I Reyes 1 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 53 versitos |
1 Era ya viejo el rey David, entrado en años, y, por más que le cubrían con ropas, no podía entrar en calor.
2 Dijéronle entonces sus servidores: “Que busquen para mi señor el rey una joven virgen que le cuide y le sirva; durmiendo en su seno, el rey mi señor entrará en calor.”
3 Buscaron por toda la tierra de Israel una joven hermosa, y hallaron a Abisag, sunamita, y la trajeron al rey.
4 Era esta joven muy hermosa y cuidaba al rey y le servía, pero el rey no la conoció.
5 Adónías, hijo de Jaguit, había levantado sus pensamientos, y decía: “Yo reinaré.” Se había hecho con carros y caballos y cincuenta hombres que corrieran delante de él;"
6 y su padre nunca se lo había reprochado, diciéndole: “¿Por qué haces eso?” Era, además, Adónías de hermosa presencia y había nacido después de Absalón.
7 Se entendía con Joab, hijo de Sarvia, y con Abiatar, sacerdote, que se hicieron partidarios suyos;"
8 pero el sacerdote Sadoc, Banayas, hijo de Joyada; Natán, profeta; Semeí, amigo de David; Reí y los valientes de David no le seguían."
9 Inmoló Adónías ovejas, bueyes y becerros cebados junto a la piedra de Zojelet, que está al lado de En-Roguel, e invitó a todos sus hermanos y a todos los hombres de Judá que estaban al servicio del rey;"
10 pero no invitó a Natán, profeta; ni a Banayas, ni a los valientes, ni a Salomón, su hermano."
11 Entonces dijo Natán a Betsabé, madre de Salomón: “¿No sabes que Adónías, hijo de Jaguit, pretende reinar sin que nuestro señor David lo sepa?
12 Ven, pues, y sigue ahora mi consejo, para que salves tu vida y la de tu hijo Salomón.
13 Ve y entra al rey David y dile: ¡Oh rey, mi señor! ¿No has jurado tú a tu sierva, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí, él se sentará sobre mi trono? ¿Cómo, pues, reina Adónías?
14 Y mientras tú hablas con el rey, entraré yo detrás y confirmaré tus palabras.”
15 Betsabé fue a la cámara del rey. Estaba ya muy viejo y le servía Abisag, la sunamita.
16 Inclinóse y prosternóse ante el rey, que le preguntó: “¿Qué quieres?”
17 Ella le respondió: “¡Oh señor! Tú has jurado a tu sierva por Yahvé, diciendo: “Salomón, tu hijo, reinará después de mí; él se sentará sobre mi trono;"
18 y he aquí que Adonías se ha hecho rey sin que tú, mi señor, el rey, sepas nada.
19 Ha inmolado bueyes, becerros cebados y ovejas en gran número, y ha invitado a todos los hijos del rey, a Abiatar, sacerdote; a Joab, jefe del ejército; pero no ha invitado a Salomón, tu siervo."
20 En tanto, los ojos de todo Israel están puestos en ti, ¡oh rey! mi señor, esperando que tú declares quién es el que se ha de sentar sobre el trono del rey mi señor después de él;"
21 pues de lo contrario, cuando el rey mi señor se duerma con sus padres, mi hijo Salomón y yo seremos detenidos por culpables.”
22 Mientras todavía esta ba ella hablando con el rey, llegó Natán, profeta.
23 Se lo anunciaron a David, diciendo: “Natán, profeta, está ahí.” Entró a la presencia del rey y se prosternó ante él, rostro a tierra,
24 y dijo: “Oh rey mi señor! ¿Has dicho tú: Adonías reinará después de mí y se sentará sobre mi trono ?
25 Porque hoy ha bajado y ha inmolado bueyes, becerros cebados y ovejas en gran número, y ha invitado a todos los hijos del rey, y a Joab, general del ejército, y al sacerdote Abiatar, que están comiendo y bebiendo con él y han dicho: ¡Viva Adonías rey!
26 Pero ni me ha invitado a mí, tu siervo; ni al sacerdote Sadoc, ni a Banayas, hijo de Joyada; ni a Salomón, tu siervo."
27 ¿Se ha hecho esto por voluntad del rey mi señor, sin dar a saber a tus siervos quién es el que se ha de sentar en el trono del rey mi señor después de él?”
28 El rey David respondió: “Que venga Betsabé.” Entró ella y se puso ante el rey,
29 y el rey hizo este juramento: “Vive Yahvé, que libró mi alma de toda angustia,
30 que así como he jurado por Yahvé, Dios de Israel, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí y se sentará en mi trono en lugar mío, ahora mismo lo haré.”
31 Betsabé se inclinó rostro a tierra, prosternándose ante el rey, y dijo: “Viva por siempre mi señor el rey David.”
32 Luego dijo el rey: “Que vengan Sadoc, sacerdote; Natán, profeta, y Banayas, hijo de Joyada.” Cuando estuvieron éstos en presencia del rey,"
33 El rey les dijo: “Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón sobre mi mula y bajadle a Guijón.
34 Allí el sacerdote Sadoc y Natán, profeta, le ungirán rey de Israel, y tocaréis las trompetas, gritando: ¡Viva el rey Salomón!
35 Después volveréis a subir tras él y se sentará en mi trono para que reine en mi lugar, pues a él le instituyo jefe de Israel y de Judá.”
36 Banayas, hijo de Joyada, respondió al rey: “Amén. Hágalo así Yahvé, el Dios de mi señor el rey,
37 y como estuvo Yahvé con el rey mi señor, esté igualmente con Salomón y alce su trono sobre el trono de mi señor el rey David.”
38 Bajó el sacerdote Sadoc con Natán, profeta; Banayas, hijo de Joyada; los cereteos y los feleteos, y, montando a Salomón sobre la mula de David, le llevaron a Guijón;"
39 y tomando Sadoc, sacerdote, el cuerno de óleo del tabernáculo, ungió a Salomón al son de las trompetas, y gritó todo el pueblo: “¡Viva Salomón rey!”
40 Después subió con él todo el pueblo, tocando las flautas y haciendo gran fiesta, y parecía retemblar la tierra con sus aclamaciones.
41 Oyólo Adonías, así como sus invitados, cuando terminaba su banquete; y Joab, al oír el sonido de las trompetas, dijo: “¿Por qué con tanto estrépito se alborota la ciudad?”
42 Todavía estaba él hablando, cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. Díjole Adonías: “Acércate, que tú eres un valiente, y de seguro traerás buenas nuevas.”
43 Respondió Jonatán a Adonías:
44 “De cierto que nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón. Ha enviado con él a Sadoc, sacerdote; Natán, profeta; Banayas, hijo de Joyada; los cereteos y feleteos; y le han hecho montar sobre la muía del rey;"
45 y Sadoc, sacerdote, y Natán, profeta, le han ungido rey en Guijón, y de allí han subido con grandes muestras de júbilo, y toda la ciudad está en conmoción; ése es el alboroto que habéis oído."
46 Ó Además, Salomón se ha sentado en el trono real,
47 y los servidores del rey han ido a felicitar al rey David, diciendo: “Que haga tu Dios el nombre de Salomón más grande que el tuyo y eleve su trono sobre tu trono.”
48 El rey mismo se prosternó en su lecho y habló así: “Bendito Yahvé, Dios de Israel, que ha hecho sentarse hoy sobre mi trono un sucesor de mi descendencia, viéndolo mis ojos.”
49 Todos los convidados de Adonías se llenaron de miedo y, levantándose, fuéronse cada uno por su lado.
50 Adonías, temiendo de Salomón, se levantó y fue al tabernáculo de Yahvé a tomarse de los cuernos del altar.
51 Vinieron a decir a Salomón: “Adonías tiene miedo del rey Salomón y ha ido a tomarse de los cuernos del altar, diciendo: “Que el rey Salomón me jure hoy que no hará morir por la espada a su siervo.”
52 Salomón respondió: “Si él se porta lealmente, ni uno de sus cabellos caerá a tierra; pero si algo malo trama, morirá.”
53 Mandó, pues, Salomón gentes que le hicieron bajar del altar, y Adonías vino a postrarse ante el rey Salomón, que le dijo: “Vete a tu casa.”

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Introducción a I Reyes

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Reyes.

Introducción.

Título.
La historia de Israel desde los últimos años de David hasta la cautividad de Babilonia, unos cuatro siglos, se narra en los libros que la Biblia hebraica llama 1 y 2 de los Reyes, que corresponden a 3 y 4 de los Reinos (LXX) o de los Reyes (Vulgata). En los comienzos, los mencionados libros formaban uno solo, de lo que dan fe Orígenes (PG 12:1084), Eusebio (PL 20,581) y San Jerónimo (PL 28,558-559). La división en dos partes iguales aproximadamente empezó con D. Bomberg (Venecia 1517). Esta división es artificial.

Texto.
El texto original hebraico del libro se ha conservado medianamente bien. A los textos masoréticos cabe añadir ahora el de los fragmentos de Jirbet Qumrán, que facilitarán la labor de crítica textual. Con el texto masorético andan de acuerdo la versión siríaca Peshitta y la Vulgata.

Versiones griegas.
De la versión de los LXX existe un texto prehexaplar, representado por el códice B, y otro posterior a Orígenes, que se halla en A. Los textos de Jirbet Qumrán son más afines al texto griego que al masorético, presentando lecciones propias, omisiones y trasposiciones. Es digno de mención el texto griego de Luciano, que a veces se aparta del texto masorético. Con él concuerda la Vetus Latina. En las ediciones críticas de Sweete, Rahlfs y en la de Broo-ke-McLean-Thackeray se da preferencia a los textos  y A.

Contenido.
El libro (o libros) de los Reyes puede dividirse en tres partes: i) Últimos años de David y reinado de Salomón (c.1-11). 2) Existencia de los reinos de Israel y de Judá (1 Re c.12-2 Re c.1y). 3) El reino de Judá desde la caída de Samaría hasta la destrucción de Jerusalén (2 Re c. 18-25). En el período de existencia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel cabe distinguir: i) el período de hostilidades, que en Israel empieza con Jeroboam (1 Re c. 12-14:30) y termina con Omrí (1 Re 16:23-28); 2) período de amistad: Asa-Omrí; Josafat-Ajab; Joram-Ocozías; Joram-Joram; Ocozías-Joram (1 Re 16:29-2 Re 8:29); 3) el segundo período de relaciones tensas, desde Jehú en Israel y Atalía en Judá hasta la caída de Samaría en 722, en el año quinto de Oseas, rey de Israel.

