Exodo  38 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 31 versitos |
1 Luego hizo el altar de los holocaustos de madera de acacia; medía dos metros y medio de largo por dos y medio de ancho -es decir, era cuadrado- y tenía un metro y medio de alto.
2 En sus cuatro ángulos, y formando una sola pieza con él, le hizo unos cuernos, y después lo recubrió de bronce.
3 Hizo, además, todos los utensilios del altar: los recipientes para recoger las cenizas, las palas, los aspersorios, los tenedores y los braseros. Todos estos utensilios los hizo de bronce.
4 También fabricó para el altar un enrejado de bronce en forma de red, y lo puso debajo de la parte saliente del altar, de manera que llegaba, desde abajo, hasta la mitad del altar.
5 Puso cuatro argollas en los cuatro extremos del enrejado de bronce para hacer pasar por ellas las andas.
6 Hizo las andas de madera de acacia y las recubrió de bronce,
7 y pasó las andas por las argollas que estaban a ambos lados del altar para poder transportarlo. El altar era hueco por dentro y estaba hecho de tablas.
8 Después hizo la fuente de bronce y su base también de bronce, con los espejos de las mujeres que prestaban servicio a la entrada de la Carpa del Encuentro.
9 Hizo también el atrio. Por el lado sur, en dirección al Négueb, el atrio tenía unas cortinas de lino fino reforzado, dispuestas a lo largo de cincuenta metros.
10 Sus veinte columnas estaban apoyadas sobre veinte bases de bronce, y estaban provistas de ganchos y varillas de plata.
11 Por el lado norte, las cortinas tenían igualmente una longitud de cincuenta metros, y estaban sostenidas por veinte columnas apoyadas en veinte bases de bronce y provistas de ganchos y varillas de plata.
12 Por el lado oeste, había veinticinco metros de cortinas, con diez columnas y sus respectivas bases, que estaban provistas de ganchos y varillas de plata.
13 Sobre el lado este, hacia el oriente, también había veinticinco metros de cortinas.
14 Las cortinas colocadas a un lado de la entrada medían siete metros y medio de largo, y allí había tres columnas y tres bases.
15 Las del otro lado tenían las mismas medidas, también con tres columnas y sus respectivas bases.
16 Todas las cortinas del atrio eran de lino fino reforzado.
17 Las bases para las columnas eran de bronce, y sus ganchos y sus varillas de plata. Los capiteles también estaban revestidos de plata, y todas las columnas del atrio tenían varillas de plata.
18 El cortinado de la puerta del atrio era de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino reforzado, y estaba recamado artísticamente. Tenía diez metros de largo, y su altura -lo mismo que la de las cortinas del atrio- era de dos metros y medio.
19 Sus cuatro columnas y sus cuatro bases eran de bronce, y sus ganchos de plata, así como también el revestimiento de sus capiteles y de sus varillas.
20 Todas las estacas de la Morada y del atrio que la rodeaba eran de bronce.
21 Este es el cómputo de las expensas para la construcción de la Morada del Testimonio, tal como fue realizado por orden de Moisés y ejecutado por los levitas, bajo la dirección de Itamar, hijo del sacerdote Aarón.
22 Besalel -hijo de Urí, hijo de Jur, de la tribu de Judá- hizo todo lo que el Señor había ordenado a Moisés,
23 contando con la ayuda de Oholiab -hijo de Ajisamac, de la tribu de Dan- que era artífice, bordador y recamador de púrpura violeta y escarlata, de carmesí y de lino fino.
24 El total del oro empleado en la ejecución de las obras del Santuario -el oro procedente de las ofrendas- ascendió a veintinueve talentos y setecientos treinta siclos, en siclos del Santuario.
25 La plata recogida entre los miembros de la comunidad que habían sido censados, ascendió a cien talentos y mil setecientos setenta y cinco siclos, en siclos del Santuario,
26 o sea, medio siclo por cada uno de los incluidos en el censo de los seiscientos tres mil quinientos cincuenta hombres de veinte años para arriba.
27 Los cien talentos de plata se usaron para fundir las bases del Santuario y las bases que sostenían el cortinado, a razón de un talento por base;
28 y con los mil setecientos setenta y cinco siclos hicieron ganchos para las columnas, revistieron los capiteles y los unieron por medio de varillas.
29 El bronce procedente de las ofrendas ascendió a setenta talentos y dos mil cuatrocientos siclos.
30 Con ellos se hicieron las bases para la entrada de la Carpa del Encuentro, el altar de bronce con su enrejado y todos los utensilios,
31 las bases para las cortinas que bordeaban el atrio y para la entrada del mismo; y también todas las estacas de la Morada y del atrio que la rodeaba.

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Introducción a Exodo 


Éxodo

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo ( Isa_43:18-21 ) y una nueva Alianza ( Jer_31:31-34 ) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" ( 1Co_5:7 ), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" ( Heb_8:6 ). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo ( 1Co_10:1-4 ).

LA MISIÓN DE MOISÉS


Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "
Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" ( Heb_11:25 , Heb_11:27 ). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios..

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas