Exodo  16 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 36 versitos |
1 Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto.
2 Toda la asamblea de los hijos de Israel se puso a murmurar contra Moisés y Aarón.
3 Los hijos de Israel decían: “¿Por qué no hemos muerto de mano de Yahvé en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de pan? Nos habéis traído al desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre.”
4 Yahvé dijo a Moisés: “Voy a haceros llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según la ley.
5 El día sexto preparen para llevar el doble de lo que recogen cada día.”
6 Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: “Esta tarde sabréis que es Yahvé quien os ha sacado de Egipto,
7 y a la mañana veréis la gloria de Yahvé, pues ha oído vuestras murmuraciones, que van contra Yahvé; porque nosotros, ¿qué somos para que murmuréis contra nosotros?”
8 Moisés dijo: “Esta tarde os dará a comer Yahvé carnes, y mañana pan a saciedad, pues ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿nosotros qué? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahvé”
9 Moisés dijo a Aarón: “Di a toda la congregación de Israel que se acerque a Yahvé, pues ha oído Yahvé todas sus murmuraciones.”
10 Mientras hablaba Aarón a toda la asamblea de los hijos de Israel, volviéronse éstos de cara al desierto, y apareció la gloria de Yahvá en la nube.
11 Yahvé dijo a Moisés:
12 “He oído las murmuraciones délos hijos de Israel. Diles: Entre dos luces comeréis carne, y mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Yahvé vuestro Dios.”
13 A la tarde vieron subir codornices que cubrieron el campo, y a la mañana había en todo él una capa de rocío.
14 Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, como escarcha sobre la tierra.
15 Los hijos de Israel, al verla, se preguntaban unos a otros: “Manhu?” (“¿qué es esto?”); pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: “Ese es el pan que os da Yahvé para alimento."
16 Esto es lo que Yahvé ha ordenado: Recoged cada uno de vosotros según precise para alimentarse, un “ómer” por cabeza, según el número de personas; cada uno recogerá para cuantos tenga en su tienda.”
17 Los hijos de Israel no obedecieron, y recogieron unos más y otros menos.
18 Pero, al medir luego con el “ómer,” hallaron que el que había recogido de más, no tenía nada de más, y el que había recogido de menos, no tenía nada de menos, sino que tenía cada uno lo que para su alimento necesitaba.
19 Moisés dijo: “Que nadie deje nada para mañana.”
20 No obedecieron a Moisés, y muchos dejaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. Irritóse Moisés contra ellos."
21 Todas las mañanas recogían el maná, cada cual según su consumo, y cuando el sol dejaba sentir sus ardores, el resto se derretía.
22 El día sexto recogieron doble cantidad de alimento, dos “ómer” por cabeza. Los principales del pueblo vinieron a decírselo a Moisés,
23 que contestó: “Eso es lo que ha mandado Yahvé. Mañana es sábado, día de descanso, consagrado a Yahvé. Coced lo que hayáis de cocer y hervid lo que hayáis de hervir, y lo que sobre guardadlo para mañana.”
24 Guardáronlo para el día siguiente, y no se pudrió ni se agusanó.
25 Moisés dijo: “Comed eso hoy, que es sábado, y hoy no lo habrá en el campo.
26 Recogeréis seis días; el séptimo, sábado, no lo hallaréis.”
27 Al séptimo día salieron algunos del pueblo a recoger, pero no había.
28 Y Yahvé dijo a Moisés: “¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandatos y mis leyes?
29 Mirad que Yahvé os ha dado el sábado, y por eso el día sexto os da para los dos días. Que se quede cada uno en su puesto y no salga de él el día séptimo.”
30 El pueblo descansó el día séptimo,
31 Los israelitas dieron a este alimento el nombre de “maná.” Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel.
32 Moisés dijo: “Yahvé ha ordenado que se llene un “ómer” de maná para conservarlo, y que puedan ver vuestros descendientes el pan con que os alimentó en el desierto cuando os sacó de la tierra de Egipto.”
33 Dijo, pues, Moisés a Aarón: “Toma una vasija, pon en ella un “ómer” de maná lleno y deposítalo ante Yahvé, que se conserve para vuestros descendientes.”
34 Aarón lo depositó ante el testimonio para que se conservase, como se lo había mandado Yahvé a Moisés.
35 Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canaán.
36 El “ómer” es la décima parte del “efá.”

Patrocinio

 
 

Introducción a Exodo 

Times New Roman ;;;; Riched20 5.40.11.2210;
Éxodo.

Introducción.

Nombre.
El nombre de Éxodo, latinizado del Åîïäïò de los LXX, proviene del gran suceso narrado, la salida de Israel de Egipto (probablemente el nombre se funda en la frase de los LXX al traducir 19:1: al tercer mes del éxodo de los hijos de Israel de la tierra de Egipto). Así, pues, el nombre se refiere a la primera parte del libro, pero por su importancia caracteriza todo su contenido. Entre los judíos palestinenses, este libro se designaba con las palabras iniciales del mismo en el TM (we ´elleh semot) éstos son los nombres.

Contenido y División.
La finalidad de este libro es demostrar históricamente el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham de que su descendencia, después de una larga estancia en tierra de esclavitud, se multiplicaría y llegaría a ser un gran pueblo1. El hagiógrafo muestra cómo Dios cumplió su palabra, liberando milagrosamente a Israel de la esclavitud para llevarlo al Sinaí y establecer una alianza perpetua. Se puede dividir el libro en cuatro partes: a) preparación del éxodo (1-11); b) salida de los israelitas de Egipto (12-18); c) alianza del Sinaí (19-24); d) organización del culto (25-40).

Origen y Composición
Este libro es la continuación lógica del Génesis, y se caracteriza por una unidad literaria sustancial del conjunto. No obstante, hay fragmentos aislados que rompen la continuidad del relato y repiten algunos hechos y leyes2, lo que prueba que en su composición han sido utilizados diversos documentos o tradiciones, los mismos que hemos encontrado en la elaboración del Génesis. En general, la tradicione relata los mismos hechos en series paralelas, excepto algunos, que son propios3. En el llamado código de la alianza (c.21-23) se distinguen dos series de leyes por su estilo literario: a) los mispatim (juicios), redactados en forma casuística: si uno hace esto..., si un campo..., si una viña..., como en el Código de Hammurabi 4; b) debarim (palabras), redactadas apodicticamente, como intimación: me levantarás un altar..., no subirás a mi altar...5 Algunas prescripciones están redactadas en un estilo mixto (casuístico-apodíctico)6. Por el contenido, el código de la alianza se divide en: a) derecho civil y penal 7; b) leyes cultuales 8; c) moral social9.
La escuela de Wellhausen consideraba el código de la alianza como un comentario (s.VIII a.C.) al Decálogo, que era algo más antiguo (c.20). El núcleo más antiguo sería del siglo IX a.C. Al descubrirse el Código de Hammurabi (s.XVIII a.C.), el P. Lagrange hizo notar que el estilo literario y contenido del código de la alianza del Éxodo parecía más antiguo que la famosa legislación babilónica10. Por otra parte, en Egipto el libro de los muertos (c.125) tenía ciertas semejanzas con el código de la alianza, por la mezcla de elementos morales y litúrgicos. Este parece destinado a una sociedad aún primitiva, de fuerte estructura familiar, de base económica pastoril, ocupando la agricultura un lugar secundario; el poder público es débil, pero las tradiciones religiosas son fuertes.11 La legislación ha tenido en cuenta el fondo consuetudinario tribal de los antepasados. Esto explica los puntos de concomitancia con otras legislaciones orientales, reflejo todas de un ambiente común. No se ha encontrado una legislación cananea anterior a los israelitas que pueda servir de patrón para la legislación mosaica. Hay puntos de contacto con prescripciones del código de Hammurabi, de las leyes asirias e hititas, y aun con ordenaciones egipcias. Pero no se puede afirmar que el código mosaico dependa expresamente de alguno de ellos en particular. No se menciona en el código de la alianza las ciudades, lo que parece indicar su redacción antes de haber entrado los israelitas en un proceso claro de sedentarización. Se han sugerido tres estratos legislativos mosaicos en el código de la alianza: a) tradición del Sinaí-Horeb: el Decálogo 12; b) tradición de Gadesbarne: los mispatim (juicios: casuística)13; c) tradición en el monte Nebo: debarim (palabras: intimaciones)14.
Estas secciones legislativas y otras se transmitieron involucradas con relatos de hechos históricos de la época del desierto. No debemos perder de vista que estos núcleos legislativos van relacionados en las diversas tradiciones con narraciones que formaban parte de la épica nacional de los tiempos gloriosos del Éxodo, cuando Israel empezó a organizarse como colectividad nacional. Todo este proceso histórico y legislativo que representa la infancia de Israel, está dominado por la figura del gran libertador, Moisés, el cual es el forjador de la fisonomía nacional y religiosa del pueblo elegido. No se puede, pues, prescindir del gran legislador hebreo al explicar el origen de los diversos códigos legislativos hebraicos, y resulta totalmente apriorístico afirmar que el conjunto de las leyes del Éxodo es posterior al gran profeta15.

Historicidad de los Relatos del Éxodo
En general, debemos tener en cuenta que nos hallamos ante una historia religiosa de carácter popular y redactada cuando los hechos habían sido elevados a la categoría de épica nacional, lo que implica no poca idealización de aquéllos. Ante todo se quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y formación del pueblo escogido, y por eso el hagiógrafo muchas veces prescinde de las causas segundas y considera a Dios como el guía inmediato de su pueblo en todas las vicisitudes de la peregrinación por el desierto. Sin duda alguna, la liberación de Egipto y la estancia de los israelitas en la estepa no se pueden explicar sin intervenciones preternaturales y milagrosas de Dios; pero no quiere esto decir que los milagros se produzcan en serie durante cuarenta años.
En general, las narraciones sobre la estancia de los israelitas en el país de los faraones encuentran su confirmación en los documentos extrabíblicos. En el papiro Anastasi VI, de fines del siglo XIII a.C. (época del Éxodo), se menciona a unos beduinos de Edom que bajaron al Delta en tiempo de escasez para conservar su vida, a los que se les permitió establecerse con sus rebaños en el Wady Tumilat, justamente en la zona de la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas16. Era normal que los asiáticos, en épocas de hambre, bajaran al país del Nilo, donde siempre había víveres con que aprovisionarse. También la afirmación bíblica de que los israelitas, llamados hebreos por los egipcios17, fueron empleados en la construcción de la ciudad de Ramsés18, concuerda con un texto de la época de Ramsés II (s.XIII a.C.), en el que se habla de los pr (sinónimo de extranjeros), que arrastraban piedras para la construcción de la gran fortaleza de la ciudad de Ramsés, el amado de Amón.19 En efecto, Ramsés II emprendió la construcción de graneros en Pitom, y de una ciudad con su nombre. Esto prueba que el faraón opresor fue Ramsés II (1300-1229 a.C.). La historia de las plagas encuentra su marco propio en Egipto, ya que la inundación de ranas, mosquitos, granizos y langostas son fenómenos que periódicamente se repiten en el país del Nilo20. Lo excepcional es el modo como son producidos estos fenómenos a voluntad de Moisés, y en eso hay que ver la intervención milagrosa divina. Lo mismo hay que decir del fenómeno del maná y de las codornices. El arca de la alianza encuentra su paralelo en las arcas que procesionalmente llevaban en Egipto los sacerdotes. El legislador hebreo pudo inspirarse en ellas para diseñar la que iba a ser símbolo de la presencia de Dios en su pueblo.
Aunque la Biblia no da nombres de los faraones opresores, sin embargo, hoy día la generalidad de los exegetas y egiptólogos suponen que el Éxodo tuvo lugar en el siglo XIII bajo la dinastía XIX21. El mismo itinerario hacia el Sinaí es verosímil, ya que, aparte de la finalidad de aislar a Israel en el desierto para crear una nueva conciencia nacional y religiosa, el camino recto hacia Canaán por la costa mediterránea estaba erizado de fortalezas militares egipcias para hacer frente a las invasiones asiáticas (particularmente hititas, que presionaban hacia el sur), lo que hubiera hecho imposible que los hebreos pudieran salir hacia Canaán. Por otra parte, Moisés conocía las estepas del Sinaí por haber vivido en ellas, y es muy natural que se comprometiera a llevar al pueblo por caminos fuera del control militar egipcio22.

Doctrina Religiosa del Éxodo.
a) La importancia doctrinal de este libro es manifiesta, ya que en él se narra la alianza del Sinaí, la vinculación de Israel como pueblo a Yahvé, el Dios de los patriarcas, que viene a realizar las antiguas promesas y a manifestarse familiarmente al pueblo que iba a ser su heredad, como primogénito suyo entre los pueblos23. En la época patriarcal se había revelado como El-Elyón (Altísimo?), como El Saday (Omnipotente?), y ahora se manifiesta como Yahvé (El que es)24. La misteriosa significación de este nombre y su indeterminación era lo más apropiado para despertar un respeto reverencial hacia aquel Ser rodeado de misterio que por toda definición se presenta como El que es, sin querer definirse concretamente para que no le sensibilizaran al modo de los dioses de los otros pueblos. Ante todo, en este nombre debemos ver la idea de misterio y trascendencia de la divinidad.25
b) Este Dios de los israelitas se muestra celoso, de forma que no tolera que sus adoradores asocien a su culto a los ídolos de los otros pueblos26. Su espiritualidad queda patente en la prohibición radical de representarle bajo alguna imagen sensible27. Y es un Dios que tiene dominio sobre los otros pueblos, no es un Dios local, como los de las gentes que tienen influencia sólo en su territorio. Yahvé tiene poder sobre el faraón y castiga implacablemente a Egipto con terribles plagas. Como Señor del universo, conduce a Israel por el desierto y lo llevará a la tierra de Canaán, expulsando a los habitantes de esta región28. De Yahvé es toda la tierra.29; por tanto, la noción de la divinidad en el Éxodo es claramente monoteística y no henoteística o monolátrica, como muchos autores sugieren. Yahvé es el Creador que hizo todas las cosas en seis días30.
c) Este Dios omnipotente y Señor de toda la tierra es providente, extremando su cuidado sobre el pueblo elegido. Los milagros de la liberación y los portentos del desierto son una prueba de esta providencia divina sobre Israel.
d) A este Ser superior se le concibe como un Dios personal, que actúa en la historia, especialmente manifestándose familiarmente al pueblo elegido. Así, los antropomorfismos no son raros: las tablas de la Ley están escritas por el dedo de Dios31, Yahvé se manifiesta en la montaña sagrada en medio de fenómenos cósmicos32, se encoleriza contra su pueblo33 y contra el mismo Moisés34.
e) A pesar de estas expresiones antropomórficas, adaptadas a la mentalidad de un pueblo rudo, y en fuerza de la pobreza de la lengua hebrea para expresar ideas abstractas, se salva la altísima idea espiritualista de la divinidad, como aparece en la prohibición de representarla bajo imágenes sensibles. Cuando se comunica al pueblo, se oye su voz, pero no se le ve 35, y a Moisés le dice que no puede ver su cara36. Yahvé es ante todo el santo, el inaccesible, el trascendente. La santidad es como una atmósfera aislante que supone separación de lo profano y es algo misterioso, numénico, que infunde terror37.
f) Esta cualidad de Dios exige que todo el que se acerque sea santo y se purifique: descálzate, porque el lugar que pisas santo es.38 Por eso el Pueblo de Israel, que ha de ser porción elegida de El, debe ser santo.39 Moisés debe santificar al pueblo para prepararse a recibir a Yahvé40. Sobre todo, los sacerdotes deben santificarse al andar por el tabernáculo, porque se acercan a Dios, que es temible41.
g) Este Dios omnipotente, celoso y santo en sus relaciones con los hombres, y sobre todo con Israel, se guía por las exigencias de sus atributos de justicia y misericordia. No ejerce una omnipotencia ciega e incontrolada, sino que todo en El es sabiduría y equidad. Su carácter moral se manifiesta en la alianza del Sinaí. Promete su protección a los israelitas si cumplen sus mandamientos, y el castigo si se apartan de sus caminos42. En el Decálogo y código de la alianza se prescriben mandatos para proteger los derechos del prójimo, particularmente de los débiles. La vida humana tiene un carácter sagrado, y el respeto de Dios implica el respeto de los derechos del prójimo43. Este carácter moral de Dios aparece ya en la época patriarcal, aun en los primeros relatos del Génesis: castigo de los primeros padres, el diluvio y castigo sobre Sodoma y Gomorra. Este Dios justiciero, que castiga en los hijos los pecados de los padres44, es misericordioso y clemente45.
h) En virtud de la alianza del Sinaí, Israel queda adoptado como pueblo primogénito de Yahvé46, es propiedad de Dios y reino sacerdotal,47, en cuanto que como pueblo se acerca a Dios como los sacerdotes en el santuario. Esto supone una serie de obligaciones por parte de los israelitas48.
i) El símbolo de la presencia sensible de Yahvé era el tabernáculo de la reunión, en el que estaba el arca de la alianza con las cláusulas del solemne pacto: las tablas de la Ley. En torno a este santuario se organizó un sacerdocio a base de la tribu de Leví. El arca de la alianza constituía como el palladium de Israel, que les acompañaba en los combates. Para guardar esta preciosa reliquia, Salomón construirá un templo magnificente, símbolo de la gloria de Dios, y también del esplendor del pueblo elegido bajo su tutela.


1 Gén. 15:13-14; 26:2-5; 28:13-15; 35:11-12; 46:3-4. 2 Así leemos un doble relato sobre la vocación de Moisés (Ex. 3:2-20 y 6:2-13); repetición de leyes: sobre la Pascua (12:14-18; 13:30-10); tres fiestas anuales (23:14-17 y 34:23); fiesta de las primicias y de la cosecha (23:16 y 34:22); prohibición de ofrecer el pan fermentado (23:18 y 34:25); prohibición de cocer un cabrito en la leche de su madre (23:10 y 34:26). A estas ordenaciones duplicadas se unen algunas discrepancias: el suegro de Moisés es llamado Raguel en 2:18, y Jetro en 3:1; según 7:14s es Aarón el intérprete de Moisés ante el faraón, mientras que, según 7s, es el propio Moisés (en las plagas). Según 20:21-23, Moisés está en la montaña, mientras que, según 24:1, es invitado a subir a la montaña. Las prescripciones de 20:24-26 sobre la construcción del altar no concuerdan con la ordenación de la construcción del altar de los holocaustos (27:1-8). Algunos capítulos están trastocados. Así, 18:20 supone la promulgación de la Ley, que no se da hasta el c.20. 3 Se consideran del elohista propios: 3:9-15 (vocación de Moisés), 17:8-15 (victoria sobre los amalecitas), y del sacerdotal: 1:1-5; 6:14-25; 7:7; 12:37; 19:1; del elohista: 20:2-17; 20:22-23:19; sacerdotal: 12; 25-29; 30; 35-40. 4 Cf. 21:3-11; 18-22; 26-37; 22:1-16. 5 Cf. 20:24; 26; 22:20; 27-29; 23:1-3; 6-9; 10-12; 14-19. 6 Así 20:25; 21:2; 22:22; 24-26; 23:4; 5. La distinción es de Alt., Die Ursprung des israelitischen Rechts (Leipzig 1934). 7 21:1-22:20. 8 20:22-26; 22:28-31; 23:10-19. 9 22:21-27; 23:19. 10 M. J. Lagrange, La méthode historique sortout à propos de I'Ancien Testament (París 1903) 168. 11 H. Cazelles, Études sur le Code de l'Aliance (París 1946). 12 Es el Decálogo ritual de Ex. 34. 13 Ex. 21:1-22:1-16; 23:4-5. 14 Ex. 20:23-26; 22:27-30; 21:15-16; 22,17-19; 22,20-25; 23,1-9. 15 Véase H. Cazelles, Loi israelite: DBS V 514. 16 Véase el texto en Pritchard, Ancient Near Eastern texts (Princeton 1950) 259. 17 Cf. Ex. 2:7; 1:19; 9:13. 18 Ex. 1:11. 19 Ì. Íïth, Histoire d'Israel (París 1954) 124-125. 20 B. Courayer, L'Exode (Bible de Jérusalem) 48. 21 Véase E. Drioton, La date de l'Exode, en Rev d'hist. et de phil. rel. (1955) n.1 p.44. 22 Cf. H. Cazelles, Les localisations de l'Exode et la critique littéraire: RB 1955, 340; 363-366. Para una amplia discusión sobre la fecha del Éxodo, véase el comentario. 23 Ex. 4:22. 24 Véase com. a Ex. 3:15. 25 A. Clamer, Exode (La Sainte Bible) (París 1956) 40. 26 Ex. 20:3; 34:14 27 Ex. 20:4-5; 34:14.. 28 Ex. 23:27-33. 29 Ex. 9:29; 19:5 30 Ex. 20:11; 31:17. 31 31:18; 32:16.. 32 33:23 33 32:11-14. 34 4:14. 35 Ex. 16:7; 10; 24:15; 16; 29:43; 40:34-35. 36 33:18-23. 37 Ex. 3:6; 33:22 38 Ex. 3:5. 39 Ex. 19:6. 40 Ex. 19:10-22. 41 19:10-22. 42 Ex. 20:2-17; 23:20-23. 43 A. Clamer, o.c., 44. 44 Ex. 20:5; 34:7. 45 Ex. 20:6; 34:6-7. 46 Ex. 4:22. 47 Ex. 19:6. 48 Ex. 23:20-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Patrocinio

Notas

Exodo  16,1-36

16. Las Codornices y el Mana.
E n este relato encontramos ciertas pequeñas anomalías redaccionales, algunos versículos parecen trastrocados1.

