Salmos 119 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 176 versitos |
1 Alef- Bienaventurados los de conducta íntegra, los que caminan en la ley de Yahvé.
2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo su corazón le buscan.
3 Los que no cometieron iniquidad alguna y marchan por sus caminos.
4 Tú has promulgado tus preceptos para que sean guardados con diligencia.
5 ¡Ojalá sean firmes mis caminos en la guarda de tus preceptos!
6 Entonces no seré confundido, cuando atienda a todos tus mandatos.
7 Te alabaré con rectitud de corazón, instruido en tus justos juicios.
8 Guardaré tus mandamientos; no me abandones del todo."
9 Bet- ¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de su camino? Guardando tu palabra.
10 Yo te he buscado con todo mi corazón; no permitas que me aparte de tus preceptos."
11 He escondido en mi corazón tu oráculo para no pecar contra ti.
12 ¡Bendito seas, oh Yahvé! Enséñame tus preceptos.
13 Con mis labios he pregonado todos los decretos de tu boca.
14 Me he alegrado por el camino de tus testimonios más que por todas las riquezas.
15 Quiero meditar tus preceptos, prestar atención a tus sendas.
16 Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.
17 Guímel- Concede a tu siervo vivir y que guarde tus preceptos.
18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley.
19 Soy peregrino en la tierra, no me encubras tus mandamientos.
20 Languidece mi alma, deseando en todo tiempo tus decisiones.
21 Tú increpas a los soberbios, y son malditos cuantos se desvían de tus mandamientos.
22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio, pues he guardado tus testimonios.
23 Aunque se sienten príncipes hablando contra mí, tu siervo meditará tus estatutos.
24 Sí, tus testimonios son mis delicias, mis consejeros tus estatutos.
25 Dálet- Pegada al polvo está mi alma: conserva mi vida según tu palabra.
26 Te expuse mis andanzas, y me escuchaste; ¡enséñame tus estatutos!"
27 Haz que entienda los caminos de tus mandamientos y pueda meditar sobre tus maravillas.
28 Se derrite mi alma de pesadumbre; levántame tú según tu palabra."
29 Aparta de mí el camino de la mentira y otórgame la gracia de tu ley.
30 Elegí la senda de la verdad y no olvidé tus juicios.
31 Estoy adherido a tus testimonios; ¡oh Yahvé! no permitas que sea confundido."
32 Correré por el camino de tus mandamientos, pues tú ensancharás mi corazón.
33 He- Instruyeme, ¡oh Yahvé! en el camino de tus mandatos, para que los guarde hasta el fin.
34 Dame entendimiento para que guarde tu ley. y la guarde de todo corazón.
35 Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco.
36 Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia.
37 Haz que pasen sin ver la vanidad mis ojos, dame la vida con tu palabra.
38 Manten para con tu siervo tu oráculo, que (prometiste) a los que te temen.
39 Aparta de mí el oprobio que temo, pues tus juicios son para bien.
40 Mira que he anhelado tus preceptos; guarda mi vida en tu justicia."
41 Wau- Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh Yahvé! tu salvación según tu palabra,
42 para que pueda responder a los que me increpan que he esperado en tu palabra.
43 No quites jamás de mi boca las palabras de verdad, pues esperé en tus juicios.
44 Que guarde constantemente tu ley por siempre jamás.
45 Que marche con holgura, porque he buscado tus preceptos.
46 De tus testimonios hablaré ante los reyes, no me avergonzaré.
47 Me deleitaré en tus mandamientos, que es lo que amo.
48 Alzaré mis manos a tus mandatos y meditaré en tus decretos.
49 Zain-. Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me hiciste esperar.
50 Este es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me da la vida.
51 Los orgullosos mucho se han burlado de mí, pero no me he apartado de tu ley.
52 Me acuerdo de tus juicios de tiempo antiguo, ¡oh Yahvé! y me consuelo.
53 Se apodera de mí la indignación porque los impíos abandonan tu ley.
54 Fueron mis cantos tus estatutos en la casa de mi peregrinación.
55 De noche me acuerdo de tu nombre, ¡oh Yahvé! y guardo tu ley.
56 Esta ha sido mi suerte: guardar tus preceptos.
57 Jet-. Mi porción es Yahvé; he resuelto guardar tu palabra."
58 De todo corazón te imploro que me seas propicio según tu práculo.
59 He considerado mis caminos, y vuelvo mis pies a tus testimonios.
60 Me apresuro y no me retraso en guardar tus mandamientos.
61 Las ligaduras de los impíos me estrecharon, pero yo no me olvidé de tu ley.
62 Me levanto a medía noche para alabarte por tus justos juicios.
63 Compañero soy de cuantos te temen y guardan tus preceptos.
64 La tierra está llena, ¡oh Yahvé! de tu piedad; enséñame tus estatutos."
65 Tet-. Obraste benignamente con tu siervo, ¡oh Yahvé! según tu palabra.
66 Enséñame el buen sentido y la ciencia, pues creo en tus mandamientos.
67 Antes de ser afligido andaba descarriado, pero ahora guardo tu oráculo.
68 Tú eres bueno y bienhechor: enséñame tus estatutos.
69 Traman engaños contra mí los soberbios, pero yo guardo con todo corazón tus preceptos.
70 Craso está como sebo su corazón, pero yo tengo en tu ley mis delicias.
71 Bien me ha estado ser humillado para aprender tus estatutos.
72 Mejor me es la ley de tu boca que miles (de monedas) de oro y de plata.
73 Yod-. Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para aprender tus mandamientos."
74 Los que te temen, me ven y se alegran porque he esperado en tu palabra.
75 Conozco, ¡oh Yahvé! que son justos tus juicios, y que con razón me afligiste.
76 Sírvame tu piedad de consuelo, según tu oráculo a tu siervo.
77 Venga a mí tu misericordia y reviviré, porque tu ley es mi delicia.
78 Confundidos sean los soberbios, que sin razón me afligen; pero yo meditaré en tus mandamientos."
79 Vuelvan a mí los que te temen, y los que conocen tus testimonios.
80 Sea íntegro mi corazón en tus estatutos para no ser confundido.
81 Kaf-. Desfallece mi alma (ansiosa) de tu salvación, confío en tu palabra*
82 Consúmense mis ojos por tu oráculo, diciendo: “¿Cuándo me consolarás?”
83 Porque estoy como odre puesto al humo, pero no olvido tus estatutos.
84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia con los que me persiguen?
85 Cavaron los soberbios hoyas para mí, los que no son según tu ley.
86 Todos tus mandamientos son verdad, sin causa me persiguen. ¡Socórreme!
87 Casi me han echado por tierra, pero yo no he abandonado tus preceptos.
88 Vivifícame según tu piedad para guardar el testimonio de tu boca.
89 Lamed-. Tu palabra, ¡oh Yahvé! es eterna, es estable como los cielos.
90 Es por generaciones y generaciones tu fidelidad; formaste la tierra, y perdura."
91 Por tu ordenación aún subsisten hasta hoy, pues todas las cosas están a tu servicio.
92 Si tu ley no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi aflicción.
93 No me olvidaré jamás de tus preceptos, pues con ellos me has dado la vida.
94 Tuyo soy, ¡sálvame! pues busco tus preceptos.
95 Me acechan los impíos para perderme, pero yo pongo mi atención a tus testimonios.
96 A todo lo perfecto veo un límite, pero tus mandamientos son amplios sobremanera.
97 Mem-. ¡Cuánto amo tu ley! En ella medito todo el día.
98 Tus mandamientos me hacen más sabio que a mis enemigos, porque siempre están conmigo.
99 Me hacen más prudente que cuantos me enseñan, pues tus testimonios constituyen mi meditación.
100 Soy más entendido que los ancianos, porque guardo tus preceptos.
101 Retraje mis pies de todo mal camino para guardar tu palabra.
102 No me he apartado de tus juicios, porque me has instruido.
103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus oráculos, más que la miel para mi boca!
104 De tus preceptos saco inteligencia; por eso detesto toda falsa senda."
105 Nun-. Su palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero.
106 He jurado, y quiero cumplirlo, guardar tus juicios justos.
107 Estoy sobremanera afligido: joh Yahvé! vivifícame según tu palabra.
108 Acepta complacido, ¡oh Yahvé! las ofrendas voluntarias de mi boca y enséñame tus juicios.
109 Mi alma está en mis palmas; pero no he dado al olvido tu ley."
110 Me pusieron los impíos una trampa, pero no me desvié de tus preceptos.
111 Son mi heredad para siempre tus testimonios, pues constituyen el gozo de mi corazón.
112 Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos por siempre jamás.
113 Sámec-. Detesto la doblez de corazón y amo tu ley.
114 Tú eres mi defensa y mi broquel, y espero en tu palabra.
115 Apartaos de mí los malvados, que quiero guardar los mandamientos de mi Dios.
116 Sostenme según tu oráculo y viviré, y no me avergüences en mi esperanza.
117 Susténtame para que sea salvo, y me deleitaré siempre en tus estatutos.
118 Tú desprecias a cuantos se apartan de tus preceptos, porque sus designios son engañosos.
119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; por eso yo amo tus testimonios."
120 Se estremece mi carne por temor a ti, y temo tus juicios. Ayin
121 Practico el juicio y la justicia; no me abandones a mis opresores."
122 Responde por tu siervo para bien; no me opriman los soberbios."
123 Consúmense mis ojos por tu salvación y por el edicto de tu justicia.
124 Haz con tu siervo según tu piedad, y enséñame tus estatutos.
125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento para conocer tus testimonios."
126 Tiempo es de obrar por Yahvé, pues han violado tu ley.
127 Por eso yo amo tus mandamientos más que el oro, que el oro purísimo.
128 He procedido rectamente conforme a tus preceptos y he odiado todo camino falso.
129 Pe-. Son admirables tus testimonios; por eso los guarda mi alma."
130 La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los sencillos.
131 Abro mi boca y suspiro, pues anhelo tus mandamientos.
132 Vuélvete a mí y séme propicio, como haces con los que aman tu nombre.
133 Afirma mis pasos con tu oráculo y no dejes que me domine iniquidad alguna.
134 Rescátame de la opresión de los hombres para que pueda guardar tus preceptos.
135 Haz resplandecer tu faz sobie tu siervo y enséñame tus estatutos.
136 Arroyos de agua caen de mis ojos porque no guardan tu ley.
137 Sade-. Justo eres, ¡oh Yahvé! y rectos tus juicios.
138 Has impuesto justamente tus testimonios y con suma fidelidad
139 Mi celo me consume, porque dan al olvido tus palabras mis enemigos.
140 Acendrado del todo es tu oráculo, y tu siervo lo ama.
141 Pequeño y despreciable soy, pero no olvido tus preceptos.
142 Tu justicia es eterna y tu ley es verdad.
143 La angustia y la opresión han hecho presa sobre mí pero tus mandamientos son mis delicias.
144 Justos son por la eternidad tus testimonios; haz que los entienda y viva."
145 Qpf-. Clamo con todo mi corazón; escúchame, ¡oh Yahvé! quiero guardar tus estatutos."
146 Clamo a ti, sálvame para que guarde tus testimonios.
147 Me adelanto al alba para implorar auxilio y espero en tu palabra.
148 Se anticipan a las vigilias mis ojos para meditar tu oráculo.
149 Oye mi voz según tu piedad, ¡oh Yahvé! y haz que viva conforme a tus juicios.
150 Acercáronse los que malignamente (me) persiguen, los que se alejaron de tu ley.
151 Pero cercano estás tú, ¡oh Yahvé! y todos tus mandamientos son verdad.
152 Mucho ha que entendí que tus mandamientos los estableciste para la eternidad.
153 Res-. Ve mi aflicción y líbrame, pues que no he olvidado tu ley.
154 Defiende mi causa y protégeme; según tu oráculo, dame vida."
155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos.
156 Muchas son, ¡oh Yahvé! tus misericordias: haz que viva según tus juicios.
157 Muchos son mis perseguidores y adversarios, pero no me aparté de tus testimonios.
158 Veo a los traidores y me dan fastidio, porque no guardan tu palabra.
159 Mira que amo tus preceptos. ¡Oh Yahvé! dame vida según tu piedad.
160 La suma de tu palabra es la verdad, y eternos son todos tus equitativos juicios.
161 Sin-. Persiguiéronme sin causa los príncipes, pero mi corazón temía tus palabras.
162 Tan contento estoy con tu oráculo como quien halla abundante botín.
163 Odio y abomino la falsedad y amo tu ley.
164 Siete veces te alabo en el día por tus justos juicios.
165 Mucha paz tienen los que aman tu ley; no hay para ellos tropiezo."
166 He esperado, Yahvé, en tu salvación y he cumplido tus mandamientos.
167 Ha guardado mi alma tus testimonios, y los amo sobremanera.
168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están ante ti.
169 Tau-. Acerqúese mi grito a tu presencia, ¡oh Yahvé! y, según tu palabra, dame inteligencia.
170 Llegue mi deprecación ante tu faz, y, conforme a tu oráculo, sálvame.
171 Mis labios musitarán alabanzas porque me enseñas tus estatutos.
172 Cantará mi lengua tu oráculo, porque justos son todos tus mandamientos.
173 Sea conmigo tu mano para ayudarme, pues he elegido tus preceptos.
174 Anhelo tu salvación, ¡oh Yahvé! pues tu ley es mi deleite.
175 Viva mi alma para alabarte, y denme ayuda tus juicios.
176 Si errare como oveja perdida, busca a tu siervo, pues no me he olvidado de tus mandamientos.

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Introducción a Salmos

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;
Libro de los Salmos.

Introducción.

Nombre, número y numeración de los Salmos.
El Salterio es llamado en la tradición judía Libro de las alabanzas y, juntamente con Job y Proverbios, constituía la serie de los hagiógrafos mayores. En el N.T. se le conoce bajo la denominación de Libro de los Salmos (âßâëïò øáëìþí)2. El nombre de Salmo proviene del vocablo griego øÜëëåé í, que significa originariamente tocar un instrumento de cuerda o cantar al son de dicho instrumento. Es el equivalente aproximado del heb. mizmór (del v. tramar: tañer, tocar). El conjunto de salmos es llamado Salterio, que traduce el heb. nébel (instrumento músico de cuerdas) 3. Las composiciones salmódicas son generalmente de índole lírica, si bien no faltan entre ellas cantos épicos, composiciones didácticas y aun fragmentos oraculares proféticos.
El concilio Tridentino, recogiendo la tradición eclesiástica, incluye entre las Escrituras canónicas Psalterium davidicum 150 Psal-morum4. Son justamente los 150 salmos del texto masorético hebreo, excluyendo así el 151 de la versión griega de los LXX, al que se le califica de psalmus David idiographus et extra numerum po-situs.5 La expresión Psalterium davidicum del Tridentino no ha de tomarse en el sentido de determinación crítica del autor humano de los Salmos, sino simplemente en el de registrar como canónica la colección de Salmos, que era comúnmente considerada como de origen davídico por la tradición. El concilio trata en su decreto de la canonicidad de los 150 salmos, no de su origen crítico humano. Así lo han entendido comúnmente los comentaristas católicos, y en las determinaciones posteriores oficiales jamás se urge la necesidad de admitir el origen davídico de todas las composiciones del Salterio.
El texto hebreo masorético y el de las versiones griega y latina del Salterio no coinciden en la distribución numérica de los Salmos, fuera de los ocho primeros y los tres últimos. He aquí el esquema de la numeración según la diversa distribución del texto hebreo masorético y la de los LXX y Vg:

Texto Hebreo Masorético
1-8
9-10
11-113
114-115
116
117-146
147
148-150
Texto de los LXX y Vg.
1-8
9
10-112
113 114-115
116-145
146-147
148-150
Esta distribución, aunque es la general mantenida en la mayoría de los códices, sin embargo, en algunos se dan otras distribuciones 6. Se admite que, por razones convencionales del culto litúrgico, algunos salmos han sido separados, y otros juntados en uno 7.

División del Salterio.
La colección completa del Salterio se divide en cinco libros, que se terminan, respectivamente, por la doxología: Benedictus Dominus... Amen, amen.8 Se supone que esta quíntuple división de los Salmos obedece a la tradicional división del Pentateuco la Toráh en cinco libros.
Libro I: 1-41(40). Se le llama libro davídico, porque todos los salmos de esta primera colección se atribuyen a David, excepto los salmos 1.3(2) y 24(23). En estos salmos predomina el nombre divino Yahvé. Se considera como la sección primitiva del Salterio, y, sin duda, muchos de los salmos son de la época davídica o salomónica.
Libro II: 42(41)-72(71). En este libro segundo se incluyen dos colecciones, la de los hijos de Coré 42(41)-49(48)1 y la de David 51(50)-70(69)]. Al final del salmo 72(71) se dice: Se acaban las oraciones de David, hijo de Jesé; lo que implica que para el compilador eran desconocidas las siguientes colecciones del Salterio.
Libro III: 73(72)-89(88). Tiene una primera colección atribuida a Asaf (73-88). A este mismo personaje se atribuye el salmo 49 del libro anterior. Predomina en este tercer libro y en el segundo el nombre divino Elohim, Por eso ambos constituyen la gran colección de los salmos elohisticos (42-83).
Libro IV: 90 (89)-106(105). Conjunto heterogéneo, en el que se destacan los salmos que celebran el imperio universal de Yahvé (93-100).
Libro V: 107(106)-150. En esta última serie son de notar los llamados salmos graduales o de las subidas y los del gran Halleí, porque se iniciaban con el aleluya. Como este libro no se cierra con la conocida doxología Benedictus Dominus... Amen, amen, no pocos autores consideran el brevísimo salmo 150 como el colofón doxológico del Salterio.

