creemos que esos cambios de tono, pedidos en gran parte por los mismos hechos aludidos, nos obliguen a suponer que la carta no salió ya así de la pluma del Apóstol, que es como ha llegado a nosotros en todos los códices. La psicología de Pablo no se opone a esos cambios más o menos bruscos en una misma carta.

Perspectivas doctrinales.
Dado el carácter tan personal y particularizado de esta carta, apenas tiene objeto hablar de perspectivas doctrinales. Sin embargo, juzgamos útil recoger algunos puntos aludidos en la carta, de especial importancia dogmática.
Notemos, primeramente, la alusión a obispos y diáconos en el encabezamiento mismo de la carta: a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos (óõí Ýôðóêü-ttois êáé äéÜêïíïò). Es la primera vez que dichos términos aparecen en las cartas de Pablo. El hecho merece hacerse resaltar, dada la importancia que personajes bajo esas denominaciones adquirirán luego en la Iglesia. Desde luego, aquí no se especifica cuáles son las funciones de esos obispos y de esos diáconos, aunque parece darse claramente por supuesto que tienen funciones directivas y que son cargos o servicios permanentes. Concretar más, a base sólo de esta carta, es imposible. Tampoco se nos dice cómo se llegaba a esas funciones. En la introducción a las Pastorales hemos de volver a aludir a este punto; pues parece obvio, tratándose en ambas ocasiones de iglesias paulinas, que dichos términos tengan el mismo significado, si es que no hay nada en el contexto que insinúe lo contrario.
Un segundo punto que queremos también recoger son las afirmaciones de Pablo respecto a la vida de ultratumba. Lo normal en él, a partir ya de sus primeros escritos, es aludir a este tema con referencia expresa a la parusía o día del Señor, momento en que tendrá lugar nuestra resurrección corporal para vivir eternamente con Cristo (cf. 1 Tes 4:13-18; 1 Cor 15:51-53; Rom 8:18-25). En el mismo sentido hay también alusiones en esta carta (cf. 1:10; 2:16; 3:20-21). Pero aquí hay, además, un pasaje que mira directamente a esa etapa inmediata después de la muerte, antes de que tenga lugar la parusía, a la que claramente está refiriéndose cuando dice: morir es ganancia. De una parte, deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor (1:21-23). Esta misma convicción la había dejado ya también traslucir en otra de sus cartas (cf. 2 Cor 5:6-8). Evidentemente, se trata de afirmaciones de enorme trascendencia en orden a clarificar el dogma cristiano sobre el futuro escatológico del ser humano. Por eso, hemos querido hacerlas resaltar.
Finalmente, es muy de notar también el pasaje que con razón se ha dado en llamar el himno cristológico de Filipenses (2:6-11). Es un verdadero canto a Cristo, presentando en breves pinceladas el conjunto todo de su actividad salvífica: partiendo de la condición divina, asume la condición de siervo; y de la cruz es exaltado por Dios y constituido Señor por encima de toda la creación. Como vemos, en la primera parte (v.6-8) Cristo aparece como sujeto; en la segunda (v.9-11), como objeto. La dificultad mayor estriba en poder determinar el sentido exacto de algunas expresiones: forma de Dios., rapiña., se anonadó., cosa que dejamos para el comentario 267. Aquí sólo queremos hacer hincapié en la dificultad de señalar cuál es concretamente la parte que hay que atribuir a San Pablo. En efecto, son mayoría los autores que suponen a Pablo influenciado, al igual que en otras varias ocasiones (cf. Col 1:15-20; Ef 1:3-14; 5:14; 1 Tim 3:16), por un himno cristiano primitivo, anterior a la carta, y que él comenta y se apropia sin decirlo 268. En principio, nada hay que se oponga a esta hipótesis; aunque nadie niega que Pablo, autor del himno de la caridad (cf. 1 Cor 13:1-13), tenía aptitudes más que suficientes para componerlo. Incluso podemos verlo ya preludiado de algún modo en 2 Cor 8:8-9. Con todo, dada la estructura tan elaborada de la composición algunos autores distinguen seis estrofas, que vienen a corresponderse con los versículos actuales; otros las reducen a tres , no parece probable que naciera totalmente junto con la carta. Hay quien supone que habría sido el mismo Pablo, para uso de la comunidad de Filipos, quien lo habría compuesto anteriormente; otros, en cambio, creen que hay expresiones e ideas poco corrientes en Pablo, lo que demostraría que el himno originariamente no es suyo. Creemos que no será posible llegar sin más datos que el examen mismo del texto a conclusiones ciertas.


Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Filipenses 1,1-30

Introducción, 1:1-11.

Saludo epistolar, 1:1-2.
1 Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos: 2 la gracia y la paz con vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Pablo asocia en el saludo a Timoteo, que era muy conocido de los filipenses y había trabajado entre ellos (v.1; cf. 2:19-23). Aquí, dado el afecto que le profesan los filipenses, no necesita apelar a su condición de apóstol, como en otras ocasiones (cf. 2Co_1:1; Gal_1:1); le basta con presentarse simplemente como siervo de Jesucristo e incluso colocarse en la misma línea que su auxiliar Timoteo.
La carta va dirigida a todos los fieles de Filipos, a quienes denomina santos, conforme es su costumbre, en cuanto que, purificados de sus pecados por el bautismo, están llamados a llevar una vida santa, según lo que exige la fe que han recibido (v.1; cf. Rom_1:7; 1Co_1:2; 1Co_16:1). Hace mención especial de los obispos y diáconos (?????????? ??? ????????? ), términos que aparecen ' aquí por primera vez en las cartas de San Pablo, pero de los que se habla luego en las cartas pastorales como de algo regularmente establecido en todas las iglesias (cf. 1Ti_3:2-13; Tit_1:7-9). Ni debe extrañar que el Apóstol hable de obispos en plural, aunque se trate de una sola iglesia; pues el término obispo no tiene aún el sentido técnico que adquirirá más tarde, sino que es equivalente de presbítero, como explicamos al comentar Hec_11:30 y 1Ti_3:1-7. En cuanto al término diácono, véase el comentario a Hec_6:1-7. La fórmula gracia y paz (v.2) es la usual en sus cartas (cf. Rom_1:7).

Acción de gracias y oración por los filipenses,Rom_1:3-11.
3 Siempre que me acuerdo de vosotros doy gracias a mi Dios; 4 siempre, en todas mis oraciones, pidiendo con gozo por vosotros, 5 a causa de vuestra comunión en el Evangelio, desde el primer día hasta ahora. 6 Cierto de que el que comenzó en vosotros la buena obra la llevará a cabo hasta el día de Cristo Jesús. 7 Así es justo que sienta de todos vosotros, pues os llevo en el corazón; y tanto en mis prisiones corno en la defensa y confirmación del Evangelio, sois todos participantes de mi gracia. 8 Testigo me es Dios de cuánto os amo a todos en las entrañas de Cristo Jesús. 9 Y por esto ruego que vuestra caridad crezca más y más en conocimiento y en toda discreción, 10 para que sepáis discernir lo mejor y seáis puros e irreprensibles para el día de Cristo, 11 llenos de frutos de justicia por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.

Al saludo epistolar sigue la acostumbrada acción de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios, cuyo elogio suele hacer.
Aquí alaba su comunión (???????? ) en el Evangelio desde el primer día hasta ahora (v.5). Parece que el Apóstol alude a la cooperación de los filipenses a la expansión del Evangelio ya desde los primeros momentos de su conversión, no sólo con su ayuda pecuniaria a los que tienen la misión de propagarlo (cf. 4:10-18), sino también con sus padecimientos por Cristo (cf. 1:29-30). Está seguro de que Dios, que comenzó en ellos la buena obra de la santificación, la continuará y hará progresar hasta el día de Cristo Jesús, cuando se manifieste glorioso acompañado de los suyos (v.6; cf. 1Co_1:8; 2Co_1:14; 2Te_1:7). Y es justo que sienta así de todos ellos, con esa confianza, pues los ve participantes de su gracia (v,7), es decir, cooperadores de su apostolado, incluso cuando está entre cadenas, como lo han demostrado ahora con los socorros que le han enviado. La expresión en la defensa y confirmación del Evangelio (v.7), aunque pudiera referirse en general a los trabajos apostólicos de Pablo, unida a en mis prisiones, es probable que sea una alusión a los últimos acontecimientos de su proceso ante el tribunal imperial, donde él había vuelto a hacer valer sus razones en defensa y confirmación del Evangelio; de ahí esa su confianza en una pronta liberación (cf. 1:26; 2:24). En confirmación de cuan verdaderos son los sentimientos que acaba de manifestar hacia los filipenses, el Apóstol, con una especie de juramento (cf. Rom_1:9; 2Co_1:23), pone a Dios por testigo de cuánto les ama en las entrañas de Cristo Jesús (v.8); expresión esta última con la que quiere dar a entender que su afecto hacia ellos no es un sentimiento natural y humano, sino una disposición sobrenatural, el amor de un corazón unido a Cristo y lleno de su caridad (cf. 1:21).
Sigue ahora (v.9-11), cosa normal en un corazón que ama, una súplica a Dios por los filipenses, consistente aquí en que haga crecer su caridad más y más cada día en conocimiento y en toda discreción, para que en cada circunstancia sepan discernir qué es lo mejor, y así presentarse luego en el día del juicio llenos de frutos de justicia, es decir, de obras buenas, para gloria y alabanza de Dios. Cuando San Pablo, refiriéndose a los filipenses, habla de vuestra caridad (v.9), es evidente que no se refiere sólo al amor manifestado en la limosna que le enviaron, sino que toma el término en todo su amplio significado de amor de Dios y del prójimo. El crecimiento de esta caridad, conforme aquí da a entender San Pablo, va a la par con el crecimiento en el conocimiento y discreción para discernir las cosas de Dios.
Los términos ?????????? ?? ?????????? y ?????????? y ??? 3???? (v.9-1 o), tan en uso en la cultura helenística de entonces, indican que Pablo sabe utilizar palabras y conceptos en uso.




I. Noticias sobre su situación, 1:12-26.

La cautividad de Pablo está contribuyendo al progreso del Evangelio, 1:12-20.
12 Y quiero que sepáis, hermanos, que mi situación ha contribuido al progreso del Evangelio, 13 de manera que en todo el pretorio y a todos los demás se ha hecho patente cómo llevo mis cadenas por Cristo, 14 y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, sienten más ánimos para hablar sin temor la palabra de Dios. 15 Verdad es que algunos predican a Cristo por espíritu de envidia y competencia; otros lo hacen con buena intención. 16 Estos por caridad, sabiendo que estoy puesto para la defensa del Evangelio; 17 aquéllos por competencia predican a Cristo, no con santa intención, pensando añadir tribulación a mis cadenas. 18 Pero ¿qué importa? De cualquier manera, sea hipócrita, sea sinceramente que Cristo sea anunciado, yo me alegro de ello y me alegraré. 19 Porque sé que esto redundará en ventaja mía por vuestras oraciones y por la donación del Espíritu de Jesucristo, según mi constante esperanza de que en nada quedaré confundido; 20 antes con entera libertad, como siempre, también ahora, Cristo será glorificado en mi cuerpo, o por vida, o por muerte.

