II Samuel  21 Sagrada Biblia (Nacar-Colunga, 1944) | 22 versitos |
1 Hubo en tiempo de David un hambre que duró tres años continuos; y David consultó a Yahvé, que le respondió: “Es por la casa de Saúl y por la sangre que hay sobre ella, por haber hecho perecer a los gabaonitas.”
2 El rey llamó a los gabaonitas y les dijo: “Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel; eran un resto de los amorreos, con el cual estaban los hijos de Israel ligados con juramento; y, sin embargo, Saúl había procurado extinguirlos, por celo de los hijos de Israel y de Judá.”
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: “¿Qué queréis que os haga para expiaros y que bendigáis a la heredad de Yahvé?” Los gabaonitas le dijeron: “Nuestra querella con Saúl y su casa no es cuestión de plata y oro, ni pretendemos que muera nadie en Israel” “Y él preguntó: “Decid, pues, lo que queréis, para que yo lo haga.”
4 Ellos respondieron al rey: “Aquel hombre nos destruyó y quería exterminarnos, haciéndonos desaparecer de toda la tierra de Israel;"
5 que se nos entreguen siete de sus hijos para que nosotros los colguemos ante Yahvé en Gabaón, en el monte ante Yahvé.” El dijo: “Os los entregaré.”
6 No entregó el rey a Mefibaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Yahvé que habían hecho entre sí David y Jonatán, hijo de Saúl.
7 --
8 Y tomó el rey a los dos hijos que Risfa, hija de Aya, había dado a Saúl, Armoni y Mefibaal, y a los cinco hijos que Merab, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzilai, de Abel Me-jola,
9 y se los entregó a los gabaonitas, que los colgaron en el monte ante Yahvé. Todos siete murieron juntos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la siega de las cebadas.
10 Risfa, hija de Aya, tomando un saco, se lo tendió sobre la tierra, y estuvo desde el comienzo de la cosecha de las cebadas hasta que sobre ellos cayeron del cielo las aguas de la lluvia, espantando durante el día a las aves del cielo y durante la noche a las bestias del campo.
11 Dieron noticia a David de lo que había hecho Risfa, hija de Aya, concubina de Saúl;"
12 y fue David a recoger los huesos de Saúl y los de Jonatán, su hijo, a la ciudad de Jabes, en Galaad, cuyos habitantes los habían tomado de los muros de Betsán, donde los habían colgado los filisteos después de derrotar a Saúl en Gelboé.
13 Llevó de allí los huesos de Saúl y los de Jonatán, su hijo, y tomo también los de los que habían sido colgados;"
14 y fueron enterrados los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán y los de los que habían sido colgados, en tierra de Benjamín, en Sela, en el sepulcro de Quis, padre de Saúl, cumpliéndose las órdenes del rey. Después de esto se apiadó Yahvé de la tierra.
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Introducción a II Samuel 

Times New Roman ;;; Riched20 5.40.11.2210;

Samuel.

Introducción.
En las Biblias hebraicas modernas, los dos libros de Samuel (a y b) siguen al de los Jueces. En un principio formaban ambos un solo libro, como lo demuestra la nota masorética final y la que figura en 1 Sam 28:23, con la advertencia de que dicho pasaje está en la mitad del libro. Su división en dos se generalizó a partir de la edición de Daniel Bomberg (Venecia 1517). De la unidad primitiva dan testimonio Orígenes (PG 20,581), San Jerónimo (PL 28, 598) y otros. En la versión de los LXX, los libros son llamados "Primero y Segundo de los Reinos," cuya calificación final rechaza San Jerónimo, diciendo: "Non enim multarum gentium regna de-scribit, sed unius israelitici populi" (Lc., 599). El santo Doctor prefiere que se diga libro de los Reyes, no de los Reinos. Los LXX escribieron los libros de Samuel en dos rollos, aproximadamente de la misma extensión, uniéndolos a los de los Reyes, con el título genérico de "Primero y Segundo de los Reyes." La Vulgata siguió la clasificación de los LXX, distinguiendo cuatro libros de los Reyes. De ahí que el I y el II de Samuel del texto hebraico corresponden al I y II de los Reyes en los LXX y Vulgata. El concilio Tridentino adoptó la división jeronimiana, que siguen todavía algunos autores. En las páginas que siguen distinguimos entre I y II de Samuel y I y II de los Reyes. Llámanse libros de Samuel por la antigua creencia (Baba Bathra 15a) de que los escribió el profeta Samuel, cuya obra completaron los profetas Gad y Natán, o por el lugar preeminente que ocupa Samuel en la institución monárquica de Israel.

Texto.
Los dos libros fueron escritos originariamente en hebreo, cuyo texto ha llegado defectuosamente hasta nosotros. Las narraciones paralelas con el libro de las Crónicas, a partir de 1 Sam c.31, y la confrontación del texto de 2 Sam c.22 con el Sal 18 ponen en evidencia que el texto no ha sido corrompido sustancialmente 1.

Versión Griega.
El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original hebraico. Luciano revisó el texto, cuyo trabajo publicó Lagarde en 1883. En el presente estado de cosas, la confrontación del texto hebraico con el griego es necesaria para llegar, en lo posible a restablecer el texto primitivo. A veces la versión de Luciano permite la reconstrucción de un texto hebraico mejor que el maso-rético. ¿Cuál de los dos textos, hebraico o griego, ha de preferirse? No existe unanimidad entre los autores. Ñ. Á. Ç. de Boer2 concede poco valor al texto griego para reconstruir el texto hebraico primitivo. Peters sostiene la tesis opuesta 3. En la cueva cuarta de Qumrán (49 Sama) se han encontrado restos de todo el libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Su texto está estrechamente emparentado con la recensión atestiguada por los LXX. Otro manuscrito de Samuel (495amb) representa un texto similar al de los LXX. Su texto se remonta probablemente a últimos del siglo III a.C.4 Lo más prudente es estudiar en cada caso el texto y ver y discernir qué lección se acerca más al original 1 hebraico.

Vulgata.
Los libros de Samuel fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo. Tiene algunas lecciones propias (1 Sam 15:4; 17:18; 30:20; 2 Sam 2:6, etc.), que deben tenerse en cuenta para la crítica textual. El texto consonantico y la escritura defectuosa del manuscrito hebraico empleado hicieron que no siempre lograra San Jerónimo una traducción feliz.

Contenido
En el contenido de los libros de Samuel caben distinguir cuatro secciones o partes. En la primera (c.1-v) se fija la atención en la figura de Samuel.
Dos personajes resaltan en la segunda sección (c.8-1s): Samuel y Saúl. El primero había envejecido, y sus hijos no seguían los caminos del padre, por lo que Israel pidió a Samuel un rey "para que nos juzgue, como todos los pueblos" (8:5). El profeta se resiste en un principio; pero, ante la indicación de Yahvé, accedió a sus deseos (c.8). A causa de su desobediencia, Saúl es rechazado por Dios (c.15). De Saúl y David se ocupan los capítulos 16-31 del libro I de Samuel. Saúl y su hijo mueren sobre los montes de Gelboé en guerra con los filisteos (31:1-13). David les dedica un canto fúnebre (2 Sam 1:1-27). De David se interesa exclusivamente la sección cuarta (2 Sam 2:1-20:35). Al final del libro van unos apéndices (c.21-24). Se refiere la muerte de los descendientes de Saúl en Gabaón (21:1-14); las hazañas de algunos valientes de David (21:15-22). Sigue un cántico de acción de gracias (22:1-51) y el oráculo de David (23:1-7). Se enumeran los laureados del rey (23:8-39). Acaba 1 libro con la noticia sobre el censo del pueblo, que Dios castigó con tres días de peste (24:1-16). David alza un altar en la era de Areuna el jebuseo (24:17-25).

Composición Literaria.
Una lectura superficial del libro o libros de Samuel no revela las anomalías de composición que ofrece. Fijando la atención, se observa entre unos textos y otros algunas divergencias notables (1 Sam 16:14-23 y 17:55-58). Unos son favorables a la monarquía (1 Sam 0:9; 10:1-16; c.11) y otros contrarios (1 Samc.8; 10:17-24; c.12). Los primeros representan la tradición de Guilgal o Caígala, y los segundos la de Masfa. Las narraciones dobles son varias: dos veces entra David en palacio (1 Sam 16:14-23 y 1 Sam 17:1-18); dos veces huye de la corte (1 Sam 19:12 y 21:1); dos veces le intenta matar Saúl (1 Sam 18:10-11 y 19:9-11); dos veces interviene Jonatán en favor de David (19:1-17 y 20:8-10; 18-39); dos veces es traicionado David por aquellos a quienes protege (1 Sam 23:1-13 y 23:19-28); dos veces se dice que Dios reprobó a Saúl (1 Sam 13:8-15 y 1 Sam 15:10-26). Algunas frases no están en armonía con el resto del libro. Por ejemplo, en 1 Sam 7:13 se afirma que "los filisteos no volvieron más contra la tierra de Israel," lo que difícilmente se ajusta con 9:16; c.13-14; 30-31. Según 1 Sam 15:35, "no volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte," pero se encuentran en 19:22-24. Otros ejemplos podrían aducirse.

