Deuteronomio  18 Libro del Pueblo de Dios (Levoratti y Trusso, 1990) | 22 versitos |
1 Los sacerdotes levitas -o sea, toda la tribu de Leví- no tendrán parte ni herencia con los israelitas: ellos se alimentarán de las ofrendas destinadas a los sacrificios y de la herencia del Señor.
2 Por lo tanto, esta tribu no poseerá una herencia en medio de sus hermanos: su herencia es el Señor, como él mismo se lo ha declarado.
3 Los derechos de los sacerdotes sobre las personas que ofrecen en sacrificio un animal del ganado mayor o menor son los siguientes: se dará al sacerdote la espalda, las quijadas y el estómago.
4 También le darás las primicias de tu trigo, de tu vino y de tu aceite, y las primicias de la esquila de tu ganado menor.
5 Porque el Señor, tu Dios, eligió al sacerdote y a sus hijos, entre todas tus tribus, para que siempre estuviera en su presencia y oficiara en nombre del Señor.
6 Si un levita que reside en cualquier parte del Israel, se traslada por voluntad propia de una de tus ciudades al lugar que elija el Señor, su Dios,
7 podrá oficiar allí en nombre del Señor como todos sus hermanos levitas que están en la presencia del Señor.
8 Y comerá una porción igual a la de ellos además de lo que obtenga por la venta de sus bienes patrimoniales.
9 Cuando entre en la tierra que el Señor, tu Dios, te dará, no aprendas a practicar las abominaciones que cometen esas naciones.
10 Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería.
11 Tampoco hará ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos.
12 Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones. él desposeerá a esos pueblos delante de ti.
13 Tú serás irreprochable en tu trato con el Señor, tu Dios.
14 Porque las naciones que vas a desposeer escuchan a los astrólogos y adivinos, pero a ti el Señor no te permite semejante cosa.
15 El Señor, tu Dios, te suscitará un profeta como yo; lo harás surgir de entre ustedes, de entre tus hermanos, y es a él a quien escucharán.
16 Esto es precisamente lo que pediste al Señor. Tu Dios, en el Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: "No quiero seguir escuchando la voz del Señor, mi Dios, ni miraré más este gran fuego, porque de lo contrario moriré".
17 Entonces el Señor me dijo: "Lo que acaban de decir está muy bien.
18 Por eso, suscitaré entre sus hermanos un profeta semejante a ti, pondré mis palabras en su boca, y él dirá todo lo que yo le ordene.
19 Al que no escuche mis palabras, las que este profeta pronuncie en mi Nombre, yo mismo le pediré cuenta.
20 Y si un profeta se atreve a pronunciar en mi Nombre una palabra que yo no le he ordenado decir, o si habla en nombre de otros dioses, ese profeta morirá".
21 Tal vez te preguntes: "¿Cómo sabremos que tal palabra no la ha pronunciado el Señor?".
22 Si lo que el profeta decide en nombre del Señor no se cumple y queda sin efecto, quiere decir que el Señor no ha dicho esa palabra. El profeta ha hablado temerariamente: no le temas.

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Introducción a Deuteronomio 


Deuteronomio


DEUTERONOMIO es una palabra de origen griego, que significa "segunda ley". Tal designación expresa sólo en parte el contenido del quinto libro del Pentateuco, ya que este, más que un código de leyes en sentido estricto, es una larga y vibrante exhortación destinada a "recordar" a Israel el sentido y las exigencias de la Alianza. De allí que las prescripciones concretas estén siempre acompañadas de advertencias y reproches, de promesas y amenazas.
El Deuteronomio está estructurado como una serie de discursos dirigidos por Moisés a los israelitas antes de su entrada en Canaán. Esta forma literaria se explica por las circunstancias que dieron origen a la composición del Libro. Desde tiempos muy antiguos, los sacerdotes levíticos prolongaron la actividad de Moisés, proclamando solemnemente en las celebraciones litúrgicas la Alianza del Señor con su Pueblo elegido. En estas celebraciones, ellos no se limitaban a repetir una Ley fijada para siempre, sino que la completaban y actualizaban, a fin de responder a nuevas situaciones y necesidades. Así las leyes contenidas en los códigos tradicionales de Israel se vieron enriquecidas con elementos originales de importancia, que luego quedaron consignados en la legislación deuteronómica. Entre estos aportes merecen especial atención la ley sobre la unidad del Santuario, los criterios para discernir a los auténticos profetas y las severas prescripciones contra la idolatría. Todo esto estaba destinado a contrarrestar el pernicioso influjo que la religión de Baal y los cultos cananeos ejercían sobre la fe de Israel.
La composición del Deuteronomio atravesó por diversas etapas. Su redacción primitiva puede situarse en el siglo VIII a.C., en los ambientes levíticos del reino del Norte. Después de la destrucción de Samaría, estos grupos se refugiaron en Judá y el Libro quedó depositado en los archivos del Templo de Jerusalén. En el año 622 a.C., el rey Josías mandó reparar el Templo, y allí se encontró un "libro de la Alianza" ( 2Ki_23:2 ), que fue leído en presencia del rey y dio un nuevo impulso a la reforma religiosa iniciada por él. Este "libro de la Alianza" era sin duda el Deuteronomio, aunque en una forma más breve que la actual. A partir de ese momento, la legislación deuteronómica se convirtió en objeto de asidua meditación y proporcionó un criterio de primer orden para interpretar toda la historia de Israel. Posteriormente, la obra original fue completada y enriquecida con nuevos aportes, hasta que pasó a formar parte del Pentateuco.
Entre todos los escritos del Antiguo Testamento, el Deuteronomio se destaca por su estilo peculiar. Su lenguaje es solemne, pero al mismo tiempo directo, cálido y preocupado por suscitar una incondicional fidelidad al Señor. Es un estilo que quiere hablar sobre todo al corazón. La repetición incansable de ciertas palabras y giros confiere a toda la obra una notable fuerza persuasiva.
El paso frecuente del "tú" al "ustedes" es otra característica del estilo deuteronómico. Esta alternancia es un procedimiento oratorio para interpelar a los oyentes: el "tú" apunta menos a los individuos en particular que a la conciencia de la comunidad, en la que cada uno debe verse representado y medir su propia responsabilidad.
El Deuteronomio traza para Israel un programa de vida, inspirado en la predicación de los Profetas, en los escritos sapienciales y en las tradiciones históricas del Pentateuco, desde los tiempos patriarcales hasta la entrada en la Tierra prometida. El Dios que aquí se manifiesta no es una divinidad fría y distante, sino el Dios misericordioso que está cerca de su Pueblo y le revela su Ley, porque lo ama y espera ser amado con la misma intensidad. De esa manera, el Deuteronomio marca un jalón decisivo en el camino hacia la revelación definitiva de Dios en el Nuevo Testamento, donde el Apóstol san Juan afirma: "Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él" ( 1Jo_4:16 ).

Fuente: Libro del Pueblo de Dios (San Pablo, 1990)

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Notas