Gálatas 6 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 18 versitos |
1 Hermanos, si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes, los que están animados por el Espíritu, corríjanlo con dulzura. Piensa que también tú puedes ser tentado.
2 Ayúdense mutuamente a llevar las cargas, y así cumplirán la Ley de Cristo.
3 Si alguien se imagina ser algo, se engaña, porque en realidad no es nada.
4 Que cada uno examine su propia conducta, y así podrá encontrar en sí mismo y no en los demás, un motivo de satisfacción.
5 Porque cada uno tiene que llevar su propia carga.
6 El que recibe la enseñanza de la Palabra, que haga participar de todos sus bienes al que lo instruye.
7 No se engañen: nadie se burla de Dios. Se recoge lo que se siembra:
8 el que siembra para satisfacer su carne, de la carne recogerá sólo la corrupción; y el que siembra según el Espíritu, del Espíritu recogerá la Vida eterna.
9 No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos.
10 Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe.
11 ¿Ven estas letras grandes? ¡Les estoy escribiendo con mi propia mano!
12 Los que quieren imponerles la circuncisión sólo buscan quedar bien exteriormente, y evitar ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo.
13 Porque tampoco aquellos que se hacen circuncidar observan la Ley; sólo pretenden que ustedes se circunciden para gloriarse de eso.
14 Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo.
15 Estar circuncidado o no estarlo, no tiene ninguna importancia: lo que importa es ser una nueva criatura.
16 Que todos los que practican esta norma tengan paz y misericordia, lo mismo que el Israel de Dios.
17 Que nadie me moleste en adelante: yo llevo en mi cuerpo las cicatrices de Jesús.
18 Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo permanezca con ustedes. Amén.

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Introducción a Gálatas


CARTA A LOS GÁLATAS

Los gálatas evangelizados por Pablo durante su segundo viaje misionero, hacia el año 50, eran descendientes de los celtas o galos, un pueblo extremadamente belicoso que en el siglo III a. C. se había instalado en la meseta central de Asia Menor. La estadía de Pablo en Galacia se prolongó por algunos meses, debido a una enfermedad que lo obligó a permanecer allí hasta su curación (4. l3-l5). Fuera de esto, no conocemos otros detalles sobre la actividad del Apóstol en esa región y sobre las Iglesias allí fundadas.
Las circunstancias que motivaron la intervención de Pablo están suficientemente expresadas en la Carta. Las comunidades de Galacia habían sido perturbadas por algunos predicadores cristianos venidos de Jerusalén. Estos, erróneamente, se consideraban respaldados por Santiago, "el hermano del Señor" (1. 19), que era una de las "columnas de la Iglesia" junto con Pedro y Juan (2. 9). Según ellos, los fieles convertidos del paganismo debían someterse a la Ley de Moisés y a la práctica de la circuncisión, para llegar a ser verdaderos hijos de Abraham y herederos de las promesas divinas. Al mismo tiempo, trataban de desacreditar la persona y la autoridad apostólica de Pablo, mostrándolo en desacuerdo con los demás Apóstoles. La crisis provocada por estos "judaizantes" en Galacia es una de las expresiones típicas de la dificultad que tuvo la Iglesia para desvincularse cada vez más del Judaísmo y adquirir su fisonomía propia.
La CARTA A LOS GÁLATAS, escrita probablemente en el año 56, es uno de los más espontáneos y vehementes escritos de Pablo. Su tema central es la libertad del cristiano, llamado a recibir la salvación como un don de Dios que se alcanza por la fe en Jesucristo, y no por el sometimiento a las exigencias de la Ley. Para comprenderla debidamente, es conveniente leerla a la luz de la Carta a los Romanos, que fue escrita un tiempo después y vuelve sobre los mismos temas de una manera más completa y sistemática.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Gálatas 6,1-18

16. "El Israel de Dios" es el Pueblo cristiano, el nuevo Israel. Ver Rom_4:13-17.

17. Estas "cicatrices" se deben a los malos tratos recibidos por el Apóstol a causa de su fidelidad a Cristo. Ver 2Co_6:4-5; 2Co_11:23-25.