Hechos 20 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 38 versitos |
1 Cuando cesó el tumulto, Pablo llamó a los discípulos y después de haberlos exhortado, se despidió de ellos y partió hacia Macedonia.
2 Atravesó toda esa región, exhortando vivamente a sus hermanos, y llegó a Grecia,
3 donde permaneció tres meses. Cuando iba a embarcarse para Siria, los judíos tramaron una conspiración contra él, y por eso, decidió volver por Macedonia.
4 Lo acompañaban Sópatro de Berea, hijo de Pirro; Aristarco y Segundo de Tesalónica; Gayo de Derbe, Timoteo, y también Tíquico y Trófimo de la provincia de Asia.
5 Estos se adelantaron y nos esperaron en Tróade.
6 Nosotros, partimos de Filipos por mar después de la fiesta de los panes Ácimos, y cinco días más tarde, nos reunimos con ellos en Tróade donde pasamos una semana.
7 El primer día de la semana, cuando nos reunimos para partir el pan, Pablo, que debía salir al día siguiente, dirigió la palabra a la asamblea y su discurso se prolongó hasta la medianoche.
8 La habitación donde nos habíamos reunido estaba muy iluminada.
9 Un muchacho llamado Eutico, que se había sentado en el borde la ventana, tenía mucho sueño y se dormía mientras Pablo hablaba, hasta que, vencido por el sueño, se cayó desde un tercer piso. Cuando lo levantaron, estaba muerto.
10 Pablo bajo, se echó sobre él y, abrazándolo, dijo: "No se alarmen, porque está vivo".
11 Volvió a subir, partió el pan y comió. Luego siguió hablando mucho tiempo hasta el amanecer; y después salió.
12 En cuanto al muchacho, lo llevaron a su casa con vida, y todos se sintieron muy reconfortados.
13 Nosotros nos adelantamos en barco, navegando en dirección a Asos, donde debíamos recoger a Pablo. El lo había dispuesto así, porque iba a hacer el viaje por tierra.
14 Cuando nos juntamos en Asos, Pablo se embarcó con nosotros y nos dirigimos a Mitilene.
15 Partimos de allí al día siguiente y llegamos frente a Quío. Al otro día, fuimos a Samos y, después de hacer escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto.
16 Pablo había decidido pasar de largo por Éfeso, para no retrasarse demasiado en Asia. Estaba apurado porque, de ser posible, quería estar en Jerusalén el día de Pentecostés.
17 Desde Mileto, mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.
18 Cuando estos llegaron, Pablo les dijo: "Ya saben cómo me he comportado siempre con ustedes desde el primer día que puse el pie en la provincia de Asia.
19 He servido al Señor con toda humildad y con muchas lágrimas, en medio de las pruebas a que fui sometido por las insidias de los judíos.
20 Ustedes saben que no he omitido nada que pudiera serles útil; les prediqué y les enseñé tanto en público como en privado,
21 instando a judíos y a paganos a convertirse a Dios y a creer en nuestro Señor Jesús.
22 Y ahora, como encadenado por el Espíritu, voy a Jerusalén sin saber lo que me sucederá allí.
23 Sólo sé que, de ciudad en ciudad, el Espíritu Santo me va advirtiendo cuántas cadenas y tribulaciones me esperan.
24 Pero poco me importa la vida, mientras pueda cumplir mi carrera y la misión que recibí del Señor Jesús: la de dar testimonio de la Buena Noticia de la gracia de Dios.
25 Y ahora sé que ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino, no volverán a verme.
26 Por eso hoy declaro delante de todos que no tengo nada que reprocharme respecto de ustedes.
27 Porque no hemos omitido nada para anunciarles plenamente los designios de Dios.
28 Velen por ustedes, y por todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo los ha constituido guardianes para apacentar a la Iglesia de Dios, que él adquirió al precio de su propia sangre.
29 Yo sé que después de mi partida se introducirán entre ustedes lobos rapaces que no perdonarán al rebaño.
30 Y aun de entre ustedes mismos, surgirán hombres que tratarán de arrastrar a los discípulos con doctrinas perniciosas.
31 Velen, entonces, y recuerden que durante tres años, de noche y de día, no he cesado de aconsejar con lágrimas a cada uno de ustedes.
32 Ahora los encomiendo al Señor y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y darles la parte de la herencia que les corresponde, con todos los que han sido santificados.
33 En cuanto a mí, no he deseado ni plata ni oro ni los bienes de nadie.
34 Ustedes saben que con mis propias manos he atendido a mis necesidades y a las de mis compañeros.
35 De todas las maneras posibles, les he mostrado que así, trabajando duramente, se debe ayudar a los débiles, y que es preciso recordar las palabras del Señor Jesús: "La felicidad está más en dar que en recibir".
36 Después de decirles esto, se arrodilló y oró junto a ellos.
37 Todos se pusieron a llorar, abrazaron a Pablo y lo besaron afectuosamente,
38 apenados sobre todo porque les había dicho que ya no volverían a verlo. Después lo acompañaron hasta el barco.

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Introducción a Hechos


HECHOS DE LOS APÓSTOLES

En el Prólogo al libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES, su autor remite expresamente a un "primer Libro" escrito por él mismo, donde se narra lo que hizo y enseñó Jesús desde el comienzo hasta el momento de su Ascensión al cielo (1. 1-2). El Libro a que alude es el tercer Evangelio, y el autor es el evangelista san Lucas, que concibió y compuso estos dos Libros como partes integrantes de una única obra. Sólo hacia el año 150, cuando los cristianos reunieron los cuatro Evangelios en un mismo volumen, estas dos partes quedaron separadas.
Los "hechos" relatados en el Libro muestran cómo los Apóstoles dieron cumplimiento al programa que el Señor resucitado les fijó antes de su partida: "Recibirán la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra" (1. 8). En el Evangelio de Lucas, el ministerio terreno de Jesús comienza en Nazaret ( Luk_4:16-21 ) y culmina en Jerusalén con la Pascua del Señor ( Luk_9:51 ). Y es precisamente de Jerusalén, de donde el mismo Lucas hace partir la acción evangelizadora de la Iglesia narrada en el libro de los Hechos.
Para escribir este Libro, Lucas empleó una abundante documentación: las tradiciones de la Iglesia de Jerusalén y de la comunidad de Antioquía, el testimonio personal de Pablo y, en particular, un "diario de viaje" que narraba la actividad misionera del Apóstol, donde el empleo del "nosotros" indica que su autor era un testigo presencial de los acontecimientos. Esto hace que el libro de los Hechos de los Apóstoles sea una fuente de información imprescindible para conocer los primeros tiempos de la Iglesia.
Sin embargo, Lucas no es un simple cronista que pretende escribir la historia completa de los orígenes cristianos, o presentar la penetración del Cristianismo en el mundo pagano como un fenómeno puramente histórico. Su finalidad es poner de manifiesto la acción del Espíritu, que va edificando la Iglesia por medio de la predicación de los Apóstoles y hace fructificar la Palabra de Dios en lugares cada vez más lejanos.

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas

Hechos 20,1-38

5. El relato prosigue (vs. 5-15) en primera persona del plural. Ver notas 16. 10; 21. 1.

6. Ver 2Co_2:12.

7. "El primer día de la semana": ver nota Mat_28:1. La asamblea dominical comenzaba al atardecer del día anterior, según la costumbre judía. "Partir el pan": ver nota 2. 42.

17. En el v. 28, estos mismos "presbíteros" son llamados "guardianes" o "inspectores", en griego "epíscopos", de donde deriva la palabra "obispo". De hecho, en el Nuevo Testamento los términos "presbítero" y "obispo" son intercambiables, y no hay que ver en ellos la diferencia que llegaron a tener más tarde, cuando la palabra "obispo" se empleó para designar al responsable de una iglesia local. Ver notas 11. 30; 14. 23.

35. Esta expresión de Jesús, aunque no está registrada en ningún Evangelio, había sido transmitida oralmente.