Ezequiel  16 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 63 versitos |
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo:
2 Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominaciones,
3 y di: Esto dice el Señor, Yahvé, a Jerusalén: Eres por tu tierra y por tu origen una cananea; tu padre, un amorreo; tu madre, una jetea;"
4 a tu nacimiento, el día que naciste, nadie te cortó el ombligo; no fuiste lavada en el agua para limpiarte, no fuiste frotada con sal ni fajada;"
5 nadie hubo que pusiera en ti sus ojos para hacerte algo de esto, compadecido de ti, sino que con horror fuiste tirada al campo el día que naciste.
6 Pasé yo cerca de ti y te vi sucia en tu sangre, y, estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive!
7 Te hice crecer a decenas de millares, como la hierba del campo. Creciste y te hiciste grande, y llegaste a la flor de la juventud; te crecieron los pechos y te salió el pelo, pero estabas desnuda y llena de vergüenza."
8 Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo el tiempo del amor, y tendí sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yahvé, y fuiste mía.
9 Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí con óleo,
10 te vestí de recamado, te calcé piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda.
11 Te atavié con joyas, puse pulseras en tus brazos y collares en tu cuello,
12 arillo en tus narices, zarcillos en tus orejas y espléndida diadema en tu cabeza.
13 Estabas adornada de oro y plata, vestida de lino y seda en recamado; comías flor de harina de trigo, miel y aceite; te hiciste cada vez más hermosa y llegaste hasta reinar."
14 Extendióse entre las gentes la fama de tu hermosura, porque era acabada la hermosura que yo puse en ti, dice el Señor-Yahvé.
15 Pero te envaneciste de tu hermosura y de tu nombradía y te diste al vicio, ofreciendo tu desnudez a cuantos pasaban, entregándote a ellos.
16 Tomaste tus vestidos y te hiciste altos coloreados para prostituirte en ellos.
17 Tomaste las espléndidas joyas que te había dado, mi plata y mi oro, y te hiciste simulacros de hombres, fornicando con ellos.
18 Tomaste las telas recamadas y los cubriste con ellas, y les ofreciste mi óleo y mis aromas.
19 También el pan que yo te diera, la flor de harina de trigo y el aceite y la miel con que te mantenía, se los ofreciste en ofrenda de suave olor. Eso hiciste, dice el Señor, Yahvé.
20 Y, a más de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirvieran de comida. Te parecían poco tus prostituciones,
21 y sacrificaste a mis hijos, haciéndolos pasar por el fuego.
22 Y al cometer todas estas tus fornicaciones y prostituciones, no te acordaste del tiempo de tu mocedad, cuando estabas desnuda en tu vergüenza y te revolvías en tu sangre;"
23 antes al contrario, después de tantas maldades, hay de ti! dice Yahvé,
24 te hiciste en cada plaza un lupanar
25 y en cada calle un prostíbulo, mancillando tu hermosura, entregándote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones.
26 Te prostituíste a los hijos de Egipto, tus vecinos de gordos cuerpos, multiplicando tus fornicaciones para irritarme.
27 Por eso tendí yo a ti mi mano, y te quité parte de la dote, y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que te aborrecen y se avergüenzan de tu desenfreno.
28 No harta todavía, te prostituíste también a los hijos de Asiría, fornicaste con ellos, sin hartarte todavía.
29 Multiplicaste tus prostituciones desde la tierra de Canaán hasta Caldea, y ni con todo esto te saciaste.
30 ¿Cómo sanar tu corazón, dice el Señor, Yahvé, cuando has hecho todo esto, como desvergonzada ramera dueña de sí,
31 haciéndote prostíbulos en todas las encrucijadas y lupanares en todas las plazas? Y ni siquiera eres comparable a las rameras que reciben el precio de su prostitución.
32 Tú eres la adúltera que, en vez de su marido, acoge a los extraños.
33 A la meretriz se le paga su merced, pero tú hacías las mercedes a tus amantes y les hacías regalos para que de todas partes entrasen a ti para tus fornicaciones.
34 Ha sucedido contigo en tus fornicaciones lo contrario de las otras rameras, pues no te buscaban, y, pagando tú en vez de recibir paga, fuiste al contrario de las otras.
35 Por tanto, oye, ¡oh ramera! la palabra de Yahvé:
36 Así dice el Señor, Yahvé: Por haber descubierto tus vergüenzas y haber mostrado tu desnudez a tus amantes en tus fornicaciones y a todos los abominables ídolos, y por la sangre de tus hijos que les ofreciste,
37 por eso reuniré yo a todos tus amantes y a cuantos recibiste placentera, y, además de los que amaste, traeré también a los que aborreciste, y los juntaré contra ti en derredor, y les descubriré tus vergüenzas, y contemplarán todas tus torpezas.
38 Te juzgaré como se juzga a la adúltera y a la vertedora de sangre, y te haré sangrienta víctima del furor y del celo.
39 Te entregaré a sus manos, y ellos desharán tu lecho y derribarán tus prostíbulos, te desnudarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura y te dejarán desnuda, en cueros.
40 Y harán venir contra ti a las muchedumbres, y te lapidarán con piedras, y te atravesarán con la espada,
41 y pegarán fuego a tus casas, y harán en ti justicia a ojos de muchas mujeres, y haré que ceses de fornicar, y no harás ya más regalos.
42 Saciaré en ti mi ira y se apartará de ti mi celo.
43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu mocedad y me provocaste a ira con todas esas cosas, por eso yo también echaré tus caminos sobre tu cabeza, dice el Señor, Yahvé, y cumpliré mis designios contra todas tus abominaciones.
44 Mira que no habrá proverbista que no te aplique este proverbio: “Cual la madre, tal la hija.”
45 Sí, eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos. Y eres también hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre fue una jetea, y vuestro padre un amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaría, con sus hijas, que habita a la izquierda tuya, y tu hermana menor es Sodoma, con sus hijas, que habita a tu derecha.
47 Y ni aun seguiste sólo sus caminos, ni imitaste sólo sus abominaciones; como si esto fuera muy poco para ti, te corrompiste más que ellas en todas tus sendas."
48 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que tu hermana Sodoma, con sus hijas, no hizo lo que tú con tus hijas hiciste.
49 Mira cuál fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: Tuvo gran soberbia, hartura de pan y gran ociosidad ella y sus hijas. No dio la mano al pobre, al desvalido;"
50 se ensoberbecieron e hicieron lo que a mis ojos es abominable, y cuando lo vi, las quité de en medio.
51 Samaría no pecó ni la mitad de lo que tú has pecado. Tú multiplicaste tus fornicaciones mucho más que ellas, hasta el punto de hacer justas a tus hermanas con todas las abominaciones que has cometido.
52 Lleva, pues, sobre ti tu vituperio, tú que has abogado por la causa de tus hermanas con las abominaciones que más que a ellas te han hecho abominable, viniendo a ser justas ellas comparadas contigo. Sé confundida y soporta tu vituperio también tú, pues que has venido a justificar a tus hermanas.
53 Pero yo mudaré la suerte suya, la suerte de Sodoma y de sus hijas, la suerte de Samaría y de sus hijas, y con la de ellas mudaré también la tuya,
54 para que soportes tu confusión y tu vituperio por todo cuanto hiciste y les sirvas a ellas de consuelo.
55 Tu hermana Sodoma con sus hijas volverán a su anterior estado; volverán también a él Samaría con sus hijas, y tú también y tus hijas volveréis a vuestro estado primero."
56 Ni el nombre siquiera de tu hermana Sodoma se oía en tu boca al tiempo de tu orgullo,
57 antes de que fuera descubierta tu perversidad. Así también eres tú oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los filisteos que te rodean, que dondequiera te desprecian.
58 Lleva sobre ti tu perversidad y tus abominaciones, dice Yahvé.
59 Porque así habla el Señor, Yahvé: Voy a hacer yo contigo lo que conmigo hiciste tú, menospreciando el juramento y rompiendo el pacto.
60 No obstante, yo me acordaré de la alianza que contigo hice al tiempo de tu mocedad y confirmaré contigo una alianza eterna.
61 Y tú te acordarás de tus obras y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores y menores, que yo te daré por hijas, mas no ya por el pacto hecho contigo.
62 Yo renovaré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy Yahvé,
63 para que te acuerdes y sientas vergüenza y nunca más, de vergüenza, te atrevas a abrir la boca, cuando te habré perdonado cuanto hiciste, dice el Señor, Yahvé.

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Introducción a Ezequiel 

Times New Roman ;;;;

Ezequiel.
Introducción.

Vida del profeta.
Ezequiel (en hebreo Yejezque'el: Dios conforta) era de la clase sacerdotal , y fue llevado a Babilonia como cautivo en 598 a.C., juntamente con el rey Jeconías y parte de la aristocracia judaica. Según el mismo nos dice, moraba en una localidad llamada Tell-Abib, junto al río Kebar (o Naru Kabaru, de las inscripciones cuneiformes), al sur de Babilonia. Allí vivía con su esposa, participando de las penas de los exilados. En el año quinto de su cautividad (593), mientras se hallaba a orillas de dicho río, fue llamado misteriosamente al ministerio profético 2, que ejerció durante veintidós años. Su último escrito datado es del 572 a.C. (año 27 de su traslado a Babilonia). No sabemos cómo ni cuándo murió. Según una tradición antigua judaica, fue muerto por un juez1 del pueblo que había sido reprendido por el profeta 3.

Misión del profeta.
Como Jeremías tenía por misión predicar a los judíos de Palestina los caminos del Señor, anunciándoles los castigos y recriminándoles su pésima conducta de abandono de las vías del Señor, Ezequiel fue el hombre providencial que se ocupó de mantener viva la fe yahvista en el destierro de Babilonia. La situación era sumamente delicada, ya que los exilados, lejos de comprender el sentido de su destino en los planes de Dios - como castigo de sus pecados - , continuaban con su propensión a la idolatría. Acusaban a Yahvé de ser injusto con ellos al hacerles cargar con culpas de sus antepasados 4. Por otra parte, estaban seguros de que su exilio duraría muy poco tiempo, y, sobre todo, que Dios no permitiría la destrucción de Jerusalén y de su templo por los caldeos5. Ezequiel debía hacer frente a estas falsas concepciones, fustigar sus vicios, como la propensión a la idolatría, a los adulterios, perjurios y pecados contra la justicia social.
Sobre todo, como Jeremías en Jerusalén, predicaba contra la falsa confianza fetichista en el templo de Jerusalén como garantía de permanencia de la nación judaica. En la misión de Ezequiel tenemos que distinguir dos momentos o etapas: la anterior a la destrucción de la Ciudad Santa por los babilonios (587 a.C.), durante la cual tuvo que hacer frente a las falsas esperanzas de repatriación de los exilados, anunciándoles reiteradamente el colapso de la Ciudad Santa, y la etapa que siguió a la toma de Jerusalén por los caldeos. Se han cumplido sus profecías exterminadoras, y, ante la depresión colectiva nacional, empezó a predicar la resurrección de la nación, en una nueva teocracia ideal, en la que se cumplirían las íntimas aspiraciones individuales y colectivas de los descendientes de Abraham 6.
Basándose en numerosas alteraciones textuales, algunos autores han propuesto la tesis de que la predicación de Ezequiel, anterior a la destrucción de Jerusalén, tuvo por escenario Palestina, de forma que el profeta se dirigía, como Jeremías, a sus compatriotas que no habían sido llevados en la primera cautividad 7. Esta hipótesis, al principio deslumbradora e insinuante como solución a complejos problemas textuales del libro de Ezequiel, no parece en realidad que tenga muchos visos de objetividad histórica, ya que crea mayores problemas en relación a la vida y actividad literario-profética de Ezequiel, como veremos al tratar de la composición y datación de sus oráculos.

Ambiente histórico.
La situación política internacional de la época de Ezequiel es similar a la que hemos descrito en la introducción al libro de Jeremías. Después del colapso del imperio asirio en 612, en que tiene lugar la conquista de Nínive por Nabopolasar (625-605), caudillo babilonio, auxiliado por los medos, Egipto quiere conquistar la zona de influencia en las antiguas provincias conquistadas por Asiría; por ello, Necao II, en 609, sube, a través de Palestina y Siria, al encuentro de los ejércitos medo-babilónicos. Al pasar por Megiddo, junto al Carmelo, le sale al paso el rey Josías de Judá, que muere en el combate (609 a.C.); le sucedió su hijo Joacaz, pero éste fue depuesto por Necao II, que había establecido su cuartel general en Ribla, sobre el Orontes (Alta Siria). En su lugar colocó en el trono de Jerusalén al hijo de Josías, Eliaquim, al que cambió el nombre en Joaquim (609-598). Poco después el faraón fue vencido en Carquemis (606 a.C.) por las tropas acaudilladas por Nabucodonosor, hijo de Nabopolasar.
En 605 muere Nabopolasar, y su hijo le sucede en la dirección del nuevo imperio. Después de derrotar a los egipcios, Nabucodonosor hizo una incursión por Palestina (606-5). En el 603, el rey de Judá, Joaquim, confiado en Egipto, se insurreccionó contra el monarca caldeo, y éste se limitó de momento a enviar partidas de soldados que devastasen Judá. En 598 puso sitio formal a Jerusalén, durante cuyo asedio murió el rey Joaquim, y le sucedió su hijo Joaquín o Jeconías, el cual se rindió a los tres meses de reinado, siendo deportado con la aristocracia del país a Babilonia, y entre los cautivos estaba el propio Ezequiel. Las tropas caldeas saquearon el templo, llevándose los vasos sagrados.
El vencedor puso de rey en Jerusalén a Matanías, hijo de Josías, cambiándole el nombre en Sedecías (598-586). Al principio éste se mantuvo sumiso a Babilonia, pero por instigación del faraón Hofra se unió a una liga anticaldea organizada por Amón y Tiro. Las tropas de Nabucodonosor volvieron al asedio y tomaron la ciudad en julio-agosto de 586. La ciudad fue totalmente arrasada con su templo, y las fuerzas vivas de la población fueron deportadas, quedando sólo en el país los labriegos y peonaje. Sedecías, capturado por los babilonios, fue llevado a Ribla, donde delante de Nabucodonosor le sacaron los ojos después de asistir al asesinato de sus hijos. Después fue deportado. Con ello la catástrofe nacional del pueblo judío llegó a su colmo, y la crisis de la conciencia nacional fue el problema con que tuvieron que enfrentarse los profetas Jeremías en Palestina y Ezequiel en el exilio.

Contenido y estructura del libro.
Podemos dividirlo en tres partes bien netas. Después de una introducción en la que se relatan las circunstancias de la vocación profética del profeta (1:1-3:21), encontramos: a) una serie de oráculos contra Jerusalén y Judá (3:22-24:27); b) oráculos contra las naciones paganas (c.25-32), y c) promesas de restauración (c.33-48). Esta sistematización clara, lógica y aun cronológica de los escritos de Ezequiel ha llamado siempre la atención de los comentaristas, aunque recientemente los críticos han negado esta armoniosa estructura, ya que sorprenden muchas intercalaciones y desplazamientos que interrumpen el contexto 8. Con todo, la estructura lógica general y aun cronológica se mantiene, como se ve en el esquema siguiente:

Difisión del libro:
I. Oráculos anteriores a la destrucción de Jerusalén (58-6).
A) Introducción: Vocación del profeta (1:1-3:21).
B) Conminaciones contra Juda (3:22-24:27).
1.Anuncio del castigo sobre la Ciudad Santa (acciones simbólicas y oráculos: 3:22-7:27).
2.Visión de la idolatría en el templo. La gloria de Yahvé abandona la ciudad (8:1-11:25).
3.Vaticinios sobre la cautividad del rey y el pueblo. Juicio contra los falsos profetas, cortesanos y pecadores en general (12:1-23:40).
4.Epílogo: principio del cerco de Jerusalén.
C) Conminaciones contra las naciones paganas (25:1-32:32): Contra Amón, Moab, Edom, Filistea, Tiro, Sidón y Egipto.

II. Oráculos después de la destrucción de Jerusalén (586).
A) Preparación para la restauración (33:1-33). Invitación a la penitencia. La ruina, castigo por los pecados.
B) Vaticinios de restauración teocrática (34:1-39:29). Reunión de los dispersos israelitas. Devastación de Edom, renovación de la tierra de Israel. Repatriación del pueblo exilado. Desaparición de los enemigos de Israel.
C) Descripción del nuevo reino de Israel (40,1-48:35). El nuevo templo y su consagración. El nuevo culto, la nueva tierra de Canaán, su fertilidad y división 9.

Composición del libro y autenticidad.
El contenido literario de Ezequiel difiere bien de los libros de Amos, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías. En éstos, lo esencial es el oráculo, o manifestación oral del profeta, puesta por escrito con todo su vigor e independencia. En el libro de Ezequiel, en cambio, parece que nos encontramos con un escritor que con estilo difuso y diluido va llenando páginas a base de descripciones de visiones y acciones simbólicas. Se le ha llamado profeta de gabinete, porque en sus escritos no está el oráculo conciso y nervioso de los antiguos profetas10, predominando la prosa deslavazada. Pero Ezequiel, más que escritor, es ante todo un predicador que dialoga con su auditorio y que realiza acciones simbólicas ante ellos 11. Bajo esta forma, es el más vivo, el más concreto de todos los profetas12. Pero debemos descubrir también al escritor que redacta sus oráculos para sus contemporáneos. Habla siempre en primera persona, y de hecho hay unidad sustancial de estilo en todos los escritos que se le atribuyen.
La tradición judaico-cristiana ha sostenido siempre la autenticidad de sus escritos, como obra del profeta del exilio, que trabajó en la formación del alma judía después de la catástrofe napional. Sin embargo, esto no quiere decir que el libro suyo, tal como hoy ha llegado a nosotros, sea obra redaccional definitiva del profeta. A pesar de un orden lógico general, hay, como hemos indicado, trastrueques y desajustes en el texto, y estas anomalías han dado lugar a teorías excéntricas respecto del origen del libro de Ezequiel. Así, hay quien adjudica al profeta del exilio sólo las partes poéticas, mientras que la masa prosaica sería obra de un redactor del siglo í 13. Incluso se ha supuesto que la redacción final del libro es del siglo ni a.C., obra de un anónimo que habría presentado los hechos como ocurridos en el siglo VII a.C. 14
Autores más moderados, como Herntrich y Bertholet, suponen que el libro de Ezequiel es de la época inmediata anterior o posterior a la caída de Jerusalén (597-6). El primero distingue dos autores, uno de los 39 primeros capítulos, que sería un profeta que vivió en Jerusalén en los años críticos que precedieron a la destrucción de la ciudad. Los c.40-48 serían, pues, obra de un redactor posterior a la época del exilio 15. El segundo cree que es Ezequiel el autor de todo el libro, pero que lo concerniente a la predicación anterior a la caída de Jerusalén fue escrito por él cuando habitaba en Palestina, mientras que los oráculos y escritos de restauración que siguieron a la destrucción de la Ciudad Santa fueron escritos por él mismo en Babilonia 16. Supone que Ezequiel es el autor sustancial, en cuanto que dejó resúmenes esquemáticos de sus profecías que fueron amplificados y publicados con su nombre por redactores posteriores que pertenecían a su escuela profética. Esta opinión ha sido aceptada por muchos autores aun católicos 17; pero, pasada la primera impresión de novedad, las cosas van volviendo a la tesis tradicional, ya que, si la nueva teoría parece dar razón del sentido de algunos textos, que parecen intercalaciones redaccionales posteriores, por otra parte, aplicada como tesis general al libro, crea mayores problemas de composición. Por ello creemos que es preferible mantener la posición tradicional, que considera a Ezequiel como autor de todo el libro (con ligeras excepciones) que lleva su nombre, y también es mejor suponer que el profeta desarrolló su ministerio desde el principio entre los exilados de Babilonia, como se desprende de sus oráculos y escritos.

Texto y versiones.
El texto hebreo masorético es muy deficiente y en muchos casos inservible. La versión griega de los LXX es, en general, literalista y parece estar basada en un texto hebreo anterior al TM. Por ello resulta muy útil para la reconstrucción de ciertas lecturas. En general, parece superior el texto de los LXX; sin embargo, también en la versión de los LXX hay omisiones y traducciones ininteligibles. Los papiros Chester Beatty (Ez 11-17) Y Scheide (Ez 19-39) han contribuido al estudio de la versión griega, pues datan del siglo II, y son, por tanto, anteriores a la Hexaplar de Orígenes. Sobre todo los papiros Scheide han servido para reivindicar muchas lecciones del TM. La versión de la Vg sigue en general al TM, mientras que la siro-hexaplar acepta muchas variantes de los LXX.

Índole literaria del libro de Ezequiel.
Característica del libro de Ezequiel es la abundancia de visiones: la cuadriga celeste de los querubes 18, los huesos secos 19, el nuevo templo 20, la fuente de aguas 21. Esto hace que su libro sea extremadamente misterioso y difícil de interpretar. Los autores no están concordes al calificar la objetividad de dichas visiones, pues mientras para unos esas fisiones son meras ficciones literarias en función de enseñanzas religiosas, para otros son fisiones reales representadas a su imaginación o a sus sentidos externos.
Otra característica del ministerio profético de Ezequiel es la de acciones simbólicas para representar plásticamente sus enseñanzas teológicas y sus oráculos conminatorios o de restauración. Así, por orden de Dios se encierra en su casa para significar el asedio de Jerusalén22, delinea el plano de la Ciudad Santa, acercando contra él planchas de hierro para simbolizar el próximo cerco por los babilonios 23; se corta los cabellos y los aventa para significar el destino de los exilados 24. También son frecuentes en los escritos de Ezequiel las parábolas o alegorías, como la de las dos hermanas meretrices25, la de la vid arrancada por el águila26, los dos cachorros 27, Oola y Ooliba 2S.
El estilo literario, en general, es prosaico e inferior al de Isaías y Jeremías. San Jerónimo lo define así: Sermo eius nec satis di-sertus nec admodum rusticus, sed ex utroque medie tempera-tus 29. Su propensión a lo visionario y alegórico hace que sea particularmente difícil su interpretación. Respecto de los c.40-49, en los que se habla de la estructura de la nueva teocracia, dice el mismo San Jerónimo: Scripturarum oceanum et mysteriorum Dei laby-rinthum 30. Llevado de la imaginación, el profeta traza idealmente los límites y organización del nuevo reino bajo la protección especial de Dios. Nos hallamos ya en el campo de la apocalíptica, donde lo nebuloso imaginario priva sobre lo racional concreto.
Esta propensión a lo visionario, simbólico y apocalíptico ha servido para que no pocos autores le hayan tachado de anormal y excéntrico, de forma que sus éxtasis y acciones extrañas provendrían de una naturaleza mórbida. Así, se le ha acusado de histérico, epiléptico, cataléptico y neurótico. En realidad, sus acciones simbólicas no son más extrañas que otras de los profetas anteriores, como Oseas, Jeremías y aun de Isaías 31. No debemos perder de vista que nos hallamos entre orientales, donde lo escénico tiene una importancia especial como medio de convencer. En concreto, Ezequiel nos dice de sí mismo que es un signo para la casa de Israel; de ahí que sus acciones simbólicas sean tan frecuentes, y desde luego tiene una mentalidad netamente simbolista. Por ello, a sus problemas familiares personales les da un sentido simbólico con proyección a la comunidad de exilados. Así, su mutismo32, la muerte de su esposa 33 y sus mismas enfermedades 34 tienen un mensaje para Israel. En este sentido podría comparársele a Oseas, cuya vida es una parábola en acción para sus compatriotas 35.

Doctrina teológica.
a) Atributos divinos. - La teología de Ezequiel sigue las líneas generales de sus predecesores, los profetas escritores, Amos, Isaías y Miqueas, pues destaca la universalidad, omnipotencia y justicia de Yahvé sobre todo. Su radio de acción no se limita a la tierra santa, sino que sigue a los deportados de Babilonia 36. Es el Señor único que está sobre todo poder. Los vivientes simbólicos que aparecen llevando el trono de su gloria son el símbolo del poder en los distintos reinos de la naturaleza: el león, el toro, el águila, en el reino animal, son los animales superiores, que en la mitología religiosa mesopotámica simbolizaban a determinadas divinidades. Ezequiel los pone a todos como escabel del Yahvé de los israelitas, que sigue amorosamente la suerte de sus exilados.
Es misericordioso y justo. Israel es su hijo predilecto 37, pero esta elección es totalmente gratuita, sin méritos por parte de aquél 38. Esto impone particulares deberes de gratitud y obediencia. Israel ha sido encontrada por Yahvé en el desierto como una expósita y ha sido elevada a la categoría de reina, esposa de Yahvé. En consecuencia, debía haber reconocido a su único Dios, pero ha pecado, separándose de Yahvé y yéndose tras los ídolos 39. Por eso, Yahvé, por su propia dignidad y santidad, debe castigarle, y el exilio es la pena merecida por las generaciones rebeldes que se han sucedido en Israel desde los tiempos de su instalación en Canaán 40.
b) Responsabilidad individual. - Una de las ideas nuevas en la teología de Ezequiel es la de la valoración del individuo como tal en sus relaciones para con Dios. Hasta entonces en la teología profética prevalecía la idea de la solidaridad, de forma que los componentes del pueblo israelita eran considerados más como ciudadanos de una colectividad que como individuos con derechos y deberes propios. Ante todo, los profetas consideran el destino de la nación como tal, porque la alianza del Sinaí ha sido hecha entre Dios y la nación41. En ese supuesto, las generaciones son solidarias en sus pecados y en sus méritos. Ciertamente que en el Deuteronomio se condena el castigo de los hijos por los pecados de sus padres, y viceversa42, y Jeremías se hizo eco de esta doctrina43, pero es Ezequiel el campeón y teorizante del individualismo44 en la tradición israelita. La catástrofe del 587 había tenido por efecto la pérdida de las ilusiones nacionales, y entonces la conciencia israelita se orientó más a los destinos e intereses del individuo como tal. Ezequiel se hace eco de este estado psicológico y formula el principio de la retribución individual estricta; los exilados se quejaban de que ellos estaban pagando por los pecados de sus antepasados. Esto parecía injusto, y es el profeta el que anuncia un nuevo estado de cosas: ¿Qué andáis repitiendo este proverbio. y decís: Los padres comieron las agraces y los hijos sufren la dentera? Por mi vida, dice Yahvé, que nunca más diréis este refrán. El alma que pecare, ésta morirá, y el hijo no llevará sobre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malvado45. Es sustancialmente la doctrina de Jeremías: En esos días ya no se dirá más: Nuestros padres comieron agraces, y los hijos sufrimos la dentera. Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad: quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera46.
Ezequiel insiste después en la justificación del pecador que se arrepiente de sus pecados y cambia de conducta: Todos los pecados que cometió no le serán recordados, y en la justicia que obró vivirá. ¿Quiero yo acaso la muerte del impío, dice Yahvé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva?47 Esta doctrina está muy por encima de la antigua, basada en la solidaridad. En el nuevo orden de cosas habrá ante todo justicia retributiva para cada individuo. Esta perspectiva, formulada así con toda valentía por Ezequiel, hará que se planteen en crudo la validez de las tesis tradicionales sobre la ecuación entre la virtud y el premio en esta vida.
Este examen del problema en la literatura sapiencial, sobre todo en Job, dará como fruto la formulación clara del principio de la retribución en ultratumba en el libro de la Sabiduría. Ezequiel no ha llegado a estas claridades, pero ha puesto las bases de la retribución individual en las relaciones de Dios con el hombre.
c) El mesianismo. - Sus ideas mesianicas adolecen de nacionalistas, ya que prevé la gloria de la nueva teocracia, vinculada a la restauración de Israel como nación. En sus idealizaciones sistemáticas y artificiales de la nueva era, piensa en Palestina como centro de la teocracia. Y en su falta de perspectiva histórica junta la próxima restauración después del destierro y la mesiánica definitiva. Al lado de estos anuncios mesiánicos colectivos, Ezequiel presenta vislumbres de un Mesías personal. En 17:22-24 habla de un retoño de un cedro (dinastía davídica) plantado en Sión, que se convertirá en un gran árbol bajo cuyas ramas se cobijarán los israelitas. En 34:23-31 se habla de un nuevo pastor, al que se identifica con David, el cual apacentará a su grey, que ha sido reunida por el propio Yahvé. Ese nuevo Pastor - como el rey David - será el lugarteniente de Yahvé: Yo seré su Dios, y mi siervo David será príncipe en medio de ellas (las ovejas). El profeta, pues, en estos vaticinios se sitúa en la línea de las profecías isaianas sobre el Emmanuel, en las que se anuncia un príncipe que inaugurará un reinado de paz y tranquilidad para los descendientes de Jacob. No hay alusiones universalistas, pero tampoco se refleja la idea de un rey despótico intransigente.
d) Ezequiel y el judaismo. - Se ha acusado a Ezequiel de haber sido el creador del alma judaica en sentido peyorativo, como expresión del hermetismo y exclusivismo que encontramos en la secta de los fariseos. En realidad, el profeta no ha hecho sino resaltar la conciencia de elección entre los exilados, para animarlos al cumplimiento de la Ley, cuya transgresión había traído la catástrofe nacional. Sin duda que, para hacer frente a las influencias religiosas babilónicas, Ezequiel - mentalidad esencialmente sacerdotal - urgió el cumplimiento de ciertas leyes rituales que fueran como un vallado defensivo. Los críticos independientes han querido deducir de esta preocupación levítica de Ezequiel que es el verdadero autor de toda la complicada legislación del Levítico. Pero un examen serio del problema hace ver que el profeta no sólo no es el autor de la legislación levítica, sino que muchas veces, al proclamar los principios que han de regir la nueva teocracia, contradice a determinadas leyes levíticas 48.

Ganonicidad del libro.
Según testimonio de San Jerónimo, los judíos no permitían la lectura del libro de Ezequiel antes de haber cumplido los treinta años49. Precisamente por cierta oposición entre la legislación de Ezequiel y la del Levítico, algunos rabinos se permitieron dudar de la canonicidad del libro de Ezequiel50. Pero de hecho fue recibido en el canon judaico sin dificultad. En el Eclo 49:8 se alaba a Ezequiel después de citar a Jeremías, y antes de los doce profetas menores. En el Í. Ô., el libro de Ezequiel no es citado expresamente, pero parece que hay alusiones51. En la Iglesia cristiana primitiva no ha habido dificultades especiales en la admisión de Ezequiel en el canon.

1 Ez 1:3. - 2 Ez 1:1-3:21. - 3 Así lo afirman el Pseudo-Epifanio, De vitis prophetarum g: PG 43:401, y San Isidoro De Sevilla, De ortu et obitu Patrum 39: PL 83:143; San Atanasio, Ór. de incarnatione Verbi 37: PG 25:160. - 4 Ez 18:2. 5 ez 24:21. - 6 Cf. Ez 37:1-28; 0.40-48. - 7 Esta tesis, propuesta primeramente por Herntrich y Bertholet, ha sido recientemente resucitada por P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19· - 8 He aquí algunos ejemplos de desplazamiento del texto: 3.16b-21 parece intercalado en el relato de la visión inaugural. Los versos del c.4 no siguen el orden debido. En los c.5.7 y 26 hay repeticiones y ampliaciones al texto original. Los v.8-17 del c.io son casi una repetición de 1:15-21, etc. Véase L. Dennefeld, o.c., p.462. - 9 Véase H. Hopfl-Miller-Meztinger, Introd. spec. in V. T. (Roma IQ4&) P·463 -465· - 10 P. Auvray, Ezechiel: La Sainte Bible de Jérusalem (París 1949) Ñ·9· - 11 Cf. Ez 12:9; 24:19; 33:10.17-20. - 12 id., ibid. - 13 Así G. Holscher, Der Dichter und das Buch: Bzatw 39 (1924)· - 14 C. Torrey, Pseudo-Ezekiel and the original prophecy (New Haven 1930). - 15 V. Herntrich, Ezekielprobleme: Bzatw 61 (1033). - 16 A. Bertholet, Hesekielprobleme: Mélanges F. Gumont (Bruselas 1936) p.517-523. - 17 Entre ellos el P. Dumeste: RB 46 (193?) 299, Y P. Auvray, Le probléme historique du livre d'Ezechiel: RB 55 (1948) 503-19. - 18 Ez 1:4-28; 10:1-22. - 19 Ez 37:1-28. - 20 Eze_40:1-43 :27. - 21 Ez 47:1-12. - 22 Ez 3:24-27. - 23 Ez4,is. - 24 Ez 5:4. - 25 Ez 16:1-63. - 26 Ez 17:1-24. - 27 Ez 19:1-9. - 28 Ez 23:1-49- - 29 San Jerónimo, Praef. in Ez.: PL 28:938 (995). - 30 id., Comm. in Ez., Prol. in librum 14: PL 25:448 (468). - 31 Cf. 1 Re 11:29-33; Is 20; Jer 13; 18; Os 0.1-3. - 32 Ez 3:26; 24:27; 33:22. - 33 Ez 24:15-24- - 34 Ez 4:4-17. - 35 Cf. Ose.i-3. - 36 Ez c.1-3. - 37 Ex 19:5; Ez 16:1-14. - 38 Ez 20,ss; Jer 2; 11:1-8. - 39 Ez 5:5-17; 16:15-34; 20. - 40 Ez 14:12-21; 17:1-21; cf. Jer 8:4-12; 16:10-17. - 41 Cf. Éxo_20:2. - 42 Cf. Dt 24:16; 2 Re 14:6. - 43 Jer 12:1; 31:29-30. - 44 P. Auvray, o.c., p.16. - 45 EZ 18:28. - 46 Jer 31:29-30. - 47 Ez 18:22-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Ezequiel  16,1-63

16. Infidelidad de Jerusalén.
En esta alegoría, Ezequiel nos presenta a Jerusalén como una esposa adúltera que ha despreciado los cuidados paternales de Dios, que la eligió como esposa cuando aún no tenía nada de atrayente entre las naciones. La encumbró hasta la categoría de reina, pero después prevaricó, entregándose a los ídolos. El estilo es fuerte y vigoroso, con trazos crudos, muy en consonancia con el radicalismo literario de los orientales. El profeta, ante todo, quiere mostrar a los exilados la culpabilidad de Jerusalén por su inmensa ingratitud para prepararlos espiritualmente para la hora de la catástrofe. La alegoría de la esposa infiel es muy usada en los profetas pre exílicos.

Tierna solicitad de Yahvé por Israel (1-13).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominaciones, 3 y di: Esto dice el Señor, Yahvé, a Jerusalén: Eres por tu tierra y por tu origen una cananea; tu padre, un amorreo; tu madre, una jetea; 4 a tu nacimiento, el día que naciste, nadie te cortó el ombligo; no fuiste lavada en el agua para limpiarte, no fuiste frotada con sal ni fajada; 5 nadie hubo que pusiera en ti sus ojos para hacerte algo de esto, compadecido de ti, sino que con horror fuiste tirada al campo el día que naciste. 6 Pasé yo cerca de ti y te vi sucia en tu sangre, y, estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive! 7 Te hice crecer a decenas de millares, como la hierba del campo. Creciste y te hiciste grande, y llegaste a la flor de la juventud; te crecieron los pechos y te salió el pelo, pero estabas desnuda y llena de vergüenza. 8 Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo el tiempo del amor, y tendí sobre ti mi manto, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yahvé, y fuiste mía. 9 Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí con óleo, 10 te vestí de recamado, te calcé piel de tejón, te ceñí de lino fino y te cubrí de seda. n Te atavié con joyas, puse pulseras en tus brazos y collares en tu cuello, 12 arillo en tus narices, zarcillos en tus orejas y espléndida diadema en tu cabeza. 13 Estabas adornada de oro y plata, vestida de lino y seda en recamado; comías flor de harina de trigo, miel y aceite; te hiciste cada vez más hermosa y llegaste hasta reinar.

El profeta recuerda, en nombre de Dios, el origen poco honroso de Israel para humillarla y resaltar la dignidad a que fue elegido como pueblo de predilección. La tierra en que se asentaron sus patriarcas era cananea (v.3). El gran antepasado Abraham es llamado amorreo, que es una designación genérica de los semitas occidentales, en contraposición a los de Mesopotamia. Aunque Abraham estaba establecido en Ur de los Caldeos, sin embargo su filiación étnica parece ser la de los árameos, tribus semitas occidentales instaladas en las riberas del Eufrates, pero que se cambiaban constantemente por la zona del desierto siró-arábigo l. También Israel participaba de un origen jeteo o hitita. Abraham tuvo relaciones con esta población hitita procedente del Asia Menor, pero que tenía ramificaciones en Hebrón y en otras partes de Palestina. Los orígenes de Israel como nación son, pues, desde el punto de vista humano, muy modestos.
Ezequiel presenta a la nación en su infancia, como una niña abandonada en el desierto, recién nacida, sin poder valerse y aun privada de los cuidados elementales debidos a un recién nacido (v.4). Los detalles no tienen valor alegórico, sino puramente literario descriptivo, para resaltar la tierna solicitud de Yahvé, que escogió esta nación, cuidándola con todo mimo hasta hacerla llegar a la edad de la pubertad y dotándola espléndidamente como a una princesa (v.11). Es una alusión a las especiales providencias que Yahvé tuvo para con Israel desde sus primeros balbuceos, como clan organizado en la época patriarcal, y, sobre todo, después en el desierto, haciéndola llegar después a ser una gran nación bajo la dinastía davídica; es entonces cuando, rodeada de esplendor y de riquezas, llegó hasta reinar (v.13). La trayectoria no pudo ser más providencial y desacostumbrada. En todos los momentos de la historia, Israel se salvó gracias a la especialísima protección que recibió de su Dios.
Dios eligió a Israel como nación sacerdotal 2, y, por tanto, como pueblo aparte sobre todos los demás, como intermediario entre Dios y ellos en orden a la transmisión del mensaje mesiánico. La misión no pudo ser más noble. Israel, pues, era verdaderamente una reina entre las naciones. Por eso, su ingratitud fue desproporcionada, y de ahí que su castigo debía ser también excepcional, pues, a pesar de ser esposa de Yahvé, se entregó a todos los adulterios o idolatrías.

Conducta idolátrica de Israel (14-34).
14 Extendióse entre las gentes la fama de tu hermosura, porque era acabada la hermosura que yo puse en ti, dice el Señor-Yahvé. 15 Pero te envaneciste de tu hermosura y de tu nombradía y te diste al vicio, ofreciendo tu desnudez a cuantos pasaban, entregándote a ellos. 16 Tomaste tus vestidos y te hiciste altos coloreados para prostituirte en ellos. 17 Tomaste las espléndidas joyas que te había dado, mi plata y mi oro, y te hiciste simulacros de hombres, fornicando con ellos. 18 Tomaste las telas recamadas y los cubriste con ellas, y les ofreciste mi óleo y mis aromas. 19 También el pan que yo te diera, la flor de harina de trigo y el aceite y la miel con que te mantenía, se los ofreciste en ofrenda de suave olor. Eso hiciste, dice el Señor, Yahvé. 20 Y, a más de esto, tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirvieran de comida. Te parecían poco tus prostituciones, 21 y sacrificaste a mis hijos, haciéndolos pasar por el fuego. 22 Y al cometer todas estas tus fornicaciones y prostituciones, no te acordaste del tiempo de tu mocedad, cuando estabas desnuda en tu vergüenza y te revolvías en tu sangre; 23 antes al contrario, después de tantas maldades, hay de ti! dice Yahvé, 24te hiciste en cada plaza un lupanar 25 y en cada calle un prostíbulo, mancillando tu hermosura, entregándote a cuantos pasaban y multiplicando tus prostituciones. 26 Te prostituíste a los hijos de Egipto, tus vecinos de gordos cuerpos, multiplicando tus fornicaciones para irritarme. 27 Por eso tendí yo a ti mi mano, y te quité parte de la dote, y te entregué al capricho de tus enemigas, las hijas de los filisteos, que te aborrecen y se avergüenzan de tu desenfreno. 28 No harta todavía, te prostituíste también a los hijos de Asiría, fornicaste con ellos, sin hartarte todavía. 29 Multiplicaste tus prostituciones desde la tierra de Canaán hasta Caldea, y ni con todo esto te saciaste. 30 ¿Cómo sanar tu corazón, dice el Señor, Yahvé, cuando has hecho todo esto, como desvergonzada ramera dueña de sí, 31 haciéndote prostíbulos en todas las encrucijadas y lupanares en todas las plazas? Y ni siquiera eres comparable a las rameras que reciben el precio de su prostitución. 32 Tú eres la adúltera que, en vez de su marido, acoge a los extraños. 33 A la meretriz se le paga su merced, pero tú hacías las mercedes a tus amantes y les hacías regalos para que de todas partes entrasen a ti para tus fornicaciones. 34 Ha sucedido contigo en tus fornicaciones lo contrario de las otras rameras, pues no te buscaban, y, pagando tú en vez de recibir paga, fuiste al contrario de las otras.

Israel, convertida en nación próspera, se envaneció de su estado de privilegio, y con sus riquezas y abundancia se dedicó a la más desenfrenada idolatría. Así, utilizó las mejores colinas y altos coloreados, o frondosos, para entregarse a sus prostituciones, o prácticas idolátricas. Son los famosos lugares altos o bamoth, lugares tradicionales de cultos sincretísticos, pues en ellos, juntamente con Yahvé, se daba culto a los ídolos 3. Y en el camino de la aberración, Israel llegó a ofrecer a sus hijos e hijas (v.20) a Moloc 4. Con ello, además de contrariar a los elementales derechos humanos, ha violado un pacto, pues los hijos e hijas de Israel pertenecían, por derecho especial, a Yahvé (. que habías engendrado para m1) 5. La idolatría se extendió tanto, que por doquier había un lugar de culto a las divinidades cananeas: te hiciste en cada plaza un lupanar, y en cada calle un prostíbulo (v.24). Y no sólo adoptó los cultos de Canaán, sino que introdujo los de Egipto y Asiría (v.26). Con el impío rey Manases se introdujeron hasta en el mismo templo los cultos asiríos, y después, por influencia de la facción política egiptófila, los de Egipto 6.
Precisamente por estas infidelidades, Dios le retiró parte de su dote como marido celoso, trayendo la carestía sobre el país, y la entregó a las hijas de los filisteos, es decir, dejó que le sojuzgaran las ciudades de la Pentápolis filistea (v.27). El desenfreno de Israel no tuvo límites, por lo que mereció el desprecio de sus mismos enemigos. Su conducta es menos disculpable que la de las mismas rameras, ya que éstas se entregan por necesidad, buscando un precio en su prostitución (v.31), mientras que Israel llegó hasta dar mercedes a sus amantes (v.33), es decir, destinar todas sus riquezas al culto de los ídolos. Ningún pueblo renunció a su Dios para entregarse a los dioses de pueblos enemigos, a no ser Israel, el pueblo elegido 7.

Castigo de tanta ingratitud (35-43).
35 Por tanto, oye, ¡oh ramera! la palabra de Yahvé: 36 Así dice el Señor, Yahvé: Por haber descubierto tus vergüenzas y haber mostrado tu desnudez a tus amantes en tus fornicaciones y a todos los abominables ídolos, y por la sangre de tus hijos que les ofreciste, 37 por eso reuniré yo a todos tus amantes y a cuantos recibiste placentera, y, además de los que amaste, traeré también a los que aborreciste, y los juntaré contra ti en derredor, y les descubriré tus vergüenzas, y contemplarán todas tus torpezas. 38 Te juzgaré como se juzga a la adúltera y a la vertedora de sangre, y te haré sangrienta víctima del furor y del celo. 39 Te entregaré a sus manos, y ellos desharán tu lecho y derribarán tus prostíbulos, te desnudarán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura y te dejarán desnuda, en cueros. 40 Y harán venir contra ti a las muchedumbres, y te lapidarán con piedras, y te atravesarán con la espada, 41 y pegarán fuego a tus casas, y harán en ti justicia a ojos de muchas mujeres, y haré que ceses de fornicar, y no harás ya más regalos. 42 Saciaré en ti mi ira y se apartará de ti mi celo. 43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu mocedad y me provocaste a ira con todas esas cosas, por eso yo también echaré tus caminos sobre tu cabeza, dice el Señor, Yahvé, y cumpliré mis designios contra todas tus abominaciones.

Continúa la alegoría. Israel en su conducta es como una meretriz que ha mostrado su desnudez a todos sus amantes, es decir, se ha entregado a los ídolos de los pueblos que consideró amigos (v.36). Pero Yahvé le entregará a los pueblos que no ha amado. En efecto, por virtud de la justicia divina, los babilonios rodearán a la ciudad de Jerusalén y la arrasarán, y ésta será condenada como adúltera y derramadora de sangre (v.38). La pena del adulterio era la lapidación 8, y la del homicidio era la muerte violenta con derramamiento de sangre 9. Israel, al entregarse a los ídolos, fue adúltera abandonando a su verdadero Esposo, Yahvé; y al sacrificar sus niños a Moloc ha incurrido en el mayor de los homicidios. Los babilonios serán los instrumentos de la justicia divina, de forma que todo lo que constituía el orgullo de Jerusalén como capital de la nación judía desaparecerá como botín. Todas sus riquezas (ornamentos de su hermosura, v.43) caerán en poder de los soldados de Nabucodonosor, y Jerusalén quedará desnuda, indigente y despreciada. En su pobreza extrema no tendrá ya ocasión de fornicar con los ídolos, pues será despreciada de todos sus antiguos amantes. Yahvé echará sobre la cabeza de Jerusalén sus caminos (v.43), es decir, su inicuo proceder, haciéndola gustar el amargo fruto de su perversa conducta.

Paralelo de Jerusalén con Samaría y Sodoma (44.-58)
44 Mira que no habrá proverbista que no te aplique este proverbio: Cual la madre, tal la hija. 45 Sí, eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos. Y eres también hermana de tus hermanas, que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre fue una jetea, y vuestro padre un amorreo. 46 Tu hermana mayor es Samaría, con sus hijas, que habita a la izquierda tuya, y tu hermana menor es Sodoma, con sus hijas, que habita a tu derecha. 47 Y ni aun seguiste sólo sus caminos, ni imitaste sólo sus abominaciones; como si esto fuera muy poco para ti, te corrompiste más que ellas en todas tus sendas. 48 Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que tu hermana Sodoma, con sus hijas, no hizo lo que tú con tus hijas hiciste. 49 Mira cuál fue la iniquidad de Sodoma, tu hermana: Tuvo gran soberbia, hartura de pan y gran ociosidad ella y sus hijas. No dio la mano al pobre, al desvalido; 50 se ensoberbecieron e hicieron lo que a mis ojos es abominable, y cuando lo vi, las quité de en medio. 51 Samaría no pecó ni la mitad de lo que tú has pecado. Tú multiplicaste tus fornicaciones mucho más que ellas, hasta el punto de hacer justas a tus hermanas con todas las abominaciones que has cometido. 52 Lleva, pues, sobre ti tu vituperio, tú que has abogado por la causa de tus hermanas con las abominaciones que más que a ellas te han hecho abominable, viniendo a ser justas ellas comparadas contigo. Sé confundida y soporta tu vituperio también tú, pues que has venido a justificar a tus hermanas. 53 Pero yo mudaré la suerte suya, la suerte de Sodoma y de sus hijas, la suerte de Samaría y de sus hijas, y con la de ellas mudaré también la tuya, 54 para que soportes tu confusión y tu vituperio por todo cuanto hiciste y les sirvas a ellas de consuelo. 55 Tu hermana Sodoma con sus hijas volverán a su anterior estado; volverán también a él Samaría con sus hijas, y tú también y tus hijas volveréis a vuestro estado primero. 56 Ni el nombre siquiera de tu hermana Sodoma se oía en tu boca al tiempo de tu orgullo, 57 antes de que fuera descubierta tu perversidad. Así también eres tú oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los filisteos que te rodean, que dondequiera te desprecian. 58 Lleva sobre ti tu perversidad y tus abominaciones, dice Yahvé.

Los exilados creían que Jerusalén no merecía el castigo de la destrucción, como anunciaba el profeta. Por ello, éste compara la maldad de ella con la de sus hermanas en la perversidad, Samaría y Sodoma. Ellas han sido menos culpables que la capital de Judá, en cuanto que ésta debiera haber escarmentado en el castigo de aquéllas. En realidad, Jerusalén se ha mostrado digna de sus antepasados: cual la madre, tal la hija (v.44). El proverbio popular tendrá en ella plena aplicación. Jerusalén en su formación había heredado las lacras de sus antiguos poseedores los cananeos. Ya antes el profeta le había echado en cara, para humillarla, su origen cananeo: eres por tu tierra y por tu origen una cananea (v.3). Los primeros pasos de Israel como pueblo fueron en medio de una población pagana en tierra de Canaán, de la que sufrió una gran influencia étnica y cultural; sobre todo, de los cananeos heredó su propensión a la idolatría: eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos (v.45a). Parece que el dios El fue la divinidad primitiva de la población semítica de Canaán 9. En ese caso, el profeta aludiría a la infiltración de otras divinidades entre los cananeos. Canaán, madre de Jerusalén, en cuanto que esta capital estaba en su territorio, y sus habitantes habían sido influidos de la población cananea, había, pues, aborrecido á su marido, el dios primitivo El, y se había entregado a prácticas crueles con sus hijos, inmolándolos 10.
Jerusalén ha imitado estas abominaciones de su madre Canaán, y además se ha puesto en la misma línea de prevaricación que la nefanda Sodoma y su hermana de sangre Samaría n. Esta es llamada hermana mayor por su mayor vinculación a Jerusalén y, sobre todo, por la importancia que ha tenido su reino históricamente. Se la localiza a la izquierda o norte, según la costumbre entre los antiguos semitas de orientarse mirando al oriente. Samaría se hallaba, pues, supuesta la orientación hacia el este, a la izquierda de Jerusalén, mientras que Sodoma se hallaba a la derecha o sur. Sodoma había quedado en la tradición bíblica como el símbolo de la ciudad maldita por Dios en castigo de sus nefandas acciones. Aquí no se alude a su pecado específico sodomítico, sino a su arrogancia e insolencia por sentirse con hartura de pan (v.49), despreciando así al necesitado. La crueldad es un pecado que los profetas echan frecuentemente en cara a los pueblos paganos 12. Sin embargo, aquí los pecados de Sodoma son considerados como de menor perversidad a los ojos de Dios en comparación con los de la propia Jerusalén, elegida de Yahvé como lugar de su morada. Este privilegio único la hizo más culpable que su hermana Samaría, la cual, a pesar de sus pecados, fue menos culpable que ella: tú multiplicaste tus fornicaciones mucho más allá que ellas, hasta el punto de hacer justas a tus hermanas (v.51). Todas han sido pecadoras, pero hay todavía gradación en la misma maldad, ya que los pecados de Jerusalén revisten una particular malicia, la de su ingratitud para con su Dios 13. Por eso es particularmente merecedora de castigo y en mayor escala que sus hermanas en la prevaricación (v.52).
Como siempre, el anuncio del castigo sobre el pueblo elegido trae a la memoria del profeta, por contraste, la idea de la restauración mesiánica. Los castigos enviados por Yahvé tienen, siempre que se trata de Israel, un carácter purificador, para que se prepare para la nueva etapa gloriosa. Sin embargo, el profeta anuncia un estado de humillación futuro para Jerusalén, ya que estará en plan de pura igualdad frente a sus hermanas, Sodoma y Samaría, en vez de la situación de privilegio que en otros tiempos tuvo. Hubo un tiempo en que Jerusalén evitaba el nombre de Sodoma, porque era considerada como una ciudad maldita por Dios (v.5ó); pero ahora ha sido merecedora también la Ciudad Santa de mayores castigos por sus pecados, en tal forma que se ha convertido en objeto de oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los filisteos (v.58), e.d., las ciudades circunvecinas arameas y de la Pen-tápolis filistea. Los tradicionales enemigos de Judá sentirán una maligna satisfacción al verla humillada por el mismo Dios, que constituía su orgullo y su gloria.

Renovación de la alianza antigua (59-63).
59 Porque así habla el Señor, Yahvé: Voy a hacer yo contigo lo que conmigo hiciste tú, menospreciando el juramento y rompiendo el pacto. 60 No obstante, yo me acordaré de la alianza que contigo hice al tiempo de tu mocedad y confirmaré contigo una alianza eterna. 61 Y tú te acordarás de tus obras y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas mayores y menores, que yo te daré por hijas, mas no ya por el pacto hecho contigo. 62 Yo renovaré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy Yahvé, 63 para que te acuerdes y sientas vergüenza y nunca más, de vergüenza, te atrevas a abrir la boca, cuando te habré perdonado cuanto hiciste, dice el Señor, Yahvé.

Yahvé castigará a Jerusalén por su violación del juramento, rompiendo el pacto (v.59) del Sinaí. La intervención justiciera de Dios será muy dura, pero no anulará las cláusulas de la antigua alianza, sino que las mantendrá, ratificándolas con una alianza eterna. La antigua alianza del Sinaí, en tiempos de la mocedad de Israel como pueblo, será matenida sustancialmente, pero al mismo tiempo será sublimada y colmada en contenido. La primera, hecha en tiempos de la mocedad del pueblo elegido, fue rota por las veleidades de éste, consecuencia de su inexperiencia juvenil. La nueva alianza será eterna, es decir, no sujeta a alteraciones por parte de Israel, porque Yahvé se apoderará totalmente de su corazón y de sus afectos más íntimos. Es la misma promesa de nueva alianza anunciada por Oseas y Jeremías 14. Como consecuencia de esa nueva situación afectiva interna, Jerusalén se avergonzará de sus antiguas obras. Jerusalén volverá a ser centro de atracción de sus hermanas mayores y menores (v.61), es decir, de Samaría y de Sodoma, símbolo de todos los pueblos paganos o paganizados que un día integrarán el Israel de Dios, heredero directo del Israel de la carne. La perspectiva se mueve dentro de las promesas mesiánicas universalistas expresadas en varios textos del A.T. y explicitadas magistralmente por San Pablo 15. Y todo ello como consecuencia de un nuevo pacto (v.62), fruto de la pura benevolencia divina, que quiere reivindicar su honor entre las naciones gentiles. Estos beneficios de Yahvé traerán la confusión y la vergüenza a la ingrata Jerusalén (v.üâ).

1 Cf. P. Dhorme, Amarna: DBS i (1928) 207-225; id., Les amorreheens: RB 37 (1928) 63-79-161-180; 39 (1930) 161-178; 40 (1931) 161-184; id., Abraham dans le cadre de la histoire: RB 37 (1928) 367-385.481-511; 40 (1931) 364-374.503-518; De Vaux, Les patriarches hébreux: RB 1946; F. M. Abel, Géographie I (1933) 321; II (1938) 21s; R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et l'A.T. (París 1937) 21.96-113. Véase Spadafora, o.c., p.125s· 2 Exo_19:6. 3 Cf. Ose_2:7; Jer_2:20; Isa_57:7-8. La frase simulacros de hombres del v.17 quizá sea alusión a las prácticas obscenas de los santuarios cananeos, en las que no faltaba el phallus, símbolo de la fecundidad (Isa_57:8). 4 Cf. 2Sa_16:4; Lev_18:21; Eze_20:25; Lev_23:37; Sal_106:36; Deu_12:31. 5 Cf. Dt I4:1; Exo_4:228. 6 La frase de gordos cuerpos es un eufemismo por las partes vergonzosas: Lev I52s; Gen_17:11; Eze_44:7. 7 Cf. Eze_5:7; Jer 2,ios. 8 Cf. Deu_22:24. 9 Cf. Gen_9:6; Exo_21:12; Lev_24:17. 9 Cf. J. Lagrange, études sur les religions sémitiques (París 1905) 71 s; R. Dussaud, Les découvertes de Ras Shamra et VA.T. (París 1937) 673. 10 Cf. Lev_18:21; Jer_20:2; Deu_12:31; Deu_18:10; 2Re_16:3. 11 La frase vuestra madre fue una jetea, y vuestro padre un amaneo parece una mera repetición del v.3. 12 Cf. Isa_10:135; Isa_14:6; Jer_47:7s; Jer_48:26-30; Eze_28:1-5; Eze_29:1-7. 13 Cf. Ezc.8. 14 Jer_31:33; Ose_2:19-24· 15 Cf. Sal_87:43; Isa_2:3; Isa_60:35; Isa_66:8s; Rom_9:1-8; Hec_7:29-53-