Jueces 18 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 31 versitos |
1 En aquellos días, la tribu de Dan andaba buscando dónde establecerse, pues no le había tocado hasta entonces heredad en medio de las otras tribus de Israel.
2 Mandaron, pues, los hijos de Dan de entre los suyos a cinco exploradores, hombres fuertes; los mandaron de Sora y de Estaol para que recorriesen la tierra y la explorasen, diciéndoles: “Id a reconocer la tierra.” Llegaron los cinco hombres, por los montes de Efraím, hasta la casa de Mica, y pasaron allí la noche."
3 Estando cerca de la casa de Mica, conocieron por la voz al joven levita, y, acercándose a él, le preguntaron: “¿Quién te ha traído a ti aquí? ¿Qué haces aquí y qué tienes aquí?”
4 El les contestó: “Mica ha hecho por mí esto y lo otro, y me he ajustado con él y le sirvo de sacerdote.”
5 Ellos le dijeron: “Entonces consulta a Dios para que sepamos si prosperará el viaje que hemos emprendido.”
6 Y les dijo el sacerdote: “Id tranquilos; está ante Yahvé el camino que seguís.”
7 Reemprendieron su camino los cinco hombres y llegaron a Lais. Vieron que la gente de ella vivía en seguridad, a modo de los sidonios, pacífica y tranquilamente, sin que nadie dañase a nadie, y que eran ricos y estaban alejados de los sidonios y no tenían relación con la Siria.
8 Volviéronse, pues, a sus hermanos, a Sora y Estaol, que les preguntaron: “¿Qué traéis?” Ellos contestaron:
9 “Hemos ido y recorrido el país hasta Lais y hemos visto un pueblo que mora tranquilo según las costumbres de los sidonios, alejado de éstos y sin comunicación con la Siria. Subamos luego contra ellos. Hemos visto la tierra y es muy buena. ¿Os estáis quietos? No dilatéis la ida, para apoderarnos de esa tierra.
10 Daréis con un pueblo que vive seguro. La tierra es amplia, y Dios la ha puesto en vuestras manos. Es una tierra que produce de todo.”
11 Salieron, pues, de Sora y Estaol seiscientos hombres de las familias de Dan, armados en guerra,
12 y subiendo, acamparon en Quiriat-Jearim, de Judá, por lo cual se llamó hasta hoy este lugar Majane Dan, al occidente de Quiriat-Jearim.
13 Pasaron de allí a los montes de Efraím y llegaron hasta la casa de Mica.
14 Los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: “¿Sabéis que en esta casa hay un efod, y “terafim,” y una imagen tallada y chapeada? Ved vosotros lo que se ha de hacer.”
15 Pasaron adelante; y entrando en la casa del joven levita, la casa de Mica, le preguntaron por su salud."
16 Los seiscientos hombres de los hijos de Dan, armados en guerra, se quedaron a la entrada de la puerta.
17 Subieron los cinco exploradores y entraron para apoderarse del efod, de los terafim,” y de la imagen chapeada, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados en guerra.
18 Después que entraron en la casa de Mica, se apoderaron del efod, de los “terafim,” y de la imagen tallada y chapeada, les dijo el sacerdote: “¿Qué hacéis?”
19 Ellos le dijeron: “Cállate; ponte la mano en la boca; vente con nosotros y serás nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿Qué te es mejor, ser sacerdote de la casa de un solo hombre o serlo de una tribu y de una familia de Israel”?"
20 Alégresele al sacerdote el corazón, y, tomando el efod, los “terafim,” y la imagen tallada, se fue con aquella gente.
21 Pusiéronse en marcha de nuevo, llevando por delante a los niños, a los animales y las cosas de precio;"
22 y estaban ya lejos de la casa de Mica, cuando éste y los hombres que habitaban las casas vecinas de la de Mica se reunieron para salir en persecución de los hijos de Dan.
23 Gritaron a los hijos de Dan; y éstos, volviendo la cara, dijeron a Mica: “¿Qué te ocurre, para que nos vengas dando voces?”
24 El contestó: “Mi dios, el que yo he hecho, me lo habéis quitado junto con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué me queda entonces? ¿Y todavía me preguntáis qué me ocurre?”
25 Dijéronle los hijos de Dan: “No nos hagas oír más tu voz si no quieres que hombres irritados se arrojen sobre vosotros y pierdas tu vida y la de los de tu casa.”
26 Prosiguieron los hijos de Dan su camino; y Mica, viendo que eran más fuertes que él, se volvió y tornó a su casa."
27 Lleváronse, pues, lo que había hecho Mica y el sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, contra el pueblo tranquilo y confiado, y los pasaron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad.
28 No hubo quien la librara, por lo lejos que estaba Sidón y por no tener relación con la Siria. Estaba en el valle que se extiende hacia Bet Rejobot. Los hijos de Dan reedificaron la ciudad y habitaron en ella,
29 y la llamaron Dan, del nombre de su padre, hijo de Israel, pues antes se llamaba Lais.
30 Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada de Mica; Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la emigración de Dan."
31 Permaneció entre ellos la imagen tallada de Mica, que él se había hecho, todo el tiempo que estuvo en Silo la casa de Dios.

Patrocinio

 
 

Introducción a Jueces

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Jueces.
Introducción.

Título del Libro.
El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: Libro de los jueces. Pero el calificativo de jueces no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por lider, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza), que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel1.

Lugar en el canon.
En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice.

Texto.
Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2. Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografías y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3, se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminología propia4. Luciano utilizó esta revisión con elementos propios, que difieren del texto masorético y que provienen de otro original griego. La recensión de Luciano se encuentra en Ka, en muchos minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio trató de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según Pretzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Luciano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición de algunas glosas aclaratorias.

Argumento y División.
El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a partir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2:11-19; 10:6-16. El carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores.
En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1:1; 2:5) Y religiosa (2:6; 3:6); 2) cuerpo del libro (3:7; 16:31); 3) dos apéndices (17:1; 21:25).

Marco Histórico y Cronología.
El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quera del período de los jueces.
Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre, David, en c.973, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde c.1010 hasta C.970. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13:21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como fecha de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces.
Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y ^queológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205).
No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos narrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período, que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los períodos de opresión y de paz (Jue 10:7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel.

Los pueblos enemigos.
Durante el lapso comprendido entre 1220-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior para defender sus fronteras, amenazadas por los pueblos del mar, como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I (1 112-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, reduciendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward; pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territorios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabi-tas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente.

Cananeos.
Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Asnera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad y fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del mismo son los sacrificios humanos (Jer 7:31; Ez 15:21; 1 Re 16:34) y la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía en los altos (bamoth), donde se levantaban las masseboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y femenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con él en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5.

Filisteos.
De la avalancha de los pueblos del mar formaban parte los filisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2:23; Jer 47:4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo XII a. Q, Ramsés III resistió en Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama la Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18:30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central6.

Características literarias del libro de los Jueces.
Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1:1; 2:5) y cultual (2:6; 3:6; 6:8-10; 10:10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138-139) Y Delorme, son las siguientes:
Prevaricación. (A): Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé (2:11; 3:7; 12; 4:1; 6:1; 13:1). (B): Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales (2:11), baales y aseras (3:7), a Baal y Astarté (2:13; 10:7). Castigo (C): Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel (2:14-20; 3:8; 107). (D): (Yahvé) los entregó en manos de salteadores (2:14); Se Cusan Risataím (3:8), en manos de Jabín (4:2), a Madián'(6:1), en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón (10:7); o también, Yahvé hizo fuerte a Eglón (3:12). (E) Por consiguiente, los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años (3:8), a Eglón dieciocho años (3:14), a Jabín veinte años (4:3) a Madián siete años (6:1), a los filisteos y amonitas dieciocho años (10:8).
Arrepentimiento. (F): Clamaron a Yahvé los hijos de Israel (3:9; 15; 4:3; 6:6; 10:10).
Liberación. (G): Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador (3:9-15). H Quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel (3:30; 4:23; 8:28). (I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) juzgaron a Israel diez años (3:10; 10:2.3; 12:7; 9:11; 14; 15:20; 16:31). (J): Estuvo en paz la tierra durante diez años (3:11, 30; 5:32; 8:28).
En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquéllas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa,

Composición del libro.
El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel o a un autor contemporáneo de David (Schulz). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la primera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios profetices, levíticos y profetices. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del Norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Exequias. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteroca-nónico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los Jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis.
En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene el beneficio del carisma de la inspiración.

Enseñanza religiosa.
De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9. Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que su Dios les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva.
A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde.

1 De Vaux, Israel: Dictionnaire de la Bible, Suppl. col.739; O. Grether, Die Bezeich-nung Richten für die charismatischer Helden der Vorstaatlichen Zeit: Zeitsch. f. Altt. Wis-senschaft, 57 (1939) 110-121.
2 C. F. Burney, The Book ofjudges (Londres 1920).
3 Septuaginta problem im Buch Richter: Â 7 (1926) 233-269; 353-383.
4 J. Schreiner, Septuagintü-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).
5 A. Âåá, Canaan e Cananei: Enciclopedia Cat. Italiana, III col.480-486; B. Maisler, Canaan and the Canaanites: Basor, 102 (1946) 7-12; G. Pavlovski, De religione Cananaeorum tempore occupationis israeliticae: Verbum Domini, 27 (1949) 143-163.193-205.
6 Véase R. A. st. Macalister, The Philistines, their History and Civilisation (Londres 1911); G. Van Rad, Das Reich Israel una die Philister: Palástinajahrbuch, 29 (1933) 30-42; O. Eis-Sfeldt, Philister und Phonizer (Leipzig 1936).
7 Die Anfange Israels (Góttingen 1922).
8 tiistoire: I. La période des Juges 404-406,
9 E. Robertson, The Period of the Judges. A Mistery Period in the History of Israel: Bul-letin of the John Rylands Library, 30 (1946) 3-36,

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

Patrocinio

Notas

Jueces 18,1-31

Los Exploradores en Casa de Mica (18:1-6).
1En aquellos días, la tribu de Dan andaba buscando dónde establecerse, pues no le había tocado hasta entonces heredad en medio de las otras tribus de Israel. 2 Mandaron, pues, los hijos de Dan de entre los suyos a cinco exploradores, hombres fuertes; los mandaron de Sora y de Estaol para que recorriesen la tierra y la explorasen, diciéndoles: Id a reconocer la tierra. Llegaron los cinco hombres, por los montes de Efraím, hasta la casa de Mica, y pasaron allí la noche. 3 Estando cerca de la casa de Mica, conocieron por la voz al joven levita, y, acercándose a él, le preguntaron: ¿Quién te ha traído a ti aquí? ¿Qué haces aquí y qué tienes aquí? 4El les contestó: Mica ha hecho por mí esto y lo otro, y me he ajustado con él y le sirvo de sacerdote. 5Ellos le dijeron: Entonces consulta a Dios para que sepamos si prosperará el viaje que hemos emprendido. 6Y les dijo el sacerdote: Id tranquilos; está ante Yahvé el camino que seguís.

Acosados los danitas por el exterior y reducidos a un espacio vital totalmente insuficiente, fueron constreñidos a emigrar. Con estos acontecimientos se tienen ya los elementos de juicio para entender la expresión ambigua (Jos_19:40-48) de que no le había tocado hasta entonces heredad en medio de las otras tribus de Israel. Cinco hombres del clan de Sora y Estaol (Jos_13:2-25; Jos_16:31) fueron escogidos y enviados a explorar la tierra en busca de un territorio donde poder colocar cierto número de danitas. En su viaje hacia el norte pasaron por los montes de Efraím y llegaron a un villorrio donde estaba la casa de Mica (Jos_17:8), y pasaron allí la noche. A la mañana siguiente, ya en trance de proseguir su viaje, reconocieron la voz del joven levita, o porque le habían tratado personalmente en su región, o porque fueron sorprendidos al oír la voz de un hombre que hablaba con el mismo acento que ellos. Entraron en conversación con él, que les informó de los buenos tratos que le daba Mica, a quien servía como sacerdote. Porque los levitas eran expertos en el arte de la consultación, le pidieron consultara a Yahvé acerca del éxito de su viaje. El levita lo hizo no se dice qué rito empleó , dándoles una respuesta ambigua, que ellos interpretaron como de buen augurio. Debe descartarse la opinión de Hummelauer, según la cual el levita consultó al diablo, de quien fue la respuesta.

Los Cinco Exploradores llegan a Lais (Jos_18:7).
7Reemprendieron su camino los cinco hombres y llegaron a Lais. Vieron que la gente de ella vivía en seguridad, a modo de los sidonios, pacífica y tranquilamente, sin que nadie dañase a nadie, y que eran ricos y estaban alejados de los sidonios y no tenían relación con la Siria.

Los cinco exploradores continuaron su viaje en dirección al norte hasta llegar a Lais (Jos_19:47), ciudad situada en las fuentes del Jordán, a cinco kilómetros de Banías (Cesárea de Filipo), en el Actual Tell-el-Qadi. Allí nace el manantial que da origen al río Jordán, Nahr-el-Leddán, que conserva el nombre que se dio más tarde a la ciudad, Dan, en memoria de su conquista por los danitas. La ciudad, situada en una llanura y con abundancia de agua, era rica, no faltando nada de cuanto produce la tierra. Sus habitantes vivían en paz y seguridad, a la manera de los sidonios, es decir, habitantes de Fenicia (Jos_3:3), tranquilos y confiados. Tal vez la ciudad fuera colonia de Sidón (v.28), pero en caso de ataque p0r sorpresa no era fácil a la metrópoli prestarle ayuda, por hallarse a una distancia de cincuenta kilómetros y por mediar entre ambas ciudades la depresión de Nahr-el-Litani. Con respecto a los Estados árameos del este, Lais no mantenía ninguna relación con ellos. Los cinco exploradores comprendieron las ventajas que ofrecía el terreno para la emigración.

Emigración de los danitas (Jos_18:8-13).
8 Volviéronse, pues, a sus hermanos, a Sora y Estaol, que les preguntaron: ¿Qué traéis? Ellos contestaron: 9 Hemos ido y recorrido el país hasta Lais y hemos visto un pueblo que mora tranquilo según las costumbres de los sidonios, alejado de éstos y sin comunicación con la Siria. Subamos luego contra ellos. Hemos visto la tierra y es muy buena. ¿Os estáis quietos? No dilatéis la ida, para apoderarnos de esa tierra. 10 Daréis con un pueblo que vive seguro. La tierra es amplia, y Dios la ha puesto en vuestras manos. Es una tierra que produce de todo. 11 Salieron, pues, de Sora y Estaol seiscientos hombres de las familias de Dan, armados en guerra, 12 y subiendo, acamparon en Quiriat-Jearim, de Judá, por lo cual se llamó hasta hoy este lugar Majane Dan, al occidente de Quiriat-Jearim. 13Pasaron de allí a los montes de Efraím y llegaron hasta la casa de Mica.

A las preguntas de sus compatriotas, a su regreso, respondieron los exploradores que el territorio era rico y fácil de conquistar. El laconismo de la respuesta, según el texto hebraico, contrasta con la larga descripción que hacen los LXX, cód. A. L., de las condiciones de vida que han observado en Lais. Según Num_1:39; Num_26:43, la tribu de Dan contaba con más de sesenta mil hombres aptos para las armas. Esto indica que no todos los danitas emigraron a Lais, sino únicamente parte del clan residente en Sora y Estaol. La primera etapa fue Quiriat-Jearim (Jos_9:17; 1Sa_6:21; 1Sa_7:1; 2Sa_6:2), a quince kilómetros al noroeste de Jerusalén, actualmente Abu-Gosch. Mahaneh-Dan significa campamento de Dan (2Sa_13:25); su emplazamiento no puede determinarse de manera exacta.