Títulos de los Salmos.
La mayor parte de las composiciones del Salterio tienen unas indicaciones preliminares de índole histórica, musical o literaria 9. No pocos salmos se atribuyen a David o a otros personajes organizadores del culto del templo: a los hijos de Coré y de Asaf, Salomón, Moisés, Ernán, Etán, Iditún.
a) Indicaciones literarias
Mizmór: equivale a nuestra denominación de salmo (cántico recitado con acompañamiento de un instrumento de cuerdas). Este título acompaña a 57 composiciones del Salterio; 36 de éstas se atribuyen a David; a Asaf, 9; a los hijos de Coré, 6, y i a los hijos de Coré y Hernán ezraíta (el salmo 89). Sólo en cinco casos no aparece esta indicación literaria vinculada a un nombre propio. La versión de los LXX no siempre traduce mizmór por øáëìü$, pues en los salmos 4 y 39 traducen öäÞ; en cambio, en otras composiciones en que no aparece el nombre de mizmór las califican de øáëìïß.
Shir: designa propiamente un cántico, religioso o profano 10. Generalmente, la palabra shir va unida a la de mizmór (en 13 salmos); en el salmo 45(44) aparece sola; en cambio, califica a los salmos graduales o de las subidas (Sal 120-134). Los LXX lo traducen generalmente por öäÞ, y la Vg por canticum. En general tiene el sentido de cántico triunfal, festivo, por oposición a la qindh, que equivale a elegía.
Tefilláh: oración, plegaria. Aparece en cinco salmos: 17.86.90. 102.142. Al final del salmo 72 se dice: Fin de las plegarias (tefillóth) de David, hijo de Jesé. Esto indica que, para el compilador, la palabra tefiláh equivale a tehilláh, que traducimos por alabanza.
Tehilláh: alabanza. Aparece sólo en el encabezamiento del salmo 145; pero podría aplicarse a gran parte de las composiciones del Salterio. De hecho, entre los judíos, al libro de los Salmos se le llama sefer tehillím (libro de las alabanzas).
Maskil: generalmente se traduce esta palabra por didáctico, relacionándola con la raíz ski, que significa ser prudente, y en forma causativa instruir. Así, podemos traducirlo por instructivo, sapiencial. No obstante, esta calificación sólo conviene a los salmos 32 y 78 de los 13 a que se aplica. La Vg traduce por intellectus, sapienter, que a su vez es la versión de óõíÝóåùò y åßå óýíåóéí de los LXX. Algunas de las composiciones que llevan esta indicación tienen más bien el carácter de plegarias ardientes y lamentaciones angustiosas.
Miklám: aparece en seis salmos y es una palabra de sentido incierto. Los LXX traducen óôçëïãñáößá, y la Vg tituli inscriptio. Quizá leyeran miktáb, y entonces podría traducirse como poema que debe inscribirse en una estela o piedra. Sin embargo, Aquila, Símaco y San Jerónimo y el Targum han leído mdktám, y traducen por humilde y sencillo, aplicándoselo a David. Recientemente los autores han relacionado el vocablo misterioso con el arameo kéthém (oculto): poema esotérico; kethém heb.: oro: poema aureum, selecto.
Shiggáyón: denominación enigmática, que aparece sólo en el encabezamiento del salmo 7. Los LXX y Vg traducen por psalmus, pero otras versiones antiguas le dan el sentido de pecado cometido por ignorancia. Los exegetas modernos más bien traducen por ditirambo. Pero el salmo 7, en el que aparece dicho término misterioso, es más bien una plegaria penitencial, y entonces se le relaciona con el asirio shegu: delirar, lamentarse violentamente. En Hab 3:1 aparece la expresión (al shighyónoth, que los LXX traducen por ìåôÜ öäÞ$·
b) Indicaciones musicales
Son de diversa índole: alusión al maestro de capilla, a los instrumentos con los que debía ser acompañado el salmo y a la melodía popular conocida según la cual debía cantarse.
Lamnaséaj: se suele traducir generalmente: Al maestro de coro u. La Vg, siguiendo a la versión de los LXX (åéò ôï ôÝëïò), traduce por in finem, sin duda porque leyeron lánésaj. Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo traducen vencedor, victoria (sin duda leyendo en heb. mnaséaj). En ese supuesto se trataría de un pean o canto de triunfo. Pero la mayor parte de las composiciones del Salterio que llevan esta indicación no tienen este carácter literario 12.
Lelamméd: aparece sólo en el salmo 6o y se traduce comúnmente para enseñar. Esta indicación aparece también en la elegía de David sobre Saúl y Jonatás13.
'Al-hashmíníth: se traduce generalmente pro octava13, y se interpreta en el sentido de que debía interpretarse con una octava baja o con voces graves 14.
1Al-'alámóth: lit. a las vírgenes. Y se supone que es una alusión a las voces de soprano.
Le 'annóth: aparece en el salmo 88. La Vg traduce: ad respon-dendum, siguiendo a los LXX: ôïõ ÜðïêñéèÞíáé. San Jerónimo: ad praecinendum. Generalmente se entiende esta indicación con la significación de alternancia de coros.
Séláh: esta extraña palabra la encontramos no en las cabeceras de los salmos, sino en el cuerpo de los mismos. Aparece setenta y una veces en 39 salmos, y tres veces en el cántico de Habacuc 15. Generalmente aparece en la colección del maestro de capilla. San Jerónimo lo traduce por semper, y para él es una exclamación semejante a amen o paz. La Vg no la traduce, y los LXX oscilan entre äéÜøáëìá y áåß (versión de Aquila, y algunas veces de Símaco y Teodoción, aunque éstos generalmente traducen como los LXX). El sentido etimológico es oscuro. Comúnmente se interpreta como cambio de estrofa o de recitación coral16.
Higgáyón: se suele entender en el sentido de meditativo (de la raíz hágdh, murmurar, meditar, musitar).
Bineghínóth: aparece en seis salmos y en el cántico de Habacuc. Se suele traducir por con instrumentos de cuerdas: arpa, lira...
¸É-nejílóth: instrumentos de viento: flauta, etc.
Al-hagghittith: el Talmud traduce sobre la cítara de Geth. Los LXX y Símaco: õðÝñ ôùí ëçíþí; y San Jerónimo: pro torcularibus, para los lagares. Quizá se aluda a un cántico que se solía cantar cuando se prensaba la uva o el aceite.
¢É-'ayyéléth hashshajar: sobre la cierva de la aurora. Los LXX: õðÝñ ôÞ$ áíôéëÞøåùò ôçò ÝùèéíÞs. Vg pro susceptione matutina (leyendo 'éyálüth en vez de ''ayyéléth. Probablemente se trata del comienzo de alguna canción conocida a cuya melodía debía adaptarse la recitación del salmo.
Al-yónath Celera rejoqim: sobre la paloma muda de las lejanías. Los LXX traducen sobre el pueblo que ha sido alejado de los santos. Los traductores alejandrinos, en realidad, se ven muy embarazados al traducir estos títulos, que responden a piezas musicales para ellos desconocidas.
´Al-müth labbén: sobre la muerte del hijo. Los LXX: sobre las faltas secretas de los hijos (leyeron al-alümé(1) -habbén).
¢É-müth: sobre la muerte. Los LXX: åú$ ôïõò áéþíáò. Vg: in saecula (leyendo sin duda 'al-olámoth, que consideran como equivalente a 'al-olámim).
'Al~majalath: sobre la enfermedad. Los LXX lo toman como nombre propio: õðÝñ ÌáåëÝè. Así también la Vg: pro Maheleth. Aquila, Símaco, Teodoción y San Jerónimo leen 'al-mejoláth: para el coro de danza.
¢É-shóshanim: sobre los lirios. 'Al-shüshan leduth: sobre el lirio (7) testimonio. ¸É-shóshannim 'édüth: sobre los lirios-testimonio. Los LXX traducen por los que son cambiados (leyendo 'al-sheshshónim).
c) Indicaciones litúrgicas
En el texto hebreo masoretico apenas se encuentran estos títulos de significación litúrgica. Únicamente lleva una indicación de esta índole el salmo 92: Cántico. Para el día del sábado. En cambio, en la versión de los LXX y en la Vg abundan estos títulos litúrgicos. Los salmos se utilizaban en el canto del templo al ofrecerse los sacrificios y las oblaciones 17. La recitación de los salmos por los levitas alternaba con el sonido de las trompetas, manejadas por los sacerdotes 1S. En la versión de los LXX aparecen determinados salmos asignados para los distintos días de la semana 19. Encontramos también indicaciones como éstas: in dedicationem do-mus 20, in rememorationem 21, que parece ser la traducción del lehazkír del TM, que puede relacionarse con el 'azkarah o memorial de Lev 2:2: una oblación especial conmemorativa, consistente en quemar incienso los sábados sobre los panes de la proposición 22.
Otros salmos llevan el título de lethódah: para alabanza; quizá se cantaba con motivo de un sacrificio de acción de gracias. El salmo 30 lleva por título shír janukkatt habbaith: cántico para la dedicación del templo. Quizá se aluda aquí a la dedicación del segundo templo, reconstruido después del retorno de la cautividad, o a la purificación del mismo en el 164 a.C. por Judas Macabeo 23. El salmo 29 lleva por título in consummatione tabernaculi, siguiendo a los LXX: Ýîïäëïõ óêçíÞò; posible alusión al octavo día de la fiesta de los Tabernáculos 24.
La serie de salmos que comprende 120 al 134 lleva por encabezamiento: Cántico de las subidas o de las gradas: shír hamma 'alóth: öäÞ ôùí áíáâáèìþí. Se supone que se cantaba cuando subían los peregrinos a Jerusalén o cuando avanzaban por las gradas que llevaban al templo 25.
Finalmente, hay otra serie de salmos llamados aleluyáticos, porque van precedidos de la exclamación Halelüyah (Alabad a Yahvé) 26. El grupo de los salmos 113(112)-118(117) es llamado el Gran Hallel, y se cantaba en las fiestas de Pentecostés, de los Tabernáculos y en la cena pascual 27.
d) Indicaciones históricas
Un grupo de 13 salmos atribuidos a David llevan unas indicaciones sobre la ocasión histórica de su composición. En general están tomadas de los libros de Samuel. El compilador ha querido concretar para sus lectores el momento histórico de la vida del gran rey, que dio lugar a determinadas composiciones salmódicas. En nueve salmos se alude a la persecución de que fue objeto David de parte de Saúl 28. En el salmo 3 se menciona la rebelión de Absalón; en el 51 se alude al adulterio de David, y en el 6o a la guerra siroamonita. En la versión griega aparecen otros salmos con indicaciones históricas 29.
En general podemos decir que todos estos títulos de los Salmos son anteriores a la versión griega de los LXX (s.ÉÉÉ-ÉÉ a.C.) 30.

Autores y datación de los Salmos.
El texto hebreo masorético atribuye 73 salmos a David 31, mientras que según la versión de los LXX son 84 los davídicos, 65 en la Vg y 86 en la siríaca. No pocos Santos Padres, siguiendo tradiciones rabínicas 32, sostuvieron que los 150 salmos del Salterio son obra del propio David 33. San Jerónimo rechaza esta opinión 34. Las expresiones Salmos de David, Himnos de David, Libro de los Salmos de David, Salterio davídico, empleadas en las antiguas colecciones y en los mismos concilios para designar los 150 salmos del A.T., no obligan a sostener que todos los salmos hayan de atribuirse a sólo David 35.
Los críticos modernos son más bien propensos a negar la paternidad davídica de la mayor parte de las composiciones del Salterio. Así, Delitzsch admite sólo 44 salmos davídicos 36; Hitzig, 14 37; Briggs, 13 38. En general hay tendencia a retrasar la época de composición de los Salmos, poniéndolos en la época persa o macabea 39.
En realidad, no es fácil determinar la fecha de composición de la mayor parte de los salmos, pues las pruebas internas, sean de estilo o de lenguaje, resultan ser una guía precaria. Muchos de los salmos tienen un carácter completamente general: las circunstancias de un período se parecen muchas veces a las de otro; muchos salmos han sufrido adaptaciones y modificaciones, y la datación de un salmo no ha de determinarse por una simple palabra o una frase 4°. Con todo, hay muchas veces indicios de composición tardía: alusión al templo, a la cautividad, ausencia de alusiones a la idolatría. En cambio, en no pocos salmos se refleja el estado eufórico de los tiempos gloriosos de la monarquía antes del exilio. Por otra parte, sabemos que David se distinguió por su inspiración poética y sus aficiones musicales, lo cual hace muy verosímil que muchas de las composiciones líricas religiosas suyas hayan sido adoptadas en la vida litúrgica del templo, quedando incorporadas al canon judaico. Precisamente por ser David un gran poeta el poeta religioso por excelencia , no pocas composiciones del Salterio le son atribuidas por la tradición, como se atribuyen a Salomón la mayor parte de los libros Sapienciales por ser el sabio por excelencia de la tradición israelita,
De la exposición de estos apartados se deduce claramente el espíritu moderador de la autoridad eclesiástica en esta cuestión crítica de la autenticidad davídica del Salterio. En realidad, no hay razones críticas poderosas para negar que un núcleo principal del Salterio sea del profeta regio. Muchos salmos reflejan un estilo y léxico de los mejores tiempos preexílicos, y pueden muy bien atribuirse al propio David.
Los autores del N.T. citan no pocas veces salmos atribuyéndolos a David42. En realidad, ni los apóstoles ni el mismo Cristo tratan con estas citas de resolver el problema de la autenticidad crítica humana de los salmos, pues su finalidad es pastoral y apologética; y en sus argumentaciones utilizan los textos acomodándose a la común creencia de los destinatarios judíos, que suponían que dichos salmos eran de David. De esto se deduce que dichas citas no prejuzgan el problema de la autenticidad crítica de las composiciones del Salterio.
Ya hemos indicado antes que en los títulos de los salmos se atribuyen muchos de éstos a diversos personajes, además de David: a Asaf se adscriben 12; a los hijos de Coré, n. El salmo 72(71) es atribuido a Salomón; el 90(89), a Moisés; el 88(87), a Ernán, y el 89(88), a Etán. En la versión griega de los LXX aparecen otros atribuidos a Jeremías, a Ezequiel, a Zacarías y a Ageo. Vemos, pues, que la tradición ha buscado vincular la mayor parte de las composiciones del Salterio a determinados personajes famosos por su carácter regio, profético o levítico 43. La pseudonimia es corriente en la literatura sapiencial del A.T., y, por eso, estas indicaciones de los títulos no han de tomarse al pie de la letra, pues son obra de los escribas y copistas, que han pretendido vincular las composiciones salmódicas a nombres venerados de la tradición bíblica, entre los que descollaba el gran poeta rey de Israel, el legendario David44.

Colecciones de salmos y formación del Salterio.
El actual Salterio se fue formando paulatinamente por yuxtaposición de nuevas composiciones recogidas de distintas épocas. Podemos distinguir en el Salterio tres colecciones distintas que tuvieron vida propia literaria antes de ser incorporadas a la gran colección unitaria actual.

Las composiciones de esta primera serie son de diversa índole: himnos de alabanza o de acción de gracias 45, composiciones didácticas o sapienciales46, profecías mesiánicas 47. Todos los salmos de esta colección son atribuidos a David, excepto los salmos 1:2.10 y 33. El salmo i parece ser de inserción posterior a la primitiva colección yahvista, como introducción sapiencial a esta serie o a todo el Salterio. A Dios se le designa ordinariamente en esta colección con el nombre de Yahvé 48; de ahí la denominación de yahvista. En general, los poemas de esta colección llevan el sello individual, frente a otros de otras series que reflejan la preocupación nacional. Esta primera colección yahvista es considerada como el núcleo primitivo del Salterio, pudiendo muchos de sus salmos ser obra del propio David.
En esta serie prevalece el nombre divino de Elohim49; de ahí la denominación de elohistica. Este afán de sustituir el nombre de Yahvé por el de Elohim se ve clara en los salmos 53 y 70, que son la repetición de los salmos 14 y 40:14-18, respectivamente, con la diferencia de poner Elohim en vez de Yahvé. Generalmente se explica esta diferencia por el afán de evitar el sacrosanto tetragrámmaton, según las exigencias teológicas de la época, en que se quería salvar ante todo la trascendencia divina. Algunos autores creen que esta colección del Salterio fue compilada para uso de los judíos de la diáspora, y de ahí el cuidado de evitar el nombre de Yahvé en tierras extrañas a la heredad del Dios de Israel50. Pero no hay indicios claros para avalar esta hipótesis.
Esta segunda colección es más heterogénea que la primera, pues en ella encontramos plegarias de David, poemas de Asaf, composiciones de los hijos de Coré y un salmo atribuido a Salomón.
Los atribuidos a David son de la más diversa índole: penitenciales, invectivos, deprecativos, de acción de gracias y aun himnos procesionales 51.
Los pertenecientes a los hijos de Coré52 tienen también una gran variedad literaria: elegías, himnos guerreros, cánticos eucarís-ticos, poemas triunfales en honor del Creador, cantos procesionales, fragmentos cpitalámicos, poemas sapienciales y plegarias mesiánicas. En cuanto a la forma poética y literaria, el Salterio coraíta constituye una joya única en medio de los esplendores que adornan el gran Salterio. Magnificencia, naturalidad, frescor de imágenes y de comparaciones, profundidad, nobleza, sinceridad de pensamientos y de sentimientos, flexibilidad y sencillez de ritmo métrico y estrófico, nada falta a estas pequeñas composiciones para hacer de ellas obras maestras, 53
La versión de los LXX tiene tendencia a atribuir muchos de estos salmos a David, sin excluir el otro título de los hijos de Coré,54
La serie atribuida a Asaf, poeta, profeta y organizador del canto en el tabernáculo en los tiempos de David55, tiene un carácter más sapiencial y aun filosófico, con no pocas reflexiones sobre la historia de Israel56. Pero no faltan las composiciones elegiacas, los oráculos proféticos 57 y las odas triunfales a Yahvé, juez de la historia58. No se debe buscar en los poemas asáficos la delicadeza exquisita de sentimiento, la melancolía dulce y penetrante de ciertos salmos coraítas, ni la perfección métrica y estrófica. Están escritos en estilo a veces áspero y oscuro. Pero están llenos de vigor y de vida, de un movimiento rápido y dramático. Se diría que sus autores han desdeñado la forma para atenerse sólo al fondo 59.
En general tienen una proyección nacional. El estilo profético caracteriza algunas de sus composiciones, haciendo hablar a Dios en forma oracular. Por eso se los ha denominado salmos proféticos.
Es un grupo más heterogéneo que los dos anteriores: 17 salmos davídicos, uno atribuido a Salomón (el 127) y otro a Moisés (el 90), y los restantes son anónimos, y no pocos huérfanos o desprovistos de todo título. Desde el punto de vista del contenido, son también de diversa índole: deprecativos60, sapienciales61, me-siánicos62, imprecatorios63, elegiacos64, históricos65, líricos66, himnos 67.
En esta última colección se incluyen los cánticos de las subidas o graduales68, que se caracterizan por su brevedad y frescor, escritos en lenguaje popular y familiar. Existe en ellos un ritmo gradual, de forma que las ideas van subiendo como por escalones: se repite una idea y sirve de punto de partida de una nueva idea 69.
También pertenece a esta colección la serie de los salmos ale-luyáticos70. Entre ellos se destaca el gran Hallel71, que se recitaba en las grandes fiestas del año 72.
Supuesta esta estratificación de salmos, podemos inferir que el actual Salterio se fue formando paulatinamente por crecimiento gradual, conforme a las exigencias de la piedad judía y las necesidades litúrgicas. Suponiendo que un núcleo primitivo llegue a los tiempos davídicos, los restantes se fueron añadiendo en los tiempos eufóricos de la monarquía bajo Ezequías (s.VIII) y Josías (s.VII), reyes que fomentaron la piedad y la vida de culto en el templo jerosolimitano73. Finalmente, una gran parte pertenece a la época postexílica. La literatura sapiencial floreció particularmente después de la repatriación, y en las escuelas de sabios no faltaban poetas que se preocupaban de cantar alabanzas a Dios, expresando las íntimas angustias del fiel incomprendido en la sociedad.

Belleza poética y estructura literaria de los salmos.
Los salmos son ante todo composiciones poéticas, lo que quiere decir que lo intuitivo y afectivo priva sobre lo lógico y didáctico. El poeta se deja llevar de impresiones íntimas difíciles de concretar, de vivencias profundas que no encuentran su encasillado en las estratificaciones frías y calculadas de la razón. La comunicación de esa vivencia no se puede ahogar en el tecnicismo árido y frío de un análisis y de un examen puramente críticos... El salmo es un poema que se presenta desde dos puntos de vista: la experiencia interna, que es algo real y que tiende a unirse con la forma externa, busca el modo de presentar lo eterno en algo concreto, palpable, viviente y muchas veces pintoresco. La presentación plástica se realiza con imágenes y símbolos. En esa realidad palpable se esconde algo interno... La visión poética se proyecta necesariamente sobre un plano determinado y limitado, pero el plano espiritual se cierne sobre el puramente particular y estrecho... En la poesía de los Salmos, la historia de Israel se abre espontáneamente a un porvenir lejano. Las experiencias de ayer y de hoy se transfiguran de manera radical, y las líneas fundamentales de los hechos salvíficos de Dios en favor de los hombres, que los poetas experimentan tan al vivo, se alargan hacia horizontes que se pierden en un luminoso futuro.74
Como es ley en la poesía hebrea, el salmista establece un constante contrabalanceo de miembros, un movimiento pendular del pensamiento, y así, los versos en dísticos son como los dos platillos de la balanza, que mutuamente se equilibran. El semita va dando las ideas por entregas en círculos más o menos concéntricos, de forma que el pensamiento va gradualmente avanzando, a base de insistir en una idea que se repite, pero que es punto de partida de otra nueva o de la misma bajo otra forma de expresión. Es el estilo concéntrico: Lo que se dice es una sucesión de comunicaciones plenas, cada una de las cuales abarca la sustancia en su totalidad, pero sin agotarla enteramente. Se añade sin cesar algo nuevo, ora un aspecto, ora otro, y lo que nosotros creíamos haber captado a la primera en su totalidad, pero de manera vaga, aparece de este modo patente y claro a nuestro espíritu y penetra hondo en nuestro corazón. Se trata de un movimiento circular, de un proceso de pensamiento concéntrico. En medio de este flujo y reflujo queda un punto central que nunca se aclara del todo... Este pensamiento es musical y rítmico. Es algo así como una composición musical en la que se repiten sucesivamente motivos con apenas ligeras variaciones, pero que se nos antoja algo enteramente nuevo y con vivencias no percibidas anteriormente. Gracias a estas repeticiones y a esta progresión in crescendo, puede uno asimilar más completa y profundamente el motivo fundamental75.
No convienen los autores al determinar las leyes convencionales que presiden la expresión externa de la poesía hebraica. Con todo, hay una cosa clara: el ritmo interno conceptual, el contrabalanceo de sentencias. Es el paralelismo de miembros, que, en expresión de los especialistas, es la ley primera y más cierta de la poesía hebrea76. Como ya hemos indicado en la introducción general a los libros Sapienciales, el paralelismo de miembros tiene tres formas: sinónimo, antitético y sintético o progresivo.
Paralelismo sinónimo. Es la repetición de la misma idea bajo distinta formulación en las dos partes del verso:

No te irrites por mor de los malvados ni envidies al que obra inicuamente77.Oye, Dios mío, mi clamor, atiende a mi oración 78.

Paralelismo antitético. Contraposición de dos ideas en cada una de las partes del verso para provocar un choque psicológico en el lector y aclarar por contraste su contenido:

Estos en carros, aquéllos en los caballos, pero nosotros esperamos en el nombre de Yahvé, nuestro Dios79.
Muchos son los dolores del impío, pero la misericordia ceñirá al que espera en Yahvé 80.

Paralelismo sintético. Desenvolvimiento parcial de la idea expresada en el primer estico, mediante una nueva idea o una comparación ilustrativa:

Como el ciervo las fuentes de las aguas, así mi alma te desea a ti, Dios81.
Entonad al Señor un canto nuevo, entonadlo al Señor las tierras todas 82. Bocas tienen, mas no hablan; ojos tienen, mas no ven 83.

Fuera de este ritmo lógico de sentencias, poco es lo que con certeza se sabe de la distribución rítmica y estrófica del verso hebreo. Las hipótesis se multiplican, pues mientras para unos autores la clave del ritmo hebraico está en la cantidad de sílabas largas o breves, como en el latín clásico 84, para otros el secreto está en la distribución de acentos; y no faltan quienes sostengan que la poesía se basaba en el número de sílabas, sin relación alguna con su cantidad 85. Tampoco la división estrófica se puede determinar con claridad. Con todo, hay algunos indicios: el estribillo repetido en el poema86, la inclusión (la misma estrofa empieza y termina con las mismas palabras) 87, la responsión (correspondencia de ideas en dos estrofas sucesivas) 88 y la concatenatio (distribución de ideas o de palabras para encadenar grupos de versos o estrofas). Así, una estrofa empieza con las mismas palabras con que se cierra la anterior. Se llama también anadiplosis. 89
Un artificio bien conocido en la poesía hebrea es la distribución alfabética o acróstica. Cada verso o cada estrofa empieza con una letra distinta del alefato hebreo y siguiendo su orden 90. Es un procedimiento de la poesía decadente, ya que resulta demasiado artificial, sujetando la agilidad e inspiración del pensamiento. Con todo, las Lamentaciones de Jeremías son una excepción a esta apreciación, ya que poseen un patetismo y aun lirismo inigualables; pero las composiciones acrósticas que tenemos en el Salterio son de inspiración pobre, pues el poeta no sabe moverse con agilidad dentro del encasillado del alefato hebreo.
En la versificación hebrea, y en concreto en el Salterio, encontramos otros artificios literarios:
Anáfora: repetición de una o muchas palabras al principio de muchos versos:

¿ Hasta cuándo, Señor, me has de olvidar, hasta cuándo apartas tu rostro de mí? 91

Epífora: repetición de las mismas palabras al fin de muchos versos:

Todas las gentes me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban, me cercaban, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba. Me rodeaban como abejas, y, confiado en el nombre de Yahvé, las derrotaba 92.

Symploké: repetición de las mismas palabras al principio y al fin de cada verso:

Diga ahora, Israel, porque es bueno, porque su misericordia es para siempre. Diga ahora la casa de Aarón, porque para siempre es su misericordia. Digan ahora los que temen a Yahvé, porque para siempre es su misericordia 93.

Estribillo: es un ritornello o refrán que se repite después de determinadas sentencias de modo regular. Así, en el salmo 42:6.12 se repite:

¿Por qué te abates, alma mía, por qué te turbas dentro de mí?. 94

Estos son los artificios literarios que encontramos en la técnica externa de la poesía hebraica, y que abundan en las composiciones del Salterio.

Mensaje doctrinal de los Salmos.
El libro de los Salmos, como todos los de la Biblia, es eminentemente religioso, pero precisamente la vena poética sirve para resaltar más la inspiración e intuición espiritual de los fieles, que se sentían vinculados a los destinos providenciales de Israel sacerdocio real y nación santa 95 en la historia. La poesía hebrea del Salterio es más que un mero desahogo individual, pues está impregnada del sentido histórico-mesiánico de la comunidad teocrática. En la historia sagrada encontramos desde el principio explosiones lírico-religiosas del alma popular israelita con motivo de una intervención milagrosa de Yahvé en favor de su pueblo. Es el caso del paso del mar Rojo cantado por los rapsodas populares, y que ha llegado a nosotros con el nombre del gran caudillo, Moisés.
Después de la organización del culto en el templo, esta inspiración poético-religiosa quedó canalizada a través de los representantes de la familia levítica, especialmente vinculados a la vida litúrgica del santuario. Así, pues, la mayor parte de las composiciones salmódicas surgieron en torno a las exigencias de la vida litúrgica. Almas selectas que vivían con profundidad la vida religiosa en el templo en intimidad con Yahvé fuente de toda vida espiritual ,dejaron sus experiencias espirituales en los Salmos, que aún hoy día son alimento de las almas del N.T.
El culto de Israel, que alcanzaba su plena vivencia en las grandes fiestas anuales, en los sacrificios cotidianos, en las ceremonias de acción de gracias, en los días de oración, significa la celebración de los hechos salvíficos de Yahvé, el reconocimiento de Yahvé como su Dios. La liturgia es para ellos, como para nosotros, algo más que el simple recuerdo de acontecimientos pasados. La historia de los hechos salvíficos, y en especial la salida de Egipto con todo lo que lleva consigo, no se conmemora simplemente, sino que de alguna manera se actualiza de nuevo, precisamente como actos (y palabras) salvíficos de Dios, y de esta manera pueden los fieles vivir de nuevo estos acontecimientos. Los hechos salvíficos se anuncian en la comunidad, que es el centro donde resuena la palabra de Dios. Y este anuncio auténtico de la palabra de Dios opera algo, opera la salvación... De estas celebraciones litúrgicas traen su origen los Salmos 9Ó. Los salmistas aluden constantemente a la proyección litúrgica, en la asamblea, de sus propias vivencias espirituales, de sus beneficios alcanzados de Yahvé 97.
De este ambiente cultual litúrgico brotaron las composiciones del Salterio. Según, las exigencias de determinadas fiestas, el poeta componía un nuevo poema religioso, que era después recitado e incorporado a la colección preexistente. Surgieron así diversas familias salmódicas conforme al módulo literario poético exigido por las circunstancias: himno, canto de acción de gracias, oraciones deprecativas, odas epitalámicas, composiciones épicas y aun elegiacas. Los problemas individuales del salmista adquieren así un valor público, pues su salvación milagrosa de un peligro de muerte enfermedad grave, hostilidad de los impíos es una prueba de que Yahvé no abandona a los que le son fieles, y en este sentido su experiencia personal es una lección para la comunidad religiosa.
Es muy importante señalar el módulo literario que preside la conformación de cada salmo, pues sólo así podemos calibrar sus afirmaciones en la debida medida; pero no debemos olvidar que muchas veces en la misma composición intervienen distintos módulos literarios. Así, se mezclan a veces la deprecación, la elegía, la acción de gracias, el oráculo profético, el género sapiencial. Los exegetas generalmente dividen los salmos en familias, por el contenido de los mismos o por su género literario, para captar mejor su mensaje y sentido. Cada grupo se caracteriza por su propio ambiente, su propia mentalidad y por su pequeño mundo de ideas. Cada grupo tiene su idea central, y por eso vive su correspondiente actitud de alma.98
Podemos dividir las diversas composiciones del Salterio en las siguientes familias: salmos de alabanza o himnos de acción de gracias, deprecativos, de peregrinación, profesionales, de entronización, regios, mesiánicos. Todos ellos están presididos por la idea obsesionante del Dios providente: La atmósfera de los salmos es eminentemente teocéntrica. Sus autores están sedientos de divinidad. A sus ojos, Dios es todo... Ni un instante los salmistas apartan de Dios su mirada y su pensamiento. Si exultan, si gimen, si contemplan, si relatan, todo cuanto sale de sus plumas converge en la sumisión, la prosternación, la aclamación o la adoración... Si acaban de obtener una victoria, si están enfermos, si sienten sus almas asaltadas por las dudas, si tienen conciencia de su pequenez y de su pobreza, siempre se vuelven hacia Dios/ que podrá sacarles de sus situaciones difíciles o merece las acciones de gracias... Dios es la trama, no subyacente, sino resplandeciente y viva, de cada uno de los versículos. Cualquier ocasión sirve a los salmistas para repetir que Dios es grande, justo, fiel o misericordioso, y reiterarle la expresión de su fe, su confianza y su amor

1. Himnos de alabanza.
Las invitaciones a alabar a Yahvé por sus proezas arrancan de los tiempos del Éxodo100. En el canto de Débora se enaltece el poder del Dios de Israel, que ha vencido a los enemigos de su pueblo 101. En la visión inaugural del ministerio profético de Isaías se hace exclamar a los serafines: Santo, santo, santo, Yahvé de los ejércitos; llena está toda la tierra de su gloria.102 Toda la creación es la manifestación gloriosa de su poder y magnificencia. En los esplendores litúrgicos del templo, el salmista entona himnos de alabanza y de admiración al Dios de la creación y al Dios de la historia de Israel. Se cantan las antiguas gestas y se glorifican las nuevas salvaciones de Yahvé en favor de su pueblo. Algunas veces estos cánticos tienen un aire de responsorio, en el que interviene el solista y el coro general del pueblo:

Alabad a Yahvé, porque es bueno, porque es grande su misericordia.
Diga la casa de Israel: Es eterna su misericordia.
Diga la casa de Aarón: Es eterna su misericordia.
103

Con el canto alternaban los sonidos de los instrumentos músicos de la más diversa índole: de cuerda y de aire: harpas, cítaras, flautas, cuernos, tambores y címbalos. El salmista invita a todos los instrumentistas a tomar parte en la glorificación de Yahvé salvador en el templo:

Alabadle al son de las trompetas, alabadle con el salterio y la cítara, alabadle con tímpanos y danzas, alabadle con las cuerdas y flautas, alabadle con címbalos resonantes, alabadle con címbalos de júbilo. Todo cuanto respira alabe a Yahvé. ¡Aleluya!104

El pueblo se asociaba con danzas y movimientos rítmicos a esta manifestación bullanguera en honor de su Dios. Las gentes de mentalidad primaria son propensas a manifestar con músicas altisonantes sus afectos íntimos. El pueblo israelita se sentía dichoso en el templo en torno a su Dios, y la música le enardecía sobremanera. El aleluya era como un grito espontáneo de alabanza que salía de las gargantas del pueblo, agradecido a las bendiciones y bondades de su Dios. Otras veces respondía con la palabra de asentimiento, amén, a las alabanzas de los levitas y cantores oficiales 105.
En los himnos de alabanza, el poeta empieza con una invitación a los fieles yahvistas a unirse a sus alabanzas en torno al Dios de Israel; después expone los motivos de estas alabanzas, para terminar con una fórmula de glorificación aceptada acorde a la idionsicracia del pueblo. La perspectiva del salmista se extiende a todo Israel, a todas las criaturas, al universo, invitando incluso a los seres angélicos a entonar un himno de alabanza. En la parte central, no pocas veces se enumeran los motivos más diversos para entonar alabanzas a Dios: por ser Creador, por haber salvado a su pueblo de la opresión egipcia y haberle alimentado milagrosamente por el desierto 106. No pocas veces se canta el poder divino, manifestado en las fuerzas caóticas del mar tenebroso y sobre los monstruos marinos, como el Leviatán 107. La sucesión del día y la noche, la aparición de las fuentes y los ríos, son motivos de alabanza y expresión del poder y sabiduría divinos 10S. Su omnipotencia absoluta se pone a veces en contraposición a la impotencia de los ídolos 109.
Los israelitas tenían una concepción viviente de Dios, que manifiestan en la historia de su pueblo a la par que en la creación. Las vinculaciones históricas de Yahvé con Israel privan sobre las consideraciones de una pura teodicea natural. Su experiencia religiosa era ante todo una experiencia salvífica, y toda la idea de Dios se apoya sobre una experiencia de ese mismo Dios. Se fundaba sobre los hechos de la historia de la salvación, en el hecho de que Dios estaba próximo a su pueblo. Más tarde va tomando cuerpo en una reflexión ulterior la conciencia de las relaciones entre Creador y criatura. La Biblia no se alza de la filosofía a la teología, sino que, partiendo de la experiencia religiosa, de la convicción de pertenecer al pueblo de Dios, de la plena conciencia de ser el pueblo elegido, llega, mediante reflexiones posteriores, a conclusiones precisas sobre el ser, el cosmos y la creación. 110 La fe de Israel ha nacido de la experiencia espiritual del obrar de Dios con su pueblo y con cada individuo en particular. Israel ha captado a su Dios como un Dios viviente, que se revela en la historia del pueblo y en la vida de los individuos. Israel ha aprendido a conocer a Dios como a un Salvador y a un guía, como a un Dios Sanador. Israel no extrae de la naturaleza el conocimiento que tiene de Dios, como lo hacen los demás pueblos orientales antiguos, que arrancan de la naturaleza las imágenes de los dioses. A Israel le viene ese conocimiento de las intervenciones de Dios en la historia de su pueblo, como muy bien podrían apreciarlas a la luz de la revelación en Moisés y los profetas. 111 También Israel podía conocer a Dios partiendo de la creación, pero de hecho lo ha conocido mejor y aún más íntimamente a través de las intervenciones divinas en la vida misma de Israel, en su historia. Yahvé se ha manifestado vivo y operante, se ha revelado a Israel, se ha dejado experimentar por Israel.112
Los salmistas tienen conciencia de esta elección excepcional de Israel, debida únicamente a la voluntad salvadora de Yahvé 113; y por eso cantan entusiasmados sus gestas antiguas liberación de la esclavitud faraónica, estancia en el desierto y conquista de Canaán , para dar confianza en los momentos críticos de la historia hebrea posterior. Las dificultades y la cautividad babilónica hacen suspirar por la urgente manifestación poderosa de Yahvé, como en otro tiempo contra los egipcios. El pasado del Éxodo se idealiza, y los poetas ansianas una nueva etapa de vida nacional bajo la égida de Yahvé.
Pero los autores de los Salmos saben que el Dios de Israel es también el Dios de la naturaleza y el Soberano de todas las gentes: Israel empieza conociendo a Dios como Yahvé, el Dios de su pueblo, el Redentor. A medida que va familiarizándose con la acción redentora de Yahvé, aprende Israel a conocerle también como Creador. Los hechos que acaecen irán madurando la visión teológica de Israel. Yahvé no será ya simplemente el Elohim de Israel, su Dios. El gran hallazgo de Israel consiste precisamente en que El sea Elohim pura y simplemente.114
Llevados de su sentido religioso, los salmistas saben ver la mano de Dios en todas las manifestaciones de la naturaleza, particularmente en su providencia para con todos los seres vivientes, pues provee de comida y sustento a todos los animales 115 y, sobre todo, protege al hombre, haciendo que toda la naturaleza esté a su servicio 116. Dios no es un ser inmóvil, inerte, alejado del contacto con lo creado, sino el principio de toda vida:

Ampáranse los hombres a la sombra de tus alas, sácianse de la abundancia de tu casa, y los abrevas en el torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz vemos la luz.117

No obstante, es el Rey majestuoso que dirige las manifestaciones cósmicas y atmosféricas 118. Justamente en la tempestad es donde mejor se refleja su poder, fulgurando rayos y conmoviendo con su voz los cimientos de los montes:

Precédele fuego, que abrasa en derredor a sus enemigos. Sus rayos alumbran el mundo; tiembla la tierra al verle. Derrítense como cera los montes ante Yahvé, ante el Señor de toda la tierra.119

Dios es inaccesible, trascendente y santo 120; al mismo tiempo es eterno 121, omnisciente y todopoderoso 122, creador 123, providente 124, bondadoso y misericordioso 125. Lejos de ser un ser dominado por la fuerza incontrolada de su poder omnímodo, el Dios de los salmistas es justo y equitativo, obrando siempre conforme a las exigencias de su sabiduría y bondad.

2. Salmos eucarísticos.
En los himnos de alabanza se cantan las glorias de Dios y sus beneficios generales sobre las criaturas y sobre el Israel de la historia. Los salmos de acción de gracias, en cambio, giran en torno a un beneficio nuevo otorgado al salmista o al pueblo israelita como colectividad.
Después de una grave enfermedad o con ocasión de un beneficio obtenido por el fiel, éste iba al templo a ofrecer sacrificios eucarísticos, cumpliendo sus votos 126. La ceremonia era seguida del banquete comunitario a base de las partes de la víctima no quemadas sobre el altar, al que eran invitados los levitas y necesitados 127. En estos salmos de acción de gracias encontramos un esquema muy homogéneo: anuncio de la acción de gracias, relato de los beneficios recibidos y una invitación a los asistentes a sumarse al acto eucarístico 128. En la parte central se concreta el beneficio recibido; generalmente se alude a una postración física por la enfermedad o a un peligro de ser presa de los enemigos.
Siempre, pues, la mente del salmista se centra en torno a una liberación, de un peligro. Por eso, con toda crudeza revive sus penalidades pasadas, y así, sus palabras tienen un sello también deprecativo, pues relata las súplicas que en los momentos de angustia hizo a Dios. Pero insiste en que ha mantenido incólume la confianza en su poder en los momentos más críticos. Finalmente, describe su liberación: Es tan profundo el cambio, que se nota sin esfuerzo alguno. Se trata de un paso de la estrechez a la holgura, de las lágrimas a la risa, del triste llanto a la danza gozosa, del saco de penitencia a los vestidos de fiesta, de las puertas de la muerte a las puertas de la hija de Sión, de la oscura región de la muerte al país de los vivos. Se describe la fiesta actual: el salmista da gracias en hábitos de fiesta, ungido con óleo puro; el banquete está preparado; las copas, llenas de vino hasta el borde, están esperando a los comensales.129 No pocas veces la perspectiva del salmista se extiende anunciando la llegada de todas las gentes para participar en este banquete de acción de gracias. 130
La conciencia del salmista está íntimamente vinculada a la suerte de su nación; por eso, al lado de sus problemas personales afluyen las inquietudes colectivas. Sobre todo hay algunas composiciones eucarísticas del Salterio que llevan el sello nacional, pues están redactadas con motivo de alguna victoria 131 o con ocasión de una buena cosecha 132. La estructura de estos salmos es más bien hímnica; pero, por el contenido, estas composiciones son eminentemente eucarísticas.

3. Salmos deprecativos.
Como en el apartado anterior, deben distinguirse los salmos deprecativos de índole individual y los de proyección nacional. El ser humano es esencialmente débil y necesita en todo momento de la mano poderosa de Dios para sacarle de los momentos de angustia. Los salmistas, llevados de su profunda religiosidad, reconocen en sus desgracias personales la mano punitiva de Yahvé, y, confesando sus faltas, suplican el auxilio necesario para salvar una situación comprometida. En general, estos salmos deprecativos no nacen en el ambiente litúrgico, sino que son ocasionados por circunstancias personales, sobre todo a causa de un peligro de muerte. En la panorámica del salmista no cuenta todavía la vida dichosa en ultratumba, como encontramos enseñado en el libro de la Sabiduría 133, y por eso ansia prolongar los días en esta vida terrenal en compañía de su Dios, al que sólo es posible alabar entre los vivos. Yahvé es un Dios de vivos 134, y de ahí que la muerte prematura se considera como el castigo merecido por los impíos 135.
La estructura de esta serie de salmos es similar en todos: invocación, lamentación, súplica propiamente tal y motivos alegados para justificar esta demanda de auxilio. La invocación tiene el aire de una oración a Yahvé todopoderoso. El nombre del Dios de Israel es ya una garantía de asistencia y de fidelidad a sus promesas de auxilio hacia los justos. Después el salmista describe, generalmente con vivos colores, su sufrimientos físicos y morales 136. Sus palabras tienen la forma de lamentación angustiada. La súplica propiamente tal se caracteriza por su familiaridad confidencial con Dios. El salmista habla con el corazón en la mano. En algunos momentos se queja de que Yahvé le tiene olvidado, en contra de sus promesas. Por otra parte, la causa del justo doliente es la causa de Dios, y por ello debe salvarle, pues, de lo contrario, los impíos deducirán que es vana su fe, ya que Yahvé los abandona cuando están más necesitados. Para hacer fuerza a su oración, el salmista confiesa sus pecados y hace actos de penitencia.
Los salmos deprecativos de índole nacional surgen en los momentos de calamidades colectivas: una batalla perdida, una sequía pertinaz, una mala cosecha, una peste, una invasión de langostas. Los salmistas, en estas ocasiones de crisis nacional, apelan a las antiguas gestas de Yahvé, a sus antiguas promesas de protección y a la condición de Israel como pueblo elegido entre las naciones 13?

4. Salmos de peregrinación.
Las fiestas de peregrinación obligatoria entre los israelitas eran Pascua, Pentecostés y Tabernáculos 138. La primera era la fiesta de la luna llena, de origen pastoril: el cordero era el centro de su liturgia. La segunda era la de la cosecha de los cereales, y la tercera cerraba el ciclo agrícola con la recolección de los frutos. Pero, además, tenían un sentido histórico: la de la Pascua recordaba la liberación de la opresión egipcia; la de Pentecostés conmemoraba la legislación del Sinaí, y la de los Tabernáculos recordaba la estancia de Israel en el desierto. En estas conmemoraciones anuales se realzaba el sentido de solidaridad religiosa y nacional y la convicción de pertenecer al pueblo de Dios. Las solemnidades eran ruidosas, y los corazones estaban motivados por el júbilo espiritual que los embargaba. El salmista, interpretando la alegría íntima de los peregrinos, entonaba gozoso:

¡Cuan amables son tus moradas, Yahvé de los ejércitos! Mi alma anhela ardientemente ver los atrios de Yahvé. Mi corazón y mi carne saltan de júbilo por el Dios vivo. Halla una casa el pájaro, y la golondrina un nido donde poner sus polluelos. Yo he hallado tus altares, ¡oh Yahvé de los ejércitos, Rey mío y Dios mío! 139

Los levitas enumeraban las condiciones que debía tener el peregrino para entrar en la casa de Yahvé:

El de inocentes manos y el de puro corazón, el que no lleva su alma al fraude y no jura con mentira. 140

Después el director de coro invitaba a los peregrinos a tomar parte en las ceremonias sagradas:

Servid a Dios con júbilo, venid gozosos a su presencia. Sabed que Yahvé es Dios, que El nos hizo y suyos somos, su pueblo y la grey de su pastizal. Entrad por su puerta dándole gracias, en sus atrios alabándole; dadle gracias y bendecid su nombre. 141

El pueblo respondía enardecido:

Porque es bueno, y su misericordia es para siempre, y su fidelidad de generación en generación. 142

En la capital de la teocracia Jerusalén , el israelita se sentía en su propio hogar. En ella tenía su residencia oficial su Dios y su representante el rey. El templo era el punto de convergencia de todas las ansias religiosas del fiel yahvista: Vale más un solo día en tus atrios que mil lejos de ellos 143. Los desterrados de Babilonia sueñan con la reconstrucción del santuario y con las antiguas solemnidades litúrgicas 144.

5. Salmos procesionales.
La presencia de Yahvé se hacía sensible de un modo particular en el arca de la alianza y después en su santa morada del templo de Jerusalén. Los salmistas describen gozosos las procesiones en torno al santuario de Jerusalén:

Delante van los cantores; los citaristas cierran el cortejo; en medio, las doncellas tocan los tamboriles... Allí va Benjamín, el más mozo de todos, en cabeza; príncipes de Judá con sus escuadras, los príncipes de Zabulón y de neptalí.145

Cuando llega la procesión al atrio del santuario, el salmista entona solemne:

Alzad, ¡oh puertas! vuestros dinteles, porque entra el Rey de la gloria.

Una voz pregunta:

¿Quién es ese Rey de la gloria? y la voz del salmista:
Yahvé es fuerte y poderoso, Yahvé poderoso en la batalla...146

6. Salmos de entronización.
No pocas composiciones del Salterio celebran la realeza de Yahvé sobre todo lo creado, y particularmente sobre los hombres. Su trono es eterno 147, y desde el cielo rige a todas las naciones:

Porque El es el Rey sobre toda la tierra: cantadle un himno. Dios reina sobre las naciones, se sienta Dios sobre su santo trono... 148

Ha sometido a todos los pueblos, pero se ha reservado a Israel como heredad particular 149. Domina las fuerzas cósmicas 15°. El salmista se dirige hacia un reconocimiento universal de la soberanía de Yahvé, y así, invita a todos los pueblos a reconocerle como Rey 151. La proximidad de Dios y de su reino son los temas sobre los que versan los salmos procesionales y los de entronización. Toda la revelación tiende al establecimiento de una comunión íntima entre Dios y el hombre. Dios se aproxima al hombre. Establece su reinado en la humanidad. Ese dominio total de Dios no tiene otro fin sino elevar al hombre a la comunión con El mismo. Yahvé es Rey, pero su reino cabe los seres humanos se manifiesta progresivamente. A medida que se revela más claramente en la historia del pueblo elegido, éste lo va comprendiendo cada vez mejor. Yahvé es rey porque, gracias a su protección, Israel ha podido constituirse en pueblo independiente y triunfar así de sus enemigos. Los profetas contemplan esta realeza, hecha realidad plena en el reino de justicia, cuando venga el juicio de Yahvé sobre Israel y sobre los gentiles. Los profetas más recientes examinan la perspectiva de una nueva creación del mundo, mediante la cual Dios estará próximo al mundo nuevo. Los apocalipsis descubren el establecimiento de este reino mediante el desquiciamiento y la catástrofe cósmica. En la literatura sapiencial, el reino de Dios es el fruto de la realización progresiva de los planes de la sabiduría divina, infinita, sobre el mundo152.

7. Salmos regios mesianicos.
Dada la mentalidad teocrática del pueblo israelita, el rey tenía un carácter sagrado, como lugarteniente de Yahvé. Por eso se le llama ungido de Yahvé153. Los salmistas, a través de las grandes manifestaciones de pompa de la corte israelita, sabían elevarse a la dimensión religiosa de la dinastía davídica, y por eso entonaban poemas áulicos, pero con un marcado sello religioso y mesiánico. El verdadero y único Rey de Israel era el propio Yahvé; el representante de la dinastía davídica era un simple delegado de sus derechos en la sociedad hebrea. Cuando se honraba a este rey en el día de sus ascensión al trono o en el aniversario de su nacimiento y consagración; cuando se celebraban sus bodas; cuando un cortejo salía gozoso a su encuentro después de una victoria; cuando se pedía por su curación o por el buen resultado de una nueva campaña guerrera, nunca se echaba en olvido que el rey de Israel era, ante todo y sobre todo, el ungido de Yahvé y el portador de una brillante promesa de salvación. No era un simple jefe militar o político. Sobre él se había como concentrado el amor y la solicitud de Yahvé, y por él se habrían de realizar algún día, en favor de todo el pueblo, las promesas mesiánicas salvadoras 154.
No pocos salmos aluden a estas ceremonias de entronización del rey en las que se canta la magnificencia del monarca y se le desea un "próspero reinado en nombre de Dios y en estilo oracular 155. El salmo 45, de carácter epitalámico, ensalza las cualidades físicas y morales del príncipe y las de la princesa que se va a unir en matrimonio con él. Pero, al mismo tiempo, se alude a las exigencias de justicia y de rectitud que deben presidir sus actos de soberano. Es el predilecto de Yahvé 156, y se hacen súplicas a Dios por su ventura personal y su prosperidad como rey 157.
Algunas veces se le considera como simple eslabón en la cadena dinástica hacia el Rey ideal, el Mesías de los tiempos de la teocracia anhelada y presentida en los vaticinios proféticos. Así, los poetas idealizan sus cualidades conforme al esquema mesiánico heredado de estos oráculos proféticos. Por ello, en el rey presente ven al tipo del Rey de los tiempos mesiánicos.
Con todo, hay dos salmos el 2 y el no en los que la mente inspirada y profética del salmista se proyecta directamente sobre la figura del Mesías personal en su sentido literal. En efecto, en el salmo 2 se habla de un lugarteniente de Yahvé (designado enfáticamente como Mashiaj: Ungido), al que deben reconocer todos los pueblos so pena de caer bajo el peso de la ira devastadora divina. En el día de su entronización real recibe una nueva filiación respecto de su Dios. Esta perspectiva regia y mesiánica del salmo 2 es completada por la sacerdotal anunciada en el salmo no. El Mesías será, pues, Rey Sacerdote al modo de Melquisedec; es decir, tendrá en sus manos la doble potestad civil y religiosa como en los tiempos patriarcales del sacerdote de Elyón y rey de Salem, que bendijo a Abraham y de él recibió los diezmos.
Esta perspectiva de un Mesías soberano sobre todos los pueblos está en conformidad con los vaticinios de los gloriosos tiempos de la monarquía davídica. Después del destierro superada la etapa nacionalista y acentuada la visión personalista de la religión como consecuencia de la crisis nacional surgida con motivo de la desaparición del reino de Judá surge un nuevo personaje ideal: el Justo doliente, que sufre y muere por su pueblo. En los famosos fragmentos del Deutero-Isaías encontramos una aproximación a la realidad del Calvario 158. El salmista también se hace eco de un justo que sufre desamparo de todos, el cual en su soledad es tipo de los sufrimientos del Mesías, que expira en la cruz abandonado de todos. El salmo 22 sintetiza las angustias de los fieles israelitas que sufren por ajustar su vida a la ley divina. El Justo doliente del salmo encuentra su plena culminación en el Mártir del Gólgota. Así, el mesianismo se perfila y concreta para preparar a las almas selectas al reconocimiento del verdadero Mesías de la historia 159.

8. Salmos imprecatorios.
No son pocas las composiciones del Salterio en las que el poeta parece respirar un manifiesto espíritu de venganza hacia sus enemigos 160.
A nuestra sensibilidad cristiana chocan ciertas expresiones inadmisibles dentro de la moralidad evangélica. Los Santos Padres han tratado de resolver esta dificultad apelando a ciertas teorías que no convencen al lector moderno, como cuando dice San Agustín que lo que expresa el salmista no son deseos de venganza, sino predicciones de unos hechos que han de tener lugar.
Para abordar el problema de las imprecaciones debemos tener en cuenta, en primer lugar, el género literario poético hiperbólico, tan corriente en la Biblia. Los escritores orientales suelen expresar sus ideas con frases radicales, sin medias tintas, sin matizar el pensamiento, para hacer más efecto psicológico en el lector. Esta exageración sistemática fruto de una imaginación ardiente y de un temperamento fogoso es muy corriente en los escritos bíblicos 161. Y, por tanto, al calibrar sus afirmaciones es preciso restar un gran tanto por ciento. En segundo lugar, debemos tomarlas como un desahogo psicológico del hagiógrafo, que se consume al ver que los impíos prosperan, mientras los inocentes sufren; y, sobre todo, dada su mentalidad teocrática y mesianista, las imprecaciones contra los enemigos del pueblo elegido llevan el sello de una invocación a la justicia divina para que ejerza sus legítimos derechos punitivos contra los que hacen caso omiso de su ley, patrimonio de Israel.
Se trata de resolver el problema distinguiendo en los pecadores su calidad de hombres como tales deben ser amados y de enemigos de la ley divina, y bajo este aspecto deben ser odiados: Y hablando de las imprecaciones, dice: Estas imprecaciones pueden considerarse desde tres puntos desvista: primero, en cuanto predicciones, sin implicar deseo; y así, el significado de convertantur peccatores in infernum es conver-tentur. Segundo, en cuanto deseos, no del castigo de los hombres, sino de que se cumpla la justicia divina; así, en el salmo 58, el justo se alegrará cuando vea la venganza, porque, aunque Dios castiga, no se complace en la destrucción del malvado (Sab 1), sino en su propia justicia, porque el Señor es justo y ama la justicia (Sal 10). En tercer lugar, el deseo de la destrucción de la culpa, sin inflicción de castigo, o sea, de destrucción del pecado, salvando al hombre.162
Esta solución del Aquinatense tiene aplicación en algunos textos, pero hemos de confesar que las imprecaciones responden a un estado moral muy lejano del ideal evangélico del perdón. Los salmistas son hijos de su tiempo y expresan sus ideas conforme a ciertas concepciones rudas de su época. Aunque representan lo más selecto de la sociedad israelita, no hemos de olvidar que vivían en la época del A. T., cuando el estadio de revelación era muy imperfecto en conformidad con las claridades del Evangelio. Debemos respetar los caminos secretos de la Providencia, que ha querido desarrollar las verdades de salvación en el orden dogmático y en el orden moral de un modo gradual y lento, propter duritiam cordis eorum163; y en lo moral del A.T. privaba la ley del tallón ojo por ojo... y era casi desconocida la ley del perdón de los enemigos. Es en el sermón de la Montaña cuando se da la gran revelación del amor a los enemigos, lo que señala la divisoria de la historia en las relaciones humanas. La antigua Ley era sumamente imperfecta, y el ideal religioso moral estaba en consonancia con las imperfecciones de esa Ley, que no hablaba de retribución en ultratumba ni de vida espiritual en el más allá. Por ello, el ideal del perdón de los enemigos resultaba inconcebible para una mentalidad que suponía que la justicia divina debía manifestarse necesariamente en esta vida 164.

Texto y versiones.
El texto masorético hebraico es hoy día, a pesar de sus lagunas, la mejor fuente para acercarnos al original de los Salmos. La versión de los LXX está hecha sobre un texto hebreo que no pocas veces difiere del masorético actual. Esta multiplicidad de recensiones hebraicas queda probada en los casos en que algunos fragmentos de los Salmos aparecen en otras partes de la Biblia. Así, el salmo 18 se lee en 2 Sam 22, pero con más de 70 pequeñas variantes; lo que prueba la libertad con que trabajaban los copistas antiguos. Como el texto se transcribía sin vocales, las confusiones de las palabras con las mismas consonantes se multiplicaban. Por otra parte, existía un afán de adaptación del lenguaje a los nuevos modismos, dando de lado a oscuros arcaísmos; y también muchas veces había cierto interés en abreviar el texto juntando diversos fragmentos en una sola pieza poética. Los retoques en función de la interpretación no son raros; así, a poemas de índole individual se les da una proyección nacional por razones litúrgicas. A esto hay que añadir ciertas doxologías intercaladas por exigencias del culto.

Versiones griegas.
La versión alejandrina llamada de los LXX parece datar de la mitad del siglo ð antes de Cristo. Es obra de varios autores, algunos de los cuales no tenían un conocimiento profundo y preciso del hebreo, sobre todo acerca del sentido de los tiempos de los verbos. Rehuyen los antropomorfismos, y muchas veces la versión es más bien una interpretación según la mentalidad judaica alejandrina. No obstante, la traducción no carece de valor ni está exenta de elegancia helénica. Refleja un original hebreo anterior al masorético, y bajo este aspecto es de extremo interés. Gracias a sus lecciones podemos reconstruir un texto a veces más aceptable que el actual masorético.
Además, tenemos fragmentos de otras tres versiones griegas hechas por tres judíos del siglo i después de Cristo: Aquila, Teodoción y Símaco. La primera se caracteriza por su literalismo extremo, lo que es de gran utilidad para reconstruir el texto hebreo que traducía. Teodoción tenía especial interés en mejorar la versión de los LXX. La traducción de Símaco se caracteriza por su claridad y elegancia. San Jerónimo la alaba, y la utiliza en su versión del Salterio directa del hebreo 165.

Versiones latinas.
En el siglo ð surgió la Vetus Latina llamada por San Ambrosio ítala , calcada en la griega de los LXX. Es una versión anónima de procedencia geográfica desconocida. San Agustín la alaba por su fidelidad 166. Como las variantes se fueron multiplicando desmesuradamente, San Jerónimo, en el 383, por encargo de San Dámaso, corrigió dicha versión, aunque superficialmente (licet cursim magna ex parte) 167, para no desorientar demasiado al lector 168. Este texto fue adoptado por el Salterio Romano 169. En 386, el propio San Jerónimo emprendió una nueva revisión más a fondo, utilizando el texto hexaplar de Orígenes. Es el texto actual adoptado en el rezo del Breviario, y que es llamado Salterio galicano 170. Más tarde, en 392, el solitario de Belén emprendió una nueva versión directa del hebreo (Psalterium iuxta hebraeos), que no ha sido adoptada para el uso litúrgico. Pero, por estar más en conformidad con el original hebreo, resultaba demasiado novedosa para los oídos, acostumbrados a la antigua versión vulgata.
Recientemente ha surgido una nueva versión latina directa del hebreo, obra del Pontificio Instituto Bíblico. En 1944 salió a luz, y en 1945 fue autorizada públicamente por un motu proprio de Pío XII, por el que se permitía la nueva traducción en la recitación del Oficio divino. En realidad, la nueva versión había sido llevada a cabo por deseo expreso del Santo Padre 171. En general se impuso como criterio el adaptarse lo más posible al texto hebreo, conservando en lo posible todo lo aprovechable del texto recibido de la Vulgata. El resultado ha sido excelente, pues la nueva versión es más fiel al original hebreo, y aunque resulte a veces poco musical y dura en algunas expresiones latinas, esto se debe no a incorrección de la misma, sino a tener el oído acostumbrado y no pocas veces viciado a la versión tradicional.

Versiones siríacas.
La versión principal es la llamada Peshita (sencilla, común, vulgata), hecha directamente de un texto hebreo a principios de la era cristiana, aunque parece que utiliza también la versión de los LXX. El texto hebreo que maneja parece ser muy similar al actual masorético. Además de esta versión, que era la común, hay otras tres siríacas de época posterior: la siro-palestinense, del siglo V; la filoxeniana, del siglo VI, y la sirohexaplar, del siglo VII. De ellas conservamos sólo fragmentos, de poca utilidad para reconstruir el texto original.

Targum arameo.
Esta traducción libre casi paráfrasis fue puesta por escrito en el siglo v, pero responde a una tradición oral mucho más antigua.

1 En heb, Sefer téhillim. Cf. orígenes, In Ps i: PG 12:1084; Eusebio, ffist. Eccl 6:25:2: PG 20:581; san jerónimo, Praef. In Ps iuxta hebraicam veritatem: PL 28:1124 (1184). 2 Cf. Le 20:42; Act 1:20. 3 Cf. Sal 57:9; 150:3. 4 Dz 784; EB 43- 5 Cf. j.B. Frey, De Psalmo 151 Apocrypho: VD 5 (1925) 200-202. 6 Hay gran diversidad, sobre todo, en la distribución de los salmos 94-100 y 116-119. 7 EB 345. Parece que deben unirse los salmos 42 (41) y 43 (42); 114 y 115 de la Vg forman el 116 del hebreo. Lo mismo pueden unirse los salmos 9 y 10 del heb. en el 9 de la Vg. En cambio, debe dividirse el 144 (143) en dos (i-u y 12-15). Algunos salmos aparecen dos veces en el Salterio: salmo 14 (13) y 53 (52). El salmo 108 (107) está formado a base del salmo 57 (56), 8-12 y el 6o (59), 6-14; el salmo 70 (69) es parte del 40 (39): los w.14-18. 8 Esta división quintopartita del Salterio es antigua, pues en i Par 16:36 se lee la doxología que aparece al final del libro cuarto (Sal 106 105], 48). 9 En el TM sólo hay 26 salmos que no tienen título alguno; por ello se les denomina en la tradición judía huérfanos. En los LXX y Vg sólo dos carecen de título: el i y el 2. Esta diversidad indica el carácter convencional de estas indicaciones titulares del Salterio. 10 Cf. Is 23:16; Am 6:5. 11 Cf. Par 15:21. 12 Aparece esta indicación en 39 salmos atribuidos a David, en nueve de los hijos de Coré, en cinco de Asaf, en dos anónimos y en el canto de Habacuc. 13 Véase A. Vaccari, Pro octava multi inscribuntur Psalmi: VD 6 (1926) 141-146; ibid., 20 (1940) 1775. 14 El Targum lo explica diciendo que alude a un instrumento de ocho cuerdas. 15 Excepto en dos casos (Sal 140 y 143), aparece siempre en los tres primeros libros del Salterio (nueve en el primero, 17 en el segundo y n en el tercero). 16 Véase San Jerónimo, Comm. in Hab 3:3: PL 25:1310-1312 (1373-1375); Ad Mar-cellam ep.28:2-6: PL 22:433-435; San Agustín, Enarrat. in Ps. 4:4: PL 36:80. Véase J. Pa-Risot, Signification musicale de Sélah-Diapsalma: RB 8 (1899) 573-581. 17 Cf. 2 Par 23:18; 31:2; Neh I2:45s. 18 Cf. 2 Par 29:275; Eclo 50:185. 19 Así en los salmos 23.47.92.93. 20 Sal 30; cf. Mac 4:52-595 Jn 10:22. 21 Cf. Sal 38 (37) Y 70 (69). 22 Cf. Lev 24:7. 23 Cf. 1 Mac 4:59. 24 Así se declara en el Talmud, Soferim XVIII 3. 25 Cf. J. Calés, Le Psautier des Montees: Rev. Se. Reí. 17 (1927) 287-313-434-444-532-537; 18 (1928) 326-344.489-499; 19 (1929) 49-55- 26 Son los salmos 184(éè3)-187(106).111(110)-118(117).135(134)-136(135)·146(145)-15è. 27 Cf. Mt 26:30. 28 Así en los salmos 7-34-52.54-56.57-59-63-142. 29 Son los salmos 26.69.75.92.96.111.142.143. 30 Cf. EB 341-342. 31 Son los siguientes: Sal 3-9(10). 11-32.34-41.51-65.68-70.86.101-103.108-110.122.124. 131.133.138-145· 32 Talmud, Sebajim 1173; Baba Bathra 153. 33 Así San Filastrio, Haer. 130: PL 12:12595; San Ambrosio, Enarr. in Ps 1: PL 14, 922s (965-67); San Agustín, De civ. Dei 17:14: PL 41:547. 34 Cf. Ad Cypr. ep.14o,2.4: PL 22:1167.1169; también lo niega San Hilario, Tract. super Ps pról. n.2s: PL 9:2335. 35 Cf. EB 340. 36 Die Psalmen (Leipzig 1894). 37 Die Psalmen (Heidelberg 1896). 38 The Book of Psalms I, LXI-LXIV. 39 Representan esta tendencia Wellhausen, Duhm y, entre los católicos, Podechard. 40 A. F. Kirkpatrick, The Book of Psalms (1921) XXXVs. 41 EB 340-346. 42 Cf. Sal 2 y Act 4:25; Sal 16(15) Y Act 2:255; 13:35; Sal 32(31) y Rom 4:6-8; Sal 69(68) y Act 1:16.20; Sal 109(108) y Act 1:20; Sal 110(109) y Mt 22:435; Me 12:35-37; Le 12:41-44; Act 2:34. 43 Los hijos de Coré aparecen organizando el culto en los tiempos de la monarquía (cf. Par 6:16-23; 917-I9; 2 Par 20:19; 31:14)· Asa/era cantor en los tiempos de David (cf. Par 6:18.24; 2 Par 5:12; 29:30). Los salmos atribuidos a Asaf se distinguen por su elevación moral, y con frecuencia en ellos se medita sobre la historia de Israel. 44 Entre no pocos críticos modernos hay una tendencia marcada a datar la mayor parte de las composiciones del Salterio en los tiempos de los Macabeos (s.II a.C.). Pero contra esta suposición se urge que en la versión de los LXX redactada antes del 130 a.G. aparecen ya los 150 salmos del actual Salterio. Además, el 79(78) es citado por 1 Mac 7:17 con la siguiente fórmula: según la palabra escrita, expresión estereotipada para designar las Escrituras canónicas. 45 Son los salmos 8.18.19.23.24.27.29.30.33.34. 46 Salmos 1.14.15.32.36. 47 Salmos 2.16.22.40. 48 Yahvé aparece 278 veces, y Elohim 15 veces, 49 Elohim, 200 veces; Yahvé, 44. 50 Es la opinión de Y. Calés, o.c., I 21. 51 Cf. Sal 68. 52 Cf. Núm 16:1s; Par 25:1s. 53 J. Calés, o.c., I 24. 54 Así en los salmos 42-43.46-49. 55 Cf. Par 16:7; 25:1s; 2 Par 5:15. 56 Cf. Sal 78. 57 Sal 50.75.83. 53 Sal 86. 59 J. Calés, o.c., 25-26. 60 Sal 90.140-143. 61 Sal 91.101.112.119. 62 Sal no. 63 Sal 109. 64 Sal 137- 65 Sal 105-107. 66 Sal 124. 67 Sal 93.96-100: Salmos del reino de Dios. 68 Se discute el sentido de esta denominación. Para unos significa simplemente que estos salmos se cantaban mientras subían los israelitas las gradas del templo. Cf. Mishna, tr. Suk-kah V 8; tr. Middóth II 6. Otros, en cambio, suponen que se cantaban cuando los peregrinos subían hacia Jerusalén. 69 Cf. Sal 121. 70 Sal 104-107.111-118.135-136.146-150. 71 Sal 113-118. 72 En la cena pascual se recitaban los salmos 113-114 mientras se bebía la segunda copa, y los salmos 115-118 mientras se bebía la cuarta, que era la última. 73 Cf. 2 Par 29:30. 74 P. Drijvers, Los Salmos (Barcelona 1962) 40-41. 75 id., ibid., 42. 76 A. Condamin, Poémes de la Bible 8. 77 Sal 37:1. 78 Sal 61:2. 79 Sal 20:8. 80 Sal 32:10. 81 Sal 42"2. 82 Sal 96:1. 83 Sal 135:16. 84 Es la hipótesis de San Jerónimo: PL 27:36; 28:1081. 85 Es el sistema del verso siríaco. Sostienen esta suposición Bickell, Le Hir, Giermann. 86 Cf. Sal 42-43.46. 87 Cf. Sal 8:2. 88 Cf. Sal 132:2-10. 89 Cf. Sal 121:4-5. 90 Cf. Sal 9-10 (Vg 9).37.119.25.34-145.111.112. 91 Sal 13:25. 92 Sal 118:10-12. 93 Sal 118:2-4. 94 Sal 42:6.12. 95 Ex 19:6. 96 P. Drijvers, o.c., 62-63. 97 Cf. Sal 96:8; 99:5; 118:19; 26:65; 68:25-26; 66:13. 98 P. Drijvers, o.c., 69. 99 M. Gasnier, Los Salmos, escuela de espiritualidad (Madrid 1960) 21-22. 100 Cf. Ex 15:1s. 101 Cf. Jue 5:3. 102 js 6:3 103 Sal n8:15; 135, 195 104 Sal 150:23. 105 Cf. Jue 15:12. 106 Cf. Sal 136:15. 107 Sal 89:9-13; 74:13-1? 108 Sal 74.I3S. 109 Cf. Sal 114:14-15. 110 P. Drijvers, o.c., 90-91- 111 th. C. Vriezen, Theologie des Alten Teslaments in Gmnzügen (Neukirchen 1956). 112 H. Renckens, Urgeschichte und Heilsgeschichte (Maguncia 1959) 56. Citado por Drijvers, o.c., 91. 113 Cf. Sal 136:23-24; 148:20; Dt 7:6-8. 114 Renckens, o.c., 58. 115 Cf. Sal 147:7-9- 116 Sal 33:138. 117 Sal 36:8-10. 118 Cf. Sal 93:1-2. 119 Sal 07- 5 120 15 67 í 99 1-5 121 C 9slf60992 4; 102:26-28. 122 Sal 115:3; 717 9. 123 Cf. Sal 33:6.9- 124 Cf- Sal I04:27-30. 125 Cf. Sal 30:6; 36:6-7. 126 Cf. Sal 56:13; 54:8. 127 Cf. Sal 22:27. 128 Cf. Sal 66:1-5; 40.2S. 129 P. Drijvers, o.c., 117. 130 Cf. Sal 67:3. 131 Cf. Sal 46.48.76. 132 Cf. Sal 65.67. 133 Cf.Sabs.15. 134 Cf. Sal 102:25. 135 Cf. Sal 55:24. 136 Cf. Sal 10:15; 88:4; 40:3; 38:3- 137 Cf. Sal 44:13; 74:2; 78:1; 80:15-16. 138 Cf. Ex 23:17; 34:23; Dt 16:16. 139 Sal 84:26. 140 Sal 24:43. 141 Sal 100:28. 142 Ibid. 143 Sal 84:11. 144 JU.20. 145 Sal 68:18-24. 146 Sal 24:7-10. 147 Sal 93:2. 148 Sal 47:8-10. 149 Sal 47:4-5- 150 Sal 93:3-4 151 Sal 97:6-8. 152 P. Drijvers, o.c., 200-201. 153 Sal 28:8; 84:10; 132:10. 154 P. Drijvers, o.c., 209. 155 Cf. Sal 21 y 72. 156 Sal 144:10; 89:20-38. 157 Cf. Sal 20:3; 72:1-2; 45:5; 144:1s. 158 Cf. Is 42:1-7; 49:1-7; 50:4-9; 52:13-53:1-12. 159 Si del múltiple testimonio de los sagrados libros del Nuevo Testamento y del consentimiento unánime de los Padres, confesándolo también los escritores del pueblo judío, han de ser reconocidos muchos salmos como proféticos y mesiánicos, que vaticinaron la venida, el reino, el sacerdocio, la pasión, la muerte y la resurrección del futuro Libertador, y, en consecuencia, ha de rechazarse totalmente la sentencia de aquellos que, pervirtiendo la índole profética y mesiánica de los Salmos, coartan esos mismos oráculos de Cristo a predecir solamente la suerte futura del pueblo elegido. Resp.: Afirmativamente a las dos partes (EB 347). Sobre el mesianismo en los Salmos véase S. Minocchi, Salmi messianici: RB 12 (1903) 190-211; M. J. Lagrange, Notes sur le Messianisme dans les Psaumes: RB (1905) 39-57.188-202; S. Tiefenthal, Novum Commentarium in Psalmos mere Messianicos (París 1912); A. Vac-Cari, De libris didacticis 104-124; G. M. Perrella, Salmi messianici: Palestra del Clero 18:1 (1939) 124-127.244-249-361-361; 18:2 (1939) 1-5.169-173.281-286; 19:1 (1940) 177-181.193-195. 160 Cf. Sal 38.52.88:11; 59.109.137:8 9. 161 El mismo Jesucristo utilizó este modo cíe hablar hiperbólico y extremoso: El que dijere a su hermano fatuo, será reo de la gehenna del fuego (Mt 5:21). Es más fácil que un namejo entre Por ejemplo de una aguja que un rico en el reino de los cielos (Mt 19:24). No llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre... (Mt 23:9). 162 Summa Theol II-II 25:6. 163 Mt 19:8. 164 Sobre el problema de los salmos imprecatorios véanse los siguientes trabajos: A. Hatzmann, Psalm 108 (heb. 109). Ein Beitrag zur Exegese der Fluchpsalmen: Zeitschrift für katholische Theologie, 20 (1896) 614-625; C. Martin, The imprecations in the Psalms: The Princeton Theological Review, (1903) 537-559: F. Steinmetzer, Babylonische Parallelen zu den Fluchpsalmen: Biblische Zeitschrift, 10 (1912) 133-142.363-369; S. Mo-Winckel, Psalmenstudien. V. Segen und Fluch in Israeh Kult und Psalmdichtung (Cristia-nía 1924); B. Santos Olivera, De' imprecationibus in Psalmis: VD 4 (1924) 143-148; T. Paf-Frath, Der Fluchpsalm 109: Theol. und Glaube, 17 (1925) 357-362; O. M. Perrella, Le imprecazioni nei SViImi: Palestra del Clero, 15:2 (1936) 289-294; H. Ubbelohde, Flvch-psalmen und altlestamentliche Sittlichkeit (Breslau 1938); H. Jumkf.r, Das Theologische Prp-Blem des Fluchpsalmen: Pastor Bonus, 51 (1940) 65-74; M. De Tuya, El problema bíblico de las imprecaciones. Principios de solución: CT 78 (1951) 171-192; 79 (*952) 3-29; A. Mil-Ler, Fluchpsalmen und israelitisches Recht: Angelicum, 20 (1943) 92-101. 165 Estas tres versiones han sido conservadas fragmentariamente en las citas de los Santos Padres y en lo que conocemos de las Hexaplas de Orígenes. 166 Cf. De doctrina christiana II 15. 167 Praef. in Ps. iuxta LXX: PL 29:117 (121s). 168 Ne nimia n0vitate lectoris studium terreremus (Ad Sunniam et Fretelam Ep. 106:12: PL 22:843). 169 Actualmente se recita en la Basílica de San Pedro de Roma, en el rito ambrosiano de Milán, en el Misal romano y en el Imitatorio de maitines. 170 Se le llama así porque fue adoptado por San Gregorio de Tours y Carlomagno en las Dalias. Es el que actualmente se recita en el Oficio divino, después de la reforma litúrgica de San Pío V (1566-1572). 171 La comisión de traducción estaba integrada por los siguientes profesores del Instituto Bíblico: Bea, Vaccari, Zorell, Merk, Semkowski y Kóbert.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Salmos 119,1-176

