Exodo  36 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 38 versitos |
1 Besalel, Oliab y todos los hombres hábiles, en cuyo corazón había puesto Yahvé inteligencia y se sentían impulsados en su corazón para trabajar en esta obra, hicieron lo destinado al servicio del santuario como Dios se lo había mandado a Moisés.
2 Llamó Moisés a Besalel y a Oliab y a todos los hombres hábiles a quienes había dado Yahvé entendimiento y corazón dispuesto, a ponerse a la obra para realizarla,
3 y ellos tomaron de Moisés los dones que los hijos de Israel habían traído para ejecutar las obras destinadas al servicio del santuario, y cada mañana seguía el pueblo trayendo a Moisés sus voluntarias ofrendas.
4 Pero un día los que hacían las obras para el santuario dejaron el trabajo,
5 y vinieron a decir a Moisés: “El pueblo trae bastante más de lo que se necesita para hacer lo que el Señor ha mandado.”
6 Y Moisés hizo publicar en el campamento que ninguno, hombre o mujer, trajera ya más dones para el santuario, y se impidió al pueblo traer más.
7 Lo reunido bastaba y sobraba para todo lo que había de hacerse.
8 Los hombres hábiles, de los que trabajaron en la obra, hicieron el habitáculo de diez cortinas de hilo torzal, de lino, jacinto, púrpura y carmesí, con querubines, en un artístico tejido.
9 El largo de cada cortina era de veintiocho codos, y el ancho, de cuatro, todas de las mismas medidas.
10 Uniéronse cinco de estas cortinas en un conjunto, y cinco en otro.
11 Se pusieron los lazos del jacinto al borde de la cortina que terminaba el primer conjunto, y lo mismo se hizo al borde de la última cortina del segundo.
12 Cincuenta lazos para la primera cortina y otros cincuenta para el borde de la segunda de la última del segundo conjunto, correspondiendo los lazos unos con otros.
13 Se hicieron cincuenta garfios de oro, con los que se unían unas a otras las cortinas, de modo que el habitáculo hiciera un solo conjunto.
14 Se hicieron los tapices de pelo de cabra, para servir de tabernáculo sobre el habitáculo;"
15 cada uno de treinta codos de largo y cuatro de ancho, todos de la misma medida.
16 Se unieron estos tapices, cinco en una parte y seis en otra.
17 Se pusieron cincuenta lazos en el borde de la cortina que terminaba una parte y cincuenta en el borde de la que terminaba la otra,
18 y cincuenta garfios de bronce para unir las cortinas, de modo que formasen un todo.
19 Se hizo para el tabernáculo una cubierta de pieles de tejón teñidas de rojo, y encima otra de pieles de carnero, teñidas de jacinto.
20 Hiciéronse los tablones para el habitáculo; eran de madera de acacia, para ponerse de pie;"
21 cada uno de diez codos de largo y codo y medio de ancho.
22 Cada tablón tenía dos espigas, cerca una de otra, y así se hicieron todos los tablones del habitáculo.
23 Se hicieron veinte tablones para el habitáculo en el costado del mediodía, hacia el sur.
24 Se pusieron las cuarenta basas de plata debajo de los veinte tablones, dos para cada una, para sus dos espigas.
25 Para el segundo costado, el del norte, se hicieron otros veinte tablones,
26 con sus cuarenta basas de plata, dos para debajo de cada uno.
27 Se hicieron seis tablones para el fondo del habitáculo, al lado de occidente,
28 y dos para los ángulos del habitáculo en el fondo;"
29 eran dobles desde la basa hasta arriba, junto al primer anillo; así se hicieron estos tablones para los dos ángulos."
30 Había, pues, ocho tablones con dieciséis basas, dos bajo cada tablón.
31 Se hicieron cinco travesanos de madera de acacia para los tablones de un costado del habitáculo,
32 cinco para los del otro costado y cinco para los del fondo del lado de occidente.
33 El travesano de en medio se extendía a todo lo largo de los tablones del uno al otro extremo.
34 Se revistieron de oro los tablones y se hicieron de oro los anillos por donde pasaban las barras traveseras, y se revistieron éstas de oro.
35 Se hizo el velo de jacinco, púrpura, carmesí e hilo de lino torzal, con querubines trazados en un artístico tejido.
36 Se hicieron para él cuatro columnas de madera de acacia revestida de oro, con garfios de oro, y se fundieron para ellas cuatro basas de plata.
37 Se hizo para la entrada del tabernáculo un velo de jacinto, púrpura, carmesí e hilo torzal, en tejido de vario dibujo.
38 Se hicieron para este velo cinco columnas con sus garfios, revistiendo de oro los capiteles y los anillos, siendo de bronce las cinco basas.

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Introducción a Exodo 

Times New Roman ;;;; Riched20 5.40.11.2210;
Éxodo.

Introducción.

Nombre.
El nombre de Éxodo, latinizado del Åîïäïò de los LXX, proviene del gran suceso narrado, la salida de Israel de Egipto (probablemente el nombre se funda en la frase de los LXX al traducir 19:1: al tercer mes del éxodo de los hijos de Israel de la tierra de Egipto). Así, pues, el nombre se refiere a la primera parte del libro, pero por su importancia caracteriza todo su contenido. Entre los judíos palestinenses, este libro se designaba con las palabras iniciales del mismo en el TM (we ´elleh semot) éstos son los nombres.

Contenido y División.
La finalidad de este libro es demostrar históricamente el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham de que su descendencia, después de una larga estancia en tierra de esclavitud, se multiplicaría y llegaría a ser un gran pueblo1. El hagiógrafo muestra cómo Dios cumplió su palabra, liberando milagrosamente a Israel de la esclavitud para llevarlo al Sinaí y establecer una alianza perpetua. Se puede dividir el libro en cuatro partes: a) preparación del éxodo (1-11); b) salida de los israelitas de Egipto (12-18); c) alianza del Sinaí (19-24); d) organización del culto (25-40).

Origen y Composición
Este libro es la continuación lógica del Génesis, y se caracteriza por una unidad literaria sustancial del conjunto. No obstante, hay fragmentos aislados que rompen la continuidad del relato y repiten algunos hechos y leyes2, lo que prueba que en su composición han sido utilizados diversos documentos o tradiciones, los mismos que hemos encontrado en la elaboración del Génesis. En general, la tradicione relata los mismos hechos en series paralelas, excepto algunos, que son propios3. En el llamado código de la alianza (c.21-23) se distinguen dos series de leyes por su estilo literario: a) los mispatim (juicios), redactados en forma casuística: si uno hace esto..., si un campo..., si una viña..., como en el Código de Hammurabi 4; b) debarim (palabras), redactadas apodicticamente, como intimación: me levantarás un altar..., no subirás a mi altar...5 Algunas prescripciones están redactadas en un estilo mixto (casuístico-apodíctico)6. Por el contenido, el código de la alianza se divide en: a) derecho civil y penal 7; b) leyes cultuales 8; c) moral social9.
La escuela de Wellhausen consideraba el código de la alianza como un comentario (s.VIII a.C.) al Decálogo, que era algo más antiguo (c.20). El núcleo más antiguo sería del siglo IX a.C. Al descubrirse el Código de Hammurabi (s.XVIII a.C.), el P. Lagrange hizo notar que el estilo literario y contenido del código de la alianza del Éxodo parecía más antiguo que la famosa legislación babilónica10. Por otra parte, en Egipto el libro de los muertos (c.125) tenía ciertas semejanzas con el código de la alianza, por la mezcla de elementos morales y litúrgicos. Este parece destinado a una sociedad aún primitiva, de fuerte estructura familiar, de base económica pastoril, ocupando la agricultura un lugar secundario; el poder público es débil, pero las tradiciones religiosas son fuertes.11 La legislación ha tenido en cuenta el fondo consuetudinario tribal de los antepasados. Esto explica los puntos de concomitancia con otras legislaciones orientales, reflejo todas de un ambiente común. No se ha encontrado una legislación cananea anterior a los israelitas que pueda servir de patrón para la legislación mosaica. Hay puntos de contacto con prescripciones del código de Hammurabi, de las leyes asirias e hititas, y aun con ordenaciones egipcias. Pero no se puede afirmar que el código mosaico dependa expresamente de alguno de ellos en particular. No se menciona en el código de la alianza las ciudades, lo que parece indicar su redacción antes de haber entrado los israelitas en un proceso claro de sedentarización. Se han sugerido tres estratos legislativos mosaicos en el código de la alianza: a) tradición del Sinaí-Horeb: el Decálogo 12; b) tradición de Gadesbarne: los mispatim (juicios: casuística)13; c) tradición en el monte Nebo: debarim (palabras: intimaciones)14.
Estas secciones legislativas y otras se transmitieron involucradas con relatos de hechos históricos de la época del desierto. No debemos perder de vista que estos núcleos legislativos van relacionados en las diversas tradiciones con narraciones que formaban parte de la épica nacional de los tiempos gloriosos del Éxodo, cuando Israel empezó a organizarse como colectividad nacional. Todo este proceso histórico y legislativo que representa la infancia de Israel, está dominado por la figura del gran libertador, Moisés, el cual es el forjador de la fisonomía nacional y religiosa del pueblo elegido. No se puede, pues, prescindir del gran legislador hebreo al explicar el origen de los diversos códigos legislativos hebraicos, y resulta totalmente apriorístico afirmar que el conjunto de las leyes del Éxodo es posterior al gran profeta15.

Historicidad de los Relatos del Éxodo
En general, debemos tener en cuenta que nos hallamos ante una historia religiosa de carácter popular y redactada cuando los hechos habían sido elevados a la categoría de épica nacional, lo que implica no poca idealización de aquéllos. Ante todo se quiere destacar la intervención providencial de Dios en la liberación y formación del pueblo escogido, y por eso el hagiógrafo muchas veces prescinde de las causas segundas y considera a Dios como el guía inmediato de su pueblo en todas las vicisitudes de la peregrinación por el desierto. Sin duda alguna, la liberación de Egipto y la estancia de los israelitas en la estepa no se pueden explicar sin intervenciones preternaturales y milagrosas de Dios; pero no quiere esto decir que los milagros se produzcan en serie durante cuarenta años.
En general, las narraciones sobre la estancia de los israelitas en el país de los faraones encuentran su confirmación en los documentos extrabíblicos. En el papiro Anastasi VI, de fines del siglo XIII a.C. (época del Éxodo), se menciona a unos beduinos de Edom que bajaron al Delta en tiempo de escasez para conservar su vida, a los que se les permitió establecerse con sus rebaños en el Wady Tumilat, justamente en la zona de la tierra de Gosén, donde moraban los israelitas16. Era normal que los asiáticos, en épocas de hambre, bajaran al país del Nilo, donde siempre había víveres con que aprovisionarse. También la afirmación bíblica de que los israelitas, llamados hebreos por los egipcios17, fueron empleados en la construcción de la ciudad de Ramsés18, concuerda con un texto de la época de Ramsés II (s.XIII a.C.), en el que se habla de los pr (sinónimo de extranjeros), que arrastraban piedras para la construcción de la gran fortaleza de la ciudad de Ramsés, el amado de Amón.19 En efecto, Ramsés II emprendió la construcción de graneros en Pitom, y de una ciudad con su nombre. Esto prueba que el faraón opresor fue Ramsés II (1300-1229 a.C.). La historia de las plagas encuentra su marco propio en Egipto, ya que la inundación de ranas, mosquitos, granizos y langostas son fenómenos que periódicamente se repiten en el país del Nilo20. Lo excepcional es el modo como son producidos estos fenómenos a voluntad de Moisés, y en eso hay que ver la intervención milagrosa divina. Lo mismo hay que decir del fenómeno del maná y de las codornices. El arca de la alianza encuentra su paralelo en las arcas que procesionalmente llevaban en Egipto los sacerdotes. El legislador hebreo pudo inspirarse en ellas para diseñar la que iba a ser símbolo de la presencia de Dios en su pueblo.
Aunque la Biblia no da nombres de los faraones opresores, sin embargo, hoy día la generalidad de los exegetas y egiptólogos suponen que el Éxodo tuvo lugar en el siglo XIII bajo la dinastía XIX21. El mismo itinerario hacia el Sinaí es verosímil, ya que, aparte de la finalidad de aislar a Israel en el desierto para crear una nueva conciencia nacional y religiosa, el camino recto hacia Canaán por la costa mediterránea estaba erizado de fortalezas militares egipcias para hacer frente a las invasiones asiáticas (particularmente hititas, que presionaban hacia el sur), lo que hubiera hecho imposible que los hebreos pudieran salir hacia Canaán. Por otra parte, Moisés conocía las estepas del Sinaí por haber vivido en ellas, y es muy natural que se comprometiera a llevar al pueblo por caminos fuera del control militar egipcio22.

Doctrina Religiosa del Éxodo.
a) La importancia doctrinal de este libro es manifiesta, ya que en él se narra la alianza del Sinaí, la vinculación de Israel como pueblo a Yahvé, el Dios de los patriarcas, que viene a realizar las antiguas promesas y a manifestarse familiarmente al pueblo que iba a ser su heredad, como primogénito suyo entre los pueblos23. En la época patriarcal se había revelado como El-Elyón (Altísimo?), como El Saday (Omnipotente?), y ahora se manifiesta como Yahvé (El que es)24. La misteriosa significación de este nombre y su indeterminación era lo más apropiado para despertar un respeto reverencial hacia aquel Ser rodeado de misterio que por toda definición se presenta como El que es, sin querer definirse concretamente para que no le sensibilizaran al modo de los dioses de los otros pueblos. Ante todo, en este nombre debemos ver la idea de misterio y trascendencia de la divinidad.25
b) Este Dios de los israelitas se muestra celoso, de forma que no tolera que sus adoradores asocien a su culto a los ídolos de los otros pueblos26. Su espiritualidad queda patente en la prohibición radical de representarle bajo alguna imagen sensible27. Y es un Dios que tiene dominio sobre los otros pueblos, no es un Dios local, como los de las gentes que tienen influencia sólo en su territorio. Yahvé tiene poder sobre el faraón y castiga implacablemente a Egipto con terribles plagas. Como Señor del universo, conduce a Israel por el desierto y lo llevará a la tierra de Canaán, expulsando a los habitantes de esta región28. De Yahvé es toda la tierra.29; por tanto, la noción de la divinidad en el Éxodo es claramente monoteística y no henoteística o monolátrica, como muchos autores sugieren. Yahvé es el Creador que hizo todas las cosas en seis días30.
c) Este Dios omnipotente y Señor de toda la tierra es providente, extremando su cuidado sobre el pueblo elegido. Los milagros de la liberación y los portentos del desierto son una prueba de esta providencia divina sobre Israel.
d) A este Ser superior se le concibe como un Dios personal, que actúa en la historia, especialmente manifestándose familiarmente al pueblo elegido. Así, los antropomorfismos no son raros: las tablas de la Ley están escritas por el dedo de Dios31, Yahvé se manifiesta en la montaña sagrada en medio de fenómenos cósmicos32, se encoleriza contra su pueblo33 y contra el mismo Moisés34.
e) A pesar de estas expresiones antropomórficas, adaptadas a la mentalidad de un pueblo rudo, y en fuerza de la pobreza de la lengua hebrea para expresar ideas abstractas, se salva la altísima idea espiritualista de la divinidad, como aparece en la prohibición de representarla bajo imágenes sensibles. Cuando se comunica al pueblo, se oye su voz, pero no se le ve 35, y a Moisés le dice que no puede ver su cara36. Yahvé es ante todo el santo, el inaccesible, el trascendente. La santidad es como una atmósfera aislante que supone separación de lo profano y es algo misterioso, numénico, que infunde terror37.
f) Esta cualidad de Dios exige que todo el que se acerque sea santo y se purifique: descálzate, porque el lugar que pisas santo es.38 Por eso el Pueblo de Israel, que ha de ser porción elegida de El, debe ser santo.39 Moisés debe santificar al pueblo para prepararse a recibir a Yahvé40. Sobre todo, los sacerdotes deben santificarse al andar por el tabernáculo, porque se acercan a Dios, que es temible41.
g) Este Dios omnipotente, celoso y santo en sus relaciones con los hombres, y sobre todo con Israel, se guía por las exigencias de sus atributos de justicia y misericordia. No ejerce una omnipotencia ciega e incontrolada, sino que todo en El es sabiduría y equidad. Su carácter moral se manifiesta en la alianza del Sinaí. Promete su protección a los israelitas si cumplen sus mandamientos, y el castigo si se apartan de sus caminos42. En el Decálogo y código de la alianza se prescriben mandatos para proteger los derechos del prójimo, particularmente de los débiles. La vida humana tiene un carácter sagrado, y el respeto de Dios implica el respeto de los derechos del prójimo43. Este carácter moral de Dios aparece ya en la época patriarcal, aun en los primeros relatos del Génesis: castigo de los primeros padres, el diluvio y castigo sobre Sodoma y Gomorra. Este Dios justiciero, que castiga en los hijos los pecados de los padres44, es misericordioso y clemente45.
h) En virtud de la alianza del Sinaí, Israel queda adoptado como pueblo primogénito de Yahvé46, es propiedad de Dios y reino sacerdotal,47, en cuanto que como pueblo se acerca a Dios como los sacerdotes en el santuario. Esto supone una serie de obligaciones por parte de los israelitas48.
i) El símbolo de la presencia sensible de Yahvé era el tabernáculo de la reunión, en el que estaba el arca de la alianza con las cláusulas del solemne pacto: las tablas de la Ley. En torno a este santuario se organizó un sacerdocio a base de la tribu de Leví. El arca de la alianza constituía como el palladium de Israel, que les acompañaba en los combates. Para guardar esta preciosa reliquia, Salomón construirá un templo magnificente, símbolo de la gloria de Dios, y también del esplendor del pueblo elegido bajo su tutela.


1 Gén. 15:13-14; 26:2-5; 28:13-15; 35:11-12; 46:3-4. 2 Así leemos un doble relato sobre la vocación de Moisés (Ex. 3:2-20 y 6:2-13); repetición de leyes: sobre la Pascua (12:14-18; 13:30-10); tres fiestas anuales (23:14-17 y 34:23); fiesta de las primicias y de la cosecha (23:16 y 34:22); prohibición de ofrecer el pan fermentado (23:18 y 34:25); prohibición de cocer un cabrito en la leche de su madre (23:10 y 34:26). A estas ordenaciones duplicadas se unen algunas discrepancias: el suegro de Moisés es llamado Raguel en 2:18, y Jetro en 3:1; según 7:14s es Aarón el intérprete de Moisés ante el faraón, mientras que, según 7s, es el propio Moisés (en las plagas). Según 20:21-23, Moisés está en la montaña, mientras que, según 24:1, es invitado a subir a la montaña. Las prescripciones de 20:24-26 sobre la construcción del altar no concuerdan con la ordenación de la construcción del altar de los holocaustos (27:1-8). Algunos capítulos están trastocados. Así, 18:20 supone la promulgación de la Ley, que no se da hasta el c.20. 3 Se consideran del elohista propios: 3:9-15 (vocación de Moisés), 17:8-15 (victoria sobre los amalecitas), y del sacerdotal: 1:1-5; 6:14-25; 7:7; 12:37; 19:1; del elohista: 20:2-17; 20:22-23:19; sacerdotal: 12; 25-29; 30; 35-40. 4 Cf. 21:3-11; 18-22; 26-37; 22:1-16. 5 Cf. 20:24; 26; 22:20; 27-29; 23:1-3; 6-9; 10-12; 14-19. 6 Así 20:25; 21:2; 22:22; 24-26; 23:4; 5. La distinción es de Alt., Die Ursprung des israelitischen Rechts (Leipzig 1934). 7 21:1-22:20. 8 20:22-26; 22:28-31; 23:10-19. 9 22:21-27; 23:19. 10 M. J. Lagrange, La méthode historique sortout à propos de I'Ancien Testament (París 1903) 168. 11 H. Cazelles, Études sur le Code de l'Aliance (París 1946). 12 Es el Decálogo ritual de Ex. 34. 13 Ex. 21:1-22:1-16; 23:4-5. 14 Ex. 20:23-26; 22:27-30; 21:15-16; 22,17-19; 22,20-25; 23,1-9. 15 Véase H. Cazelles, Loi israelite: DBS V 514. 16 Véase el texto en Pritchard, Ancient Near Eastern texts (Princeton 1950) 259. 17 Cf. Ex. 2:7; 1:19; 9:13. 18 Ex. 1:11. 19 Ì. Íïth, Histoire d'Israel (París 1954) 124-125. 20 B. Courayer, L'Exode (Bible de Jérusalem) 48. 21 Véase E. Drioton, La date de l'Exode, en Rev d'hist. et de phil. rel. (1955) n.1 p.44. 22 Cf. H. Cazelles, Les localisations de l'Exode et la critique littéraire: RB 1955, 340; 363-366. Para una amplia discusión sobre la fecha del Éxodo, véase el comentario. 23 Ex. 4:22. 24 Véase com. a Ex. 3:15. 25 A. Clamer, Exode (La Sainte Bible) (París 1956) 40. 26 Ex. 20:3; 34:14 27 Ex. 20:4-5; 34:14.. 28 Ex. 23:27-33. 29 Ex. 9:29; 19:5 30 Ex. 20:11; 31:17. 31 31:18; 32:16.. 32 33:23 33 32:11-14. 34 4:14. 35 Ex. 16:7; 10; 24:15; 16; 29:43; 40:34-35. 36 33:18-23. 37 Ex. 3:6; 33:22 38 Ex. 3:5. 39 Ex. 19:6. 40 Ex. 19:10-22. 41 19:10-22. 42 Ex. 20:2-17; 23:20-23. 43 A. Clamer, o.c., 44. 44 Ex. 20:5; 34:7. 45 Ex. 20:6; 34:6-7. 46 Ex. 4:22. 47 Ex. 19:6. 48 Ex. 23:20-23.

Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

Exodo  36,1-38

36. Los Directores de las Obras.
1Besalel, Oliab y todos los hombres hábiles, en cuyo corazón había puesto Yahvé inteligencia y se sentían impulsados en su corazón para trabajar en esta obra, hicieron lo destinado al servicio del santuario como Dios se lo había mandado a Moisés. 2Llamó Moisés a Besalel y a Oliab y a todos los hombres hábiles a quienes había dado Yahvé entendimiento y corazón dispuesto, a ponerse a la obra para realizarla, 3y ellos tomaron de Moisés los dones que los hijos de Israel habían traído para ejecutar las obras destinadas al servicio del santuario, y cada mañana seguía el pueblo trayendo a Moisés sus voluntarias ofrendas. 4Pero un día los que hacían las obras para el santuario dejaron el trabajo, 5y vinieron a decir a Moisés: El pueblo trae bastante más de lo que se necesita para hacer lo que el Señor ha mandado. 6Y Moisés hizo publicar en el campamento que ninguno, hombre o mujer, trajera ya más dones para el santuario, y se impidió al pueblo traer más. 7Lo reunido bastaba y sobraba para todo lo que había de hacerse.

Dios había señalado a Moisés los principales ejecutores de sus planes y los que habían de dirigir toda la ejecución de la obra, pero no podían ser ellos los únicos en el trabajo. Moisés invitó por ello a cuantos se creían dotados de habilidad, y aquí de nuevo aparece la devoción popular. Hombres y mujeres, cuantos había en el pueblo capaces de alguna labor, acudieron a ponerse bajo la dirección de los maestros para trabajar a sus órdenes. Cuando Salomón se propuso levantar el templo de su Dios, no encontró maestros en Israel y hubo de acudir a Hiram, rey de Tiro1, como lo había hecho su padre para edificar su casa2. Naturalmente, el tabernáculo del desierto era más sencillo de construcción, y no hacían falta maestros canteros ni otros artífices selectos, sino únicamente carpinteros, herreros, tejedores y joyeros. Entre los que salían de Egipto, algunos debían conocer estos oficios, corrientes en la tierra de los faraones, y, puesto que la obra a realizar no era de grandes dimensiones, con algunos bastaba. Es curiosa la observación del hagiógrafo de que fue tanta la afluencia de materiales entregados, que los artistas pidieron a Moisés que prohibiera al pueblo que llevaran más. No cabe mejor elogio de las buenas disposiciones del pueblo, sin duda impresionado por la matanza de muchos después de la adoración del becerro de oro.

La Fabricación del Tabernáculo (8-38).
8Los hombres hábiles, de los que trabajaron en la obra, hicieron el habitáculo de diez cortinas de hilo torzal, de lino, jacinto, púrpura y carmesí, con querubines, en un artístico tejido. 9El largo de cada cortina era de veintiocho codos, y el ancho, de cuatro, todas de las mismas medidas. 10Uniéronse cinco de estas cortinas en un conjunto, y cinco en otro. 11Se pusieron los lazos del jacinto al borde de la cortina que terminaba el primer conjunto, y lo mismo se hizo al borde de la última cortina del segundo. 12Cincuenta lazos para la primera cortina y otros cincuenta para el borde de la segunda de la última del segundo conjunto, correspondiendo los lazos unos con otros. 13Se hicieron cincuenta garfios de oro, con los que se unían unas a otras las cortinas, de modo que el habitáculo hiciera un solo conjunto. 14 Se hicieron los tapices de pelo de cabra, para servir de tabernáculo sobre el habitáculo; 15cada uno de treinta codos de largo y cuatro de ancho, todos de la misma medida. 16Se unieron estos tapices, cinco en una parte y seis en otra. 17Se pusieron cincuenta lazos en el borde de la cortina que terminaba una parte y cincuenta en el borde de la que terminaba la otra, 18y cincuenta garfios de bronce para unir las cortinas, de modo que formasen un todo. 19Se hizo para el tabernáculo una cubierta de pieles de tejón teñidas de rojo, y encima otra de pieles de carnero, teñidas de jacinto. 20Hiciéronse los tablones para el habitáculo; eran de madera de acacia, para ponerse de pie; 21cada uno de diez codos de largo y codo y medio de ancho. 22Cada tablón tenía dos espigas, cerca una de otra, y así se hicieron todos los tablones del habitáculo. 23Se hicieron veinte tablones para el habitáculo en el costado del mediodía, hacia el sur. 24Se pusieron las cuarenta basas de plata debajo de los veinte tablones, dos para cada una, para sus dos espigas. 25Para el segundo costado, el del norte, se hicieron otros veinte tablones, 26con sus cuarenta basas de plata, dos para debajo de cada uno. 27Se hicieron seis tablones para el fondo del habitáculo, al lado de occidente, 28y dos para los ángulos del habitáculo en el fondo; 29eran dobles desde la basa hasta arriba, junto al primer anillo; así se hicieron estos tablones para los dos ángulos. 30Había, pues, ocho tablones con dieciséis basas, dos bajo cada tablón. 31Se hicieron cinco travesanos de madera de acacia para los tablones de un costado del habitáculo, 32cinco para los del otro costado y cinco para los del fondo del lado de occidente. 33El travesano de en medio se extendía a todo lo largo de los tablones del uno al otro extremo. 34Se revistieron de oro los tablones y se hicieron de oro los anillos por donde pasaban las barras traveseras, y se revistieron éstas de oro. 35Se hizo el velo de jacinco, púrpura, carmesí e hilo de lino torzal, con querubines trazados en un artístico tejido. 36Se hicieron para él cuatro columnas de madera de acacia revestida de oro, con garfios de oro, y se fundieron para ellas cuatro basas de plata. 37Se hizo para la entrada del tabernáculo un velo de jacinto, púrpura, carmesí e hilo torzal, en tejido de vario dibujo. 38Se hicieron para este velo cinco columnas con sus garfios, revistiendo de oro los capiteles y los anillos, siendo de bronce las cinco basas.

Desde que comenzó la obra se podía repetir el fervet opus, porque todos trabajaban con ardor en aquello que les había sido encomendado, de suerte que en nueve meses quedó concluida toda la obra. La descripción de la construcción del tabernáculo y sus diferentes partes está calcada casi literalmente en las órdenes detalladas dadas para su erección que hemos visto antes3, aunque aquí, más lógicamente, se describe primero el habitáculo y después sus utensilios.

1 Cf. 1Re_5:6; 1Re_7:13. 2 2Sa_5:17. 3 Cf. Exo_26:1-37.