Ezequiel  18 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 32 versitos |
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
2 ¿Qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel y decís: “Los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera”?
3 Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán en Israel.
4 Mías son las almas todas; lo mismo la del padre que la del hijo, mías son, y el alma que peca , ésa perecerá."
5 El que sea justo y haga juicio y justicia,
6 no banquetee por los montes, y no alce los ojos a los ídolos de la casa de Israel, no deshonre a la mujer de su prójimo y no se llegue a la menstruada,
7 y no oprima a nadie y devuelva al deudor su prenda, no robe y dé pan al hambriento y vestido al desnudo,
8 no dé a logro ni reciba a usura, retraiga su mano del mal y haga juicio de verdad entre hombre y hombre,
9 camine en mis mandatos y guarde mis leyes, obrando rectamente, ése es justo, vivirá, dice Yahvé.
10 Pero, si engendró un hijo violento, vertedor de sangre o que haga una de esas otras cosas,
11 y, no imitando a sus padres, coma por los montes, manche a la mujer de su prójimo,
12 oprima al pobre y al desvalido, robe, no devuelva la prenda, alce los ojos a los ídolos y haga abominaciones,
13 dé a logro y reciba a usura, ¿vivirá éste? No vivirá. Hizo todas esas abominaciones, de cierto morirá. Recaerá su sangre sobre él.
14 Pero, si éste engendró un hijo que, viendo todos los pecados de su padre, no los imita,
15 ni come por los montes, ni alza sus ojos a los ídolos de Israel, ni mancha a la mujer de su prójimo,
16 ni oprime a nadie, ni retiene la prenda, ni roba, da su pan al hambriento y viste al desnudo,
17 contiene su mano de la iniquidad, no recibe usura ni interés y cumple mis preceptos, éste no morirá por la iniquidad de su padre, vivirá.
18 Su padre, que agravió y despojó a su hermano y no obró el bien en medio de su pueblo, éste morirá por su iniquidad.
19 Y si dijereis: ¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad del padre? Pues porque el hijo hizo juicio y justicia y guardó mis mandamientos y los puso por obra, y de cierto vivirá.
20 El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado."
21 Y si el malvado se retrae de su maldad, y guarda todos mis mandamientos, y hace lo que es recto y justo, vivirá y no morirá.
22 Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá.
23 ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice el Señor, Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?
24 Pero, si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿va a vivir? Todas las justicias que hizo no le serán recordadas; por sus rebeliones con que se rebeló, por sus pecados que cometió, por ellos morirá"
25 Y si dijereis: No es recto el camino del Señor, escucha, casa de Israel. ¿Que no es derecho mi camino? ¿No son más bien los vuestros los torcidos ?
26 Si el justo se aparta de su justicia para obrar la maldad y por eso muere, muere por la iniquidad que cometió.
27 Y si el malvado se aparta de su iniquidad que cometió y hace lo que es recto y justo, hará vivir su propia alma.
28 Abrió los ojos y se apartó de los pecados cometidos, y vivirá y no morirá.
29 Y dice la casa de Israel: ¿No son derechos los caminos del Señor? ¿Que no son derechos mis caminos, casa de Israel? ¿No son más bien los vuestros los torcidos?
30 Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh casa de Israel! dice Yahvé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la causa de vuestra ruina.
31 Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que cometéis, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel?
32 Que no quiero yo la muerte del que muere. Convertios y vivid.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  18,1-32

18. La Retribución equitativa individual.
Uno de los problemas morales que plantea el A.T. es el de la responsabilidad colectiva e individual. Dada la mentalidad semítica sobre la solidaridad del clan, generalmente se admitía antes del exilio que las buenas o malas obras de los individuos debían ser participadas por la colectividad. Todos eran solidarios en el bien y en el mal de los individuos. La catástrofe del exilio hizo que el problema se estudiara más a fondo. La gran ilusión de la colectividad nacional como fin de la actividad individual, en cuanto que Israel estaba destinada a una gran misión futura en los tiempos mesiánicos, se fue desvaneciendo con los reveses políticos. Todo parecía perdido. ¿Por qué la generación contemporánea de Ezequiel pagaba por los pecados de sus antepasados? Los padres comieron las agraces, y los hijos sufren la dentera, es el proverbio irónico que corre entre los exilados. Dios no parecía justo en la distribución de sus bendiciones y castigos, y, por tanto, no merecía molestarse en ser justo. Los exilados empezaban a sentirse escépticos, y el profeta se ve obligado a aclarar la doctrina sobre la retribución. Dios es justo y dará a cada uno lo que merece. Este es el tema del presente capítulo, de gran profundidad moral. La doctrina aquí expuesta le ha merecido a Ezequiel el título de campeón del individualismo en el A.T.. Sin duda que es un gran avance doctrinal en lo referente a la retribución, supuesta la mentalidad dominante en los profetas anteriores al exilio.
Suele dividirse el capítulo en tres partes: a) el individuo es responsable de su conducta personal (v.1-20); b) el hombre será juzgado por su conducta actual, no por la pasada (v.21-29); c) invitación a la conversión (v.30-32).

Responsabilidad personal del individuo (1-20).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2¿Qué andáis repitiendo este proverbio en la tierra de Israel y decís: Los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera? 3 Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán en Israel. 4 Mías son las almas todas; lo mismo la del padre que la del hijo, mías son, y el alma que peca , ésa perecerá. 5 El que sea justo y haga juicio y justicia, 6 no banquetee por los montes, y no alce los ojos a los ídolos de la casa de Israel, no deshonre a la mujer de su prójimo y no se llegue a la menstruada, 7 y no oprima a nadie y devuelva al deudor su prenda, no robe y dé pan al hambriento y vestido al desnudo, 8 no dé a logro ni reciba a usura, retraiga su mano del mal y haga juicio de verdad entre hombre y hombre, 9 camine en mis mandatos y guarde mis leyes, obrando rectamente, ése es justo, vivirá, dice Yahvé. 10 Pero, si engendró un hijo violento, vertedor de sangre o que haga una de esas otras cosas, 11 y, no imitando a sus padres, coma por los montes, manche a la mujer de su prójimo, 12 oprima al pobre y al desvalido, robe, no devuelva la prenda, alce los ojos a los ídolos y haga abominaciones, 13 dé a logro y reciba a usura, ¿vivirá éste? No vivirá. Hizo todas esas abominaciones, de cierto morirá. Recaerá su sangre sobre él. 14 Pero, si éste engendró un hijo que, viendo todos los pecados de su padre, no los imita, 15 ni come por los montes, ni alza sus ojos a los ídolos de Israel, ni mancha a la mujer de su prójimo, 16 ni oprime a nadie, ni retiene la prenda, ni roba, da su pan al hambriento y viste al desnudo, 17 contiene su mano de la iniquidad, no recibe usura ni interés y cumple mis preceptos, éste no morirá por la iniquidad de su padre, vivirá. 18 Su padre, que agravió y despojó a su hermano y no obró el bien en medio de su pueblo, éste morirá por su iniquidad. 19 Y si dijereis: ¿Por qué no ha de pagar el hijo la iniquidad del padre? Pues porque el hijo hizo juicio y justicia y guardó mis mandamientos y los puso por obra, y de cierto vivirá. 20 El alma que pecare, ésa morirá; el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado.

Ezequiel reacciona violentamente contra la opinión de los exilados, que irónicamente hacían correr de boca en boca el proverbio los padres comieron las agraces, y los dientes de los hijos sufren la dentera. Creen que ellos no merecen los castigos que les anuncia su profeta. Son sus antepasados los que colmaron el cáliz de la cólera divina; sin embargo, ellos son los que sufrirán las terribles consecuencias. De ahí deducían que Yahvé no era justo con ellos, ya que los hacía sólo solidarios en los castigos y no en las bendiciones prometidas a su pueblo. ¿Cómo Dios había permitido la muerte trágica del piadoso rey Josías en la batalla de Megiddo en 609 contra el faraón egipcio? ¿Por qué se acumularon tantas desgracias en tan poco tiempo sobre la misma generación? ¿Es que eran peores que sus antepasados? El principio de solidaridad en lo malo les angustiaba. La doctrina tradicional no era justa.
Ezequiel quiere esclarecer el problema. En realidad, cada uno sufrirá por sus propias iniquidades, porque todos, padres e hijos, son de Yahvé: mías son las almas todas, lo mismo la del padre que la del hijo (v.4); por consiguiente, todos en principio están en plan de igualdad respecto de Dios. Sólo sus obras las diversifica, en cuanto que el pecado aleja de Dios y atrae sobre él el castigo, mientras que las buenas obras acercan a Dios y les traen las bendiciones de todo género. Es falsa la creencia de que el hijo pertenece al padre, y, por tanto, que aquél debe ser solidario de las obras de éste. En realidad, las almas o personas pertenecen sólo a Dios, quien las trata conforme a sus obras: el alma que pecare, ésa morirá (v.4b). La muerte física era el máximo castigo en una época en que no se conocía la retribución en ultratumba. Dios, pues, hará que el pecador sufra muerte prematura en castigo de sus pecados. Al contrario, el que sea recto en su conducta, practicando el juicio y la justicia, en el sentido de acomodarse a las leyes de Dios tal como se especifican a continuación, ése vivirá. Hacer la justicia y el juicio no se refiere sólo a las virtudes sociales de equidad con el prójimo, sino también equivale a ser recto o perfecto en los caminos del Señor.
Y se opone a ello la serie de pecados que a continuación se enumeran: prácticas idolátricas por los montes, acompañadas de festines conmemorativos. Es el culto en los lugares altos, tan fustigado en la literatura profética *; adulterios (v.6) 2, impurezas legales, entre las que se contaban las relaciones sexuales con mujer menstruada 3; opresiones a los débiles 4 por parte de los afortunados, los cuales muchas veces retenían en prenda cosas necesarias para la vida del deudor, lo que estaba expresamente prohibido en la Ley. Según ésta, debía devolverse el manto al deudor antes de que llegara la noche 5. Estaban también prohibidos la usura y el cohecho 6; por eso, fomentar el préstamo usurario era oponerse a las prescripciones divinas (v.8). Se permitía cobrar intereses sólo al extranjero. El programa social que Ezequiel recomienda se resume en la frase haga juicio entre hombre y hombre (v.8). El sentido de equidad debe presidir todas las acciones del hombre en sus relaciones con el prójimo. El justo debe en todo acomodarse a los mandatos de Yahvé (v.9).
Después de enumerar las diversas clases de transgresiones, el profeta especifica que sólo el que personalmente las cometa será reo de pecado. Los padres no sufrirán por los pecados de los hijos, ni viceversa (v.20).

El hombre será juzgado por su conducta actual (21-32).
21 Y si el malvado se retrae de su maldad, y guarda todos mis mandamientos, y hace lo que es recto y justo, vivirá y no morirá. 22 Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. 23 ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice el Señor, Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva? 24 Pero, si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿va a vivir? Todas las justicias que hizo no le serán recordadas; por sus rebeliones con que se rebeló, por sus pecados que cometió, por ellos morirá 25 Y si dijereis: No es recto el camino del Señor, escucha, casa de Israel. ¿Que no es derecho mi camino? ¿No son más bien los vuestros los torcidos ? 26 Si el justo se aparta de su justicia para obrar la maldad y por eso muere, muere por la iniquidad que cometió. 27 Y si el malvado se aparta de su iniquidad que cometió y hace lo que es recto y justo, hará vivir su propia alma. 28 Abrió los ojos y se apartó de los pecados cometidos, y vivirá y no morirá. 29 Y dice la casa de Israel: ¿No son derechos los caminos del Señor? ¿Que no son derechos mis caminos, casa de Israel? ¿No son más bien los vuestros los torcidos? 30 Yo, pues, os juzgaré a cada uno según sus caminos, ¡oh casa de Israel! dice Yahvé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la causa de vuestra ruina. 31 Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que cometéis, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel? 32 Que no quiero yo la muerte del que muere. Convertios y vivid.

En este fragmento se expresa de un modo bellísimo la disposición de Dios a perdonar al pecador. Sólo exige, por parte de éste, arrepentimiento y cambio de vida. En cualquier momento, pues, puede el impío entrar por el buen camino, porque Dios no tiene interés especial en perderle. Dios hace caso omiso de los pecados pasados supuesta la voluntad de cambiar de vida (v.21): todos los pecados que obró no le serán recordados. Dios no sólo es justo, sino que es también misericordioso. No puede, pues, complacerse en la muerte del impío (v.23). Aquí la muerte tiene el sentido inmediato literal de muerte física, que era considerada como el máximo castigo. No obstante, vida en la literatura sapiencial tiene el sentido de relaciones amistosas con Yahvé. El profeta no alude aquí a una muerte espiritual de ultratumba. San Pablo dirá más tarde que Dios quiere que todos se salven7, en cuanto a su vida de ultratumba; pero ésta es una nueva perspectiva neotestamentaria que no tenemos derecho a suponer en este estadio de la revelación de la época de Ezequiel. Aquí el profeta quiere resaltar ante los exilados el grado de responsabilidad de cada individuo ante Dios. Lo que interesa es la voluntad de arrepentimiento del hombre en sus relaciones actuales con Dios.
Ezequiel, en su deseo de invitar a la penitencia y a la esperanza en Yahvé, recarga las tintas, y así dice que las justicias que hizo (el justo) no le serán recordadas. (v.24). La frase no debe urgirse demasiado en el sentido de que las obras pasadas no tienen valor ante Dios, sino en el sentido relativo de que lo que interesa sobre todo son las buenas obras actuales. Por muy buenas que hayan sido las pasadas, si las presentes son malas, de nada sirven para justificarse ahora ante Dios. Hay que colocarse en la perspectiva del profeta, el cual quiere hacer ver que lo que interesa ahora es la conducta presente, no la pasada. Es tiempo de emprender el buen camino y concillarse la misericordia divina. Esta es su idea principal. La otra del valor de las acciones pasadas está subordinada conceptualmente a ésta: el pasado, quiere decir, pesa poco en comparación con el presente. Esta doctrina era extraña a los oyentes del profeta, habituados a la idea de solidaridad con el prójimo y con el pasado, y por eso Ezequiel, retóricamente, reproduce la supuesta reacción del público: no es recto el camino del Señor (v.25). Pero, en realidad, lo que es recto es la nueva doctrina de que cada uno sufra por sus pecados y de que ante todo interesa la actitud presente del pecador. En este supuesto, les invita a entrar por el camino de la sincera conversión como único medio de librarse de la ruina (v.30). Es preciso un corazón y un espíritu nuevo (v.31), una nueva disposición interna de acercamiento sincero a Dios. Es el pacto nuevo escrito en los corazones, de que habla Jeremías 8, como gran promesa mesiánica. En el nuevo orden de cosas, la responsabilidad personal será la base de las relaciones de los individuos con Dios.

1 Cf. Ez 6:1s. 2 Exo_20:14; Lev_20:10. 3 Lev_18:19; Lev_20:18. 4 Cf. Amo_2:6-7; Mal_3:5. 5 Cf. Exo_22:26; Deu_24:6; Amo_2:8. 6 Cf. Exo_22:24; Lev_25:35-37; Deu_23:20. 7 Cf. 1Ti_2:4; 2Pe_3:9. 8 Cf. Jer_31:295.