Hechos 10 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 48 versitos |
1 Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la cohorte itálica.
2 Era un hombre piadoso y temeroso de Dios, lo mismo que toda su familia; hacía abundantes limosnas al pueblo y oraba a Dios sin cesar.
3 Este hombre tuvo una visión: un día, cerca de las tres de la tarde, vio claramente al Ángel de Dios que entraba en su casa y le decía: "Cornelio".
4 Este lo miró lleno de temor, y le preguntó: "¿Qué quieres de mí, Señor?". El Ángel le dijo: "Tus oraciones y tus limosnas han llegado hasta Dios y él se ha acordado de ti.
5 Envía ahora algunos hombres a Jope en busca de Simón, llamado Pedro,
6 que se hospeda en la casa de un tal Simón, un curtidor que vive a la orilla del mar".
7 En cuanto el Ángel se alejó, Cornelio llamó a dos de sus servidores y a un soldado piadoso de los que estaban a sus órdenes.
8 Después de haberles contado lo sucedido, los envió a Jope.
9 Al día siguiente, mientras estos se acercaban a la ciudad, Pedro, alrededor del mediodía, subió a la terraza para orar.
10 Como sintió hambre, pidió de comer. Mientras le preparaban la comida, cayó en éxtasis y tuvo una visión:
11 vio que el cielo se abría y que bajaba a la tierra algo parecido a un gran mantel, sostenido de sus cuatro puntas.
12 Dentro de él había toda clase de cuadrúpedos, reptiles y aves del cielo.
13 Y oyó una voz que le decía: "Vamos, Pedro, mata y come".
14 Pero Pedro respondió: "De ninguna manera, Señor, yo nunca he comido nada manchado ni impuro".
15 La voz le habló de nuevo, diciendo: "No consideres manchado lo que Dios purificó".
16 Esto se repitió tres veces, y luego, todo fue llevado otra vez al cielo.
17 Mientras Pedro, desconcertado, se preguntaba qué podía significar la visión que acababa de tener, llegaron los hombres enviados por Cornelio. Estos averiguaron dónde vivía Simón y se presentaron ante la puerta de la casa.
18 Golpearon y preguntaron si se hospedaba allí Simón, llamado Pedro.
19 Como Pedro seguía reflexionando sobre el significado de la visión, el Espíritu Santo le dijo: "Allí hay tres hombres que te buscan.
20 Baja y no dudes en irte con ellos, porque soy yo quien los he enviado".
21 Pedro bajó y se acercó a ellos, diciendo: "Yo soy el que ustedes buscan. ¿Para qué vinieron?".
22 Ellos respondieron: "El centurión Cornelio, hombre justo y temeroso de Dios, que goza de la estima de todos los judíos, recibió de un ángel de Dios la orden de conducirse a su casa para escuchar tus palabras".
23 Entonces Pedro los hizo pasar y les ofreció hospedaje. Al día siguiente, se puso en camino con ellos, acompañado por unos hermanos de la ciudad de Jope.
24 Al otro día, llegaron a Cesarea. Cornelio los esperaba, y había reunido a su familia y a sus amigos íntimos.
25 Cuando Pedro entró, Cornelio fue a su encuentro y se postró a sus pies.
26 Pero Pedro lo hizo levantar, diciéndole: "Levántate, porque yo no soy más que un hombre".
27 Y mientras seguía conversando con él, entró y se encontró con un grupo numeroso de personas, que estaban reunidas allí.
28 Dirigiéndose a ellas, les dijo: "Ustedes saben que está prohibido a un judío tratar con un extranjero o visitarlo. Pero Dios acaba de mostrarme que no hay que considerar manchado o impuro a ningún hombre.
29 Por eso, cuando ustedes me llamaron, vine sin dudar. Y ahora quisiera saber para qué me llamaron".
30 Cornelio le respondió: "Hace tres días me encontraba orando en mi casa, alrededor de las tres de la tarde, cuando se me apareció un hombre con vestiduras resplandecientes,
31 y me dijo: "Cornelio, tu oración ha sido escuchada y Dios se ha acordado de tus limosnas.
32 Manda a buscar a Simón, llamado Pedro, que está en Jope, a la orilla del mar, en la casa de Simón el curtidor".
33 En seguida te mandé a buscar y has hecho bien en venir. Ahora estamos reunidos delante de Dios, para escuchar lo que el Señor te ha mandado decirnos".
34 Entonces Pedro, tomando la palabra, dijo: "Verdaderamente, comprendo que Dios no hace acepción de personas,
35 y que en cualquier nación, todo el que lo teme y practica la justicia es agradable a él.
36 El envió su Palabra al pueblo de Israel, anunciándoles la Buena Noticia de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.
37 Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan:
38 cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él.
39 Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos mataron, suspendiéndolo de un patíbulo.
40 Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara,
41 no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección.
42 Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos.
43 Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre".
44 Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo descendió sobre todos los que escuchaban la Palabra.
45 Los fieles de origen judío que habían venido con Pedro quedaron maravillados al ver que el Espíritu Santo era derramado también sobre los paganos.
46 En efecto, los oían hablar diversas lenguas y proclamar la grandeza de Dios. Pedro dijo:
47 "¿Acaso se puede negar el agua del bautismo a los que recibieron el Espíritu Santo como nosotros?".
48 Y ordenó que fueran bautizados en el nombre del Señor Jesucristo. Entonces le rogaron que se quedara con ellos algunos días.

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Introducción a Hechos


HECHOS DE LOS APÓSTOLES

En el Prólogo al libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, su autor remite expresamente a un "primer Libro" escrito por él mismo, donde se narra lo que hizo y enseñó Jesús desde el comienzo hasta el momento de su Ascensión al cielo (1. 1-2). El Libro a que alude es el tercer Evangelio, y el autor es el evangelista san Lucas, que concibió y compuso estos dos Libros como partes integrantes de una única obra. Sólo hacia el año 150, cuando los cristianos reunieron los cuatro Evangelios en un mismo volumen, estas dos partes quedaron separadas.
Los "hechos" relatados en el Libro muestran cómo los Apóstoles dieron cumplimiento al programa que el Señor resucitado les fijó antes de su partida: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra" (1. 8). En el Evangelio de Lucas, el ministerio terreno de Jesús comienza en Nazaret ( Luk_4:16-21 ) y culmina en Jerusalén con la Pascua del Señor ( Luk_9:51 ). Y es precisamente de Jerusalén, de donde el mismo Lucas hace partir la acción evangelizadora de la Iglesia narrada en el libro de los Hechos.
Para escribir este Libro, Lucas empleó una abundante documentación: las tradiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía, el testimonio personal de Pablo y, en particular, un "diario de viaje" que narraba la actividad misionera del Apóstol, donde el empleo del "nosotros" indica que su autor era un testigo presencial de los acontecimientos. Esto hace que el libro de los Hechos de los Apóstoles sea una fuente de información imprescindible para conocer los primeros tiempos de la Iglesia.
Sin embargo, Lucas no es un simple cronista que pretende escribir la historia completa de los orígenes cristianos, o presentar la penetración del Cristianismo en el mundo pagano como un fenómeno puramente histórico. Su finalidad es poner de manifiesto la acción del Espíritu, que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más lejanos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Hechos 10,1-48

1. La conversión de "Cornelio" no es solamente el caso de un individuo que abraza la fe, sino que tiene un alcance universal. Gracias a una revelación divina, Pedro comprende que los paganos deben ser incorporados a la Iglesia sin necesidad de someterse a las prescripciones de la Ley judía.

36. Isa_52:7.

38. Isa_61:1.

42. "Juez de vivos y muertos": Dios, al resucitar a Jesús, lo constituyó Juez soberano de todos los hombres, tanto de los que vivan en el momento de su Venida gloriosa, como de los que ya hayan muerto. Ver Mat_24:30; Jua_5:22, Jua_5:26-27; 1Co_15:51-53; 1 Tes. 4. 13 - 5. 10.

44. Se suele llamar a esta venida del Espíritu Santo "Pentecostés de los paganos". Ver 2. 1-4.