Salmo 119 (Vg 118): Excelencias de la Ley Divina.
E n este salmo el más extenso del Salterio el poeta canta las alabanzas de la Ley de Dios, sin duda para responder a los escépticos de su tiempo, que procuraban olvidarla para vivir conforme a sus intereses y concupiscencias personales. Pero la Ley en sus labios no tiene el sentido estricto de la legislación mosaica o del Pentateuco. La palabra hebrea Tórdh tiene una acepción más amplia; y aquí, como en los salmos i y 19, significa toda revelación divina como regla de vida... No es un código rígido de preceptos y de prohibiciones, sino un cuerpo de doctrina, cuya plena significación no puede ser comprendida sino gradualmente y con la ayuda de la instrucción divina 1 . Por eso la palabra Ley es sinónima en este salmo de revelaciones divinas, promesas y enseñanzas proféticas, sobre todo la voluntad de Dios, su beneplácito.2 A través de la Ley se revela la misericordia divina, aun cuando corrige y castiga. El salmista se extasía ante las excelencias de la Ley, que refleja la voluntad divina para con los hombres. Por ello es el objeto constante de su meditación y a ella procura conformar totalmente su vida. Se siente débil y reconoce sus caídas, y, sobre todo, confiesa la necesidad de la gracia divina para mantener su fidelidad integral a la Ley. Por eso, constantemente afloran a sus labios los gritos de socorro y de súplica para no desviarse del verdadero sendero señalado por ella en la vida.
El cumplimiento de la Ley otorga ya una satisfacción íntima al alma piadosa: da ciencia, prudencia, sabiduría para conducirse en la vida, y, al mismo tiempo, procura consuelo, alegría íntima y conciencia tranquila. No obstante, el salmista se siente rodeado de gentes impías sin consideración alguna para sus valoraciones religiosas, lo que en su sensibilidad espiritual le causa profundo pesar. Algunas veces solicita verse libre de esta situación para poder vivir plenamente su vida espiritual. Cuando pide se le otorgue la vida, ha de entenderse en este sentido de vivencia plena de su personalidad espiritual: No sólo pide ser librado de la muerte, sino de todo lo que, dentro o fuera, comprime y paraliza la vida y le impide hacer uso de ella y gozarla a placer; porque la vida incluye las ideas de luz, de alegría y de prosperidad. Encuentra su plena realización en la comunión con Dios 3. No aparece la perspectiva luminosa de la vida en Dios en el más allá, pero su profundo espiritualismo lleva a las claridades de la panorámica evangélica. La revelación se ha ido perfilando y concretando gradualmente en las diversas etapas del A.T.; y son las almas selectas las que han sabido captar mejor el soplo íntimo del Espíritu, que inconscientemente las guiaba hacia las claridades de la plena eclosión neo-testamentaria. Así, la noción de vida en el salmo encontrará su completa significación en las revelaciones del evangelio de San Juan a la luz cegadora de la realidad del Verbo encarnado. Pero debemos respetar los estadios de la revelación en la historia y procurar captar el sentido gradual y relativo que en cada época tiene. El salmo está penetrado de piedad filial, profunda y mística. Sus concepciones sobre el más allá son, sin duda, cortas y confusas. Pero su espíritu hace presentir el Evangelio. Es todo lo contrario del formalismo y del legalismo que caracteriza a los fariseos.4
El poeta se esfuerza por inculcar las excelencias de la Ley, a la que designa con ocho sinónimos: testimonio, precepto, juicio, mandato, oráculo, estatuto, palabra, camino. Es la expresión de la voluntad divina, pero sin formulismos farisaicos. Toda ella está penetrada del sentimiento interior, sin que la formulación de la misma signifique una interferencia entre Dios y el alma piadosa. El salmo es un reconocimiento de la gracia de la revelación, de la fuerza que la Ley da a Israel en medio del paganismo circundante y al fiel israelita en presencia de una laxitud prevalente de fe y moral. En un tiempo en que la voz de la profecía era raramente oída, o quizá se había callado, se comienza a sacar fuerza de la meditación sobre la revelación hecha a las pasadas generaciones... Es digno de notarse que el salmo, que emana del período en que la ley ritual era codificada y el templo se había convertido en centro de la religión de Israel, no contenga alusión alguna al ceremonial o al sacrificio. Sin duda que el salmista había incluido la ley ceremonial como parte de los mandamientos de Dios, pero evidentemente no lo considera como la parte principal de los mismos. Todo el salmo está animado por una profunda interioridad y espiritualismo, muy lejos del literalismo supersticioso de los tiempos posteriores. No incluye una tendencia a sustituir la observancia mecánica de las reglas por la aplicación viva de los principios. Tal obediencia, aunque se queda corta respecto de la libertad del Evangelio, es al menos un paso hacia ella.5
La distribución estrófica es conforme a las 22 letras del alefato hebreo, comenzando cada una con una letra distinta. Cada estrofa tiene ocho versos. La ilación lógica entre los diversos versos no es siempre clara ni gradual, pues más bien cada verso tiene el aire de una jaculatoria con unidad propia. No obstante, cada estrofa tiene su idea central, que le da una cierta unidad. Se ha definido este salmo como el alfabeto del amor divino. San Agustín difirió la exposición de este salmo hasta después de haber comentado todo el Salterio: non tam propter eius notissimam longitudinem quam propter eius profunditatem paucis cognoscibilem... quanto enim videtur apertior, tanto mihi profundior videri solet.6
El salmista representa a la clase piadosa, y, por eso, muchas de sus expresiones trascienden sus problemas personales. Por el tono y el lenguaje parece que ha sido compuesto en los tiempos posteriores al destierro babilónico, y refleja la situación de la comunidad judía en los tiempos de Esdras o Malaquías (s.V a.C.) 7. Algunos autores suponen que el salmo es una especie de vademécum compuesto para las jóvenes generacionse, que surgían en un ambiente de laxitud moral y religiosa. La composición tiene una clara finalidad didáctica al estilo de los libros sapienciales.
Desde el punto de vista literario, la inspiración poética está sujeta a su finalidad didáctica y al encasillado forzoso alfabético. Las frases se repiten cansinamente, y las ideas siempre son las mismas. El paralelismo suele ser sintético, completándose el pensamiento en la segunda parte del dístico. El estilo es sencillo, sin metáforas pintorescas y sin mucha matización conceptual.

La dicha de los que guardan la Ley divina (1-8).
Alef 1 Bienaventurados los de conducta íntegra, los que caminan en la ley de Yahvé. 2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo su corazón le buscan. 3 Los que no cometieron iniquidad alguna y marchan por sus caminos. 4 Tú has promulgado tus preceptos para que sean guardados con diligencia. 5 ¡Ojalá sean firmes mis caminos en la guarda de tus preceptos! 6 Entonces no seré confundido, cuando atienda a todos tus mandatos. 7 Te alabaré con rectitud de corazón, instruido en tus justos juicios. 8 Guardaré tus mandamientos; no me abandones del todo.

El poema acróstico se inicia, como en Sal i, declarando la dicha de los que procuran mantenerse íntegros en su proceder, conformándose con las exigencias de la Ley de Yahvé y cumpliendo sus prescripciones. Sólo la amistad con Dios puede atraer la felicidad al hombre, ya que éste depende en todo de su providencia. Dios sólo otorga su protección y beneficios al que es fiel a sus mandamientos, expresados en la Toráh, término que en este salmo aparece veinticinco veces. El deuteronomista declara enfáticamente: ¿Cuál es la gran nación que tenga leyes y mandamientos justos como esta Ley que yo os propongo hoy? 8 La alianza del Sinaí y los preceptos de la Ley mosaica colocaban al pueblo hebreo en una situación privilegiada respecto de las otras naciones, pues era la expresión de la voluntad divina, y ningún pueblo podía gloriarse de tener un Dios tan cerca de él como lo estaba Yahvé de la nación israelita, su heredad particular entre todos los pueblos 9. Por ello, el autor del Deuteronomio pone en boca de Moisés estas palabras dirigidas a su pueblo: Yo os he enseñado leyes y mandamientos, como Yahvé, mi Dios, me los ha enseñado a mí, para que los pongáis por obra... Guardadlos, pues en ello está vuestra sabiduría y vuestro entendimiento a los ojos de los pueblos, que, al conocer todas estas leyes, se dirán: Sabia e inteligente es en verdad esta gran nación. 10
El salmista se hace eco de estas intimaciones, si bien para él la palabra Ley tiene un sentido amplio: instrucción, cuerpo de doctrina, palabra de Yahvé n; es la revelación como guía de vida, exhortación profética y aun como dirección sacerdotal; es la suma del deber del israelita. 12 Los preceptos de Yahvé son, en realidad, sus testimonios, en cuanto que son declaración oficial de su voluntad en el orden religioso y moral. En los textos del Pentateuco, la palabra testimonio es sinónimo del Decálogo 13; pero aquí tiene un sentido más amplio.
El conformarse con la Ley divina supone en primer lugar apartarse de toda iniquidad, pues el pecado no se compagina con los caminos que llevan a Dios 14; pero, además, supone una orientación positiva hacia todo lo que implique beneplácito divino: sólo los que le buscan con sinceridad de corazón podrán encontrar la íntima felicidad del alma.
La voluntad de Yahvé, expresada en sus preceptos, implica el deseo de que se cumplan y guarden con toda diligencia, conforme a la declaración de Deu_4:2 : Guardad los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que yo os prescribo. Los israelitas, por el hecho de pertenecer al pueblo elegido, no son libres para desentenderse de los preceptos divinos. El salmista vive en un ambiente de abandono espiritual, y por eso recuerda la necesidad de observar la Ley divina como condición necesaria para agradar a Yahvé y ser objeto de su beneplácito.
Después de declarar la necesidad de adherirse a los preceptos divinos, el poeta piensa en su situación personal, ansiando mantenerse firme en sus propósitos de fidelidad a su Dios. Sólo así podrá sentirse seguro, pues al amparo de la omnipotencia divina nunca será defraudado en sus propósitos ni confundido ante sus adversarios, que se burlan de su confianza en Dios y de la fidelidad a sus preceptos. La guarda de los mandamientos divinos le preservará del abandono total de su Dios, que niega su protección a los impíos.

La fidelidad a Yahvé (9-16).
Bet 9 ¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de su camino? Guardando tu palabra. 10 Yo te he buscado con todo mi corazón; no permitas que me aparte de tus preceptos. 11 He escondido en mi corazón tu oráculo para no pecar contra ti. 12 ¡Bendito seas, oh Yahvé! Enséñame tus preceptos. 13 Con mis labios he pregonado todos los decretos de tu boca. 14 Me he alegrado por el camino de tus testimonios más que por todas las riquezas. 15 Quiero meditar tus preceptos, prestar atención a tus sendas. 16Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.

El salmista se presenta ahora como un maestro experimentado que da sus consejos a la juventud desorientada. Nadie como el joven necesita de dirigir bien su vida por las sendas del Señor 15. Sólo guardando la palabra o ley de su Dios podrá mantenerse incólume en su conducta. El mismo maestro y experimentado en la virtud necesita el auxilio divino para no apartarse de sus preceptos (v.10). Esta desconfianza de sí mismo en el salmista contrasta con la autosuficiencia del fariseo, que se cree seguro con cumplir determinados preceptos formalísticos. No es, pues, este salmo un primer brote de legalismo farisaico, como algunos autores han insinuado. La Ley para el salmista es el cumplimiento de la voluntad divina en las insinuaciones más íntimas. Por otra parte, nadie puede gloriarse de estar seguro en el camino de la virtud. El salmista declara que procura guardar el oráculo divino la Ley como un preciado tesoro, para así evitar todo pecado.
El fiel a Yahvé se halla siempre en situación de aprendiz en el camino de la virtud, y, por ello, el salmista pide confiadamente a su Dios que le enseñe y haga penetrar los secretos de sus preceptos. En su vida ha procurado no sólo guardar los decretos de Yahvé, sino que los ha pregonado para hacer partícipes de su íntima dicha a sus conciudadanos. Los testimonios o mandamientos de Dios han constituido el centro de su corazón, y ha sentido más alegría en su cumplimiento que en el disfrute de las riquezas 16. Pero ansia penetrar más hondo en los preceptos que señalan los caminos que conducen a Dios. Con el conocimiento hondo de la voluntad divina sentirá un profundo deleite, de modo que nunca olvide su palabra o Ley.

La hostilidad de los impíos contra el justo (17-24).
Guímel.17 Concede a tu siervo vivir y que guarde tus preceptos. 18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley. 19 Soy peregrino en la tierra, no me encubras tus mandamientos. 20 Languidece mi alma, deseando en todo tiempo tus decisiones. 21 Tú increpas a los soberbios, y son malditos cuantos se desvían de tus mandamientos. 22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio, pues he guardado tus testimonios. 23 Aunque se sienten príncipes hablando contra mí, tu siervo meditará tus estatutos. 24 Sí, tus testimonios son mis delicias, mis consejeros tus estatutos 17.

El salmista ansia continuar viviendo para mostrar su fidelidad a los preceptos divinos. En la región de los muertos, el difunto estaba desconectado de toda comunicación afectiva con Dios; por eso, los justos ansian que su vida se prolongue, pues aún no conocen el horizonte luminoso de la vida eterna. Esta idea aparece por primera vez claramente formulada en el libro de la Sabiduría 18, en el siglo ii. El salmista, ansioso de conocer las profundidades de la Ley, pide a su Dios que abra sus ojos, pues los mandatos divinos son un hontanar inagotable para las almas espirituales. Consciente de sus imperfecciones, se considera como un peregrino en tierra extraña, que debe ser adoctrinado en los caminos desconocidos, que en este caso son los mandamientos de Yahvé (v.19). El alma del justo se siente desfallecer por las ansias de conocer las decisiones de su Dios para no apartarse de ellas en nada.
Los soberbios y autosuficientes, que organizan su vida al margen de los mandamientos divinos, serán presa de la ira divina 19. En cambio, los que han guardado los testimonios de Yahvé se verán libres del oprobio y del desprecio, pues a la hora del juicio serán reconocidos en su virtud y premiados largamente por la justicia divina. El salmista se siente tan firme en sus principios de fidelidad a su Dios, que no cederá, aunque conspiren contra él los mismos príncipes y poderosos de la ciudad. Su mente continuará meditando sus estatutos, fuente de toda felicidad.

Súplica de protección divina (25-32).
Dálet 25 Pegada al polvo está mi alma: conserva mi vida según tu palabra. 26 Te expuse mis andanzas, y me escuchaste; ¡enséñame tus estatutos! 27Haz que entienda los caminos de tus mandamientos y pueda meditar sobre tus maravillas. 28 Se derrite mi alma de pesadumbre; levántame tú según tu palabra. 29 Aparta de mí el camino de la mentira y otórgame la gracia de tu ley. 30Elegí la senda de la verdad y no olvidé tus juicios20. 31Estoy adherido a tus testimonios; ¡oh Yahvé! no permitas que sea confundido. 32Correré por el camino de tus mandamientos, pues tú ensancharás mi corazón.

En un momento de postración y de prueba, el salmista declara sus sinceras intenciones de fidelidad, y pide a su Dios que le salve la vida, conforme a las promesas de protección al justo. Se siente próximo a la muerte -su alma está pegada al polvo ·, pero espera ser librado de ella, confiando en la palabra de Yahvé 21. Por experiencia sabe que Dios no le abandona, pues en lances semejantes expuso sus andanzas y peligros, y Yahvé le escuchó. Por eso, ahora mantiene la esperanza de alcanzar el auxilio salvador divino. Pero, aun en esa situación, no tiene otra obsesión que conocer los estatutos de Yahvé, que para él encierran maravillas, pues son los caminos que le llevan hacia la íntima felicidad: la vida de intimidad con su Dios.
De nuevo vuelve a reflejar su situación de pesadumbre ante un peligro de muerte; por eso suplica a Dios que le levante de su postración actual, conforme a sus promesas (v.28). En su sinceridad espiritual, declara que no quiere vivir según el camino de la mentira todo lo que está fuera de la ley divina: deslealtad, avaricia , sino conformarse en todo a su voluntad. Esta es la senda de la verdad, señalada por los juicios divinos. A pesar de hallarse en una situación de ansiedad, permanece adherido a sus testimonios, seguro de que no será confundido ante sus adversarios, que celebrarían su derrota como un triunfo propio al ver que Dios no se cuida de los suyos en los momentos de angustia y de peligro. La rehabilitación le dará más libertad para dedicarse con más fuerza y correr por el camino de los mandamientos divinos22. Será entonces el momento de ensanchar su corazón y de gozar de la paz plena de su espíritu.

La senda de los mandamientos (33-40).
He.33 Instruyeme, ¡oh Yahvé! en el camino de tus mandatos, para que los guarde hasta el fin. 34 Dame entendimiento para que guarde tu ley. y la guarde de todo corazón. 35 Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco. 36 Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. 37 Haz que pasen sin ver la vanidad mis ojos, dame la vida con tu palabra 23. 38 Manten para con tu siervo tu oráculo, que (prometiste) a los que te temen. 39 Aparta de mí el oprobio que temo, pues tus juicios son para bien. 40 Mira que he anhelado tus preceptos; guarda mi vida en tu justicia.

Insistiendo en sus deseos anteriores, pide el salmista que le instruya en los secretos de sus mandatos, de forma que se amolde a ellos de todo corazón 24. El salmista teme desfallecer en sus buenos propósitos, dejándose llevar por la avaricia, en contra de los mandamientos divinos, que constituyen el testimonio de su voluntad. Los hagiógrafos están poseídos de la idea de que Dios lo domina todo, y, por tanto sin distinguir causas segundas y primeras y voluntad positiva y permisiva , creen que los puede inclinar al mal, como la avaricia. En el Pater noster leemos, traduciendo literalmente un arameísmo: et ne nos inducas in tentationem, que la versión española traduce muy bien: no nos dejes caer en la tentación. El salmista pide que se le evite dejarse llevar por lo pecaminoso y falso. Todas las cosas de esta vida son vanidad y engaño si se las desvincula de Dios, y, por eso, entregarse a ellas desmesuradamente es apartarse de los preceptos divinos 25.
Nuevamente vuelve a considerar su situación de postración, y por ello pide ansiosamente que Dios mantenga sus promesas a favor de los que le reconocen y temen, amoldándose a sus mandamientos. Si queda decepcionado en sus esperanzas de salvación, sus enemigos se burlarán de él, y esto constituirá para él un oprobio, ya que su virtud quedaría sin recompensa. Los mandamientos divinos no pueden decepcionar a los fieles, pues son para bien. La justicia divina tiene, pues, que corresponder a la fidelidad de los que le temen, otorgándoles continuar viviendo, para así mostrar a los impíos que no desampara a los suyos.

La piedad de Yahvé (41-48).
Wau. 41 Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh Yahvé! tu salvación según tu palabra, 42 para que pueda responder a los que me increpan que he esperado en tu palabra. 43 No quites jamás de mi boca las palabras de verdad, pues esperé en tus juicios. 44 Que guarde constantemente tu ley por siempre jamás. 45 Que marche con holgura, porque he buscado tus preceptos. 46 De tus testimonios hablaré ante los reyes, no me avergonzaré. 47Me deleitaré en tus mandamientos, que es lo que amo. 48 Alzaré mis manos a tus mandatos y meditaré en tus decretos.

Agobiado por las burlas de los adversarios, el salmista pide a su Dios que manifieste su piedad salvadora hacia él, como lo hizo en otras ocasiones. Sólo así podrá probarle que la palabra divina no defrauda a los que en El esperan. Recuperada su situación normal y su holgura, promete mantenerse fiel a sus mandamientos, pues la nueva situación próspera será fruto de esas ansias de vivir conforme a los preceptos divinos, ya que le han atraído la bendición divina. No se avergonzará de su fe, y está dispuesto a proclamarla ante los reyes y príncipes 26. Durante toda su vida meditará en los decretos salvadores de Yahvé.

La palabra de vida (49-56).
Zain. 49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me hiciste esperar. 50 Este es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me da la vida. 51 Los orgullosos mucho se han burlado de mí, pero no me he apartado de tu ley. 52Me acuerdo de tus juicios de tiempo antiguo, ¡oh Yahvé! y me consuelo. 53 Se apodera de mí la indignación porque los impíos abandonan tu ley. 54 Fueron mis cantos tus estatutos en la casa de mi peregrinación. 55 De noche me acuerdo de tu nombre, ¡oh Yahvé! y guardo tu ley. 56 Esta ha sido mi suerte 27: guardar tus preceptos.

En medio de las pruebas, la ley de Yahvé ha sido para el salmista fuente de consuelo, de alegría y de esperanza. La palabra divina ha constituido la base de sus esperanzas cuando se sentía hostilizado por doquier. Las promesas de Yahvé son fuente de vida, pues son una prenda de que no le olvidará ni le dejará desamparado. Su fidelidad no puede ser olvidada, ya que el Señor corresponde a ella con la fidelidad a sus promesas. Los desaprensivos y protervos le han zaherido maliciosamente, considerándole perdido sin remedio; pero el justo ha permanecido fiel a la ley divina 28. Los juicios divinos se han manifestado desde antiguo en favor de sus fieles, y esto da fuerzas y energías al salmista en los momentos difíciles (v.52).
En su dura peregrinación en esta vida, incomprendido y forastero en medio de una sociedad materializada, los estatutos de Yahvé han sido para el salmista como melodiosos cantos que alegran su corazón y tonifican su espíritu 29. En realidad ha sido un ser privilegiado al centrar su existencia en torno a la guarda de los preceptos de Yahvé.

Amigo de los temerosos de Dios (57-64).
Jet.57 Mi porción es Yahvé; he resuelto guardar tu palabra. 58De todo corazón te imploro que me seas propicio según tu práculo. 59He considerado mis caminos, y vuelvo mis pies a tus testimonios. 60Me apresuro y no me retraso en guardar tus mandamientos. 6* Las ligaduras de los impíos me estrecharon, pero yo no me olvidé de tu ley. 62Me levanto a medía noche para alabarte por tus justos juicios. 63 Compañero soy de cuantos te temen y guardan tus preceptos. 64 La tierra está llena, ¡oh Yahvé! de tu piedad; enséñame tus estatutos.

Yahvé es la porción o heredad del salmista, y por eso ha decidido observar escrupulosamente su palabra30. En correspondencia, suplica que le sea propicio, conforme a las promesas de su oráculo. Durante toda su vida ha procurado reconsiderar su propia conducta para rectificar y adaptarla lo más posible a los testimonios de Yahvé (v.59). Sus adversarios han procurado entorpecer sus pies poniéndole ligaduras para hacerle volver de su camino recto; pero no han tenido éxito en sus maniobras, pues nunca ha olvidado la ley divina. Al contrario, para meditar más en ella interrumpe su sueño a media noche, dando gracias a Dios por sus justos juicios. Para fortalecerse en su virtud, procura rodearse de los que guardan los divinos preceptos, viviendo así en una atmósfera de piedad y de fidelidad a la ley de Yahvé. Todas las cosas predican la piedad y bondad de su Dios, y por eso ansia conocer mejor sus estatutos 31.

Confesión de culpabilidad (65-72).
Tet.65 Obraste benignamente con tu siervo, ¡oh Yahvé! según tu palabra. 66 Enséñame el buen sentido y la ciencia, pues creo en tus mandamientos. 67 Antes de ser afligido andaba descarriado, pero ahora guardo tu oráculo. 68 Tú eres bueno y bienhechor: enséñame tus estatutos. 69 Traman engaños contra mí los soberbios, pero yo guardo con todo corazón tus preceptos. 70 Craso está como sebo su corazón, pero yo tengo en tu ley mis delicias. 71 Bien me ha estado ser humillado para aprender tus estatutos. 72 Mejor me es la ley de tu boca que miles (de monedas) de oro y de plata.

La bondad de Yahvé se ha manifestado siempre en la vida del salmista, tanto en los momentos de prosperidad como en los de aflicción, conforme lo había prometido 32. Con todo, pide que le enseñe siempre el buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarse de su Dios; y en esto consiste la verdadera ciencia: conocer la mano de la Providencia en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de su voluntad, manifestada en sus mandamientos. Justamente, la aflicción enviada por Yahvé ha servido para reconocer sus anteriores desvarios, pues en la prosperidad se preocupaba menos de su Dios 33. Una vez más se ha manifestado como bueno y bienhechor para con su siervo, pues el sufrimiento y las contrariedades han servido para considerar de nuevo sus caminos.
Su actual conducta de fidelidad exaspera a sus enemigos soberbios, que incesantemente conspiran contra él fraudulentamente para hacerle salir del camino de la virtud; pero su corazón permanece apegado a sus preceptos. En realidad, están obcecados, sin tener la más mínima sensibilidad espiritual. Su corazón está craso y materializado, y por ello es incapaz de captar las impresiones espirituales que se desprenden de la meditación de la ley, en la que el justo tiene todas sus delicias 34. La pasada humillación le ha servido para comprender más a fondo los estatutos de Yahvé. Esta lección es de valor inestimable para ordenar su vida, mucho más que las riquezas.

Ansia de la compañía de los justos (73-80).
Yod.73 Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para aprender tus mandamientos. 74Los que te temen, me ven y se alegran porque he esperado en tu palabra. 75Conozco, ¡oh Yahvé! que son justos tus juicios, y que con razón me afligiste. 76Sírvame tu piedad de consuelo, según tu oráculo a tu siervo. 77Venga a mí tu misericordia y reviviré, porque tu ley es mi delicia. 78Confundidos sean los soberbios, que sin razón me afligen; pero yo meditaré en tus mandamientos. 79Vuelvan a mí los que te temen, y los que conocen tus testimonios. 80Sea íntegro mi corazón en tus estatutos para no ser confundido.

Puesto que Yahvé le ha modelado corporalmente35, debe completar su obra en el orden espiritual, perfeccionando su entendimiento para comprender mejor sus mandamientos. Su conducta de fidelidad completa a Yahvé ha servido para que los temerosos de Dios se alegren, pues han visto que su esperanza en la palabra divina no ha quedado defraudada. Sus mismas aflicciones han constituido una manifestación de los justos juicios de Dios, ya que por sus imperfecciones e infidelidades las había merecido 36. Pero necesita, en medio de la postración, ser reconfortado por la piedad divina para poder revivir con plenitud espiritual y material37. Está rodeado de gentes protervas, que injustamente le zahieren para apartarle del buen camino. Su consuelo está en la meditación de los mandamientos divinos y en la compañía de los que temen a Yahvé y aceptan sus testimonios, y por eso pide a Dios que le ayude a mantener su integridad espiritual, pues sólo así no será confundido ni avergonzado ante los que se burlan de su vida piadosa.

Ansias de justicia (81-88).
Kaf. 81 Desfallece mi alma (ansiosa) de tu salvación, confío en tu palabra* 82 Consúmense mis ojos por tu oráculo, diciendo: ¿Cuándo me consolarás? 83 Porque estoy como odre puesto al humo, pero no olvido tus estatutos. 84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia con los que me persiguen? 85 Cavaron los soberbios hoyas para mí, los que no son según tu ley. 86 Todos tus mandamientos son verdad, sin causa me persiguen. ¡Socórreme! 87Casi me han echado por tierra, pero yo no he abandonado tus preceptos. 8S Vivifícame según tu piedad para guardar el testimonio de tu boca.

El salmista parece estar en un momento de postración moral, y por ello ansia que pronto se manifieste la intervención salvadora de su Dios, conforme a las esperanzas puestas en su palabra. Está abandonado de todos en un ambiente de hostilidad e incomprensión, y sólo le resta esperar en el consuelo de lo alto 38. Se siente desfallecer y está desfigurado como odre puesto al humo 39; pero, con todo, sigue fiel a los estatutos de su Dios. Siente que su vida se gasta, y teme no poder asistir al castigo de los que injustamente le persiguen; por eso pregunta cuántos años le quedan de vida, pidiendo a Dios que acelere el momento de su intervención punitiva sobre sus enemigos (v.84). Estos, como sagaces cazadores, han cavado hoyas para hacer caer la presa 40, tratando de desviarle de los buenos caminos de la ley. En determinados momentos han estado a punto de echarle a tierra, consiguiendo sus malignos propósitos; pero se ha mantenido fiel a los preceptos divinos. El salmista, ante tanta hostilidad, pide socorro para que Dios le conforte y vivifique espiritualmente, no sea que al fin sucumba en contra de sus buenos propósitos.

La perennidad de la palabra divina (89-96).
Lamed. 89 Tu palabra, ¡oh Yahvé! es eterna, es estable como los cielos. 90 Es por generaciones y generaciones tu fidelidad; formaste la tierra, y perdura. 91 Por tu ordenación aún subsisten hasta hoy, pues todas las cosas están a tu servicio. 92 Si tu ley no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi aflicción. 93 No me olvidaré jamás de tus preceptos, pues con ellos me has dado la vida. 94 Tuyo soy, ¡sálvame! pues busco tus preceptos. 95 Me acechan los impíos para perderme, pero yo pongo mi atención a tus testimonios. 96 A todo lo perfecto veo un límite, pero tus mandamientos son amplios sobremanera.

La grandeza y perennidad de la ley divina han servido de confortamiento al salmista en los momentos de postración y aflicción. La palabra de Yahvé está por encima de todo cambio y de todas las contingencias; permanece siempre la misma, como los cielos, y también su fidelidad a las promesas dadas a sus siervos41. La permanencia de la tierra es también una garantía de la estabilidad de las obras de Dios, entre las que están sus preceptos42. Los cielos y la tierra, con todo lo que tienen, obedecen, sumisos, a las ordenaciones divinas, y por ello permanecen en su puesto. La garantía de permanencia para el hombre está también en obedecer a la ley divina. El salmista ha podido salvar los momentos de su depresión moral precisamente meditando en la ley de Yahvé, que constituye toda su delicia. Ella le ha proporcionado vida espiritual en sus momentos difíciles 43. En realidad, es lo único que puede llenar la profundidad de su alma, ya que todas las cosas terrenas, por perfectas que sean, tienen un limite, mientras que los mandamientos de Yahvé son insondable e inagotables; y por ello llenan la capacidad de su alma, ansiosa de vida espiritual.

Las ventajas espirituales de la ley divina (97-104).
Mem. 97 ¡Cuánto amo tu ley! En ella medito todo el día. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que a mis enemigos, porque siempre están conmigo. 99 Me hacen más prudente que cuantos me enseñan, pues tus testimonios constituyen mi meditación. 100 Soy más entendido que los ancianos, porque guardo tus preceptos. 101 Retraje mis pies de todo mal camino para guardar tu palabra. 102 No me he apartado de tus juicios, porque me has instruido. 103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus oráculos 44, más que la miel para mi boca! 104 De tus preceptos saco inteligencia; por eso detesto toda falsa senda.

La ley es la fuente de la sabiduría para el salmista, que medita en ella día y noche. Ella es, como ha dicho antes, insondable, y, acomodándose a sus preceptos, se encuentra en una situación de superioridad frente a sus enemigos, que no saben ver la mano de Dios en esta vida. Cumpliendo sus preceptos es superior en sagacidad y experiencia a los mismos ancianos. Iluminado por ella, ha sabido desviarse de los malos caminos45. Pero, además, las promesas de los oráculos divinos resultan siempre dulces al que sabe cumplir los mandatos de Yahvé 46. Con la luz de los preceptos divinos puede el justo discernir las falsas sendas, escogiendo las que llevan a Dios.

Súplica en Medio del Peligro (105-112).
Nun. 105 Su palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero. 106 He jurado, y quiero cumplirlo, guardar tus juicios justos. 107Estoy sobremanera afligido: joh Yahvé! vivifícame según tu palabra. 108 Acepta complacido, ¡oh Yahvé! las ofrendas voluntarias de mi boca y enséñame tus juicios. 109 Mi alma está en mis palmas; pero no he dado al olvido tu ley. 110 Me pusieron los impíos una trampa, pero no me desvié de tus preceptos. 111 Son mi heredad para siempre tus testimonios, pues constituyen el gozo de mi corazón. 112 Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos por siempre jamás 47.

Siguiendo la idea expresada en la estrofa anterior, declara que la ley es en su vida una lampara que con su luz le descubre el sendero recto, guiándole de modo seguro en medio de los peligros de una sociedad materializada. Con toda decisión está resuelto a cumplir su juramento de ajustarse a los juicios divinos, que son siempre justos; pero ahora se halla sumido en la aflicción a causa de la hostilidad de sus enemigos, que conspiran contra él. Su vida está en peligro; la metáfora tener el alma en las palmas de las manos equivale a la nuestra tener la vida en un hilo.48 Por eso ruega a Yahvé que acepte sus ofrendas voluntarias sus votos y plegarias49 , para así contrarrestar la labor de sus enemigos, que, como cazadores avezados, le ponen una trampa para hacerle caer en la fosa. Justamente se oponen a él porque se mantiene incólume en su fidelidad a la ley. Pero el salmista declara que no se desviará de su conducta, porque los testimonios de Yahvé constituyen su heredad, o porción selecta que le ha caído en suerte, y le proporcionan el mayor go^o a su corazón lacerado. Por eso siempre está dispuesto a cumplir sus exigencias y estatutos, ya que son la expresión de la voluntad divina.

Dios no se complace en los impíos (113-120).
Sámec. 113 Detesto la doblez de corazón y amo tu ley. l14 Tú eres mi defensa y mi broquel, y espero en tu palabra. 115Apartaos de mí los malvados, que quiero guardar los mandamientos de mi Dios. 116Sostenme según tu oráculo y viviré, y no me avergüences en mi esperanza. 117Susténtame para que sea salvo, y me deleitaré siempre en tus estatutos50. 118Tú desprecias a cuantos se apartan de tus preceptos, porque sus designios son engañosos. 119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; por eso yo amo tus testimonios. 12° Se estremece mi carne por temor a ti, y temo tus juicios.

El salmista contrapone la sinceridad de su corazón a la doblez engañosa de los que viven fuera de la ley divina. Sus contemporáneos hacían gala de religiosidad, pero al mismo tiempo no se preocupaban de amoldar su conducta a las exigencias de la ley de Yahvé; y esto choca con la sensibilidad espiritual de las almas selectas, que procuran vivir de su fe51. Por eso quiere vivir apartado délos malvados, evitando toda atmósfera viciada que pueda comprometer la guarda de los mandamientos de Yahvé, que es para él su defensa y protector52. Pero para mantenerse incólume en el camino recto necesita la ayuda divina, prometida en sus oráculos. En ella tiene toda su esperanza, y ansia no quedar defraudado53. Confiado en su Dios, espera verse libre de las asechanzas de los impíos 54, en los que no se complace. Dios los desecha como escorias sin valor 55. Los juicios de Yahvé son severos, y, por ello, hasta el justo se estremece al parar mientes en ellos, pues sus infidelidades pueden acarrearle castigos.

Súplica del auxilio divino (121-128).
Ayin 121 Practico el juicio y la justicia; no me abandones a mis opresores. 122 Responde por tu siervo para bien; no me opriman los soberbios. 123 Consúmense mis ojos por tu salvación y por el edicto de tu justicia. 124 Haz con tu siervo según tu piedad, y enséñame tus estatutos. 125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento para conocer tus testimonios. 126 Tiempo es de obrar por Yahvé, pues han violado tu ley. 127 Por eso yo amo tus mandamientos más que el oro, que el oro purísimo. 128 He procedido rectamente conforme a tus preceptos 56 y he odiado todo camino falso.

El salmista confiesa su rectitud en el obrar conforme a las exigencias de la justicia, y por eso suplica confiado a su Dios que le libre de sus opresores 57. Es hora de que corresponda a sus promesas para salvarle de los soberbios, que desprecian su vida piadosa. Sus ojos se debilitan en espera de la manifestación salvadora de Yahvé en su favor y de la acción justiciera sobre sus enemigos (v.123).
La ley es el centro de su vida, y por eso desea que se le descubran todos sus secretos, pues son el sostén de su vida en las pruebas que atraviesa 58. Se siente obligado a obrar en favor de su Dios, pues los impíos han violado su ley, y es necesario contrarrestar su mala conducta con la entrega plena a los mandamientos divinos, que son para él más apreciables que el oro más refinado 59.

La palabra de Yahvé es luz para el justo (129-136).
Pe 129 Son admirables tus testimonios; por eso los guarda mi alma. 13° La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los sencillos. 131 Abro mi boca y suspiro, pues anhelo tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y séme propicio, como haces con los que aman tu nombre. 133 Afirma mis pasos con tu oráculo y no dejes que me domine iniquidad alguna. 134 Rescátame de la opresión de los hombres para que pueda guardar tus preceptos. 135 Haz resplandecer tu faz sobie tu siervo y enséñame tus estatutos. 136 Arroyos de agua caen de mis ojos porque no guardan tu ley.

La ley de Yahvé es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios 60.
La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta. Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido. En medio de las tinieblas espirituales y morales ansia ver resplandecer la faz de Yahvé en su favor, es decir, desea que se manifieste su poder protector y benevolente hacia él, que se siente hostilizado por doquier61. Su sensibilidad religiosa no puede tolerar la atmósfera de impiedad que le rodea, y por eso sus ojos se llenan de lágrimas a causa de su celo por la ley.

El celo por la causa de Dios (137-144).
Sade 137 Justo eres, ¡oh Yahvé! y rectos tus juicios. 138 Has impuesto justamente tus testimonios y con suma fidelidad 139 Mi celo me consume, porque dan al olvido tus palabras mis enemigos. 140 Acendrado del todo es tu oráculo, y tu siervo lo ama. 141 Pequeño y despreciable soy, pero no olvido tus preceptos. 142 Tu justicia es eterna y tu ley es verdad. 143 La angustia y la opresión han hecho presa sobre míj pero tus mandamientos son mis delicias. 144 Justos son por la eternidad tus testimonios; haz que los entienda y viva.

Siguiendo la idea de la estrofa anterior, el salmista declara la solicitud que siente por los juicios divinos, manifestados en su ley. Yahvé no es un Ser que hace uso libre de su fuerza de modo incontrolado, sino que se atiene a los imperativos de su justicia y rectitud, que, juntamente con la misericordia, constituyen su escolta de honor. Sus testimonios o preceptos responden a la fidelidad a sus promesas de protección al justo62. Por eso, el salmista se consume al ver el olvido de la ley por parte de sus enemigos, los impíos63. El oráculo divino es como oro acrisolado de la mejor ley; por ello es el objeto de las complacencias de su alma. Por insignificante que sea, está adherido a los preceptos de Yahvé, que reflejan su justicia eterna e indefectible. Las calamidades y hostilidades de los impíos no han bastado para apartarle de su camino.

Los mandamientos de Yahvé son eternos (145-152).
Qpf 145 Clamo con todo mi corazón; escúchame, ¡oh Yahvé! quiero guardar tus estatutos. 146 Clamo a ti, sálvame para que guarde tus testimonios. 147 Me adelanto al alba para implorar auxilio y espero en tu palabra. 148 Se anticipan a las vigilias mis ojos para meditar tu oráculo. 149 Oye mi voz según tu piedad, ¡oh Yahvé! y haz que viva conforme a tus juicios. 150 Acercáronse los que malignamente (me) persiguen, los que se alejaron de tu ley. 151Pero cercano estás tú, ¡oh Yahvé! y todos tus mandamientos son verdad. 152Mucho ha que entendí que tus mandamientos los estableciste para la eternidad.

Toda la vida del salmista es una incesante plegaria para mantenerse fiel a la ley divina en medio de una sociedad incrédula. Antes de que despierte el alba, ya está implorando el auxilio divino para que le conceda la perseverancia en la guarda de los testimonios de Yahvé; y se compara a un centinela que está despierto antes de que le toque la vigilia de guardia. Los hebreos dividían la noche en tres vigilias 64, y probablemente el salmista es un levita que tiene el tiempo señalado para servir en el santuario en determinadas vigilias: antes del tiempo en que le corresponde prestar servicio, ya está despierto pensando en la ley de Yahvé.
La presencia de su Dios le proporciona seguridad; pues, por muy cerca que estén sus perseguidores para caer sobre él, más cerca está Yahvé para prestarle auxilio65. Los impíos consideran la ley de Dios como ya caduca y sin obligatoriedad presente, pero, en realidad, los mandamientos divinos tienen una validez eterna.

La palabra de Yahvé es la verdad (153-160).
Res 153 Ve mi aflicción y líbrame, pues que no he olvidado tu ley. 154 Defiende mi causa y protégeme; según tu oráculo, dame vida. 155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos. 156 Muchas son, ¡oh Yahvé! tus misericordias: haz que viva según tus juicios. 157 Muchos son mis perseguidores y adversarios, pero no me aparté de tus testimonios. 158 Veo a los traidores y me dan fastidio, porque no guardan tu palabra. 159 Mira que amo tus preceptos. ¡Oh Yahvé! dame vida según tu piedad. 160 La suma de tu palabra es la verdad, y eternos son todos tus equitativos juicios.

De nuevo insiste el salmista en su situación angustiada actual, rodeado de enemigos que conspiran contra su vida de piedad. Yahvé es su goel, y, en consecuencia, está obligado a defender su causa en un momento en que se halla comprometida su reputación y su vida espiritual66. Para los impíos no hay salvación, porque no pueden esperar el auxilio divino. Justamente, la seguridad de tener a su lado al Omnipotente le ha dado fuerza para no ceder ante los perseguidores; pero la impiedad de éstos causa fastidio a su sensibilidad espiritual67. Por su parte, se afirma en su posición de fidelidad, pues todos los preceptos divinos se resumen en la verdad, y, por tanto, tienen validez permanente como expresión de los juicios equitativos de Yahvé.

La Alabanza Constante de Yahvé (161-168).
Sin 161 Persiguiéronme sin causa los príncipes, pero mi corazón temía tus palabras. 162 Tan contento estoy con tu oráculo como quien halla abundante botín. 163 Odio y abomino la falsedad y amo tu ley. 164 Siete veces te alabo en el día por tus justos juicios. 165 Mucha paz tienen los que aman tu ley; no hay para ellos tropiezo. 166 He esperado, Yahvé, en tu salvación y he cumplido tus mandamientos. 167 Ha guardado mi alma tus testimonios, y los amo sobremanera. 168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están ante ti.

A pesar de la hostilidad de las clases más representativas de la sociedad, no se ha apartado el salmista de su conducta de entrega a los preceptos divinos. Según su conciencia religiosa, es preferible temer a Dios que a los príncipes. La satisfacción del cumplimiento del deber le es superior a la del guerrero que se apodera de copioso botín68. Tan consustancial es para él la ley divina, que siente odio instintivo para todo lo que signifique falsedad y doblez de corazón. Su alma está en tensión constante espiritual, alabando continuamente a su Dios. La expresión siete veces indica multiplicidad y plenitud.
Para los seguidores de la ley, el premio es la paz interior y la seguridad de que no han de caer por un tropiezo. Bajo la protección divina están al abrigo de los peligros mortales que acechan a los impíos. El salmista se siente dichoso cumpliendo los mandamientos divinos, que le aseguran su paz interior. Toda su conducta sus caminos está patente a su Dios, que puede juzgar de la sinceridad de sus afirmaciones.

Súplica final (169-176).
Tau 169 Acerqúese mi grito a tu presencia, ¡oh Yahvé! y, según tu palabra, dame inteligencia. 170 Llegue mi deprecación ante tu faz, y, conforme a tu oráculo, sálvame. 171 Mis labios musitarán alabanzas porque me enseñas tus estatutos. 172 Cantará mi lengua tu oráculo, porque justos son todos tus mandamientos. 173 Sea conmigo tu mano para ayudarme, pues he elegido tus preceptos. 174 Anhelo tu salvación, ¡oh Yahvé! pues tu ley es mi deleite. 175 Viva mi alma para alabarte, y denme ayuda tus juicios. 176 Si errare como oveja perdida, busca a tu siervo, pues no me he olvidado de tus mandamientos.

La conclusión resume los diversos temas del salmo: súplica para entender mejor la ley divina, ansias de salvación y acción de gracias por los beneficios inestimables recibidos. El salmista desea penetrar los secretos de los preceptos divinos para captar mejor su voluntad, y, al mismo tiempo, pide que se cumplan sus promesas de protección para verse libre de los muchos peligros de toda índole en que se halla. Su súplica y promesa de acción de gracias se termina con una demanda final de auxilio en caso de que por su debilidad se extravíe y aparte de los preceptos divinos. A pesar de sus reiteradas afirmaciones de fidelidad, está expuesto a claudicar, y entonces sólo la gracia divina puede hacerle volver al buen camino. Yahvé es el buen Pastor, que debe buscar a la oveja descarriada para volverla al redil. Estas afirmaciones del salmista están muy lejos de la autosuficiencia de los fariseos, que se creían seguros en su estado superior de perfección. El salmista es un peregrino por el desierto del mundo; como una oveja que ha sido separada del rebaño, está expuesto a peligros constantes, y por eso pide a Dios que no le abandone solo en su peregrinación, sino, conforme a su promesa 69, le busque, para que en medio de estos peligros no olvide la ley de Dios.70

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 700. 2 J. Calés, o.c., II 440. 3 A. F. Klrkpatrick, O.C., 701. 4 J. Calés, o.c., II 441. 5 A. F. Kirkpatrick, o.c., 701. 6 San Agustín, Expositio in Ps. 118 (119). 7 Cf. Neh 0.5-6; Mal_3:13-15. 8 Deu_4:8. 9 Deu_4:7 10 Deu_4:2. 11 Cf. Isa_1:10; Isa_2:3. 12 A. F. Kirkpatrick, o.c., 704. 13 Cf.Dt 4:45; 6:17. 14 Cf. Exo_16:4; Lev_1:6. 15 Cf. Sal 34,i2s. 16 Cf. Pro_2:4; Pro_3:13s; Pro_8:8.11.18; Pro_16:16. 17 Tus estatutos: falta en el TM, pero está en los LXX y es exigido por el contexto. 18 Cf. Sal 3:1s. 19 Cf. Sal_19:14; Deu_17:12-13; Mal_3:15; Mal_4:1. 20 No olvidé según los LXX. El TM: puse (¿ante mis ojos?). Sir.: he deseado. 21 Cf. Sal_44:26; Sal_7:6; Sal_22:16. 22 Cf. Sal_25:17; Isa_60:5. 23 Tu palabra: corrección según algunos rnss. y el Targum. El TM: tu camino. 24 Cf. Sal_27:12; Sal_86:12. 25 Cf. Isa_33:15; 1Jn_2:15-17. 26 Cf. Mat_10:18; Hec_26:1-2. 27 Lit. el TM: Esto ha sido para mí. 28 Cf. Pro_21:24; Sal_1:2. 29 Cf. Gen_47:9; 1Cr_29:15; Job_35:10. 30 Cf. Sal_16:6; Sal_73:26; Sal_142:5. 31 Cf. Sal_33:6; I45:9- 32 Cf. Deu_6:24; Deu_10:13; Deu_30:9-15. 33 Cf. Sal_118:18; Job_5:17. 34 Cf. Sal_17:11; Sal_73:7; Isa_6:10. 35 Cf. Job_10:8; Deu_32:6. 36 Cf. Deu_8:2.3.16; 13:4- 37 Cf. Jer_31:13; Is 513; Jer_66:13. 38 Cf. Sal_69:3; Sal_84:2; Lam_4:17. 39 Algunos autores creen que aquí se alude a la costumbre de los antiguos de poner el odre lleno de vino al humo para que mejore y tome sabor (amphorae fumum bibere, Horacio, Odas III 8.11). En ese caso, el salmista declararía que está siendo probado como odre al humo para aquilatar su virtud en medio de los sufrimientos. 40 Cf. Sal_57:7; Jer_18:20.22. 41 Cf. Sal_89:2. 42 Cf. Sal_78:69. 43 Cf. Isa_40:29-31. 44 Oráculos: en pl. según los LXX. El TM lee en singular. 45 Cf. Sal 86.li. 46 Cf. Sal_19:11; Job_33:12; Jua_4:32.34. 47 Lit.: eternamente, hasta el fin. 48 Cf. Jue_12:3; Sam 19:5; 28:21; Job_13:14 49 Cf. Heb_13:15; Sal_19:15. 50 Me deleitaré: así según los LXX, San Jerónimo, Targum y sir. El TM: miraré. 51 Cf. 1Re_18:21; Stg_1:8. 52 Cf. Sal_32:8; Sal_38:8. 53 Cf. Sal_51:13; Sal_3:6; Sal_37:18. 54 Cf. Sal_17:36; Sal_20:3; Sal_41:4; Sal_94:18. 55 Cf. Jer_6:28-30; Eze_32:18.19. 56 Así siguiendo la versión de los LXX. 57 Cf. Sal_33:6; Sal_89:15. 58 Cf. Sal 94.I3S. 59 Cf. Sal 19 60 Cf. Sal 77:Sal_11:14. 61 Cf. Sal_31:17. 62 Cf. Dt 4:8:2Ti_2:13. 63 Cf. Sal_69:10. 64 Cf. Lam_2:19; Jue_7:19; Sam u,u. 65 Cf. Sal_69:18; Sal_34:19; Deu_4:7. 66 Cf,Deu_35:2; Deu_43:2; Isa_51:22. 67 Cf. Sal_139:21. 68 Cf. Isa_9:3. 69 Cf. Eze_34:11s. 70 A. F. Kirkpatrick, o.c., 733.