Nehemías 5 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 19 versitos |
1 Entre la gente del pueblo y sus mujeres se levantó una gran protesta contra sus hermanos judíos.
2 Había algunos que decían: "Tenemos que entregar en prenda a nuestros hijos y nuestras hijas para conseguir trigo con qué comer y vivir".
3 Otros decían: "Tenemos que empeñar nuestros campos y nuestras viñas para obtener trigo en medio de la escasez".
4 Y había otros que decían: "Hemos tenido que hipotecar nuestros campos y nuestras viñas para pagar el tributo al rey.
5 Ahora bien, nuestra carne es como la carne de nuestros hermanos, nuestros hijos son como los de ellos. Sin embargo, nosotros tenemos que someter a esclavitud a nuestros hijos y nuestras hijas, y algunas de nuestras hijas ya han sido sometidas. Y no podemos hacer nada, porque nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros".
6 Yo sentí una gran indignación al oír su queja y esas palabras.
7 Y después de haber deliberado conmigo mismo, dirigí un reproche a los notables y a los magistrados, diciéndoles: "Ustedes imponen una carga a sus hermanos". Luego convoqué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: "Nosotros, en la medida de nuestros recursos, hemos comprado a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora son ustedes los que venden a sus hermanos, y ellos son vendidos a nosotros mismos!". Todos quedaron callados, sin encontrar qué responder.
9 Yo seguí diciendo: "Lo que ustedes hacen no está bien. ¿No deberían vivir en el temor de nuestro Dios, para evitar el desprecio de los paganos, nuestros enemigos?
10 También yo, mis hermanos y mi gente les hemos prestado dinero y trigo. Condonemos esa deuda.
11 Devuélvanles hoy mismo sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, y anulen la deuda de la plata, el trigo, el vino y el aceite que ustedes les prestaron".
12 Ellos respondieron: "Restituiremos todo, sin reclamarles nada; haremos como tú dices". Entonces llamé a los sacerdotes e hice jurar a la gente que obrarían conforme a esta palabra.
13 Luego sacudí el pliegue de mi manto y dije: "así sacuda Dios, fuera de su casa y de sus bienes, a todo aquel que no cumpla esta palabra; que así sea sacudido y dejado sin nada". Toda la asamblea respondió: "¡Amén!" y alabó al Señor. El pueblo obró conforme a esta palabra.
14 Además, desde el día en que se me designó para el cargo de gobernador en el país de Judá, desde el vigésimo hasta el trigésimo segundo año del rey Artajerjes, es decir, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos del impuesto debido al gobernador.
15 Los primeros gobernadores que me habían precedido gravaban al pueblo, exigiéndole cada día pan y vino por valor de cuarenta siclos de plata, y también sus funcionarios tiranizaban al pueblo. Yo, en cambio, no obré de esa manera por temor a Dios.
16 También trabajé personalmente en la reconstrucción de las murallas, no adquirí ningún campo, y todos mis hombres se reunieron allí para trabajar.
17 A mi mesa se sentaban los notables y los magistrados -ciento cincuenta personas- sin contar los que acudían a nosotros de las naciones vecinas.
18 Lo que se preparaba cada día -un buey, seis carneros escogidos y algunas aves- corría por mi cuenta; y cada diez días, se traían odres de vino en cantidad. Sin embargo, nunca exigí el impuesto debido al gobernador, porque el pueblo ya debía soportar un duro trabajo.
19 ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo que hice por este pueblo!

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Introducción a Nehemías


Esdras y Nehemías

En el año 539 a. C., Ciro el Grande, rey de los persas, entra triunfalmente en Babilonia. Sus victorias anteriores le habían asegurado el dominio sobre las mesetas de Irán y sobre el Asia Menor. Luego afirma su soberanía sobre el Imperio babilónico, y las fronteras de su territorio se extienden hasta Egipto. Así queda constituido el Imperio persa, el más vasto y poderoso de los conocidos hasta entonces.
Con el advenimiento de Ciro, se produce un cambio importante en las condiciones políticas del Antiguo Oriente. El nuevo monarca se distingue por su actitud más humanitaria en favor de los pueblos sometidos. No practica deportaciones masivas, respeta las leyes y costumbres locales, y propicia el retorno a sus respectivos países de las poblaciones desterradas por los reyes de Asiria y Babilonia.
Favorecidos por la política tolerante de los persas, varios grupos de judíos exiliados en Babilonia se ponen en camino para regresar a la Tierra de sus antepasados. La marcha a través del desierto es dura y peligrosa. La meta de tan larga peregrinación es un país en ruinas, que no alcanza a cubrir cuarenta kilómetros de sur a norte. A estas penurias materiales se añade la hostilidad de las poblaciones vecinas, que miran con recelo a los recién llegados y les oponen una enconada resistencia. Pero, a pesar de todos los obstáculos, la obra de la restauración nacional y religiosa se lleva adelante. En algo más de un siglo de persistentes esfuerzos, la comunidad judía de Jerusalén reconstruye su Templo, levanta los muros derruidos de la Ciudad santa y se aferra a la práctica de la Ley, como medio para no perder su identidad dentro del Imperio al que está sometida.
Los libros de ESDRAS y NEHEMÍAS son nuestra principal fuente de información acerca de este importante y difícil período de la historia bíblica. Ambos formaban originariamente una sola obra con los libros de las Crónicas y fueron compuestos en la misma época. Para elaborar esta segunda parte de su relato, el Cronista utiliza y cita textualmente diversos documentos contemporáneos de los hechos: listas de repatriados, genealogías, edictos reales, correspondencia administrativa de la corte persa y, sobre todo, "memorias" personales de Esdras y Nehemías, los dos grandes protagonistas de la restauración judía. En la disposición de materiales tan diversos, el autor no siempre se atiene a la sucesión cronológica de los hechos. Por eso estos Libros, si bien nos ofrecen una información de primera mano, presentan serias dificultades cuando se trata de reconstruir el desarrollo exacto de los acontecimientos. Así, por ejemplo, es muy verosímil que la misión de Nehemías haya precedido en varios años a la de Esdras. Sin embargo, el Cronista ha invertido el orden de los relatos, para dar prioridad a la reforma religiosa, realizada por el sacerdote Esdras, sobre la actividad del laico Nehemías, de carácter más bien político.
Pero estas dificultades no afectan al contenido religioso de los Libros. A un pueblo que ha perdido su independencia política y está propenso a caer en el desaliento, el Cronista le recuerda que el "Resto" de Judá liberado del exilio sigue siendo el depositario de la elección divina. La deportación a Babilonia mostró que las amenazas de los Profetas se habían cumplido al pie de la letra. ¿No será este el momento de escuchar la voz del Señor, de tomar en serio las exigencias morales y sociales de la Ley, que las reformas de Esdras y Nehemías han vuelto a poner en vigor? Si el pueblo se convierte al Señor y le rinde el culto debido, Dios no se dejará ganar en fidelidad y dará pleno cumplimiento a sus promesas de salvación.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Nehemías 5,1-19

14. Nehemías había renunciado a este derecho para no sobrecargar al pueblo con exesivos tributos. Ver 1Co_9:15.