Judith 2 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 28 versitos |
1 El año decimoctavo, el día veintidós del primer mes, se notificó en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios, que él se vengaría de toda la tierra, como lo había anunciado.
2 El rey convocó a todos sus oficiales y a todos sus funcionarios, se reunió en consejo secreto con ellos y decretó él mismo el exterminio de toda la tierra.
3 Entonces, de común acuerdo, se decidió aniquilar a todos los que no habían respondido al llamado del rey.
4 Una vez terminado el consejo, Nabucodonosor, rey de los asirios, llamó a Holofernes, general en jefe de su ejército y segundo después de él, y le dijo:
5 "Así habla el gran rey, el señor de toda la tierra: Al salir de mi presencia, tomarás contigo hombres de reconocido valor -unos ciento veinte mil soldados de infantería y un contingente de doce mil caballos con sus jinetes-
6 y atacarás a todos los pueblos de Occidente, porque se negaron a escuchar mi llamado.
7 Intímalos a que se sometan totalmente, porque en mi indignación voy a marchar contra ellos; cubriré toda la superficie de la tierra con los pies de mis soldados y se la entregaré al saqueo:
8 los heridos colmarán sus valles; los torrentes y los ríos desbordarán, llenos de cadáveres,
9 y deportaré a sus cautivos hasta los confines de la tierra.
10 Parte en seguida y ocupa para mí sus territorios. A los que se te sometan, resérvamelos para el día de su castigo;
11 pero no perdones a los rebeldes: entrégalos a la matanza y al saqueo en todas partes.
12 Porque juro por mi vida y por el poder de mi reino que ejecutaré con mi propia mano lo que acabo de decir.
13 No quebrantes ni una sola de las órdenes de tu señor, sino ejecútalas estrictamente como te lo he mandado. ¡Cúmplelas sin tardanza!".
14 Apenas se alejó de la presencia de su señor, Holofernes convocó a todos los generales, oficiales y capitanes del ejército asirio.
15 Reclutó para la campaña unos ciento veinte mil soldados escogidos y doce mil arqueros de a caballo, como se lo había ordenado su señor,
16 y los dispuso en orden de batalla.
17 Juntó, además, un gran número de camellos, asnos y mulos para el equipaje, así como también innumerables ovejas, bueyes y cabras para el abastecimiento;
18 y cada hombre recibió provisiones en abundancia y una gran cantidad de oro y plata del palacio real.
19 Holofernes avanzó con todo su ejército, para preceder al rey Nabucodonosor y cubrir toda la superficie de la tierra, hacia Occidente, con sus carros de guerra, sus jinetes y sus soldados escogidos.
20 Lo seguía una multitud numerosa como las langostas y como los granos de arena de la tierra: su número era incalculable.
21 Desde Nínive, avanzaron durante tres días en dirección a la llanura de Bectilet, y acamparon en sus inmediaciones, al pie de la montaña que está a la izquierda de la Cilicia superior.
22 Desde allí, Holofernes penetró en la región montañosa con todo su ejército de soldados, jinetes y carros de guerra.
23 Luego se abrió camino a través de Fud y de Lud, y arrasó a todos los rasitas e ismaelitas que estaban al borde del desierto, hacia el sur de Jeleón.
24 En seguida vadeó el Eufrates, atravesó la Mesopotamia y destruyó todas las plazas fuertes en las riberas del torrente Abrona, hasta las costas del mar.
25 Después ocupó los territorios de la Cilicia, destrozó a cuantos le opusieron resistencia y avanzó hasta los confines meridionales de Jafet, en las fronteras de Arabia.
26 Sitió a todos los madianitas, incendió sus campamentos y saqueó sus establos.
27 Descendió luego a la llanura de Damasco, en la época de la cosecha del trigo, e incendió todos sus sembrados; exterminó ovejas y vacas, saqueó sus ciudades, arrasó sus campos y pasó a todos sus jóvenes al filo de la espada.
28 El pánico y el terror se apoderaron de todo el litoral: de los habitantes de Sidón y de Tiro, de Sur y de Oquina, y de todos los habitantes de Iamnia. También los de Azoto y Ascalón quedaron despavoridos ante él.

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Introducción a Judith


Judit

Otra vez nos encontramos ante un relato didáctico, con un marco histórico completamente imaginario, del que sólo se conservan las versiones griega y latina. Probablemente, fue escrito en el siglo II a. C., para mantener el ánimo de la pequeña comunidad judía que luchaba tenazmente por conservar su independencia frente al avance helenista.
Este Libro refleja cierta influencia de la literatura "apocalíptica", tan en boga en esa época, según la cual las luchas del tiempo presente no son sino la manifestación del combate librado continuamente entre las fuerzas del bien y del mal. Nabucodonosor y Holofernes simbolizan a los eternos enemigos de Dios. Judit -que significa "la Judía"- personifica el alma de su nación. Fiel a Dios y a su pueblo, ella expone la vida para salvar a sus compatriotas.
A la prepotencia y la fuerza de un jefe militar, el Libro opone la debilidad de una mujer, sin más armas que su fe en Dios y en el poder de la oración. Los recursos que ella emplea no son del todo ejemplares, pero más que dar una lección moral lo que pretende el autor es poner de relieve que la aparente "debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres" ( 1Co_1:25 ). La astucia decidida de Judit triunfa sobre el opresor del Pueblo elegido, como en otra ocasión pudo más la honda de David que la insolencia y la espada de Goliat.
La liturgia cristiana ha visto en el triunfo de Judit algo así como la contrapartida de la victoria de la serpiente sobre la mujer, al comienzo del género humano ( Gen_3:15 ). Por eso aquella valiente mujer se convirtió en figura de María, la nueva Eva, por quien recibimos al vencedor del espíritu del mal. Y el Canto de la Virgen María, como el de Judit, celebra el triunfo de los débiles sobre los poderosos de este mundo ( Luk_1:46-55 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas