Proverbios 10 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 32 versitos |
1 Proverbios de Salomón. Un hijo sabio es la alegría de su padre, pero un hijo necio es la aflicción de su madre.
2 Tesoros mal adquiridos no sirven de nada, pero la justicia libra de la muerte.
3 El Señor no deja que el justo sufra hambre, pero rechaza la avidez de los malvados.
4 La mano indolente empobrece, pero el brazo laborioso enriquece.
5 El que junta en verano es un hombre precavido, el que duerme en la cosecha es despreciable.
6 Las bendiciones descienden sobre el justo, la boca de los malvados encubre la violencia.
7 La memoria del justo es bendecida, pero el nombre de los malvados se pudrirá.
8 El de corazón sabio acepta los mandamientos, pero el de labios necios va a la perdición.
9 El que camina con integridad camina seguro, el que sigue caminos tortuosos será descubierto.
10 El que guiña el ojo hace sufrir, el que reprende con franqueza da tranquilidad.
11 La boca del justo es una fuente de vida, pero la de los malvados encubre la violencia.
12 El odio provoca altercados, pero el amor cubre todas las faltas.
13 En labios del inteligente se encuentra la sabiduría, y la vara es para las espaldas del insensato.
14 Los sabios atesoran la ciencia, pero la boca del necio es una ruina inminente.
15 La fortuna del rico es su plaza fuerte, la pobreza de los débiles es su ruina.
16 El salario del justo lleva a la vida, la renta del impío, al pecado.
17 El que respeta la instrucción camina hacia la vida, pero el que rechaza la reprensión se extravía.
18 El que disimula su odio tiene labios mentirosos, y el que levanta una calumnia es un necio.
19 Donde abundan las palabras nunca falta el pecado, el que refrena sus labios es un hombre precavido.
20 Plata acrisolada es la lengua del justo, el corazón de los malvados no vale gran cosa.
21 Los labios del justo sustentan a muchos, pero los necios mueren por falta de sensatez.
22 La bendición del Señor es la que enriquece, y nada le añade nuestro esfuerzo.
23 Cometer una infamia es una diversión para el insensato, y lo mismo es la sabiduría para el hombre inteligente.
24 Al malvado le sucederá lo que teme, y a los justos se les dará lo que desean.
25 Pasa la tormenta, y ya no existe el malvado, pero el justo tiene cimientos eternos.
26 Como vinagre para los dientes y humo para los ojos, así es el perezoso para el que le da un encargo.
27 El temor del Señor acrecienta los días, pero los años de los malvados serán acortados.
28 La esperanza de los justos es alegre, pero la expectativa de los malvados se desvanecerá.
29 El camino del Señor es refugio para el hombre íntegro y ruina para los que hacen el mal.
30 El justo no vacilará jamás, pero los malvados no habitarán la tierra.
31 De la boca del justo brota la sabiduría, pero la lengua perversa será extirpada.
32 Los labios del justo destilan benevolencia, y la boca de los malvados, perversidad.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 10,1-32

1. Ver 15. 20; 17. 25.

12. Ver Stg_5:20; 1Pe_4:8.

15. Ver 18. 11.

19. Ver Stg_1:19.