Fuentes.
Conforme a la costumbre antigua oriental, los autores semitas utilizaban diversos documentos o aducían diversas tradiciones anteriores sin mencionarlas explícitamente. Una sola vez cita el autor el libro de Jaser (2 Sam 1:18), citado también por el autor de Jos 10:12, de donde copió el autor el canto fúnebre que pronunció David en honor de Saúl y Jonatán. En el libro, pues, se plantea el problema de las citas implícitas.
El autor sagrado ha manejado en su composición un amplio material, escrito y oral, a veces heterogéneo, llevado por el ideal de poner de relieve más bien los caminos que siguió Dios para llevar a término sus designios que de avalar siempre con su autoridad cada uno de los pormenores que aparecían en las fuentes que utilizaba.
La existencia de los diversos materiales utilizados aparece del estudio desapasionado de las siguientes secciones: 1) Crónica de la sucesión (2 Sann c.9-20), de la que dice E. de Meyer que es "una historia verdadera" 9; 2) Historia de Samuel (1 Sam c.1-1); 3) Orígenes de la realeza (1 Sam c.8-15); 4) Noticiario sobre Saúl (1 Sam 13:16-14:46); 5) David en la corte de Saúl (1 Sam 16:14-17:58); 6) Luchas entre Saúl y David (1 Sam 18:1; 31:25); 7) David rey (2 Sam 1:1; 8:18) 10.
La honradez del autor, su misma conducta de airear los diversos textos y dispares tradiciones acerca del período histórico que estudia, son una garantía de que escribe una historia verdadera empleando métodos distintos a los de la historiografía moderna. Los libros de Samuel se presentan exteriormente como una compilación de escritos y tradiciones en torno a los orígenes de la monarquía. Este acontecimiento trascendental en la historia de Israel debió sin duda de apasionar a todos los que se vieron envueltos en él y a su posteridad. El autor sagrado a veces yuxtapone las diversas tradiciones, otras veces las combina, las resume, amplía, etc.

Autor y data de Composición.
En los libros de Samuel se hallan muchos elementos antiguos, contemporáneos algunos de los mismos hechos. En los tiempos posteriores a David se escribió mucho sobre él y se comentaron las incidencias que le llevaron al trono y su actuación en el mismo. Hacia los años que siguieron inmediatamente a la caída de Samaría se generalizaron las especulaciones en torno a la memoria de David. El desastre del reino del Norte era una ocasión propicia para poner de relieve las promesas relativas a la continuidad de la dinastía davídica en el trono. Los reyes de Israel perecieron por haberse olvidado de Yahvé y no haber seguido el camino que les trazó David con su conducta. En tiempos de Ezequías hubo gran actividad literaria encaminada a desempolvar recuerdos antiguos y estudiar las causas que provocaron la dispersión de Israel entre los pueblos. Esta primera colección de noticias sobre la naciente monarquía recibió su forma última, con influencias deuteronomistas, en los días inmediatos al exilio o durante el mismo. Junto a los ríos de Babilonia medita el pueblo judío sobre el pasado de la nación, que, a la luz del castigo reciente, aparece como una continuada transgresión del pacto concluido en otro tiempo en el desierto n. El trabajo deuteronomista en los libros de Samuel fue de escasa importancia (1 Sam c.7 y 12; 1 Sam 4:18; 2 Sam 2:10-11; 5:4-5). En este tiempo pudo el autor obtener una visión panorámica de la historia de Samuel, Saúl y David y de las etapas que condujeron a éste al trono de Judá y de Israel. El exegeta católico podrá estrujar más o menos la letra del texto, pero no puede poner en duda, a la ligera, la historicidad sustancial de los libros de Samuel. Tenemos en los libros de Samuel una historia religiosa popular; pero aun con métodos y formas de decir y narrar antiguas y populares puede escribirse historia verdadera. En estos libros, como dejamos anotado, prevalece el elemento religioso. El hagiógrafo trata de inducirnos a observar la obra de Dios en los acontecimientos, cuyas causas humanas sabe él describir con viveza y realismo. Justamente, este mismo realismo, y sobre todo la imagen de David, en la que nos dejó dibujado no tan sólo sus nobles y altas cualidades, sino también sus debilidades, constituyen los elementos que nos dan la garantía de la credibilidad de su obra histórica 12.

