II Reyes  14 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 29 versitos |
1 El segundo año de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, inició su reinado Amasías, hijo de Joás, rey de Judá.
2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Iehoadán, y era de Jerusalén.
3 El hizo lo que es recto a los ojos del Señor, aunque no como lo había hecho su padre Joás.
4 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.
5 Cuando su poder real quedó plenamente afianzado, mató a los servidores que habían dado muerte al rey, su padre.
6 Pero no hizo matar a los hijos de los homicidas, cumpliendo lo que está escrito en la Ley de Moisés, donde el Señor prescribió lo siguiente: "No se hará morir a los padres por las culpas de los hijos, ni a los hijos por las de los padres, sino que se hará morir a cada uno por su propio pecado".
7 Amasías derrotó a los edomitas en el valle de la Sal, en número de diez mil, y tomó por asalto la Roca, a la que llamó Iocteel, nombre que conserva hasta el día de hoy.
8 Entonces Amasías envió mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, para decirle: "¡Ven a enfrentarte conmigo cara a cara!".
9 Pero Joás, rey de Israel, mandó a decir a Amasías, rey de Judá: "El cardo del Líbano mandó a decir al cedro del Líbano: Dale tu hija por esposa a mi hijo. Pero un animal salvaje del Líbano pasó y pisoteó el cardo.
10 Porque has derrotado a Edom, tu corazón se ha engreído. ¡Disfruta de tu gloria, pero quédate en tu casa! ¿Para qué comprometerte en una guerra desastrosa y sucumbir, tú y Judá contigo?".
11 Pero Amasías no hizo caso. Entonces subió Joás, rey de Israel, y se enfrentaron él y Amasías, rey de Judá, en Bet Semes de Judá.
12 Judá fue derrotado ante Israel, y cada uno huyó a su carpa.
13 Joás, rey de Israel, tomó prisionero en Bet Semes a Amasías, hijo de Joás, hijo de Ocozías, rey de Judá. Luego fue a Jerusalén y abrió una brecha de doscientos metros en el muro de Jerusalén, desde la puerta de Efraím hasta la puerta del Ángulo.
14 Se apoderó de todo el oro y la plata y de todos los objetos que había en la Casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey, se llevó algunos rehenes, y se volvió a Samaría.
15 El resto de los hechos de Joás, lo que él hizo, sus hazañas y cómo combatió contra Amasías, rey de Judá, ¿no está escrito todo eso en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
16 Joás se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron en Samaría con los reyes de Israel. Su hijo Jeroboam reinó en lugar de él.
17 Amasías, hijo de Joás, rey de Judá, vivió quince años después de la muerte de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel.
18 El resto de los hechos de Amasías, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
19 En Jerusalén se urdió una conspiración contra él, y él huyó a Laquis, pero lo hicieron perseguir hasta Laquis y allí le dieron muerte.
20 Después lo trasladaron sobre unos caballos, y fue sepultado con sus padres en Jerusalén, en la Ciudad de David.
21 Todo el pueblo de Judá tomó a Azarías, que tenía dieciséis años, y lo proclamaron rey en lugar de su padre Amasías.
22 El fue quien reconstruyó a Elat y la recuperó para Judá, después que el rey Amasías se fue a descansar con sus padres.
23 El año decimoquinto de Amasías, hijo de Joás, comenzó a reinar en Samaría Jeroboam, hijo de Joás, rey de Israel, y reinó cuarenta y un años.
24 Hizo lo que es malo a los ojos del Señor, y no se apartó de ninguno de los pecados con que Jeroboam, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
25 El restableció las fronteras de Israel, desde la Entrada de Jamat hasta el mar de la Arabá, conforme a la palabra que había dicho el Señor, el Dios de Israel, por medio de su servidor el profeta Jonás, hijo de Amitai, que era de Gat Jéfer.
26 Porque el Señor había visto la amarga humillación de Israel, donde no había ni esclavo, ni hombre libre, ni nadie que socorriera a Israel.
27 El Señor no había decidido borrar el nombre de Israel debajo del cielo, y lo salvó por medio de Jeroboam, hijo de Joás.
28 El resto de los hechos de Jeroboam y todo lo que él hizo, así como la valentía con que combatió y cómo recuperó para Israel a Damasco y Jamat, que habían pertenecido a Judá, ¿no está escrito todo eso en el libro de los Anales de los reyes de Israel?
29 Jeroboam se fue a descansar con sus padres, con los reyes de Israel. Su hijo Zacarías reinó en lugar de él.

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Introducción a II Reyes 


Reyes I

Los libros de Samuel presentaban la institución y el afianzamiento de la monarquía, como un proceso ascendente y lleno de promesas para Israel. Los libros de los REYES -que al principio formaban una sola obra, dividida luego en dos partes- continúan esa historia, pero trazan una parábola descendente. Aquí el relato comienza con el reinado de Salomón, que fue la etapa más brillante de todo el período monárquico, y llega hasta el momento en que el Pueblo de Dios vivió su experiencia más dramática y desconcertante: la caída de Jerusalén, el fin de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia.
Este trágico desenlace se fue gestando gradualmente. A la muerte de Salomón, el reino de Judá se mantiene fiel a los reyes del linaje davídico y al Templo de Jerusalén. Pero las tribus del Norte, profundamente desilusionadas por el trato recibido en la época salomónica, se separan de Judá y constituyen un estado independiente, designado en adelante con el nombre de "Israel". Durante un par de siglos, los dos reinos separados logran conservar su autonomía política, debido al eclipse momentáneo de los grandes imperios del Antiguo Oriente. Pero la situación cambia radicalmente cuando Asiria comienza a desarrollar sus campañas expansionistas. En el año 721 a. C., Samaría cae en poder de los asirios, y así desaparece el reino de Israel. El reino de Judá sobrevive a la catástrofe, pero sólo por un tiempo. En el 587, las tropas de Nabucodonosor, rey de Babilonia -convertido en el nuevo árbitro de la situación, después de la derrota de Asiria- invaden Jerusalén, arrasan el Templo y se llevan cautiva a una buena parte de la población de Judá.
Los libros de los Reyes recibieron su redacción definitiva cuando todavía estaba muy vivo el recuerdo de este último acontecimiento. En la composición de la obra, se emplearon diversas fuentes, entre las que se destacan los informes provenientes de los archivos reales. Pero, en el relato de los hechos, lo que más interesa no es la historia en sí misma, sino la enseñanza que se debe extraer de ella, como medio para superar la crisis. Por eso, desde las primeras páginas comienza a vislumbrarse la pregunta que está implícita a lo largo de toda la narración: ¿Por qué el Señor ha rechazado a su Pueblo, dispersándolo entre las naciones paganas? ¿Hay un remedio para la catástrofe o el veredicto de condenación es irrevocable?
Para responder a este doloroso interrogante, el autor de estos Libros sigue paso a paso la historia de Israel en tiempos de la monarquía, y confronta la conducta de los reyes con las enseñanzas del Deuteronomio. Según la doctrina deuteronómica, el Señor eligió gratuitamente a Israel y lo comprometió a vivir en conformidad con su Ley. De esta manera, dejó abierto ante él un doble camino: el de la fidelidad, que conduce a la vida, y el de la desobediencia, que acaba en la muerte. Pero todos los reyes de Israel y casi todos los de Judá, en lugar de guiar al Pueblo del Señor por el camino de la fidelidad, lo encaminaron hacia su propia ruina, tolerando y aun fomentando el culto de Baal y de las otras divinidades cananeas. El fracaso de la monarquía, después de sus promisorios comienzos en tiempos de David, muestra que la raíz de todo mal está en apartarse del verdadero Dios.
Pero esta evocación del pasado, con su balance francamente pesimista, encierra también una lección para el presente. A pesar de las infidelidades de los reyes, el Señor nunca dejó de hacerse presente en la vida de su Pueblo a través de los Profetas. Por medio de ellos, Dios hizo oír constantemente su Palabra a fin de llamar a la conversión. Y esa Palabra seguía vigente para el "Resto" de Judá que se purificaba en el exilio. Si las derrotas nacionales habían sido la consecuencia del pecado, la conversión al Señor traería de nuevo la salvación. Las promesas divinas no podían caer en el vacío y el Reino de Dios se iba a realizar más allá de todos los fracasos terrenos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

II Reyes  14,1-29

1 . Las fechas correspondientes a los reinados de Joás (835-796) y Amasías (811 -782) presuponen que hubo un gobierno simultáneo de ambos reyes entre los años 811 y 796 a. C.

6. Deu_24:16. Ver Eze_18:20.

7. El "valle de la Sal" se extiende al sur del Mar Muerto, llamado mar de la Sal en Gen_14:3; Deu_3:17; Jos_3:16. El cambio de nombre es una afirmación de dominio.

11. "Bet Semes" se encontraba a unos treinta kilómetros al oeste de Jerusalén.

19. "Laquis" distaba de Jerusalén unos cuarenta y cinco kilómetros en dirección al sudoeste.

21. "Azarías": en 2Cr_26:1, este mismo rey es llamado Ozías.

22. Sobre el puerto de "Elat", ver 1Re_9:26.

23. Durante el largo y próspero reinado de Jeroboám II ejercieron su ministerio profético Amós y Oseas, cuyos oráculos denuncian severamente la injusticia y la idolatría reinantes en Israel.

25. A este profeta, de quien no se conoce más que el nombre y el lugar de origen, se le atribuirán más tarde los hechos relatados en el libro de Jonás. "Gat Jéfer" se encontraba en territorio de Zabulón ( Jos_19:13), al oeste del lago de Genesaret.