1Partieron de Elim, y toda la congregación de los hijos de Israel llegó al desierto de Sin, que está entre Elim y el Sinaí, el día quince del segundo mes después de su salida de Egipto. 2Toda la asamblea de los hijos de Israel se puso a murmurar contra Moisés y Aarón. 3Los hijos de Israel decían: ¿Por qué no hemos muerto de mano de Yahvé en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y nos hartábamos de pan? Nos habéis traído al desierto para matar de hambre a toda esta muchedumbre. 4Yahvé dijo a Moisés: Voy a haceros llover comida de lo alto de los cielos. El pueblo saldrá a recoger cada día la porción necesaria para ponerle yo a prueba, viendo si marcha o no según la ley. 5El día sexto preparen para llevar el doble de lo que recogen cada día. 6Moisés y Aarón dijeron a todos los hijos de Israel: Esta tarde sabréis que es Yahvé quien os ha sacado de Egipto, 7y a la mañana veréis la gloria de Yahvé, pues ha oído vuestras murmuraciones, que van contra Yahvé; porque nosotros, ¿qué somos para que murmuréis contra nosotros? 8Moisés dijo: Esta tarde os dará a comer Yahvé carnes, y mañana pan a saciedad, pues ha oído vuestras murmuraciones contra él; pues ¿nosotros qué? No van contra nosotros vuestras murmuraciones, sino contra Yahvé 9Moisés dijo a Aarón: Di a toda la congregación de Israel que se acerque a Yahvé, pues ha oído Yahvé todas sus murmuraciones. 10Mientras hablaba Aarón a toda la asamblea de los hijos de Israel, volviéronse éstos de cara al desierto, y apareció la gloria de Yahvá en la nube. 11Yahvé dijo a Moisés: 12He oído las murmuraciones délos hijos de Israel. Diles: Entre dos luces comeréis carne, y mañana os hartaréis de pan, y sabréis que yo soy Yahvé vuestro Dios. 13A la tarde vieron subir codornices que cubrieron el campo, y a la mañana había en todo él una capa de rocío.14Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, como escarcha sobre la tierra. 15Los hijos de Israel, al verla, se preguntaban unos a otros: Manhu? (¿qué es esto?); pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: Ese es el pan que os da Yahvé para alimento. 16Esto es lo que Yahvé ha ordenado: Recoged cada uno de vosotros según precise para alimentarse, un ómer por cabeza, según el número de personas; cada uno recogerá para cuantos tenga en su tienda. 17Los hijos de Israel no obedecieron, y recogieron unos más y otros menos.18Pero, al medir luego con el ómer, hallaron que el que había recogido de más, no tenía nada de más, y el que había recogido de menos, no tenía nada de menos, sino que tenía cada uno lo que para su alimento necesitaba. 19Moisés dijo: Que nadie deje nada para mañana. 20No obedecieron a Moisés, y muchos dejaron algo para el día siguiente; pero se llenó de gusanos y se pudrió. Irritóse Moisés contra ellos. 21Todas las mañanas recogían el maná, cada cual según su consumo, y cuando el sol dejaba sentir sus ardores, el resto se derretía. 22El día sexto recogieron doble cantidad de alimento, dos ómer por cabeza. Los principales del pueblo vinieron a decírselo a Moisés, 23que contestó: Eso es lo que ha mandado Yahvé. Mañana es sábado, día de descanso, consagrado a Yahvé. Coced lo que hayáis de cocer y hervid lo que hayáis de hervir, y lo que sobre guardadlo para mañana. 24Guardáronlo para el día siguiente, y no se pudrió ni se agusanó. 25Moisés dijo: Comed eso hoy, que es sábado, y hoy no lo habrá en el campo. 26Recogeréis seis días; el séptimo, sábado, no lo hallaréis. 27Al séptimo día salieron algunos del pueblo a recoger, pero no había. 28Y Yahvé dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo rehusaréis guardar mis mandatos y mis leyes? 29Mirad que Yahvé os ha dado el sábado, y por eso el día sexto os da para los dos días. Que se quede cada uno en su puesto y no salga de él el día séptimo. 30El pueblo descansó el día séptimo, 31Los israelitas dieron a este alimento el nombre de maná. Era parecido a la semilla del cilantro, blanco, y tenía un sabor como de torta de harina de trigo amasada con miel. 32Moisés dijo: Yahvé ha ordenado que se llene un ómer de maná para conservarlo, y que puedan ver vuestros descendientes el pan con que os alimentó en el desierto cuando os sacó de la tierra de Egipto. 33Dijo, pues, Moisés a Aarón: Toma una vasija, pon en ella un ómer de maná lleno y deposítalo ante Yahvé, que se conserve para vuestros descendientes. 34Aarón lo depositó ante el testimonio para que se conservase, como se lo había mandado Yahvé a Moisés. 35Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canaán. 36El ómer es la décima parte del efá.

Partidos los israelitas de Elim, luego se internaron en el desierto del sur, donde les vinieron a la memoria las carnes que comían en Egipto, y comenzaron a murmurar de Moisés. En su itinerario debieron de internarse hacia el oriente para bordear un áspero promontorio, llamado hoy Ras Hamman Firhaun (promontorio de las fuentes termales del faraón). Hubieron de internarse por el wadi Shellal (valle de las cascadas), caminando entre peñascos imponentes, acampando en el desierto de Sin (v.1), en la zona del wady Budra. Los valles eran cada vez más angostos; los montes, más sombríos, y aquel grandioso paisaje montañoso, con sus gargantas estrechas, por las que tenían que pasar apretados, se hacía cada vez más extraño a los israelitas, acostumbrados a las llanuras del Bajo Egipto. Esta marcha fue en extremo penosa; la alimentación era escasa, y las preocupaciones por el descanso y por sus mujeres y niños, indecibles. Entonces se acordaron de Egipto... Esto explica las murmuraciones del pueblo a pesar de los prodigios.2 Esta actitud de los israelitas, que se reitera con frecuencia en la estancia del desierto3, no le honra mucho, pero es un signo de sinceridad del hagiógrafo, que no disimula la falta de constancia y de fe en Israel a pesar de haber sido testigos de tantos prodigios. Sin embargo, los profetas consideran esta etapa de la vida nacional en el desierto como la era ideal histórica, pues las relaciones entre Yahvé y el pueblo elegido eran más íntimas. Es el tiempo de los desposorios entre Dios e Israel4. Para ellos era preferible la vida aislada en el desierto, con sus costumbres sencillas y patriarcales, que la vida social de las poblaciones sedentarias de Canaán, donde prevalecían las influencias idolátricas del ambiente.
Dios se apiadó de su pueblo y prometió proveer milagrosamente a sus necesidades (v. 11-12). Moisés y Aarón anuncian al pueblo de modo misterioso el portento para excitar la curiosidad (v.6-7).
En efecto, al atardecer, el pueblo vio una bandada de codornices que se posaron cerca del campamento de los hebreos. En la primavera, estos volátiles atraviesan en bandadas la península sinaítiaca en busca de zonas más cálidas. De nuevo podemos decir que nos hallamos ante un portento de índole natural, pero preternatural en sus manifestaciones y circunstancias, ya que llegan las codornices cuando Moisés lo anunció, y en cantidad suficiente para saciar el hambre de la muchedumbre israelita. El hecho quedó registrado también en las tradiciones épicas populares:

Hizo (Yahvé) soplar en el cielo el viento solano,
y con su poder hizo soplar el austro,
y caer como polvo sobre ellos la carne,
como arenas del mar aves aladas.
Y comieron y se hartaron del todo,
y así les dio lo que ansiaban.
5

Otro prodigio más sonado en la historia bíblica es el del mana. A la mañana siguiente del hartazgo de codornices, los hebreos se encontraron con un extraño fenómeno: había en todo (el campo) una capa de rocío. Cuando el rocío se evaporó, vieron sobre la superficie del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. La reacción del pueblo ante este fenómeno extraño les hizo exclamar llenos de admiración: ¿Qué es esto? (Manhu). Y fue Moisés el que les explicó que aquello era comestible: Este es el pan que os da Yahvé para alimento (v. 14-15). El autor sagrado explica, pues, el nombre misterioso del mana por la interrogación de manhu. Es una explicación popular como otras de la Biblia. En Num_11:9 se vuelve a hablar del mana, y se lo compara a la semilla del cilantro, y su color al del bedelio. He aquí el texto: El maná era semejante a la semilla del cilantro, y su aspecto era como el aspecto del bedelio. El pueblo se esparcía para recogerlo, lo machacaba con la muela o lo majaba en el mortero, y lo cocía en el puchero, y hacía tortas; su sabor era el sabor de una torta de aceite. Guando descendía por la noche el rocío sobre el campamento, descendía con él el maná. El salmista se hace eco de esta nueva maravilla:

Dio orden a las nubes, abrió las puertas del cielo,
y llovió sobre ellos el maná, para que comieran,
dándoles un trigo de los cielos. Comió el hombre pan de nobles,
y les dio comida hasta saciarlos.
6