Los libros de Samuel en el marco general de la historia.
El período comprendido entre Samuel y David no tiene contactos con los grandes imperios del antiguo Oriente. Egipto y Asiria duermen dentro del límite de sus fronteras. El pueblo más peligroso para Israel eran los incircuncisos, los filisteos. Fueron ellos los instrumentos de la justicia divina para castigar los pecados de Helí y de sus hijos (1 Sam 4:10-21). La expansión de los filisteos hacia el este despertó en Israel la idea de la unidad entre las tribus C0n una autoridad central que las aunara. Por lo mismo, el pueblo pidió a Samuel un rey que saliera al frente de ellos para combatir sus combates (1 Sam 8:20).
Al lograrse la unificación de Judá y de Israel en la persona de David, alcanzó Israel un poderío militar que bien pronto debían experimentar los enemigos fronterizos. Los filisteos fueron rechazados y sus ciudades puestas bajo el control de David; algunos mercenarios filisteos formaron parte de la guardia real. En el interior acabó con los islotes cananeos. Los árameos, amonitas, moabitas y edomitas le fueron tributarios. Con Tiro mantuvo David relaciones comerciales, pero no es posible señalar cuándo se produjeron estos puntos de contacto, porque no ocupaba todavía Hiram el trono de Tiro en los primeros años del reinado de David sobre Israel.
Esta falta de contacto con los pueblos e imperios de los alrededores dificulta la fijación cronológica de algunos puntos álgidos de esta historia. A falta de datos concretos, se procede a base de conjeturas. Hacia el año 1030, Saúl fue proclamado rey; entre los años 1010 y 970 reinó David. La arqueología no se opone a estas fechas, antes bien las confirma en líneas generales. Esta despreocupación por la cronología es un rasgo peculiar de la antigua historiografía semita.

Contenido doctrinal.
No para halagar a los historiadores han entrado los libros de Samuel en el canon bíblico. Encierran ellos un mensaje religioso, destinado en primer lugar a los israelitas, y después a sus herederos espirituales, los cristianos. Los libros anuncian las condiciones y las dificultades del establecimiento del reino de Dios sobre la tierra13. Yahvé es el Dios de Israel y su único rey; el monarca que elija el pueblo debe ser el representante de Dios en la tierra y el instrumento del que se servirá Dios para obrar grandes cosas. En ambos libros aparecen los atributos de Dios. Por medio de sus profetas se comunica a los hombres. Desde su infancia fue Samuel su confidente. Durante toda su vida manifestóse Samuel como defensor acérrimo de los derechos del yahvismo, no temiendo oponerse al mismo rey y echarle en cara su ingratitud para con Dios, que lo había elegido. Fue el profeta Natán el encargado de retransmitir a David la noticia de que la hegemonía prometida a la tribu de Judá se realizaría en su familia: Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad" (2 Sam 7:16). Yahvé se compromete a adoptar como hijos a los descendientes de David para ejercer por ellos su realeza sobre su pueblo. La monarquía, que a Samuel parecía contraria a la teocracia, se convierte en vehículo de ideas mesiánicas. Los profetas presentan a David como tipo del Mesías, y, una vez realizadas las profecías, los apóstoles hacen resaltar que las promesas hechas a David se han cumplido en el "hijo de David" por excelencia (Mc 10:47-48; Mt 15:22). San Pedro afirma la ascendencia de Jesús del rey David (Act 2:30; Mt 1:1; Lc 2:4). Con David se abren gloriosas perspectivas para Israel, haciendo surgir en el corazón de todos los hombres de buena voluntad la esperanza de un Mesías Salvador.
Fue David de carácter magnánimo, caritativo y misericordioso. Más que fijarnos en el lunar que suponen sus pecados de adulterio y homicidio, debemos considerar su fe, su arrepentimiento y sumisión a la palabra de los profetas. El autor del libro de las Crónicas tiende un velo piadoso sobre un pecado que David expió cumplidamente. En adelante, la conducta de los reyes de Judá y de Israel es juzgada tomando como punto de referencia la conducta de David. El pueblo pidió a Samuel les diera un rey como las otras naciones (1 Sam 8:20); pero no siendo Israel como los pueblos paganos, tampoco podía ocupar su trono un rey pagano, sino un vicario o representante de Yahvé. Ahora bien, fue David el prototipo de reyes teocráticos, que no se enorgullece de su cargo, antes bien se reconoce a sí mismo indigno representante de Dios sobre la tierra. El alma de David se transparenta en la colección de Salmos que se le atribuye, que alimentan todavía hoy la piedad de millares de fieles.


1 Para las cuestiones de crítica textual consúltese: P. Dhorme, Les livres de Samuel: "Et. Bibliques"; A. Fernández, Breve introducción a la crítica textual del A. T. (Roma 1917): Ídem, I Samuel 1-15. Crítica textual (Roma 1917); M. Rehm, Textkritische Untersuchungen zu den Paralleltexten der Samuel-Konigsbücher und der Chronik (Münster 1937).
2 Research in to Text of I Samuel 1-16 (Amsterdam 1938).
3 Beitrage zur Text und Literarkritik sowie zur Erklarung der Bücher Samuel (Fribur-
4 J. Milik, Dieci Anni di scoperte nel Deserto di duda (Marietti, 1957) 19.
5 W. O. E. Oesterley-Th. Robinson, An Introduction to the Books of the Oíd Testament (Londres 1949) 88; A. lods, Histoire de la Littérature hebraíque et juive depuis les origines jusqu'á la ruine de l'état juif (135 aprés J.G.; París 1950) 121-124.
6 Einleituns m das Alte Testament (Tübingen 1956).
7 Otras Concepciones Vigentes Se Encuentran Exp Lioros Sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 172-174; Bonn1936, 4-Rrr C. Kuhl. Die Enstehung Des Alten Uestas En Â. Mariani, Introiuctio In Ê. A. Leimbach, Die  Üchei Samuel Testaments (Berna 1953) 146-147.
8 L'aspect Reügfie De La Royante Ment Et Dans Les Testes Mésopotamiens
9 Die Israeliten Und Ihre Nachbar
10 Ntroducíion: A La Bibíe (Tourna Israélite. L·'Instituí Ton Monarchique Dans l'Ancien Testa-(Roma 1954) 89-112. Stamme (Halle 1906) 485. I 1957) 4I5SS.
11 De Vaux, Israel: DBS 762.
12 J. Schildenberger, Géneros Literarios De Los Libros Del Antiguo Testamento: "Los Géneros Literarios De La Sagrada Escritura" (Barcelona 1957) 131-132; M. Buber, Die Erzahlung Von Sauls Konigswahl: VT 6 (1956) 113-173; Ch. Keely, An Aproach To The Books Of Samuel: CBQ. 10 (1948) 254-270; A. Schulz, Erzahlungskunst In Den Samuelbüchern: "Biblische Zeit-Fragen," XI 6-7 (Münster 1923).
11 De Vaux, Les Livres de Samuel 16,,



Fuente: Biblia Comentada, Profesores de Salamanca (BAC, 1965)

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Notas

II Samuel  21,1-22

Apéndices (c.21-24).
Como conclusion del libro, el autor, o un redactor posterior inspirado, reunió en los cuatro capítulos últimos seis fragmentos, de los cuales dos tienen aspecto de relato (21:1-14; 24:1-7); otros dos se han conservado en forma poética (22:1-51; 23:1-7), y, finalmente, dos en estilo anecdótico (21:15-22; 23:9-39). Estos fragmentos interrumpen el hilo de la historia del capítulo anterior con el primero del libro de los Reyes. La estructura de estos apéndices es artificial, Al c.21, sobre el sacrificio de Gabaón, corresponde el 24, que habla del sacrificio en la era de Orna. Ambos son de inspiración deuteronómica 1. Se desconoce la razón por la cual han sido agrupados al final del libro. Arrancados de su marco histórico, no es fácil determinar a qué época de la vida de David corresponden. Aunque no sean obra del mismo autor del libro y tengan el carácter de suplemento, tienen, sin embargo, a Dios por autor.

