Proverbios 5 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 23 versitos |
1 Hijo mío, atiende a mi sabiduría, inclina tu oído a mi inteligencia,
2 para que guardes la debida discreción y tus labios conserven la ciencia.
3 Porque los labios de la mujer ajena destilan miel y su paladar en más suave que el aceite,
4 pero al final, ella es amarga como el ajenjo, cortante como una espada de doble filo.
5 Sus pies descienden a la Muerte, sus pasos se precipitan en el Abismo;
6 ella no tiene en cuenta el sendero de la vida, va errante sin saber adonde.
7 Por eso, hijos, escúchenme y no se aparten de las palabras de mi boca.
8 Aleja de ella tu camino y no te acerques a la entrada de su casa,
9 no sea que entregues a otros tu honor y tus años, a un hombre cruel;
10 que gente extraña se sacie con tu fuerza y tus trabajos vayan a parar a casa ajena,
11 y que al fin tengas que gemir, cuando estén consumidos tu cuerpo y tu carne.
12 Entonces dirás, "¿Cómo aborrecí la instrucción y mi corazón despreció las advertencias?
13 Yo no escuché la voz de mis maestros ni atendí a los que me enseñaban.
14 Faltó poco para que estuviera en el colmo de la desgracia, en medio de la asamblea y de la comunidad".
15 Bebe el agua de tu cisterna y la que fluye de tu propio pozo.
16 Que tus fuentes no se dispersen hacia afuera ni tus corrientes de agua, por las calles.
17 Que ellas sean para ti solo y que no haya extraños junto a ti.
18 ¡Bendita sea tu fuente, y encuentra tu alegría en la mujer de tu juventud,
19 cierva amable, graciosa gacela! Que en todo tiempo te embriaguen sus amores y estés siempre prendado de su afecto.
20 Hijo mío, ¿por qué te dejarás prendar por la mujer ajena y abrazarás los pechos de una extraña?
21 Los caminos del hombre están bajo la mirada del Señor y él tiene en cuenta todos sus senderos.
22 El malvado será presa de sus propias faltas y quedará atrapado en los lazos de su pecado.
23 Morirá por falta de instrucción y se extraviará por su gran necedad.

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Introducción a Proverbios


Proverbios

El libro de los PROVERBIOS reúne varias colecciones de refranes, comparaciones, máximas, enigmas y alegorías, puestas en su mayoría bajo la autoridad de "Salomón, hijo de David, rey de Israel" (1. 1). Tal atribución se debe a que la tradición israelita consideraba a aquel célebre rey como el "sabio" por excelencia. Según el primer libro de los Reyes, él "pronunció tres mil maximas" ( 1Ki_5:12 ) y su sabiduría "superaba la de todos los Orientales y toda la sabiduría de Egipto" ( 1Ki_5:10 ).
Dentro de esta amplia gama de géneros literarios, la expresión más frecuente y característica es el aforismo o dicho breve y agudo, que encierra una verdad útil para la vida. En algunos pasajes del libro de los Proverbios -como en otros Libros sapienciales del Antiguo Testamento- se perciben notables influencias de la antigua sabiduría egipcia y oriental, e incluso se encuentran en él varias sentencias de dos sabios extranjeros ( 1Ki_30:1-14 ; 1Ki_31:1-9 ). Esto pone de manifiesto el aprecio que tenia Israel por aquella sabiduría ancestral y su capacidad para asimilarla creativamente, haciéndola compatible con las exigencias de su propia fe.
La visión teológica expresada en el Libro es relativamente sencilla. El Señor es el Creador del mundo y todo lo ha hecho con sabiduría. Las huellas de esa sabiduría divina han quedado grabadas en cada una de sus obras. Por lo tanto, aquel que ponga todo su empeño en abrir los ojos a la realidad que lo rodea, encontrará el camino que lo lleva a la vida y lo libra de la muerte. Lo importante es buscar el orden establecido por Dios en el mundo y vivir en conformidad con él. Pero la adquisición de la sabiduría presupone ciertas condiciones morales. Una actitud específicamente sapiencial es prestar atención a las advertencias y exhortaciones de los sabios, que son los portadores de una experiencia acumulada a través de los siglos.
El ideal de estos sabios es descubrir y enseñar el arte de vivir bien. Lo que más les preocupa es guiar al individuo hacia la felicidad y el éxito en esta vida. Ningún aspecto de la actividad humana es indigno de su atención. De ahí que las personas de toda condición social encuentren en los Proverbios consejos adecuados a su edad o profesión: reyes, jueces y comerciantes, hombres y mujeres, pobres y ricos, jóvenes y ancianos. Con frecuencia se alude a las relaciones entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre patrones y servidores. Su reflexión se extiende al ámbito religioso, moral, político y social, con el fin de encontrar para cada circunstancia una norma práctica fundada en la sabiduría.
El lector cristiano puede quedar sorprendido por el carácter aparentemente "profano" de la mayor parte de los consejos dados en el libro de los Proverbios, especialmente en las dos colecciones salomónicas (10. 1 - 22. 16; 25 - 29). Pero esta impresión pierde mucho de su fuerza si se tiene en cuenta la totalidad del Libro. Este se abre y se cierra con una alusión al "temor del Señor" ( I . 7; 31. 30), entendido como una actitud a la vez filial y reverencial con respecto a Dios, que no sólo es el Creador del mundo sino también el Dios de la Promesa y de la Alianza. El "temor de Dios", es el principio y la coronación de la sabiduría por la que debe regirse toda la conducta humana.
Otro aspecto desconcertante es el énfasis puesto en el propio interés y en el éxito personal como motivaciones del comportamiento moral. Estas motivaciones, lo mismo que la idea de una retribución meramente terrena de las acciones humanas, han quedado superadas por el Evangelio. Pero hay otras riquezas de los Proverbios que mantienen plena vigencia. El amor a la sabiduría, la preocupación por encontrarla y llevarla a la práctica en circunstancias concretas de la vida, la fe en la justicia de Dios y en el gobierno divino del mundo son valores permanentes, asumidos por el Cristianismo. De hecho, el Nuevo Testamento contiene numerosas citas del libro de los Proverbios: entre ellas, merece destacarse la que se refiere a la actitud paternal con que Dios corrige a sus hijos (Heb. l2. 5-6).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas