I Crónicas 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 40 versitos |
1 Los descendientes de Isacar fueron Tolá, Puá, Iasub y Simrón: cuatro en total.
2 Los descendientes de Tolá fueron Uzi, Refaías, Ieriel, Iajmai, Ibsam y Samuel, hombres valerosos y jefes de las familias de Tolá; su número, en tiempos de David, según sus listas genealógicas, era de 22600 hombres.
3 Los descendientes de Uzí fueron Izrajías y los hijos de Izrajías; Micael, Abdías, Joel e Isaías: cinco jefes en total.
4 Ellos tenían divisiones armadas para la guerra, registradas por familias según sus listas genealógicas, en número de 36000 hombres, porque tenían muchas mujeres e hijos.
5 Sus hermanos de todos los clanes de Isacar eran hombres valerosos, 87000 en total, y todos ellos estaban registrados.
6 Los descendientes de Benjamín fueron Bela, Béquer, Iediael: tres en total.
7 Los descendientes de Bela fueron Esbón, Uzí, Uziel, Ierimot e Irí: cinco en total; eran jefes de familia y hombres valerosos. Todos estaban registrados y su número era de 22034.
8 Los descendientes de Béquer fueron Zemirá, Joás, Eliezer, Elioenai, Omrí, Ieremot, Abías, Anatot y Alémet; todos estos eran hijos de Béquer.
9 Estaban registrados según sus listas genealógicas y según los jefes de sus familias, y tenían 20200 hombres valerosos.
10 Los descendientes de Iediael fueron Bilhán y los hijos de Bilhán: Ieús, Benjamín, Ehúd, Quenaaná, Zetán, Tarsis y Ajisájar.
11 Todos estos fueron hijos de Iediael, jefes de familia y hombres valerosos; su número era de 17200 aptos para combatir en la guerra.
12 Supím y Jupím eran hijos de Ir; Jusím, hijo de Ajer.
13 Los descendientes de Neftalí fueron Iajasiel, Guní, Iéser y Salúm, hijos de Bilhá.
14 Los descendientes de Manasés fueron los siguientes: Asriel, que fue hijo de su concubina aramea, la cual dio a luz también a Maquir, padre de Galaad.
15 Maquir le dio una esposa a Jupím y a otra a Supím. El nombre de su hermana era Maacá. El segundo de sus descendientes se llamaba Selofjad, y este no tuvo más que hijas.
16 Maacá, la mujer de Maquir, dio a luz un hijo, a quien llamó Peres. Su hermano se llamaba Seres, y sus hijos Ulam y Réquem.
17 El hijo de Ulam fue Bedán. Estos son los hijos de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés.
18 Su hermana Amolequet dio a luz a Ishod, Abiézer y Majlá.
19 Los hijos de Semidá fueron Ajián, Séquem, Licjí y Aniam.
20 El hijo de Efraím fue Sutélaj; el hijo de Sutélaj, Béred; el hijo de Béred, Tájat; el hijo de Tájat, Eleadá; el hijo de Eleadá, Tájat;
21 el hijo de Tájat, Zabad; el hijo de Zabad, Sutélaj. A los otros dos hijos de Efraím -Ezer y Ebad- los mataron los hombres de Gat, nativos del país, porque habían bajado a apoderarse de sus ganados.
22 Su padre estuvo de duelo por ellos durante mucho tiempo, y sus hermanos fueron a consolarlo.
23 Después se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz un hijo, al que llamó Beriá, por la desgracia que había sufrido su familia.
24 Su hija fue Seerá, que edificó Bet Jorón, la de Arriba y la de Abajo, y Uzén Seerá.
25 Además, su hijo fue Réfaj; el hijo de Réfaj, Résef; el hijo de Résef, Télaj; el hijo de Télaj, Taján;
26 el hijo de Taján, Ladán; el hijo de Ladán, Amihud; el hijo de Amihud, Elisamá;
27 el hijo de Elisamá, Nun; el hijo de Nun, Josué.
28 Su posesión y sus lugares de residencia eran Betel y sus poblados adyacentes; al este, Naarán; al oeste, Guézer y sus poblados adyacentes; y además, Siquém con sus poblados adyacentes, hasta Aiá y sus poblados adyacentes.
29 En poder de los hijos de Manasés estaban Bet Seán, Tanac, Meguido y Dor, todos ellos con sus respectivos poblados adyacentes. En estas ciudades habitaban los hijos de José, hijo de Israel.
30 Los descendientes de Aser fueron Imná, Isvá, Beriá y Séraj, la hermana de estos.
31 Los descendientes de Beriá fueron Jéber y Malquiel, que fue padre de Birzait.
32 Jéber fue padre de Iaflet, de Sémer, de Jotán, y de Suá, la hermana de estos.
33 Los descendientes de Iaflet fueron Pasac, Bimhal y Asvat. Estos son los hijos de Iaflet.
34 Los descendientes de su hermano Sémer fueron Rogá, Jubá y Aram.
35 Los descendientes de su hermano Hélem fueron Sofaj, Imná, Seles y Amal.
36 Los descendientes de Sofaj fueron Súaj, Jarnefer, Súal, Berí, Imrá,
37 Béser, Hod, Samá, Silsá, Itrán y Beerá.
38 Los descendientes de Iéter fueron Iefuné, Pispá y Ará.
39 Los descendientes de Ulá fueron Araj, Janiel y Risías.
40 Todos estos fueron descendientes de Aser, jefes de familias, guerreros selectos y valerosos, jefes entre los príncipes. Al ser registrados para el servicio militar, su número alcanzó a 26000 hombres.

Patrocinio

 
 

Introducción a I Crónicas


Primer Libro de las Crónicas

Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero ¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado? Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el 300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la realeza del Señor sobre Israel" ( 1Ch_28:5 ). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del Mesías.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

Patrocinio

Notas