Un pecado de Saúl, causa del hambre (21:1-14).
1 Hubo en tiempo de David un hambre que duró tres años continuos; y David consultó a Yahvé, que le respondió: Es por la casa de Saúl y por la sangre que hay sobre ella, por haber hecho perecer a los gabaonitas. 2 El rey llamó a los gabaonitas y les dijo: Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel; eran un resto de los amorreos, con el cual estaban los hijos de Israel ligados con juramento; y, sin embargo, Saúl había procurado extinguirlos, por celo de los hijos de Israel y de Judá. 3Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué queréis que os haga para expiaros y que bendigáis a la heredad de Yahvé? Los gabaonitas le dijeron: Nuestra querella con Saúl y su casa no es cuestión de plata y oro, ni pretendemos que muera nadie en Israel Y él preguntó: Decid, pues, lo que queréis, para que yo lo haga. 4 Ellos respondieron al rey: Aquel hombre nos destruyó y quería exterminarnos, haciéndonos desaparecer de toda la tierra de Israel; 5que se nos entreguen siete de sus hijos para que nosotros los colguemos ante Yahvé en Gabaón, en el monte ante Yahvé. El dijo: Os los entregaré. 6 No entregó el rey a Mefibaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, por el juramento de Yahvé que habían hecho entre sí David y Jonatán, hijo de Saúl. 8Y tomó el rey a los dos hijos que Risfa, hija de Aya, había dado a Saúl, Armoni y Mefibaal, y a los cinco hijos que Merab, hija de Saúl, había dado a Adriel, hijo de Barzilai, de Abel Me-jola, 9 y se los entregó a los gabaonitas, que los colgaron en el monte ante Yahvé. Todos siete murieron juntos en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la siega de las cebadas. 10 Risfa, hija de Aya, tomando un saco, se lo tendió sobre la tierra, y estuvo desde el comienzo de la cosecha de las cebadas hasta que sobre ellos cayeron del cielo las aguas de la lluvia, espantando durante el día a las aves del cielo y durante la noche a las bestias del campo. 11Dieron noticia a David de lo que había hecho Risfa, hija de Aya, concubina de Saúl; 12y fue David a recoger los huesos de Saúl y los de Jonatán, su hijo, a la ciudad de Jabes, en Galaad, cuyos habitantes los habían tomado de los muros de Betsán, donde los habían colgado los filisteos después de derrotar a Saúl en Gelboé. 13 Llevó de allí los huesos de Saúl y los de Jonatán, su hijo, y tomo también los de los que habían sido colgados; 14 y fueron enterrados los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán y los de los que habían sido colgados, en tierra de Benjamín, en Sela, en el sepulcro de Quis, padre de Saúl, cumpliéndose las órdenes del rey. Después de esto se apiadó Yahvé de la tierra.

El autor coloca este episodio en un tiempo indeterminado de la historia de David. Por las palabras Deu_9:1 cabe suponer que aconteció antes de lo dicho en el c.9. A consecuencia de una sequía pertinaz produjese un hambre de tres años (1 Re I7:1ss), que el pueblo atribuyó a un castigo de Dios. Este presentimiento confirmó la una respuesta de Yahvé. La respuesta de Yahvé, dice Rehm, no es propiamente una revelación sobrenatural. Ya el reconocimiento de la culpa puede interpretarse en el modo de hablar del libro como una respuesta de Yahvé (1Sa_24:5-11; 2Sa_16:10; 2Sa_17:14)· El oráculo sanciona el derecho semítico según el cual el derramamiento de sangre que no se expiaba manchaba el suelo de la heredad de Yahvé, provocando su cólera contra todo el pueblo (Num_35:33-34; Deu_21:7-9). El crimen lo había cometido Saúl, no se sabe cuándo, al matar a los gabaonitas, oponiéndose con ello al juramento de Josué (Jos_9:355), que, sorprendido por una artimaña que le prepararon, les perdonó la vida, pero obligándolos a trabajar al servicio de Israel. Cree Calmet que el texto se refiere a la matanza de sacerdotes de Nob (1Sa_22:18-19). David quiere reparar la falta cometida, y les sugiere qué quieren que haga por ellos. Responden que no les interesa el oro ni plata ni quieren que haya gran matanza en Israel. Lo que ellos exigen es el cumplimiento de la ley de sangre, derramándose la del culpable, o, en su defecto, la de sus hijos y parientes. Los gabaonitas se dan por satisfechos con la muerte de siete (Gen_4:15) de los hijos de Saúl, que sacrificarán, en concepto de venganza de sangre, en un lugar público, a la faz de Yahvé, es decir, a la luz del sol (Num_25:4), sobre el monte conocido hoy con el nombre de Neby Semuil, a unos dos kilómetros al sur de Gabaón. Había allí un santuario de Yahvé muy célebre en tiempos de Salomón (1Re_3:455).