Fecha de composición.
Para fijarla se dispone de criterios internos. Del texto se entresacan indicios que sugieren la composición del libro antes del exilio (1 Re 8:8; 9:21; 12:19; 2 Re 8:22; 16:6). La insistencia con que los profetas anuncian que no faltará nunca una lámpara en el trono de David se comprende mejor en tiempos anteriores al exilio (1 Re 11:26; 15:4; 2 Re 8:19). Por otra parte, otros textos suponen un origen posterior a la cautividad (2 Re c.24-25; 1 Re 4:24, etc.).
Una antigua tradición hebraica (Baba Bathra 14b) atribuía el libro a Jeremías a causa de las afinidades literarias e ideológicas del libro con la profecía de Jeremías. A esto se opone que el profeta inauguró su ministerio el año 13 de Josías (627), de lo que se infiere que hacia el año 561 contaba con una edad que oscilaba entre los noventa y los cien años. Además, la pretendida afinidad existe preferentemente en los capítulos 24-25 del segundo libro, que no formaban parte del texto primitivo. Según De Vaux, la composición hízose por etapas. Una primera redacción tuvo lugar entre el año 621 (2 Re 22:8ss) y el primer sitio de Jerusalén en 598. Su autor residía en Jerusalén; era probablemente sacerdote y entusiasta decidido de la reforma religiosa. Del libro hízose una segunda edición durante el exilio, o bien después del año 562, si se le atribuye 2 Re 25:22-30, o algo antes, en el caso de que el libro terminase con 2 Re 25:21. En esta segunda redacción el autor añadió la historia hasta el último rey de Judá, manteniéndose dentro de la misma línea deuteronómica, aunque el hecho de la ruina de Jerusalén le obliga a mostrarse más severo para con Judá, lo que le llevó a revisar algunos pasajes anteriores. Es visible su mano en 2 Re 21:7-15; 22:16-17. En realidad, ambos reinos son culpables (2 Re 17:7-20); pero también Israel se beneficia de la misericordia divina (2 Re 13:4-5.23). Durante el exilio se hicieron al libro otros retoques, tales como, probablemente, 2 Re 25:22-30. Después del exilio amplióse la oración de Salomón (1 Re 8:41-51). Pequeños detalles son posteriores a la traducción griega (200-150 a.C.).
De lo dicho se infiere que es opinión común entre los católicos que la composición definitiva del libro efectuóse durante el exilio, y más probablemente después del mismo. La finalidad histórico-religiosa del autor lo confirma,

Fin del autor sagrado.
A los pocos renglones de lectura cae el lector en la cuenta de que el libro tiende a probar que todos los males que han azotado a Israel y Judá son efecto de la infidelidad de los reyes y del pueblo al pacto de la alianza (2 Re 23:27). Como padre comportóse Dios para con su pueblo, ya premiando su conducta cuando seguía por las sendas del bien o castigándole en caso de desvío religioso, dispuesto siempre a perdonarle en caso de arrepentimiento. Por entregarse a la idolatría desapareció el reino de Israel; en cuanto al de Judá, le castigó Dios con la deportación a Babilonia, pero no lo destruyó totalmente a fin de mantener en pie la promesa del trono eterno hecha a David. Los libros de los Reyes pueden considerarse como un comentario a la profecía de Natán (2 Sam 7:12-16). Gomo se desprende de lo dicho, no quiere el autor sagrado escribir todo lo sucedido desde todos los puntos de vista en Israel y Judá desde la muerte de David hasta el exilio de Babilonia, sino más bien entresacar de la historia de Israel y Judá de aquellos cuatro siglos algunos hechos característicos que son sostén y base de la tesis religioso-histórica que intenta probar.

Fuentes de información.
El autor último inspirado echó mano de algunas fuentes históricas preexistentes para componer su libro. A veces las cita explícitamente, otras las utiliza sin que dé testimonio de ello. Las fuentes que cita son: 1) Libro de los hechos de Salomón (1 Re 11:41); 2) Libro de las Crónicas de los reyes de Judá (1 Re 14:29, etc.); 3) Libro de las Crónicas de los reyes de Israel (1 Re 14:19, etc.). Estos libros, o bien eran crónicas oficiales de los mencionados reinos 1, o escritos de algún sacerdote o profeta que consultó los archivos reales.
En cuanto a las fuentes implícitas, es difícil precisar su número e importancia en el escrito. Se distinguen comúnmente: 1) Historia de la familia de David (1 Re c.1-2); 2) Escrito sacerdotal (1 Re c.6-7); 3) Historia de Elías, de la que existen dos o más versiones; 4) Historia de Elíseo, menos homogénea todavía que la de Elías; 5) Escritos de origen pro/ético; 6) otras fuentes de procedencia indeterminada; 7) el archivo real, de donde, por ejemplo, procede la lista de ministros y prefectos de Salomón (1 Re 4:2-19).
Puede discutirse sobre el número de fuentes históricas que consultó el autor sagrado y sobre el grado en que las utilizó, modo en que lo hizo, si eran o no escritas; pero todos convienen en que el autor no las transcribió totalmente, sino que seleccionó aquello que conducía a probar su tesis.

Esquematismo histórico.
La historia sincrónica de los reyes de Judá y de Israel se dispone conforme al esquematismo siguiente: 1) nombre del nuevo rey, de sus padres y el año correspondiente al soberano contemporáneo de Israel o de Judá (1 Re 22:41, etc.); 2) edad del nuevo monarca y años que reinó (1 Re 22:42); 3) mención de algún hecho notable, remitiendo para un informe más amplio a determinadas fuentes (1 Re 16:8-14, etc.); 4) dictamen sobre el comportamiento religioso y cultual del rey; 5) noticia sobre la muerte y sepultura del rey y nombre del sucesor. Un esquema parecido se sigue para los monarcas de Judá desde la caída de Samaría hasta la cautividad. Dentro de los límites del rígido esquematismo, habla de la única dinastía reinante en Judá y de las nueve que se sucedieron en Israel: 1) Jeroboam-Nadab (931-909); 2) Baasa-Ela (909-885); 3) Zimbri (885); 4) Omrí-Ajab-Ócozías-Joram (885-841); 5) Jehú-Joacaz-Joás-Jeroboam II-Zacarías (841-743); 6) Selum (743); 7) Menajem-Pe-cajya (743-737); 8) Pecaj (737-732); 9) Oseas (732-724).

Historia religiosa.
Este compendio histórico tiene un acentuado carácter religioso, peí reinado de Salomón pone de relieve su sabiduría y prosperidad económica, por considerar todo ello como premio y bendición de Dios por la conducta religiosa y cultual del monarca. Esta prosperidad es efecto del temor de Dios: Rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato (Tob 4:21).
A partir de la división del reino condena el autor la conducta de todos los reyes de Israel, diciendo de ellos que hicieron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo los pecados de Jeroboam (2 Re 13:2; 15:26-34, etc.); incluso de Zimbri, que reinó siete días, se dice: Y murió por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por los caminos de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel (1 Re 16:19). Oseas hizo lo malo a los ojos de Dios, aunque no tanto como los reyes de Israel que le precedieron (2 Re 17:2). De los reyes de Judá, unos reciben plena aprobación por su conducta y por haber quitado los lugares altos (2 Re 18:3-4; 22:2), a otros se les reprocha no haber procurado la unidad de santuario (1 Re 15:11-14; 22:43-44; 2 Re 12:3-4). Severo juicio merecen los reyes que obraron el mal a los ojos de Yahvé, siguiendo el ejemplo de Ajab (2 Re 8:18), o se entregaron a la idolatría (2 Re 21:2; 22:21-22). Esta finalidad primaria del autor le llevó a pasar por alto multitud de hechos importantes que sucedieron durante los reinados de Omrí, Jeroboam II, Ajab, etc. Los hechos que se recogen se relacionan con cuestiones religiosas.
Más que una historia propiamente dicha, el libro de los Reyes es una compilación histórica y una interpretación religiosa de la historia. La conducta de los reyes es juzgada de conformidad a las leyes del Deuteronomio, cuyos principios fundamentales son: un solo Dios, un solo santuario. Los santuarios yahvísticos provinciales deben desaparecer (Deut c.12). Reflexiones, expresiones e ideas deuteronómicas hállanse esparcidas a lo largo y ancho del libro (1 Re 8:23; 29; 33-37; 53). Fórmulas deuteronómicas: 1 Re 2:2; 8:23-61. Fórmulas de Jeremías: 1 Re 9:7-8; 2 Re 17:13-20; 21:9-16; 22:16-19; 24:3-4 2.

Valor histórico del libro.
El autor del libro refiere fielmente ciertos hechos conducentes a probar su tesis; no escribe una historia completa, sino preferente-niente la historia religiosa de los reinos de Israel y de Judá. Dice Garofalo que la obra del autor es un trabajo de tesis, bastante parecido al que compuso Lactancio en su obra De mortibus persecutorum, en el cual no debe buscarse la historia económica, social y política de los dos reinos, sino la presencia de Dios, que dirige todos los acontecimientos terrenos y da premio o envía el castigo según el mérito o demérito. En el fondo, añade, la historia del libro de los Reyes es una historia vista con los ojos de Dios.

El libro de los Reyes en el marco de la historia universal.
En el comentario hemos tratado siempre de encuadrar la historia del pueblo judío dentro del marco de la historia universal; a él remitimos. Basta anotar aquí que, además de los pueblos circunvecinos, influyeron en Israel los imperios de Egipto, Babilonia y Asiría. Sheshonq fundó la XX dinastía hacia los años 950-929; Salmana-sar III, rey de Asiría, hizo sentir su presencia en Occidente; en 853 tuvo lugar la batalla famosa de Qarqar. Otros tres reyes asirios pesaron sobre el reino del Norte: Teglatfalasar III (745-727), Salmanasar V (726-722), Sargón (721-705). Sobre Judá actuaron: Senaquerib (704-681), Asaraddón (680-669), Asurbanipal (668-628). Funesto para Judá fue sobre todo el rey de Babilonia Nabucodonosor (605-562). Ambas historias se completan, pero no se contradicen.

Cronología.
Es un punto difícil de resolver; San Jerónimo renunció a solucionar este problema. Modernamente son muchos los autores que se dedican a esta tarea, habiendo logrado alentadores resultados, aunque no hayan logrado conclusiones definitivas. Las dificultades que engendran los datos cronológicos proceden de múltiples causas; a veces las fuentes utilizadas traían datos inexactos; otras veces se han interpretado mal ciertos datos; algunas corregencias han provocado la adición de cifras que sólo corresponden en parte al monarca contemporáneo. Algunos datos cronológicos de Asiría dan luz sobre la cronología del libro de los Reyes:

853: Batalla de Qarqar, reinando Ajab en Israel.
841: Tributo de Jehú.
738: Tributo de Menajem.
732: Empieza el reinado de Oseas.
721: Toma de Samaría.
701: Invasión de Senaquerib.
598: Primera deportación de Judá.
587: Caída de Jerusalén.

Los años del reinado de los reyes de Israel y de Judá que damos en el comentario son aproximados.

Doctrina religiosa.
Hemos hecho notar el carácter religioso de la historia que se narra en nuestro libro. Su autor tiene puesta su mirada en el templo de Jerusalén, el santuario donde tiene su asiento Yahvé; en él debe concentrarse el culto que se le debe. En todo el libro se recuerda que sólo existe un Dios: Yahvé; un solo santuario legítimo: el templo de Jerusalén. Pero, aunque Yahvé tenga su asiento en Jerusalén, domina aun fuera de los límites de Palestina; tiempo vendrá en que todas las naciones reconocerán a Yahvé por único Dios (1 Re 8:60). Dios no admite rivales, que nada son; exige que se guarden sus mandamientos y leyes; a los fieles les premiará aun en vida; a los que le abandonan castigará. Pero no quiere Dios la muerte del pecador ni la ruina de la nación que ha tomado bajo su protección. En último término es el hombre el que teje su porvenir feliz o desgraciado; es el pueblo judío el que labra su destino, el que prepara la caída de Samaría y la de Jerusalén.

1 J. A. Montgomery, Archíval Data in the Book ofKings: JBL 53 (1924) 46-52.
2 A Robeft, Historique (Genres): DBS 14-15.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

I Reyes 1,1-53

Historia del Reinado de Salomón (c.1-11).

Abisag, sunamíta (1:1-4).
1 Era ya viejo el rey David, entrado en años, y, por más que le cubrían con ropas, no podía entrar en calor. 2 Dijéronle entonces sus servidores: Que busquen para mi señor el rey una joven virgen que le cuide y le sirva; durmiendo en su seno, el rey mi señor entrará en calor. 3 Buscaron por toda la tierra de Israel una joven hermosa, y hallaron a Abisag, sunamita, y la trajeron al rey. 4 Era esta joven muy hermosa y cuidaba al rey y le servía, pero el rey no la conoció.

A partir del incesto de Amnón (2 Sal 13:1ss) los síntomas del cansancio y de la vejez se manifiestan cada vez más sobre David. Entra en el libro 2 de Samuel con una energía y vitalidad extraordinarias, y sale con el ánimo amargado, triste, encanecido. Cuando el autor del libro de los Reyes recoge el hilo de la historia de David, contaba éste cerca de setenta años (2:11; 2Sa_5:4). La mala circulación de la sangre restaba vida y calor a su organismo desgastado. Conforme a una creencia y a una práctica antiguas l, sus servidores, o sus médicos, según Flavio Josefo 2, le aconsejaron la compañía de una muchacha virgen (betulah) que le cuidara y sirviera. La elección recayó sobre una muchacha de Sunam, hoy Sulam, perteneciente a la tribu de Isacar (Jos_19:18; 1Sa_28:4; Can_7:1
Anota el texto que David no la conoció, eufemismo para significar e no tuvo con ella relaciones sexuales (Gen_4:1; Gen_17:25; 1Sa_1:19), o que, en cierta medida, desvirtúa el alcance de las pretensiones fe Adónías sobre ella (1Sa_2:17).

Pretensiones de Adónías al trono (1Sa_1:5-14).
5 Adónías, hijo de Jaguit, había levantado sus pensamientos, y decía: Yo reinaré. Se había hecho con carros y caballos y cincuenta hombres que corrieran delante de él; 6 y su padre nunca se lo había reprochado, diciéndole: ¿Por qué haces eso? Era, además, Adónías de hermosa presencia y había nacido después de Absalón. 7 Se entendía con Joab, hijo de Sarvia, y con Abiatar, sacerdote, que se hicieron partidarios suyos; 8 pero el sacerdote Sadoc, Banayas, hijo de Joyada; Natán, profeta; Semeí, amigo de David; Reí y los valientes de David no le seguían. 9 Inmoló Adónías ovejas, bueyes y becerros cebados junto a la piedra de Zojelet, que está al lado de En-Roguel, e invitó a todos sus hermanos y a todos los hombres de Judá que estaban al servicio del rey; 10pero no invitó a Natán, profeta; ni a Banayas, ni a los valientes, ni a Salomón, su hermano. 11 Entonces dijo Natán a Betsabé, madre de Salomón: ¿No sabes que Adónías, hijo de Jaguit, pretende reinar sin que nuestro señor David lo sepa? 12 Ven, pues, y sigue ahora mi consejo, para que salves tu vida y la de tu hijo Salomón. 13 Ve y entra al rey David y dile: ¡Oh rey, mi señor! ¿No has jurado tú a tu sierva, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí, él se sentará sobre mi trono? ¿Cómo, pues, reina Adónías? 14 Y mientras tú hablas con el rey, entraré yo detrás y confirmaré tus palabras.

La vida de David se apagaba por momentos y no había señalado todavía al heredero. Para Saúl y David fue la unción real privilegio personal, pero con David la monarquía se había estabilizado. El sucesor, según la promesa divina (2Sa_7:12-16; 2Sa_16:1-2), sería de ascendencia davídica. ¿A cuál de sus hijos legaría David el reino? Amnón, el primogénito, murió asesinado por Absalón (2Sa_13:28-29); a Absalón le atravesó Joab con una lanza (2Sa_18:14); de Kileab se conserva tan sólo el nombre, creyéndose que murió joven (2Sa_3:3; 1Cr_3:1); el hijo mayor que le quedaba era Adónías.
Viendo éste que su padre no se pronunciaba explícitamente, amparándose en la presunción de que debía su ceder le el hijo mayor (1Sa_20:31), invocó públicamente, ignorándolo su padre, los derechos que tenía al trono. Este incidente puso al descubierto las intrigas que existían en palacio. Dos bandos habíanse constituido sobre la sucesión de David; unos, acaudillados por Joab, Abiatar y los príncipes de Judá, defendían la causa de Adónías. Representaban ellos la tradición de Hebrón, según la cual tocaba al hijo rnayor suceder al padre en el trono. El partido contrario, con Banayas, jefe de la guardia real; Sadoc, sacerdote de Gabaón, y el profeta Natán, defendían la causa de Salomón. En el fondo de estas disensiones, aparte de los intereses creados y de las ambiciones personales, este segundo partido buscaba la manera de separar la monarquía de la excesiva influencia ejercida por las grandes familias de Judá. La cuestión que no resolvió el rey, ni los dos partidos mencionados atreviéronse a plantear públicamente, la decidió una imprudencia de Adonías, hijo de Jaguit (2Sa_3:4).
Hacía días que Adonías abrigaba en su corazón el convencimiento de que el trono era para él. Como hijo de un rey oriental y al estilo de las cortes paganas, Adonías se había hecho con caballos (2Sa_8:4; 2Sa_10:18), carros y cincuenta jóvenes que corrían delante de él a manera de vistosa escolta (1Sa_8:11; 2Sa_15:1). Esta vida fastuosa no era del agrado de todos; el autor sagrado recrimina de ella al padre, que, débil para con sus hijos (2Sa_18:5; 2Sa_19:1), no les reprendió a tiempo (1Sa_2:29). La buena estampa (2Sa_14:25) de Adonías contribuyó a granjearle amigos de su causa; seguía a Absalón en edad, pero era hijo de distinta madre (2Sa_3:3-4
Adonías reunióse con sus partidarios más influyentes en En Roguel (Jos_15:7; Jos_18:16; 2Sa_17:17), fuente conocida hoy día con el nombre de Bir Ayub, al sudeste de Jerusalén. Junto a la fuente había una grande piedra llamada haz zoheleth, de la rampa. Sobre la misma inmoló Adonías gran cantidad de ovejas, bueyes y becerros, que comieron todos los invitados a la fiesta (2Sa_15:12). El lugar y la ocasión eran propicios para adelantar el nombramiento de rey o de sucesor de su padre en el trono. En-Roguel estaba muy cerca de Jerusalén y, al mismo tiempo, era lugar apartado, tranquilo y fuera del alcance de los espías que el partido contrario podía mandar. En el banquete tomaron parte todos los prohombres de Judá. En el curso del mismo, por efecto del vino y por el entusiasmo que el joven príncipe despertaba entre los comensales, oyéronse gritos de ¡Viva el rey! adelantándose al veredicto definitivo de David.
Enteráronse del banquete y de sus incidencias los del partido contrario, que decidieron obrar inmediatamente con el fin de atajar en sus comienzos el movimiento subversivo de Adonías. Natán fue el encargado de pasar al contraataque, valiéndose de Betsabé como de intermediaria. Le hace saber que el triunfo de Adonías ponía en peligro su vida y la de su hijo Salomón. Del juramento que, según el texto, hizo David a Betsabé en favor de su hijo no tenemos noticia alguna en otros textos, de lo que no se sigue que no lo hiciera.
Natán cree que Betsabé era la persona más indicada para notificar al rey que acaso guardaba cama habitualmente (v.1) la rebelión de Adonías. Una vez hubiera ella expuesto al rey la situación,, entraría Natán para completar la obra. El partido contrario había mandado espías al banquete de En-Roguel, como lo demuestra el hecho de que manifiesta conocer Natán detalles, que el texto no mencionó al dar cuenta del mismo.

Betsabé y Natán ante David (2Sa_1:15-37).
15 Betsabé fue a la cámara del rey. Estaba ya muy viejo y le servía Abisag, la sunamita. 16 Inclinóse y prosternóse ante el rey, que le preguntó: ¿Qué quieres? 17 Ella le respondió: ¡Oh señor! Tú has jurado a tu sierva por Yahvé, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí; él se sentará sobre mi trono; 18 y he aquí que Adonías se ha hecho rey sin que tú, mi señor, el rey, sepas nada. 19 Ha inmolado bueyes, becerros cebados y ovejas en gran número, y ha invitado a todos los hijos del rey, a Abiatar, sacerdote; a Joab, jefe del ejército; pero no ha invitado a Salomón, tu siervo. 20 En tanto, los ojos de todo Israel están puestos en ti, ¡oh rey! mi señor, esperando que tú declares quién es el que se ha de sentar sobre el trono del rey mi señor después de él; 21 pues de lo contrario, cuando el rey mi señor se duerma con sus padres, mi hijo Salomón y yo seremos detenidos por culpables. 22 Mientras todavía esta ba ella hablando con el rey, llegó Natán, profeta. 23 Se lo anunciaron a David, diciendo: Natán, profeta, está ahí. Entró a la presencia del rey y se prosternó ante él, rostro a tierra, 24 y dijo: Oh rey mi señor! ¿Has dicho tú: Adonías reinará después de mí y se sentará sobre mi trono ? 25 Porque hoy ha bajado y ha inmolado bueyes, becerros cebados y ovejas en gran número, y ha invitado a todos los hijos del rey, y a Joab, general del ejército, y al sacerdote Abiatar, que están comiendo y bebiendo con él y han dicho: ¡Viva Adonías rey! 26 Pero ni me ha invitado a mí, tu siervo; ni al sacerdote Sadoc, ni a Banayas, hijo de Joyada; ni a Salomón, tu siervo. 27 ¿Se ha hecho esto por voluntad del rey mi señor, sin dar a saber a tus siervos quién es el que se ha de sentar en el trono del rey mi señor después de él? 28El rey David respondió: Que venga Betsabé. Entró ella y se puso ante el rey, 29 y el rey hizo este juramento: Vive Yahvé, que libró mi alma de toda angustia, 30 que así como he jurado por Yahvé, Dios de Israel, diciendo: Salomón, tu hijo, reinará después de mí y se sentará en mi trono en lugar mío, ahora mismo lo haré. 31Betsabé se inclinó rostro a tierra, prosternándose ante el rey, y dijo: Viva por siempre mi señor el rey David. 32Luego dijo el rey: Que vengan Sadoc, sacerdote; Natán, profeta, y Banayas, hijo de Joyada. Cuando estuvieron éstos en presencia del rey, 33El rey les dijo: Tomad con vosotros a los servidores de vuestro señor, montad a mi hijo Salomón sobre mi mula y bajadle a Guijón. 34 Allí el sacerdote Sadoc y Natán, profeta, le ungirán rey de Israel, y tocaréis las trompetas, gritando: ¡Viva el rey Salomón! 35 Después volveréis a subir tras él y se sentará en mi trono para que reine en mi lugar, pues a él le instituyo jefe de Israel y de Judá. 36 Banayas, hijo de Joyada, respondió al rey: Amén. Hágalo así Yahvé, el Dios de mi señor el rey, 37 y como estuvo Yahvé con el rey mi señor, esté igualmente con Salomón y alce su trono sobre el trono de mi señor el rey David.

Pone de relieve el texto sagrado el estado de postración en que se encontraba el rey, condición esta muy apta para dejarse influenciar por el último que le hablara. Betsabé quería que el rey hiciera público el juramento que en otra ocasión le hizo en privado, recordándole que, de no renovarlo pronto, Salomón perdería el trono y la vida. Adonías ha levantado la bandera de la rebelión ayudado por los más influyentes de su partido; al excluir a los contrarios del banquete, ha demostrado que piensa reinar a pesar de éstos y en contra de los mismos. Con ello rompe Adonías la unidad del reino, que David ha defendido y conservado con tanto tesón. En estos momentos, añade Betsabé, todo Israel está pendiente de una palabra del rey que determine de manera clara la persona de su sucesor.
El profeta Natán (2Sa_12:1ss) se presentó al palacio y, obtenido el permiso para entrar a su presencia, abordaba al monarca con un razonamiento habilidísimo. Adonías ha organizado un banquete, al que ha convidado a los de su partido, excluyendo a otras personalidades relevantes del reino. ¿Es que el rey, sigue argumentando Natán, ha autorizado el banquete y los gritos de ¡Viva el rey! ocultando a sus siervos su voluntad acerca del que debía sucederle a su muerte? Además, contando Natán con el juramento hecho por David de entregar a su muerte el trono a Salomón, le hace ver que, al autorizar la proclamación de Adonías por rey de Judá y de Israel, era un perjuro, y que obraba por sí y ante sí, sin consultar la voluntad divina, que en otras ocasiones se manifestó por mediación suya (2Sa_12:1ss). Reaccionando David ante las noticias alarmantes que le habían comunicado, repite y confirma públicamente el juramento hecho antes en privado en favor de Salomón.
Como despertando de un letargo, David dio orden de que se acercaran Sadoc, Natán y Banayas, a los que impartió la orden de que montaran a Salomón sobre la muía real (2Sa_13:29; 2Sa_18:9), le llevaran a Guijón y le ungieran allí Sadoc y Natán, proclamándolo rey al son de las trompetas. En la antigüedad era el asno el animal preferido para los viajes Que 10:4; 12:14); tenía el rey a su disposición una mula blanca (2Sa_13:29). El Guijón es la fuente llamada hoy día Ain-sitti-Mariam, al pie de la colina del Ofel, junto al torrente Cedrón y al este de Jerusalén. Adonías había escogido una fuente más alejada de la ciudad; David quiere que el representante del sacerdocio, Sadoc, y Natán, profeta, unjan a Salomón en una más próxima y concurridísima. Ordenó David asimismo que, una vez ungido rey Salomón, con la misma solemnidad y escoltado por su guardia personal regresara a Jerusalén y entrara en palacio a fin de entronizarlo en el trono regio: Pues a él, dijo David, le instituyo jefe (naguid, 1Sa_13:14; 1Sa_25:30; 2Sa_6:21) de Israel y de Judá (v.35) 3.

Unción de Salomón (2Sa_1:38-40).
38 Bajó el sacerdote Sadoc con Natán, profeta; Banayas, hijo de Joyada; los cereteos y los feleteos, y, montando a Salomón sobre la mula de David, le llevaron a Guijón; 39 y tomando Sadoc, sacerdote, el cuerno de óleo del tabernáculo, ungió a Salomón al son de las trompetas, y gritó todo el pueblo: ¡Viva Salomón rey! 40 Después subió con él todo el pueblo, tocando las flautas y haciendo gran fiesta, y parecía retemblar la tierra con sus aclamaciones.

Cumpliéronse las órdenes de David. Sadoc, en calidad de sumo sacerdote, consagró al nuevo rey, con la asistencia de Natán y de los soldados de la guardia real (2Sa_8:18; 2Sa_15:18; 2Sa_20:7), que, a partir de este momento, se convierte en guardia de Salomón. Desde ahora el hijo de Betsabé es un mesias, un ungido del Señor (2Sa_1:14-16; 2Sa_19:22; 2Sa_23:1; 2Cr_6:4). El aceite para las unciones reales conservábase en un cuerno (1 Sam 16:1-.13); el que utilizó Sadoc procedía del tabernáculo donde David había colocado provisionalmente el arca de la alianza (2Sa_6:17). Durante la ceremonia tocóse el sofar, trompeta de cuerno de borrego o de buey debidamente trabajado, que se empleaba para convocar al pueblo a las ceremonias sagradas y para una movilización general (Lev_23:24). Un entusiasmo grande reinó entre el público asistente al acto, que contagió a los de la ciudad. La cosa no era para menos, ya que se había asegurado la descendencia davídica en el trono, salvándose al mismo tiempo la unidad nacional. David podía morir tranquilamente, porque Israel tenía ya un joven rey.

Huida de los conjurados (Lev_1:41-53).
41 Oyólo Adonías, así como sus invitados, cuando terminaba su banquete; y Joab, al oír el sonido de las trompetas, dijo: ¿Por qué con tanto estrépito se alborota la ciudad? 42 Todavía estaba él hablando, cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. Díjole Adonías: Acércate, que tú eres un valiente, y de seguro traerás buenas nuevas. 43 Respondió Jonatán a Adonías: 44 De cierto que nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón. Ha enviado con él a Sadoc, sacerdote; Natán, profeta; Banayas, hijo de Joyada; los cereteos y feleteos; y le han hecho montar sobre la muía del rey; 45 y Sadoc, sacerdote, y Natán, profeta, le han ungido rey en Guijón, y de allí han subido con grandes muestras de júbilo, y toda la ciudad está en conmoción; ése es el alboroto que habéis oído. 4ó Además, Salomón se ha sentado en el trono real, 47 y los servidores del rey han ido a felicitar al rey David, diciendo: Que haga tu Dios el nombre de Salomón más grande que el tuyo y eleve su trono sobre tu trono. 48 El rey mismo se prosternó en su lecho y habló así: Bendito Yahvé, Dios de Israel, que ha hecho sentarse hoy sobre mi trono un sucesor de mi descendencia, viéndolo mis ojos. 49 Todos los convidados de Adonías se llenaron de miedo y, levantándose, fuéronse cada uno por su lado. 50Adonías, temiendo de Salomón, se levantó y fue al tabernáculo de Yahvé a tomarse de los cuernos del altar. 51Vinieron a decir a Salomón: Adonías tiene miedo del rey Salomón y ha ido a tomarse de los cuernos del altar, diciendo: Que el rey Salomón me jure hoy que no hará morir por la espada a su siervo. 52 Salomón respondió: Si él se porta lealmente, ni uno de sus cabellos caerá a tierra; pero si algo malo trama, morirá. 53 Mandó, pues, Salomón gentes que le hicieron bajar del altar, y Adonías vino a postrarse ante el rey Salomón, que le dijo: Vete a tu casa.

Los acontecimientos se precipitaron. Todavía estaban banqueteando los conjurados, cuando Salomón regresaba a la ciudad ceñida la cabeza con la doble corona de Judá y de Israel, empezando a reinar desde aquel momento (Lev_16:11; 2Re_13:13). De la fuente de Guijón a la de En-Roguel hay una distancia de 760 metros, pero la configuración del terreno no permitía que de una se divisara la otra. Adonías oyó el griterío, pero no vio el acto que se desarrollaba a unos centenares de metros más al norte. Jonatán, hijo del sumo sacerdote, partidario de Adonías, contó lo que ocurría, añadiendo que la corte había reconocido ya al nuevo monarca y que David, postrado en su lecho, como otro Jacob moribundo (Gen_47:31), lo había confirmado como sucesor suyo, congratulándose de haberlo podido ver con sus propios ojos.
Nada había ocultado Jonatán de cuanto había sucedido; sus palabras, tajantes y certeras, destrozaron las esperanzas de Adonías y sembraron el pánico entre los comensales, ya que, conforme a las costumbres antiguas orientales, la amenaza de muerte colgaba sobre la cabeza de los del partido derrotado (v.21). Esto temía Adonías, que para salvar su vida marchó al tabernáculo de Yahvé, acogiéndose al derecho de asilo (Exo_21:14). En otros pueblos antiguos, fenicios, griegos y romanos, tenía también el altar cuatro cuernos (Exo_27:2), que simbolizaban la fuerza de Dios. También fuera de Israel existían ciudades sagradas a las que podían refugiarse los perseguidos por la justicia. En Israel, además del altar existían las ciudades de refugio (Exo_21:14; Num_35:9-15; Jos_20:1ss). A este mismo derecho se acogerá más tarde Joab. Mandó Salomón que Adonías marchara a su casa, significándole que le separaba de palacio y que perdía su favor. No era prudente que Salomón iniciara su reinado con la muerte de los jefes de la oposición, imitando en esto la política de su padre David.