Filipenses 3 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 21 versitos |
1 Mientras tanto, hermanos míos, alégrense en el Señor. A mí no me cuesta nada escribir las mismas cosas, y para ustedes es una seguridad.
2 ¡Cuídense de los perros, de los malos obreros y de los falsos circuncisos!
3 Porque los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que ofrecemos un culto inspirado en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, en lugar de poner nuestra confianza en la carne, aunque yo también tengo motivos para poner mi confianza en ella.
4 Si alguien cree que puede confiar en la carne, yo puedo hacerlo con mayor razón;
5 circuncidado al octavo día; de la raza de Israel y de la tribu de Benjamín; hebreo, hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, un fariseo;
6 por el ardor de mi cielo, perseguidor de la Iglesia; y en lo que se refiere a la justicia que procede de la Ley, de una conducta irreprochable.
7 Pero todo lo que hasta ahora consideraba una ganancia, lo tengo por pérdida, a causa de Cristo.
8 Más aún, todo me parece una desventaja comparado con el inapreciable conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, a las que considero como desperdicio, con tal de ganar a Cristo
9 y estar unido a él, no con mi propia justicia -la que procede de la Ley- sino con aquella que nace de la fe en Cristo, la que viene de Dios y se funda en la fe.
10 Así podré conocerlo a él, conocer el poder de su resurrección y participar de sus sufrimientos, hasta hacerme semejante a él en la muerte,
11 a fin de llegar, si es posible, a la resurrección de entre los muertos.
12 Esto no quiere decir que haya alcanzado la meta ni logrado la perfección, pero sigo mi carrera con la esperanza de alcanzarla, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo no pretendo haberlo alcanzado. Digo solamente esto: olvidándome del camino recorrido, me lanzo hacia adelante
14 y corro en dirección a la meta, para alcanzar el premio del llamado celestial que Dios me ha hecho en Cristo Jesús.
15 Así debemos pensar los que somos maduros; y si en alguna cosa ustedes piensan lo contrario, Dios los iluminará.
16 De todas maneras, cualquiera sea el punto adonde hayamos llegado, sigamos por el mismo camino.
17 Sigan mi ejemplo, hermanos, y observen atentamente a los que siguen el ejemplo que yo les he dado.
18 Porque ya les advertí frecuentemente y ahora les repito llorando: hay muchos que se portan como enemigos de la cruz de Cristo.
19 Su fin es la predicción, su dios es el vientre, su gloria está en aquello que los cubre de vergüenza, y no aprecian sino las cosas de la tierra.
20 En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, y esperamos ardientemente que venga de allí como Salvador el Señor Jesucristo.
21 El transformará nuestro pobre cuerpo mortal, haciéndolo semejante a su cuerpo glorioso, con el poder que tiene para poner todas las cosas bajo su dominio.

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Introducción a Filipenses


CARTA A LOS FILIPENSES

En el transcurso de su segundo viaje misionero, hacia el año 50, Pablo fundó en Filipos una comunidad cristiana, que siempre se mantuvo unida al Apóstol por un lazo de íntima amistad ( Act_16:11-40 ). La ayuda económica que Pablo, contrariamente a su costumbre, recibió de ella en varias ocasiones, es una prueba de la confianza que el Apóstol tenía en la sinceridad de sus sentimientos ( Act_4:14-16 ).
Cuando los filipenses se enteraron de que Pablo estaba prisionero -probablemente en Éfeso- se apresuraron a enviarle un nuevo subsidio por medio de un discípulo llamado Epafrodito ( Act_4:18 ). A su regreso, este llevó consigo una Carta, donde Pablo agradece a sus amigos la ayuda recibida, aprovecha para comunicarles algunas noticias personales, y los exhorta a practicar las virtudes cristianas a ejemplo de Cristo. Además, los previene contra cualquier clase de desunión y les pide que se mantengan firmes en la fe, a pesar de la hostilidad de sus enemigos.
El tono de la CARTA A LOS FILIPENSES es particularmente íntimo y familiar. En ella merece destacarse el himno de 2. 6-11, que es un texto inestimable para conocer el pensamiento de Pablo acerca de la persona y de la obra redentora de Jesús.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Filipenses 3,1-21

2. "Los perros" es un epíteto con que los judíos expresaban su desprecio por los paganos. Pablo lo aplica irónicamente a los predicadores cristianos que hacían de la obediencia a las prescripciones legales del Judaísmo una condición necesaria para alcanzar la justificación.

3. Ver nota Col_2:11; Rom_2:25-29.

4-6. Ver nota 2Co_11:22.

12. "Alcanzado por Cristo Jesús": el Apóstol se refiere a su conversión en el camino de Damasco. Ver Hec_9:1-9.

19. "Su dios es el vientre": esta expresión contiene probablemente una alusión irónica a las prescripciones relativas a los alimentos, que tenían tanta importancia en el Judaísmo. Ver Lev_5:11; Deu_14:3-21; Mar_7:18-19; Mar_10:12-15; Gal_2:12.