I Crónicas 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 24 versitos |
1 Estos son los hijos que le nacieron a David en Hebrón: Amnón, hijo de Ajinóam, de Izreel, su primogénito; Daniel, hijo de Abigail de Carmel, su segundo hijo;
2 Absalón, hijo de Maacá, hija de Talmai, rey de Guesur, el tercero; Adonías, hijo de Jaguit, el cuarto;
3 Sefatías, hijo de Abital, el quinto; Itream, hijo de su esposa Eglá, el sexto.
4 Estos seis hijos le nacieron a David en Hebrón, donde reinó siete años y seis meses. Además, David reinó en Jerusalén treinta y tres años,
5 y estos son los hijos que le nacieron en Jerusalén: Simeá, Sobab, Natán y Salomón, los cuatro hijos de Betsabé, hija de Amiel.
6 También Ibjar, Elisamá, Elifélet,
7 Nogá, Néfeg, Iafía,
8 Elisamá, Eliadá, Elifélet, o sea, nueve.
9 Estos son todos los hijos de David, sin contar los hijos de sus concubinas. La hermana de ellos fue Tamar.
10 El hijo de Salomón fue Roboam; el hijo de Roboam, Abías; el hijo de Abías, Asá; el hijo de Asá, Josafat;
11 el hijo de Josafat, Joram; el hijo de Joram, Ocozías; el hijo de Ocozías, Joás;
12 el hijo de Joás, Amasías; el hijo de Amasías, Azarías; el hijo de Azarías, Jotam;
13 el hijo de Jotam, Acaz; el hijo Acaz, Ezequías; el hijo de Jotam, Acaz; el hijo de Acaz, Ezequías; el hijo de Ezequías, Manasés;
14 el hijo de Manasés, Amón; el hijo de Amón, Josías.
15 Los hijos de Josías fueron Iojanán, su primogénito; Joaquím su segundo hijo; Sedecías, el tercero; y Salúm, el cuarto.
16 Los hijos de Joaquím fueron Jeconías y Sedecías.
17 Los descendientes de Jeconías, el prisionero, fueron Sealtiel,
18 Malquiram, Pedaías, Senasar, Iecamías, Hosamá y Nedabías.
19 Los hijos de Pedaías fueron Zorobabel y Simei; los hijos de Zorobabel, Mesulam, Jananías, y Selomit, hermana de ellos.
20 Los hijos de Mesulam, Jasubá, Ohel, Berequías, Jasadías y Iusab Jésed: cinco en total.
21 El hijo de Jananías fue Pelatías; el hijo de Pelatías, Isaías; el hijo de Isaías, Refaías, Arnán; el hijo de Arnán, Abdías; el hijo de Abdías, Secanías.
22 Los hijos de Secanías fueron Semaías, Jatús, Igal, Baríaj, Nearías y Safat: seis en total.
23 Los hijos de Nearías fueron Elioenai, Ezequías, Azricam: tres en total.
24 Los hijos de Elioenai fueron Hodías, Eliasib, Pelaías, Acub, Iojanán, Delaías y Ananí: siete en total.

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Introducción a I Crónicas


Primer Libro de las Crónicas

Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero ¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado? Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el 300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la realeza del Señor sobre Israel" ( 1Ch_28:5 ). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del Mesías.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas