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Números.
Introducción.
El cuarto libro del Pentateuco lleva entre los hebreos el título de wayedabber (y dijo), que son las palabras con que empieza el TM1. Sin embargo, en las modernas Biblias hebraicas se le llama Benidbar (en el desierto), que es la quinta palabra hebrea del TM. Los LXX le pusieron un nombre alusivo al censo con que comienza el libro, traducido por la Vg Numeri, y así pasó a las lenguas modernas.
Contenido y División.
El título Números no da idea del contenido del libro, ya que el empadronamiento de las tribus sólo comprende algunos capítulos. Por eso es más significativo el título de las Biblias hebraicas actuales: En el desierto, ya que relata las incidencias de la azarosa marcha desde el Sinaí a Cades y después desde esta localidad (donde permanecieron los israelitas treinta y ocho años) hasta las estepas de Moab, frente a la tierra prometida. El libro es una miscelánea en la que se intercalan hechos históricos y leyes, no siendo fácil establecer una división lógica y clara. Podemos establecer una división atendiendo a los distintos escenarios geográficos: a) en el Sinaí (1:1-10:10); b) en el desierto de Cadesbarne (10:11-22:1); c) en las estepas de Moab, frente al Jordán (22:2-36:13). La duración de estas diversas etapas es muy desigual: diecinueve días en la primera, treinta y ocho años en la segunda y cinco meses para la tercera.
En la primera parte se acaba la organización del pueblo y del tabernáculo, según el plan comenzado en Éxodo. Al censo de las doce tribus, que nos da la cifra de 603.550 hombres de guerra, sigue el de los levitas destinados al servicio del santuario, 22.000 varones, contados desde un mes para arriba. El segundo empadronamiento, referido en el c.26, nos da la misma cifra. El pueblo es concebido como un ejército ordenado que se mueve con sus enseñas y jefes. La segunda sección comprende la fatigosa marcha hacia Cades, al sur de Bersabé. Los israelitas habían tomado esta dirección con ánimo de penetrar por el sur de Canaán, pero la cobardía les hizo desistir, y Dios los castigó a permanecer toda una generación en las estepas de Cades, donde no faltan algunos oasis. Después de treinta y ocho años de estancia se dirigieron hacia Edom; pero, al negárseles el paso, tuvieron que bajar hasta el golfo de Elán (Akaba) y subir por la frontera oriental de Edom y Moab hasta internarse frente al Jordán en las cercanías de Jericó. En la última parte se narran las victorias sobre los amorreos y los vaticinios de Balaam, la distribución de la Jordania septentrional entre Rubén, Gad y parte de Manasés.
En cada sección hay un grupo legislativo que interrumpe el hilo de la narración histórica. En general son leyes que apenas dicen relación con el contexto histórico, y son como suplementos a otras dadas anteriormente2, aunque hay algunas nuevas3.
Composición del Libro.
Aunque el libro tiene cierta unidad por el marco geográfico en que se encuadran los hechos y las leyes, sin embargo no existe unidad literaria. No hay ligazón entre los hechos y las partes legislativas, y los mismos hechos aparecen sin contornos cronológicos precisos, siendo a veces difícil señalar la prioridad entre ellos. Por todo esto, nos encontramos con el hecho de la complejidad de documentos utilizados por el último redactor. Encontramos relatos duplicados paralelos. También las secciones legislativas aparecen algunas veces duplicadas4. Supuesta esta composición, encontramos en Números tradiciones diversas que arrancan de la época del desierto y otras más recientes que llegarían a los tiempos de Esdras. Como en los otros libros, debemos admitir un núcleo primitivo histórico-legislativo de la época mosaica y un desarrollo posterior en los tiempos de la monarquía y aun después del exilio.
Historicidad de los Relatos.
Prescindiendo de las idealizaciones sobre el número de los israelitas, su organización y sobre otros hechos en conjunto, podemos decir que los hechos revelan la época del desierto y la geografía de la estepa. Las alusiones al hecho de que Moisés registró por escrito los lugares donde acampaban los israelitas nos dan una pista para entender cómo se han podido conservar los recuerdos de la vida del desierto5. Las incidencias del desierto, las impaciencias del pueblo, su nostalgia de los manjares característicos de Egipto6, encajan bien en la época mosaica. La lucha de Moisés contra las ingratitudes e inconstancia del pueblo es perfectamente verosímil en su cargo de jefe responsable de la marcha por el desierto, prometiéndoles una tierra feraz que no acababan de alcanzar. La prolongación de la estancia fue una gran prueba para la fe de Moisés y para su fortaleza excepcional. Moisés lo era todo: un rey, un legislador, un sacerdote y un profeta,7 y este carácter particular del gobierno de Moisés queda patente en relatos de Números8. Con su fuerte personalidad logró dominar a unas tribus recalcitrantes compuestas por gentes de dura cerviz.
Doctrina Religiosa.
a) Monoteísmo. Yahvé es el Señor que guía a Israel y vence a los enemigos. La victoria sobre los reyes amorreos es una prueba de la protección divina sobre su pueblo. Los oráculos de Balaam son una prueba del poder de Yahvé sobre los mismos gentiles, que terminan por reconocer su gloria. Israel es su hijo, y Yahvé le guía en su marcha hacia la tierra prometida9. Su santidad debe ser respetada; por eso el campamento de los israelitas debe ser convenientemente repartido, de forma que junto al tabernáculo estén sólo los levitas y sacerdotes. Las leyes de pureza deben ser cuidadosamente guardadas por el pueblo para entrar en relaciones con la divinidad.
b) Culto. Se da gran importancia a las regulaciones cultuales, para garantizar la santidad exigida al pueblo antes de acercarse a su Dios. Se destacan los privilegios de la clase sacerdotal (rebelión y castigo de Coré, Datan y Abirón). Se menciona al sumo sacerdote10, se indican los derechos de los sacerdotes y de los levitas11, que son sus auxiliares. Se enumeran los sacrificios diversos, y entre ellos el cotidiano o perpetuo, que no es mencionado en el Levítico12. Es propio de Números la fiesta de la Neomenia o luna nueva.13 Es un eco de la vida nómada del desierto, aunque no aparece en legislaciones anteriores. Es propia de este libro la oblación de harina y aceite en los sacrificios14, como se hacía en Babilonia15. Como hemos indicado, la legislación mosaica no es una creación totalmente original, sino que en muchos casos es una adaptación de ritos ancestrales de las tribus, conforme a la ley de la condescendencia de Dios con su pueblo para llevarle poco a poco a través de ritos externos, algunos comunes con las religiones paganas, a una forma superior de culto16.
1 Cf. San Jerónimo, Praef. in libros Sam. et Mal: PL 28,552. 2 Cf. Núm 5:5-8 y Lev 6:1-7; Núm 9:6-14 y Ex 12; Núm_15:1-15 y Lev c. 1-5. 3 Núm 6:1-21. 4 Las fiestas (Núm c.28-29 y Éxo_23:14-29 ; Lev 13; Dt 16); oblaciones ( Núm_15:1-16 ; c.18-19 y Lev c. 1-7.22; 17-30); funciones de los levitas (Núm c.3-4 y 18); sacrificios ( Núm_15:22-31 y Lev 4:13-35); ciudades de refugio ( Núm_35:9-34 y Dt 19:1-13). 5 Cf 33:1-2. 6 11.S. 7 Filón, De vita Mosis III 23. 8 Núm 12:1-15; 16:12-15. 9 Núm 10:33; 10:35; 21:14. 10 Núm 35:25-28; 32. 11 Núm 3:10; 4:11-16; 18:5-7; 5:5-10; 6:19-20; 15:20-21; 18:8-19. 12 Pero aparece en Ex 29:38-42. 13 Núm 28:11-15. 14 Num 15:1-16; 0:28-29. En Lev 2 Se Habla De Estas Oblaciones, Pero Separadas De Los Sacrificios. 15 Cf. F. Martin, Textes religieux assyiriens et babyloniens (1903) p.XVIII-XIX.243.253. 16 Sobre la condescendencia o synkatabasis de Dios en el A.T., véase H. Pinard De La Boullaye, Les inflltrations paíennes dans l'ancienne Loi, d'aprés les Peres et l'Église: Rech. de Se. Reí. (1919) p.199-200. En los Santos Padres: San Justino, Dialog. n.Í8.23: PG 6, 516.520-521.525; San Ireneo, Cont. haer. IV 14,3: PG 7,1011; Tertuliano, Ad. More, II 18: PL 2,306; Orígenes, In Num. hom. 17 n.1: PG 12,703; San Jerónimo, In Ez. VI 20: PL 25,194; Epist. 73,3: PL 22,678; Tomás de Aquino, 1-2 q.102 3.3.
Numeros 20,1-29
20. Diversos Incidentes en el Desierto.
L os C.20-21 nos relatan una serie de incidentes históricos difíciles de localizar geográficamente. Los israelitas permanecieron cuarenta años en el desierto, y después de la derrota de Jormá estuvieron vagando desde Cades Barne al golfo de Elán. En todo este período hay un gran vacío histórico. Sólo quedan algunos incidentes muy verosímiles y perfectamente ambientados en la vida esteparia; pero no sabemos cuándo tuvieron lugar, si en los primeros años o en los últimos. Sabemos que existían unos anales épicos llamados las Guerras de Yahvé, que se han perdidos, y probablemente relataban muchos hechos de esta época larga que para nosotros representa un inmenso vacío histórico1. Según Deu_1:46, los israelitas permanecieron largo tiempo en Cades, lo que es verosímil teniendo en cuenta que allí hay abundantes aguas y algunos ricos oasis; pero, como trashumantes, sin duda que vagaron por aquellas regiones, llegando hasta Asiongaber, en el golfo elanítico.
Las Aguas de Ìeriba (1-13).
1Llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Sin, el primer mes, y acampó el pueblo en Cades. Allí murió María y allí fue sepultada. 2No había allí agua para la muchedumbre, y ésta se amotinó contra Moisés y Aarón. 3El pueblo se quejaba contra Moisés, y decía: ¡Ojalá hubiéramos perecido cuando perecieron nuestros hermanos ante Yahvé! 4¿Por qué has traído al pueblo de Yahvé a este desierto a morir, nosotros y nuestros ganados? 5¿Por qué nos sacaste de la tierra de Egipto, para traernos a un lugar tan horrible como éste, que no puede sembrarse ni tiene viñas, ni higueras, ni granados, y donde ni agua siquiera hay para beber? 6Moisés y Aarón se apartaron de la muchedumbre, a la entrada del tabernáculo de la reunión, y postráronse rostro a tierra. Apareció la gloria de Yahvé, 7y Yahvé habló a Moisés, diciendo: 8Toma el cayado y reúne a la muchedumbre, tú y Aarón, tu hermano, y en su presencia hablad a la roca, y ésta dará sus aguas; de la roca sacarás agua para dar de beber a la muchedumbre y a sus ganados. 9Moisés tomó de delante de Yahvé el cayado, como se lo había él mandado, 10y, juntando Moisés y Aarón a la muchedumbre delante de la roca, les dijo: ¡Oíd, rebeldes ! ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca ? 11Alzó Moisés su brazo e hirió con el cayado la roca dos veces, y brotaron de ella aguas en abundancia, y bebió la muchedumbre y sus ganados. 12Yahvé dijo entonces a Moisés y a Aarón: Porque no habéis creído en mí, santificándome a los ojos de los hijos de Israel, no introduciréis vosotros a este pueblo en la tierra que yo les he dado. 13Estas son las aguas de Meribá, donde los hijos de Israel se querellaron contra Yahvé, que les dio una prueba de su santidad.
El pueblo estaba reagrupado en la zona de Cades, en el desierto de Sin2, en el primer mes, sin indicación de año. No sabemos si fue en los primeros años de estancia en aquella región o más tarde. Conforme a la sentencia divina, Israel había de morar en el desierto hasta que feneciera la generación rebelde que había dado motivo para el castigo. Pero la generación como unidad cronológica suele ser de cuarenta años, el tiempo que dura la vida activa del hombre, cuando éste goza de representación social, desde la mayoría de edad hasta que la vejez le fuerza a retirarse. Durante los años que Israel moró en Cades no hemos de entender que hiciera allí vida sedentaria. Se movía de una a otra parte, según lo pedían las circunstancias, pero teniendo por centro de sus actividades esta región de Cades.
En este lugar murió María, la hermana de Moisés. El texto sagrado hace varias veces mención de ella (Miryam), que veló sobre la suerte de aquél cuando fue echado a las aguas del Nilo, que dirigió las danzas de las mujeres de Israel como profetisa (llevada de transportes extáticos) el día grande de su victoria sobre Egipto3 y que fue castigada con la lepra por murmurar de la conducta de su hermano4. Ahora el texto registra el hecho de su muerte, sin aludir a funerales solemnes, como se harán por Moisés y Aarón5. En Exo_17:1s se nos cuenta un primer milagro de Moisés, en proveer de agua a Israel. Aunque en la región de Cades hay algunos pozos y oasis, sin embargo, en años de sequía el agua puede faltar, sobre todo teniendo en cuenta el gran consumo que harían los muchos israelitas que allí habían acampado. El pueblo, como en otras ocasiones, se subleva al no encontrar agua suficiente, y añora la tierra de Egipto, pues temen morir de sed con sus ganados. Desean haber muerto con los sediciosos seguidores de Coré6. Moisés y Aarón, como siempre, se retiran hacia el tabernáculo a implorar auxilio a Dios (v.6)7. Yahvé les escucha y manda a Moisés que tome el bastón de los prodigios de Egipto8, con el que había sacado agua en Rafidim9. El profeta libertador, antes de golpear la roca, dirige un discurso a la turba, reprochándoles su mala conducta y considerándoles inmerecedores de un nuevo prodigio: ¿Podremos nosotros hacer brotar agua de esta roca? (v.10). Son tantas las rebeldías de Israel, que le parece imposible que Dios acceda a un nuevo prodigio, aunque sabe que Yahvé es omnipotente. El autor sagrado ve en las palabras de Moisés una cierta incredulidad, pues en v.12 Yahvé le reprocha a él y Aarón: No habéis creído en mí, santificándome ante el pueblo. El salmista dice de Moisés que en esta ocasión profirió palabras imprudentes.10 Algunos autores creen que la falta está en haber golpeado la roca dos veces (v.12), como desconfiando de la omnipotencia divina11. Al dudar de su misericordia o longanimidad para con el pueblo, no le habían santificado, es decir, no habían reconocido ante el pueblo su carácter santo y omnipotente12. Como consecuencia de esta falta, Aarón y Moisés son excluidos de entrar en la tierra de promisión (v.12b). En Deu_1:37 se atribuye este castigo a una supuesta y desconocida falta de Moisés con ocasión de la insurrección de los israelitas después de la exploración de Canaán. En el relato de este castigo a los dos grandes caudillos de Israel se encuentra un indicio de historicidad de los documentos, pues un falsario posterior no se habría atrevido a inculpar de incredulidad a los dos grandes creadores de la teocracia hebraica, tan venerados por el pueblo. El lugar de la rebelión del pueblo se llamó Meribá, o de la querella (de rib: disputar)13 En todo caso son de admirar los juicios inescrutables de Dios al privar al gran caudillo hebreo de lo que éste tan justamente había deseado14. El salmista comenta: Le irritaron (a Yahvé) también en las aguas de Meribá, y fue castigado Moisés por culpa de ellos. Porque turbaron su espíritu, y profirió palabras imprudentes.15
Negativa de Edom a dar paso a los Israelitas (14-21).
14Mandó Moisés embajadores desde Cades al rey de Edom para que le dijesen: Israel, tu hermano, te dice: Tú sabes todas las peripecias que nos han ocurrido: 15cómo nuestros padres bajaron a Egipto, y hemos estado en Egipto largo tiempo, y cómo nos maltrataron los egipcios a nosotros y a nuestros padres; 16cómo clamamos a Yahvé, y oyó éste nuestra voz y mandó a su ángel, que nos sacó de Egipto; y que estamos aquí en Cades, ciudad situada al extremo de tu territorio. 17Te rogamos, pues, que nos des paso libre por tu territorio. No atravesaremos tus sembrados ni tus viñas ni beberemos el agua de tus pozos; iremos por el camino real, sin apartarnos ni a derecha ni a izquierda, hasta que salgamos de tu territorio 18Edom respondió: No pasarás, saldré a tu encuentro con la espada. 19Dijéronle entonces los hijos de Israel: Iremos por el camino trillado, y si de tus aguas bebo yo y mis ganados, te daremos el precio de ellas; es cosa de nada, sólo con mis pies tocaré tu tierra. 20Pero Edom respondió: No pasarás. Y salió Edom contra él con mucha gente fuertemente armada. 21No dio Edom paso por su territorio, e Israel se alejó de él.
Son bien conocidos por Gen_25:29ss los orígenes de Edom, llamado también Seír y Esaú, así como su estrecho parentesco con Israel. Eran su morada los montes de Seír, que se prolongan al sudeste del mar Muerto y separan el desierto de Farán del norte de Arabia16. Hallándose Israel en Cades, podían, atravesando los montes de Seír, llegar en pocos días a las tierras situadas al oriente del mar Muerto y avanzar hacia Canaán.
Moisés, respetuosamente, teniendo en cuenta los antecedentes de parentesco, pide permiso para pasar por el territorio edomita. Diplomáticamente recuerda los lazos de parentesco y los sufrimientos pasados en Egipto, cuyo eco supone habrá llegado a oídos de los edomitas, como también su salida gloriosa gracias al ángel de Yahvé (v.16), que los ha dirigido en tan azarosa empresa17. Y promete no causar daños a los campos y viñas, ni siquiera beber el agua de los pozos, tan preciosa en regiones secas, sino avanzar por el camino real, o ruta caravanera (v.17). Pero el rey de Edom, desconfiado, rehusa el paso. Los israelitas insisten en que no saldrán del camino, pero de nuevo recibieron la negativa por respuesta18. En Deu_2:1-8 no se alude a esta petición de paso innocuo por parte de Moisés, pero parece suponerse.
Las relaciones históricas de Israel y Edom fueron siempre hostiles. En tiempos de la monarquía, Edom fue mucho tiempo reino vasallo de Israel19. Los profetas pronuncian graves oráculos contra Edom por su enemiga contra el pueblo de Dios20. Este incidente es el primero enojoso entre los dos pueblos, considerados hermanos por su origen.
Muerte de Aarón (22-30).
22Alzando de Cades el campamento, llegó Israel con toda la muchedumbre al monte Hor. 23Yahvé habló a Moisés y a Aarón en el monte Hor, que está en los confines de la tierra de Edom, diciendo: 24Aarón va a reunirse con su pueblo, pues no ha de entrar en la tierra que yo voy a dar a los hijos de Israel, porque fuisteis rebeldes a mi mandato en las aguas de Meribá. 25Toma a Aarón y a su hijo Eleazar y sube con ellos al monte Hor, 26y allí que se desnude Aarón de sus vestiduras, y reviste de ellas a Eleazar, su hijo, porque allí se reunirá Aarón con los suyos; allí morirá. 27 Hizo Moisés lo que mandaba Yahvé, y a la vista de toda la asamblea subieron al monte Hor. 28Moisés hizo que se desnudara Aarón de sus vestiduras, y revistió de ellas a Eleazar, su hijo; 29y allí murió Aarón en la cumbre del monte. Moisés y Eleazar bajaron del monte 20,29 y, viendo la muchedumbre que Aarón había muerto, hicieron duelo por él todas las familias de Israel por treinta días.
Dios había dado sentencia contra Aarón que no entraría en la tierra prometida por su rebelión en el incidente de las aguas de Meribá21. Ahora se narra su muerte poco tiempo después de haberse desplazado el pueblo de Cades. Según Num_33:37-39 este hecho tuvo lugar a los cuarenta años de la salida de los israelitas de Egipto, cuando Aarón tenía ciento veintitrés años. El lugar de su muerte hay que buscarlo cerca de Cades, camino del golfo de Elán. A 17 kilómetros al nordeste de Cades hay un arroyo llamado wady Haruniye (arroyo de Aarón). Así, el monte Hor se halla en los límites meridionales de la tierra prometida, como el monte Nebo se hallará en los confines orientales de Canaán. En el primero muere Aarón, y en el segundo, Moisés22. La muerte de Aarón en el monte Hor, aislado del pueblo, después de entregar sus vestidos pontificales a su hijo Eleazar en presencia de Moisés, creador de la teocracia hebrea y del sacerdocio levítico, tiene un aire de solemnidad muy en consonancia con la perspectiva histórica. Yahvé anuncia primero la muerte con la frase consagrada de que va a reunirse con su pueblo, equivalente a la otra reunirse con sus padres,23 y que significa el último viaje hacia la región de los muertos, el seol, donde continuarán su vida juntos con los antepasados, si bien en un estado de sombras24. Eleazar era el hijo mayor de Aarón, después de la muerte de Nadab y Abiú25, y, por tanto, a él le corresponde sucederle en el sacerdocio. Como tal, debe llevar los vestidos sacerdotales durante siete días después de su unción26. Para no contaminarlos con un cadáver, Moisés debe despojar a Aarón de sus vestidos pontificales antes de morir y entregarlos a su hijo, de forma que éste se presente al pueblo revestido ya de la autoridad suprema sacerdotal. Con toda solemnidad, y a la vista de toda la asamblea subieron al monte Moisés, Aarón y Eleazar, y en la cima Moisés despojó a Aarón de sus hábitos pontificales y se los entregó a Eleazar. Después murió Aarón, y, sin dar noticias sobre su enterramiento, el texto dice que descendieron Moisés y Eleazar, y el pueblo, al no ver con ellos a Aarón, dedujo que había muerto y le había sucedido Eleazar, que aparecía con los hábitos pontificales. La narración no puede ser más esquemática y artificial. Todo sucede conforme a un plan previsto y según una escenificación preparada, resaltando sólo el hecho principal de la muerte de Aarón y su sucesión legítima en el pontificado. Como Moisés recibe en el monte Sinaí las tablas de la Ley, la carta magna de la nueva teocracia, así ahora Aarón, el primer sumo sacerdote, muere en el monte, aislado de su pueblo, rodeado en el final de su vida de misterio, con una muerte solemne, digna del primer sumo sacerdote. Durante treinta días hizo el pueblo duelo por él27.
1 Véase RB (1933) 562. 2 Num_13:27. 3 Exo_15:20. 4 Núm 12:1s. 5 Núm_20:30; Deu_34:8. Sobre el lugar posible del sepulcro de María véase Ubach: RB (1933) 562-568. 6 Núm 16; 35; 49. 8 Exo_4:2; Exo_7:15; Exo_9:23; Exo_10:13; Exo_14:16. 9 Ex 17:1s. 10 Sal_106:33. 11 Véanse Teodoreto, Quaest. in Num 37: PG 80,388; Agustín de Hipona, In Pent. IV 19' PL 34,726. . 12 Quizá haya un juego de palabras con el lugar qades (santo). Dios se santifica haciendo ver su omnipotencia y santidad al castigar a los culpables. 13 Algunos autores creen que es el mismo suceso de Rafidim. En ambos casos se da al lugar el nombre de Meribá (querella). El Deu_33:13 y el Sal_95:8 distinguen bien ambos sucesos. Hay parecidos, pero también desemejanzas, sobre todo la incredulidad de Moisés. 14 Deu_1:37. 15 Sal_106:33. Véase com. de P. Heinisch, Das Buch Exodus 137-138. 16 En las cartas de Tell Amarna se llama a esta región Se-i-ri (Seír) y se la sitúa al sur de Palestina. En los textos egipcios se sitúa también a los Adumá (¿edomitas?) en esta región. Véase Abel, Géog. I 281.389.391. 7 Núm_14:5; Sal_16:22; Sal_16:45. La Vg trae la supuesta oración de Moisés: Señor Dios, escucha el grito de este pueblo y abre vuestro tesoro, una fuente de agua viva, para que, saciados, cesen de murmurar. Este texto falta en el TM y en los LXX, y ha sido insertado en el siglo X en el códice Amiatinus. No se encuentra en los manuscritos anteriores a Alcuino. 17 El ángel de Yahvé algunas veces se identifica con Yahvé mismo: Gen_16:7-14; Gen_21:1-21; Gen_48:15-16; Jue_6:11; Jue_6:24; Jue_13:2-23; Ex 3; Jue_23:20. En otros textos se distingue de él. En general, en la época posterior, para salvar la trascendencia divina, hay tendencia a presentar al ángel en vez de Yahvé. Así, los textos antiguos son retocados: Yahvé y el ángel que le representa son un mismo personaje, aunque puede establecerse una distinción, que tiene su fundamento en la naturaleza de las cosas... A medida que la idea de las trascendencia y de la santidad de Yahvé se imprime más profundamente en las almas, la tendencia se fue acentuando en el sentido de aislamiento cada vez más completo de la divinidad frente a lo terrestre y profano (Touzard, art. Ange de Yahweh: DBS I 252; cf. M. J. Lagrange, L'ange de Yahweh: RB [1903] 212-225). 18 Los LXX leen pasar a lo largo de la frontera) de Edom. Según esta lección, los hebreos en la segunda petición habrían solicitado pasar junto a la frontera edomita, sin atravesar el país. Es muy verosímil, pero la lectura no está avalada por el TM, y parece un retoque redaccional. 19 Cf. 1Sa_14:47; 2Sa_8:13; 1Re_11:15; .2Re_81:2. 20 Cf. Amo_1:11s; Isa_34:4-15; Jer 49.7; Lam_4:22s; Eze_25:12s. 21 Cf. Núm_27:12-14; Deu_32:48-52. 22 La tradición judía posterior localizaba el sepulcro de Aarón cerca de Petra. Cf. fl. Josefo, Ant. Jud. IV 4,7; Eusebio, Onomastikon 176. Y la tradición musulmana se hace eco de ella venerando a un monte llamado Djebel Harun (monte de Aarón) en esta región. Véase Abel, o.c., I 386-389. 23 Cf. Gen_25:8; Gen_25:17; Gen_35:29; Gen_44:33. 24 Véase M. García-Cortero, La vida de ultratumba según la mentalidad popular de los antiguos hebreos: Salmanticensis, I (1954) 343-364. 25 Cf. Lev_10:1-5. 26 Cf. Exo_29:29-30. 27 Cf. Deu_34:8.