Robo en el santuario de Mica (2Sa_18:14-26).
14 Los cinco hombres que habían ido a explorar la tierra de Lais dijeron a sus hermanos: ¿Sabéis que en esta casa hay un efod, y terafim, y una imagen tallada y chapeada? Ved vosotros lo que se ha de hacer. 15Pasaron adelante; y entrando en la casa del joven levita, la casa de Mica, le preguntaron por su salud. 16 Los seiscientos hombres de los hijos de Dan, armados en guerra, se quedaron a la entrada de la puerta. 17Subieron los cinco exploradores y entraron para apoderarse del efod, de los terafim, y de la imagen chapeada, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la puerta con los seiscientos hombres armados en guerra. 18 Después que entraron en la casa de Mica, se apoderaron del efod, de los terafim, y de la imagen tallada y chapeada, les dijo el sacerdote: ¿Qué hacéis? 19 Ellos le dijeron: Cállate; ponte la mano en la boca; vente con nosotros y serás nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿Qué te es mejor, ser sacerdote de la casa de un solo hombre o serlo de una tribu y de una familia de Israel? 20Alégresele al sacerdote el corazón, y, tomando el efod, los terafim, y la imagen tallada, se fue con aquella gente. 21Pusiéronse en marcha de nuevo, llevando por delante a los niños, a los animales y las cosas de precio; 22 y estaban ya lejos de la casa de Mica, cuando éste y los hombres que habitaban las casas vecinas de la de Mica se reunieron para salir en persecución de los hijos de Dan. 23Gritaron a los hijos de Dan; y éstos, volviendo la cara, dijeron a Mica: ¿Qué te ocurre, para que nos vengas dando voces? 24 El contestó: Mi dios, el que yo he hecho, me lo habéis quitado junto con el sacerdote, y os marcháis. ¿Qué me queda entonces? ¿Y todavía me preguntáis qué me ocurre? 25Dijéronle los hijos de Dan: No nos hagas oír más tu voz si no quieres que hombres irritados se arrojen sobre vosotros y pierdas tu vida y la de los de tu casa. 26 Prosiguieron los hijos de Dan su camino; y Mica, viendo que eran más fuertes que él, se volvió y tornó a su casa.

La composición de los v.16-18 es singular. El sentido de la perícopa parece ser el siguiente: Habitaba Mica en un villorrio o caserío en el que las casas, dispuestas en forma circular, dejaban un patio en el centro, con la casa de Mica en el fondo del mismo y frente a la única puerta de entrada (v. 16-17). Los seiscientos hombres se aglomeraron en la puerta del caserío, donde saludaron y conversaron largamente con el levita (v. 15-16). Entre tanto, los cinco exploradores aprovecharon la coyuntura de hallarse el levita enzarzado en la conversación con el grueso de la tropa para deslizarse hacia el interior del patio, con ánimo de desvalijar el santuario instalado en la casa de Mica (v.17). Viendo ellos que el levita seguía en la puerta del caserío (v.17c), se filtraron en la casa de Mica, llevándose la imagen tallada (pesel), el efod y los terafim y, acaso (véase v.2), el ídolo de metal (massekah; v.18). De regreso, obligados a salir por la única puerta de acceso a la ciudad, en donde se hallaba el levita, no pudieron evitar que éste se diera cuenta del robo y les increpara, diciendo: ¿Qué hacéis? Ellos y el grueso de los danitas le impusieron silencio y le invitaron a seguirles para ser su padre espiritual (2Sa_17:10) y sacerdote. Las propuestas que le hicieron le parecieron más lucrativas que las de Mica, por lo cual cargó él mismo con los objetos sagrados y, en medio de la tropa, como personaje distinguido, comenzo a recorrer el camino.

Toma de Lais (2Sa_18:27-29).
27Lleváronse, pues, lo que había hecho Mica y el sacerdote que tenía, y marcharon contra Lais, contra el pueblo tranquilo y confiado, y los pasaron a filo de espada y prendieron fuego a la ciudad. 28 No hubo quien la librara, por lo lejos que estaba Sidón y por no tener relación con la Siria. Estaba en el valle que se extiende hacia Bet Rejobot. Los hijos de Dan reedificaron la ciudad y habitaron en ella, 29 y la llamaron Dan, del nombre de su padre, hijo de Israel, pues antes se llamaba Lais.

