Eclesiástico 30 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 25 versitos |
1 El que ama a su hijo lo castiga asiduamente, para poder alegrarse de él en el futuro.
2 El que educa bien a su hijo encontrará satisfacción en él y se sentirá orgulloso entre sus conocidos.
3 El que instruye a su hijo dará envidia a su enemigo y se sentirá dichoso delante de sus amigos,
4 Muere el padre, y es como si no muriera, porque deja detrás de sí a uno igual a él.
5 Mientras vive, se alegra de verlo, y a su muerte, no siente ningún pesar:
6 deja a alguien que lo vengará de sus enemigos y devolverá los favores a sus amigos.
7 El que mima a su hijo vendará sus heridas y a cada grito que dé, se le conmoverán las entrañas.
8 Un caballo sin domar se vuelve reacio, y un hijo consentido se vuelve insolente.
9 Malcría a tu hijo, y te hará temblar; juega con él, y te llenará de tristeza.
10 No hagas bromas con él, para no sufrir con él ni rechinar tus dientes al final.
11 No les des rienda suelta en su juventud,
12 pégale sin temor mientras es niño, no sea que se vuelva rebelde y te desobedezca.
13 Educa a tu hijo y fórmalo bien, para que no tengas que soportar su desvergüenza.
14 Más vale pobre sano y vigoroso que rico lleno de achaques.
15 La salud y el vigor valen más que todo el oro y el cuerpo robusto, más que una inmensa fortuna.
16 No hay mejor riqueza que la salud del cuerpo ni mayor felicidad que la alegría del corazón.
17 Es preferible la muerte a una vida amarga y el descanso eterno a una enfermedad incurable.
18 Manjares derramados sobre una boca cerrada son los alimentos depositados sobre una tumba:
19 ¿de qué le sirve al ídolo la ofrenda si no puede comer ni gustar? Así pasa con el hombre perseguido por el Señor:
20 mira con sus ojos y lanza un suspiro, como un eunuco cuando abraza a una virgen.
21 No dejes que la tristeza se apodere de ti ni te atormentes con tus cavilaciones.
22 Un corazón alegre es la vida del hombre y el gozo alarga el número de sus días.
23 Vive ilusionado y consuela tu corazón, y aparta lejos de ti la tristeza, porque la tristeza fue la perdición de muchos y no se saca de ella ningún provecho.
24 La envidia y la ira acortan la vida y las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo.
25 Un hombre de corazón alegre tiene buen apetito y lo que come le hace provecho.

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas