Eclesiástico 42 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 25 versitos |
1 Pero no te avergüences de lo siguiente y no peques por temor a los que pensarán de ti:
2 no te avergüences de la Ley del Altísimo y de la Alianza, ni de la sentencia que hace justicia al impío;
3 de hacer las cuentas con los compañeros de vieja, ni compartir una herencia con otros;
4 de usar pesas y medidas exactas, ni de obtener ganancias grandes o pequeñas;
5 de lograr beneficios en el comercio, de corregir frecuentemente a tus hijos, ni de hacer sangrar las espaldas de un mal servidor.
6 Conviene poner bajo sello a una mujer infiel, y donde hay muchas manos tener las cosas bajo llave.
7 Cuenta y pesa bien lo que depositas, y lo que das y recibes, que esté todo por escrito.
8 No te avergüences de corregir el insensato y al necio, ni al anciano decrépito que rivaliza con los jóvenes. Así demostrarás que estás verdaderamente instruido y serás estimado por todo el mundo.
9 Una hija es para su padre causa secreta de insomnio, y la preocupación por ella le quita el sueño: cuando es joven, se le puede pasar la edad, y si está casada, puede ser aborrecida.
10 Mientras es virgen, puede ser violada y quedar embarazada en la casa paterna. Si tiene marido, puede ser infiel, si ya convive, puede ser estéril.
11 Si tu hija es atrevida, vigílala bien, no sea que te convierta en la burla de tus enemigos, en la habladuría de la ciudad y el comentario de la gente, y te cubra de vergüenza a los ojos de todos.
12 No fijes tus ojos en la belleza de nadie ni trates con familiaridad a las mujeres.
13 Porque de la ropa sale la polilla y de la mujer, una malicia de mujer.
14 Más vale malicia de hombre que bondad de mujer: una mujer avergüenza hasta la ignominia.
15 Ahora voy a recordar las obras del Señor, lo que yo he visto, lo voy a relatar: por las palabras del Señor existen sus obras.
16 El sol resplandeciente contempla todas las cosas, y la obra del Señor está llena de su gloria.
17 No ha sido posible a los santos del Señor relatar todas sus maravillas, las que el Señor todopoderoso estableció sólidamente para que el universo quedara afirmado en su gloria.
18 El sondea el abismo y el corazón, y penetra en sus secretos designios, porque el Altísimo posee todo el conocimiento y observa los signos de los tiempos.
19 El anuncia el pasado y el futuro, y revela las huellas de las cosas ocultas:
20 ningún pensamiento se le escapa, ninguna palabra se le oculta.
21 El dispuso ordenadamente las grandes obras de su sabiduría, porque existe desde siempre y siempre; nada ha sido añadido, nada ha sido quitado, y él no tuvo necesidad de ningún consejero.
22 ¡Qué deseables son todas sus obras! Y lo que vemos es apenas una chispa!
23 Todo tiene vida y permanece para siempre, y todo obedece a un fin determinado.
24 Todas las cosas van en pareja, una frente a otra, y él no ha hecho nada incompleto:
25 una cosa asegura el bien de la otra. ¿Quién se saciará de ver su gloria?

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Introducción a Eclesiástico


Segundo Libro de los Macabeos

El segundo libro de los MACABEOS no es la continuación del primero, sino en parte paralelo a él, ya que se refiere a los mismos acontecimientos del período comprendido entre el 175 y el 160 a. C., tomados de un poco más atrás y relatados en un estilo diferente. Como lo señala su autor (2. 23), él se limitó a resumir una obra mucho más extensa, redactada en cinco volúmenes por Jasón de Cirene, un ferviente judío de sólida formación helenista. Todo parece indicar que este resumen se llevó a cabo en Alejandría, poco después del 124 a. C.
Este Libro pertenece a un género literario muy difundido en aquella época, denominado "historia dramática" o "patética", en el cual la narración de los hechos históricos se convierte en un medio para conmover, entusiasmar o edificar al lector. Eso explica el empleo de ciertos recursos "efectistas", destinados a suscitar la adhesión o la repulsa, como son el lenguaje declamatorio y ampuloso, los epítetos hirientes, el tono mordaz con que se trata a los adversarios y la acentuada predilección por los elementos maravillosos.
A lo largo de toda su obra, que es una especie de "panegírico religioso", el autor trata de inculcar el amor y la devoción hacia el Templo de Jerusalén, centro de la vida del Pueblo judío. Esta idea ya está presente en las "Cartas" que figuran al comienzo del Libro e imprime su sello al plan que ha guiado la composición del mismo. De hecho, la historia relatada en él se desarrolla en cinco actos centrados alrededor del Templo, y al final del Libro se deja clara constancia de que para Judas y sus hombres "lo primero y principal era el Templo consagrado" (15. 18).
La forma explícita con que este Libro afirma la resurrección de los muertos y la claridad con que destaca el valor de la oración por los difuntos y de la intercesión de los mártires, le han merecido una especial acogida por parte de la Iglesia.



CARTAS A LOS JUDÍOS DE EGIPTOY PRÓLOGO DEL AUTOR

Al comienzo del Libro, el autor transcribe dos cartas escritas por los judíos de Jerusalén. En la primera, estos exhortan a sus hermanos de Egipto a celebrar en unión con ellos la fiesta de la Dedicación del Templo. Dicha carta está fechada en el 124 a. C., es decir, en el cuadragésimo aniversario de la Purificación del Santuario realizada por Judas Macabeo (164 a. C.).
La segunda es anterior y bastante más extensa. Aunque no lleva fecha, parece que fue escrita pocos días antes de la Dedicación del Templo en el 164 a. C., con el fin de poner de relieve la importancia de la Fiesta que se iba a celebrar dentro de poco (1. 18). Después de un breve relato sobre la muerte de Antíoco IV Epífanes, en esta carta se evocan los hechos portentosos que acompañaron a la restauración del Templo en la época de Nehemías. La mayor parte de los datos están tomados de escritos apócrifos o de tradiciones populares, que no pueden ser considerados como documentos históricos. Las dos cartas van seguidas de un Prólogo, donde el autor explica sus intenciones y su método de trabajo.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Eclesiástico 42,1-26

16. Ver Isa_6:3.

17. "Los santos del Señor": ver nota Sal_89:7-8.