I Samuel 13 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 23 versitos |
1 Saúl tenía... años cuando comenzó a reinar, y reinó... años sobre Israel.
2 Saúl seleccionó a tres mil hombres de Israel: dos mil estaban con él en Micmás y en la montaña de Betel, y mil con Jonatán en Guibeá de Benjamín. Al resto del pueblo lo envió a sus campamentos.
3 Jonatán derrotó al destacamento filisteo apostado en Gueba, y los filisteos se enteraron. Entonces Saúl hizo tocar la trompeta por todo el país, diciendo: "¡Que oigan los hebreos!".
4 Cuando todo Israel oyó que Saúl había derrotado al destacamento filisteo y que hasta el nombre de Israel causaba repulsión entre los filisteos, el pueblo acudió a la convocatoria de Saúl en Guilgal.
5 Los filisteos se reunieron para combatir contra Israel: tenían tres mil carros, seis mil guerreros y una tropa numerosa como la arena que está a la orilla del mar. Luego subieron y acamparon en Micmás, al este de Bet Aven.
6 Al verse en un grave aprieto, porque estaban cercados, los hombres de Israel fueron a esconderse en las cuevas, entre los matorrales, en las peñas, en los huecos y en las cisternas.
7 Y algunos hebreos cruzaron el Jordán, hacia el país de Gad y de Galaad. Saúl estaba todavía en Guilgal, y todo el pueblo temblaba de miedo detrás de él.
8 Así esperó siete días, según el plazo fijado por Samuel. Pero Samuel no llegaba a Guilgal y el pueblo se le comenzó a desbandar.
9 Entonces Saúl dijo: "Tráiganme el holocausto y los sacrificios de comunión", y él mismo ofreció el holocausto.
10 Apenas terminó de ofrecer el holocausto, llegó Samuel, y Saúl salió a su encuentro para saludarlo.
11 Pero Samuel le dijo: "¿Qué has hecho?" Saúl respondió: "Como vi que el pueblo se me desbandaba, que tú no llegabas en el plazo fijado y que los filisteos estaban reunidos en Micmás,
12 pensé: "Ahora los filisteos bajarán a atacarme en Guilgal, y yo no he aplacado el rostro del Señor". Así que me vi obligado a ofrecer el holocausto".
13 Entonces Samuel replicó a Saúl: "¡Has obrado neciamente! Si hubieras observado el mandamiento que te dio el Señor, tu Dios, él había afianzado para siempre tu reinado sobre Israel.
14 Pero ahora tu reino no subsistirá. El Señor se ha buscado un hombre según su corazón y lo ha constituido jefe de su pueblo, porque tú no has observado lo que el Señor te mandó".
15 En seguida, Samuel partió de Guilgal. En Guibeá de Benjamín, Saúl pasó revista a la tropa que estaba con él: eran unos seiscientos hombres.
16 Saúl, su hijo Jonatán y la tropa que estaba con él se apostaron en Gueba de Benjamín, y los filisteos acamparon en Micmás.
17 Del campamento filisteo salió un cuerpo de asalto dividido en tres grupos: uno tomó la dirección de Ofrá, hacia el país de Sual;
18 otro se dirigió a Bet Jorón, y otro a la altura que domina el valle de las Hienas, hacia el desierto.
19 No había entonces ningún herrero en Israel, porque los filisteos decían: "Hay que evitar que los hebreos se forjen espadas y lanzas".
20 Por eso, todos los israelitas tenían que acudir a los filisteos para reparar sus azadas, sus rejas de arado, sus hachas y sus hoces.
21 Había que pagar dos tercios de siclo por las azadas y las rejas de arado, y un tercio de siclo por afilar las hachas y reparar las picanas.
22 Así, el día de la batalla de Micmás, nadie del ejército que estaba con Saúl y Jonatán tenía en la mano una espada o una lanza. Sólo la tenían Saúl y su hijo Jonatán.
23 Un destacamento de los filisteos partió para el paso de Micmás.

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Introducción a I Samuel


Samuel I

Los libros de SAMUEL formaban originariamente una sola obra, que luego fue dividida en dos partes, debido a la considerable extensión de la misma. Esta obra abarca un amplio e importante período de la historia de Israel. Es el que transcurre entre el fin de la época de los Jueces y los últimos años del reinado de David, o sea, entre el 1050 y el 970 a. C. Israel vive en este tiempo una difícil etapa de transición, que determina el paso del régimen tribal a la instauración de un estado monárquico.
Los hechos que aquí se relatan están centrados en torno a tres figuras protagónicas: Samuel, el profeta austero; Saúl, el primer rey de Israel, y David, el elegido del Señor. Aunque de muy diversa manera, los tres tuvieron una parte muy activa en la agitada vida de su Pueblo y ejercieron sobre ella una influencia decisiva.
Samuel fue el guía espiritual de la nación en los días oscuros de la opresión filistea. Firmemente arraigado en las tradiciones religiosas de Israel, luchó más que ningún otro por mantener viva la fe en el Señor, estimulando al mismo tiempo el fervor patriótico de los israelitas y la voluntad de resistir a la dominación extranjera. Una vez instaurada la realeza, le prestó su apoyo, pero nunca dejó de afirmar que por encima de la autoridad del rey está la Palabra del Señor, manifestada por medio de sus Profetas.
Saúl fue, ante todo, un rey guerrero. El relato bíblico ha conservado ciertos episodios que nos hacen entrever, al mismo tiempo, la importancia histórica de Saúl y la tragedia de su reinado. Hacia el año 1030 a. C., él comienza la guerra de liberación y los filisteos tienen que replegarse a sus fronteras. Pero la violación de las leyes de la guerra santa ( 1Sa_13:8-14 ; 1Sa_13:15 ) le atrae la reprobación de Samuel. Con inflexible severidad, el profeta proclama la caída del rey, y este comienza a perder prestigio. Saúl se vuelve receloso y colérico. La primera víctima de sus celos es David, contra quien desata una encarnizada persecución. Así se desgastan las fuerzas de la monarquía naciente, precisamente cuando el peligro filisteo se hacía cada vez más amenazador. Por último, hacia el 1010 a. C., el desastre de Gelboé marca el trágico fin de este héroe contradictorio y desdichado.
David restauró las ruinas del reino en franco proceso de desintegración. La más significativa de sus hazañas fue ganarse la adhesión de todas las tribus de Israel. Los filisteos fueron rechazados definitivamente y las plazas fuertes cananeas quedaron sometidas al dominio israelita, lográndose así la unidad territorial. Después de la conquista de Jerusalén, el reino davídico tuvo su capital política y religiosa, y las victorias de David sobre los pueblos vecinos aseguraron su hegemonía sobre la Transjordania y sobre los arameos de Siria meridional. Sin embargo, la unidad interna de Israel no llegó a consolidarse realmente. La revuelta de Absalón -apoyada por las tribus del Norte- puso en peligro la estabilidad del reino apenas constituido. A pesar de todo, al término de su larga y azarosa vida, David dejó a su hijo Salomón un reino lleno de gloria y de grandeza.
Basta una somera lectura de los libros de Samuel para descubrir en ellos la presencia de elementos heterogéneos. Fuera de la "Crónica de la sucesión al trono de David" (2 Sam. 9-20), que se caracteriza por su notable unidad, el resto de la obra fue compuesto a partir de tradiciones y documentos de índole bastante diversa. De allí las frecuentes repeticiones y las divergencias en la presentación de los mismos hechos, particularmente en los relatos sobre los orígenes de la monarquía. En la redacción final de la obra se percibe la influencia del Deuteronomio, aunque en menor medida que en los libros de Josué, de los Jueces y de los Reyes.
Los libros de Samuel relatan una historia que llega a su etapa de madurez con la formación del reino de David. En el centro de la narración, el oráculo de Natán ( 2Sa_7:1-17 ) asegura la continuidad de la dinastía davídica en el trono de Israel. Así la historia de David adquiere un significado profético y mesiánico. El recuerdo de esta historia fue perfilando en Israel la figura ideal de un descendiente de David, de un "nuevo" David, el Ungido del Señor, el Mesías. Y "cuando se cumplió el tiempo establecido" ( Gal_4:4 ), "de la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús" ( Act_13:23 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

I Samuel 13,1-23

1. Por razones que nos son desconocidas, faltan en el texto hebreo las cifras exactas de la edad de Saúl y de la duración de su reinado. Según una tradición recogida en Hec_13:21, Saúl reinó cuarenta años, pero es históricamente improbable que su reinado haya durado tanto tiempo.

2. "Micmás" se encontraba a unos doce kilómetros al noreste de Jerusalén. Según los vs. 5 y 16 eran los filisteos los que estaban acampados en Micmás.

3. "Gueba", población situada a unos tres kilómetros al sudoeste de Micmás, es distinta de Guibeá, que se encontraba cerca de seis kilómetros al norte de Jerusalén. Pero los dos nombres a veces se confunden.

13-14. Ver 15. 26-28.