Las noticias que los filipenses esperaban, sin duda, con más ansia eran las relativas a la situación actual de Pablo. Y son, efectivamente, terminada la parte introductoria, con las que éste comienza la carta. Sin embargo, es digno de notarse que Pablo habla de su situación sólo desde el punto de vista de la difusión del Evangelio, sin aludir para nada a su salud o a las condiciones materiales, duras o menos duras, de su estado de prisionero, cosas todas que a nosotros hoy nos hubiera gustado conocer. La enseñanza es transparente. Con razón se ha escrito, comentando este pasaje, que a la pregunta cómo le va, un apóstol debe reaccionar respondiendo cómo le va al Evangelio.
La primera afirmación de Pablo es que su situación ha contribuido al progreso del Evangelio (v.12). Luego (v. 13-18) va explicando en qué sentido. Primeramente, porque en todo el pretorio y a todos los demás (?? ??? ?? ?????????? yai ???? ??????? ????? ) se ha hecho patente cómo llevo mis cadenas por Cristo (v.13). ¿A quiénes alude aquí San Pablo? Primitivamente el praetorium era el espacio del campamento romano reservado al praetor o general en jefe del ejército. Pronto el sentido fue evolucionando en dos direcciones diferentes, prevaleciendo bien la acepción militar (cohortes pretorianas, guardia pretoriana), bien la acepción local (pretorio de Herodes; cf. Hec_23:35). En nuestro caso, mencionado el término sin más aditamentos ni explicaciones, todo hace suponer que se trata del Castro Pretorio (Castra Praetoria), como todavía hoy se llama en Roma el lugar donde estaban alojados en su mayor parte los 12.000 preteríanos imperiales. Uno de estos soldados, que iban haciendo el servicio por turno, era el encargado de hacer la custodia militaris al preso Pablo (cf. Hec_28:16); muy pronto, gracias a ese continuo relevo, el caso de Pablo era conocido en todo el pretorio. La expresión y a todos los demás parece que es simplemente una locución enfática para significar amplia difusión, como dando a entender que, merced a ese encarcelamiento y proceso, la noticia del Evangelio llegó a círculos y esferas sociales donde, de otra manera, quizá hubiera sido muy difícil llegar.
Otra forma cómo ha contribuido la situación de Pablo al progreso del Evangelio es porque, con su encarcelamiento, muchos se han movido a predicar a Cristo (v.14-17). Unos con buena intención (v.15), estimulados con su actitud y quizá también porque veían que no era molestado por las autoridades romanas en la defensa del Evangelio, antes bien la marcha del proceso presentaba buenas perspectivas; otros por espíritu de envidia y competencia (v.15), deseosos de hacer resaltar cada uno sus propios valores, pensando añadir tribulación a sus cadenas (v.17), al ver que adquirían una gloria que Pablo, impedido por su condición de prisionero, no podía conseguir. Creen algunos que hay aquí una alusión a los judaizantes, cristianos demasiado apegados al judaismo, que por todas partes perseguían al Apóstol, tratando de deshacer su obra, que consideraban ofensiva para la Ley mosaica (cf. Hec_15:2; Hec_21:20; Gal_2:12). Sea como sea, San Pablo da claramente a entender que no predicaban doctrinas erróneas; era más bien la rectitud de intención la que fallaba. Por eso él, cuya grandeza de alma no sabían medir sus adversarios, exclama que, aunque los procedimientos sean mezquinos, con tal que Cristo sea dado a conocer, se alegra y se alegrará de ello (v.18). Y, como dando la razón profunda de que nadie le podrá quitar esa alegría, dice que está seguro de que Dios, que hace todo concurrir al bien de sus escogidos (cf. Rom_8:28), hará también concurrir todo esto al bien de su alma, y Cristo será glorificado en él, o por vida o por muerte (v. 19-20). Si sigue viviendo, por medio de su vida y de la predicación; y si le condenan a muerte, con el martirio, supremo testimonio de amor. No funda, sin embargo, esta confianza en méritos propios, sino en las oraciones de los filipenses y en la donación del Espíritu, que le dará fuerzas para ello. Se ha hecho notar cómo no dice el Apóstol que él glorificará a Cristo, sino que Cristo será glorificado en él (v.20), como dando a entender que la victoria será obra de la gracia y pertenece a Cristo.

Confianza de próxima liberación,Rom_1:21-26.
21 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir, ganancia. 22 Y aunque el vivir en la carne es para mí fruto de apostolado, todavía no sé qué elegir.23 Por ambas partes me siento apretado; pues de un lado deseo morir para estar con Cristo, que es mucho mejor; 24 por otro, quisiera permanecer en la carne, que es más necesario para vosotros. 25 Por el momento estoy firmemente persuadido de que quedaré y permaneceré con vosotros para vuestro provecho y gozo en la fe, 26 a fin de que tengáis en mí mayor motivo de gloriaros en Cristo Jesús con mi segunda ida a vosotros.

Expone aquí el Apóstol sus sentimientos en relación con la alternativa propuesta en el último versículo de la narrativa anterior, al decir que Cristo sería glorificado en él, o por vida o por muerte.
Comienza (v.21) con la afirmación básica de que para él el vivir es Cristo, y el morir, ganancia (?? ??? ??????? ??? ?? ??? ^????? ?????? ). Pocas frases como ésta resumen de manera tan admirable toda la existencia de Pablo, antes y después de su muerte; con razón han sido las palabras elegidas para ser esculpidas en torno a su sepulcro en Roma. Al decir que su vivir es Cristo no incluye sólo el sentido ontológico, aplicable a todo cristiano, de que nuestra vida sobrenatural es vida divina recibida de Cristo (cf. Rom_6:3-11; Rom_11:24; 1Co_12:27; Gal_2:20; Efe_1:22-23; Col_2:7), sino que le da más bien sentido dinámico, con referencia a ser Cristo el móvil de todas sus acciones y el término de todas sus aspiraciones (cf. 3:7-10; 2Co_5:15). De ahí que el morir sea ganancia, pues es la entrada en el gozo del Señor, la posesión total de Cristo, no ya por la fe, sino en visión cara a cara (cf. 2Co_5:6-8).
Supuesto esto como verdad fundamental, Pablo contempla las dos cosas: la vida, trabajando por ganar almas para Cristo, y la muerte, entrando en el gozo del Señor. Ambas cosas le atraen; por eso, entre la vida y la muerte no sabe qué elegir (v.22-24). Notemos la unión que el Apóstol establece entre morir y estar con Cristo (v.23; cf. 2Co_5:6-9); por ninguna parte aparece que haya un tiempo intermedio de espera hasta la parusía o juicio final. Una cosa es el triunfo total de la Iglesia, como colectividad, que tendrá lugar en la parusia, y otra, la entrada personal de cada uno en la gloria, que, de no mediar obstáculo a causa de nuestros pecados, tendrá lugar en seguida después de la muerte.
Aunque Pablo, si hubiera de elegir entre la vida y la muerte, no sabría qué preferir, por el momento está firmemente persuadido (????? 3?? ???? ) de que continuará viviendo para provecho espiritual de los filipenses (y de otros también), a fin de que avancen más y más en la vida cristiana con su segunda ida a ellos (v.25-26). Este convencimiento que aquí parece mostrar el Apóstol de que continuará viviendo, no consta que sea un caso de inspiración profética, con garantía divina de infalibilidad. De hecho, no sólo anteriormente (v.20), sino también después, vuelve a dejar traslucir la posibilidad del martirio (cf. 2:17). Se trata, pues, de una afirmación en que hay mucho de conjetura o presentimiento, como en Hec_20:15; con la diferencia de que allí no se realizó lo presentido, mientras que aquí fue una realidad el hecho de su liberación.




II. Exhortación a llevar una vida digna, 1:27-2:18.

Constancia en el combate por la fe, 1:27-30.
27 Sólo os ruego que os comportéis dignamente como ciudadanos del Evangelio de Cristo, para que, sea que yo vaya y os vea, sea que me quede ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu, luchando a una por la fe del Evangelio, 28 sin aterraros por nada ante vuestros enemigos, lo que es para ellos una señal de perdición, mas para vosotros señal de salud, y esto de parte de Dios. 29 Porque os ha sido otorgado no sólo creer en Cristo, sino también padecer por El, 30 sosteniendo el mismo combate que habéis visto en mí y ahora oís de mí.

Después de hablar de sus cosas y de la situación en que se encontraba, el Apóstol continúa su carta con una serie de exhortaciones a los filipenses a que lleven una vida digna de cristianos.
En la presente historia les exhorta a comportarse como ciudadanos (??????????? ) del Evangelio de Cristo (v.27). Esta expresión tenía para los filipenses, orgullosos de ser colonia romana (cf. Hec_16:12), un significado especial. En consonancia con ella, les exhorta a que, más y mejor que los miembros de una ciudad terrestre, se mantengan firmes en un mismo espíritu, formando un bloque, luchando a una por la difusión del Evangelio, sin dejarse atemorizar por los enemigos, lo cual será para éstos presagio de derrota, mientras que para ellos presagio de salud, y esto de parte de Dios (v.27-28). No parece necesario suponer, para explicar estas frases, que hubiera persecución formal contra los cristianos de Filipos; basta esa oposición que el mundo ha manifestado en todas partes, ya desde el principio, a la doctrina de Cristo, con más o menos acritud, según las circunstancias. Con la expresión y esto de parte de Dios (v.28) da a entender San Pablo que en nuestra actuación la fuerza nos viene de Dios, pero esa fuerza no nos faltará; de ahí que no tengamos por qué atemorizarnos ante nada ni ante nadie.
Y aún añade más el Apóstol. Dice a los filipenses que esas persecuciones que están sufriendo, parecidas a las que sufre él, lejos de acobardarlos, deben considerarlas como un don o favor de E>ios, que han de añadir al de la fe, pues son prueba de que están unidos a El y, consiguientemente, prenda de salud (v.29-30; cf. Rom_5:3-51Rom_8:17; Hec_5:41).