Exodo  21 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 37 versitos |
1 Estas son las normas que darás a los israelitas:
2 Si compras un esclavo hebreo, él prestará servicios durante seis años, y al séptimo año, quedará en libertad sin pagar nada.
3 Si entró solo, saldrá solo; si tenía mujer, su mujer saldrá con él.
4 Si su dueño le dio una mujer y ella le dio hijos o hijas, la mujer y los hijos serán para su dueño, y él se irá solo.
5 Pero si el esclavo declara expresamente: "Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, y por eso no quiero quedar en libertad",
6 su dueño lo presentará delante de Dios, lo acercará a la puerta de su casa o al poste de la puerta, y le perforará la oreja con una lezna. Así el esclavo quedará a su servicio para siempre.
7 Si un hombre vende a su hija como esclava, ella no saldrá en libertad como salen los esclavos.
8 Si después desagrada a su dueño, y él ya no la quiere para sí, permitirá que la rescaten, pero no podrá venderla a extranjeros por haberla defraudado.
9 Si el dueño la destina a su hijo, la tratará según el derecho de las hijas.
10 Si toma para sí otra mujer, no deberá reducir la comida, la ropa y los derechos conyugales de la primera.
11 Y si la priva de estas tres cosas, ella podrá irse gratuitamente, sin pagar nada.
12 El que hiera mortalmente a un hombre será castigado con la muerte.
13 Si no lo hizo con premeditación, sino que Dios dispuso que cayera bajo su mano, yo te señalaré un lugar donde podrá refugiarse el homicida.
14 Pero si alguien tiene la osadía de matar alevosamente a su prójimo, hasta de mi altar deberás sacarlo para que muera.
15 El que golpee a su padre o a su madre será castigado con la muerte.
16 El que rapte a un hombre, sea que lo haya vendido o que se lo encuentre en su poder, será castigado con la muerte.
17 El que maldiga a su padre o a su madre será castigado con la muerte.
18 Si dos hombres pelean y uno hiere al otro con una piedra o con una azada, pero este último no muere sino que debe guardar cama,
19 el que lo hirió quedará absuelto si el herido se puede levantar y puede andar por fuera, aunque sea apoyándose en un bastón; pero deberá resarcirlo por el tiempo en que permaneció inactivo y hacerlo atender hasta que esté curado.
20 Si un hombre golpea con un bastón a su esclavo o a su esclava, de tal manera que estos mueren en sus mismas manos, deberán ser vengados.
21 Pero si sobreviven un día o dos, no serán vengados, porque son propiedad suya.
22 Si unos hombres se pelean, y uno de ellos atropella a una mujer embarazada y le provoca un aborto, sin que sobrevenga ninguna otra desgracia, el culpable deberá pagar la indemnización que le imponga el marido de la mujer, y el pago se hará por arbitraje.
23 Pero si sucede una desgracia, tendrás que dar vida por vida,
24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,
25 quemadura por quemadura, herida por herida, contusión por contusión.
26 Si un hombre golpea en un ojo a su esclavo o a su esclava, y lo deja tuerto, lo pondrá en libertad como compensación por el ojo.
27 Y si le hace caer un diente, lo pondrá en libertad como compensación por el diente.
28 Si un buey embiste a un hombre o a una mujer, y estos mueren, el buey será matado a pedradas y no se comerá su carne; el dueño del buey, en cambio, estará libre de culpa.
29 Pero si el buey solía embestir, y su dueño, aunque advertido oportunamente, no lo vigiló, en el caso de que ese buey mate a un hombre o a una mujer, será muerto a pedradas, y su dueño también será castigado con la muerte.
30 Si se le impone un precio de rescate, deberá pagar en rescate de su vida todo lo que se le imponga.
31 Si el buey embiste a un muchacho o a una muchacha, se procederá con él conforme a esta misma regla.
32 Y si el buey embiste a un esclavo o a una esclava, el dueño del animal pagará treinta siclos de plata al dueño del esclavo, y el buey será muerto a pedradas.
33 Si alguien abre un pozo, o cava una fosa y no la tapa, y un buey o un asno caen dentro,
34 el propietario del pozo deberá indemnizar: pagará en efectivo al dueño del buey o del asno el precio debido, y el animal muerto quedará para él.
35 Si el buey de un hombre embiste al buey de otro hombre, ocasionándole la muerte, venderán el buey vivo y se repartirán el importe; e igualmente se repartirán el animal muerto.
36 Pero si ya era notorio que el buey embestía habitualmente, y su dueño no lo vigiló, este pagará buey por buey y el animal muerto será para él.
37 Si alguien roba un buey o una oveja y lo sacrifica o lo vende, deberá restituir cinco animales del ganado mayor por un buey y cuatro animales del ganado menor por una oveja.

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Introducción a Exodo 


Éxodo

Los relatos del ÉXODO se mueven entre dos puntos geográficos precisos: Egipto y el Sinaí. Allí se desarrollaron los acontecimientos que hicieron de Israel el Pueblo de Dios: la salida de Egipto, el paso del Mar Rojo y la Alianza del Sinaí. El recuerdo de estos acontecimientos se grabó para siempre en la memoria de Israel, y se convirtió en el fundamento mismo de su fe. Por eso, el libro del Éxodo ocupa un lugar prominente entre todos los libros de la Biblia, y ha sido llamado con razón el "Evangelio" del Antiguo Testamento.
El Éxodo puede dividirse en dos partes principales. La primera relata la gesta del Señor, que oyó el clamor de los israelitas esclavizados en Egipto y los hizo pasar de la esclavitud a la libertad en medio de grandes portentos. El punto culminante de esta primera parte es el canto triunfal de Moisés que celebra la liberación de Israel y la victoria del Señor sobre los enemigos de su Pueblo (15. 1-21). El relato de esta acción divina es la que da su nombre a todo el libro, ya que "éxodo" significa "salida".
La segunda parte describe el encuentro del Señor con Israel en el monte Sinaí. Después de haber manifestado su amor y su poder, Dios establece su Alianza con los israelitas y promulga su Ley por medio de Moisés. En virtud de esta Alianza, Israel pasa a ser la "propiedad exclusiva" del Señor y a constituir una nación santa, es decir, totalmente consagrada a él (19. 6).
Las narraciones del Éxodo son la epopeya nacional de Israel. En la formación de la misma, desempeñaron un papel decisivo las fiestas y celebraciones culturales. La liturgia pascual, sobre todo, rememoraba y actualizaba aquellos grandes acontecimientos del pasado, para que todas las generaciones de israelitas pudieran revivir la salida de Egipto y renovar el compromiso asumido por el Pueblo de Dios en el SINAB.
Por eso, el libro del Éxodo no es una "historia" en el sentido moderno de la palabra: es un testimonio nacido de la fe, el reconocimiento de que la existencia de Israel como nación no es obra de los hombres, sino una creación de Dios. En la redacción definitiva del Libro se emplearon elementos provenientes de la tradición "yahvista", "elohísta" y "sacerdotal", además de otros textos de origen diverso.
Los grandes temas del Éxodo están presentes en toda la Biblia. A ellos se refieren los Profetas para anunciar un nuevo Éxodo ( Isa_43:18-21 ) y una nueva Alianza ( Jer_31:31-34 ) más admirables que los primeros. Y el Nuevo Testamento presenta al antiguo Éxodo como una prefiguración de la obra redentora de Cristo, la verdadera "Pascua" ( 1Co_5:7 ), que selló con su sangre "una Alianza más excelente" ( Heb_8:6 ). El Éxodo es el prototipo de todos los actos salvíficos de Dios, en especial, del Bautismo ( 1Co_10:1-4 ).

LA MISIÓN DE MOISÉS


Se calcula que después de la muerte de José, los hebreos permanecieron en Egipto unos trescientos años. Su rápido crecimiento provocó la reacción del Faraón y su propósito de exterminarlos. Por eso los persiguió y los maltrató. En medio de la opresión, los descendientes de Abraham clamaron al Señor, y el Señor se acordó de su Promesa y suscitó un Libertador. Es Moisés, que va a ocupar un lugar preponderante en el resto del Pentateuco.
Moisés asume y cumple su misión, no sin grandes dificultades. "
Él prefirió compartir los sufrimientos del Pueblo de Dios, antes que gozar los placeres efímeros del pecado, y se mantuvo firme como si estuviera viendo al Invisible" ( Heb_11:25 , Heb_11:27 ). De ahí que se enfrentó con el Faraón para exigirle la liberación de su Pueblo. En esa lucha, el Faraón personifica los intereses mezquinos que se oponen a la libertad de los hijos de Dios. Moisés, por su parte, es el arquetipo de los que luchan por conseguir esa libertad. El dramatismo con que está presentada semejante lucha, sobre todo en el relato de las plagas, pone bien en evidencia el triunfo final de Dios..

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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