* Nehv Str. 352-353 * Los designados para ser muertos fueron los dos hijos de Risfa (1Re_3:7), concubina de Saúl y amante de Abner, Armoni y Mefibaal.




Mi escudo, el cuerno de mi salvación, mi inaccesible asilo, mi salvador de la violencia. 4 Yo invoqué, alabándole, a Yahvé y quedé a salvo de mis enemigos. 5 Ya me rodeaban con estrépito las olas de la muerte, ya me aterrorizaban los torrentes del averno, 6 ya me aprisionaban las ataduras del sepulcro, ya me habían cogido los lazos de la muerte, 7 y en mi angustia invocaba a Yahvé, imploraba el auxilio de mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, mi clamor llegó a sus oídos. 8 Conmovióse y tembló la tierra, vacilaron los fundamentos de los montes y se estremecieron, porque se airó contra ellos. 9 Subía de sus narices el humo de su ira, y de su boca fuego abrasador, carbones encendidos por él. 10 Y abajó los cielos y descendió, negra obscuridad tenía bajo sus pies.11 Subió sobre los querubines y voló, voló sobre las alas de los vientos.12 Puso en derredor suyo tinieblas por velo. Se cubrió con calígine acuosa y densas nubes.13 Ante su resplandor se deshicieron sus nubes. En granizo y centellas de fuego. 14 Tronó Yahvé desde los cielos, el Altísimo hizo resonar su voz, 15 lanzó sus saetas y los desbarató, fulminó sus muchos rayos y los consternó. 16 Y aparecieron arroyos de aguas, y quedaron al descubierto los fundamentos del orbe ante la increpadora ira de Yahvé, al resoplido del huracán de su furor. 17 Extendió su mano desde lo alto y me tomo, me sacó de la muchedumbre de las aguas, 18 me arrancó de mi feroz enemigo, de los que me aborrecían y eran más fuertes que yo. 19 Querían asaltarme en día fatal para mí. Pero fue Yahvé mi fortaleza, 20 y me puso en seguro,salvándome, porque se agradó de mí. 21 Remunerábame Yahvé conforme a mi justicia, según la pureza de mis manos me pagaba, 22 pues yo había seguido los caminos de Yahvé y no me había impíamente apartado de mi Dios. 23 Tenía ante mis ojos todos sus mandatos y no rehuía sus leyes, 24 sino que fui íntegro con él y me guardé de la iniquidad. 25 Y me retribuyó Yahvé conforme a mi justicia y según la limpieza de mis manos ante sus ojos. 26 Con el piadoso muéstrase piadoso, íntegro con el íntegro; 26 muéstrase limpio con el limpio y sagaz con el astuto. 28Tú salvas al humilde, pero humillas al soberbio. 29Tú haces lucir mi lámpara, ¡oh Yahvé!; mi Dios, ilumina mis tinieblas. 30Ciertamente, fiado en ti, soy capaz de romper ejércitos; fiado en mi Dios asalto murallas. 31Es perfecto el camino de Dios, la palabra de Yahvé es acrisolada. Es el escudo de cuantos a él se acogen.

Dios liberó al salmista de todos los males; es Dios su roca (1 Sam 2; 1 Deu_32:4; Sal_31:4, etc.), el cuerno de su salvación (1Sa_2:1). Estaba en trance de perecer, envuelto en el oleaje de la muerte (Sal_116:3; Jon_2:4-6), aprisionado en los torrentes de Belial (1Sa_2:12; 1Sa_10:27), que simbolizan la muerte y el sheol. Más tarde Belial pasó a significar el príncipe de los demonios (1Co_6:15). En esta situación llamó al Señor, que le escuchó desde el interior de su templo. Supone el autor la existencia del templo de Jerusalén. Describe a continuación, mediante una grandiosa teofanía, la intervención de Dios. La conmoción del universo presagiaba el desplazamiento de Dios al mundo. Las nubes eran el humo de la ira que despedían sus narices; de su boca salían los relámpagos como fuego abrasador. Llegó a la altura donde estaba el salmista y descendió hacia él. Negra oscuridad bajo sus pies; al lomo de un querubín cabalgó y voló. Los querubines son el pedestal de Dios en el arca de la alianza (1Sa_4:3-4); tiran de la carroza de Dios (Eze_1:1ss). Dios planea sobre las alas del viento (Sal_104:3; Ose_4:19). Entre tanto, arrecia la tempestad. Los truenos, que son la voz de Dios (1Sa_7:10; Job_37:2-5; Sal_28:1ss), retumban en el firmamento; lanza El los relámpagos, considerados como sus saetas (Hab_3:2; Sal_144:6), que desbaratan a los enemigos. Una lluvia torrencial se levantó de los mares, dejó al descubierto los fundamentos del orbe y cayó en forma diluvial sobre la tierra, acompañada del huracán, el resoplido del furor divino. Para que no fuera envuelto en la furiosa tempestad, Dios, desde lo alto, extendió su mano y agarró al justo, salvándole de los peligros (Isa_24:18). Reconoce el salmista que su salvación se debe a una gracia especialísima de Dios.

Acción de gracias por las victorias alcanzadas (Isa_22:32-51).
32 ¿Qué Dios hay fuera de Yahvé? ¿Qué roca hay fuera de nuestro Dios? 33 El Dios fuerte que me ciñó de fortaleza y prosperó mis caminos, 34 que me dio pies como de ciervo y me puso sobre las alturas, 35 que adiestró mis manos para la lucha y mis brazos para tender el arco. 36 Me entregaste tu escudo salvador, tu diestra me fortalecía 37 me hacías correr a largos pasos, sin que se cansaran mis pies. 38 Perseguía a mis enemigos y los alcanzaba, y no me volvía sin haberlos desbaratado. 39 Los machacaba, sin que pudieran levantarse; caían bajo mis pies. 40 Me ceñiste de fortaleza para la guerra, sometiste a los que se alzaban contra mí, 41 obligaste a mis enemigos a darme las espaldas y reducías al silencio a los que me odiaban. 42 Vociferaban, pero no había quien los socorriese; a Yahvé, pero El no los oía.43 Y los dispersaba como el polvo lo dispersa el viento, y como al lodo de las plazas los pulverizaba. 44 Me libraste de las sediciones del pueblo, me pusiste por cabeza de gentes. Pueblos que no conocía me servían.45 Los extraños me halagaban, obedécenme con diligente oído; 46 los extraños desfallecieron y salen temblando de sus refugios. 47 Viva Yahvé y bendito sea su nombre! Ensalzado sea el Dios, mi salvador. 48 El es el Dios que me otorga la venganza, el que me somete los pueblos, 49 el que me libra de mis enemigos, el que me hace superar a los que se alzan contra mí, el que me libra del hombre violento; 50por eso le daré gracias, ¡oh Yahvé! ante las gentes y cantaré yo salmos en tu honor. 51 El que da grandes victorias a su rey, el que hace misericordia a su ungido, David, y a su descendencia por la eternidad.

Con la ayuda eficaz de Yahvé, Dios único, la Roca por excelencia (Deu_32:4), que le ciñó de fuerza (Sal_18:33), tuvo el salmista en el camino expedito para vencer. Veloz para acudir al combate, diestro en el manejo de las armas, en el lanzamiento de las flechas. En todo momento fue Yahvé su escudo protector, el que le fortalecía, sin vacilar jamás. Fue al combate, de donde volvió siempre victorioso; los enemigos, o bien caían bajo sus pies o volvían las espaldas, huyendo. Gritaban, vociferaban, pero no llegaba al cielo su voz. Victorioso el salmista, extiende su dominio sobre propios y extraños (v.44-46). Los que antes le odiaban buscan ahora su amistad. El v.51 tiene carácter mesiánico; pudo añadirse al texto en tiempos más recientes.