La Vulgata traduce pan de ángeles en vez de pan de nobles, sin duda inspirándose en el libro de la Sabiduría, donde se hace un largo comentario haggadico sobre el maná, alimento de ángeles... que, teniendo en sí todo sabor, se amoldaba a todos los gustos.7 Nehemías, en su plegaria, dice que Dios proveyó a Israel de pan del cielo.8 La liturgia cristiana verá en el maná un tipo del pan verdadero, bajado del cielo y que da vida al mundo.9 En Deu_8:3 dice Moisés al pueblo que Dios le alimentó con el maná para que aprendiera que no sólo vive el hombre del pan, que se procura con su trabajo, sino de cuanto procede de la boca omnipotente de Dios. En Jos_5:12 se dice que, cuando los hebreos pasaron el Jordán y comenzaron a comer del fruto de la tierra, cesó el maná. No hemos de creer que los hebreos se alimentaron sólo de este pan milagroso. Ellos habían salido de Egipto con sus ganados, que no se dice hayan perecido en el desierto. Las tribus de Rubén, Gad y Manasés ruegan a Moisés que les permita instalarse en Trans-jordania, alegando que tienen muchos ganados y que la tierra es de pastos abundantes y muy apropiada para lo que necesitan10. Es de suponer que los de las otras tribus pudieron decir algo semejante, pues en las estepas del Sinaí pueden vivir rebaños en cierta cantidad, ya que no son precisamente arenales puros, sino que hay una vegetación rudimentaria, pero apropiada para ciertas clases de ganado menor, como aún se ve hoy día por aquellas latitudes. Por tanto, la frase del v.35: Comieron los hijos de Israel el maná durante cuarenta años, hasta que llegaron a la tierra habitada. Lo comieron hasta llegar a los confines de la tierra de Canaán, ha de tomarse en un sentido muy general, pues no quiere decir esto que sólo vivieran milagrosamente del maná. Dios no suele hacer milagros en serie y sin especial necesidad, pues el milagro es, por definición, una suspensión del orden natural establecido por la providencia ordinaria de Dios. Así, pues, la provisión milagrosa del maná hay que entenderla en algunas circunstancias extremas durante los cuarenta años de peregrinación por el desierto. En el Lev_7:15-20 se habla de los sacrificios pacíficos que debían realizar los israelitas, y en ellos los oferentes comían parte de la víctima. Los críticos han querido ver una explicación natural del fenómeno narrado en la Biblia en el hecho de que existe en la península del Sinaí un arbusto llamado Tammarix mannifera, del cual los moradores actuales del desierto extraen una especie de goma comestible. Los beduinos de aquellas localidades lo llaman tarfa. He aquí cómo lo describe un autor: La tamarix es alta, llega hasta seis metros; de sus ramillas más tiernas, turgentes de humor, en los meses de mayo a agosto (época de llegada de los hebreos al interior del Sinaí) destilan durante la noche por la perforación, al parecer, que produce un insecto, la Gossyparia mannipara gotitas que se consolidan al aire libre, y que en parte caen a tierra. Estos granillos tienen el volumen de una semilla de coriandro, de color blanco opalino, y de la consistencia de cera virgen; su sabor recuerda la miel; con el calor del sol se derriten sobre el suelo, que los absorbe. Los árabes actuales recogen los granitos al clarear la mañana, y, amasados, después de haberles quitado someramente las hojas y la tierra, consumen una parte con pan, y otra la venden para la exportación. La producción total de este maná en toda la península sinaítica es bastante escasa; se acerca anualmente a los 300 kilogramos. Es evidente que semejante producto no resiste a la cocción; su poder nutritivo es bastante limitado, por carencia de sustancias azoadas, mientras que, por el contrario, puede conservarse indefinidamente. La afinidad entre el fenómeno que describe la Biblia y el maná botánico fue señalada ya en la antigüedad11. Pero, sin duda, la Biblia no presenta su fenómeno como cosa ordinaria y normal: en este aspecto podrá parangonarse a las diez plagas de Egipto. Lo mismo sucede con las codornices, que en su migración primaveral (era la estación entonces) atraviesan la península del Sinaí en grandes bandadas, vuelan muy bajas y, una vez atravesado el mar, se posan muy cansadas.12 Desde luego que el mana no debía de ser tan agradable y sabroso como insinúa el entusiasta autor del libro de la Sabiduría, pues los hebreos pronto se cansaron de él: estamos ya cansados de un tan ligero manjar como éste.13
Moisés no quería que los hebreos tomaran más que la cantidad necesaria para cada día: un ómer, es decir, unos tres kilos y medio. En el sábado estaba prohibido recoger maná, y por ello el viernes (sexto día) debe recogerse doble ración. Encontramos aquí como supuesta ya la institución del sábado (v.29), sobre cuyo origen hablaremos después al estudiar la legislación mosaica.
Los v.35-36 tienen carácter de glosa redaccional posterior, como el v.31. En los v.32-34 se menciona la orden de conservar parte del maná como recuerdo para los deescendientes. Así Moisés manda colocar un ómer de maná ante Yahvé, es decir, ante el arca de la alianza. Lo que supone ya la construcción del tabernáculo. Vemos, pues, cómo en el relato hay incrustaciones redaccionales posteriores14.

2 Cf. I. Schuster-j. M. B. Holzammer, Historia Bíblica I (Barcelona 1944) 248. 3 Cf. Exo_32:1; Exo_32:25; Núm c.16 y c.25. 4 Cf. Jer_2:2; Ose_2:16; Ose_11:1. 5 Sal_78:26-29. 6 Sal_78:235. 7 Sab 16:2os. 8 Neh.9; 15 9 Jua_6:31; Jua_6:58· 10 Núm 31:1s. 11 Cf. fl. Jos., Ant. III 1,6; San Ambrosio, Epist. 64:1: PL 16,1271. 12 Cf. fl. Jos., Ant. III 1,5; Herod., II 77. Véase G. Ricciotti, o.c., I p.2p8. 13 Cf. Núm_21:5. El nombre de mana, como hemos visto, la Biblia lo explica por la exclamación Man-hu (¿qué es esto?). La partícula man sería aramea; en hebreo mah. Algún autor ha querido ver en la palabra el egipcio mennu. Los árabes llaman al fruto del tamarisco mann, pero puede depender este nombre de la tradición bíblica. 14 En 1Re_8:9 no se menciona el vaso de maná, sino sólo las tablas de piedra, como existentes en el templo de Salomón.