La ciudad fue consagrada al anatema (2Sa_1:8-25; 2Sa_4:15). En la antigüedad, la guerra era total, y sigue siéndolo después de tres milenios. Después de la primera fase de la conquista israelita, no se habla más de consagrar la población cananea, sino solamente de rechazarla o someterla a tributo 1.
El autor sagrado explica el éxito de la empresa debido al aislamiento de Lais, que se encontraba lejos de Sidón y sin ninguna relación con la Siria. Bet Rejobot (Num_13:22; 2Sa_10:8), probablemente sobre el sitio original de Banías, era el centro de un pequeño Estado arameo que se organizó durante el siglo XII a. de C. El lugar formaba parte del país de los árameos o sirios (2Sa_10:8).

Fundación de Dan y de su santuario (2Sa_18:30-31).
30Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada de Mica; Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la emigración de Dan. 31 Permaneció entre ellos la imagen tallada de Mica, que él se había hecho, todo el tiempo que estuvo en Silo la casa de Dios.

Los danitas reedificaron la ciudad, a la cual dieron el nombre de su antepasado epónimo, Dan, uno de los hijos de Jacob. La traducción literal de los v.30-31 es la siguiente: Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada (pesel). Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la cautividad de la tierra. Y se instalaron para ellos la imagen tallada que hizo Mica, por todo el tiempo que la casa de Yahvé estuvo en Silo. Estos dos versos han retenido la atención de exegetas e historiadores. Manipulados por los especialistas, los versos han sufrido mucho. Los críticos dudan de que uno y otro figurara en el texto primitivo; a veces suprimen los dos. Sin acudir a operaciones quirúrgicas tan enérgicas, algunos los amputan parcialmente. A pesar de las incertezas de la crítica literaria, los dos versos son importantes para la historia del sacerdocio israelita2. Hasta ahora el autor sagrado había callado el nombre de este levita; pero, en el trance de poner de relieve el origen ilustre del santuario, declara que se llamaba Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés (Exo_2:22; Exo_18:3; 1Cr_23:15). Pero este detalle de que un descendiente de Moisés se prestara a una desviación del yahvismo auténtico indica la anarquía religiosa existente en aquella época. Por esto mismo, para salvaguardar el honor del gran caudillo de Israel, los masoretas reemplazaron más tarde su nombre por el del impío Manases (2 Re c.21). Esta es la razón que en el texto masorético haya un nun suspendido entre la primera y segunda letra del nombre de Moisés (m(n)sh) 3.
Descendientes de Jonatán continuaron ejerciendo su sacerdocio, poco ortodoxo, en el santuario de Dan hasta que desapareció con Cautividad del reino del Norte en los años 733 ó 722. En tiempos de Jeroboam, la imagen tallada de plata fue reemplazada por un becerro de oro, lo que indujo al pecado, pues iba el pueblo hasta Dan para adorar (1Re_12:30). Los profetas Amos y Oseas levantaron su voz contra estos sacerdotes.
En estos capítulos puede verse la mano de un autor del reino de Judá, que condena el santuario de Dan. Insiste en su carácter idolátrico (1Re_18:30a; 1Re_18:31a). El mismo redactor ha impreso su pensamiento en varias partes del relato. Respeta en general la vieja tradición danita; puede ser que haya añadido él los pasajes 17:6 18:1; 17:2-4. él redactor es un ferviente y ah vista, un partidario del sacerdocio sadocita de Jerusalén 4.

1 Véase A. Fernández, El santuario de Dan. Estudio critico-exegético sobre Jud. I7-l8 Bíblica, 15 (1934) 237-264; C. Hauret, Aux origines du sacerdoce danite: Mélanges Ro-bert (París s.a.) 105-113; Murtonen, A., Some Thoughts on Judges 1755: VT 1 (1951) 223-224.
1 W. F. Albright, De ? age de la pierre a la chrétienté (París 1951) 204-205.
2 Fiauret, l.c., 105-106,
3 Fernández, l.c., 253 11.2; Hauret, l.c., 107. Hauret, l.c., 112-113.