Eclesiástico 34 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 26 versitos |
1 Vanas y engañosas son las esperanzas del insensato, y los sueños dan alas a los necios.
2 Tratar de asir una sombra o correr detrás del viento es dar crédito a los sueños.
3 Las visiones de los sueños no son más que un espejismo: un rostro ante el reflejo de su propia imagen.
4 ¿Puede sacarse algo puro de lo impuro o de la mentira puede salir la verdad?
5 Adivinaciones, augurios y sueños son cosas vanas, puras fantasías, como las de una parturienta.
6 A no ser que los envíe el Altísimo en una visita, no les prestes ninguna atención.
7 Porque los sueños han extraviado a muchos que cayeron por esperar en ellos.
8 La Ley debe cumplirse sin falsedad, y la sabiduría expresada fielmente es perfecta.
9 El que ha viajado mucho sabe muchas cosas, y el hombre de experiencia habla inteligentemente.
10 El que no ha sido probado sabe pocas cosas, pero el que ha andado mucho adquiere gran habilidad.
11 Yo he visto muchas cosas en el curo de mis viajes, y sé mucho más de lo que podría expresar.
12 Muchas veces estuve en peligro de muerte, y gracias a todo eso escapé sano y salvo.
13 El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque han puesto su esperanza en aquel que los salva.
14 El que teme al Señor no se intimida por nada, y no se acobarda, porque él es su esperanza.
15 ¡Feliz el alma del que teme al Señor! ¿En quién se sostiene y cuál es su apoyo?
16 Los ojos del Señor miran a aquellos que lo aman: él es escudo poderoso y apoyo seguro, refugio contra el viento abrasador y el ardor del mediodía, salvaguardia contra el tropiezo y auxilio contra la caída.
17 El levanta el ánimo e ilumina los ojos, da salud, vida y bendición.
18 Ofrecer en sacrificio el fruto de la injusticia es presentar una ofrenda defectuosa, y los dones de los impíos no son aceptados.
19 El Altísimo no acepta las ofrendas de los impíos, y no es por el número de víctimas que perdona los pecados.
20 Como inmolar a un hijo ante los ojos de su padre, es presentar una víctima con bienes quitados a los pobres.
21 Un mendrugo de pan es la vida de los indigentes: el que los priva de él es un sanguinario.
22 Mata a su prójimo el que lo priva del sustento, derrama sangre el que retiene el salario del jornalero.
23 Si uno edifica y otro destruye, ¿qué ganan con eso sino fatigas?
24 Si uno suplica y otro maldice, ¿qué voz escuchará el Dueño de todo?
25 El que vuelve a toca a un muerte después de haberse lavado, ¿qué ha ganado con purificarse?
26 Así es el hombre que ayuda por sus pecados y luego vuelve a cometerlos ¿quién escuchará su plegaria y qué ha ganado con humillarse?

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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