Nehemías 7 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 72 versitos |
1 Cuando estuvieron reconstruidas las murallas y yo coloqué las hojas de las puertas, fueron instalados porteros, como así también cantores y levitas.
2 Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Jananí, y designé a Ananías comandante de la ciudadela, porque era un hombre de confianza y temeroso de Dios, más que muchos otros.
3 Luego les dije: "Las puertas de Jerusalén no se abrirán hasta que comience a calentar el sol, y antes que se haya puesto, se las cerrará con barras. Además, los habitantes de Jerusalén montarán guardia, cada uno en su puesto, cada uno en frente de su casa. Lista de los primeros repatriados
4 La ciudad era amplia en todo sentido y espaciosa, pero la población era poco numerosa y no se reconstruían las casas.
5 Por eso mi Dios me inspiró reunir a los notables, a los magistrados y al pueblo, para hacer el registro genealógico. Busqué el registro de los que habían subido al comienzo y encontré escrito lo siguiente:
6 Estas son las personas de la provincia que volvieron de la cautividad y del exilio. Después de haber sido deportadas por Nabucodonosor, rey de Babilonia, volvieron a Jerusalén y a Judá, cada cual a su ciudad.
7 Llegaron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvai, Nejúm y Baaná. Lista de los hombres del pueblo de Israel:
8 los hijos de Parós: 2172;
9 los hijos de Sefatías: 372;
10 los hijos de Araj: 652;
11 los hijos de Pajat Moab, es decir, los hijos de Josué y de Joab: 2818
12 los hijos de Elam: 1254;
13 los hijos de Zatú: 845;
14 los hijos de Sacai: 760;
15 los hijos de Binui: 648;
16 los hijos de Bebai: 628;
17 los hijos de Azgad: 2322;
18 los hijos de Adonicam: 667;
19 los hijos de Bigvai: 2067;
20 los hijos de Adín: 655;
21 los hijos de Ater, por parte de Ezequías: 98;
22 los hijos de Jasún: 328;
23 los hijos de Besai: 324;
24 los hijos de Jarif: 112;
25 los hijos de Gabaón: 95;
26 los hombres de Belén y Netofá: 188;
27 los hombres de Anatot: 128;
28 los hombres de Bet Azmávet: 42;
29 los hombres de Quiriat Iearím, Quefirá y Beerot: 743;
30 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
31 los hombres de Micmás: 122;
32 los hombres de Betel y de Ai: 123;
33 los hombres de Nebo: 52;
34 los hijos del otro Elam: 1254;
35 los hijos de Jarím: 320 ;
36 los hijos de Jericó: 345;
37 los hijos de Lod, Jadid y Onó: 721;
38 los hijos de Senaá: 3930.
39 Sacerdotes: los hijos de Iedaías, de la casa de Josué: 973;
40 los hijos de Imer: 1052;
41 los hijos de Pasjur: 1247;
42 los hijos de Jarím: 1017.
43 Levitas: Los hijos de Josué, es decir, de Cadmiel y de los hijos de Hodvá: 74.
44 Cantores: los hijos de Hodvá: 74
45 Porteros: los hijos de Salúm, los hijos de Ater, los hijos de Talmón; los hijos de Acub, los hijos de Jatitá, los hijos de Sobai: 138.
46 Empleados del Templo: los hijos de Sigá, los hijos de Jasufá, los hijos de Tabaot,
47 los hijos de Querós, los hijos de Sía, los hijos de Padón,
48 los hijos de Lebaná, los hijos de Jagabá, los hijos de Salmai,
49 los hijos de Janán, los hijos de Guidel, los hijos de Gajar,
50 los hijos de Reaías, los hijos de Resín, los hijos de Necodá,
51 los hijos de Gazán, los hijos de Uzá, los hijos de Paséaj,
52 los hijos de Besai, los hijos de los meunitas, los hijos de los nefisitas,
53 los hijos de Bacbuc, los hijos de Jacufá, los hijos de Jarjur,
54 los hijos de Baslit, los hijos de Mejidá, los hijos de Jarsá,
55 los hijos de Barcós, los hijos de Jacufá, los hijos de Jarjur,
56 los hijos de Nesíaj, los hijos de Jatifá,
57 hijos de los esclavos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soféret, los hijos de Peridá,
58 los hijos de Iaalá, los hijos de Darcón, los hijos de Guidel,
59 los hijos de Sefatías, los hijos de Jatil, los hijos de Poquéret Ha Sebaim, los hijos de Amón.
60 Total de los empleados del Templo y de los hijos de los esclavos de Salomón: 392.
61 Provenientes de Tel Melaj, Tel Jarsá, Querub, Adón e Imer, que no pudieron probar si su familia y su raza eran de origen israelita:
62 los hijos de Delaías, los hijos de Tobías, los hijos de Necodá: 642.
63 Y entre los sacerdotes, los hijos de Jobaías, los hijos de Jacós, los hijos de Barzilai, que se había casado con una de las hijas de Barzilai, el Gaaladita, y adoptó el nombre de este.
64 Estos buscaron el registro de sus genealogías, pero no lo encontraron; por eso se los excluyó del sacerdocio como ilegítimos,
65 y el gobernador les prohibió comer de las ofrendas sagradas, hasta que un sacerdote consultara a Dios por medio del Urím y el Tumín.
66 Toda la asamblea comprendía 42360 personas,
67 sin contar sus servidores y servidoras, que eran 7337. Había también 245 cantores y cantoras.
68 Sus camellos eran 435 y sus asnos 6720.
69 Algunos jefes de familia hicieron ofrendas voluntarias para la obra. El gobernador entregó al Tesoro 1000 monedas de oro, 50 copas, 30 túnicas sacerdotales y 500 minas de plata.
70 Los jefes de familia entregaron al Tesoro de la obra 20000 monedas de oro y 2200 minas de plata.
71 Lo que entregó el resto del pueblo ascendió a 20000 monedas de oro, 2000 monedas de plata y 67 túnicas sacerdotales.
72 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, una parte del pueblo, los empleados del Templo y todo Israel se establecieron en sus ciudades. Al llegar el séptimo mes, los israelitas estaban establecidos en ellas.

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Introducción a Nehemías


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Nehemías 7,1-73

6. Con respecto a esta lista, ver nota Esd. 2.