I Crónicas 23 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 32 versitos |
1 Cuando David ya era un anciano de edad muy avanzada, proclamó a su hijo Salomón rey de Israel.
2 Reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas,
3 y se hizo el censo de los levitas mayores de treinta años: su número, contados uno por uno, sumaba 38000 hombres.
4 De estos, 24000 estaban al frente del servicio de la Casa del Señor; 6000 eran escribas y jueces,
5 4000 porteros, y los otros 4000 alababan al Señor con los instrumentos que David había fabricado con ese fin.
6 David los distribuyó por clases, según los hijos de Leví: Gersón, Quehat y Merarí.
7 Los descendientes de Gersón fueron Ladán y Simei.
8 Los hijos de Ladán fueron Iejiel, el primero, y luego, Zetam y Joel: tres en total.
9 Los hijos de Simei fueron Selomit, Jaziel y Harán: tres en total. Estos fueron los jefes de sus familias de Ladán.
10 Los hijos de Simei fueron Iájat, Zizá, Ieús y Beriá. Estos fueron los cuatro hijos de Simei.
11 Iájat era el jefe y Zizá el segundo; Ieús y Beriá no tuvieron muchos hijos, por lo cual fueron registrados en el censo como una sola familia.
12 Los descendientes de Quehat fueron Amram, Ishar, Hebrón y Uziel: cuatro en total.
13 Los hijos de Amram fueron Aarón y Moisés. Aarón fue separado, junto con sus hijos, para consagrar perpetuamente las cosas santísimas, para quemar incienso delante del Señor, y para servirlo y bendecir en su Nombre eternamente.
14 En cuanto a Moisés, hombre de Dios, sus hijos fueron contados en la tribu de Leví.
15 Los hijos de Moisés fueron Gersón y Eliezer.
16 El primer hijo de Gersón fue Sebuel,
17 y el primer hijo de Eliezer, Rejabías. Eliezer no tuvo más hijos, pero los hijos de Rejabías fueron muy numerosos.
18 El primer hijo de Ishar fue Selomit.
19 Los hijos de Hebrón fueron Ieriías, el primero, Amarías, el segundo, Iajaziel, el tercero, y Iecamam, el cuarto.
20 Los hijos de Uziel fueron Micá, el primero, e Isías, el segundo.
21 Los hijos de Merarí fueron Majlí y Musí. Los hijos de Majlí fueron Eleazar y Quis.
22 Eleazar murió sin tener hijos; sólo tuvo hijas, y los hijos de Quis, sus hermanos, las tornaron por esposas.
23 Los hijos de Musí fueron Majlí, Eder y Ieremot: tres en total.
24 Estos son los hijos de Leví, según sus familias, los jefes de ellas, registrados nominalmente en el censo, uno por uno. Ellos estaban dedicados al servicio de la Casa del Señor, a partir de los veinte años de edad.
25 Porque David había dicho: "El Señor, el Dios de Israel, ha dado paz a su pueblo y habita en Jerusalén para siempre.
26 De manera que los levitas ya no tienen que transportar la Morada ni todos los utensilios destinados a su servicio".
27 Conforme a estas últimas disposiciones de David, se hizo el cómputo de los hijos de Leví de veinte años para arriba.
28 Estaban a las órdenes de los hijos de Aarón, para el servicio de la Casa del Señor, teniendo a su cargo los atrios y las habitaciones, la purificación de todas las cosas sagradas y la obra del servicio de la Casa de Dios.
29 Asimismo, tenían a su cargo los panes de la ofrenda, la harina para la oblación, las tortas sin levadura, las ofrendas fritas a la sartén o cocidas, y todas las medidas de capacidad y longitud.
30 Tenían que presentarse cada mañana y cada tarde, para dar gracias y alabar al Señor.
31 Además, debían ofrecer los holocaustos al Señor en los sábados, novilunios y solemnidades, según el número y el rito establecido delante del Señor para siempre.
32 En resumen, ellos tenían a su cargo el cuidado de la Carpa del Encuentro y la custodia del Santuario, y debían servir a los hijos de Aarón, sus hermanos, en el culto de la Casa del Señor.

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Introducción a I Crónicas


Primer Libro de las Crónicas

Después de la caída de Jerusalén, en el 587 a. C., una buena parte de la población de Judá fue deportada a Babilonia, hasta que Ciro el Persa autorizó el regreso de los desterrados a su país de origen. Así comenzó para Israel una nueva etapa, y los repatriados tuvieron que emprender la ardua tarea de reconstruir la comunidad nacional y religiosa. Esta grave crisis constituyó un verdadero desafío para la comunidad judía. El profeta Natán había prometido a David una dinastía eterna. Pero ¿qué valor podía tener esa promesa, si ya la monarquía no era mas que un recuerdo del pasado? Otros profetas habían anunciado a Israel un futuro glorioso. ¿Cómo dar crédito a esos anuncios en las miserables condiciones presentes?
El peso de estos interrogantes exigía una reinterpretación de toda la historia de Israel. De esta necesidad surgieron los libros de las CRÓNICAS, que en realidad son una sola obra y forman una unidad con los libros de Esdras y Nehemías. Su autor fue un levita de Jerusalén, que escribió hacia el 300 a. C. Esta nueva síntesis histórica abarca desde Adán hasta el retorno a Jerusalén del "Resto" de Judá. Pero únicamente dos etapas de la historia bíblica son tratadas con cierta detención: el reinado de David y su dinastía y la restauración de la comunidad judía. Los cincuenta años del destierro son pasados por alto, y sólo unas cuantas listas genealógicas cubren los siglos que van desde los comienzos de la humanidad hasta David.
Según el Cronista, Dios confió a la dinastía davídica el trono de Jerusalén, que es "el trono de la realeza del Señor sobre Israel" ( 1Ch_28:5 ). Durante los reinados de David y Salomón, el Reino de Dios tuvo su más perfecta realización. Pero los sucesores de estos dos primeros reyes no estuvieron a la altura de la misión que el Señor les había encomendado. Sólo tres de ellos -Josafat, Ezequías y Josías- siguieron los caminos de David. Los demás, a pesar de las apremiantes advertencias de los Profetas, se apartaron de esta línea de conducta, precipitando así a Israel en la ruina. La destrucción de Jerusalén y del Templo, la desaparición de la dinastía davídica y la deportación a Babilonia fueron el justo castigo de esas infidelidades, ya que para el Cronista no hay pecado sin castigo. Pero cuando todo parecía perdido, el Señor suscitó a un rey pagano, para liberar a los deportados y asegurar la continuidad del designio divino sobre Israel.
En la composición de su obra, el autor utilizó numerosas fuentes, bíblicas y extrabíblicas. Las genealogías de 1 Crón. 1-9 se inspiran en las tradiciones del Pentateuco. A partir del cap. 10, él reproduce narraciones enteras de los libros de Samuel y de los Reyes. Pero también emplea otros documentos que no tienen paralelos en la Biblia y a los que remite explícitamente. Aunque de ordinario cita sus fuentes textualmente, muchas veces las amplía, las abrevia o modifica, hasta el punto de que algunas narraciones adquieren un nuevo sentido. Todos estos retoques redaccionales están destinados a subrayar los temas por los que siente especial predilección: el Reino davídico, la Ciudad santa de Jerusalén, y el Templo con su "clero" y su culto.
El Cronista buscó en la historia y en los escritos sagrados de su Pueblo todo lo que podía servir de enseñanza para sus contemporáneos. En él se resume el esfuerzo de una comunidad que vive replegada sobre sí misma, ansiosa por descubrir en su propio pasado las raíces de su identidad y la cohesión necesaria para afrontar las presiones de un ambiente hostil. De esta manera, los libros de las Crónicas contribuyeron a mantener viva la esperanza del Pueblo que debía preparar la venida del Mesías.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Crónicas 23,1-32

9-10. Los hijos de "Simei" son mencionados dos veces, sin que coincidan sus nombres.