Proverbios 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 35 versitos |
1 Hijo mío, no olvides mi enseñanza, y que tu corazón observe mis mandamientos,
2 porque ellos te aportarán largos días, años de vida y prosperidad.
3 Que nunca te abandonen la buena fe y la lealtad: átalas a tu cuello. escríbelas sobre la tabla de tu corazón,
4 y encontrarás favor y aprobación a los ojos de Dios y de los hombres.
5 Confía en el Señor y de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia;
6 reconócelo a él en todos sus caminos y él allanará tus senderos.
7 No seas sabio a tus propios ojos, teme al Señor y apártate del mal:
8 eso será un remedio para tu carne y savia para tus huesos.
9 Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todas tus ganancias:
10 así tus graneros se llenarán de trigo y tus lagares desbordarán de vino nuevo.
11 No desprecies, hijo mío, la corrección del Señor, ni te disgustes cuando él te reprende,
12 porque el Señor reprende a los que ama como un padre a su hijo muy querido.
13 ¡Feliz el hombre que encontró la sabiduría y el que obtiene la inteligencia,
14 porque ganarla vale más que la plata y ella rinde más que el oro fino!
15 Es más preciosa que las perlas y nada apetecible se le puede igualar.
16 En su mano derecha hay larga vida, y en su izquierda, riqueza y gloria.
17 Sus caminos son caminos deliciosos y todos sus senderos son apacibles.
18 Es un árbol de vida para los que se aferran a ella y los que la retienen son felices.
19 Por la sabiduría, el Señor fundó la tierra, por la inteligencia, afianzó los cielos;
20 por su ciencia brotaron los océanos y las nubes destilan el rocío.
21 Conserva, hijo mío, la prudencia y la reflexión; que ellas no se aparten de tus ojos.
22 Ellas serán vida para tu alma y gracia para tu cuello.
23 Entonces irás seguro por el camino y tu pie no tropezará.
24 Si te acuestas, no temblarás, y una vez acostado, tu sueño será agradable.
25 No temerás ningún sobresalto ni a los malvados que llegan como una tormenta.
26 Porque el Señor será tu seguridad y preservará tu pie de la trampa.
27 No niegues un beneficio al que lo necesite, siempre que esté en tus manos hacerlo.
28 No digas a tu prójimo: "Vuelve después, mañana te daré", si tienes con qué ayudarlo.
29 No trames el mal contra tu prójimo, mientras vive confiado junto a ti.
30 No litigues con un hombre sin motivo, si no te ha causado ningún mal.
31 No envidies al hombre violento ni elijas ninguno de sus caminos.
32 Porque el hombre perverso es abominable para el Señor, y él reserva su intimidad para los rectos.
33 La maldición del Señor está en la casa del malvado, pero él bendice la morada de los justos.
34 El se burla de los insolentes y concede su favor a los humildes.
35 Los sabios heredarán la gloria, pero los necios cargarán con la ignominia.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Proverbios 3,1-35

3. Ver 6. 21; 7. 3.

7. Ver Rom_11:25; Rom_12:16.

11-12. Ver Heb_12:5-6; Apo_3:19.

34. Ver Stg_4:6; 1Pe_5:5.